HISTORIA DE ESPAà A TEMA 8: LA ESPAà A DEL SIGLO XVII GOBIERNO DE VÕLIDOS Y PROBLEMAS INTERNOS. LA CRISIS DE 1640 GOBIERNO DE VÕLIDOS La principal innovación en el funcionamiento del sistema polÃ−tico de la monarquÃ−a española en el siglo XVII fueron los validos, miembros de la aristocracia, en los que el rey depositaba su total confianza desentendiéndose de las labores de gobierno. El valido tomaba las principales decisiones. No fueron un fenómeno Dos razones explican su aparición: las exclusivamente español. Figuras labores de gobierno eran cada vez similares aparecieron en otras más complejas y los Austrias monarquÃ−as europeas. Los mejores Menores no destacaban por sus ejemplos fueron Mazarino o espÃ−ritus laboriosos. Richelieu en Francia. Los validos gobernaron al margen de los Consejos. En su lugar, como órganos de asesoramiento, crearon Juntas reducidas compuestas por sus propios partidarios con el fin de agilizar la administración y de evitar el control de los Consejos. El nuevo sistema significó un aumento de la corrupción. Los validos aprovecharon su poder para conseguir cargos, pensiones y mercedes para sus familiares y partidarios, lo que provocó crÃ−ticas generalizadas por parte, sobre todo, de los Validos de Felipe III: Duque de Lerma letrados que formaban los Consejos y los y Duque de Uceda. miembros de la aristocracia que no Validos de Felipe IV: Conde-Duque gozaban de su favor. de Olivares y Luis de Haro. Validos de Carlos II: Padre Nithard, Se generalizó también en la administración Fernando Valenzuela, durante la española del siglo XVII la venta de Regencia de Mariana de Austria cargos, iniciada en épocas anteriores por (1665-1675), Duque de Medinaceli la Corona como medio para obtener dinero y Conde de Oropesa (Carlos II). rápido. Su uso se extendió con Felipe III. PROBLEMAS INTERNOS El rey, indolente y despreocupado, delegó sus responsabilidades polÃ−ticas en el duque de Lerma y, luego, en su hijo, el duque de Uceda. En polÃ−tica exterior, su reinado se caracterizó por la paz, pues no era muy entusiasta de la guerra. En 1604 firmó el Tratado de Londres, que ponÃ−a fin a 20 años de guerra con Inglaterra; en 1609, acordaba la Tregua de los Doce Años con las Provincias Unidas de los PP. BB. En el interior, su medida más polémica fue la expulsión de la Expulsión de los moriscos - Carducho población morisca. El 9 de abril de 1609, Felipe III dio orden para que los moriscos del reino de Castilla abandonaran el territorio peninsular. En setiembre se dio el bando de expulsión de los de Valencia, y meses más tarde, de los de Aragón y Cataluña. Se culminaba asÃ− un proceso de expulsión de unos 300.000 súbditos de la MonarquÃ−a Hispánica. Entre las causas se cuenta la intención de evitar incursiones de piratas berberiscos que atacaban Las consecuencias fueron graves pues las costas de Levante y que se la economÃ−a se resentirá, sobre todo en sospechaba recibÃ−an apoyo de los Valencia y Aragón, que pierden la cuarta moriscos hispanos. A eso, se parte de su población, y a la mayorÃ−a de añadirÃ−a una ya larga la mano de obra de sus campos de animadversión contra ellos y la cultivo. Los grandes señores, se idea de construir una España contentan con la incorporación de las pura, cerrada y uniforme. tierras confiscadas a los moriscos. LA CRISIS DE 1640 1 En 1621 Felipe IV fue proclamado rey a la muerte de su padre. Desde el principio entregó la dirección del gobierno a su favorito, Olivares. La polÃ−tica imperial habÃ−a supuesto la debilidad económica de Castilla, que habÃ−a corrido con la mayor parte de los gastos bélicos, por lo que pronto surgirá la necesidad de pedir dinero y hombres a los reinos que escasamente habÃ−an contribuido. à sta se puso de manifiesto cuando el rey Felipe IV, por recomendación de su valido, decidió entrar en la Guerra de los Treinta Años, conflicto bélico europeo Gaspar de Guzmán y iniciado en 1618, en el que Felipe III no quiso Pimentel Ribera, participar. Además, en 1621, Felipe IV, se vio también Conde Duque de Olivares pintado por Velázquez obligado a reanudar la guerra interrumpida en los PaÃ−ses Bajos. El conde-duque de Olivares, presentó entonces el proyecto de la Unión de Armas. Aquello suponÃ−a la formación de un ejército permanente compuesto de contingentes de cada