Recursos complementarios y externos al ámbito musical en la labor del director Guillermo Dalia* La formación La formación de un músico posee unas particularidades que la hacen única, la principal es que se inicia en edades muy tempranas, ninguna otra profesión se puede emprender desde niño-a. Destaquemos dos rasgos más: las numerosísimas horas de estudio en solitario y la presión de interpretar ante un público. Si fusionamos las tres nos encontramos con personas que de pequeños y más tarde con la adolescencia y juventud, cuando está formándose su personalidad, dedican miles de horas al estudio en solitario con la música y que se enfrentan a situaciones de posible crítica de un público o audiencia. Estas condiciones van a marcar de manera importante la personalidad del músico, ocurren en todos ellos y no se suelen tener en cuenta, ni por profesores ni por los padres de los estudiantes ni por los propios músicos. Durante los estudios de un músico no existen asignaturas que tengan como propósito el músico como persona, materias que permitan a los futuros músicos tener estrategias para poder superar la tensión de la interpretación. Áreas como la psicología, la pedagogía aplicada, la medicina o la fisioterapia son algunas que se muestran necesarias para el quehacer de un músico. Sería muy positivo que existiese en la formación, en los estudios, algunas asignaturas como psicología de la interpretación, higiene postural, prevención de lesiones en músicos, etc. Al parecer los conservatorios siguen conservando buena parte de una pedagogía antigua y anticuada, donde prima lo técnico a lo artístico, donde se obvian aspectos fundamentales de una educación integral que prime y armonice un desarrollo personal y cultural con una fuerte preparación profesional. En la formación de los músicos observamos como se siguen abonando ideas tan irracionales como la competitividad, el perfeccionismo, el divismo, el individualismo, etc., donde no existen asignaturas dirigidas a esa persona que ha de enfrentarse a un público, a una crítica exigente, a miles y miles horas de soledad y de estudio, etc. Si hablamos de la dirección nos encontramos ante los mismos hechos, pero además, el futuro director se va a encontrar con situaciones distintas a un músico intérprete. Situaciones que van más allá de lo meramente musical y técnico, a las que se ha de enfrentar, que habrá que resolver pero sobre las que tampoco ha sido preparado en su formación. El director y el trato con los músicos La labor de un director de orquesta es realmente especial, especial por muchos motivos, el primero, no por repetido y típico menos cierto que podríamos distinguir es el ser un músico con un instrumento particular: la agrupación musical (orquesta, coro, banda…). Un instrumento complejo y difícil de entender los mecanismos de funcionamiento y que además no se puede tener acceso a él para ensayar y practicar cuando uno quiera como sí pueden hacer los músicos instrumentistas. El director puede estudiar las partituras y practicar todas las técnicas de dirección que posee pero no en interacción directa con los músicos, no existen ensayos para directores donde el único objetivo sea perfeccionar la técnica de dirección. Más allá de las técnicas propias que ha de poseer un director: independencia de las manos en la dirección, control del cambio del ritmo y del tempo, afinación, continuidad de movimiento, expresión en el fraseo, etc., también sería positivo que dominara algunas técnicas o nociones que van más allá de lo meramente musical pero que es algo consustancial a su labor. La perspectiva personal del músico no se aborda y sigue totalmente abandonada, en el caso del director, propio al desempeño de su función vemos que ha de tratar personalmente con el mundo que le rodea en continua interacción con los demás. Podríamos distinguir en este aspecto dos áreas, las relaciones que se establecen con los músicos y con todas las demás personas, bien sean directores de orquestas profesionales o de bandas de música: personal de administración, gerencia, críticos, directiva, aficionados, alumnos, padres de alumnos, colegas, etc. En cuanto a los contactos personales del director con las personas que le rodean en su cometido vamos a detenernos con la relación que mantiene con los músicos. Lógicamente tenemos que distinguir si nos encontramos ante orquestas profesionales o agrupaciones amateurs. En las primeras, los roles están más establecidos, los contactos entre el director y los músicos son mínimos y se refieren casi en su totalidad a cuestiones musicales y profesionales. Es frecuente que exista un gran espacio entre el director y los músicos de la orquesta, donde en muchos casos al director se le procesa un trato que va más allá del respeto y que llega a una devoción exagerada en ocasiones promovida por los propios directores. En las agrupaciones amateurs el trato del director con los músicos es mucho más