SOBRE EL PROYECTO EDUCATIVO DEL INSTITUTO (Cultura, persona y conciencia) El lema que hemos escogido para nuestro 37º Capítulo General “El Carisma Sa.Fa. una buena noticia en el corazón de las culturas”, además de suponer un desafío importante para nuestra Misión nos interpela especialmente sobre cómo vamos a realizar la tarea educativa, cómo vamos a proseguir con el compromiso de humanizarnos, cómo crear espacios de humanización, cómo favorecer la creación de relaciones profundas y duraderas. Pero fundamentalmente nos interpela sobre cómo incidir en la cultura, cómo evangelizarla, cómo enriquecerla y clarificarla a partir de nuestro Carisma Nazareno, del “espíritu de cuerpo y de familia”, cómo bajar al corazón de las culturas y transformarlas, “cómo bajar a Nazaret y permanecer sometidos a Jesús, María y José”. La puerta de entrada para realizar esta tarea la tenemos en nuestro Proyecto Educativo y especialmente a través del “ministerio educativo”. Para transformar la cultura, para evangelizarla, tenemos que llegar al corazón de la persona, de su esencia y de sus aspiraciones. Para transformar a la persona tenemos que acceder al corazón de su conciencia. Educar la conciencia, hacer consciente lo inconsciente, clarificar la conciencia y el corazón, crear una mentalidad evangélica que permita plantarse de otra manera en este mundo y permita tomar decisiones que generen una cultura diferente, un sistema de relaciones diferente, una postura diferente y evangélica ante el “tener, el poder y la simple satisfacción de las necesidades”. De esto queremos hablar y sobre esto queremos reflexionar en este trabajo. 1º-. Despertar la conciencia, hacer consciente lo inconsciente a-. Educar la conciencia, educar el corazón, educar el espíritu la interioridad, la capacidad mística de la persona, la racionalidad abierta y dialógica. Tener en cuenta que uno de los aspectos más importantes en la tarea educativa del Hno. Gabriel, una de las intuiciones claves fue “Educar la conciencia”, “educar el corazón de un niño supone… ver Nº 643 y 645 del N.G.” y, la vinculación de la conciencia con Dios. b-. “Cuidar la vida, animar la vida y cuidar los ambientes donde se desarrolla la vida” fueron intenciones e intuiciones claves de la propuesta de Gabriel. Difícil cuidar la vida si no hay desarrollo de la conciencia y ambientes que la conformen. c-. Su personalidad y sello fue ser “Animador de la Comunidad y Formador de animadores”. d-. Formar la conciencia para cambiar la mentalidad y generar cultura. E ducar y formar la conciencia. Sin ella nada es posible. Con la conciencia surge la racionalidad, el buen juicio, el saber, el saber vivir, el saber hacer y el saber ser. Surge la responsabilidad y la libertad. No hay ni puede haber conciencia sin la posibilidad y capacidad de ponerse frente al otro pues ahí puede aparecer la verdad de mi mismo. La formación de la conciencia propicia una identidad propia, crea una mentalidad y esto puede generar una cultura capaz de ser evangelizada, de entrar en diálogo. 1 Los hombres se forjan, crecen y maduran como personas. De ahí la repercusión cívica de la educación, la repercusión cívica de la educación moral y religiosa y la repercusión de la educación religiosa y moral en la educación escolar. No es posible ser ingenuos: donde se construye la conciencia del hombre en su raíz, allí están naciendo ya las ramas y apareciendo ya los frutos de muchas actitudes futuras en ciudadanía, política y sociedad. Quiéranlo o no ellos, los educadores determinan una implantación fundamental en la realidad y, con ello, fundan la capacidad o incapacidad de una persona para llegar a comprenderse, comprender a los demás y también para llegar a comprenderse desde la fe. La cuestión de fondo es la siguiente: ¿Quién forja al ciudadano, del que depende el rumbo político y social del País? Quién forja al hombre. Y ¿Quién forja al hombre? Quien le ofrece saber, sentido, posibilidades de vida, horizonte de esperanza, criterios y comportamiento, pan para comer e instituciones para vivir. La mentalidad, la cultura, la ciudadanía se forja, por lo tanto, en los senos