reino, en función de su población y riqueza. La idea suscitó una fuerte resistencia de los reinos, que alegaron que sus fueros impedÃ−an el envÃ−o de soldados fuera de sus territorios, asÃ− como la situación de penuria económica. Las Cortes se enfrentaron a la Corona, sobre todo en Cataluña. SerÃ−a inevitable, sin embargo, el envÃ−o de tropas al Principado al estallar la guerra con Francia, en el contexto de la guerra europea. La presencia de tropas castellanas precipitó el estallido de revueltas entre el campesinado catalán. Finalmente el dÃ−a del Corpus Christi de 1640, grupos de segadores atacaron Barcelona, asesinaron al virrey y precipitaron la huÃ−da de las autoridades. La Generalitat se puso al frente de la rebelión y, ante el avance castellano aceptó la soberanÃ−a de Francia. Un ejército galo entró en Cataluña y derrotó a las tropas castellanas en Montjüic. El Rosellón y Lérida eran conquistadas en 1642. El dominio de la Francia de Luis XIII y Richelieu acabó con la reconquista del Principado y la caÃ−da de Barcelona en 1652. Sin embargo, la Corona Española perdió el Rosellón y la Cerdaña en la Paz de los Pirineos en 1659. Aprovechando la crisis catalana, en diciembre de 1640 se inició la rebelión en Portugal. La falta de ayuda castellana ante los ataques holandeses contra las posesiones coloniales portuguesas y la presencia de castellanos en el gobierno del reino provocó que las clases dirigentes lusas dejaran de ver ventajas en su unión a la Corona española. La rebelión, organizada en torno a la dinastÃ−a de los Braganza, se extendió rápidamente. El apoyo de Francia e Inglaterra, ansiosas de debilitar a España, llevó a que finalmente, Mariana de Austria (madre-regente de Carlos II) acabara reconociendo la independencia de Portugal en 1668. También hubo levantamientos de tinte separatista en AndalucÃ−a, Aragón y Nápoles. Pese a ser aplastados todos los movimientos, excepto el Juan IV de Portugal portugués, Felipe IV mantuvo los fueros de los Primer rey de la dinastÃ−a Braganza diversos reinos. EL OCASO DEL IMPERIO ESPAà OL EN EUROPA ( SEGUNDA MITAD DEL SIGLO) LA CAIDA DE LOS HASBURGO La Paz de Westfalia: la caÃ−da de los Habsburgo. Los problemas internos de la monarquÃ−a hispánica fueron en buena medida consecuencia de la polÃ−tica exterior. Si Felipe III habÃ−a querido mantenerse al margen de los conflictos europeos, fue la insistencia del Conde-duque de Olivares de intervenir en la Guerra de los Treinta Años lo que, en buena medida, provocó los conflictos internos. Las derrotas en Cataluña y Europa acabaron por decidir a Felipe IV, en 1643, a ordenar a su valido que abandonara la Felipe IV y Corte. Aunque se apoyó en un nuevo don Luis de Haro favorito, don Luis de Haro, el rey llevarÃ−a desde entonces personalmente el peso del gobierno. La Guerra de los Treinta Años (1618- 1648) supone el enfrentamiento de los Habsburgo imperiales con los prÃ−ncipes alemanes protestantes, y más tarde con Francia, por asuntos tanto polÃ−ticos como religiosos. La entrada en ella de Felipe IV en apoyo de sus parientes, resultarÃ−a inevitable y fatÃ−dica. El conflicto se inició con victorias de los Habsburgo, como la toma de Breda a los holandeses o la victoria de Nördlingen, que tuvo un efecto Rendición de Breda por Diego Velázquez contraproducente, porque decidió la La impotencia de los Habsburgo entrada de Francia en la guerra en llevó finalmente al Tratado de 1635. Pronto cambió el signo del Westfalia (1648) por el que se conflicto y las derrotas se repitieron, ponÃ−a fin a la 2 Guerra de los Treinta como en Rocroi ante holandeses y Años y en el que España reconoció franceses, mientras que estos y los la independencia de Holanda. La ingleses atacaban las posesiones guerra entre Francia y España americanas (toma inglesa de Jamaica continuarÃ−a hasta 1659. en 1655). EL REINADO DE CARLOS II El reinado de Carlos II. Carlos II, llamado también el Hechizado, nació en 1661, hijo de Felipe IV y de Mariana de Austria. Fue rey de España de 1665 a 1700, aunque hasta 1675 ejerció la regencia su madre, quien confió el gobierno a los validos Nithard y Fernando de Valenzuela. De 1677 a 1679 gobernó Juan José de Austria, y posteriormente, el duque de Medinaceli y el conde de Oropesa. No tuvo descendencia con ninguna de sus dos mujeres, dando