Año 1994 V Legislatura Comisiones. Núm. 62 CORTES GENERALES DIAMO DE SESIONES DEL COMISIÓN ESPECIAL SOBRE LOS CONTENIDOS TELEVISIVOS PRESIDENCIA DE DOÑA VICTORIA CAMPS 1 CERVERA Sesión Informativa celebrada el lunes, 14 de febrero de 1994 ORDEN DEL DÍA: , . Comparecencias: - De la Ministra de Asuntos Sociales, Excma. Sra. doña Cristina Alberdi Alonso. (Número de expediente ?11/000029.) - Del Presidente del Consejo General de la Abogacía, Excmo. Sr. don Eugenio Gay Montalvo. (Número de expediente 713/000087.) - Del Fiscal General del Estado, Excmo. Sr. Don Eligio Hernández Gutiérrez. (Número de expediente 713/000088.) - Del Vocal del Consejo General del Poder Judicial, don Antonio Xiol Ríos. (Número de expediente 713í000089.) -L- 62 COMISIONES.-NÚM. 14 DE FEBRERO DE 1994 Se abre la sesión a las once horas y diez minutos. - COMPARECENCIA DE LA SEÑORA MINISTRA DE ASUNTOS SOCIALES. (7 1 11000029.) L . La señora PRESIDENTA: Buenos días, señorías. Empezamos hoy la primera sesión de esta Comisión de contenidos televisivos, que hemos estructurado de acuerdo con bloques temáticos que nos permitirán organizar y ordenar mejor los distintos aspectos que queremos tratar. El primer bloque es el del ámbito jurídico. Hoy vamos a tener cuatro comparecencias: la Ministra de Asuntos Sociales, el Presidente del Consejo General de la Abogacía, el Fiscal General del Estado y un vocal del Consejo General del Poder Judicial. En estas comparecencias vamos a tratar una serie de temas, especialmente los derechos fundamentales que son más conflictivos en los actuales programas televisivos, como el derecho a la intimidad; el conflicto posible entre el derecho a la intimidad, o el derecho a la privacidad, y el derecho a la libertad de expresión, y el derecho del menor a ser protegido. Doy la bienvenida a la señora Ministra de Asuntos Sociales. Agradeciéndole el interés especialísimo que ha tenido en comparecer en esta Comisión para tratar las cuestiones de protección del menor en íos programas _. televisivos, le doy la palabra. La señora MlNISTRA DE ASUNTOS SOCIALES (Alberdi Alonso): Muchas gracias, señora Presidenta. Muchas gracias, señorías. Quiero, en primer lugar, agradecer la invitación para comparecer en esta Comisión sobre los contenidos televisivos. cuya creación responde al interés de esta Cámara por un tema como es el de la programación televisiva en relación con los menores, que constituye también para el Ministerio de Asuntos Sociales una cuestión prioritaria por cuanto afecta a los intereses de la infancia. De acuerdo con los puntos que me ha propuesto la Presidenta, señora Camps, voy a referirme a la posible violación de derechos fundamentales en la televisión; al ámbito del conflicto entre la libertad de expresión y otros derechos básicos, como el derecho a la intimidad; a la protección del menor y su viabilidad en la programación televisiva; a las medidas legales vigentes con respecto a la protección del derecho a la intimidad y la protección del menor, y, por último, me referiré al aspecto relativo a las alternativas de futuro, en el sentido de hacer que las leyes que tenemos se cumplan y el de resolver posibles insuficiencias legales. Es un fenómeno relativamente reciente la aparición de programas televisivos que tratan de captar audiencias masivas apelando a la emotividad que desprenden situaciones críticas. personales y familiares. La televisión constituye un medio de comunicación idóneo de información y denuncia social de situaciones, y está cumpliendo un papel importante en la sensibilización de la socie- dad hacia el mal trato y el abuso, por lo que no es deseable, socialmente, una inhibición hacia esos temas. Sin embargo, el trabajo periodístico y el derecho a la información y la denuncia social no debe ser incompatible con el derecho a la intimidad y privacidad de las personas afectadas, y muy especialmente cuando son niños y adolescentes. El desmesurado tratamiento informativo de hechos que afectan a menores de edad, en los que se producen claras injerencias a su intimidad, ha originado una llamada de atención desde distintos sectores sociales, organizaciones no gubernamentales, entidades públicas y otras instituciones, para tratar de distinguir los límites de la labor informativa en aras del respeto a los derechos fundamentales de las personas, como son el derecho a la vida privada y familiar y el derecho a la intimidad. Existe esa sensibilidad social, esa preocupación; buena prueba de ello es que en los últimos meses se han tramitado en el Congreso de los Diputados dos proposiciones no de ley al respecto. También, diversas instituciones, entre ellas el Defensor del Pueblo en su recomendación 17187, vienen apelando a la necesidad de extremar los cuidados y dar escrupuloso cumplimiento a las garantías que la Constitución y las leyes establecen para protección de los derechos fundamentales, máxime cuando se trata de menores, por estar éstos necesitados de una mayor protección por parte de los poderes públicos. La protección de la juventud y de la infancia constituye uno de los límites expresos a la libertad de expresión, reconocido en el artículo 20.4 de la Constitución. Es importante resaltar este límite expreso que existe en ese principio fundamental a la libertad de expresión que es base de cualquier sociedad democrática. En cuanto al conflicto entre la libertad de expresión o el derecho a la información y otros derechos básicos, como el derecho a la intimidad, hay que recordar, en primer lugar, que el derecho a la intimidad está contemplado en el artículo 18.1 de la Constitución, y que ha sido desarrollado por la Ley orgánica 1/82 de Protección del Derecho a la intimidad personal, familiar y a la propia imagen. Esta ley establece las garantías que deben respetarse para que no se produzca una vulneración de estos derechos fundamentales, incluso cuando entran en conflicto con otros derechos fundamentales, como la libertad de expresión y de información. El derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen no es sólo un límite a las limitaciones del artículo 20 de la Constitución, al que me he referido con anterioridad, sino que también, según el artículo 18.1 de la Constitución es, asimismo, un derecho fundamental. Por consiguiente, cuando del ejercicio de la libertad de opinión, O del de la libertad de comunicar información por cualquier medio de difusión, resulte afectado el derecho al honor de alguien, nos encontramos ante un conflicto de derechos, ambos de rango fundamental. Las garantías que previene la ley se extreman -y aquí entramos en el tema de los menores- cuando el derecho fundamental es atribuido a los menores, según acreditada y consolidada doctrina del Tribunal Constitucional. En cuanto a la protección del menor y su viabilidad en 3- 62 COMISIONES.-NÚM. - la programación televisiva, lo primero que se constata es que los niños pasan mucho tiempo viendo la televisión, y ésta influye en el niño y el adolescente, siendo una fuente de oportunidades para su desarrollo, educación, cultura y ocio; influye también, negativamente, sobre su conducta o su aprendizaje de valores morales y actitudes sociales. Esto significa que deben adoptarse medidas que impidan los efectos perniciosos en el desarrollo del menor, sin olvidar la importancia de promocionar programas de especial interés para la infancia. Es decir, hay que ver la parte negativa, y la parte positiva también, de la función educativa que tienen los medios televisivos. La Convención de los Derechos del Niño de Naciones Unidas de 1989, en su artículo 17 contempla el acceso de los niños a una información adecuada; reconoce que los medios de comunicación social desempeñan un papel importante en la difusión de información destinada a los niños, que tenga como fin promover su bienestar moral y que respete la cultura del niño, y establece la obligación del Estado de tomar medidas de promoción a este respecto y proteger al niño contra toda información y material perjudicial para su bienestar. En cuanto al ámbito de la promoción, al que también se refiere la Convención de Derechos del Niño, las televisiones públicas tienen una responsabilidad especial en aportar un tratamiento adecuado de los temas relacionados con la infancia y la protección al menor. Pero todas las televisiones deberían esforzarse en incrementar sus audiencias con la emisión de buenos productos, en beneficio de la educación, de la libertad, de la convivencia, de la solidaridad y el ocio, cambiando así la tendencia actual a emitir el mayor número de programas que se han dado en denominar de «telebasura» o de areality shows», que incluyen imágenes contra la dignidad de las personas. Me parece también muy importante señalar que la televisión puede ser, y en muchos casos lo es, el principal factor de influencia en la conducta y desarrollo de los menores, dado el número de horas que los menores están frente a las televisiones. Por tanto, existe una gran responsabilidad de los padres en la selección de programas, en la explicación de los contenidos, en la conveniencia de verlos o no. y en la fijación de horarios para con sus hijos. En cuanto a las medidas legales vigentes con respecto a la protección del derecho a la intimidad y la protección del menor, me voy a referir, en primer lugar, a las medidas legales vigentes en la protección del derecho a la intiinidad de los menores y luego a aquellas medidas que protegen a los menores frente a los posibles contenidos perjudiciales en los medios de comunicación. En el primer ámbito, como ya he señalado, el derecho a la intimidad está consagrado constitucionalmente y desarrollado por la Ley Orgánica 1/1982. Esta Ley excluye de los supuestos de intromisión ilegítima aquellos en los que el titular del derecho haya otorgado su consentimiento expreso. Sin embargo, en el caso de los menores de edad el consentimiento deberá prestarse por ellos mismos si sus condiciones de madurez lo permiten. de acuerdo con el vigente Código Civil, y en los restantes casos hay que otorgar ese consentimiento mediante escrito por su representante legal, quien ha de ponerlo en conocimiento del fiscal; si el fiscal se opone resuelve el juez. El Ministerio Fiscal tiene una enorme labor que realizar en relación con los derechos de los menores. Va a tener ocasión de comparecer en esta Comisión, como ha dicho la Presidenta de la Comisión, por tanto, Únicamente me voy a referir a ese papel tan importante que tiene y a la sensibilidad que demostró el año pasado dando lugar a la instrucción 2í1993 para llevar a cabo una labor previsora y anticipada, impidiendo que muchas emisiones Ilegaran a ver la luz. En esa línea es importante también la labor de los jueces. Recientemente, un juez de primera instancia de Madrid, de familia, tomó esa medida cautelar que previenen las leyes e impidió que una emisión televisiva, que perjudicaba los derechos de un menor, tuviera lugar. Entiendo que el derecho a la información puede verse plenamente ejercido sin menoscabo sin necesidad de causar los daños que se están causando por el hecho de dar detalles que no aportan contenidos esenciales a la noticia, pero que sí atraen una mayor audiencia, que es lo que estamos viendo que persiguen como objetivo las televisiones. Merece la pena también hacer una mención al tratamiento de los menores como infractores; es decir, cuando con motivo de unos hechos delictivos se utiliza la imagen de esos menores que han cometido los delitos para darle más relevancia a la noticia. Aquí tenemos que recordar que nuestro ordenamiento jurídico prohíbe expresamente en la Ley orgánica 411992, de 5 de junio, que los medios de comunicación social obtengan o difundan imágenes del menor ni datos que permitan su identificación, cumpliendo así esta Ley con el artículo 40 de la Convención de Derechos del Niño de Naciones Unidas -a la que me he referido antes- y también con las reglas de Beiging, que son las reglas mínimas para la administración de justicia de menores, también aprobadas por Naciones Unidas. Esta regla recoge que para evitar que la publicidad indebida o el proceso de difamación perjudique a los menores se respetará en todas las etapas el derecho de los menores a la intimidad, y que, en principio, no se publicará ninguna información que pueda dar lugar a la individualización de un menor delincuente. Esto se incumple, como es sabido, en muchas ocasiones. Con respecto al segundo aspecto, esa protección de los menores frente a contenidos perjudiciales en los medios de comunicación, hay que volver a citar aquí el artículo 20 de la Constitución española en su apartado 4, en cuanto a las limitaciones que existen sobre la libertad de expresión y difusión en relación con la protección de la juventud y de la infancia. No me cansaré suficientemente de repetir que esto está en nuestra Constitución, explicitado y claramente consolidado en la doctrina emanada de las sentencias del Tribunal Constitucional. Querría mencionar simplemente de p a y d a la importancia también de los acuerdos de autorregulación en cuanto a la 6rotección de menores frente a contenidos perjudiciales. Sin embargo, los acuerdos de autorregulación a veces son inefectivos. Tenemos un acuerdo del año -414 DE FEBRERO DE 1994 pasado, de 1993, del Ministerio de Educación y Ciencia con las Consejerías de Educación de las Comunidades Autónomas y las cadenas de televisión que no ha dado los frutos esperados. No obstante, ante la proliferación de programas que perjudican los derechos de los menores ciertamente está insistiéndose en la Comisión de seguimiento en el cumplimiento de aquellas normas que se firmaron en aquel acuerdo de autorregulación. Y o confío más que en los acuerdos de autorregulación en las normas jurídicas de obligado cumplimiento, y también en que existan sanciones para los transgresores; de esta forma, las normas jurídicas tienen un efecto disuasorio para aquellos que pretenden incumplirlas. Me voy a referir en ese ámbito de la protección de los menores frente a contenidos perjudiciales a la medida que recientemente hemos tomado en el Consejo de Ministros de trasposición de la Directiva de la CEE 89í552, sobre la coordinación de disposiciones legales, reglamentarias y administrativas de los Estados miembros. Esta Directiva marca las pautas para garantizar que las emisiones no incluyan programas que puedan perjudicar seriamente el desarrollo físico, mental o moral de los menores, y hace una especial referencia a la violencia, a la pornografía y a la discriminación racial, sexual, religiosa o de nacionalidad. En su artículo 22 esta Directiva se refiere expresamente a la protección de los menores, y ha sido traspuesto al Proyecto de ley que hemos remitido desde el Gobierno al Congreso de los Diputados y que aparece ya en el Boletín Oficial de los Cortes Generales de 25 de enero y el acuerdo de tramitación con fecha 20 de enero de 1994. Aquí se alude a la protección de los menores en dos ámbitos: la protección de los menores frente a la publicidad y la protección de los menores frente a la programación. Aunque en este ámbito estamos tratando más de los contenidos televisivos en la programación; tampoco hay que olvidar la importancia de la protección de los menores en el ámbito de la publicidad; incluso en el ámbito de la publicidad hay contenidos que pueden entrar en el segundo ámbito, que es la protección de los menores frente a la programación, porque muchas veces las cadenas televisivas programan anuncios de lo que es su propia programación nocturna en horarios en los que están los menores viendo la televisión, sin hacer, naturalmente, ninguna mención de que tenga contenidos violentos o contenidos agresivos, cuando en estos anuncios de lo que van a programar por la noche suelen extraer los contenidos.más violentos, más fuertes y más agresivus de esas películas o de esos programas que van a tener en las emisiones nocturnas. De ahí la importancia que tiene también esa protección frente a la publicidad. Fundamentalmente la Directiva se refiere al ámbito también en publicidad de que los productos puedan explotar la inexperiencia o la credulidad de los menores y persuadir también a padres o tutores para que compren determinados productos o servicios. Sin embargo, y quiero hacer hincapié de ese otro ámbito de la publicidad de las programaciones televisivas. Concretamente respecto a la trasposición del artículo COMISIONES.