CONFERENCIA AGM SEPTIEMBRE 2010 “No pretenda hacer demasiado con sus propias manos. Es mejor que los árabes hagan un trabajo aceptable a que usted lo haga de manera perfecta. Es su guerra y usted está ahí para apoyarles, no para ganarla por ellos”. Excma. Sra. Ministra de Defensa, Excmo. Sr. Ministro de Educación, Política Social y Deportes. Excelentísimas e Ilustrísimas autoridades. Damas y Caballeros Alféreces Cadetes y Cadetes. Señoras y señores. Las frases que acabo de citar no corresponden a un gurú de las nuevas estrategias, si no que fueron escritas por el conocido como Lawrence de Arabia nada menos que en 1917. Hasta mediados los años 90 las guerras se resolvían a base de combates y batallas convencionales entre ejércitos con sus grandes potencias de fuego, su poder naval y aéreo, sus rígidas estructuras de mando y control soportadas por sus avanzadas tecnologías, donde el vencedor imponía su voluntad política al vencido. Hoy este concepto de guerra ha cambiado completamente, nos encontramos en “war amongst the people” (la guerra entre la gente) concepto desarrollado en el magnífico e influyente libro “The Utility of Force” del General británico Sir Rupert Smith, aparecido en el 2005. Este libro ha sido el libro de cabecera de los mandos de la OTAN a todos los niveles. El concepto de “war amongst the people” está recogido por la recientes doctrinas de los USA, el Reino Unido y Australia y nosotros a la preposición “entre” la gente, hemos añadido las de “con y por” la gente. En este nuevo modelo, que él denomina como antítesis del anterior, y que por cierto dice 1 que sus orígenes están en España en la Peninsular War (para nosotros la Guerra de la Independencia de 1808-1814). En este nuevo modelo la gente en cualquier parte, es el campo de batalla. La actuación militar, nuestra actuación, puede ser en cualquier lugar, pero siempre en presencia de la población (o en el lugar que actuamos o instalados comodamente en el sofá a través de la televisión o Internet). Las poblaciones son el objetivo a convencer y ganar. Los conflictos actuales y venideros no se pueden resolver por los Ejércitos de las naciones democráticas sin el apoyo popular: por una parte sin el consenso que el pueblo, a través del parlamento otorgue al gobierno para que este emplee la fuerza, y por otra sin que la población de la zona en que actuamos y del resto de naciones tengan la percepción de que estamos allí únicamente para ayudarles. Desde el 2003, en las Ordenes de Operaciones, el Ejército de Tierra español reflejó por escrito que el objetivo era la población, no el enemigo y que el CoG que debíamos proteger a toda consta era la percepción que tanto la población objetivo como la propia y la de los países aliados tuviera de que estábamos actuando en su interés y beneficio. ¿Quién conforma las percepciones? Ya lo dice la Doctrina de una insurgencia, Hezboláh: “Si no lo has grabado y no has sido el primero en difundirlo, es que no has combatido”. Voy a intentar explicar con mayor claridad lo decisivo que son en los conflictos actuales los medios de comunicación social: los insurgentes saben que sus acciones armadas contra lo que ellos denominan “fuerzas de ocupación”, por muy frecuentes y violentas que sean son ineficaces por si solas para lograr la derrota material del enemigo. Sin embargo, si que es 2 posible conducirlo a la derrota en el ámbito de la percepción, si son capaces de integrar adecuadamente propaganda y violencia. Cada vez más, la visión estratégica y de conjunto sobre el desarrollo del conflicto, como la que tratamos de proyectar los militares a través de nuestras monótonas ruedas de prensa, se convierten en irrelevantes en la medida en la que aumenta la disponibilidad de material audiovisual sobre todo tipo de episodios violentos. Este tipo de contenidos, producidos tanto por los insurgentes como por los propios soldados, se adapta con mucha mayor facilidad a las preferencias, conocimiento, y gusto de una opinión pública que privilegia aquellas informaciones sobre las que existen imágenes y que son capaces de ofrecer una cierta