lugar al problema sucesorio que trajo como consecuencia el final de la Carlos II y su hermanastro dinastÃ−a de los Austrias españoles. Don Juan José de Austria. La desastrosa situación económica y la crisis polÃ−tica y social heredadas de su padre, unidas a la ineficacia e incapacidad de los gobernantes acrecentaron la crÃ−tica situación de España y en especial de Castilla dando lugar a una serie de devaluaciones monetarias que alcanzaron el culmen con la deflación de la moneda de vellón en 1680 y la posterior caÃ−da de la actividad económica. Sólo el Conde de Oropesa realizó una polÃ−tica firme de reducción de impuestos y contención del gasto público. La crisis interna propició la descentralización de los territorios de la Corona de Aragón mediante un programa neoforalista y el desarrollo de las estructuras económicas, Mariana de Austria y su hijo Carlos II aprovechando para ello su posición geográfica y sus recursos naturales. En el contexto europeo, Carlos II tuvo la mala suerte de coincidir en el tiempo con el rey Luis XIV de Francia, quien emprendió una polÃ−tica agresiva contra España. Cuatro guerras sucesivas con los franceses obligaron a ceder territorios, quedando aislados los PaÃ−ses Bajos. Incluso Cataluña fue atacada. Finalmente, la monarquÃ−a española contarÃ−a con el apoyo de Inglaterra y Holanda, molestas por la expansión francesa, lo que, unido al interés de Luis XIV en la sucesión española, permitió que, por la Paz de Ryswijk (1697), se recuperaran territorios. El problema sucesorio implicarÃ−a a las potencias europeas desde aquel momento. Dos candidaturas se disputaron el trono español: la del archiduque Carlos de Habsburgo y la de Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV. Carlos II Luis XIV de Francia y su nieto Felipe de Anjou morÃ−a en 1700, dejando el problema sin resolver y (bisnieto de Felipe IV de España) abierta la llamada Guerra de Sucesión. POBLACIà N, SOCIEDAD Y ECONOMà A EN EL SIGLO XVII El siglo XVII fue un siglo de crisis económica en Europa en general, en el Mediterráneo en particular, y, muy especialmente, en la PenÃ−nsula Ibérica, donde fue más temprana y profunda. Ya en la primera mitad del siglo aparecen serios problemas demográficos. Cruentas epidemias, entre las que destacan las de peste, se repitieron periódicamente, coincidiendo con épocas de carestÃ−a y hambre; la expulsión de los moriscos supuso la pérdida del tres por ciento de la población del reino, siendo especialmente grave en Valencia y Aragón; las frecuentes guerras exteriores y el incremento de los miembros del clero que redundó en descenso de la tasa de natalidad. La crisis golpeó con más fuerza a Castilla que a los reinos periféricos. Al final del siglo habÃ−a entre 7 y 8 millones de habitantes, cifra menor a la conocida para 1600. En la segunda mitad del siglo, la crisis El comercio también entró en una continuó y se agudizó. A la decadencia fase recesiva. La competencia de la agricultura, agravada por la francesa en el Mediterráneo y la expulsión de los moriscos y el abandono competencia inglesa y holandesa del campo por la ciudad, se le unió la de en el Atlántico, agravaron una la ganaderÃ−a lanar, que encontró graves coyuntura marcada por el creciente dificultades para la exportación autoabastecimiento de las Indias (guerras). La artesanÃ−a también se vio y el agotamiento de las minas afectada. americanas. Consecuencia de la crisis comercial fue la disminución Solo a partir de 1680 se inicia una de la circulación monetaria. recuperación agrÃ−cola, 3 más intensa en las zonas donde se habÃ−a emprendido La situación fue empeorada por la cierta especialización en los cultivos incorrecta polÃ−tica económica de (maÃ−z /Cantabria, viñedo/AndalucÃ−a). los gobiernos de la Corona, que agravaron más que solucionaron los problemas: envilecimiento de la moneda (menos plata en su contenido), devaluación monetaria, aumento impositivo…, medidas constantemente denunciadas por los llamados arbitristas. La sociedad estamental española evolucionó de la siguiente forma: • Se asiste a un empobrecimiento del campesinado, que constituÃ−a la mayor parte de la población, y se vio forzado a abandonar los campos para engrosar la lista de las clases populares urbanas, empleándose en oficios diversos y, sobre todo, como