donde se forja la vida y viene por los caminos por donde esta llega a cada uno de los humanos en sus situaciones existenciales. Quien quiera realmente atender al ser humano, deberá cuidar, regar, podar, injertar, decantar aquellos solares previos de la cultura, la ciencia, la religión, la ética, la utopía que son los que sostienen la conciencia y la estimulan. El diálogo verdadero y el ejercicio de la convivencia se adquieren pasando de la permanente formalidad vacía del “dialogar” al encuentro con las realidades que advienen al hombre y sobre las que tiene que decidir. Esto le hace realmente consciente y humano. Educar la conciencia, la mentalidad, la cultura. La “verdad común de las culturas”, la “esencia común de la persona que es ser en relación, en comunión”, la “verdad del ser humano abierto a la transcendencia y a la eternidad", la “racionalidad abierta”. La verdad común de las culturas es la tendencia a la comunión, a lo eterno, la conciencia del pecado, la tendencia a lo divino, al perdón, a buscar la comunión, a tener y guiarse por criterios morales y normas. La cultura: “Es la forma de expresión comunitaria, nacida de la dinámica histórica, de los conocimientos y de los valores que marcan la modalidad de esa cultura comunitaria. La cultura es la expresión del esfuerzo común de la búsqueda del sentido del hombre, de la historia y de la divinidad”. “La esencia común humana” pide y exige el diálogo de las culturas, pide y exige para poder servir, cuidar y dignificar al ser humano la interculturalidad, pide y exige el diálogo con la fe que es una cultura porque ofrece una visión del hombre y de la historia desde la persona de Cristo. La esencia común humana es “ese anhelo inextinguible de lo infinito, de lo divino, la necesidad de transcenderse, ir más allá, la intencionalidad de sus acciones, la apertura, el dialogo y la relación”. “La verdad del hombre”, la esencia común del hombre esa necesidad del ser humano de hacia lo infinito, lo absoluto, lo que perdura, la transcendencia, lo que va dirigido a alguien y espera respuesta, la apertura de la mente, el diálogo la admiración, la contemplación, la meditación. “La racionalidad abierta” que va más allá de sí misma, de lo experimentable, verificable, que se abre a lo vivenciable, al anhelo de infinito, de plenitud, a una unión con lo divino, a una religión apropiada a la verdad del hombre, a un relacionamiento con o transcendente, a una dimensión mística de la mente. Tener en cuenta “Los extravíos de la conciencia y los caminos de la conciencia”. 2 (Se puede consultar para mayor información: “Del tener al ser” de Eric FROMM, Ed. Paidós, Buenos Aires 1992 y “El arte de escuchar”, Ed. Paidos, Buenos Aires 1993, Eric FROMM e-. Extravíos y caminos de la conciencia Extravíos: enredar, enmascarar, desfigurar la verdad. La gran mentira. Ofreciendo y prometiendo la felicidad a través de “creaciones light”, banales, efímeras, para el consumo, intranscendentes pero subyugantes. Son mezcla de verdad y mentira por lo tanto una gran mentira. Una verdad a medias es un gran engaño. En esta situación se hace muy difícil distinguir entre lo verdadero y lo falso, lo genuino y lo fingido. Se presenta a la sociedad del consumo y del bienestar como la salvación del hombre. En general en este ambiente se calumnia, se denigra, se desfigura y se persigue al que dice la verdad. La charla trivial y las malas compañías. Trivial es lo mediocre, lo superficial que no se sostiene por sí mismo, le falta consistencia. Es quien no distingue entre lo esencial y lo superficial. Con la trivialidad surge el vacío, la rutina y la indiferencia. Se está siempre urgido por las novedades y chismeríos. Es prudente evitar las personas triviales, destructivas, agresivas y sobre todo narcisistas. La vida sin esfuerzo y sin dolor. Vivir bien parece ser que quiere decir vivir sin esfuerzo lo cual es imposible, va inscripto en la esencia humana. La primera revolución industrial reemplazó la energía humana por la mecánica. La segunda revolución industrial entregó la memoria y el conocimiento a las computadoras. Se olvidó que la esencia de la