dosis de espectacularidad y dramatismo. El poder que los insurgentes manejan en el “espacio informativo” no radica en lo que dicen sino en lo que hacen. Acciones tales como decapitaciones, ahorcamientos y castigos públicos, acciones suicidas, ataques con dispositivos explosivos improvisados y asesinatos, ponen en evidencia la capacidad de los insurgentes para cumplir sus amenazas. Esta propaganda tiene una verdadera credibilidad entre la población local y a través, sobre todo de Internet y de TV, entre la audiencia internacional. Armados con una ventaja significativa en el espacio informativo están dispuestos a perder enfrentamientos convencionales y tácticos para obtener su meta estratégica: el rechazo del gobierno nacional por ineficaz y en muchos casos corrupto y de los invasores extranjeros. Los ejércitos occidentales ya habían sufrido estos perniciosos efectos. Los franceses en 1962 habían conseguido la derrota táctica de los insurgentes argelinos en ocho años, pero fueron derrotados en el nivel 3 político – estratégico, ya que fue la retaguardia de la metrópoli la que hizo parar la guerra y dar la independencia a Argelia al enterarse de la crueldad de los métodos empleados para desactivar las redes subversivas y contemplar el continuo reguero de féretros que volvían a Francia. En 1965 los norteamericanos en Vietnam, dedicaron sus esfuerzos a enfrentarse a los norvietnamitas en combates convencionales. Fíjense incluso en la famosa ofensiva del Tet, las fuerzas convencionales Norvietnamitas y las guerrillas del Vietcong fueron finalmente derrotadas tácticamente en el campo de batalla e irónicamente mientras esta ofensiva suponía una gran derrota para los insurgentes, acabó siendo para ellos una victoria político – estratégica, ya que ayudó a que la opinión pública norteamericana cambiara de opinión y se manifestara contra la guerra. La posibilidad que los Norvietnamitas apoyados por las guerrillas del Vietcong habían tenido para montar una ofensiva de esa envergadura proporcionó a los medios de comunicación de la época la percepción de que era una guerra sin fin, que los EEUU no podrían ganar. El resultado fue el colapso del Vietnam del Sur en 1975. En la guerra del Vietnam, que duró diez años, el estado más rico, más poderoso y tecnológicamente más avanzado fue derrotado. Ganaron las batallas pero perdieron la guerra. Imagínense si estos dos ejemplos citados hubieran ocurrido actualmente con la instantaneidad de los medios de comunicación. Para ganar la batalla por las percepciones en los actuales conflictos, denominados así por las Naciones Unidas y los puristas, no sólo se deben respetar por encima de todo, la vida de los no combatientes, sino que hay que respetar también la dignidad, creencias, valores, y expectativas de la población por ello la interiorización de la cultura es fundamental y en eso el Ejército español también es líder. 4 Ya que me estoy dirigiendo a los futuros cuadros de mando, déjenme recordarles la orden de nuestro Jefe de EM, el General Fulgencio Coll Bucher, a través de su VISIÓN del ET del año 2025: “Es necesario renovar las finalidades y los contenidos de la enseñanza para adaptarlos a las necesidades de los cuadros de mando. Debemos conseguir una formación generalista que siembre la inquietud intelectual. Hay que enseñar a aprender” El mundo al que nos enfrentamos hoy no tiene nada que ver con las viejas certitudes del enemigo a que nos enfrentábamos y que forjaron la OTAN. El protagonismo que ha adquirido el Ejército de Tierra en los conflictos actuales se debe a la naturaleza humana de los mismos, o lo que se conoce como la necesidad de boots on the ground (botas sobre el terreno). Estos conflictos presentes y a los que con seguridad Vds se van a tener que enfrentar, han sido denominados como los de los capitanes ya que la ventaja decisiva proviene de la iniciativa y buen juicio de los mandos subalternos: capitanes, tenientes y suboficiales. Se van a tener que involucrar en combates de media intensidad pero de alta letalidad contra grupos de insurgentes bien equipados y adiestrados, con