RESEÑAS 363 siquiera rocé). Baste uno más. El tema (o problema) del viaje es un asunto recurrente en toda la literatura occidental. Resumirlo significaría, tal vez, hacer de ella el más extensivo indice. El capítulo 3, en sí mismo la mitad del entero libro, inspecciona las implicaciones de la noción de viaje heroico para la Antigtiedad clásica y para este cristianismo casi inaugural que tiene en Prudencio su motor fundamental. De las exploraciones sobre los alcances del viaje heroico en el período cristiano, destacan los desarrollos sobre el concepto de laberinto, símbolo de los caminos mundanos que se resuelven en ese centro inmutable que es la vida del mártir -sugiriéndose así la extraña paradoja de un viaje inamovible como modelo de todo santo periplo. La analogía entre el laberinto sepulcral, la memoria y la escritura, que ocurre en la p. 159, es de una penetración notable, por lo demás. Quizás los fines del libro no sean en sí mismos magnilocuentes; lo que Florio busca probar no es asombroso si nos detenemos a considerarlo a grandes rasgos: que la noción del viaje ha cambiado desde la antigtiedad, que el cristianismo representa una nueva construcción del sujeto heroico, que el modelo de este sujeto, el mártir, es Jesucristo, y que la psychomachia y el iter durum, entre otras cosas, son las nuevas condiciones espirituales de ese viaje nuevo (en lugar de la conquista objetiva de un exterior, como había sido hasta entonces); además, que Prudencio es el sitio textual en el que estos cambios se ejecutan con la mayor elocuencia y conspicuidad. No es esto, insisto, sino lo desplegado para su prueba lo que asombra; la puesta en contacto de literaturas, de opiniones, de críticas, de teorías, etc., es en este libro el gran laberinto. El texto de Florio, por las numerosas relaciones en que se disemina, es él mismo un adecuado símbolo del viaje heroico que pondera en Prudencio. No me extenderé sobre el espléndido conocimiento que este libro testimonia respecto de la literatura antigua y también de la crítica modema que le concierne. Cualquier lector que transite sus páginas advertirá que toda alusión al virtuosismo desplegado aquí sería insuficiente: tal es la combinación de precisión y vastedad que se hallará en ellas. DAVID FIEL Universidad Nacional de la Patagonia A. VICIANO, Cristianización del Imperio romano. Ortgenes de Europa, Universidad Católica San Antonio, Murcia, 2003, 442 pp. ISBN: 84-932989-5-6 Esta monografía trata no solo el proceso de cristianización del Imperio romano, sino, más precisamente, la construcción de la identidad de Europa. El 364 RESEÑAS estudio se alista en una línea de investigación de notables figuras (Festugiére, Gerbet, Chabod y Febvre), que Viciano revisa para proponer una nueva génesis del continente: "Europa nació en la Antigliedad tardía (y no antes ni después), en virtud del trascendental cambio del "relato constitutivo" de la cultura y en virtud de la consiguiente recepción cristianizadora de la anterior cultura helenístico-romana" (p. 373); una labor intelectual que tuvo como protagonistas principales a los Padres de la Iglesia. El trabajo de Viciano tiene como objetivo responder a un acontecimiento actual, pues retoma el debate sobre la conveniencia de que en el texto de la futura Constitución europea (o Tratado Constitucional Europeo) se reconozcan los valores cristianos como parte integrante de la identidad del viejo Continente (p. 7). La intención primera, por consiguiente, es "recordar y replantear, desde una perspectiva histórica, que sin el cristianismo Europa no sería la que es" (p. 7). El método de análisis desecha la dialéctica hegeliana (empleada en Fullat i Genís y Cochrane) y se apoya en las nociones de "recepción" y de "interpretación actualizadora" de valores antiguos o clásicos, los que, "al ser recibidos e interpretados en un proceso histórico de renovación cultural, adquieren un nuevo contenido, o sencillamente son desechados y desaparecen, o bien permanecen tal cual sin apenas modificación" (p. 365). La intención particular del estudioso consiste en analizar con cierto detalle aquellos aspectos de la cultura y de la sociedad tardoantigua que quedaron marcados e incluso experimentaron una profunda transformación como consecuencia de la asimilación de la experiencia cristiana (p. 14). El trabajo supera ampliamente las expectativas del autor, ya que rebasan los límites planteados al describir aquí, por citar solo un ejemplo, los temas de las principales obras apologéticas desde principios de la era cristiana hasta San Agustín. La monografía resume en el "Prólogo" cuestiones liminares para el posterior desarrollo de los temas, como la datación de "La Antigliedad tardía", "Las relaciones entre Antigliedad y cristianismo", y los "Principales aspectos de la inculturación de la fe cristiana en el Imperio romano". Cabe hacer algunas indicaciones con respecto a estas cuestiones liminares. En primer lugar, no queda muy clara la postura de Viciano frente al inicio de la Antigiiedad tardía. En cambio, sí toma una posición sobre el cierre de este período en el siglo VI. Por otro lado, el empleo de categorías como "Antigliedad-Cristianismo" para referir dos momentos histórico-culturales son confusas: más acertado sería decir "Antigliedad-tardoantigliedad". RESEÑAS 365 En el Prólogo, también, establece el enfoque metodológico de