vida y del hombre no es “cogito ergo sum” sino “patio ergo sum” y si “sufro sé que sufro (existo) con otros”. El miedo a la autoridad y el ideal del capricho. Hacer lo que quiera y cuando quiera sin que me pongan un límite, estamos cerca del narcisismo. Caminos: Vigilar, discernir, dilucidar, esclarecer, hacer verdad, saber vivir Querer una sola cosa. Implica tener un objetivo, una dirección, una orientación y tomar decisiones en consecuencia. Es lo que llamaríamos la “opción fundamental” que encamina toda la vida. “Amarás a Dios con todo tu corazón con toda tu alma…” En el Evangelio se nos dice: “No se puede amar a Dios y al dinero”. Querer una sola cosa es lo que se llama fidelidad y virginidad. Al estar tironeado por varias opciones la personalidad se dispersa, esto exige un proceso de sinceramiento. Estar despierto, vigilar. La sociedad hoy en día estimula el dormirse, irse, volar, no mostrar la realidad con cantidad de consumos entre ellos las drogas que impiden despertarse. Sería conveniente en esta cultura sugerir preguntarse qué nos despierta para saber quiénes somos. “Dime qué te despierta y te diré quién eres”. ¿Qué clamor te despierta? Hacerse consciente. Significa enterarse, integrarse, completarse. Es un saber profundo, total y participativo. Significa ante todo hacer consciente lo inconsciente. Concentrarse. Resulta un bien escaso en esta era cibernética. Se hace todo lo posible para no concentrarse. Cuánto más débil y vacío se siente el “yo” más miedo a concentrarse se tiene porque no encuentra nada consistente adentro. Es la dispersión de la subjetividad. Concentrarse es la capacidad de sentarse para no hacer nada. Quedarse sin agarraderos ni soportes. 3 Meditar. En definitiva es verse para liberarse de la codicia, el odio y el engaño. No querer atrapar, manejar, agredir, manipular. f-. Caminos hacia la verdad, la racionalidad y el amor Cambiar la forma de obrar. No solamente analizarse y conocerse sino tomar decisiones en consecuencia. Crearse intereses, motivaciones. Acabar con el exagerado interés por uno mismo y salir de sí mismo. Aprender a pensar críticamente. El pensamiento crítico es la única arma y la única defensa que tiene el hombre hoy frente a los peligros de la vida y especialmente frente al relativismo y el secularismo. Pensar críticamente es hacerse consciente. Conocerse a sí mismo y hacer consciente lo inconsciente. Enterarnos de lo que nos es inconsciente, de aquello que no sabemos y conocemos sobre nosotros mismos. Sacar a luz la mayor parte de nuestra vida psíquica especialmente la que obra independientemente de nosotros. En lo que se refiere a los problemas de la existencia y de la dinámica intrapsíquica la mayoría somos ignorantes. Hacerse consciente del propio cuerpo. El cuerpo es la expresión más auténtica de nuestra intimidad. El cuerpo nos permite medir el propio estado de ánimo por las posturas que adopto. El cuerpo manifiesta lo que llevamos dentro. Concentrarse y meditar. La calidad de vida, la capacidad de estar vivo y cualquier logro dependen de la capacidad de concentrarse y meditar. El descubrimiento del propio narcisismo. Es narcisista aquel para quien la realidad consiste solamente en lo que ocurre en su propia subjetividad. La realidad está constituida por sus propios pensamientos y sentimientos. Por eso el niño pequeño es extremadamente narcisista, porque al principio no hay todavía una realidad exterior para él con quien confrontar. El psicótico es extremadamente narcisista porque su única realidad está constituida por sus vivencias íntimas. Y la mayoría de nosotros somos más o menos narcisistas, nos inclinamos más o menos a tomar solo por real lo que tenemos dentro, lo que vemos, lo que sentimos y no lo que se refiere al otro. Para comprender al hombre realmente, o sea, para comprendernos a nosotros mismos, una de las cosas más importantes es conocer el propio narcisismo, al que no se ha prestado atención verdadera, ni siquiera en el psicoanálisis ortodoxo. El narcisista es sumamente inseguro porque ninguna de sus vivencias y pensamientos se basa en la realidad, por eso mismo fanfarronea, aparece