la finalidad de proteger a la población y cumplir nuestra misión, pero desde el principio debe grabarse en sus mentes , que las sociedades modernas y con tradición democrática, como la nuestra, al mismo tiempo que esperan que sus militares tengan la “ética del guerrero” les imponen los límites morales y legales que se deducen de los convenios internacionales y del derecho constitucional. No hay, por muy complejo y extremo que sea el ambiente operativo ninguna excepción: un desmán inmediatamente no corregido de uno de sus subordinados, lo conocido como “efecto del soldado 5 estratégico”, quiebra el liderazgo, la cohesión, la disciplina y compromete la legalidad de la causa. Pero los conflictos a los que nos enfrentamos por esa simbiosis entre medios de comunicación y percepciones se resuelven principalmente a base de: Inteligencia clásica o humana, apoyada por vehículos aéreos no tripulados, información pública (hay que ser un excelente comunicador), acciones cívico – militares, operaciones psicológicas, legalidad, ética, reconstrucción, negociación, y sobre todo, (al comienzo nos lo recordaba Lawrence Arabia), desarrollo de los cuerpos y fuerzas de seguridad y defensa de la nación en donde actuamos. Cuanto antes los eduquemos, los instruyamos, los armemos y equipemos, se les pague un salario digno y ellos se hagan responsables de su seguridad, antes nos podremos volver. Las fuerzas de la coalición entrenan a miles de policías y militares del Ejército Afgano cada día y la prueba de que ese entrenamiento continúa siendo el fundamento del éxito de la estrategia de transición liderada por los afganos, son los continuos ataques de la insurgencia tanto a los reclutas con atentados suicida con bombas, como el reciente atentado suicida por fuego contra el capitán de la Guardia Civil José María Galera Córdoba, cuyos pasos aun resuenan en esta Academia, el alférez Abraham Leoncio Bravo Picallo y el traductor Ataolá Taefit Alili a los que desde aquí rendimos sentido homenaje. Este escurridizo y camaleónico enemigo que tenemos en frente es un viejo conocido de los españoles. En 1515 Hernán Cortes descubrió el Imperio Azteca, con sus magníficas vías de comunicación, complejos acueductos, excelentes templos y pirámides, su propio lenguaje, su avanzado calendario y un gobierno central dirigido desde su soberbio palacio por su rey-semidiós Moztezuma, a pesar de su oro y sus magníficos 6 guerreros en sólo dos años este poderoso imperio, tras la muerte de su jefe se desintegró (El dios de la lluvia llora sobre Méjico, de Lazzlo Passsuth). Diez años más tarde el Imperio Inca, con sus impresionantes regadíos, sus magníficas ciudades, su mando centralizado en su líder Atahualpa, también fue destruido en solo dos años por los españoles al mando de Francisco Pizarro. En 1680 las tropas españolas parecían imparables. Con el viento de la victoria a su favor se dirigieron hacia el norte y en los desiertos de lo que hoy es Nuevo Méjico en los EEUU se encontraron a los Apaches y allí cambio su suerte y se acabaron sus victorias, caímos ante un pueblo que en un principio comparado con los dos anteriores parecía primitivo. Al contrario que los Aztecas y los Incas, los Apaches no habían construido una simple pirámide, pavimentado un camino, ni siquiera construido una ciudad. Incluso no tenían ni oro ni plata. Cuando trataron que se adaptaran a una vida agrícola, no sólo se resistieron, sino que combatieron y atacaron todo lo que representaba a España. Podemos pensar que contra un ejército como el español de la época los Apaches no tendrían ninguna oportunidad, pero lo cierto es que a partir del final del siglo XVII, los españoles habíamos perdido el control efectivo de Nuevo Méjico. Años más tarde la zona intentó ser dominada por los mejicanos que sufrieron la misma derrota. Cuando los norteamericanos tomaron control de la región también zozobraron ante ellos. De hecho, los Apaches significaron una amenaza real hasta bien entrado el siglo XX. ¿A qué se debió su éxito?, pues no a que tuvieran mejores guerreros, sino a la manera en que su