cercana, no existe esa extravagante devoción que mitifica a la figura del director. Pero como antes se indicaba, las relaciones del director con las personas que le rodea van a ser un área importante en la vida de éste difícilmente separable del quehacer musical. Lo primero que ha de tener en cuenta un director es el espacio socio-cultural en el que se encuentra, no es lo mismo dirigir a una agrupación musical de un Ayuntamiento de una localidad de 2000 habitantes en Lugo, que a una grupo juvenil de Hospitalet de Llobregat. El entorno es distinto y las personas que forman la banda con todas sus circunstancias también. De esta primera toma de contacto no solo se va a derivar el modo de hablarles y de dirigirse a ellos sino tener una visión de sus vidas para por ejemplo saber como motivarles o implicarles en los ensayos. Un tema importante y que el director ha de tener muy en cuenta es cómo se dan los primeros contactos con la agrupación, la presentación con los músicos. La mejor postura es dar una imagen de un buen profesional, que conoce su trabajo y que se va a implicar en la tarea que se inicia, pero esto no quiere decir mostrar seriedad y distancia en el trato personal, más bien al contrario, características como la cordialidad, amabilidad y sentido del humor son valoradas muy positivamente por nuestros interlocutores. Además hay que tener presente que entre los objetivos en una agrupación musical amateur, para los músicos, han de conjugarse el esfuerzo y estudio con el entretenimiento y esparcimiento que ha de proporcionar la actividad. Hay otra cuestión esencial y habitual que a muchos directores noveles les resulta difícil sobre todo con los músicos más jóvenes, y es cuando se crean lazos de amistad y afecto entre ellos: cómo armonizar el trato de amistad y simultáneamente el respeto que se ha de brindar a la figura del director. No es una cuestión sencilla, principalmente, dos variables van a darse en esta situación y que hay que valorar: las habilidades del director para hacer frente a los posibles problemas y las características personales del músico. Obviamente es una circunstancia interpersonal, de trato individual donde la misma conducta del director puede no ser válida para distintos músicos. Posiblemente esta sea la parte más difícil para el director, saber evaluar a cada músico individualmente para ofrecer un trato particular y adecuado a cada persona. Cualidades y conocimientos necesarios para una buena práctica profesional Se indicaba anteriormente lo positivo de poseer unas herramientas psicológicas, no solamente para utilizarlas en el ámbito profesional sino en áreas personales, además en ocasiones es difícil separar ambas. Las características de nuestra personalidad se forman a través de los años con la interacción con nuestro entorno, es una formación continua y nunca terminada, pues su proceso es el de la propia vida. Si somos introvertidos, tímidos, posesivos, temerosos o temerarios es porque en nuestra vida las experiencias que hemos tenido nos han llevado a mostrarnos así. Aprendemos a ser como somos, solemos repetir los psicólogos, este hecho nos lleva a poder asimilar aquellas conductas que nos sean beneficiosas y apartar las perjudiciales. Por lo tanto podemos aprender a “ser” de la manera que queramos, siempre que sepamos como y pongamos en ello nuestro empeño. Cuando hablamos de herramientas psicológicas nos referimos a aquellas que nos permiten consolidar cierto tipo de conductas, a cómo tenemos que hablar con los demás, cómo mostrarles agrado o desacuerdo, cómo negarnos a una petición de un músico o un directivo, cómo planteamos los cambios en los horarios de los ensayos o cómo conseguir que en éstos se hable y moleste lo más mínimo mientras damos explicaciones a una parte de los músicos. Pero también en estas conductas están nuestros pensamientos y emociones que sería mejor tenerlos como aliados y no como enemigos. En las relaciones que mantenemos con los demás mostramos multitud de comportamientos, muchos de ellos no somos conscientes pero siguen haciendo su función, positiva o no. Cómo miramos, la entonación de nuestra voz, los gestos, las palabras que utilizamos, etc., todo ello forma parte de nosotros y es lo que los demás van a conocer. Somos básicamente seres sociables, necesitamos de la relación con nuestros semejantes para vivir, esta relación podemos ejercerla de un modo que nos aporte bienestar. Existen técnicas, procedimientos para poder mejorar algunas conductas sociales que no realizamos bien o aprender otras nuevas. Podemos resumir esas técnicas en conseguir tener unas buenas habilidades sociales, es algo que depende de cada uno de nosotros, como decimos, podemos aprenderlas y perfeccionarlas. Una de las definiciones más acertadas de lo que son las habilidades sociales la realizó el profesor Vicente Caballo y dice: “La conducta socialmente habilidosa es ese conjunto de conductas emitidas por un individuo