como brabucón o bien como víctima. Generalmente no tiene un pensamiento riguroso ni capacidad de fundamentación; sí tiene buena capacidad de simulación y manipulación. Cae fácilmente en la depresión porque se ve vacío o en la euforia cando lo congratulan. Si encuentra alguien que lo critica, que lo confronta, que no le dice lo que quiere escuchar, se siente atacado, se conmueve toda la su fe en sí mismo, se desinfla su hinchazón y queda muy deprimido y furioso. No hay furia ni bronca más grande, agresividad más dura que la de un narcisista. Perdonará lo que sea menos que ofendan su narcisismo. Trata de vengarse. Este trata de asociarse generalmente con otros que son como él. Se dice que el narcisismo colectivo es el narcisismo de los pobres. 4 De aquí se pueden extraer muchas consecuencias sociales, políticas y religiosas: “nacionalismos”, “barras bravas”, “tribus ciudadanas”, “patotas”, “fundamentalismos del color que sean”, etc. Y también lo importante que es trabajar el narcisismo como camino de sinceramiento para no crear engaños personales y colectivos. Es narcisista sobre todo quien no le interesa cómo son las cosas realmente porque está seguro que las únicas verdaderas son las suyas. Comprender el narcisismo es una de las claves para comprender los actos irracionales de los demás y para comprenderse a uno mismo. Las propias reacciones irracionales se deben en gran medida a fenómenos narcisistas. Analizar a una persona narcisista es dificilísimo, porque es relativamente inabordable. Uno puede averiguar su narcisismo mediante la propia observación, la comparación y la observación de los demás. Es fundamental que el narcisista sepa que otro sabe lo que le ocurre, se defenderá pero ahí cambia la pisada. El problema del narcisismo “es decisivo en el desarrollo humano y de la personalidad”. Todas las enseñanzas de las grandes religiones junto a cualquier afirmación que se precie de humanista tiene un solo propósito esencial: en definitiva todo lo que dicen es que debemos vencer nuestro narcisismo. Este es el principio de todo amor, de toda fraternidad, porque con el narcisismo nos enajenamos mutuamente, nos hacemos hostiles e incapaces de comprendernos. Este el verdadero camino hacia la verdad, el verdadero proceso de concientización. En la vida cristiana es lo que se llama tener caridad que es lo que posibilita la santidad. g-. Educar y desarrollar las ocho competencias básicas y las ocho inteligencias múltiples Las competencias, diferentes estilos de aprendizajes: Lingüística: habilidad con palabras y letras Lógico-matemática: hábil con la lógica y los números Espacial: hábil con las imágenes y el espacio Cinético-corporal: hábil con el cuerpo Musical: hábil con el sonido y la música Interpersonal: hábil con las personas, relación y conocimiento Interpersonal: hábil con uno mismo, conocimiento interno Naturalista: hábil con la naturaleza Las inteligencias Múltiples (Gadner 1983 las seis primeras, 1999 las dos últimas) Verbal-lingüística Lógico-matemática Espacial Musical Corporal-cinestésica Emocional: interpersonal e intrapersonal Naturalista Transcendental: espiritual y existencial 5 h-. Desenmascarar el sistema injusto, liberal y antihumano signado por lo económico y lo político incapaz de preguntarse por el sentido y dignidad de la persona. El valor de la opción por los débiles de la tierra. Los desgraciados existen, los pobres existen, y existen los que sufren. Y estos son los preferidos por Jesús, al que tenemos por Maestro. Es verdad que hemos de amar a todos, pero también es verdad que debemos empezar por amar a los que más necesidad tienen de nuestro amor y que no son otros que los débiles de la tierra. Y esto no se arregla con buenos discursos si no con acciones concretas que empiezan por la sobriedad y la entrega personal. Estos son algunos de los puntos que en estos momento ante la cultura consumista y comercial resultan innegociables para cualquier colectivo o institución que pretenda tener derecho a llamarse católico. Estos son los valores que tenemos en estos momentos como tareas por asumir. Estos son los cinco valores netamente