Llamados a ser Sacramentos del Amor Misericordioso y tierno de Dios, en el corazón de todos los jóvenes. (La vocación Josefina) (Exposición del SSMO con un canto, si es el caso) Guía: Dios Espíritu Santo suscita en la Iglesia muchos dones o carismas, para vivir el Evangelio de Jesús y llevar el Amor del Señor en el corazón de los hombres. Uno de estos dones es la espiritualidad y la misión que San Leonardo Murialdo ha vivido y confiado a la Congregación de San José. En este encuentro queremos dar gracias a Dios por este don especial del Carisma Josefino y pedir al Señor que llame a muchos jóvenes a vivir este carisma en la misión de los Josefinos de Murialdo. Iniciamos cantando y alabando este amor del Señor, presente y actual en el misterio de la presencia Eucarística de Cristo Jesús. CANTO: Dios es amor. DIOS ES AMOR, ES AMOR, ALELUYA, VIVA EL AMOR, EL AMOR, ALELUYA. -Desde siempre te amé, dice el Señor; Cielo y tierra formé pensando en ti.2 - Hijo mío serás y un corazón tendrás, para ser tú también el amor. (2) - Te alejaste de mí, dice el Señor; y al abismo bajé, de tu traición. (2) - Di la vida por ti, y en el pan que dejé sobre tu mesa, fui el amor. (2) Guía: Alabemos el amor de Dios con las palabras de los salmos: Todos: Tu amor y tu fidelidad son nuestra fuerza, Señor. Lector 1: Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre, Bendice, alma mía al Señor y no olvides sus beneficios. - Celebren al Señor porque es bueno, porque eterna es su misericordia. Paciente y misericordioso es el Señor, lento a la ira y rico de gracia. 1 - El Señor es bueno con todos, su ternura se extiende sobre todos sus hijos no nos trata según nuestras culpas, ni nos paga según nuestros pecados. - Como es alto el cielo sobre la tierra, así de grande es su misericordia, el Señor es bueno y su fidelidad dura por siempre. - Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles. Celebren todos al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Padre nuestro vocacional: Todos: Padre nuestro que nos llamas, Envíanos a santificar tu nombre sobre la tierra trabajando por tu Reino, obedientes a tu voluntad. Danos hambre y sed de justicia hoy y siempre, no permitas que siguiéndote miremos hacia atrás y danos el ciento por uno, y la vida eterna, como tu hijo nos lo ha prometido. Amén Guía: Guiados por la experiencia espiritual y apostólica de San Leonardo Murialdo, pongamos en la presencia del Señor Jesús Eucarístico nuestra voluntad de responder al llamado del Señor, que nos invita a hacer una experiencia profunda de su Amor misericordioso y tierno, como el de una madre. Lector 1: De los escritos de San Leonardo Murialdo: “Dios nos ama. Es cierto. ¡Dios me ama! ¡Qué alegría, qué consuelo! Y me ama de un amor tan grande, infinito, misericordioso, tierno, personal y actual. Reina en el mundo un escándalo, un error deplorable: no se cree en el amor que Dios nos tiene. Desde niños hemos oído repetir que Dios nos amó mucho, de modo que nos hemos acostumbrado a este discurso, y ya no nos causa impresión y maravilla. Reflexionemos, pues, seriamente: ¿creemos realmente que somos el objeto de su infinito amor, que Él nos quiere como la pupila de sus ojos, y que el nos ama como una madre a su único hijo? Si lo creyéramos de verdad, lo amaríamos también nosotros, porque también nosotros tenemos un corazón que late, y ¿qué corazón no ama a quién lo ama?” 2 Todos: Señor, nos hemos acostumbrado a escuchar de tu amor y de tu ternura. Queremos acercarnos a la hoguera de tu amor con humildad y alabanza. Reconocemos las huellas de tu benevolencia y de tu misericordia a cada paso de nuestra existencia. Reconocemos tu cercanía y tu ternura, tu fidelidad en la historia de nuestra vida. Muchas veces hemos olvidado tus dones y la amistad