sociedad estaba organizada. Era una sociedad completamente descentralizada, su poder político estaba distribuido, no tenían un claro líder, no una estructura jerárquica, no un palacio o cuartel 7 general. No era una anarquía, tenía sus reglas y normas, pero no tenían a un Moctezuma ni a un Atahualpa. En vez de un jefe tenían un líder espiritual y cultural, que lideraba por el ejemplo y que no disponía de un poder coercitivo. Los miembros de la tribu los seguían si querían, no porque debieran hacerlo. Esa flexibilidad, poder compartido y ambigüedad, hizo a los Apaches inmunes a los ataques que habrían destruido a una sociedad centralizada. Los españoles trataron de aplicar las tácticas de eliminar al líder que tan buenos resultados les habían dado con los Aztecas y los Incas. Pero cuando eliminaban a uno, rápidamente otro emergía porque nadie era esencial para el funcionamiento de esa sociedad. No sólo resistieron los ataques de los españoles, sino que estos ataques les sirvieron para hacerse más fuertes. Cuando los españoles les atacaron, ellos se descentralizaron mucho más y todavía fueron más difíciles de dominar. Cuando atacaron sus aldeas deberían haberse rendido si sus poblados hubieran sido cruciales para su sociedad. Pero no lo eran, abandonaron sus viejas chozas y se hicieron nómadas. Como no tenían una capital ni un puesto de mando central, sus decisiones se podían adoptar en cualquier lugar. Un ataque a una fundación franciscana protegida por tropas españolas podía concebirse en un lugar, organizarse en otro y llevarse a cabo desde otro. Si a estos Apaches les proporcionáramos teléfonos móviles e Internet tendríamos a Al-Qaeda, con sus franquicias y sucedáneos y a los talibanes. No quiero que se queden sin saber cómo finalmente los Estados Unidos les dominaron. Sencillo, como vieron que tan pronto eliminaban a un líder aparecía otro, pensaron en no desgastar sus esfuerzos tras los líderes y atacar sus descentralizadas redes por los círculos o grupos más alejados del líder y más débiles, en este caso los Navajos, que era un grupo de Apaches 8 muy debilitado por la hambruna. Los americanos le proporcionaron a su líder ganado, así de simple. Cuando el líder se vio en poder de ese escaso y tan necesario recurso, las vacas, su poder pasó de ser espiritual a material. Cuando antes lideraba por el ejemplo ahora podía recompensar o castigar a los miembros de la tribu dándoles o negándoles este recurso. Las vacas cambiaron todo. Una vez los líderes de cada grupo ganaron poder coercitivo crearon los consejos de la tribu y se disputaron por tener un asiento en ellos. La estructura de poder, antes plana, se volvió jerárquica, fue el poder concentrado en el vértice de la pirámide, lo que rompió a la sociedad Apache y el whisky acabó destruyéndola. Los nuevos conflictos, como vemos y sabemos, son mucho más difíciles de resolver y mucho más costosos en vidas, tiempo y dinero que los combates convencionales. Para enfrentarse a ellos tenemos la mejor arma, que es el cerebro de nuestros hombres y mujeres. Por ello debemos educarlos, primero científicamente para las certitudes, luego vendrá la instrucción y el adiestramiento para las incertidumbres. Para ser ese líder pentatleta que se necesita, la Universidad de Zaragoza les va a proporcionar la formación científica de base para la modelización de problemas, para crearles una mente racional que les permita analizar, juzgar y proporcionar soluciones acertadas a los complejos problemas a los que se van a enfrentar. Ello, a su vez, nos va a permitir homologarnos en el Sistema Educativo General (que ha sido un deseo sentido desde siempre) y nos va a ofrecer una inusitada movilidad de profesores y alumnos, el “Erasmus militar”. A su vez el excelente equipo de profesionales militares seguirá proporcionando a los alumnos de segundo y tercero esa formación científica tan necesaria. Y a todos ese sólido pilar militar de la enseñanza que marca la especificidad de esta carrera. 