evangélicos: la dignidad de la persona, la libertad, la creación, la apertura y la estima prioritaria por los débiles por las víctimas del sistema. Este último aspecto empieza a aparecer hoy día como un signo de los tiempos. La preocupación por los desplazados del sistema, por las víctimas está empezando a crear una cultura diferente como lo señalan algunos, sociólogos, teólogos y pensadores. Estos valores evangélicos surgen del Proyecto de humanidad que el Señor nos deja en las bienaventuranzas Nadie ignora que suele ser el último de los valores citados el más difícil de admitir para mucha gente nuestra porque generalmente estamos en otro espacio geográfico y social. Otras veces hemos nacido en un ambiente más deprimido pero después nos hemos instalado y otras la comodidad nos ha ganado. Tratemos de descubrir, al menos, qué comporta este valor de la opción por los débiles. En concreto, en un centro educativo como los nuestros, comportaría: Dar información constante sobre la situación de la miseria, desigualdad e injusticia en el mundo. Y superar la indiferencia creciente y generalizada sobre las bolsas de pobreza extrema, los guetos en las periferias de las grandes metrópolis, o sobre el continente africano. Lucidez y denuncia de los estragos de los explotadores y de las maldades del mercado ciego. Denuncia del sistema injusto, inhumano, mercenario que rige el mundo (economía de mercadoliberal). Denuncia del atropello de las personas y la política puestas al servicio de ese sistema y del dinero para unos pocos. Que los más débiles del aula -sea por razones de economía, idioma, trabajo, estética, cultura o inteligencia- se sientan valorados como nadie. Llevar un estilo de vida que no sea un agravio u ofensa para los pobres, quizás lo más significativo, examinando permanentemente el estilo de vida que llevamos antes de hablar sobre la pobreza. Estar atentos al clamor de los abandonados, de la humanidad sufriente. No olvidar las víctimas de nuestro propio sistema: embarazos de adolescentes, consumo de droga, violencia y persecución de chicos a otros chicos, soledad, desprotección, falta de contención, de referentes y de marco que ordene y contenga la vida. Desestructuración familiar, consumismo e insolidaridad. Poner, en esas situaciones periféricas existenciales, espiritualidad y proceso de humanización. Es decir, poner la cercanía, preocupación, misericordia, compasión de Dios por cada criatura y su dignidad a través de nuestro compromiso solidario y comunitario. Desencadenar un proceso de clarificación y fortalecimiento de la conciencia y la autonomía para poder manejar la propia vida. 6 i-. Perfil del educador de una institución católica y nazarena ¿Cuál es el perfil de un educador católico y nazareno? Imagino que los alumnos educados por él tendrían estas características, para lo cual él mismo las debería profundizar: Abiertos: todo lo contrario de cerrados, abiertos de mentalidad, abiertos de deseos, abiertos socialmente fieles a la consigna evangélica: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt.5, 48) Rigurosos, con vigorosa autodisciplina, sin miedo al esfuerzo, a la confrontación y a la evaluación sabedores de la parábola del talento en la que se elogia a aquellos que supieron hacer rendir al máximo cada cualidad recibida.” (Mt25, 14-30) Avanzados: con las herramientas del momento, las más sofisticadas si es preciso, las que el entorno emplea o empleará pronto, recordando la frase paulina: “Hacerse todo para todos para ganar a algunos, cueste lo que cueste”. (1ª Corintios 9,22) Solidarios: Comprometidos con el proyecto de una humanidad pacífica y fraternal, sin diferencias indignantes, guardando todos escrupulosamente el mandamiento nuevo: “Amaos como yo os he amado”. (Juan 15,12) Fraternos: Convencidos y consecuentes de que todos somos hermanos e hijos de un mismo Padre. “No dejen que nadie les llame Maestro, porque tienen un solo Maestro, y todos Ustedes son hermanos”. (Mt. 23, 8). Humildes: buscadores de la verdad, clarificadores de las situaciones y de las relaciones, capaces de conocerse a sí mismos y así poder actuar desde