personal con la que nos rodeas. Cuando de verdad te sentimos cercano y nos vemos objeto no merecido de tu amor, es normal responderte: Señor, ¿qué quieres de mí? ¿Cómo puedo amarte? Realizar nuestra vocación en la vida no es más que dar una respuesta clara de amor a un amor recibido. Nuestra Vocación es una amor dado, como respuesta a un amor recibido. Guía: Reconociendo los dones de Dios en nuestra vida, digámosle nuestro gracias de corazón. Todos: Gracias, Señor, porque nos amas y nos llamas Lector 2: - Señor, Tú me diste el ser y la vida, el cuerpo y el alma. - Me diste una familia que me ha amado y educado, me diste amigos que me quieren. - Me has dado capacidades y oportunidades para estudiar, trabajar y realizar mis ideales - Por el bautismo me hiciste cristiano, haciéndome participar de tu vida divina, me has hecho hermano de tu mismo Hijo Jesús. - Me hablas continuamente con tu Palabra en el Evangelio de Jesús, que es camino, verdad y vida. - Para salvarme y hacerme tu amigo, has sufrido pasión y muerte en la cruz. - Sigues perdonándome cada vez que me acerco a Ti en el sacramento de la Reconciliación. - Te ofreces como alimento y Pan de vida en este sacramento de la Eucaristía. - Me das a tus sacerdotes y tus ministros como guías en el camino de la Fe. - Me has dado a María por Madre, Abogada y Protectora. - Me propones a los santos como modelos, amigos e intercesores. - Cada día me das la oportunidad de hacer el bien cumpliendo tu voluntad. (Unos momentos de silencio para interiorizar) CANTO: YO TENGO GOZO 3 YO TENGO GOZO EN EL ALMA, GOZO EN EL ALMA, GOZO EN EL ALMA Y EN MI SER: ¡ALELUYA! ¡GLORIA A DIOS! ES COMO UN RÍO DE AGUA VIVA, RÍO DE AGUA VIVA, RÍO DE AGUA VIVA EN MI SER. Con alegría alaba a su Señor; (2) Da gloria a Dios: ¡Gloria a Dios! Da gloria a Él. Con alegría alaba a tu Señor. Ama a tu hermano y alaba a tu Señor, (2) Da gloria a Dios: ¡Gloria a Dios! Da gloria a Él. Ama a tu hermano y alaba a tu Señor. Lector 3: Del Testamento de San Leonardo Murialdo: “Señor, Tú me llamaste. Gritaste, rompiste mi sordera. ¡Me llamaste! Padre mío, andaba yo errante como una oveja perdida y tú has venido a buscar lo que estaba perdido, como la voz de un Padre que busca a su hijo… También a mi me llamabas por mi nombre: ‘Leonardo, Leonardo’… y yo huía de Ti, porque no quería saber nada de Ti. Y Tú, como un amante despreciado, corrías detrás de mí, me buscabas, levantabas aún más la voz con tus invitaciones, tus inspiraciones, sobretodo con tus innumerables beneficios… ¿Qué haré ahora? Todos: Te bendeciré, mientras viva. Cantaré eternamente las misericordias del Señor. Meditaré sobre mis años con amargura en el alma. Rompiste mis cadenas, te ofreceré sacrificios de alabanzas. No olvidaré jamás cuánto has hecho por mí. En Ti, Señor, espero, jamás seré defraudado”. (Unos momentos de silencio para interiorizar) Lector 3: Del testamento de San Leonardo Murialdo: “ De niño soñaba ser oficial del ejército, en la secundaria prospectaba estudiar derecho, durante la preparatoria pensaba estudiar las matemáticas para ser ingeniero… pero Dios me eligió para sí, y me condujo, paso a paso, hasta la gloria del sacerdocio, hasta el puerto de la vida consagrada… Y me entregué completamente a Él, saboreando la paz de un alma consagrada a Dios. El día de mi consagración sacerdotal hice este propósito: quiero ser un sacerdote piadoso, culto, militante para defender a la Iglesia, intrépido y prudente, listo para todos los compromisos, abierto a todas las personas, testigo de Cristo y del amor misericordioso de Dios… 4 Dondequiera que haya almas en peligro, hermanos, jóvenes que sufren, ¡allá quiero correr, dispuesto a sacrificarlo todo, para darlo todo!”