9 Estamos convencidos de que el conocimiento es el único recurso sostenible del que con seguridad se dispone. Ya los griegos, para ser oficial de su magnífico ejército, muchos años antes de Cristo, exigían a sus jóvenes primero educarse en matemáticas, porque ayudan a pensar, a razonar y a explicar el por qué de las cosas. En la entrada de la academia de formación de oficiales de las famosas legiones romanas había un dístico que rezaba: “Nunc Minerva, Postea Palas”, Primero Minerva, es decir, la sabiduría, después Palas, es decir, la guerra. Con el oficial-universitario volvemos a los orígenes. A los recién incorporados… sé que muchos de ustedes se preguntan ¿Qué estoy haciendo aquí?, y se lo van a preguntar muchas veces, sobre todo estas primeras semanas de instrucción. Yo, aunque ahora no lo parezca, también una vez fui joven, inexperto y lleno de dudas como ustedes y sobre todo me preguntaba ¿habré elegido bien la carrera?, ¿serviré para esto? Cuarenta y dos años más tarde les puedo asegurar que acerté de lleno, en ella he disfrutado de oportunidades y vivencias que ninguna otra profesión me hubiera podido proporcionar. Todo lo que soy se lo debo al Ejército, sobre todo a mis subordinados, compañeros y jefes. Nunca hubiera imaginado poder vivir la vida intensa que me ha proporcionado esta “Religión de hombres honrados” como define Calderón de la Barca a la milicia, religión seglar, puesto que creemos y practicamos valores y principios. Cada uno puede ser lo que esté dispuesto a sacrificarse y esforzarse para ello. Volviendo a Calderón: 10 “que nadie espere que ser preferido pueda por la nobleza que hereda, sino por la que él adquiere; porque aquí a la sangre excede el lugar que uno se hace y sin mirar cómo nace se mira cómo procede. Damos fe de ello. Ahora van a iniciar las mejores cinco semanas de su vida. Conocerán lo que es el auténtico compañerismo cuando existe el riesgo por medio. La grandeza de esta profesión está en las magníficas relaciones humanas que en ella se experimentan. En estas semanas no entenderán muchas cosas, sobre todo la corrección de los pequeños detalles, les puedo asegurar que dentro de cinco años cuando se pongan frente a sus soldados, que no tienen que ser españoles, ni incluso de países aliados, podrán ser de un país africano, como ahora le ocurre a compañeros suyos con los somalíes o a otros con los afganos; de una parte experimentarán lo que es la verdadera vocación militar y por otra se darán cuenta que el menor error de un miembro de su equipo puede llevar a todos al desastre. Estos días acuérdense del adagio “El que resiste vence”, atribuido a varios autores y que estoy seguro que antes lo escribió algún griego, pues se refiere a la resistencia de la mente, el cuerpo sólo le sigue. Tolerancia cero al desánimo; cuando les amenace, pregúntenle a su Director el General Francisco Gan Pampols sobre su expedición, no al Everest por dura y dramática que fuera, sino al Polo Norte, donde cada día 11 tras muchas horas arrastrando sus pesados trineos, sorteando y cayendo en esas peligrosas grietas al comprobar exhaustos al anochecer con el GPS su localización, se habían alejado de su objetivo el Polo Norte a causa del movimiento de la placa de hielo sobre el mar. Cómo tuvieron que luchar durante más de 60 interminables días, para finalmente alcanzar el Polo Norte con sus correspondientes congelaciones. Me recuerda a los líderes Apaches, que lideraban por el ejemplo y nunca forzaban a los otros a actuar. Es un líder catalizador que impele a otros a la acción. Tienen aquí un magnífico plantel de profesores civiles y militares que pueden ser para ustedes un magnífico modelo a imitar. Escojan lo mejor y lo que más se adapte a ustedes de cada uno de ellos. No quiero despedirme de los alumnos sin antes recordarles estos versos de nuestro excelente poeta Luís Cernuda que desde hace muchos años me sirven de guía y que me enseñaron que cada uno es libre y por lo tanto responsable de la vida que decide vivir: Sigue, sigue hacia delante y no regreses fiel hasta el fin del camino y de tu vida no eches de menos un destino más fácil tus pies sobre la tierra antes no hoyada tus ojos frente a lo antes nunca visto. 12