la verdad y la realidad más auténtica de cada uno. “Mira sobre qué construyes… El que construye sobre arena vienen las lluvias y las tormentas y… En cambio los que construyen sobre roca…”. (Mt.7,24-27) 2º-. Crear la comunidad-la familia Ser conscientes de la desnudez, limitación y fragilidad común que todos traemos: “Sin nada salí del vientre de mi madre y …” Pasar a la necesidad de equiparnos sin que este proceso quede en el individualismo o realización personal. Equiparse sí para compartir y crecer. “..No existen más las palabras, “mío” o “tuyo” sino “nuestro” y temen menos ser atacados ellos que la comunidad…” Urgencia de encontrarnos para sobrellevar nuestras limitaciones y pecados, para compartir nuestras posibilidades en quien nos sostiene y nos llama a ser hermanos, nuestro Padre Dios. Priorizar en toda nuestra tarea educativa y evangelizadora la creación de pequeñas comunidades en las que todos nos encontramos para apoyarnos en y desde Dios para llegar encarnarnos en cada cultura. 3º-. Educar la dimensión espiritual Lo cotidiano y las simples tareas de la vida diaria constituyen el objetivo de todo aprendizaje espiritual. Los deseos, sobre todo los más profundos, las ansias, las aspiraciones y el eros son las raíces de la espiritualidad. Las acciones los hábitos, la disciplina y sobre todo la orientación que le demos a todo ese cúmulo de energías son la espiritualidad que forjaremos. El deseo es nuestra enfermedad fundamental. Estamos tan sobrecargados de deseo que descansar nos resulta difícil. El deseo es siempre más fuerte que la satisfacción. Dentro de nosotros hay como un fuego inextinguible que nos hace capaces de “caminar”, de “buscar” pero también incapaces, en esta vida, de alcanzar una paz completa. 7 Este deseo alienta el centro de nuestras vidas, en la médula de nuestros huesos y en los rincones más profundos del alma. En definitiva es ese anhelo, fuego, inquietud, intranquilidad, apetito, soledad o nostalgia que nos carcome, como un dolor congénito que está en el centro del corazón y de la experiencia humana y que es la fuerza última que nos arrastra a todo lo demás. El deseo puede mostrarse como una herida dolorosa o como una esperanza deliciosa. La espiritualidad es lo que haremos con ese deseo. Qué hacemos con nuestros deseos más profundos, tanto en términos de manejar el dolor como la esperanza que nos trae, ésa es nuestra espiritualidad. La espiritualidad es lo que hacemos con nuestra inquietud, es lo que da forma a nuestras acciones. El deseo nos hace actuar y cuando actuamos construimos nuestra integración, desarrollo o nuestra desintegración. Mucho tiene que ver la espiritualidad con el “eros” bien manifestado en el Cantar de los Cantares y también escuchemos a un místico inefable San Juan de la Cruz: “En una noche oscura, en ansias de amores inflamada, ¡oh dichosa ventura! Salí sin ser notada dejando ya mi casa sosegada”. Para este místico son las ansias urgentes, el “eros” aquello que constituye el punto de partida de la vida espiritual. Caminar, buscar es la mejor expresión de la realidad del hombre en la Biblia, “caminantes” o “los del camino” les llamaban al comienzo a los seguidores de Jesús. No es fácil ser santos, tener una disciplina. Más fácil es, muchas veces, ser una persona de buen corazón, pero arrastrada a beber todo lo que la vida tiene para ofrecernos pero, eso sí, con el peligro de desintegrarnos y morir por falta de descanso; “por no saber entrar en el descanso”. La espiritualidad tiene que ver con la forma como canalizamos esas ansías, el eros. En los intentos por hacerlo experimentamos algo con lo que la mayoría de los humanos nos topamos: una tremenda complejidad, una lucha dolorosa por la elección y el compromiso, una combinación muy humana de virtudes y pecados. La espiritualidad tiene que ver con el espíritu que llevamos dentro. Elegimos cosas que nos integran y otras que nos desgarran. Somos llamados, somos Palabra y amor, somos fruto de una atención especial de otro: pensados queridos, hechos tal como nos pensó desde toda la eternidad el Padre en Jesucristo. Somos hijos de Dios, humanos y