-NÚM. 62 22 de la Directiva, aparece en e1 Proyecto de ley en elartículo 17 y se refiere a la obligación de que las emisiones de televisión no incluyan programas ni escenas o mensajes de cualquier tipo que puedan perjudicar el desarrollo físico, mental o moral de los menores, y los programas que fomenten el odio, el desprecio o.la discximinación por motivos de nacimiento, raza, sexo, religión, nacionalidad, opinión o cualquiera otra circunstancia personal o social. Es importante también el aspecto relativo a los tiempos de emisión, y aquí parece ser que hay una cierta presión de las cadenas televisivas sobre los tiempos de la emisión. Se consiguió aprobar el texto'en los términos de que la emisión de programas que fueran susceptibles de perjudicar ese desarrollo físico, mental o moral de los menores no se emitieran entre las 22 y las 6 horas, y que en el caso de que se emitieran debiera hacerse la advertencia oportuna, por medios acústicos, ópticos O de ambas clases. En cualquier caso, es muy importante destacar cómo en bandas horarias en las que están los niños viendo la televisión masivamente hay anuncios de programaciones posteriores y se incumple de alguna forma el objetivo de esta trasposición de la Directiva. Y o creo que es muy importante que tengamos ese elemento normativo para poder así hacer cumplir lo que son normas que están, incluso, en nuestra Constitución y que están, como he dicho, en la doctrina consolidada a través de las sentencias del Tribunal Constitucional. También es importante, desde el punto de vista jurídico, aunque no sé hasta qué punto se cumple de una forma rigurosa, el tema de la publicidad por televisión regulado en las normas de 17 de abril de 1990 y que desarrollan una serie de criterios generales de protección y de restricciones específicas para la publicidad y la intervención de los niños en los anuncios. Por último, me voy a.referir al aspecto relativo a las alternativas de futuro, con el fin de hacer que las normas jurídicas que tenemos se cumplan y de resolver posibles insificiencias de la ley. Parece obvio que el menor tiene que ser protegido por todas las instancias y todos los sectores. Así se establece en todas las normas jurídicas, en el Código Civil, en el Código Penal., y específicamente en todas las que he venido citando. Desde el punto de vista del Ministerio de Asuntos Sociales tenemos en preparación el borrador de ley de derechos de la infancia que estamos estudiando para conyetar aún más las normas previstas en la Ley Orgánica 1/1982 que he comentado antes sobre el derecho a la intimidad. En lo que respecta a las materias propias de la Comisión sobre contenidos televisivos, el borrador del anteproyecto las aborda al tratar los derechos del menor a la intimidad, a la propia imagen y a la información. Con carácter específico y en la línea de proteger al menor frente a cualquier actuación que perjudique su normal desarrollo se impone a las Administraciones Públicas la obligación de velar por sus derechos y que los medios de comunicación en sus mensajes exalten los valores de igualdad y solidaridad y eviten imágenes de violencia, explotación en las relaciones interpersonales o reflejen 514 DE FEBRERO DE 1994 un trato degradante o sexista. Asimismo, les obliga a adoptar las medidas legales oportunas para garantizar que la publicidad dirigida a menores no les perjudique moral o físicamente. En lo que alude a la protección de la intimidad y la propia imagen del menor, el borrador de anteproyecto establece que la difusión de información o la utilización de imágenes o nombres de los menores en los medios de comunicación que puedan implicar una intromisión ilegítima en su intimidad, honra o reputación, o que sea contraria a sus intereses, determinará la intervención del Ministerio Fiscal, que instara de inmediato las medidas cautelares y de protección previstas en la ley y solicitará las indemnizaciones que correspondan por los perjuicios causados. Ultimamente, como ya he comentado, las actuaciones del fiscal a partir de la instrucción del año pasado están siendo muy efectivas. Con esta finalidad se vincula la protección del menor a las limitaciones establecidas en la Ley Orgánica 1/1982 de 5 de mayo de Protección al honor, a la intimidad, y a la propia imagen, y se introduce una modificación expresa en ésta, a fin de considerar como intromisión ilegítima en la intimidad del menor cualquier utilización de su imagen o su nombre en los medios de comunicación que pueda implicar menoscabo de su honra o su reputación o que sea contraria a sus intereses, incluso si consta el consentimiento del menor. Esta es una de las medidas de desarrollo de la Convención de Derechos del Niño. Porque precisamente este anteproyecto de ley del menor lo que hace es desarrollar los principios recogidos en la Convención de Derechos del Niño que es de una importancia extraordinaria. España la ratificó en el año 1991, y tenemos la obligación de desarrollar y concretar al máximo esos derechos que aparecen recogidos en dicha Convención. Por Último, me voy a referir a la importancia que desde el punto de vista social tiene el compromiso de todos los integrantes de la sociedad con este problema. Vemos que hay una sensibilidad enorme por parte de los responsables políticos; he comentado las dos proposiciones no de ley, sc ha constituido en esta Cámara una comisión específica para este tema, los jueces y los fiscales están actuando, verdaderamente creo que en una línea muy positiva, pero pienso que tiene que haber un compromiso mucho mayor, sobre todo por parte de los más implicados, como pueden ser los periodistas. Ahí tenemos un ejemplo del Colegio de Periodistas de Cataluña que es el primer grupo que ha elaborado un código deontológico para reafirmar los principios éticos de la profesión periodística y que, partiendo de la libertad de expresión y del derecho a la información como dos elementos básicos de una sociedad democrática, sin embargo, tienen esa limitación. Y ellos mismos a través de esa autorregulación lo reconocen y lo ponen en práctica precisamente para defender el derecho de ese grupo más vulnerable de la población como son los menores. También merece la pena destacar el encuentro en Madrid de la Comisión internacional de Juristas que tuvo lugar en el Consejo General del Poder Judicial y terminó su trabajo con una declara- COMISIONES.-NÚM. 62 ción que llamó los principios de Madrid y se referían a la relación entre los medios de comunicación social y una justicia independiente. Además de señalar como un principio básico la libertad de expresión y la libertad de los medios de comunicación, que como hemos dicho es básico en una sociedad democrática, establecía claramente que quedaban autorizadas las restricciones cuando sea necesario para la protección de los menores. Es decir, todos confluimos y estamos de acuerdo en que hay unos principios básicos en una sociedad democrática: el derecho a la libertad de expresión y a la libertad de los medios de comunicación, pero que esas libertades tienen sus límites y uno de los límites clarísimos y mayoritariamente aceptados por toda la sociedad es precisamente los derechos de los menores, de los grupos más vulnerables de la sociedad. Termino con esto. El planteamiento del Ministerio de Asuntos Sociales desde nuestra responsabilidad es, además de contribuir a crear esa conciencia colectiva sobre la necesidad de proteger a los menores, desde el punto de vista jurídico, como he dicho, desarrollar las normas jurídicas suficientes para que, en el caso de los incumplimientos, podamos desarrollar acciones, sanciones que impidan el incumplimiento de las normas que todos nos hemos dado como justas para la convivencia, especialmente en lo que se refiere a la protección de los menores y de los adolescentes. Muchas gracias, señora Presidenta. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señora Ministra, por esta exposición tan bien documentada que nos permite contextuar jurídicamente los problemas que sobre los programas televisivos nos preocupan. Vamos a dar paso a las intervenciones de los portavoces. Puesto que tenemos un programa muy intenso, en esta primera sesión propongo que haya una sola intervención de portavoces y luego una contestación global de la señora Ministra. Si no les parece mal, pido su colaboración en este sentido. En todo caso, como todas las comparecencias tratan del mismo tema, podemos dejar para la última las intervenciones de otros Senadores que quieran aportar algo nuevo o personal al debate. (La Senadora Agüero pide la palabra.) Tiene la palabra la Senadora Agüero. La señora AGÜERO RUANO: Gracias, señora Presidenta. Sólo quería decir que creo que tenemos tiempo suficiente. La Ministra ha sido escueta, ha consumido su media hora y, al fin y al cabo, siempre es costumbre de todas las Comisiones en el Senado que a Última hora cualquier Senador pueda preguntar algo. Utilizar sólo el turno de portavoces teniendo aquí a la Ministra de Asuntos Sociales, a la que probablemente cualquiera de los Senadores aquí presentes pudiera hacerle alguna pregunta y dejar esta posibilidad solamente para la Última comparecencia, no me parece bien. La señora PRESIDENTA: Vamos a ver si es posible. Si -614 DE FEBRERO DE 1994 los distintos portavoces limitan su primera intervención a cinco minutos, seguramente nos dará tiempo luego hasta la una, que es la segunda comparecencia, a tener otro turno, pero tiene que ser con esa condición. No está en la sala el Senador Virosta, del Grupo Mixto. (Pausa.) Por el Grupo Parlamentario de Senadores Nacionalistas Vascos, tiene la palabra el Senador Gangoiti. El señor GANGOITI LLAGUNO: Gracias, señora Presienta. En primer lugar, quiero agradecer la exposición de la señora Ministra y su brevedad en la misma. Cumpliendo la voluntad y el ánimo de colaboración que nos propone la señora Presidenta, trataré de ser breve. La señora Ministra ha hablado de que en estos casos hay que buscar quizá algún tipo de sanciones para los incumplimientos. Yo estoy de acuerdo con ella en que es mucho mejor ir por ese camino que por el camino que estamos andando en estos momentos. Entonces, mi primera pregunta sería: ¿Cuáles son las ideas que tiene de cara a ese tipo de sanciones? ¿Qué tipo de sanciones se podrían imponer? En definitiva, cuál es su opinión a ese respecto y que profundice un poco más en el planteamiento que nos ha hecho y con el que estoy conforme. En segundo lugar, en el tema de los contenidos televisivos estamos claramente ante el hecho de que existen televisiones públicas y televisiones privadas, y en este sentido, por lo que respecta a la televisión pública estatal caminará en la línea que nos ha marcado la señora Ministra, pero de cara a las televisiones privadas le preguntaría ¿qué tipo de posibilidades ve de que se obligue al cumplimiento, sobre todo de cara a la protección del menor? Por Último, y con esto acabo, me gustaría saber qué opina la señora Ministra de cara a un tema que ha tocado que es el de la publicidad en horas normales sobre programas que se van a dar posteriormente, si ella contempla alguna fórmula para poder acabar con eso. Nada más y muchas gracias, señora Presidenta. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, Senador Gangoiti. Gracias por la brevedad. Si todos se ajustan a ese límite de tiempo tendremos tiempo de sobra para mucho debate. Por Coalición Canaria tiene la palabra el Senador Galindo (Pausa.) Como no está en la sala, tiene la palabra por el Grupo Parlamentario Catalán en el Senado de Convergencia i Unió el Senador Codina. El señor CODINA 1 CASTILLO: Muchas gracias, señora Presidenta. Señora Ministra, quisiera agradecer en nombre de nuestro Grupo su comparecencia porque sin ningún lugar a dudas nos va a permitir, a lo largo no sólo del día de hoy sino en todas las sesiones que tenemos previstas, poder conocer cuál es la opinión, en este caso de la Ministra, y posteriormente de cada uno de los comparecientes, COMISIO~*IES.-NUM. 62 e intentar llegar a algo que nos anima a todos y cada uno ' de los que estamos presentes en esta Comisión, que es intentar conseguir una televisión, tanto pública como privada, que sea capaz de reconducir muchos de los programas que hoy día tenemos que sufrir y fundamentalmente convertir la televisión en un elemento educativo, un elemento de distracción, un elemento lúdico, en definitiva, y que en ningún caso sea un elemento de distorsión social como podría llegar a ser en algunos de los casos. Señora Ministra, suscribo al cien por cien su preocupación. Ha hecho en su intervención una descripción larga de todo el aparato jurídico administrativo que en estos momentos tiene el Estado y tienen los Gobiernos para poder aplicar, y que no se utilizan -según reconoce la propia Ministra- de toda la legislación que debería estar protegiendo los derechos del menor, y no siempre y exclusivamente del menor, sino también de otros sectores de la sociedad, y esto no se cumple. El Senador Gangoiti ha hecho una pregunta en este sentido a la que me sumo para conocer qué es lo que se puede hacer cuando hay un incumplimiento de la legislación vigente. Nos encontramos, sin duda alguna, ante una realidad que es el intentar coordinar lo que es la información, que es un derecho constitucional, con lo que son los intereses de las televisiones, e incluyo a todas, las privadas y las públicas. Hemos entrado en una competencia entre las televisiones privadas para intentar que no baje su audiencia, y al entrar en esta carrera comercial algunas de ellas se han puesto a la altura de programas que la propia Ministra calificaba de «telebasuras» o weality-shows», y las televisiones públicas no siempre han sabido guardar la distancia que, por su propio carácter público, deberían de tener con respecto a las privadas. Éste es un debate que va a ser difícil de conducir. Tenemos que ser capaces de distinguir entre lo que es la captación de audiencia y qué es lo que más conviene, y para eso está esta Comisión. Además, en momentos de crisis parte de las televisiones tienen unos ingresos procedentes de las ventas de publicidad y esto está íntimamente relacionado con las audiencias. En esta Competencia comercial, no siempre lícita, va a ser difícil poder desgranar lo que conviene moralmente y lo que conviene económicamente. Por tanto, el reto que tenemos esta Comisión es un reto importante, y veremos si entre todos somos capaces de llegar a algún tipo de conclusión. Hoy, señora Ministra, su recordatorio de la legalidad y su reconocimiento de lo que es ilegal y no aplicable nos tiene que hacer a todos estar más alerta, y por tanto debemos esforzarnos en que esto se pueda realizar. En esta misma línea del señor Gangoiti, quisiera saber cómo va a conseguir el Gobierno poder controlar este desmadre que se ha producido últimamente en las televisiones públicas y privadas, cuál va a ser el remedio y cuáles las medidas que se pueden aplicar, y cómo y de qué manera va a poder diferenciar el Gobierno -y más aún teniendo en cuenta las conclusiones de esta Comisión- entre las programaciones y las publicidades que se están dando, especialmente desde la televisión pública, pero sin olvi- - 714 DE FEBRERO DE 1994 dar la gran incidencia que ya esta empezando a tener la televisión privada. Muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Gracias, Senador Codina. Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra la Senadora Agüero. La señora AGÜERO RUANO: Muchas gracias, señora Presidenta. Ante todo, como el resto de los portavoces de esta Comisión, quiero agradecer a la señora Ministra de Asuntos Sociales la gentileza que ha tenido al comparecer ante la Comisión de contenidos televisivos. El Ministerio que usted preside de asuntos sociales está muy bien, y además es justo la palabra que deseo utilizar, ya que lo que nos esta preocupando en este momento es un auténtico asunto social, porque desde hace tiempo venimos asistiendo, casi sin solución de continuidad, a un proceso de degradación televisiva englobado bajo el término coloquial de «telebasura» que tiene una complicada y dificil solución por los muchos intereses que hay en juego. El objetivo principal de esta Comisión, como la señora Ministra sabe, es hacer un análisis de los distintos programas televisivos y estudiar cómo hacer compatible el que las televisiones no pierdan audiencia ni la legítima competitividad, porque así se favorece la iniciativa y la imaginación, sin perder publicidad, tan necesaria para su financiación, con una televisión que respete los valores éticos fundamentales, que respete los derechos fundamentales recogidos en la Constitución española, atendiendo a la función educativa y cultural que la televisión debe contemplar, porque estamos, ante todo, constntiendo en u n atentado contra la salud social, ya que estamos en el récord del morbo y el mal gusto y los niveles de estupidez en España están creciendo de manera insospechada. Como decía un catedrático de Derecho de la Información, la imagen televisiva nos está abocando a un proceso de regresión cultural, como bien ha recalcado la Ministra. Usted se ha centrado casi exclusivamente en el ámbito de la infancia. Los contenidos televisivos afectan a muchos ámbitos de la sociedad, pero sobre todo hay dos de los que me gustaría que hablara, porque están muy relacionados con su Ministerio, que son los de la tercera edad. que pasan muchas horas viendo la televisión, y la mujer, por los contenidos sexistas que hay, tanto en la publicidad como en los programas. Pregunto a la señora Ministra cómo afectan los contenidos actuales a esos dos grupos de población. Todos nos preguntamos -como bien ha dicho la Ministra en su exposición- qué daño puede estar ocasionando al menor esta programación -y efectivamente existen normas dentro de la Constitución española, usted ha hecho referencia al artículo 20-, qué daño se le está haciendo realmente por la innecesaria violencia, el sexo gratuito o las series norteamericanas un tanto estúpidas y mediocres que no tienen nada que ver con la realidad. Por eso COMISIONES.-NÚM. 62 queríamos preguntar a la señora Ministra sobre la Ley del menor -usted se ha comprometido a presentarla a debate en las Cortes a lo largo de 1994-, si ha hecho ya una valoración global de esa Ley del menor. Sería recomendable que la agilizara lo más pronto posible, porque ya se hablaba de esa Ley del menor en la anterior legislatura. Usted también ha dicho en un programa de radio -como no sabía exactamente si lo había dicho usted, iba a comentárselo, pero ya he visto que, en efecto, así era, y he tomado sus mismas palabras- que lo que no haga la autorregulación lo va a hacer la ley. Le repito que eso lo ha dicho usted, así como que cree.más en la norma coercitiva que en los acuerdos de autorregulación. Y o deseo saber, señora Ministra, ya que, como usted ha comentado, tenemos normas o códigos éticos del Ministerio de Educación y Ciencia con las cadenas privadas y con las cadenas públicas, ¿por qué se incumplen reiteradamente y por qué no hay algún precepto legal o alguna forma de que esto no sea así? ¿Por qué se está permitiendo que se incumplan estos artículos y estas leyes, sobre todo en las televisiones públicas? Yo quisiera saber si a usted le parece que hagan falta leyes especiales, si seria necesario crear aluna comisión especial de control, de seguimiento de estos códigos éticos y de esas leyes que se hacen para este fin, o propiciar sólo códigos éticos para las televisiones y para los anunciantes. Por último, sí quería preguntarle -aunque ya ha comentado aigo- sobre la trasposición de la Directiva europea en materia de televisión, que el Gobierno ha remitido a las Cortes. Esperamos que pronto la tengamos aquí en el Senado para poder debatirla. Deseo también solicitarle el código ético que se ha firmado O que se va a firmar entre periodistas, según nos comentó la Directora del Instituto de la Mujer, con la que tengo la suerte de compartir los trabajos de la Comisión Mixta de la Mujer. Y no sólo eso, sino que también le agradecería que nos comentase qué se piensa en el Instituto de la Mujer, dependiente de su Ministerio, sobre la imagen y sobre los contenidos sexistas de la mujer en la publicidad, sobre todo en lo que se refiere a los trabajos realizados y a los que se están llevando a cabo sobre la imagen de la mujer en programas de televisión. Muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Gracias, Senadora Agüero. Por el Grupo Parlamentario Socialista, tiene la palabra el Senador Ardaiz. El señor ARDAIZ EGÜÉS: Gracias, señora Presidenta. En nombre del Grupo Parlamentario Socialista quiero agradecer no sólo la presencia como primera comparecencia de la Ministra de Asuntos Sociales en esta Comisión, sino también el contenido de la exposición -aparte de la brevedad a la que se ha referido algún otro colegacon el que, al menos a mi juicio, ha sabido centrar la cuestión en los términos que esencialmente pretendemos analizar en esta Comisión, y que son los relativos a los - 14 DE FEBRERO DE 1994 dos tipos de protección que requieren los menores en cuanto a los contenidos televisivos. El primero de ellos es aquel que se refiere a la agresión que pueden sufrir con los contenidos de determinados programas o con su emisión en ciertas bandas horarias. De todos modos, es difícil saber la incidencia que tienen en los niños por cuanto que la perspectiva desde la que podemos trabajar tiene en cuenta, aun sin quererlo, la moral que cada uno de nosotros tiene. A mí me ha parecido interesante que la señora Ministra centrara la cuestión desde el punto de vista de los valores constitucionales que nos son comunes a todos los presentes. En segundo lugar -y también nos parece algo fundamental- está la cuestión relativa a la posible confrontación que a veces se da entre la libertad de expresión y la utilización o manipulación de los nombres, de las imágenes de los niños. Nosotros pensamos -y por eso nos ha parecido muy sensato que se intente ponerlo de manifiesto a través de una ley que la señora Ministra nos ha adelantado que está en la fase de borrador- que cuando el derecho fundamental a la libertad de expresión, choca con el derecho a la intimidad, a la imagen, al honor de un niño, si bien la doctrina jurisprudencia1 ha puesto a veces de manifiesto que, cuando de quien se habla es de un personaje público, el derecho a la intimidad puede ceder -y algunas sentencias así lo demuestran- frente al de la libertad de expresión, creemos que, efectivamente, en el caso de los niños, nunca puede ceder el derecho a la intimidad frente al de la libertad de expresión, sino que debe ser al contrario: el derecho a la libertad de expresión debe ceder frente al derecho de la privacidad de los niños. Por eso nos congratulamos de que tenga el borrador en el Ministerio, y le ayudaríamos en lo que de nosotros dependiese, a través de esta Comisión o de las tareas que se hacen en general, a que pudiera traerlo al Parlamento cuanto antes. Yo se que estamos ante un problema que tiene difícil solución por cuanto que, según dicen normalmente, el mercado suele asignar bien los recursos, pero en este caso no sucede así con las dos partes esenciales que concurren en el mercado: el oferente del producto y su adquirente. En esta ocasión no se da ese paralelismo entre el que ofrece el producto televisivo y el usuario, sino que en todo caso se da entre el que ofrece el producto televisivo y los anunciantes, siendo los espectadores una mera «fatio» que ayuda a determinar en qué programa hay que invertir en publicidad y en cuál no. Muchas gracias, señora Presidenta. La señora PRESIDENTA: Gracias, Senador Ardaiz. Tiene la palabra la señora Ministra de Asuntos Sociales. La señora MINISTRA DE ASUNTOS SOCIALES (Alberdi Alonso): Muchas gracias. Voy a empezar contestando al planteamiento del Senador del PNV. Ha hablado de la diferencia entre televisión pública estatal y televisión privada. Desea saber qué fórmulas COMISIONFS.