criados. • La burguesÃ−a y las clases medias fueron débiles y siguieron empleándose en el comercio, profesiones liberales y en la burocracia. • Crecimiento numérico de los grupos sociales improductivos como la nobleza y el clero en un extremo y los marginados: pÃ−caros, vagos y mendigos en otro. La mentalidad, marcada por el desprecio al trabajo agravó la crisis social y económica. El Aguador de Sevilla (Velázquez) hidalgo ocioso y el pÃ−caro se convirtieron en Joven Mendigo (Murillo) arquetipos sociales de las España del Barroco. LA CULTURA: EL SIGLO DE ORO La sociedad española siguió marcada por los valores aristocráticos y religiosos de la mentalidad colectiva de la centuria anterior. Valores tÃ−picamente nobiliarios como el “honor” y la “dignidad” fueron reivindicados por todos los grupos sociales. Un ejemplo de esta mentalidad fueron los duelos, costumbre generalizada que a veces tenÃ−a lugar por las ofensas más nimias. Hubo que esperar al siglo XVIII para que se prohibieran legalmente. Unido a lo anterior se extendió el rechazo a los trabajos manuales, considerados “viles”, es decir, que manchaban el “honor” y la “dignidad” de aquel que los ejercÃ−a. Esta mentalidad llevó a que, exceptuando en ciudades mercantiles como Cádiz o Barcelona, no se pueda hablar de la existencia de una burguesÃ−a (mercaderes, fabricantes) con mentalidad empresarial que promoviese el desarrollo económico, tal como estaba ocurriendo en Inglaterra u Holanda. Las gentes con medios económicos, en vez de hacer inversiones productivas tendieron a buscar el medio de vivir a la manera noble. En cuanto a la religión, su presencia era permanente en aquella sociedad, la Inquisición continuó teniendo poder y la fe cristiana marcaba la vida cotidiana. El acceso a la cultura siguió siendo minoritario y el control de la Iglesia sobre cualquier tipo de enseñanza, absoluto. La investigación, la técnica y la ciencia, entraron en una profunda decadencia, pues la mayorÃ−a de sus resultados contradecÃ−an los dictados de la religión. Las universidad se convirtieron en bases de las carreras administrativa y eclesial. En Europa, al mismo tiempo, comenzaba un desarrollo cientÃ−fico importantÃ−simo basado en la filosofÃ−a racionalista. En lo referente a la literatura, ocurre al contrario, y España vivió una época de auge sin precedente. Iniciado el siglo con la figura de Cervantes (1547-1616) y su "Quijote" (1605 y 1614), las letras hispanas brillaron con figuras como Quevedo, Lope de Vega o Góngora. El Barroco en España. La brillantez del arte Barroco se pone de manifiesto en las obras pictóricas. El arte padeció menos la crisis del siglo XVII, y de hecho por sus manifestaciones se podrÃ−a pensar que España estaba viviendo uno de sus mejores tiempos. Destacaron grandes pintores como Zurbarán, Murillo, Juan de Valdés Leal o Claudio Coello. Sin embargo, el más importante de todos ellos fue el pintor de la Corte de Felipe IV Diego Velázquez. Sin duda este será uno de los momentos más grandes de la pintura española. El siglo XVII es el gran siglo de la escultura española, con caracterÃ−sticas propias, que la diferenciaban del resto de Europa. En madera policromada, los escultores consiguen aunar el esplendor con el sentimiento religioso. El realismo de las figuras esculpidas va parejo a la fe religiosa, y son muy abundantes las figuras de este tiempo que llenan iglesias y conventos. Una de las grandes figuras de la escultura barroca es Gregorio Fernández (1576-1636), que, aunque gallego de origen, trabajó fundamentalmente en Valladolid. Se 4 distingue por el dramático realismo de sus representaciones. Son famosos sus Cristos yacentes. En la arquitectura, se produjo una evolución a lo largo de los siglos XVII y XVIII. Durante el XVII, los arquitectos continúan en buena medida la tradición de la iniciada por Juan de Herrera (El Escorial) en el último tercio del siglo XVI. Importantes arquitectos de este primer periodo del barroco español fueron Juan Gómez de Mora y Alonso Cano, cuyas obras se distinguen por la sobriedad Fachadas de la catedral de decorativa, reducida en Granada y de la ClerecÃ−a ocasiones a las pirámides de Salamanca, por Alonso Cano y herrerianas en los remates. Juan Gómez de Mora Entre sus obras destaca la traza de la ClerecÃ−a de Salamanca. 5