Declaración pública referente al proyecto de ley que regula la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo en tres causales El Instituto Superior de Bioética y de Ciencias de la Familia del Instituto de Teología de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, manifiestan públicamente su rechazo a la iniciativa de legislar sobre la despenalización del aborto bajo tres causales: inviabilidad del feto, riesgo de vida de la madre y violación, por las razones que a continuación se presentan: 1. La problemática del aborto y del embarazo no deseado, nos sitúa ante temáticas que han sido insuficiente o inapropiadamente abordadas, como la educación de la sexualidad o la formación moral de las personas. Formación que se vincula con la familia como primera cuidadora y educadora de sus miembros, con la escuela como institución que apoya el proceso formativo y con el Estado como garante de tales derechos y deberes. El aborto y sus secuelas son efectivamente un drama humano y social, las cuales pueden acompañar durante toda la vida a quienes participaron en él. La evidencia científica asocia este suceso traumático a conductas depresivas, drogodependientes y suicidas, entre otras. Es por eso que proponerlo como solución frente a otras situaciones dolorosas de la existencia de la mujer resultaría ineficaz. 2. Hoy la ciencia biomédica ratifica que la vida del ser humano se inicia a partir de la concepción con la fusión de los gametos femenino y masculino. Con la concepción se origina un organismo humano individual llamado cigoto o embrión unicelular, que es un sistema único con identidad específica y orientación hacia un desarrollo determinado. La concepción es el inicio del proceso del desarrollo humano embrional, caracterizado por su coordinación, continuidad y gradualidad, es decir siempre es el mismo individuo que pasa de formas más simples a más complejas, manteniendo siempre su identidad e individualidad. Según esto, el embrión “es” persona desde su origen y no “se convierte en” persona por el ejercicio de sus facultades (relacionarse o por su sensibilidad o racionalidad). Es persona porque su naturaleza es racional, la cual se conserva durante todas las etapas de la vida al igual que su dignidad, las cuales no se ven afectadas por la forma en que el ser humano es concebido o por patologías que pueden poner en riesgo precozmente su vida. 3. El aborto, la acción deliberada y voluntaria de provocar la muerte de un embrión o feto, es siempre desde la perspectiva ética un acto ilícito, más allá de las circunstancias, aun cuando éstas sean muy dolorosas. No es legítimo pretender alcanzar un bien a través de un mal. La ilicitud se fundamenta en que es una acción orientada a terminar intencionalmente con la vida de una persona humana, se opone a la justicia y al bien común, viola directamente el principio de no matar, además de no reconocer la dignidad inherente a cada ser humano. 4. Chile presenta hoy excelentes resultados desde la perspectiva de salud maternoinfantil, siendo el segundo país americano con mejores indicadores de mortalidad materna luego de Canadá. Entre 1957 y el 2007 se ha producido una disminución de un 93% en la mortalidad materna, y se ha identificado la educación de la mujer como el factor determinante. Ella continuó disminuyendo, aún después de la implementación de la ley que prohibió todo tipo de aborto en 1989. La muerte materna hoy no obedece a causas obstétricas directas sino indirectas, es decir asociadas a condiciones crónicas preexistentes. En cuanto al embarazo por violación, situación extremadamente dolorosa, además porque las víctimas generalmente son menores de edad que sufren violencia sexual reiterada por alguien de la familia o cercana a ella, la ley de aborto, impedirá evidenciar el problema de abuso contra la mujer, ocultará el crimen y perpetuará el ciclo de violencia sexual. Por tanto, la promoción de la ley de aborto no obedece a un problema médico o social de fondo, sino a un tema ideológico. 5. La práctica médica en Chile, la cual hunde sus raíces tanto en la tradición Hipocrática como en la del Buen Samaritano, está centrada en la protección y promoción de la vida humana, es decir en el cuidado de la persona, de toda persona sin discriminación, y con mayor dedicación a aquella más vulnerable, esto es lo que justifica que el Estado se comprometa en la formación de estos profesionales, por lo que pretender que el médico se transforme en ejecutor de sentencias de muerte trasgrede y violenta la naturaleza de su vocación, siendo esto una profunda contradicción. 6. La objeción de conciencia se vincula con la libertad de conciencia, ella es la expresión del resguardo a las convicciones morales y religiosas de la persona, cuando esta se ve obligada a obedecer y ejecutar una ley contraria a ellas. La persona ante la disyuntiva de obedecer la ley moral o la ley civil, es decir, por una parte aquella ley que está inscrita en su corazón y le impulsa a hacer el bien y a evitar el mal, y de la otra la ley civil que le ordena realizar un acto homicida que la persona identifica como contraria al bien que desea realizar, debe actuar conforme a la primera. El Estado está obligado a reconocer y proteger esta libertad individual, no le está permitido violentar la conciencia moral de la persona. 7. La sociedad que queremos construir debe caracterizarse por la solidaridad entre todos sus miembros, comprometidos personal y colectivamente en la prevención del aborto. Debemos promover la cultura de la vida, que defienda la vida humana como un bien precioso y la dignidad de la persona como un valor no negociable ya que es el sustento de la vida democrática y del ordenamiento jurídico. Académicos, políticos, profesionales, legisladores entre otros actores sociales, deben comprometer sus capacidades para generar nuevas iniciativas además de promover los programas existentes dirigidos a apoyar a las mujeres que cursan embarazos vulnerables y a fortalecer a las familias mayormente expuestas. Prevenir y acompañar es la respuesta más humana y cercana al aborto. 8. Por todo lo anteriormente expuesto, creemos que no sólo es deber de un cristiano o de una institución que manifieste adherir a través de su misión a los principios cristianos, oponerse a una ley de aborto, por cuanto la vida es un bien universal que reclama ser respetada y protegida por todo ciudadano sin distinción. EU. Carmen Gloria Fraile Duvicq Directora del Instituto Superior de Bioética Mg. Claudia Pedreros Silva Directora del Instituto Superior de Ciencias de la Familia