-NÚM. 62 podemos encontrar para hacer que esas sanciones sean efectivas en el caso de que se incurra en una conducta que sea objeto de estas sanciones, de acuerdo con la normativa vigente. También me pregunta sobre cómo se distingue entre unas u otras. Desde luego, lo que sí es importante en esta trasposición de la Directiva es que el capítulo V entero establece el régimen sancionador, y el artículo 19 se refiere a las infracciones y sanciones. Entonces, en cualquier violación reiterada de las obligaciones y prohibiciones que impone la ley en sus capítulos 11,111 y IV -y el IV es el que se refiere a la protección de los menores en los dos áinbitos a los que he aludido de la publicidad y de la protección frente a la programación- se entenderá que será de aplicación la normativa prevista en la Ley 10/1988 de 13 de mayo, en el artículo 25 de esa Ley de Televisión privada. Y dice: ...excepto la sanción de extinción de la concesión. Las sanciones previstas en la Ley 10/1988 -probablemente si alguno de ustedes ha estado en contacto con las cuestiones referentes a la normativa televisiva las conoce- son como las que siempre se establecen en los ámbitos administrativos: faltas leves, graves, y muy graves. Las leves tienen sanciones pecuniarias de 500.000 a 2 millones de pesetas, las graves de 2 a 15 millones y las muy graves de 15 millones a 50 millones. Normalmente, las sanciones pecuniarias en los medios de difusión, tanto en revistas como en semanarios o en televisión, hacen que a veces les compense más la emisión de un producto porque les produce un ingreso superior -bien sea por la publicidad o por cualquier otra razón- que lo que representa la sanción. En cambio, lo que verdaderamente sí que les puede hacer más daño es la suspensión, y en la Ley 10/1988 está prevista la suspensión de hasta quince días o extinción de la concesión. Sin embargo, en la Cey que trasponemos, se exceptúa la sanción de extinción de la concesión. Sin duda alguna, ha debido de ser una de las presiones que han ejercido las cadenas privadas porque, sobre todo con la publicidad, ha habido muchas controversias y discusiones. Hace tres o cuatro días, salía la noticia de que en otros países se están planteando un código de autorregulación que han establecido las cadenas televisivas en Estados Unidos, sin intervención administrativa. Las propias cadenas televisivas se han reunido para buscar soluciones a los contenidos violentos y agresivos en sus programaciones. No sé hasta dónde se llegará. Confío poco en esas autorregulaciones, sobre todo, como he dicho antes, por los efectos que hasta ahora han tenido. Sin embargo, desde la administración Clinton se ha dicho que se está estudiando la posibilidad de desarrollar normativas que prevean la extinción de la concesión. Es decir, el aparato del Estado tiene en su mano resortes si quiere actuar. N o creo que tengamos que llegar a tanto, pero si combinamos la toma de conciencia social sobre este tema con la aplicación rigurosa de las medidas que están en vigor, creo que podremos ir avanzando. Los trabajos y las conclusiones de esta Comisión creo que podrán ser de una gran utilidad. Por otra parte, el de la extinción de la concesión también es un tema clave, como lo es, asimismo, el de las multas, que en . -914 DE FEBRERO DE 1994 algunos casos pueden llegar a ser de 50 millones de pesetas. Normalmente esto se resuelve en el Ministerio de Obras Públicas, pero cuando la falta es muy grave, sobre todo en el caso de suspensión de la concesión, tiene que ser resuelto por el Consejo de Ministros. El Senador ha aludido también a la publicidad en horas normales -a la que yo también me he referido-, a cómo puede haber ese tipo de publicidad, publicidad que quizá no se considera como tal ya que consiste en que la propia cadena anuncia los contenidos que va a emitir por la noche, con lo cual no es publicidad que afecte específicamente a un sector social. Creo que hay que hacer hincapié en esto; quizá deba ser investigado por el Ministerio Fiscal y por los propios jueces para que se pueda llevar a cabo incluso una suspensión en este tipo de actuaciones. En algunas cadenas esto es verdaderamente llamativo y se emite a horas como las siete u ocho de la tarde, con lo cual no están cumpliendo con la banda horaria que tenemos establecida en la trasposición de la Directiva que marca u n horario que va de las veintidós horas a las seis. ni tampoco cumplen con el aviso acústico o de cualquier otro tipo que indique que esa programación es negativa para los menores. Con respecto al planteamiento de Convergencia i Unió, este Grupo también plantea el problema televisión pública o televisión privada. Quiero hacer a este respecto una pequeña mención en cuanto a que la televisión pública tiene verdaderamente unas obligaciones superiores a la televisión privada en el sentido de que, aunque todas tienen que cumplir la Constitución, las leyes y las normas de convivencia que todos nos hemos dado, sin embargo, la tclcvisión pública tiene una obligación mucho mayor de desarrollar contenidos educativos y de valoración de la solidaridad y de la convivencia. por lo que dicha televisión tendría que elaborar una programación mucho más acorde con esos objetivos. Sin embargo, debido a esa competencia tremenda que están viviendo la televisión pública y la privada en los Últimos años, competencia que ha derivado también en esos contenidos morbosos que Iia mencionado la Senadora del Grupo Popular y en los que se utilizan a veces de una forma degradante las imágenes de las personas, Televisión Española ha entrado en una programación que no es propia de una televisión pública y que, además, contradice un poco los objetivos que debe tener una programación pública. De todos modos, creo que sí hay una mayor responsabilidad por parte de la televisión pública en cuanto a contenidos televisivos, sobre todo en lo q u e se refire a tratamiento de menores, dc adolescentes y también de mujeres, a los que luego me refcrire: temas en los que tiene mayor obligación de tratar como es debido que la que puedan tener las cadenas privadas, aunque estas últimas también tienen quc cumplir con la ley. De otra parte, ya hemos visto cómo Televisión Española ha desarrollado contenidos que nunca hubiera desarrollado hace cinco o seis años, me refiero. por ejemplo. a los llamados «culebrones» de después de comer. Televisión Española hace ocho o diez años no tenía esos contenidos. desde luego. pero cuando empezó la competencia con las cadenas privadas entró en COMISIONES.-NÚM. 62 unos contenidos que nos llamaban la atención, aunque ahora la cosa ha ido mucho más allá. Ya no se trata tan sólo de esos «culebrones» que desarrollaban una imagen de la mujer, los menores o los jóvenes totalmente inadecuada desde el punto de vista de lo que deben ser los objetivos de una educación y de una promoción de valores mejores para la convivencia, sino que ahora esta televisión pública ha dado un salto mayor que nos ha llevado a otro tipo de programaciones: los weality shows» o la utilización inadecuada de imágenes de menores con motivo de hechos delictivos de los que son autores o víctimas en la mayoría de los casos. Creo que tenemos una obligación importante en relación con todo esto. Además, esta Comisión puede realizar una gran labor marcando las líneas de lo que pueda ser una actuación en el futuro en esa función educativa a la que también se ha referido el Senador. En lo que se refiere al aparato jurídico-administrativo, lo cierto es que lo tenemos; lo que hay que lograr es que funcione. Otra cosa es que vayamos hacia alternativas de futuro -como he dicho antes- concretando nuevas normas jurídicas que nos sirvan de apoyo, pero hoy también tenemos normas jurídicas: tenemos la Constitución, tenemos a los fiscales, tenemos a los jueces y tenemos también la Ley 10/1988, de Sanciones Administrativas de Televisión Española, de 3 de marzo. Por tanto, instrumentos tenemos, pero deberíamos utilizarlos mucho más. En cuando a qué podemos hacer hoy sin las modificaciones legales, quiero decir que podemos actuar con mayor rigor y que también tenemos el reto de esta Comisión que puede proporcionar muchos caminos y que puede abrir muchos cauces. Paso a referirme al planteamiento de la Senadora del Grupo Popular. Es evidente que estamos tratando de un asunto social de los más importantes, ya que se trata de nuestras futuras generaciones que son el futuro de la sociedad. Los jóvenes y los menores constituyen el futuro, y si nosotros no nos ocupamos como responsables políticos, como responsables públicos del futuro de esas generaciones, seremos responsables de no haber desarrollado y primado lo mejor de esos seres humanos, ello siempre en la medida de unas posibilidades. En todo ese proceso juegan un papel fundamental las imágenes y los contenidos televisivos. En otros tiempos la escuela, la formación en la familia eran las que iban conformando al ser humano y las que le iban induciendo a unos principios y a unos valores éticos. Sin embargo, hoy los niños, por razones sociales -que serían muy interesantes de anglizar-, por razones que han ido transformando la saciedad, están frente a la televisión muchísimo más tiempo que antes, por lo que uno de los factores clave en la educación de las nuevas generaciones es la televisión, mucho más que lo pueda ser la escuela o incluso la propia familia. De ahí que tengamos una obligación mucho mayor de incidir en este terreno. La Senadora se ha referido también a la degradación televisiva. Todos lo estamos viendo; esto no es privativo de España, sino que se trata de un fenómeno a nivel - 10 14 DE FEBRERO DE 1994 internacional. Como ya he comentado, en otros países ya se están planteando actuaciones que impidan continuar en esta línea. La señora Senadora me ha planteado los contenidos televisivos en cuanto a la tercera edad y la mujer. Quizá se deba a un pequeño error nuestro, como Ministerio de Asuntos Sociales, y hemos entendido que hoy debatíamos únicamente el tema relativo a los menores, pero, efectivamente, el título de la Comisión es concretamente el de Comisión Especial sobre Contenidos Televisivos, como decía la Senadora, y no se menciona que se hayan de tratar temas en exclusiva sobre menores. Es decir, en esta Comisión se puede tratar una gama de temas impresionante, pero en ese caso no podría haber empleado tan sólo media hora. La señora PRESIDENTA: La volveremos a llamar en otra ocasión para que pueda desarrollar esos temas. La señora MINISTRA DE ASUNTOS SOCIALES (AL berdi Alonso): Si hoy hubiera tenido que tratar también los contenidos en relación con las mujeres, los contenidos sexistas, los que están relacionados con la tercera edad y todo lo que se refiere al tratamiento de la sociedad en su conjunto, repito que hubiera necesitado más tiempo ya que todo ello es de una importancia extraordinaria. Con respecto a la tercera edad, creo que el tratamiento televisivo en principo es correcto. No tengo conocimiento de que existan quejas por parte de las asociaciones en este sentido -que en esta tema nos proporcionan una visión muy real de lo que sucede-, ni de que existan tampoco quejas individuales. Sin embargo, sí tenemos bastantes demandas con respecto a las personas con minusvalías, lo que consideramos algo muy importante. La cuestión de la supresión de barreras arquitectónicas tiene gran importancia, pero tambien la tiene el tratamiento televisivo referido a los minusválidos. Aprovechando que estamos ampliando el abanico que tenía previsto, mencionaré que tenemos muchas demandas por parte de las minorías étnicas y concretamente de la minoría gitana, cuestión también dependiente del Ministerio de Asuntos Sociales. En cuanto a esto prodríamos aportar -si no es a través de una comparecencia, sí por escrito- todas las conclusiones de un encuentro que tuvo lugar en Cáceres en el mes de diciembre, encuentro que, precisamente, dio lugar a que elaboráramos un documento de autorregulación, en este caso con las Comunidades Autónomas, documento que está en trámite, que hemos remitido a todas las Comunidades y que, si les parece oportuno, remitiremos también a esta Cámara para que sus señorías lo conozcan. Se refiere a ese tratamiento que a veces se produce en los medios de comunicación al dar una noticia o en un informativo cuando, por ejemplo, se dice: «tal persona ha delinquido y es gitanos. Este es un ejemplo un poco burdo, pero se dan otros casos más representativos aún que ellos nos han hecho llegar después de valorarlos en los que creo que aducen unas legítimas razones. En ese sentido, tendríamos que cuidar el tratamiento de la información. COMISIONES.-NÚM. 62 Con respecto a los contenidos sexistas, se trata de un tema muy amplio y fundamental en una sociedad democrática. Los contenidos sexistas en la sociedad, por tanto en la televisión, son el resultado de una sociedad sexista que ha estado dividida en función del sexo, una sociedad que ha atribuido a hombres y a mujeres distintos papeles, distintas oportunidades en la vida y distinto trato por el mero hecho de que sea hombre o mujer. Vamos avanzando en una sociedad que, al menos, permite esa igualdad de oportunidades, esa posibilidad de igualdad entre hombre y mujer, pero es una sociedad en la que todavía permanecen los fantasmas de siglos atrás, donde permanecen todos los prejuicios contra las mujeres como colectivo y la utilización del estereotipo sexual de la mujer. Además, tiene atractivo para la audiencia; es decir, igual que te dicen los técnicos que las imágenes de menores tienen atractivo y enganche con la audiencia, el tema de las mujeres lo tiene también, &igual que la utilización de la mujer como estereotipo sexual, de ahí que los publicistas lo utilicen al máximo y que los medios de difusión utilicen la imagen de las mujeres porque tiene gancho, tiene tirón, pero eso no se puede permitir. Es decir, esa rivalidad que hay con respecto a Ia utilización de la mujer tiene una razón de ser en la competencia que están viviendo las cadenas televisivas, y la utilización que se hace es verdaderamente lamentable. Le tengo que decir, porque creo que es muy importante, que en el segundo Plan de oportunidades de las mujeres, que se aprobó en febrero del año pasado por el Consejo de Ministros, hay una enorme gama de acciones que tenemos que desarrollar con respecto a las mujeres para obtener esa igualdad de trato y de oportunidades. Desde que hemos llegado al Ministerio, nosotros hemos destacado tres aspectos: el empleo, el acceso de la mujer al trabajo; la imagen y el acceso a los puestos de responsabilidad. Por tanto, hemos destacado como uno de los objetivos prioritarios del Ministerio de Asuntos Sociales el tratamiento de la imagen de la mujer desde la dignidad que hoy, a través de su reconocimento en los textos constitucionales y en las normas fundamentales, tiene derecho a exigir. Ahí entramos en el problema del tratamiento de la mujer como noticia y en la publicidad. Ya hemos tenido algunos éxitos en medios periodísticos. Hemos conseguido que se retire un anuncio de Seat, en el que había un tratamiento degradante de la mujer ya que era un estereotipo sexual, y con una reacción muy loable por parte de la compañía Seat. También hemos conseguido, junto con la presión que han ejercido numerosas mujeres y otros institutos de la mujer, que se retire un anuncio poco respetuoso con la imagen de la mujer, con la maternidad, que incitaba a la violencia sexual, que era el de «el gran musical» del diario «El País». Y o creo que sí hemos conseguido alertar a la sociedad sobre la importancia de este asunto, y nosotras, desde el Instituto de la Mujer, tenemos la opción de requerir a las empresas que actúen en esta línea para que suspendan la publicidad que consideramos ilícita; bien ilícita por discriminatoria de una forma manifiesta, o bien ilícita por discriminatoria de una forma subliminal, que existen - 11 14 DE FEBRERO DE 1994 muchas. De todas formas, para cualquier ampliación -y tenemos muchísimos trabajos al respecto- que quiera la Comisión en lo que se refiere a los contenidos sexistas en la publicidad e imagen de la mujer en los medios de comunicación, en los contenidos televisivos, estamos a disposición de esta Comisión para facilitar todo tipo de documentación. La Senadora también se ha referido a la ley del menor. Me pregunta que cuándo se va a presentar. Estamos en ello. Es una de las prioridades del Departamento y yo creo que podremos cumplir con ese compromiso, que ya asumí en mi primera comparecencia en el Congreso de los Diputados ante la Comisión de Empleo y Asuntos Sociales en el pasado mes de noviembre. También se ha referido a algo que yo he mencionado, y es que lo que no hagan la voluntad y la autorregulación, lo hagan las normas coercitivas. Efectivamente, yo confío mucho en la toma de conciencia social a través del compromiso que podemos transmitir a todos los interlocutores sociales, a los medios de difusión, a los jueces, a la sociedad en su conjunto. Conseguimos mucho persuadiendo, con la fuerza de la razón, pero esa persuasión tiene que estar apoyada en normas jurídicas de obligado cumplimiento, y lo hemos visto en un tema al que acabo de referirme, el de la mujer. Si el tema de la mujer no lo hubiéramos apoyado con normas jurídicas de obligado cumplimiento, todavía estaríamos tratando de persuadir a la sociedad sobre la justicia de nuestros planteamientos. Lo mismo cabe decir aquí. Tenemos que persuadir, pero también tenemos que regular con normas de obligado cumplimiento. Siempre se nos ha dicho, tanto en el tema de la mujer como en el de los menores, que se ha defendido la libertad de expresión. Recientemente a un director de un programa televisivo le han suspendido la emisión de un programa y ha dicho que el juez había atentado contra su libertad de expresión. Al tener una sociedad democrática como algo tan básico y tan elemental la libertad de expresión, por la que hemos luchado tantos años y que es básica en una sociedad que se diga democrática, y la nuestra lo es, ese argumento de la libertad de expresión ha servido a muchos para romper o tirar por tierra lo que podían ser los argumentos de los límites a la libertad de expresión, cuando en la propia Constitución y en todas las constituciones democráticas del mundo se expresan claramente y de una forma contundente esos límites. Y uno de los límites que está claramente establecido es el de los derechos de los grupos mas vulnerables, en este caso menores y adolescentes. La Senadora también ha preguntado si son necesarios los grupos de seguimiento. Y o creo que sí. Esta Comisión realiza un trabajo de seguimiento de lo que se está haciendo y de las alternativas de futuro. A mí me parece muy importante que se trabaje en la línea de verificar por parte de los grupos de seguimiento y en el cumplimiento de las normativas vigentes, si se cumplen o no y por qué no se cumplen. Todo eso puede y debe realizarse a través de una comisión de estas características. Por último. quiero contestar al Senador del PSOE, a COMISIONES.