su estudio: el interdisciplinario, ya que conjuga la perspectiva histórico-social con la filosófico-teológica. La monografía se divide en tres partes, cada una de ellas, a su vez, en capítulos. En la "Primera parte: Cristianización del pensamiento y de la cultura", se remonta a los primeros tiempos del proceso de inculturación del cristianismo. En el ámbito social, el propósito de un pequeño grupo de creyentes de insertarse dentro del sistema cultural, social y religioso de Roma se interpretó como un atentado a, principalmente, la auctoritas maiorum, y, por extensión, a la pax deorum, garantía de la armonía del Imperio. La respuesta de los romanos frente a la nova religio fue la persecución a los cristianos. En el ámbito cultural, el encuentro entre la religión del estado y la fe cristiana suscita una discusión en torno a los principios éticos, metafisicos y religiosos de ambas partes, que produce el surgimiento de la literatura apologética, un vehículo de transmisión doctrinal, jurídica y moral. Incluye el estudio las diferentes posturas sobre el influjo de la filosofía griega en el mensaje del cristianismo; para ello, repasa las tesis de Harnack, Hildah, van Winden, añadiéndose la del propio Viciano, quien concluye: "no se puede hablar de un ŭnico influjo (de la filosofía pagana en el cristianismo), sino de una relación recíproca, en la que la fe no fue desvirtuada, sino que prevaleció: el helenismo fue así cristianizado" (p. 83). Continuando con el tema del proceso de expansión, el estudioso asevera que "... la "inculturación" del cristianismo no se realizó por medio de una "penetración de fuera hacia dentro"... Eran ciudadanos del Imperio y, por ello, "actores" de la evolución cultural tanto del Imperio como de la Iglesia" (p. 101). De esta manera, la actitud de los cristianos hacia la cultura clásica fue ambivalente, tanto de rechazo como de aceptación (p. 101). Los casos más relevantes de estas actitudes son la educación cristiana (capítulo 5), el teatro y la mŭ sica (capítulo 6), y las artes plásticas (capítulo 7). Este proceso de inculturación se amplió, en una segunda fase, a partir del denominado "giro constantiniano", a las instituciones estatales y eclesiásticas (p. 132). Con la libertad de culto, el cristianismo llevó a la práctica varios procedimientos para la captación de nuevos fieles; entre los que Viciano cita y estudia, se encuentran las peregrinaciones, devociones a los santos, el culto a las reliquias, la promulgación de nuevas leyes y, por supuesto, los sermones. En la segunda parte de la monografia, "Cristianización de las costumbres y de las instituciones", y siempre desde la perspectiva del proceso de inculturación de la nueva religión, Viciano trata las costumbres de los cristianos, en especial la 366 RESEÑAS misericordia, la humildad y la caridad vividas por amor a otro y no en orden a conseguir la propia salvación personal (p. 151); todas estas virtudes están ausentes en los sistemas filosóficos de la cultura clásica. Los cristianos se diferenciaron de los paganos, también, en el matrimonio, la familia y la anticoncepción, ya que las familias cristianas "no sólo proclamaban una absoluta fidelidad matrimonial también por parte del esposo- y un derecho a la vida de los hijos -incluidos los no nacidos-, sino que además lo vivían" (p. 204). En el cierre de esta parte, Viciano examina la desaparición del paganismo y sus causas (capítulo 9), para concluir que el cristianismo era, entre todas las demás corrientes religiosas del siglo IV, la que más elaborada estaba filosófica y teológicamente. Y es por ello por lo que no sólo se implantó entre las gentes sencillas, sino también entre hombres cultos y eruditos (p. 305). La tercera y ŭltima parte de la monografia, "Cristianización del espacio: veneración de mártires y santos", si bien es una continuación de las dos anteriores del estudio, sin embargo, ha sido enfocada desde la expansión doctrinaria y geográfica del cristianismo. La veneración de las tumbas de los mártires, de los santos y sus reliquias, así como, también, la práctica de las peregrinaciones, permitieron la expansión de la religión, ya que la cristianización del espacio adquirió una dimensión no sólo estática, sino también dinámica, pues mediante esos viajes aumentó enormemente la intercomunicación de cristianos geográficamente separados (p. 363). En esta ŭltima parte, Viciano repite, con sutiles cambios, muchos de los temas tratados en la anterior, especialmente referentes al matrimonio y la familia (capítulos V-VII). Se evidencia la ingente cantidad de títulos en lengua germana, de muy reciente edición, en la bibliografía, la que se amplía con estudios de otras disciplinas (historia, literatura, arte, teología, filosofía) en distintas lenguas. El trabajo se cierra con minuciosos indices: bíblico, de textos antiguos, de autores antiguos, modemos y de materia, que permiten un rápido acceso a las inquietudes del investigador, segŭn sus necesidades. El lector especializado, así como el pŭ blico general (gracias al empleo de un lenguaje límpido y llano), podrán acceder a una "enciclopedia" erudita sobre el amplio escenario de la latinidad tardía (y de siglos precedentes) y navegar en las profundidades de la teología, la filosofía, la historia, la literatura y la sociedad de la época. RAŬL JOSÉ AMIOTT Universidad Nacional del Sur, Argentina