¿Dónde está el carácter de nuestro gobierno? Santiago Maunez Vizcarrondo En el 1948 yo tenía, en la Pda. 22, detrás de la Ferretería Europa, nuestra oficina de Servicios Arquitectónicos en sociedad con mi amigo William Morales Ramírez. El banco Popular queda en la esquina cruzando la calle. Hacíamos planos para cualquier cliente que apareciera. En aquel entonces existía la Junta de Permisos, hoy ARPE, que estaba localizada en la Ave Ponce de León bastante cerca del Departamento de Obras Públicas, en la Pda. 22. Se nos presentó un cliente, llamado José A. Fontanal, que nos pidió le hiciéramos los planos para un edificio pequeño que sería financiado por el banco Popular. El banco le adelantaría dinero tan pronto tuviera la aprobación de los planos. Inmediatamente trabajamos en el diseño de estos, se llenaron los requisitos necesarios y se presentaron ante la Junta de Permiso para su aprobación. Esperamos el tiempo usual y se nos informó (de boca) que ya los planos estaban aprobados. Necesitábamos recibir por correo una tarjeta impresa donde se nos decía esto, o sea “aprobado”. Con esa tarjeta el cliente iría al banco donde le adelantarían dinero para comenzar la construcción y pagar nuestros honorarios. Como la dichosa tarjeta no nos llegaba, yo caminé hasta el edificio donde estaba la Junta de Permisos y le pregunté a la secretaria ¿por qué no nos habían enviado la tarjeta con la aprobación requerida? Me dijo que ellos tenían demasiado trabajo y su jefe no le había autorizado a enviar nuestro permiso de aprobación. En ese tiempo yo tenía 26 años y se me subió la voz con el coraje que tenía. Salió el director de la Junta de Permiso y me gritó diciendo que le pidiera al gobernador (Luis Muñoz Marín) que le diera más dinero para tener más personal. Salí de la oficina furioso y tan pronto llegué a la mía escribí una nota al periódico El Mundo diciendo lo que había sucedido. Mi tío político era don José Torres, casado con una de mis tías. Tanto mi tía como José Torres eran muy amigos de doña Felisa Rincón. José Torres era el “cacique” de Villa Palmeras en esa época, ponía y quitaba empleados municipales y hasta gubernamentales. Mi tío le notificó a doña Felisa lo que estaba sucediendo en la Junta de Permisos. Tan pronto salió mi escrito en El Mundo, me llamó del Municipio de San Juan, el presidente de lo que entonces era la Asamblea Municipal o algo así. Me felicitó por mi acción diciendo que “eso se tenía que terminar en la Junta de Permisos” hoy ARPE. Antes de que le pidieran la renuncia al director de la Junta de Permisos, él renunció. En esa época desde nuestro gobernador y los hombres que le apoyaban demostraban ser verdaderos HOMBRES con carácter de hombres. Hoy TODO ha cambiado. Desde que don Ricardo Alegría salió del Instituto de Cultura Puertorriqueña ya NO es lo mismo, su degradación comenzó cuando un pobre pianista Elías López Sobá, fue nombrado Director. Esta es otra interesante historia. Luego llegó la Dra. Tió y se convirtió en un verdadero DESASTRE; aún no se sabe que hicieron con los $60,000 que uno de nuestros alcalde donó para los planos de reconstrucción del edificio de nuestro Centro Cultural. Conozco al director presente, es un buen poeta que guarda SILENCIO. La Moral Social, algo que Eugenio María de Hostos nos escribió desde la República Dominicana, se ha perdido. El edificio construido frente al Fuerte San Jerónimo debe ser demolido, antes que construyan otras aberraciones en los terrenos de El Morro y del pueblo de Puerto Rico. Que nuestro gobernador Aníbal Acevedo Vilá actúe.