-NÚM. 62 quien agradezco que coincida con el planteamiento de que hemos centrado la cuestión en los dos tipos de protección. Efectivamente, yo creo que es muy importante ver esa agresión que pueden sufrir los menores y ver el ámbito de confrontación al que me acabo de referir, la libertad de expresión y los límites que esa libertad de expresión puede tener cuando se manipula y se utiliza la imagen de los menores. En cuanto al borrador de la ley del menor, le digo lo mismo que he contestado a la Senadora. Estamos trabajando activamente en ello, con un compromiso importante y como una de las prioridades del Ministerio de Asuntos Sociales. Muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señora Ministra. Voy a dar un segundo turno, porque tenemos mas tiempo del que había previsto. Quiero referirme brevemente a los problemas que se han suscitado a raíz de la intervención de la portavoz del Grupo Parlamentario Popular. Tanto el tema de la mujer como el de la tercera edad, el de los minusválidos y de las minorías étnicas son temas que tendremos que tratar en esta Comisión extensamente, tanto con respecto a las acciones que la televisión puede llevar a cabo en ese sentido, en el de recuperar la dignidad de los grupos mas desprotegidos y vulnerables, como en el de la imagen que de todos esos grupos está dando la televisión. Le doy las gracias a la señora Ministra por la disponibilidad de su Ministerio y seguramente volveremos a requerir su comparecencia o la de algún cargo del Ministerio para hablar de estos asuntos. Pasamos a un segundo turno de portavoces o de algún Senador que a título individual quiera intervenir. Por el Grupo Parlamentario Catalán en el Senado de Convergkncia i Unió, tiene la palabra el señor Codina. El señor CODINA 1 CASTILLO: Gracias, señora Presidenta. Señora Ministra, si en mi primera intervención le he agradecido su comparecencia y su disponibilidad, en esta segunda tengo que hacerlo, si cabe, con mayor énfasis, porque su exposición me ha parecido muy buena y con una responsabilidad importante de destacar. Déjeme, de todas maneras, que haga un par de comentarios breves. Usted decía que hay una legalidad vigente, que hay que aplicarla, que hay medios para ello -esta el fiscal- y que hay que sensibilizar a la sociedad en general para que haga esto. Debería ser así, porque no en vano llevamos mucho tiempo soportando algunos programas televisivos y casi nadie se ha movido en la forma que podía hacerlo. Vamos a ver si desde la publicidad de esta Comisión nos animamos todos en general y aplicamos aquello que ya tenemos hoy como medio para poder ejercer. Ha reconocido, en la línea en que yo he hecho mi primera intervención, que hay que distiguir entre la televisión pública y la privada, pero ha dicho algo que me ha 12 14 DE FEBRERO DE 1994 dejado un poco preocupado, señora Ministra. Usted ha dicho que las televisiones privadas habían conseguido, a través de su propia presión, que no pudiera llegarse a la rescisión de la concesión administrativa de la que disponen; sí a las medidas económicas y a las multas que se puedan ir aplicando según la falta sea leve, grave o muy grave. En cambio, ha dejado muy claro que en ningún caso se podía llegar a la extinción de la concesión. Es un elemento que esta ahí y que hay que tener en cuenta. Para terminar, me quiero corresponsabilizar, como usuario y como padre, de algo que se ha dicho a lo largo de la mañana, y es que son muchas las horas que nuestras hijas e hijos pasan viendo la televisión. Alguna responsabilidad tendremos los padres en dejar que vean tanta televisión. No sólo nos debemos preocupar desde aquí de que los contenidos televisivos sean los que más convienen, sino que debemos responsabilizarnos como padres. En este sentido lo digo y desde una cierta culpabilidad, ya que no en vano soy padre de cinco hijas y alguna responsabilidad tendré en que ellas vean más o menos televisión. Por tanto, esta complicidad de la sociedad en general debería empezar por nosotros, y lo digo por mí mismo. Pienso que va a costar concienciar a toda la sociedad, sobre todo cuando los que debemos hacerlo, y entre ellos yo, quizá no nos hemos preocupado lo suficiente. Gracias, señora Ministra, señora Presidenta. La señora PRESIDENTA: Gracias, Senador Codina. Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra la Senadora Agüero. La señora AGÜERO RUANO: Gracias, señora Presidenta. Vamos a hacer dos preguntas a la señora Ministra. Si me lo permite la señora Presidenta, yo voy a hacer una y el Senador Agramunt hará la otra. Señora Ministra, yo no quiero comprometerla a usted, porque la verdad es que estoy de acuerdo con muchas de las cosas que ha dicho en su intervención, pero sí quiero hacerle una pregunta: LQué tienen que hacer mal las televisiones para que puedan ser sancionadas por algún programa en el que se haya herido la intimidad, la imagen y el honor, como, por ejemplo, en el caso de las niñas de Alcásser o en el famoso caso Urquijo? Usted ha dicho que tenemos normas jurídicas-administrativas de obligado cumplimiento, pero que no funcionan. ¿Qué ha pasado para que nadie pueda sancionar, ya no con multa, sino mediante alguna nota de reproche ante casos como los que he puesto de ejemplo porque son los primeros que se me han ocurrido? Nada más y muchas gracias. La señora PRESIDENTA: El Senador Agramunt tiene la palabra. El señor AGRAMUNT FONT DE MORA: Muchas gracias, señora Presidenta. Señora Ministra, voy a hacerle una pregunta que es más que una curiosidad, compartiendo además esa gran COMISIONES-NÚM. 62 responsabilidad que los padres tenemos con nuestros hijos: ¿Por qué razón en ninguna cadena de televisión se emite al principio o en el anuncio de las películas, las series, las telenovelas y demás programación ningún tipo de calificación, como existe en el cine? Las películas de cine están previamente clasificadas, y son para menores, para mayores de 16 años, para mayores de 13, para menores acompañados o para todos los públicos. Sin embargo, en televisión no se advierte nunca la clasificación, y yo creo que sería muy sencillo hacerlo, ya que se hace para el cine. Pregunto, por tanto, si no hay ninguna norma, si sería difícil establecerla o muy sencillo, que es lo que yo creo. Y , en último caso, si está previsto regular alguna cuestión de este tipo en la ley de la infancia que se está preparando. Aunque no creo que esto resolviera los problemas, al menos seguramente nos ayudaria a los padres a tener una excusa para impedir la presión de los niños cuando se empeñan en ver, pese a todo, estos programas de televisión. Muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Gracias, Senador Agramunt. Por el Grupo Socialista han pedido La palabra el Senador Ardaiz, el Senador Arévalo y la Senadora Tesoro. El Senador Ardaiz tiene la palabra. El señor ARDAIZ EGÜÉS: Gracias, señora Presidenta. No voy a hacer ninguna pregunta a la señora Ministra, sino que intervengo solamente para.distanciarme de esa pregunta-propuesta que ha hecho la portavoz del Grupo Popular en cuanto a que se haga lo que haya de hacerse en el ámbito civil respecto a los dos casos que ha citado. Quiero poner de manifiesto que, al menos desde mi Grupo Parlamentario, no tenemos ninguna intención de hacer en esta Comisión nada que se parezca ni de lejos a la censura. Muchas gracias. La sefiora PRESIDENTA: Gracias, Senador Ardaiz. El Senador Arévalo tiene la palabra. El señor ARÉVALO SANTIAGO: Muchas gracias, señora Presidenta. Como se han tratado tantísimas cosas en esta comparecencia, que realmente parecía que era ya una relación completa de todo lo que se ha de tratar a lo largo de la Comisión, me voy a limitar a un cispecto que me parece que es el primero en el tratamiento de la Comisión: la libertad de expresión que se alega, como ha dicho la Ministra, como arma arrojadiza para justificarlo todo, y las resistencias que, naturalmente, se producen como consecuencia de la defensa de una libertad de expresión no limitada. El derecho a la intimidad y el derecho a la dignidad de las personas son tan importantes como el derecho a la libertad de expresión. Probablemente, lo primero que - 1314 DE FEBRERO DE 1994 haya que hacer es señalar con claridad los límites -la Ministra también ha hecho referencia a los límites- entre el derecho a la libcrtad de expresión y los demás derechos; el derecho a la intimidad y el derecho a la dignidad. Hay que contar también con que se van a producir unas constantes protestas. Y o ruego a la señora Ministra que nos diga si el Gobierno ha recibido presiones cada vez que, alegando el derecho a la libertad de expresión, se ha intentado poner coto a abusos que se han producido en programas televisivos, también en anuncios y en publicidad, pero sobre todo en los programas televisivos, ya que hay que entender las cosas en sus justos términos y no atemorizarse porque se quiera alegar un derecho tan fundamental como la libertad de expresión y el derecho a la información, que es, en definitiva, un derecho de los ciudadanos y no sólo dcl informador. Habrá que encontrar la forma de que, sin ninguna censura, como acaba de decir el portavoz del Grupo Socialista, y sin ningún remedio que impida todas las libertades, se tenga la garantía dc conseguir, también con el autocontrol, los objetivos que se pretcndcn con la libertad y con el derecho. Muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Gracias, Senador Arévalo. La Senadora Tesoro tiene la palabra. La señora TESORO AMATE: Muchas gracias, señora Presidenta. Señora Ministra, parece que hay un acuerdo generalizado en esta Comisión, por supuesto, y en el Pleno del Scnado que aprobó la constitución de esta Comisión para cl estudio de los contenidos televisivos, y en el tema que nos ocupa hoy sobre los menores parece que también hay un acuerdo generalizado de que no nos gustan los programas dirigidos a los menores ni cómo son éstos tratados en esos programas. En cso, en principio. parece que estamos de acucrdo, pero para que algo cambie en la utilización de los menores y en los contenidos tclevisivos hacen falta varios rcquisitos: que cambie la legislación, que la Administración tenga una potestad sancionadora, pero tambien que cambien las tnentalidadcs de los ciudadanos; es dccir. es necesario quc se den unos cambios importantes, entrc ellos. que tengan los ciudadanos cauces de participación para dcinostrar su desacuerdo con ciertos contenidos televisivos. Aycr inisino tenían conocimientalos ciudadanos dc unos teléfonos de su Ministerio. del Instituto de la Mujer, cn los que se puede denunciar cualquier maltrato y cualquier contenido en medios de comunicación. cn anuncios de publicidad. etcétera, que sean vejatorios o humillantes para las mujeres. Han cambiado las leyes y la Administración tiene potestad sancionadora, pero nos preguntanlos si no sería posible, aparte de que. por supuesto. la Administración intervenga cada vez que tenga argumentos en cuanto a que se conculcan los derechos del menor en los contenidos televisivos, establecer un cauce de participación de los ciudadanos para que manifestemos de modo fehaciente nuestro malestar y disconformidad con la utilización de los niños en la publicidad y en los contenidos de COMISIONES.-NÚM. 62 la televisión. Recuerdo el caso del Duque de Feria, en el que había niños involucrados, y todavía no conozco ningún medio de comunicación que haya sido sancionado por la utilización de una niña que era víctima y objeto pasivo de la comisión de aquel delito, cuya imagen fue publicitada una y mil veces, lo que en otros paises quizá no hubiera sucedido. Nada más y muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Gracias, Senadora Tesoro. Doy una última palabra la Senadora Agüero, que ha vuelto a pedirla. Si alguien más quiere intervenir, que pida la palabra ahora, y luego daremos la palabra a la señora Ministra. La Senadora Agüero tiene la palabra. a La señora AGÜERO RUANO: Muchas gracias, señora Presidenta. No quiero entrar en debate con lo que voy a decir en este momento. Supongo que la señora Ministra habrá entendido claramente mi pregunta -si no, la repito- en el sentido de que mi Grupo Parlamentario no ha pretendido jamás hacer censura de ningún programa. Quiero explicarlo bien, porque siempre surgen problemas de comprensión entre el portavoz socialista y esta portavoz. Vuelvo a manifestar que mi Grupo jamás ha dicho ni jamás dirá que se retire un programa de televisión. Siempre hemos dicho que la ética, la estética del programa, la educación y el estilo tienen mucho que ver en la idea de que se pueden compaginar perfectamente la libertad de expresión, la libertad de información y todo lo que se ha dicho en esta Comisión. Nada más y muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Gracias. La señora Ministra tiene la palabra. La señora MINISTRA DE ASUNTOS SOCIALES (Alberdi Alonso): Muchas gracias. En primer lugar, responderé al Senador Codina, de Convergencia i Unió. Efectivamente, los medios que tenemos no son tan importantes como los que vamos a tener una vez traspuesta la Directiva, porque ya se refiere específicamente a esta protección de los menores en el ámbito de la publicidad y en el ámbito de la programación; y también a la protección de los demás grupos, porque alude claramente a cualquier discriminación, desprecio o ausencia de dignidad en grupos, bien sea por razón de raza, sexo, religión, nacionalidad, opinión o cualquiera otra circunstancia personal o social, es decir, reproduce el artículo 14 de ia ConstitUción. Con este instrumento vamos a tener muchas más posibilidades que con los que podamos tener ahora. Pero sí hay que tener en cuenta -y con esto respondo a otros planteamientos que se han hecho- que tenemos los instrumentos civiles y penales. Tenemos la acción que puede y debe entablar el Ministerio Fiscal, que desde la Circular 2/93 esta entablando, y en ocasiones ha solicita- 14 - 14 DE FEBRERO DE 1994 do la suspensión cautelar de la emisión de una actuación, siendo ésta suspendida por el juez. Es decir, que tenemos instrumentos jurídicos que están en el Código Penal y en el Código Civil, sobre todo en el Código Civil -porque en este último caso se realizó en un Juzgado de Primera Instancia, el número 28 de Familia de Madrid-, aplicando la Ley de desarrollo del articulo 18 de la Constitución, en cuanto a la intimidad, y las normas de protección de menores del Código Civil. Es decir, que los nstrumentos se tienen. Ahora bien, normalmente, La través de quién puede ser más efectiva esa actuación? A través del fiscal y del juez. Precisamente una de las funciones del fiscal es actuar en defensa de los menores, y esa defensa puede ser de tipo penal y también de tipo civil, y puede ser de actuación previa, solicitando del juez la suspensión de un programa como medida cautelar. Eso se ha hecho y se debería hacer más a menudo, pero que nadie entienda que eso es una censura, es cumplir con la función de defensa de un grupo vulnerable que está recogida en la Constitución y que, naturalmente, no pone en cuestión el derecho básico a la libertad de expresión ni, como ha dicho muy bien otro Senador, el derecho a la información, que es un derecho de los ciudadanos, el derecho a recibir información veraz. Dejo aparte todo el debate existente sobre el alcance de la información, si es veraz y cuándo es veraz. Verdaderamente, no debe ser incompatible una cosa con otra. Hay muchos derechos fundamentales que entran en colisión con otros derechos fundamentales, y una labor muy importante es la de establecer los límites y hacerlo claramente. Y o creo que están claramente establecidos en la Constitución y, como he dicho al intervenir inicialmente, en la doctrina consolidada que ha emanado de las sentencias del Tribunal Constitucional. Aludía el Senador Codina a la responsabilidad de los padres, al igual que el Senador del Grupo Parlamentario Popular. Efectivamente, la responsabilidad de los padres es enorme. Yo creo que los grupos de padres están trabajando, por lo menos los que yo conozco. Son asociaciones de padres que han trabajado con el Ministerio de Educación el año pasado para el acuerdo de autorregulación que están en el control de seguimiento. Es un grupo de padres que está siguiendo la programación televisiva. También hay otro grupo que está trabajando en relación con la Dirección del Menor, que se está ocupando de este tema. Es decir, que hay una enorme preocupación por parte de los padres, pero los padres muchas veces no tienen cauces para poder manifestar esa incomodidad o esa situación, y no todos tienen tiempo para pertenecer a una asociación y trabajar. La Senadora doña Martirio Tesoro, del Grupo Parlamentario Socialista, ha aludido a un tema importante como es el de abrir cauces de participación. En esa línea tenemos abierto este teléfono y hay muchas posibilidades de que se abran más caminos para facilitar esos cauces de participación. Es decir, que los padres o los adultos, cuando vean que existen situaciones de este tipo, puedan ponerlo de relieve para que quede patente ese malestar, bien sea con cartas a los periódicos o a través del teléfo- COMISIONES.