. Todos: Señor, nos fascinan y nos estimulan las actitudes de Murialdo, que construye su vida a la escucha de la voluntad de Dios, por encima de los propios sueños de adolescente. Queremos, Señor, también nosotros, estar pendientes de tu voluntad, saber ver los signos de tus llamados en nuestra historia. Queremos entregarte nuestra vida con generosidad y en fidelidad, ser testigos de tu amor y de tu Evangelio en la misión que nos has confiado. Que nuestro ejemplo de servicio a Ti y a tu Reino atraiga a muchos jóvenes que quieran entregar su vida y sus energías en el carisma josefino de San Leonardo Murialdo, y enriquecer a la Iglesia y al mundo con el don de su vida y de su servicio. Amén (Unos momentos de silencio…) CANTO: SEÑOR, TOMA MI VIDA NUEVA Señor, toma mi vida nueva, antes de que la espera desgaste años en mi; estoy dispuesto a lo que quieras, no importa lo que sea, tu llámame a servir. Llévame donde los hombres necesiten tus palabras necesiten ganas de vivir, donde falte la esperanza donde falte la alegría, simplemente por no saber de ti. Te doy mi corazón sincero, para gritar sin miedo tu grandeza Señor; tendré mis manos sin cansancio tu historia entre mis labios y fuerza en la oración. Llévame donde los hombres... Y así, en marcha iré cantando, por calles predicando lo bello que es tu amor. Señor, tengo alma misionera, condúceme a la tierra que tenga sed de Dios. Llévame donde los hombres... Todos: Señor, Dios bueno y misericordioso, te damos gracias por el testimonio evangélico de San Leonardo Murialdo; Te pedimos nos ayudes a imitar su ejemplo ya superar las dificultades de la vida. Tú, que se lo entregaste a los jóvenes como amigo, hermano y padre, concédenos la gracia de continuar su misión en la Iglesia, con caridad humilde y valiente confianza, para que el mundo te conozca y crea en tu amor. Amén. Lector 1: De los escritos de San Leonardo Murialdo: 5 “Busquemos la voluntad de Dios… Él tiene un proyecto sobre cada uno de nosotros. Todo viene de Dios, por eso todo está bien. Si yo me he esforzado para el bien, es Dios que lo quiere; es Dios que lo permite… ¿Puede haber algo que Dios no permita? ¿Y puede Dios permitir algo que sea verdaderamente malo para nosotros? Dejemos, pues, actuar a Dios. Él nos ama más de cuánto nos amamos a nosotros mismos. Pongamos con confianza y valentía nuestra vida y nuestro futuro en las manos del Señor. Sólo Dios sabe lo que es útil para nosotros. Dejemos que Él disponga de nuestra vida, de nuestro tiempo, de nuestras energías, cómo Él quiera; aquello que Él disponga o solamente permita, constituye nuestro bien; es nuestro mejor bien. Nuestro futuro está mejor en las manos de Dios que en las nuestras…” Lector 2: “Mi alimento es hacer la voluntad del Padre que me ha enviado y llevar a cabo su obra” (Jn. 4,34) Todos: Señor, haz que nos empeñemos en buscar continuamente y en realizar con generosidad tu voluntad en nuestra vida, de manera que sea el sustento de nuestra existencia. Lector 2: “Yo no puedo hacer nada por mi cuenta; mi delicia es hacer la voluntad del Padre” (Jn. 5,30) Todos: Señor, haz que reconozcamos tu providente presencia en toda circunstancia y que estemos dispuestos a cumplir siempre lo que Tú quieres, cómo Tú lo quieres. Lector 2: “El mundo ha de saber que yo amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado” (Jn. 14,31) Todos: Señor, aumenta nuestra fe para creer firmemente que Tú guías nuestra vida y realizas en cada uno de nosotros tus proyectos, tus caminos, desconocidos a la sabiduría humana. Oración dialogada en dos coros (Efesios 1, 3-10) 1.- Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. 2.- Él nos eligió en la persona de Cristo antes de crear el mundo, para que fuésemos consagrados e irreprochables ante Él por el amor. 1.- Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya a ser sus hijos, para que la gloria de su Gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. 6 2.- Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad. 1.- Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo, cuando llegase el momento culminante: hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, las del cielo y las de la tierra. (Unos momentos de silencio para interiorizar) Guía: En la espiritualidad del carisma ‘josefino’ hay mucha facetas que pueden alimentar nuestra vida de fe y nuestra respuesta a los llamados del Señor. Continuamos meditando en oración algunos de los aspectos del carisma, pidiendo la gracia de que el Señor suscite más vocaciones a la vida consagrada para la misión josefina entre los jóvenes. Lector 3: Dice San Leonardo Murialdo: “El Señor, en la Antigua Alianza había prometido a su pueblo de tener escrito su nombre en la palma de sus manos; Jesús nos asegura que nuestro nombre está escrito en su divino Corazón. ¿No es maravilloso saber que estamos impresos en su propio Corazón, sin poder ser borrados? Todos: Jesús, manso y humilde de corazón, haz nuestro Corazón semejante al tuyo. (pausa) Lector 3: Dice San Leonardo Murialdo: “Un día fijé la mirada en la cruz y pensé que allí estaba lo más inmenso del amor de Dios. Pero, cuando bajé la mirada y contemplé el Sagrario, donde Dios se queda preso por mí, preso de amor, entonces me di cuenta de haber descubierto la perfección del amor, más bien, el exceso del amor de Dios por mi”. Todos: Señor Jesús, tu presencia en la Eucaristía nos maravilla y nos llena de gratitud y de gozo. Ayúdanos a poner tu presencia eucarística en el centro de nuestra oración y de nuestra jornada; y multiplica las manos sacerdotales y misioneras que distribuyan el Pan de Vida a los pueblos. (pausa). Lector 3: Dice San Leonardo Murialdo: “El Señor, verdaderamente bueno conmigo, me ha casi forzado a seguir las dos más sublimes vocaciones cristianas: la sacerdotal y la religiosa. Nunca habría yo 7 imaginado llegar a ser un día Religioso. Por mi inclinación a la libertad, hasta tenía una cierta animadversión a la vida consagrada… ¡Y heme aquí, gracias a Dios, heme aquí atado tres veces a Dios! Todos: Heme aquí, Señor, yo vengo para que se cumpla en mi tu voluntad. Me has abierto los oídos para escucharte, y entonces yo he dicho: Heme aquí Señor, estoy feliz de cumplir tu voluntad en mi. Tu ley y tu voluntad están escritas en mi corazón. Solicita, Señor, con más fuerza, la generosidad de los jóvenes, tira abajo las puertas del miedo y de la cobardía, para que muchos más sigan a tu Hijo en el sendero de la vida consagrada y misionera , tras las huellas de la santidad de San Leonardo Murialdo. (pausa) Lector 3: Dice San Leonardo Murialdo: “Los pobres, los niños y los pecadores eran la niña de los ojos de Jesús, el tesoro más precioso de la tierra. Nuestros jóvenes y niños son pobres, tampoco son inocentes, hasta a veces parecen malos, y por eso son los preferidos de Jesús, y deben ser también nuestro predilectos”. Todos: Señor, aumenta el número de consagrados que sean signo e instrumento de tu Amor entre los jóvenes y niños pobres, abandonados o más necesitados de formación cristiana. (pausa) Lector 3: Dice San Leonardo Murialdo: “Hemos escogido el nombre de San José, el hombre justo, el servidor silencioso y activo, como nuestro ejemplo de vida y protector de nuestra misión, siendo él escogido por el Padre a ser padre y educador de su Hijo niño, adolescente y joven… San José, un hombre sencillo, laborioso, silencioso, sobretodo siempre en la sombra… José es la sombra de Dios Padre, su misión es esconder la divinidad del Hijo. Vivimos nuestra misión como la sagrada Familia en Nazareth. Para otros será el celo ardiente o penitencias severas, la soledad o la