Lógica y Argumentación jurídica LA EXIGENCIA DE MOTIVACIÓN1 Aunque en la historia del Derecho la exigencia de motivación de las decisiones judiciales no ha sido constante2, y aunque en la actualidad haya quien pueda discutir su necesidad3, se trata de una obligación presente en los cuerpos normativos de los diferentes sistemas jurídicos. Pero en todo caso, y además, es un postulado de la idea moderna de Derecho o, si se prefiere, uno de los rasgos que sirven para identificarlo4. Es habitual justificar esta exigencia refiriéndose al derecho a la tutela judicial efectiva, al derecho al proceso debido o a la seguridad jurídica5. Sin embargo, también es posible justificar la exigencia desde otros principios que forman parte de lo que en otros lugares he denominado como rasgos de lo jurídico. Se trata de exigencias que el Derecho debe satisfacer y que se deducen de una determinada comprensión del fenómeno jurídico. En este sentido, si consideramos que el Derecho es una herramienta o una técnica de control social, parece claro que la cuestión de la eficacia de la herramienta o de la técnica adquiere una dimensión esencial. Y así, es posible diferenciar al menos dos sentidos de la eficacia que denominaré con los términos "eficacia técnica" y "eficacia real". La dimensión de la "eficacia técnica" implica que el Derecho se configure técnicamente como una herramienta apta para el control social; la dimensión de la "eficacia real", por su parte, implica que el Derecho cumpla efectivamente con su función de control social. 1 Texto incluido en ASÍS ROIG, R. de, El juez y la motivación en el Derecho, Dykinson, Madrid, 2005. Vid. Ortells Ramos, M., "Origen histórico del deber de motivar las sentencias", en Revista de Derecho Procesal Iberoamericana, 1997, pp. 899 y ss.; Garriga, C. , y Lorente, M., "El juez y la Ley: la motivación de las Sentencias. Castilla, 1849-España, 1855", en Anuario de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, 1, 1997, pp. 97 y ss.; Colomer Fernández, I., La motivación de las sentencias: sus exigencias constitucionales y legales, cit., pp. 60 y ss. 2 3 Vid. sobre estas posiciones, Nieto, A., El arbitrio judicial, cit., p. 169. 4 Vid. Jueces y Normas, cit., p. 110. En sentido idéntico Colomer, I., "La motivación de las sentencias: aproximación a un modelo", en Revista de Derecho Procesal, 1-3, 2001, p. 131. 5 Creo, por otro lado, que esta es la posición que mantiene por ejemplo el Tribunal Constitucional español, si bien identificando motivación válida y justificación (cosa más que dudosa). Vid. por todas la Sentencia 71/95 de 11 de mayo. Por otro lado, desde el punto de vista de la "eficacia real", la motivación puede favorecer también la dimensión de aceptación y de aceptabilidad. Vid. en este último sentido, Nieto, A., El arbitrio judicial, cit., p. 153. Sobre los fines de la motivación vid. Colomer, I., "La motivación de las sentencias: aproximación a un modelo", cit., pp. 143 y ss. Rafael de Asís Roig, María del Carmen Barranco Avilés, Patricia Cuenca Gómez El Derecho es, básicamente, un instrumento racional de control social que se expresa a través de normas (y decisiones) que integran un sistema y que está apoyado en el Poder. Para ello, dicho instrumento, necesita reunir una serie de rasgos, entre los que están la unidad, la coherencia, la coactividad, la legalidad y la no arbitrariedad, la publicidad, etc… E igualmente necesita de órganos que tengan como principal misión la de establecer normas, y de órganos que tengan como principal misión la de aplicar normas (independientemente de que, como veremos se trate de tareas estrechamente conectadas). Obviamente, este tipo de tareas debe hacerse desde el respeto a los rasgos de lo jurídicos antes expuestos. Y así, al igual que el órgano creador de normas tiene que respetar la legalidad, esta misma exigencia se proyecta en el órgano aplicador, en el sentido de exigírsele explicitar, al menos, la norma que utiliza, la situación fáctica sobre la que la proyecta y la decisión final (el fallo). En este sentido, y cómo más adelante podrá comprobarse, la decisión judicial no es el resultado de una tarea mecánica. La adopción de una decisión tomando como referencia los enunciados jurídicos es sin duda un acto en el que existe siempre un cierto margen de valoración, por lo que la manifestación de esa decisión y de sus referentes resulta obligada para favorecer la eficacia del Derecho a través del conocimiento de su significado proyectado en casos concretos. La satisfacción de esta exigencia se justifica así tanto desde el punto de vista de la "eficacia técnica" (al satisfacer las exigencias de coherencia, publicidad y sometimiento al Derecho) como desde el de la "eficacia real" (al satisfacer el requisito del sometimiento a la legalidad)6. Esta exigencia se traduce pues en el cumplimiento de una serie de requisitos que deben estar presentes en la decisión judicial. Con carácter básico esta exigencia implica dar publicidad a las razones que permiten fundamentar esta decisión y hacerlo de forma inteligible. En este sentido, podemos entender que una decisión está motivada cuando se apoya en reglas inteligibles, esto es, cuando puede deducirse de una regla formulada de manera correcta según los cánones de la lengua en la que el Derecho se expresa. 6 La exigencia de motivación puede así convertirse en un criterio legitimador del poder judicial. Vid. Prieto Sanchís, L., Ideología e interpretación jurídica, cit., p. 116. Sobre el origen histórico de estos principios vid. Prieto Sanchís, L., "La Filosofía Penal de la Ilustración", en Peces-Barba, G., Fernández, E. y De Asís, R., Historia de los derechos fundamentales, T. II, Siglo XVIII, vol. II, Instituto de Derechos Humanos Bartolomé de las Casas-Dykinson, Madrid 2001, pp. 163 y ss.