-NÚM. 62 no. Todo eso coadyuva a crear esa opinión contraria a determinados contenidos televisivos, así como también ayuda a que las propias televisiones piensen que deben modificar sus planteamientos y a que, naturalmente, desde los poderes públicos y la responsabilidad política se aprueben leyes que apoyen estos planteamientos. Con respecto a la pregunta de qué más tienen que hacer las televisiones para que sean sancionadas, por ejemplo, creo que el caso Urquijo se llegó a suspender, pero no estoy segura. El caso de Alcasser tuvo una utilización tan tremenda que hizo recapacitar a la sociedad sobre la agresión tan extraordinaria que se había realizado sobre esas niñas, su recuerdo y sobre sus familias; una explotación de los sentimientos humanos y un tratamiento indigno de lo que era una desgracia. Ahí se abrió un debate importante en la sociedad, quizá ése fue el punto de inflexión, porque creo recordar que el tema de las niñas del Duque de Feria fue posterior. Desde luego, confío muchísimo en la labor de jueces y de fiscales, y creo que están en una línea muy positiva. Tuve ocasión de reforzar ese planteamiento con motivo del encuentro internacional de juristas que hubo en Madrid y que dio lugar a esa Declaración de los Principios de Madrid, que también refuerza el planteamiento de los límites a la libertad de expresión y al derecho a la información. El Senador Agramunt se refería también, aparte de la preocupación de los padres, a que pudiera haber una advertencia previa, algo que pudiera servir a los propios padres de justificación frente a los hijos como un argumento de autoridad, porque hoy en día cada vez más las relaciones padres-hijos no son tan jerárquicas -y eso es bueno- como eran antaño, y quizá haya que negociar más con los hijos. Y o no tengo noticia de que esto exista, pero lo que sí se dice en la normativa para el futuro de la trasposición de la Directiva es que habrá que advertir sobre el contenido por medios acústicos, Ópticos o de ambas clases. Éste podría ser un camino -que queda abierto a través de esta disposición- para que pudiera haber en las televisiones un anuncio de qué tipo de películas se van a dar, si son o no aconsejables; en fin, un calificativo para que los padres pudieran tener más capacidad para negar o convencer a los niños de que no deben ver esas películas o esas programaciones. En cuanto a la intervención del Senador del Grupo Parlamentario Socialista, estoy totalmente de acuerdo en que hay que trabajar en la línea de que todo lo que estamos planteando va en la dirección de que es un derecho básico en la sociedad la libertad de expresión y el derecho a la libre información. Es un derecho básico de la sociedad, pero tiene sus límites. Y muchas veces se ha utilizado, como decía otro Senador, este argumento -y yo he aludido a ello- para, llegando a utilizaciones excesivas de esa libertad de expresión, poder invadir los derechos de otros grupos, especialmente de los grupos más vulnerables. El citado Senador ha aludido, naturalmente, a la dignidad de las personas y a que nos conviene expresar claramente los límites. Por Último, quería referirme a la intervención de la 15 14 DE FEBRERO DE 1994 Senadora doña Martirio Tesoro. Además del mencionado cauce de participación, también ha aludido al cambio de mentalidad. Estamos todos de acuerdo en el objetivo, estamos de acuerdo, incluso, en los instrumentos, porque tenemos muchos: instrumentos de autorregulación, instrumentos normativos; es decir, tenemos que buscar todo tipo de instrumentos, pero esos instrumentos van a tener un objetivo que, desde luego, tiene que ser el cambio de mentalidad. Ese cambio de mentalidad Lo conseguiremos quizás con más lentitud que otras metas, porque reformar una ley o hacer una ley nueva es más rápido y más fácil que cambiar la mentalidad. Pero sucesos tan graves como los que han ocurrido en muchas ocasiones, como el de Alcasser, por ejemplo, o el del duque de Feria, han golpeado la conciencia de la sociedad y nos han hecho sentir que teníamos que actuar. Prueba de ello es la creación de esta Comisión y, más aún, las dos proposiciones no de ley que en el curso de los últimos meses se han propuesto en el Congreso de los Diputados por el Grupo de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya la Última y por el Grupo Parlamentario Popular la primera. Muchas gracias, señora Presidenta. La señora PRESIDENTA: Quiero agradecer a todos los componentes de la Comisión su participación activa, que enriquecerá mucho este debate si se animan los distintos miembros a participar personalmente. Quiero agradecer también a la señora Ministra el detalle con que ha contestado a todas las intervenciones y su evidente entusiasmo en la defensa de los derechos sociales fundamentales. Se suspende la sesión hasta la una. (Pausa.) Sc. reanuda la sesión. La señora PRESIDENTA: Vamos a continuar la sesión para no retrasarnos más, aunque supongo que tiene que llegar aún bastante gente. - COMPARECENCIA DEL PRESIDENTE DEL CON- SEJO GENERAL DE LA ABOGACíA. (7 l3/000087.) La señora PRESIDENTA: Comparece ahora don Eugenio Gay. Presidente del Consejo General de la Abogacía y Decano del Colegio de Abogados de Barcelona. Su presencia nos ha parecido sumamente interesante, no sólo por su competencia en estos temas dada su trayectoria personal, sino porque también en los últimos meses se ha manifestado, a propósito de algunos programas televisivos, acusándolos de juicios paralelos, con lo cual su interés en la materia es especial. El señor Gay tiene la palabra. El señor PRESIDENTE DEL CONSEJO GENERAL DE LA ABOGACíA (Gay Montalvo): Gracias, señora Presidenta. En primer lugar. agradezco muy sinceramente la invi- COMISIONES.-NÚM. 62 tación que el Senado me ha cursado para intervenir en esta Comisión sobre contenidos televisivos. La pregunta que me formularon en su momento sobre los aspectos jurídicos que plantea el examen de la programación televisiva en relación con problemas tales como la posible violación de derechos fundamentales y el conflicto entre la libertad de expresión y los derechos de información y a la intimidad personal y familiar, así como la protección de los menores es extremadamente sugerente, aunque, por otra parte, difícil de abordar porque son muchos los temas que pueden entrar en colisión. Pero hay algo que inmediatamente me animó a responder que sí, cuando la Presidenta de la Comisión me telefoneó, y era el poder hacer el examen o recorrido a través de los derechos fundamentales o de los derechos humanos. Yo diría que en estos momentos estamos viviendo una de las épocas más importantes de formulaciónjurídica de los derechos fundamentales. El recorrido a través de la historia ha sido difícil y larguísimo, pero siempre se ha ido apuntando hacia esta meta que, afortunadamente, llegó en un momento difícil de la historia de la humanidad, precisamente después de las dos guerras europeas. Con la Declaración Universal de 1948 culminan las aspiraciones de todos los juristas de todos los tiempos y, sobre todo, de los juristas que entienden el Derecho como norma reguladora de las conductas humanas. Dice el profesor Teo Van Boven que hoy en día forman parte de la conciencia jurídica internacional y que nadie en ningún país, absolutamente en ninguno, quiere separarse de esa conciencia jurídica internacional, ni quiere ser tachado de violador de los derechos humanos. Y eso lo vemos en hechos a veces tan curiosos como en las propias guerras, o en la situación que ocurre hoy día en los países de la ex república de Yugoslavia donde nadie dice que está violando los derechos fundamentales. Pero les debo decir que me quedé enormemente impresionado la primera ocasión que tuve la oportunidad de acudir en la Asamblea de Naciones Unidas a la Comisión de Derechos Humanos. Presidía entonces la asamblea el profesor Koajemanns, que había sido profesor mío en el Instituto de Derecho Comparado y que hoy en día es el Ministro de Asuntos Exteriores de los Países Bajos, y al iniciar su discurso dijo: mientras nosotros nos reunimos y yo pronuncio estas palabras, mueren diariamente de hambre 40.000 niños en el mundo. Aquello me impresionó que se dijera desde la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos y desde entonces les he de decir que el Derecho y mi profesión de abogado han tenido otro sentido para mí y que la forma en que he estado observando y trabajando sin duda alguna tiene otras connotaciones muy diferentes a las que tenía en un principio. Diría, sin embargo, que la característica de la profesión de abogado que represento, y que algunos de ustedes también comparten o han compartido, proviene de ese apócope del latín, «ab auxilium vocatum», aquel que es llamado en auxilio de otro, También la caracteriza la defensa de los intereses jurídicos ajenos e igualmente se caracteriza por la independencia de la profesión. Ésa es - 16 - 14 DE FEBRERO 'DE 1994 su garantía: la democracia, que es el marco, y la división de poderes, que es la fuerza de la democracia. La independencia de nuestra profesión es algo que nosotros hemos defendido de una forma total y absoluta y debo decirles que nace en el año 550 antes de Cristo, precisamente en la Atenas de Solón, donde se regula por primera vez la profesión de abogado, y se regula de tal forma que en aquella época solamente la podían ejercer hombres libres, es decir, no podían ser ni mujeres, ni personas dependientes, porque eso era precisamente lo que caracterizaba al abogado en cuanto a preservar su independencia. Por otra parte, era gratuita, porque si mediaba un precio parecía que tampoco podía ser independiente el que ejercía dicha profesión. Sin embargo, dejaban reservados a los abogados los cargos públicos, cuando dejaban de ejercer como tales, porque decían: ¿quién mejor para defender los intereses de la colectividad que aquellos que han sabido defender los intereses de los particulares? La elocuencia era considerada como un don importantísimo, porque precisamente a partir de ella se podían defender los intereses ajenos, los intereses de otras personas. La abogacía ha recorrido un largo camino, el largo camino de la historia, íntimamente unido al desarrollo de los pueblos y de las civilizaciones, y en democracia ha sido donde realmente se ha desarrollado con mayor esplendor, tanto en Grecia, como después en Roma, como en nuestros días. Les pondré a ustedes unos ejemplos muy significativos y uno muy reciente: Alemania. Un mismo país, una misma cultura y una misma lengua. Antes de la caída del muro de Berlín presentaba la siguiente proporción: en Alemania occidental, 55.000 abogados; en Alemania oriental, 800. Eso les da a ustedes una idea de la importancia del papel que tiene la abogacía en el mundo democrático y en el mundo desarrollado y la dificultad del ejercicio de esta profesión en los países totalitarios, o en los países donde no se respetan los derechos fundamentales en su totalidad. Pocos meses después de la caída del muro de Berlín tuve ocasión de estar en Polonia, en el momento también de la transición, y para un país similar al nuestro en extensión y en número de habitantes, unos 40 millones, mientras nosotros teníamos del orden de 60.000 abogados, en Polonia tenían 2.400. Acompañado por el Presidente del Consejo del Poder Judicial de Polonia, asistí a un juicio en el que se pedían seis años de condena para una persona. Me di cuenta de que allí había tres magistrados, el Ministerio Público y un señor esposado. Al acabar el juicio pregunté cómo es que no había ningún abogado y me dijeron que los acusados podían elegir entre si querían tener una defensa profesional o hacerla ellos mismos. Naturalmente, el problema tenía una solución rápida, siempre preferían defenderse a si mismos que ser asistidos por un abogado. Y ése es el resultado donde no existe, en definitiva, verdadero derecho de defensa, ni existe independencia. Asimismo, siempre ha habido una tentación por parte de estos países y estos regímenes totalitarios de acabar o con la colegiación obligatoria o disolver los colegios pro- COMISIONES.-NÚM. 62 fesionales. Un ejemplo clarísimo lo tenemos en Chile. El general Pinochet al llegar al poder disolvió de alguna forma esa obligatoriedad de la colegiación. Los abogados se agruparon en torno a su viejo Colegio y quien fuera su vicedecano fue luego su Primer Presidente de la República, don Patricio Alwyn, y su decano, el anciano Senador don Raúl Retig, el que rindiera aquel maravilloso informe sobre los derechos humanos ante Naciones Unidas, el «informe Retig». En Perú, el golpe del señor Fujimori hizo que precisamente el doctor Aramburu, antiguo Senador y embajador de su país ante Suecia y el Reino Unido, abriera las puertas del colegio de abogados de Lima a la Asamblea Parlamentaria, lo cual costó realmente la disolución inmediata de la federación de colegios y el cierre de la financiación económica al colegio de abogados de Lima. Las Naciones Unidas, a través de su enviado especial, señor Artucio, constata en Guinea Ecuatorial cómo es precisamente su colegio de abogados el que mantiene de una forma clarísima la llama de los derechos humanos y de las libertades de los ciudadanos. Pero, evidentemente, esto se puede hacer en el seno de una sociedad democrática en la que se tengan claramente delimitadas las funciones del Ejecutivo, del Legislativo y del Judicial que son, desde mi punto de vista, la verdadera fuerza de esa democracia. Cualquier sistema que altere la independencia de estos poderes o que menoscabe un poder en beneficio de otro pone en cuestión el frágil sistema democrático, que creo que tenemos la obligación de defender, como ustedes, sin duda alguna, lo están haciendo desde su función específica. Pero hoy en día contamos, y a nadie se nos oculta, con una nueva realidad, con un nuevo poder. Hay muchos más poderes, pero hay uno que tiene una influencia extraordinaria, cual es el de los medios de comunicación. Diría que las sociedades modernas no pueden vivir sin los medios de comunicación y diría que la modernidad y el gran o espectacular desarrollo de la democracia se lo debemos a los medios de comunicación. Qué duda cabe que en estos momentos, gracias a la luz y a los taquígrafos, no solamente estamos informados puntualmente de todo cuanto ocurre en el mundo político y e n el mundo económico, sino de todo cuanto ocurre en la sociedad internacional. Pudimos vivir con verdadera esperanza cómo en un mismo año desde la Plaza de Tiananmen, pasando por la Plaza Central de Brandemburgo y acaband o por la extrema occidental Plaza de la Moneda el mundo entero gritaba libertad y lo veíamos en nuestra casa, desde nuestros aparatos de televisión, gracias precisamente a esos prodigios de la ciencia y a esa capacidad de estar en el conflicto y en el lugar donde se producen los hechos de los medios de comunicación y, en especial, de los periodistas. Pero, naturalmente, nos encontramos con una continua existencia de intereses legítimos que son contrapuestos y ésa es la realidad misma de la vida. No es una casualidad que esto haya sucedido a través de los siglos; ésa precisamente es una de las artes del legislador y una de las cuestiones más importantes del derecho: compagi- 17 14 DE FEBRERO DE 1994 nar el respeto entre intereses legítimos contrapuestos que en muchas ocasiones llegan a una posible colisión de los derechos, que además son fundamentales y han sido reconocidos como tales. Por otra parte, son derechos todos ellos protegidos desde la Declaración Universal de 1948 que, como les decía, desde mi punto de vista es la culminación de esa aspiración de la humanidad. A partir de la misma, gracias a su artículo 28, entran en cascada en todo el ordenamiento jurídico internacional y también en los ordenamientos jurídicos internos que recogen lo que no dejan de ser sino simplemente unos principios o unas declaraciones con una voluntad de positivizarse y de llegar a quedar profundamente incardinados en el ordenamiento jurídico tanto internacional como nacional. Entre los principios que hoy estamos analizando aquí, y en concreto para ustedes que tienen una responsabilidad en esta Comisión, tienen una importancia trascendental los derivados de los Pactos Civiles y Políticos de Nueva York del año 1966 que los recogen en forma muy clara; así como la Constitución española del año 1978 que no solamente los recoge en el Capítulo 11 y 111 de su Título 1, sino que además en el pórtico que lo abre, de una forma preciosa, yo diría que además clarísima, deja explícito en el artículo 10.2 que todos los derechos fundamentales a los que se refiere serán interpretados conforme a la Declaración de los Derechos Humanos del año 1948 y a aquellos tratados suscritos y ratificados por el Estado Español sobre la materia. Indudablemente, quedan también recogidos en el ordenamiento jurídico europeo a través del Convenio de Roma del año 1950, de Protección de los Derechos Fundamentales, que nace precisamente de esa voluntad que aflora en el año 1948 y que inmediatamente después, el estatuto constitutivo de Londres de 1949 del Consejo de Europa va a recoger. Y o diría que estos instrumentos dejan claro cuáles son los derechos fundamentales. Pero yo me pregunto, y es un poco la duda y la reflexión que también efectué el otro día cn el simposio organizado en Madrid por la Comisión Internacional de Juristas y Unicef celebrado en el Consejo General del Poder Judicial, cuál es el bien a proteger en estos casos de posible colisión de derechos fundamentales. Creo que por encima de todo la dignidad humana es el bien supremo que hay que proteger. ¿Por qué? Porque realmente la aspiración plasmada en el trilema precioso de la Revolución Francesa: libertad, igualdad y fraternidad abre unas expectativas jurídicas importantes que se recogen y se plasman precisamente en ese artículo primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. A mí me parece que ahí queda claramente especificado por qué es la dignidad. Es decir, todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. El artículo primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos deja clarísimamente sentado el principio que ya había sido proclamado a través de los siglos, que había sido internacionalizado a través de esa declaración del 26 de agosto de 1789, pero que de una forma muy COMISIONES.