en un contexto interpersonal que expresa los sentimientos, actitudes, deseos, opiniones o derechos de ese individuo de un modo adecuado a la situación, respetando esas conductas en los demás, y que generalmente resuelve los problemas inmediatos de la situación mientras minimiza la probabilidad de futuros problemas”. Enumeraremos otras habilidades y conocimientos que serían útiles para el trabajo de un director. Capacidad de liderazgo. Entendemos por ello todas las acciones que puede emprender para dar una imagen de líder en cuanto a autoridad en una materia. Dicha capacidad no ha de confundirse con actitudes autoritarias sin más, más bien éstas se suelen dar cuando se ha perdido la capacidad de liderazgo. Conocimiento sobre psicología social. Conocer algunos conceptos sobre social cómo actúan e interactúan los grupos humanos o las relaciones que se crean en cualquier grupo de personas. Conocer la realidad sociocultural donde desarrolla su labor será algo fundamental como decíamos anteriormente, de este conocimiento se derivarán muchísimas decisiones, desde la elección de las obras para un concierto, los horarios de los ensayos o la manera en la que hay que dirigirse a los músicos. Control Emocional. Todos los músicos se enfrentan a situaciones de presión, un concierto importante, una audiencia exigente, unos críticos rígidos, etc. El director también, además con algún añadido extra como ellos mismos indican pues en muchas ocasiones el posible error en la interpretación no depende exclusivamente de ellos sino del instrumento, de cada parte del instrumento, es decir, de otra persona, el músico. Esta incertidumbre lógica añade una parte más de presión pues se puede experimentar esta incertidumbre como una sensación de no control personal, como una amenaza causante de ansiedad y estrés. La psicología posee estrategias eficaces para que las emociones negativas no nos afecten en exceso, emociones que pueden surgir después de un mal concierto o de una fuerte discusión con algún músico. Además, podemos añadir que el estado de ánimo del director puede transmitirse a la agrupación, a sus componentes, un director animado, ilusionado y feliz realizará mejor su trabajo que otro desilusionado o decepcionado por comentar dos emociones negativas. Capacidad de motivar. Implicar a unas personas para que de manera voluntaria dediquen muchas horas de su vida en una tarea artística es una ardua labor. Lógicamente la motivación principal ha de ser intrínseca, es decir, el ejercicio de la tarea es de por sí reforzante, pero en muchas ocasiones es necesario un empuje, una ayuda externa: las relaciones personales que se establecen, el buen ambiente en los ensayos, los momentos de tertulia antes y después, los retos como acudir a concursos, los viajes, etc., son algunos de estos motivos externos donde el director tiene mucho que decir. Conocimiento sobre algunas áreas fundamentales en la interpretación musical. El director no puede ser psicólogo, confesor, pedagogo, médico, consejero, mediador… pero realmente hace todas estas funciones y alguna más. Sería muy positivo que pudiera formarse en algunas de estas áreas para optimizar su labor. Tres de ellas son necesarias: psicología, medicina y fisioterapia, lógicamente no nos referimos a una formación extensa, simplemente tener nociones de ellas para poder aconsejar y poder derivar a un profesional de dichas materias cuando lo considere necesario. Veamos algunos ejemplos. Algunas dificultades que desde la Psicología se pueden abarcar. La ansiedad escénica es un problema que sufren en torno al 80% de los músicos, los nervios ante un solo difícil, ante un concierto en un concurso pueden arruinar el trabajo de meses de preparación. Los conflictos personales que se dan dentro de la agrupación, en ocasiones formándose grupos que marginan o funcionan como oposición a cualquier iniciativa de la directiva o del director. Las relaciones con la directiva, con los alumnos y padres de alumnos, donde poseer unas buenas habilidades sociales como anteriormente se comentaba será fundamental. Un tema que cada vez preocupa más en bandas de música, el abandono de muchos músicos jóvenes y la disminución de nuevos alumnos. Cuando un músico decide abandonar definitivamente la agrupación. Desde la Medicina podemos tener conocimientos para poder aconsejar para evitar posibles traumatismos y lesiones en la interpretación. Concienciar a los músicos de lo importante de un buen calentamiento, de estar bien preparado, de poseer unos buenos hábitos de estudio. Además existen profesionales especializados en esta disciplina a los que podemos acudir para pedir consejo. Desde la Fisioterapia el tema fundamental es la educación postural tanto para una buena interpretación como para evitar problemas físicos. También cuestiones como la respiración, relajación, conocimiento del cuerpo, etc. Repetimos lo importante de acercase a estas tres materias, no de