Porque no os parezca, lector ... difficultoso el subjecto que para ...

Anuncio
Kanon und Gigue in D-Dur für drei Violinen und Basso Continuo
Pachelbel
Prólogo al lector:
Porque no os parezca, lector amigo, arrogante el argumento deste relato ni tan
difficultoso el subjecto que para salir con el intento he tomado, hos quiero traer a la
memoria lo que es por todos tan sabido: es a saber, que todas las cosas dependen de alguna
causa y de algún principio y que por él se goviernan y se sustentan o se destruyen. Y assí
entendiendo yo que en honra del artífice de la pieza en que me baso, nos hagas el favor a
ambos, de escuchar mientras lees, la obra de que te hablo.
Tomas de Cerdán / Pachelbel
Kanon und Gigue in D-Dur für drei Violinen und Basso Continuo
—¡No, no y no! Estoy cansado de repetíroslo, quiero una obra sublime, una obra colosal,
quiero algo que nunca jamás se olvide, una obra que se ejecute en cada ceremonia de boda,
quiero que…
—¿Pero por qué no me dejáis que avance en la composición de esta pieza?
—Vuestra composición es berrueca y retorcida, quiero algo sublime por su simpleza, algo
que no precise más de cuatro músicos. No quiero ritmos estridentes, ni entradas y salidas de
tono, ¿acaso no me entendéis? Quiero que la boda de Johann Christoph Bach sea recordada
por la pieza que se interprete a la llegada de los novios, quiero que ningún otro regalo supere
al mío. Quiero que el organista de San Jorge detenga sus pasos hacia el altar para escuchar la
melodía. Que el mundo se detenga cada vez que la pieza se interprete, ¿sois capaz de
conseguirlo, o no?
—¿Simple y sublime a la par…? Con solo cuatro instrumentos, sin cambios de ritmo, sin
estridencias… Señor, puede que tenga algo en mente que se asemeje a lo que me pedís.
Dadme una noche.
—¿Haréis en una noche lo que no habéis sido podido realizar en dos meses?
—Señor, vos os convertisteis en Obispo en solo una noche.
—Demasiados años vivió el último Arzobispo.
—Precisamente pensando en los hechos ocurridos este último año es como me ha venido
a la cabeza algo que quiero presentaros mañana. Señor, con vuestro permiso me gustaría
retirarme a trabajar en ello.
VII CONCURSO DE RELATOS DE HISLIBRIS
Página 1
Kanon und Gigue in D-Dur für drei Violinen und Basso Continuo
Pachelbel
Recibido el consentimiento, Johann abandonó el pequeño despacho en el que el Obispo
de Magdeburgo recibía a las visitas de confianza y se encaminó a la ribera del río Elba, si se
daba prisa dispondría de algunas horas para ordenar sus ideas, algo le bullía en la cabeza y
necesitaba un remanso de paz en el que organizar la germinación de esa semilla que estaba
empezando a brotar en su mente.
Había mentido al Obispo, no había ninguna melodía, no había ninguna armonía, no había
nada; tan solo una idea que esperaba que le llevase a algún lugar, esperaba componer una
melodía de vida, la idea le vino al hablar de la muerte del Arzobispo. Aligerando el paso
intentaba no dejar que su cabeza cambiase de pensamiento, ya veía el río, a lo lejos y algo
difuso podía observar el lugar al que se dirigía. El viejo sauce del embarcadero estaba a la
izquierda de un pequeño arroyo que desembocaba en el gran río, ya casi percibía el aroma de
la tierra mojada, el suelo a sus pies era cada vez más verde, el musgo tapizaba casi todas las
piedras a ambos lados del pequeño sendero. Parecía que el otoño este año no se quería ir, el
sol que llegaba al suelo sin fuerza después de traspasar las tupidas ramas del sauce formaba
pequeños puntos de luz que iban cambiando de lugar al antojo de la leve brisa que corría.
Ya bajo el gran árbol, Johann buscó un lugar en el que sentarse abrigado por los rayos de
sol que hacían aletargar a la vida misma. Apoyó su espalda en el tronco y tomó un pequeño
trozo de corteza que se había desprendido al dejarse caer; con sus manos lo desmenuzó y se
lo metió en la boca.
Se recostó un poco más y cerró los ojos por completo dejando caer la cabeza hacia atrás,
el sol incidía directamente sobre sus párpados cerrados. Se abandonó a las sensaciones que
estaban empezando a invadirle.
El agua del arroyo repetía un soniquete continuamente, reee, laaa, siii, faaa; y continuaba
soool, reeee, soool, laaaa; para volver de nuevo al principio. El ostinato se repetía
constantemente en su cabeza; era lo mismo que había pensado en la catedral, la naturaleza
está repleta de simpleza inimitable. Poco a poco un sopor se fue apoderando de él mientras
se repetían los acordes; uno tras otro, siempre los mismos, siempre la misma duración,
siempre el mismo ritmo, siempre la misma melodía… Siempre el mismo canon. Un Canon,
eso es lo que compondría, entre dormido y despierto abrió sus oídos a sonidos más distantes,
pudo percibir a lo lejos el cacareo de las gallinas de algún remoto corral que como
difuminadas se integraban en el ritmo que marcaba el agua sin salirse de él, sin abandonarlo,
manteniendo la armonía. Incluso el carrillón del convento que se encontraba a sus espaldas
había decidido sumarse a la orquesta de la naturaleza y le marcaba las notas de los violines.
La idea brotaba sin tener que hacer nada.
El arroyo, el bajo y sus dos compases machacones, el agua que no cesa de fluir, el
continuo movimiento de la vida… Y luego los violines, uno a uno se irían incorporando a la
pieza, con ellos evocaría el devenir que deparará el futuro a esos novios dispuestos a casarse
y que inocentes e ilusionados esperarán los caminos que les irá abriendo la vida; un camino
yermo y monótono hasta que aparezca un violín llorando por las noches, su primer hijo, y
cuyo llanto les sonará a gloria y que hará que dejen de escuchar determinadas cosas para
VII CONCURSO DE RELATOS DE HISLIBRIS
Página 2
Kanon und Gigue in D-Dur für drei Violinen und Basso Continuo
Pachelbel
centrarse en él, y casi sin darse cuenta un segundo llanto que se acompasará con el primero y
hará que dejen de estar tan pendientes del anterior para centrarse en ambos; ya casi ni se
percibe la monotonía del principio, y de nuevo un tercer violín que nace cuando los dos
anteriores aún permanezcan entre lágrimas, y con sus quejidos conformarán todos ellos eso
que llamarán, vida repleta de alegría.
Tenía el mejor regalo que se podía hacer a una pareja en el día de su boda, el deseo de
que les esperase una vida repleta de lágrimas, de risas, de tristeza y felicidad, una vida en la
que fueran capaces de comportarse como un todo perfectamente engranado, una vida en la
que los momentos monótonos solo sirvan para enmarcar las alegrías.
Johann Pachelbel había compuesto la melodía que el señor Obispo le había encargado,
ahora tan solo le quedaba encerrarse en su alcoba y traspasar al papel cada una de las notas.
El bajo con su ritmo monótono que a veces se hacía imperceptible, siempre ahí; pero
ausente, y esos violines llenando de alegría la composición; Johann Christoph Bach, el
organista de San Jorge, detendría sus pasos al escuchar su pieza, había compuesto la melodía
de la vida.
VII CONCURSO DE RELATOS DE HISLIBRIS
Página 3
Descargar