EL ABORTO Dr. José Manuel Reverte Coma El aborto o interrupción del embarazo por inducción y el infanticidio son tan antiguos como la gestación en la especie humana. Todas las sociedades humanas han destruído el producto del embarazo por muy diversos medios, desde los traumatismos más brutales hasta la ingestión de plantas y substancias de efectos abortivos de las que se fueron descubriendo sus efectos. Hipócrates en su obra "De Infoecundis" (cap. VI) menciona el aborto como algo frecuente en las mujeres públicas. En la Roma antigua se consideraba al feto como portio viscerum matris y por ello era permitido disponer libremente de su cuerpo y por lo tanto abortar a voluntad. Entre las sociedades primitivas, el aborto era considerado como un problema económico más que como un problema moral. En cambio en el Código de Hammurabi, se señala una sanción económica en caso de aborto provocado cuya cuantía aumentaba cuanto más elevada era la condición social de la mujer. Si ésta moría como conscuencia del aborto debía morir también quien lo había provocado. La actitud ante el aborto como ante el infanticidio cambian en el mundo cuando el cristianismo establece una nueva actitud de valor y respeto a la vida humana. El cristianismo eleva el respeto por la vida humana a una categoría moral nunca antes conocida. El aborto es intrínsecamente malo porque el embrión es ya una individualidad, una nueva persona con todo el patrimonio genético combinado y desarrollando su poder modelador. El embrión es una persona en potencia y el feto es una esperanza de persona. El Talmud de los judíos considera al feto ubar yerekh imo, es decir parte de la madre y no una entidad independiente. Para ellos no es persona hasta que nace. Maimónides, aunque acepta el aborto terapéutico en ocasiones, dice en términos generales: "Un hijo de Noé que matare una persona, incluso un feto en el útero de su madre, es responsable de un crimen". Entre los Padres del Cristianismo, sólo en 1140 se comienza a considerar por un decreto de Graciano como homicidio el aborto de feto formado. El papa Inocencio III reconoce este concepto oficialmente en 1211 en su encíclica "Sicut ex". Los antiguos conceptos sobre la infusión del alma, se basaban en ideas rudimentarias sobre el significado de la concepción. Todo giraba sobre el hecho de considerar humano o no al embrión, hasta 1588 en que Sixto V castiga con la excomunión todo aborto fuese o no formado el feto. Con diversos altibajos se llega a Pío IX que extiende la excomunión a todo aborto. Lo que la Iglesia no ha hecho es manifestarse en el sentido de decir en qué momento es infundida el alma, ni siquiera en el Concilio Vaticano II. Habría que definir primero qué es la vida y cuándo comimienza la vida humana. Los positivistas afirmaban "ignoramos e ignoraremos". También los yatroquímicos, yatromecánicos, organicistas, agnósticos, vitalistas, escolásticos y neoescolaticistas, han emitido variados conceptos sobre la vida. Lo más que podemos decir es que hay gradaciones en la vida, grados de vida y que la forma suprema de vida es Dios, principio de todo lo existente, es decir un principio inteligente y no el azar. Entonces, ¿cuándo comienza la vida humana? A la vista de los modernos conocimientos sobre Biología y Embriología, existe vida en toda célula que realiza sus funciones, pero vida humana, nuevo ser, existe desde el mismo instante en que se funden los patrimonios genéticos materno y paterno. En el mismo momento en que esos patrimonio procedentes del núcleo del espermatozoide y del núcleo del óvulo, se funden por medio de la fecundación, se produce una potencia reproductiva que va disponiendo en forma ordenada y matemática los diversos elementos, para formar tejidos y órganos, a una velocidad que podemos calificar de vertiginosa y con una seguridad tal que ya en los mismos esbozos más elementales del embrión se contiene y manifiesta esa fuerza modeladora del nuevo ser. "No piensa" se ha dicho y en efecto así parece porque aún no se ha formado el substrato que permite la elaboración del pensamiento, el Sistema Nervioso Central. Pero no piensa de la forma que lo hace un adulto, o un joven o un niño. Pero los elemenos rudimentarios están evolucionando incesantemente y disponiéndose microanatómicamente para preparar la plataforma que servirá para que el pensamiento pueda manifestarse. El nuevo ser humano, con todos sus atributos, está ahí mismo, desde el mismo instante en que fué engendrado. El Concilio Vaticano II fué muy claro a este respecto, condenando el aborto directo cualquiera que sea su finalidad y que debe cuidarse al feto desde el mismo instante de su concepción. Los cristianos disidentes fueron en esta materia tan precisos como los católicos-romanos. Biológicamente hablando, desde el instante en que se funden los patrimonios genéticos, ya existe una individualidad definida por su mensaje genético hereditario, que no es el padre ni la madre, sino otro ser, por muy celular y elemental que parezca. Se trata de un genotipo nuevo e irrepetible, y en ese mismo instante existen para él todos los derechos de la persona humana y por lo tanto le ampara la propia Constitución. Todo lo que se diga, se discuta, se quiera introducir o legislar para justificar el aborto no es más que formulismos que pretenden ser legales para engañar y engañarse, para acallar conciencias o satisfacer partidismos o idelogías . El aborto es un atentado contra el derecho del ser que ya está desarrollando su potencial en el seno materno. Moralmente es reprobable y legalmente es un homicidio que si no se quiere llamar infanticidio porque aúun no ha adquirido forma de infante, es un embriocidio, si se me permite utilizar este neologismo.