manera profunda pero sí poseer unos mínimos conocimientos en ellas, así como contar de manera habitual con profesionales de estas áreas para que puedan impartir conferencias y cursos para la continua formación de los músicos. Igualmente tener contacto con ellos para tareas de asesoramiento y poder derivarles a algún músico que creamos pueda necesitar de su ayuda. Conocer al instrumento, conocer al músico Una última reflexión, es fundamental conocer el instrumento con el que vamos a realizar la interpretación, con el que vamos a pasar tanto tiempo, y con el que mantenemos esa relación amor – odio tan característica. Con él alcanzamos las más altas cotas del placer artístico y también los desengaños más dolorosos. Así pues, volviendo al típico ejemplo, el director ha de conocer su instrumento, las partes de las que se compone, los mecanismos que posee y sobre todo como funciona. Hemos comentado que es un instrumento complejo y en ocasiones complicado: el ser humano. Conocer a los músicos, a las personas que hay detrás del músico, conocer algunas de sus particularidades será fundamental si estamos trabajando con ellos. Pero el director también es músico, forma parte de ellos y puede que por este motivo no sea fácil ser consciente de su propias características. Veamos algunas. Nuestra personalidad y sus características se forman con interacción con el ambiente, con nuestro entorno, y las conductas que ejercemos son respuestas al contexto en el cual vivimos. Por el hecho de ser músico se es de una determinada manera, nuestra profesión o nuestras tareas configuran poco a poco nuestra manera de ser. La primera característica que llama la atención en los músicos es que en la variable de personalidad de introversión – extraversión se muestran más introvertidos que la media de la población. Pero lógicamente no todos los músicos son introvertidos ni lo son del mismo grado. Otra particularidad que se observa en los músicos es el ser individualista, aspecto que se ha forjado después de años y años de estudio en solitario, seguramente es esta una de las variables más negativas que poseen. Es difícil que los músicos se unan entre ellos más allá de los grupos de amigos que se crean en las orquestas y bandas. Otra característica que les perjudica es la competitividad, los músicos, desde el inicio de sus estudios se instruyen en competir con otros colegas, con la partitura, con ellos mismos. Muy unida a ésta última encontramos la crítica, los músicos suelen ser muy críticos en su quehacer y autocríticos, cuestión esta que puede causar serios problemas personales. En el ámbito amateur tenemos que tener una cuestión siempre presente, el objetivo último de todas las acciones es la diversión y el esparcimiento. No es fácil compaginar esto con el estudio y sacrificio necesarios para poder dominar una partitura y entonces poder disfrutar sobre todo en los más jóvenes. Conclusiones. La difícil y desconocida tarea de la interpretación musical La interpretación musical posiblemente es la única profesión que se inicia a edades muy tempranas. En la formación tan extensa que reciben hay una particularidad que llama la atención, el poco o nulo interés e importancia que se dan a las cuestiones propias de la interpretación y que van más allá de lo meramente musical. Es frecuente escuchar opiniones que van entorno a “tiempo que no paso con el instrumento es tiempo perdido” y que reflejan una realidad en la cual se han formado, el músico como intérprete ha de ser un gran especialista en su instrumento y lo que interesa es poder llegar a dominarlo. Se olvidan como venimos comentado otras áreas que van a complementar e enriquecer la interpretación musical. Si estamos hablando de la expresión artística a través de la música es preciso tener sensibilidad para otras expresiones artísticas y conocimientos en disciplinas que puedan contribuir a mejorar nuestra comunicación. Es fundamental poseer ciertos conocimientos en psicología, pedagogía, fisiología y medicina para el desarrollo de cualquier tarea en la música: interpretación, formación, dirección, composición… No hay consciencia de lo difícil del estudio de la música y del esfuerzo tan enorme que han de dedicar. Este desconocimiento existe de parte de la sociedad, es curioso observar la imagen del rol de músico para la población, pero es triste que desde las propias entidades responsables de la formación y desarrollo profesional de los músicos no se tenga esta sensibilidad. La ansiedad escénica, las presiones de las críticas, las lesiones musculares, es desgaste personal, etc., son algunas de las cuestiones que ya comentábamos y que son necesarias abordar. * Guillermo Dalia es Psicólogo, Especialista en Psicología Clínica, en su labor profesional compagina la psicoterapia con la investigación y formación en temas relacionados con la educación y formación musical. Su último libro es “Cómo ser feliz si eres músico o tienes uno cerca”.