hermanos. Humildad y obediencia para entrar, como el Hijo de Dios en el corazón de los hombres además de la libertad y la racionalidad propia de nuestro ser personas. . La experiencia religiosa y espiritual aparece en todos los seres humanos incluso en las situaciones más precarias y trastornadas: Ver Vicktor FRANKL, Eric FROMM, Heisemberg, Max Plank, Levi, Einsteín, etc. La búsqueda de Dios y de lo infinito, la protección y el relacionamiento con lo divino. La revelación, la propuesta y el camino que ofrece Dios en Jesucristo. “Reforzar la capacidad mística de la mente y de la racionalidad humana” que es la que abre a la relación fe y cultura, fe y razón, fe e ilustración. Hoy en día, que se ha relativizado la capacidad de la mente encerrándola en una tiranía del método y de la verificación positiva solamente de lo experimentable, habría que reforzar la capacidad mística de la mente humana. La capacidad para retirarse a sí mismo, una mayor apertura interior, una disciplina que se sustrae a los sonidos y a las impertinencias. Todo esto debe convertirse en nosotros en metas prioritarias. 8 Ya lo señalaba Eric Fromm en su libro del “tener al ser”, también Ratzinger en sus escritos. Existe hoy día una hipertrofia del hombre exterior y una inquietante debilitación del hombre interior. San Pablo en Ef.3, 16, nos dice que tenemos que fortalecer el hombre interior. Sí, la cultura tiene que ver esencialmente con el sentido de la vida, con el deseo de plenitud y el vínculo con lo sagrado. La cultura genera matrices de percepción y representación de la vida que afectan a las decisiones de las personas por eso se hace imprescindible la educación de la conciencia, el hacer consciente lo inconsciente para poder generar mentalidades y cultura abierta a la verdadera humanización y al aporte de la evangelización. Por eso la tarea educativa es clave cuida, como lo deseaba el Hno. Gabriel, la conciencia y el vínculo con la divinidad. Por eso la vocación y la misión del Hno. son fundamentales hoy. El problema hoy día no es si la teoría de la evolución resuelve la explicación del mundo, cosa que no está muy clara y hay críticas al respecto; el tema es si en el principio de las cuestiones está la racionalidad humana, el sentido y la fundamentación de esa racionalidad o al principio está simplemente la irracionalidad, la casualidad. La cuestión central está en determinar si la principio hay racionalidad, causalidad, previsión o simplemente irracionalidad. Y más aún si, como dice Popper, hay irracionalidad o casualidad preventiva, si esta irracionalidad tiene la capacidad de conocer la verdad y cuáles son sus caminos porque lo que no podemos quitarle al ser humano es el acceso a la verdad. Sobre esto la fe cristiana nos habla de que “al principio era el Logos, la Razón, el Sentido” (Jn. 1,1-18). Aquí tenemos una puerta abierta para iniciar ese diálogo. El Logos, la Palabra, la Razón, la Verdad, el diálogo, la sabiduría, el amor, el sentido se ha hecho carne. En Jesús de Nazaret el sentido de la vida, la racionalidad y el amor toman nombre y apellido. Lo celebramos en la Eucaristía y ahí se nos da y se convierte en alimento; en comida y en bebida. Él es el camino, la verdad y la vida. Él se hace camino, ansias, diálogo, encuentro personal, razón de ser, tensión hacia la verdad y hacia la caridad. Él es el arte del bien vivir y del bien morir. Él es la sabiduría, la racionalidad que ha creado y sostiene el mundo. Es Dios, es luz y esta luz es vida para los hombres. Esta Palabra, el Sentido y la Racionalidad vino a los suyos y estos sus hermanos no lo recibieron pero a los que lo recibieron les dio la plenitud y el sentido de la vida. Su carne y su sangre son verdadera y bebida y comida, son razón de existir, alimento sustancial, sostén y verdad. Jesús es el “camino”, nosotros somos “los del camino”. El camino cristiano es un proceso personal y comunitario que va más allá de toda nación, raza, religión. Es el proceso de la búsqueda y del encuentro con la verdad y el sentido de la vida. Cuando Venga el Espíritu Santo les enseñará y les recordará todo. Hno. Aurelio – Mayo 2013 9