-NÚM. 62 concisa, muy concreta, se plasma en dicho artículo primero poniendo la dignidad humana como premisa fundamental. Por tanto, yo diría que todos los derechos tienen sus límites y, por supuesto, el derecho de la información también los tiene. Y o creo además que deben fijarse límites a los derechos. Desde mi punto de vista no hay un derecho sin límite porque por encima está un bien superior que es el de la dignidad humana. Y así la Declaración Universal en su artículo 12 dice: Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. He aquí un límite clarísimo establecido en el artículo 12 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: el derecho absoluto a la vida privada, a la vida familiar, al domicilio, a la inviolabilidad de la correspondencia y a los ataques a la honra o a la reputación de las personas. Yo creo que esto es una cuestión fundamental en el momento de tratar todos los derechos en general. Y el artículo 19 dice: Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión, incluyendo el derecho a no ser molestado a causa de sus opiniones. Es decir, de la misma forma que se establece de una manera rotunda ese derecho a la privacidad, a las propias opiniones, a la propia correspondencia, también le da el derecho al individuo de proclamar sus opiniones, de manifestar libremente su opinión, de expresarla en cualquier medio y de no ser molestado en ningún caso por causa de estas opiniones. El Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos de Nueva York de diciembre de 1966 al que hacía referencia, ratificado por España el 13 de abril de 1977, reproduce absolutamente estos principios, haciéndolos un poco más extensos en los artículos 17 y 19. Por una parte, el derecho a esa privacidad, el derecho a la intimidad y la inviolabilidad de esos derechos y, por otra, precisamente aquello a lo que hacía referencia en el artículo 19 de que todo el mundo tiene derecho a dar esa opinión. Respecto al Convenio de Roma de 1950 sobre Protección de Derechos Humanos es relativamente poco conocida por los ciudadanos su importancia. Es un Convepio que luego será citado en el Tratado de Roma de 1957, constitutivo de las Comunidades Económicas Europeas, y también en el preámbulo del de Maastricht. Este Convenio de Roma de 1950 establece por primera vez en la historia de toda la humanidad la posibilidad del individuo, del ciudadano, de convertirse en sujeto de derecho internacional público, antes reservado exclusivamente a los Estados y absolutamente vedado a los particulares. Y por vía de ese artículo 25 del Convenio de Roma el individuo podrá dirigirse contra su Estado en aquellos aspectos en los que considere que han sido violados los derechos fundamentales. Pues bien, en dicho Convenio en SU artículo 8 se establece tanto el derecho a la privacidad y el derecho a la inviolabilidad del domicilio como el derecho, lógicamente reconocido en el artículo 10, a la libertad de expresión. Recuerdo que en el año 1985, presidido por Sus Majestades los Reyes de España, se celebró un importantísimo coloquio en Sevilla sobre este tema y fue - 18 - 14 DE FEBRERO DE 1994 . ampliamente debatida la posible colisión de los derechos de información y de expresión respecto a los derechos de intimidad, honor, etcétera. Dice el artículo 10: Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o de comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber injerencia de autoridades públicas sin consideración de fronteras. El presente artículo no impide que los Estados sometan las empresas de radiodifusión, de cinematografía o de televisión a un régimen de autorización previa. El ejercicio de estas libertades que entrañan deberes y responsabilidades podrá ser sometido a ciertas formalidades, condiciones, restricciones o sanciones previstas por la ley que constituyan medidas necesarias en una sociedad democrática para la seguridad nacional, la integridad territorial o la seguridad pública de la defensa del orden y la prevención del delito, la protección de la salud o de la moral, la protección de la reputación o de los derechos ajenos, para impedir la divulgación de informaciones confidenciales o para garantizar la autoridad y la imparcialidad del poder judicial. Es decir, nosotros nos movemos dentro de un marco jurídico internacional y en estos momentos en artículo 10 del Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos podemos decir que es derecho de nuestro propio país. ¿Qué es, por tanto, intimidad, honor, propia imagen, libertad de expresión, información? Son principios y conceptos que se barajan constantemente en el mundo del derecho. La libertad de expresión, sin embargo, como se ha dicho, es la piedra de toque de una sociedad democrática, y yo diría que sin libertad de expresión no existe realmente democracia; por tanto, es un bien superior a proteger en cualquier caso. La libertad de expresión es piedra de toque fundamental. Y o me atrevería a decir que es piedra de toque del talante democrático y liberal de cualquier poder, por pequeño que sea, y pienso en los monopolios periodísticos y en la lucha por el control de los medios de comunicación que sufren a menudo los periodistas. Pienso en el reciente caso ocurrido en Italia con el director de un importante periódico, el señor Indro Montanelli. La libertad de expresión es piedra de toque de las sociedades democráticas, pero es piedra de toque del talante democrático de cualquier poder y, por tanto, hemos de preservar siempre esta libertad de expresión. Así lo manifiesta nuestro artículo 20 de la Constitución, que señala entre los derechos que se reconocen y protegen el de comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. Y mas adelante dice el mismo artículo que la Ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional, dos cuestiones largamente reivindicadas por los periodistas, concretamente por el Colegio de Periodistas de Cataluña, que conozco bien. Es decir el derecho de comunicar y recibir información libremente ha de estar por encima de cualquier otro, pero, ha de ser veraz, como añade inmediatamente, y hay que regular, además, dos cosas fundamentales que son la cláusula de conciencia y el secreto profesional. El artículo 18.1 garantiza el derecho al honor, a la COMISIONES.-NÚM. 62 intimidad personal y familiar y a la propia imagen, realizándolo precisamente en el artículo 20.4, donde establece el límite. Y o creo que es importante que lo repasemos; a mí me gusta repasarlo. Dice el artículo 20.4: «Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Título, en los preceptos de las leyes que lo desarrollan y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia.» Es decir, lo declara y, por otra parte, también declara el derecho a la libertad de información y de expresión, pero vuelve la propia Constitución a marcar los límites. Es decir, que la Constitución deja clarísimamente especificado la importancia que tiene para nosotros el honor, la intimidad, la propia imagen y la protección de la juventud y de la infancia. La Ley Orgánica 1, de 5 de marzo de 1982, es precisamente la consecuencia lógica de esta proclamación. Por tanto, yo diría que se han establecido los mecanismos que hacen posible esa tutela efectiva por vías procesales, previstas en una parte en esta Ley Orgánica y reforzadas, además, por el recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional. La jurisprudencia constitucional ha venido estableciendo que el valor preferente del derecho de información sólo prevalece sobre los derechos fundamentales de las personas afectadas o perjudicadas en la medida que su sacrificio resulte necesario para asegurar una información libre en una sociedad democrática. Es decir, que reconoce el sacrificio de otro de esos derechos. Sólo prevalece sobre los derechos fundamentales de las personas -dice- en la medida que su sacrificio resulte necesario para asegurar una información libre en una sociedad democrática. Y o diría que es en este marco en el que los propios periodistas se dan cuenta de la importancia que tiene un código de deontología en su profesión, y así el 22 de octubre de 1992 el Colegio de Periodistas de Cataluña, y más tarde la Asamblea de Periodistas, aprueban este código que yo diría que es un ejemplo del valor moral y democrático de una profesión que ha trabajado de una forma clarísima por la democratización de nuestro país y que colabora en el mantenimiento de esa pureza con su independencia. Me remito, y si ustedes quieren les puedo facilitar el texto íntegro, a ese código deontológico en el que, sin duda alguna, queda profundamente protegido el derecho al honor y a la intimidad de las personas. Lo mismo nos ocurre a los abogados y a los profesionales que intervenimos en el mundo de la justicia. Y o diría que la confidencialidad y el secreto profesional son elementos básicos para que nosotros podamos efectuar una defensa independiente y, sobre todo, para que podamos respetar el sistema democrático y la privacidad de las personas, y así lo reconoce el legislador. El Código Penal, en su artículo 360, castiga a los abogados y procuradores que faltemos a esa obligación, no sólo deontológica, así como la Ley Orgánica del Poder Judicial en su artículo 437 y el Estatuto General de la Abogacía en el artículo 41. Tenemos el deber, pero también el derecho, de mantener ese secreto. A los jueces y magistrados les afecta el artículo 367 del Código Penal y los artículos 137 y 396 de la - 19 14 DE FEBRERO DE 1994 Ley Orgánica del Poder Judicial. Están obligados a guardar el secreto profesional. ¿Esto entra en colisión con la publicidad de los debates judiciales? De ninguna manera. No sería lógico tener hoy en día debates secretos. Hace años, afortunadamente, que se superó el procedimiento inquisitorial, y así lo manifiesta el artículo 680 de nuestra Ley de Enjuiciamiento Criminal, artículos 120.1 y 124.2, y así lo dicen los pactos de Nueva York del año 1966 en su artículo 14. Sin embargo, la difusión del secreto puede ser permitida, y aquí es dónde realmente puede existir el problema. Numerosas instrucciones de la Fiscalía General del Estado en nuestro país y en otros países protegen aquellos aspectos de la intimidad de las personas que no resultan necesarios para tener un conocimiento exacto de cuál es el sentido de la justicia, la transparencia de la justicia o la independencia del poder judicial, pero que puedan afectar directamente a las personas. Por ejemplo, todo el tema de menores, en los que algunas instrucciones del Ministerio Fiscal obligan a los fiscales a solicitar que los juicios se celebren a puerta cerrada. Es lógico que una sociedad democrática establezca estas precauciones. Llevar a lo que se ha venido en llamar «Reality shows)) el conocimiento de la serena necesaria administración de la Justicia puede poner en duda la credibilidad del Estado democrático. Y o sé que esta afirmación puede ser arriesgada, pero la Administración de Justicia es algo delicadísimo. El error judicial es contra lo que han estado luchando jueces, magistrados, fiscales, abogados a través de todos los siglos. Hay un libro delicioso de ese gran abogado francés, René Floriot, sobre los errores judiciales que pone los pelos de punta. Y o diría que las personas que se ven involucradas en un tema que afecta a su honorabilidad, muchas veces a su propia vida y a su patrimonio deben ser tratadas con todo el respeto y con toda la delicadeza. Tanto la Asamblea de Decanos de los Colegios de Abo-, gados españoles como el Consejo General de la Abogacía se han pronunciado en contra de este tipo de procedimientos públicos o paralelos en los que los abogados -y me refiero exclusivamente a los abogados, aunque podría referirme también a cualquier otra de las personas implicadas- participan desvelando los secretos que han tenido precisamente en la confidencialidad, o desvelando aquellos sumarios que están protegidos por el secreto. En ningún caso eso debe hacerse. Todo ciudadano tiene derecho a un juicio justo e imparcial. Y establecer un juicio justo e imparcial le ha costado a la humanidad siglos de trabajo. El marqués de Beccaria, en el siglo XVIII, decía en su libro -que, por cierto, fue incluido en el índice, incluso para las personas que tenía autorización para leerlo- que era imprescindible tener en cuenta la proporcionalidad de la pena. Y estamos hablando de una época en la que no había medios de comunicación, pero él se refería a la infamia que podía caer sobre una persona. Hoy en día los Medios de Comunicación pueden conducir un error judicial a través de todos los continentes. Hoy en día una equivocación en un juicio tiene una re- COMISIONES.-NÚM. 62 percusión que no tenía hace tan sólo cincuenta años. Y por encima de todo, como valor superior de un Estado democrático, está la presunción de inocencia. No pueden jugar las sociedades democráticas con este principio fundamental. Por tanto, imaginémonos hasta qué punto es necesario ser cuidadoso en el juicio y en todo el sistema absolutamente imprescindible de garantías y de igualdad de las partes. La irreparabilidad del daño causado puede ser realmente enorme. Y o diría que evaluar la erosión de la Administración de Justicia y la desconfianza en los Tribunales no es fácil, pero el hecho de que la justicia sea tratada con ligereza a través de los medios audiovisuales en nada ayuda, o en muy poco favorece, a la consolidación de nuestro orden decomocrático. El juicio, el proceso es algo realmente importante para una sociedad, pero ha de serlo mucho más para una sociedad democrática. Fijémonos en que el propio Tribunal de Estrasburgo -ese Tribunal nacido del Convenio del año 1950, al que hacíamos antes referencia, cuya jurisprudencia, por otra parte, ha pasado de una forma directa, a través del famoso caso Routilie contra el Estado francés, en el Tribunal de Luxemburgo, a formar parte de la propia jurisprudencia del Tribunal de la Comunidad Económica Europea, hoy de la Unión Europea- protege la confidenciaiidad hasta el extremo de que sustituye el nombre de las personas que intervienen por siglas o por letras para no dañar la imagen de estas personas que acuden ante el Tribunal de Derechos Humanos. Esto quiere decir que un Estado democrático respetuoso con los derechos fundamentales ha de ser extremadamente respetuoso con las personas. Hoy, los medios audiovisuales conviven en la intimidad con nosotros hasta unos extremos que a veces llenan la soledad e incluso los momentos de desesperación de las personas, desde la más avanzada edad hasta los más jóvenes. Por tanto, los videos, estos areality shows», muchas veces intervienen con tal fuerza que separan a la justicia e incluso a la propia sociedad de la serenidad que necesitan. Un caso clarísimo ha sido el de los niños de Liverpool, del que se ha hablado tantísimo. ¿Es posible condenar con esas penas tan horrorosas a unos niños que han cometido un crimen, tremendo, por otra parte? ¿Qué movió a esos niños a realizar ese crimen? ¿Podemos culpar, como alguien decía, a los videos o a ese tipo de películas de ser la causa y el móvil del asesinato? Es un tema, en cualquier caso, difícil de tratar. ¿Pero podemos sustraernos a la presión de los medios de comunicación respecto de la condena a estos menores? Son temas que se han debatido ampliamente y sobre los cuales me es muy difícil pronunciarme. Yo diría que es una barbaridad que unos niños sean condenados a unas penas tan enormes, porque son personas que se están formando, que reciben estímulos que imitan, como todos los niños hemos hecho, y que luego tienen que pagar con esas penas tan desproporcionadas. Yo diría que la legislación ha de proteger especialmente al menor, y debo de decir que la legislación española protege al menor. Hay suficiente y abundante legislación, - 20 14 DE FEBRERO DE 1994 tanto a nivel del Estado como a nivel de Comunidades Autónomas. Proteger al menor es una responsabilidad colectiva, una responsabilidad de todos nosotros. Creo que la señora Ministra ha estado hablando sobre estos temas, y si después ustedes quieren yo les puedo ampliar algo respecto de la legislación. Dan Rather, el famoso periodista norteamericano, decía recientemente, en un importante periódico de nuestro país, que no es bueno tener audiencias altas sin honor, pero la televisión ha de generar beneficios. He aquí un problema que se nos plantea. La cadena que detenta ese desafortunado y equívoco programa de «La Máquina de la Verdad» dice que ha recurrido ya al Tribunal Constitucional por el secuestro de un programa en el que iba a intervenir la niñera de una criatura inocente que vive una tragedia personal. Esperemos que el veredicto, siempre ponderado, del Tribunal Constitucional diga si el Juzgado y la Audiencia actuaron correcta o incorrectamente. Lo cierto es que la justicia impidió la emisión de ese programa, y personalmente creo que hizo bien. Por desgracia -y esto lo digo desde mi responsabilidad como Presidente del Consejo General de la Abogacíadebo decir que alguno de los abogados que han intervenido en ese programa han avergonzado a la profesión que me honro en presidir. Y lo digo exactamente así. No se puede intervenir ante los medios de difusión para explicar las intimidades conocidas en el ejercicio de la profesión, pero menos aún para acusar, sin posibilidad de defensa, a nadie. Y esto-se lo digo a ustedes, señores Senadores, desde la responsabilidad del cargo que me honro en ostentar. Pero, por fortuna, no es ése el talante de nuestra profesión. Desde siempre nuestra profesión ha velado por los derechos del hombre. Podría extenderme quizás horas hablando al respecto, porque además me gusta, pero sólo quiero citarles a un abogado de todos los tiempos y que está fuera de cualquier sospecha: A Cicerón. Él decía: De las virtudes, la de mayor extensión es la que tiene por objeto el hombre. Nada de lo que fue creado lo fue sino para el hombre, y el hombre, para los hombres. He ahí el resumen de esa lucha por la dignidad de la persona y esa obligación que tienen los Estados democráticos, que han de hacer un esfuerzo por ser fuertes en el respeto de todos los derechos, pero, sobre todo, en el respeto a la dignidad de las personas y de los más desprotegidos, en este caso de los menores. No cuestionemos en ningún momento la libertad de expresión y de información. Cuestionemos el daño que desde esa entrecomillada libertad de expresión y de información se puede hacer y, sobre todo, en el desprecio que desde esa entrecomillada libertad de expresión y de información se puede hacer de los demás derechos fundamentales, tan dignos de protección como ése. En resumen, éstas serían las reflexiones que me he permitido traer a su consideración, quedando, sin duda alguna, dispuesto a contestar las preguntas que quieran hacerme. 62 COMISIONES.-NÚM. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor Presidente, por esa reflexión, que creo que ha sido muy contundente, rigurosa y ciara, sobre la función de la abogacía en una democracia que crea realmente en los derechos humanos. Pasamos a las intervenciones de los portavoces. ¿Grupo Parlamentario Mixto? (Pausa.) ¿Grupo Parlamentario de Senadores Nacionalistas Vascos? (Pausa.) ¿Grupo Parlamentario de Coalición Canaria del Senado? (Pausa.) Por el Grupo Parlamentario Catalán en el Senado de Convergencia i Unió, tiene la palabra el Senador Codina. El señor CODINA 1 CASTILLO: Muchas gracias, señora Presidenta. Gracias, señor Gay, por su comparecencia hoy en esta Comisión y por su -me atrevería a decir- brillante exposición, especialmente por lo que hace referencia a la profesión de la abogacía, lo que representa su historia, y lo que sin duda deberá confiar la sociedad, aun durante muchos años, en esa profesión. Centrando la cuestión sobre aquello que nos ocupaba especialmente en la Comisión, que era escuchar la opinión del Presidente del Consejo General de la Abogacía en lo que se refiere a los contenidos televisivos, creo que de nuevo se ha puesto de manifiesto el difícil equilibrio que habrá que conseguir entre el derecho a la libertad de expresión y a la información y el respeto de todos los derechos humanos. Con la intervención de la Ministra esta mañana ha quedado patente que no va a ser fácil. Hay unas leyes que garantizan el respeto a la intimidad, de las que también hablaba la Ministra, en lo que se refiere al mundo de los menores, pero, en cambio, aun teniendo los mecanismos, en la sociedad todavía no hemos sabido encontrar la manera de que estos atentados que se eatán produciendo en algunas televisiones contra la libertad de las personas, contra su intimidad, contra la familia, etcétera, hayan podido tener hoy por hoy algún tipo de consecuencia. Se produce una dicotomía, porque aunque una televisión.tiene que producir beneficios y, por tanto, una mayor audiencia, ¿hasta qué punto debe permitir la sociedad que las televisiones estén lindando en este punto de' equilibrio entre lo que debe ser el beneficio de una televisión -supongo que se refieren a las privadas, aunque en estos momentos algunas de las públicas están cayendo también en esa misma mecánica- y lo que debería ser el derecho que debemos tener todos los ciudadanos a que se nos respete nuestra intimidad? Por tanto, señor Gay, me han quedado tantas preguntas por hacerme a mí mismo que no voy a plantearle ninguna a usted. En la línea de la reflexión, me quedo con su discurso, y a lo largo de la discusión de toda esta Comisión, estoy seguro de que, al final, su aportación va a ser importante. Muchas gracias, señora Presidenta. La señora PRESIDENTA: Gracias, Senador Codina. - 21 - 14 DE FEBRERO DE 1994 Por el Grupo Popular, tiene la palabra la Senadora Agüero. La señora AGÜERO RUANO: Gracias, señora Presidenta. Ante todo, quiero dar las gracias a don Eugenio Gay por su presencia en esta Comisión y por su brillante intervención. La verdad es que muchas de las preguntas que iba a hacer mi Grupo han sido prácticamente contestadas en su exposición. Como usted sabe, Últimamente critican a la televisión tanto políticos como profesionales del medio, cineastas, productores de cine, jueces y abogados. Los espectadores se hacen eco, a través de las distintas asociaciones, de sus abusos, especialmente en el terreno de la publicidad y en la vulneración de los derechos fundamentales, sobre todo en los llamados weality shows». Éstos ocupan más de 3.000 minutos semanales, es decir, 50 horas semanales en la programación de las televisiones de todo el Estado. Se trata de unos programas muy variados, que no sólo llaman la atención del público, sino que, en algunos casos, dc algunas instancias judiciales. La televisión, como medio de comunicación de masas, tiene notables consecuencias sobre las pautas socioculturales y de comportamiento del individuo, véase el ejemplo que usted ha puesto, el tristcrnente famoso de los niños de Liverpool, que copiaron su acto brutal de una película de dibujos animados llamada «El muñeco diabólico». Pero nos preocupa y con razón -y me alegra, además, que haya sacado usted esta cuestión- que la nociva influencia de la televisión pueda llevar legítimamente a los abogados defensores a culpar a la influencia de este medio de la conducta delictiva de sus clientes. Y le voy a poner un ejemplo. El mes de diciembre pasado, en la provincia de Granada, u n joven de diecisiete años fue detenido por la policía e identificado como el guerrero «ninja» porque había atacado con una espada y una ballesta a una pareja. En el juicio se solicitaron veintitrés años de cárcel por parte del fiscal y cuarenta y seis por parte de la acusación particular, que consideraba al joven responsable de dos delitos de asesinato en grado de frustración, mientras que la defensa argumentaba que se encontraba bajo un estado de enajenación mental transitoria. El guerrero «ninja» reconoció ante los jueces que atacó a una pareja. vestido y armado como un guerrero japonés, sin poder establecer los motivos que le llevaron a ello, aunque sí afirmó que los ató y golpeó para aumentar el siinbolisino de su acción dc poder sobre ellos. El joven reconoció haber visto con anterioridad una película en televisión sobre las acciones violentas de guerreros «ninja» americanos en Japón. y que le entraron ganas de matar a todo Dios. Esa noche hirió a la pareja con una ballesta y una espada samurai. Yo le pregunto, dado el cargo que usted representa en este momento de Presidente del Consejo General de la Abogacía, qué opina usted sobre esa posible enajenación mental transitoria derivada de la influencia de los pro- COMISIONES.-NÚM. 62 gramas de televisión. Porque lo cierto es que el tribunal que condenó a los niños de Liverpool dijo con sorprendente claridad que entre los factores que influyeron en ese suceso espantoso había que incluir la afición de los niños a los programas violentos, y es la primera vez, que yo sepa, que se da el primer paso para que, jurídicamente, la televisión sea responsable de todas las cosas que emite. También me gustaría preguntarle si le parece a usted bien -y realmente ya me ha contestado- la presencia y la participación de los abogados en los programas llamados «reality shows», cuando en muchos de ellos y en los temas que se analizan hay un proceso judicial paralelo que todavía no se ha archivado o no se ha concluido. Usted ha hablado del error judicial, ha dicho que se pone en duda la credibilidad de la justica, y en eso estoy muy de acuerdo, porque lo hemos presenciado en los últimos programas, no sólo de televisión, sino también de radio, en los que se da un veredicto popular con las llamadas por teléfono, con lo que entramos en esa dinámica de que haya un proceso judicial, la televisión o los medios de comunicación den un veredicto a través de llamadas telefónicas, y al cabo del tiempo el juez pueda dictaminar lo contrario de lo que se haya podido presentar en televisión. Por tanto, la credibilidad de la justicia quedaría en entredicho. En los Últimos tiempos la presunción de inocencia esta un poco en el aire porque parece que todo el mundo es culpable. Por ponerles un ejemplo me referiré a un conocido de todos. No diré el nombre porque todos ustedes lo conocen. Pues bien, en un programa de radio se preguntaba exactamente si ustedes se fiarían de un señor banquero que últimamente está en el candelero por la intervención del banco que él dirige, No entiendo que se haga la pregunta en estos términos: jse fiaría usted de don fulano de tal? La contestación de esta pregunta ha dejado a este señor en tal situación que probablemente no vaya a poder vender ni pipas. Por último, quería preguntarle si usted cree que con todas las leyes y convenios internacionales que amparan los derechos fundamentales, porque efectivamente hay una sofisticada legislación, es posible la interposición de demandas civiles con petición de indemnizaciones contra las cadenas de televisión por posibles daños a menores o a terceros. No sé si esto se hace en otros países. Además, quería saber si usted cree que la demanda de estas peticiones se hará común. La abogacía en España tiene prohibida la publicidad por su código deontológico. Pero, ¿no cree que cuando se presentan los abogados en un programa de televisión se puede estar haciendo una publicidad personal de unos determinados letrados? Además, quiero preguntarle a usted si sabe si el Consejo de la Abogacía ha actuado en esta materia. Nada más y muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Gracias, Senadora Agüero. Por el Grupo Parlamentario Socialista, tiene la palabra el Senador Ardaiz. - 22 14 DE FEBRERO DE 1994 El señor ARDAIZ EGÜÉS: Gracias, señora Presidenta. Le doy las gracias también a usted, señor Presidente del Consejo General de la Abogacía, don Eugenio Gay, por comparecer hoy aquí. He de decirle que estoy fundamentalmente de acuerdo, hablo en representación de mi Grupo, con lo que ha dicho respecto de la colisión de derechos fundamentales, como el de libertad de expresión y otros. Usted ha dicho que lo fundamental para que eso sea así es la dignidad proclamada por el artículo 10 de nuestra Constitución. Además, su conculcación es peligrosa para el mantenimiento de los valores democráticos fundamentales de los que este país se ha dotado para su convivencia, para ayudar al orden político y a la paz social, como dice el artículo 10 de la Constitución. Como usted ha indicado, la necesidad de que en los medios de comunicación se respete a las partes que intervienen en los procesos judiciales, demandante, demandado, abogados, etcétera, quería recabar su opinión, puesto que aquellos que me han precedido en el uso de la palabra han puesto algunos ejemplos y, además, está ya anunciado un programa en televisión en el que se pretende reproducir una especie de juicio o, por lo menos, las partes esenciales que existen en un juicio, el demandante, el demandado y el juez, acerca de si, independientemente del tratamiento que se le dé en su momento, el simple hecho de ponerlo en marcha conculca ese respeto que usted ha tenido con aquellas cuestiones relativas a los temas judiciales o si, por el contrario, la cuestión tal como se ha definido, es decir, la escasa definición que conocemos hasta la fecha del programa en cuestión, puede ayudar a que los españoles tengan por costumbre el acudir a un árbitro en vez de a las instancias judiciales. Muchas gracias, señora Presidenta. La señora PRESIDENTA: Gracias, Senador Ardaiz. Tiene la palabra el señor Presidente del Consejo General de la Abogacía. El señor PRESIDENTE DEL CONSEJO GENERAL DE LA ABOGAC~A(Gay Montalvo): Muchas gracias, señora Presidenta. En primer lugar, quiero agradecer al señor Codina sus reflexiones sobre mi intervención. De la misma forma, se las agradezco a la Senadora Agüero y al Senador Ardaiz. Intentaré, por tanto, responder a las preguntas que me han formulado los representantes de los Grupos Popular y Socialista. Comparto las reflexiones que han efectuado los dos Senadores. Respecto de la partición de los abogados en este tipo de programas, debo decirles que mi reprobación es total, es decir, en tanto en cuanto ellos desvelen temas que hacen referencia a los casos que están llevando y que deben ser protegidos por la confidencialidad. Piense usted que hay una importante sentencia del Tribunal de Casación de París confirmando una sanción del decano de París sobre un abogado que conducía en estado etílico y se negó a soplar en la prueba de la alcoholemia. El decano de París le puso una sanción, una represión pater- COMISIONES.-NÚM. 62 nal como se llama ya. Él no estuvo de acuerdo. La recurrió. El Consejo del Colegio la ratificó. Fue a la vía contenciosa y llega hasta la última instancia. En la última instancia, en el Tribunal de Casación, se le dice: «hace usted bien en invocar el principio “non bis in idem” porque ya le han sancionado a usted como ciudadano. Y además, hace bien en decir que usted en ese momento, de madrugada, no actuaba como abogado. Sin embargo, los franceses depositamos en los abogados, nada más y nada menos, que la defensa de nuestros intereses jurídicos en cuestión. Por tanto, exigimos de estos profesionales una conducta tal que nos permita acudir a ellos con total confianza. Y por ello su decano ha hecho bien en sancionarle a usted. Creo que esta sentencia tiene su lógica. El otro día regresando de Londres vi al leer «The Times» la siguiente noticia, también curiosa: «abogado expulsado de la “Law Society” por bigamia». El tema es difícil porque entra en la vida privada. No se le expulsa por su vida privada, sino porque ha conseguido dos actas matrimoniales engañando a dos personas. En la «Law society» británica hay un anuncio que dice: «acuda usted al abogado, el abogado jamás le engaña». Y es verdad, no le puede engañar porque es notario y porque no hay registro civil. Por tanto, tiene que decir la verdad, si no, no funcionarían las relaciones jurídicas en Inglaterra. Uno puede tener la vida privada que le dé la gana, pero lo que no puede tener usted son dos actas de matrimonio. Por tanto, este señor ha sido expulsado. ¿Qué quiere decir esto? Que las sociedades democráticas y las sociedades maduras exigen de los abogados seriedad. Esa es la seriedad que debemos exigir. Yo le voy a decir a usted, por lo que respecta al Colegio de Abogados de Barcelona, que sí se han abierto diligencias informativas y que se han incoado expedientes disciplinarios por este tipo de actuaciones. Una cosa completamente diferente es que un abogado acuda a íos medios de comunicación para hablar de un tema que él conoce y que se manifieste como cualquier ciudadano. Pero entonces no está actuando como abogado, sino que está dando una opinión como jurista, como ciudadano. Naturalmente, a unos los llamarán de una determinada cadena, de un determinado medio, y a otros los llamarán de otros. Los abogados, afortunadamente, pertenecen a todo el abanico social. Por tanto, creo que ésa es una cuestión completamente diferente. Comparto su criterio -ya he dicho en mi intervenciónsobre la presunción de inocencia. Hablaré ahora de los veredictos populares. En Francia hoy en día dicen que no hubieran condenado a muerte a Luis XVI ni a María Antonieta, que no les hubieran guillotinado. Es muy probable. Los momentos de pasión, los momentos en que las garantías se cuestionan son difíciles para la justicia. En el despacho del Decado de los abogados de París hay un abanico de María Antonieta. Ella no tenía quien la defendiese; por ese motivo la tuvo que defender un abogado de oficio. Aquel abogado hizo todo lo que pudo, y la noche antes de que la guillotinaran ella le pagó los honorarios con su abanico. ~ , - 23 14 DE FEBRERO DE 1994 Al colegio de Abogados de aquella época, y también este abogado, que no sé si era o no partidario de la Revolución, les correspondió hacer esa defensa. Este abogado murió al cabo de pocos meses en el exilio. En aquella época del Terror en Francia la respuesta a la abogacía fue la disolución del Colegio de Abogados. Ya he dicho que hay épocas difíciles a este respecto y que a las dictaduras, sean del signo que sean, no les gustan los abogados. Por todo ello, yo le diría a su señoría, en cuanto a los veredictos populares, que hay que mirarlos con muchísimo cuidado. Si ya es esto difícil cuando se cuenta con todas las garantías, imagínese si no ha de ser difícil aceptar por teléfono. Se puede mover a los sentimientos, se puede apelar incluso a la demagogia más sofisticada, no ya a la más burda. Por tanto, hay que ser muy cuidadosos. El proceso requiere de serenidad y de tiempo, aunque no de tanto como el que a veces se toman, y lo cierto es que esto no se puede lograr a través de un veredicto telefónico. En cuanto a si se puede solicitar una responsabilidad civil, creo que sí. Si hay una responsabilidad por parte del Estado, también hay una responsabilidad por parte de las cadenas privadas. Po; supuesto que el daño debe tener una reparación, incluso aquel que moralmente es irreparable. Creo, por tanto, que los ciudadanos y las instituciones están legitimados para poderlo hacer y, además, nuestro ordenamiento jurídico lo permite. Quisiera decirle al señor Ardaiz que, lógicamente, también comparto su criterio y las consideraciones que ha hecho. Respecto al tema de los weality shows», creo que ya he respondido bastante, pero el señor Senador ha mencionado algo preocupante. Se ha referido a la posible reproducción de juicios en televisión ante la opinión pública. No deja de ser un tema grave cómo se establecerán las reglas de ese juicio, cuánto tiempo intervendrá cada parte, dónde se situarán las cámaras, a quiénes enfocarán más o menos, quién dirigirá los debates o qué preparación jurídica tendrá esa persona para dirigirlos, ya que no es lo mismo dirigir un programa de televisión, concediendo o cortando la palabra y favoreciendo más a uno que a otro por exigencias de un programa, que juzgar. En una sala de justicia el juez o el presidente del tribunal escuchan por igual a una parte que a otra. Las partes pueden proponer con tiempo suficiente los medios de prueba, e incluso hay inecanismos para interrumpir unas determinadas actuaciones o para corregir una determinada conducta, pero si todo esto es efectuado en una cadena de televisión no deja de ser difícil de prever. Piense usted en lo difícil que ya resulta llevar a cabo algo así dentro de nuestro ordenamiento jurídico. No sé en qué términos se habrá previsto este programa si es que se va a realizar, pero tengo noticias, al igual que usted. de que algo se ha dicho respecto a eso. Tampoco sé quién va a someterse a un juicio así. Lo que sí pediría es que en cualquier caso quedara muy claro que eso será cualquier otra cosa. pero nunca un juicio. La señora PRESIDENTA: Gracias, señor Presidente. COMISIONES.-NÚM. 62 Podemos permitirnos un segundo turno de intervenciones. Tiene la palabra en primer lugar el Senador Agramunt. El señor AGRAMUNT FONT DE MORA: Muchas gracias, señora Presidenta, Muchas gracias, señor Presidente del Consejo General de la Abogacía. Y o quería insistir en una idea importante que ha sido planteada por distintos Portavoces, y que usted, quizá al haberse referido en su comparecencia a una gran cantidad de cuestiones ha pasado un poco por alto. He visto la circular que ha enviado la Asamblea de Decanos de los Colegios de Abogados en función de un acuedo unánime de dicha Asamblea y que está relacionada con la presencia de abogados en este tipo de programas. Llega incluso a recomendar que se evite que comparezcan y participen en este tipo de programas los abogados y letrados de los distintos Colegios -yo tengo el honor de pertenecer a uno de ellos-. La primera vez que vi aparecer a estos letrados en defensa de sus clientes en pantalla en este tipo de programas ya me sorprendió. Me gustó mucho la intervención de la Asamblea de Decanos en este caso, pero a lo que voy es que, en realidad, la cuestión que ahí se plantea es que esas intervenciones normalmente van a estar en contradicción con sentencias ya emitidas -me refiero, por ejemplo, al «caso Urquijo»- o, lo que considero todavía más grave, van a estar en contradicción con asuntos que están todavía «sub iudice», caso, por ejemplo, de los novilleros de Murcia, tema sobre el que; estando todavía en el Tribunal Supremo, y no habiéndose dictado sentencia firme todavía se dictó una sentencia -entre comillas- en un programa. Quisiera insistir en que nos diera su opinión sobre hasta dónde llega el derecho a la información -y hemos hablando muchas veces que hay una gran contradicción en ello, seguramente es la principal misión de esta Comisión-, el derecho a la libertad de expresión y los derechos individuales. Por ejemplo, esta misma noche quienes quieran tendrán la oportunidad de ver cómo se desmenuzan temas en Televisión Española 1 -en este caso en la televisión publica, en un programa que se llama «Código 1»- como el de ese chico que mató a su padre con una ballesta hasta el del caso del padre de un campeón de «rallies» que disparó contra una persona que le había robado el bolso a su mujer. Es decir, que este programa no se va a limitar a la información del hecho -lo cual sería una cosa lógica-, sino que se van a desmenuzar en él una serie de cosas con lo que se va a dar lugar a que prácticamente al día siguiente del suceso se dicte una sentencia o, cuando menos, se emita un veredicto popular. Creo que esta cuestión debe excitar a esta Comisión a hacer la siguiente reflexión: nosotros le pedimos al Presidente del Consejo General de la Abogacía que nos ayude y nos dé un poco de luz en esa difícil misión que tiene encomendada esta Comisión para que lleguemos a ser capaces todos sus miembros -si es que lo somos, espero que sí- de poner de acuerdo esos dos derechos fundamentales. - 24 14 DE FEBRERO DE 1994 COMISIONES.