De zorros, hormigas y pericos Álex Covarrubias Valdenebro* El PRI es un zorro astuto. El PAN una hormiga trabajadora y el PRD un gallo de pelea. ¿Pero es que es posible asociar a los partidos con animales o insectos? Cierto que lo es. Al menos es la demostración que ahora nos presenta el interesante trabajo realizado y dado a conocer por el Gabinete de Comunicación Estratégica. La población -dice la encuesta nacional de GCE- asocia principalmente a dichos partidos como describimos. El PRI es ese zorro de grandes orejas, para enseguida ser un perro leal. El PAN es en primer término esa hormiga laboriosa para enseguida asociarse con un perico hablador. El PRD es un gallo peliagudo para después ser –al igual que el PAN– un pajarraco que habla sin saber lo que dice. ¿Qué piensan los militantes y simpatizantes partidistas de estas descripciones? Las respuestas son muy reveladoras, aunque carentes de sorpresa. Cada cual ve a las siglas de sus amores como representado aquellas hormiguitas adorables e incesantes. De ésas que dejan el alma en el camino. Los sesgos de las antiparras ideológicas, pues, están aquí y más allá. Todos los comparten, o sea. No sólo eso. Los otros, los militantes y simpatizantes confirman, entrañan los peores personajes. Los panistas –repiten– los priistas son los zorros y los perredistas los pericos. Los priístas ripostan: Nada; los panistas son los pericos y los perredis-tas son los gallos. Los perredistas gritan: Párenle; cierto que los priistas son los zorros, pero en eso de ser unas urracas parlanchinas los panistas nos ganan. Más contundente y divertida es aún la asociación entre refranes y partidos que indagó el estudio de GCE. Los más de los mexicanos asocian al PAN con la idea de “entrada de caballo fino, salida de burro manso”. Al PRI con aquello de que “más vale malo por conocido que bueno por conocer”. Y al PRD con la conseja “ni picha, ni cacha, ni deja batear”. En este respecto, de nuevo por igual los defensores de siglas ven a su partido en la mejor posición. O –en este caso– en la menos peor que fue la de “más vale malo por conocido …”, que todos compartieron. En cambio los panistas dicen que el PRI más bien corresponde a aquello de “el que no transa no avanza”, en tanto el PRD se apega a eso de ‘ni pichar ni nada’. Los priistas concuerdan con la población: El PAN es el equino que luego sale como burro y el PRD el que no hace ni deja hacer nada en el campo de juego. En tanto el PRD asume: Cierto en eso de que el PRI se ajusta muy bien a aquello de la transa y los avances, pero al PAN hay que verlo más bien en aquel refrán de “de lengua me como un plato”. ¿Qué podemos aprender de las indagaciones de CGE? Quizás mucho más de lo que una simple lectura para la recreación pueda advertir. Quizás en estas opiniones haya mucho más que ocurrencias. Y aquí haya nuevas claves para comprender por qué el PRI sigue vital y recobrando terreno en un buen trazo de los votantes; porque al PAN le cuesta trabajo mantener lo conseguido mientras otros tantos trozos de sus votantes se saturan de sus decepciones; y por qué el PRD no logra sacudirse la imagen que lo liga a una composta de tribus rijosas con vocación de echarlo todo a perder. Con este corral de zorros, hormigas y pericos despediremos este virulento 2008. Con él viviremos también el nada auspicioso 2009. Y con él, en el corte electoral de mediados de año, sabremos si las historias se reescriben repetidas –o sea con los zorros, como siempre, pisando y despachándose en el gallinero con la cuchara grande, con todo y hormigas. O si esta vez las historias se reescriben alteradas– o sea, con las hormigas matando a los que viven de depredar y chasquear la lengua. Hagan sus apuestas. *Profesor-investigador del Centro de Estudios de América del Norte de El Colegio de Sonora, acova@colson.edu.mx