contemplación, o las grandes obras apostólicas… Para nosotros será sobretodo la práctica de estas dos virtudes: ‘Hacer y Callar’, una profunda humildad y una ardiente caridad. Todos: Señor, ayúdanos a descubrir y a vivir con intensidad esas características de la Sagrada Familia de Nazareth: una humildad que no busque honores humanos, la laboriosidad asidua en nuestro deber de cada día, el cariño a las pequeñas cosas, donde se esconde la grandeza del amor, la atenta oración e intimidad con Dios y la obediencia activa a cumplir tus designios divinos en nuestro mundo. (pausa) CANTO: EN EL TALLER DE NAZARET En el taller de Nazaret, pequeño y pobre taller, 8 en su labor está José y el niño quiere aprender. LABORA Y CANTA LA ESPOSA DEL CARPINTERO, Y EL MUNDO ENTERO SONRÍE Y CANTA TAMBIÉN. (2) En el taller de Nazaret, pequeño y pobre taller, Silencio y paz, amor y fe, Jesús, María y José. En el taller de Nazaret, pequeño y pobre taller, Verás a Dios jugar, crecer, rezar y obedecer. Guía: Terminamos este encuentro de adoración pidiendo al Señor, con humildad e insistencia, vocaciones a la vida consagrada josefina, que sigan las huellas de San Leonardo Murialdo. Todos: Por intercesión de San José y de San Leonardo Murialdo, aumenta las vocaciones consagradas en la Iglesia. Lector 1: Para que aumenten las vocaciones de servicio en la Iglesia y se multipliquen los jóvenes que sean signo y sacramento del amor misericordioso e tierno de Dios en el corazón de los niños y jóvenes, Todos: Por intercesión de San José y de San Leonardo Murialdo, aumenta las vocaciones consagradas en la Iglesia. - Para que la Congregación de San José y toda la familia de Murialdo sean instrumento del amor de Jesús entre los jóvenes pobres, abandonados y mayormente necesitados de formación cristiana, Todos: Por intercesión de San José y de San Leonardo Murialdo, aumenta las vocaciones consagradas en la Iglesia. - Para que el llamado de Jesús “Dejen que los niños se acerquen a mí” llegue a ser ideal de vida y de apostolado para muchos jóvenes, Todos: Por intercesión de San José y de San Leonardo Murialdo, aumenta las vocaciones consagradas en la Iglesia. - Para que la Congregación de San José sea fiel a su misión y la espiritualidad de San Leonardo Murialdo florezca en la vida de la Iglesia, Todos: Por intercesión de San José y de San Leonardo Murialdo, aumenta las vocaciones consagradas en la Iglesia. - Para que el ideal de vida de Murialdo, siguiendo el ejemplo de San José y de la sagrada familia de Nazareth, se multiplique en muchas y santas vocaciones consagradas y misioneras, 9 Todos: Por intercesión de San José y de San Leonardo Murialdo, aumenta las vocaciones consagradas en la Iglesia. Todos: O Jesús, Pastor eterno de las almas, mira con ojos de misericordia a esta nuestra familia y a la Iglesia. Enciende en el corazón de muchos jóvenes la vocación al sacerdocio, a la vida consagrada o al compromiso laical. Escoge de entre nosotros a muchos para servirte y haznos generosos en la respuesta. Te lo pedimos por la Inmaculada Virgen María de Guadalupe, tu dulce y Santa Madre. O Jesús, danos las vocaciones que la Iglesia necesita. Amén CANTO: VEN Y SÍGUEME Ven y Sígueme, no mires atrás, que adelante está el Reino, mi Reino de paz. Desde antes de formarte aún, en mi mente te tenía ya; ya tenías designado para mí un llamado. Y ahora a ti te toca actuar, dar el paso que tienes que dar; Deja todo, toma tu cruz y sígueme. Ven y Sígueme.... (2) Es tan grande mi amor por ti, para que pudieras tú vivir, y mi sangre, clavado en la cruz, yo vertí. Ahora esta es tu decisión, sabes lo que es para ti lo mejor; recuerda que por siempre estaré junto a ti. Ven y sígueme... (2).... Ven y sígueme... (Canto eucarístico y reposición del SSMO, si es el caso). 10 11 12