-NÚM. 62 La señora PRESIDENTA: Gracias, Senador Agramunt. Tiene la palabra el Senador Guía. El señor GUÍAMARQUÉS: De modo muy breve, y abundando en opiniones ya manifestadas por todos aquí, tengo que decir que soy un abogado de pueblo y que por eso mismo me dirijo a mi Presidente planteándole una queja que me viene.de la gente de mi pueblo que es la siguiente: muchas veces la gente de a pie, la gente de la calle opina que los abogados asumimos nuestra responsabilidad en pocas ocasiones y dicen que cuando se denuncia alguna presunta actividad no deontológica realizada por algún abogado, la sanción por parte de los Colegios no es la adecuada precisamente en función de ser miembro de uno de esos Colegios. Y o me refería a esto en relación con el tema que estamos tratando, los programas televisivos con contenidos de esta índole, en los que queda patente que los Colegios han actuado en casos muy puntuales y en los que también queda patente que hay deteminados abogados y abogadas, que siempre son los mismos, que gozan de una notoriedad pública evidente, y que continuamente en weality shows», en intervenciones sobre casos que están todavía en fase de instrucción, hacen manifestaciones que están muy por encima de lo que es la propia información del hecho, abogados que continuamente aparecen y que seguirán apareciendo. La sensación que tenemos todos es que contra esas personas no se toma ningún tipo de medidas. Mi pregunta es muy concreta y abunda en la actuación de los Colegios en este sentido: quisiera saber si usted, como Presidente del Consejo General de la Abogacía, tiene pensado algún tipo de iniciativa que redunde en la solución de este problema. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señoría. Tiene la palabra el Senador Ardaiz. El señor ARDAIZ EGÜÉS: Muchas gracias, señora Presidenta. En este segundo turno de intervención, me gustaría hacer una pregunta muy concreta. El artículo 1 de la Ley Orgánica de Protección del derecho al honor, la intimidad y la propia imagen, establece que dicho derecho es irrenunciable, inalienable, e imprescriptible; pero en el artículo 2." se indica que nunca se considerará violado ese derecho si existe el consentimiento previo del titular del mismo, aunque se señala como excepción a los menores o incapaces. Me gustaría recabar su opinión acerca de si esa compra -como podríamos denominarla- de la intimidad de las personas supone, simplemente, un consentimiento o, a su juicio, y a la vista de los artículos 1 y 2." de dicha Ley, la intimidad puede ser un objeto contractual. Muchas gracias. .O .O La señora PRESIDENTA: Gracias, Senador Ardaiz. Tiene la palabra el Presidente del Consejo General de la Abogacía. El señor PRESIDENTE DEL CONSEJO GENERAL DE LA ABOGACÍA (Gay Montalvo): Muchas gracias. En primer lugar, quiro agradecer al Senador y compañero, señor Agramunt, su intervención. En cuanto a lo que ha indicado, le diría que los romanos eran muy sabios. Por tanto, nos deberíamos preguntar, como hacían ellos: si se van a desmenuzar los hechos acaecidos por un hijo enfermo que acribilla a su padre con una ballesta, o por un ciudadano que mata fortuitamente, o no, a una persona que le ha robado el bolso a su mujer, y van a ser tratados en profundidad, ¿qui prodest? ¿A quién aprovecha? ¿Qué interés tiene para la colectividad conocer los sentimientos antinaturales de un hijo y qué interés tiene para los ciudadanos españoles ver esa miseria? ¿Qué interés tenemos en conocer los móviles que llevan a una persona a disparar, con resultado de muerte -y no establezco ninguna calificación jurídica-, a otro ciudadano? Creo que cuando sepamos la respuesta a esa pregunta, o nos atrevamos a buscarla, encontraremos la solución a estos problemas. Sin duda alguna, hay que proteger a la colectividad y el derecho de información, pero el abuso de cualquier derecho es una puerta abierta a la tiranía, es decir, todos los derechos han de tener un límite. Por tanto, preguntémonos lo que se preguntaban los romanos. Por otro lado, comparto absolutamente lo expuesto por el Senador -y también compañero- Guía. Sin embargo, también hay que tener en cuenta la proporción de la pena. Todo ha de tener proporciones. Lo que ocurre es que esas sanciones no han llevado a la expulsión. Personalmente, me he dirigido, como Presidente, a algunos decanos, solicitando que abrieran expedientes a determinados abogados, y me consta que así se ha hecho. Algunos decanos de una Comunidad a la que se ha hecho referencia me han telefoneado para decirme que habían abierto expediente a abogados que habían acusado públicamente a algunos inculpados o a otros compañeros. A este respecto, el Colegio de Abogados de Barcelona abrió unas diligencias no hace mucho. Al final de mi intervención he señalado que, lamentablemente, algunos de los abogados que han intervenido en el programa «La Máquina de la Verdad» -como creo que se llama- han avergonzado -con mayúsculas- a la profesión que me honro en presidir. Y no se trata simplemente de una vergüenza -que se pasa-, sino que la responsabilidad de la abogacía exige que, como mínimo, se abran unas diligencias informativas para conocer el porqué de esas actuaciones. Y si éste no queda claro, que se exija la sanción -si es que corresponde- establecida al respecto, aunque a lo mejor ésta es pequeña. Sin duda, ése debe ser el procedimiento. Por otra parte, también debo romper una lanza en favor de la abogacía. Son cientos de miles los asuntos que se tramitan al cabo del año, y si ustedes leen los informes del Defensor del Pueblo, o los de los «ombudsman» autonómicos, comprobarán que, afortunadamente, son muy pocas las quejas que existen sobre nuestra profesión en relación con otras administraciones, aunque nos gustaría -125 - 14 DE FEBRERO DE COMISIONES.-NÚM. 62 1994 que no hubiese ninguna. A ése respecto, he de señalar que la inmensa mayoría de los abogados ejerce dignamente, y con probidad, su profesión, y eso también supone un motivo de satisfacción. En cuanto a la cuestión planteada por el Senador Ardaiz, es muy aguda y de difícil respuesta. ¿Podemos realmente vender nuestra intimidad? Se puede vender todo, pero habría que preguntarse si, moralmente, es lícito hacerlo. De hecho, se está vendiendo y también hay un cierto respeto. Y o diría que el que quiera vender su intimidad sea libre de hacerlo, si encuentra un comprador. Otra cosa es si la sociedad debe ser la destinataria de esa venta, porque es el tercero al que no se pregunta. Y cuando lo que se compra y se vende pertenece a esa miseria humana, creo que la sociedad debe tener algún derecho. Por tanto, como he dicho, su pregunta constituye un motivo serio de reflexión, y así lo recojo, aunque me es difícil darle una respuesta exacta, porque puede haber -y de esto sabe mucho más la doctora Camps- un lícito jurídico y un ilícito moral. Pero insisto en que creo que la sociedad también tiene un derecho. Muchas gracias. facción y que me enaltece profundamente es comparecer ante las Cámaras, en este caso concreto para dar mi opinión o mi visión, mejor dicho, y la del Ministerio Fiscal en general, sobre un problema que ocupa y preocupa a la sociedad española, a los poderes públicos en general y, por supuesto a esta Cámara. Una de las preguntas que probablemente se habrán hecho sus señorías en la sesión de esta mañana es la de si el ordenamiento jurídico positivo español e internacional es lo suficientemente satisfactorio en orden a la protección de la intimidad personal y familiar, del honor y de la propia imagen y, fundamentalmente, en orden a la protección de la juventud y de la infancia, que es lo que nos congrega aquí esta tarde. Posiblemente una de las conclusiones que se van a plantear es si realmente hay que tomar más iniciativas legislativas para perfeccionar este ordenamiento jurídico. En mi opinión tanto el marco jurídico internacional como el nacional es exhaustivo, totalizador y, por tanto, suficiente para afrontar con eficacia este problema. No hace falta poner de manifiesto cuál es ese marco jurídico nacional e internacional referido a los derechos del niño. Sin olvidarme de la Declaración Fundamental La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, don Eugeni de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1948 de Gay. Le agradecemos su comparecencia ante esta Comi- Naciones Unidas, o del Pacto Internacional de Derechos sión. Sin duda, sus reflexiones nos v'an a ayudar muchísi- Civiles y Políticos, o de la Convención Europeoa, fundamentalmente hay que hacer referencia a la Convención mo para la elaboración de nuestro informe. de Derechos del Niño de 1989 de Naciones Unidas, a las Se suspende la sesión hasta las cuatro de la tarde. reglas de Beijins de 1985 y a la famosa Recomendación 87 del Comité de Ministros del Consejo de Europa. En Eran las catorce horas y treinta minutos. este marco jurídico internacional se deja perfectamente claro que hay que evitar cualquier injerencia en la vida SP rc~anirdafa sesión a las dieciséis horas y cinco mi- privada del menor y hay que rechazar cualquier injerennutas. cia en su honor y reputación. Este marco jurídico internacional se completa en España, como es sabido, fundamentalmente con la Ley Orgá- COMPARECENCIA DEL FISCAL GENERAL DEL nica 1f1982, y con la Ley 62/1978, de Protección de ESTADO. (7 13/000088.) Derechos Fundamentales. Habría otros prtkedimientos quizás aconsejables no ya desde instancias legislativas, La señora PRESIDENTA: Buenas tardes, señorías. sino desde la sociedad, desde las organizaciones profesioEn nombre de la Comisión, doy la bienvenida al Fiscal nales para intentar preservar y proteger a la infancia y a General del Estado, don Eligio Hernández, y le agradezco la juventud. Ahí están, por ejemplo, esas reglas de deonsu presencia. Esta mañana, en las dos comparecencias tología profesional del periodismo, aprobadas el 28 de que hemos tenido, se ha puesto de manifiesto la impor- septiembre en Sevilla por la Federacion de asociaciones tancia del Poder Judicial y el relevante papel que puede de la prensa, que si se aplicasen por todos los profesionajugar para hacer que la legislación se cumpla y se respete les de la información probablemente no tendríamos que en relación con la preservación de los derechos básicos y recurrir a las normas coactivas del Derecho. Pero ya safundamentales bemos todos que eso es un desiderátum y el Derecho Sin mas, doy la palabra a don Eligio Hernández. tiene que estar ahí para proteger uno de los bienes jurídicos, uno de los valores más importantes de una sociedad El señor FlSCAL GENERAL DEL ESTADO (Hernán- democrática, como son la juventud y la infancia. dez Gutiérrez): Buenas tardes. ¿Cómo ha operado este marco jurídico positivo en la En primer lugar, tengo que agradecer a la Presidencia práctica? El Ministerio Fiscal no había tomado una inide esta Comisión la invitación que me ha hecho para ciativa para que cada fiscal y fiscalía iniciaran aquellas hablar de un tema cuyo significado e importancia no acciones pertinentes en defensa del honor, de la intimihace falta resaltar. Me siento honrado al comparecer ante dad personal y familiar, de la imagen, en general, de la el Parlamento. Creo que una de las funciones del Fiscal infancia y de la juventud. Respondiendo a la intromisión que estos derechos funGeneral del Estado -de entre las muchas que tiene, todas ellas complejas y difíciles- que hago con agrado y satis- damentales sufren por parte de ciertos programas televi- . - 26 14 DE FEBRERO DE 1994 sivos o de ciertas emisiones radiotelevisivas, la Fiscalía del Estado dicta en los primeros meses del año pasado la instrucción 2/93, que fundamentalmente recomienda y ordena a los fiscales el ejercicio de las acciones pertinentes en defensa de estos derechos fundamentales del menor. Los resultados de la aplicación de esta instrucción no se han hecho esperar, y hoy tenemos ya resoluciones judiciales que creo que pueden ser el punto de partida para que en el futuro la protección de estos derechos sea verdaderamente eficaz. Las resoluciones a las que hago referencia en el marco penal son el Auto del Juzgado de Instrucción número 17 de Madrid, dictado el día 15 de diciembre del año pasado, confirmado por Auto de la Audiencia Provincial de 1." de febrero de este año, y el Auto dictado en vía civil por el Juzgado número 28 de Madrid el 19 de octubre del año pasado. He aquí dos resoluciones, ambas a instancias del Ministerio Fiscal, sobre todo la que se ha dictado en vía civil, que en cierta medida pueden ser el ejemplo a seguir en el futuro y que constituyen la base de la práctica procesal civil y penal en esta materia. A mí me parece que estas resoluciones han demostrado que el marco positivo español es lo suficientemente completo como para hacer efectiva la protección de estos derechos en la práctica. Estas dos resoluciones han sido muy discutidas porque en ambas se han dictado medidas cautelares, tanto en vía civil como en vía penal, tendentes a prohibir la difusión o la proyección correspondiente del programa televisivo que presumiblemente significaba una injerencia en los derechos fundamentales de los menores. Probablemente ha habido por parte del Ministerio Fiscal y de la autoridad judicial un cierto pudor en la práctica procesal posterior a la Constitución de llevar a cabo el secuestro de publicaciones y el secuestro o prohibición de difusión de estos programas televisivos porque, en cierta medida, venía teniendo un cierto protagonismo y se cuidaba mucho cualquier cortapisa al ejercicio del derecho de libertad de expresión del artículo 20 de la Constitución. Sin embargo, está claro que ese mismo articulo 20, en su párrafo 5 , establece que el.secuestro de publicaciones y la prohibición de difusión de programas televisivos pueden perfectamente llevarse a cabo por resolución judicial. Y o creo que a partir de ahora tanto el Ministerio Fiscal como la autoridad judicial tienen perfectamente claro que resoluciones como ésta son absolutamente necesarias y que, además, están en absoluta consonancia con el espíritu de la Constitución y con el espíritu y la letra de la Ley Orgánica 1/82, de mayo de 1982. En la Constitución se establece de una forma absolutamente clara, aunque a veces suele olvidarse que los derechos fundamentales tienen su límite en el respeto al resto de los derechos fundamentales previstos en el título correspondiente de la Constitución y especialmente -dice la Constitución- en los derechos relativos al honor, la intimidad personal y familiar y la propia imagen y a la protección de la infancia y de la juventud. Establece la Ley Orgánica 1/82, del mes de mayo, que COMISIONES.-NÚM: 62 la autoridad judicial podrá adoptar, naturalmente en este caso en vía civil, cualquier medida cautelar tendente a que cese la injerencia en el derecho fundamental. Por tanto, la prohibición de difusión está en el marco legal correspondiente. Cierto es que estos secuestros o prohibiciones de difusión todavía no están acogidos por la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, aunque el tribunal europeo ya había dictado diversas resoluciones en las que se legitima perfectamente este tipo de medidas cautelares. Como en toda medida cautelar, han de darse tres requisitos fundamentales para que la misma sea perfectamente constitucional y correcta desde el punto de vista del derecho positivo. En primer lugar, toda medida cautelar ha de ser provisional y, obviamente, ha de ser ratificada en la decisión definitiva que se adopte en el procedimiento monitorio que se establece al respecto o en el proceso rápido que se establece vía incidentes cuando se trate de una intromisión que no constituya delito y, por tanto, haya de utilizarse la vía civil. En segundo lugar, es necesario que se acredite lo que se llama el afumus boni iuris», es decir, laapariencia de buen derecho; ha de darse, por tanto, la existencia de un derecho subjetivo necesitado de protección, que en este caso sería el derecho al honor, a la intimidad personal y a la propia imagen, un derecho inequívocamente necesitado de protección. Y luego, naturalmente, ha de darse el llamado «periculum in moran, es decir, el daño irreparable. Hay que tener en cuenta que la propia Ley Orgánica de Protección del Derecho al Honor, a la Intimidad y a la Propia Imagen establece que se presume que ese perjuico existe desde el momento en que se produce la injerencia en el derecho fundamental. Por tanto, aquí hay un refuerzo legal a esos requisitos que han de darse para que se adopten correctamente medidas cautelares, tal como se ha hecho en esas resoluciones a las que he hecho referencia del Juzgado de Primera Instancia número 28 y Juzgado de Instrucción número 17 de Madrid. En vía penal el problema es mucho más claro todavía: la Ley 62/78, cuando habla de la garantía jurisdiccional penal, establece específicamente la posibilidad de acordar el secuestro o la prohibición de la difusión o de la proyección, naturalmente, cuando se trata de un procedimiento especial por injurias o calumnias. También podríamos hablar de una hipotética injerencia en los derechos fundamentales del menor por parte de los poderes públicos, en cuyo caso también esa misma Ley 62/78 arbitra, lógicamente, el cauce contencioso-administrativo de protección de derechos fundamentales para aquella persona que sufra una injerencia por parte de los poderes públicos. Por tanto, el marco se completa mediante la intervención del Ministerio Fiscal, que interviene preceptivamente en la garantía jurisdiccional civil establecida por esta Ley 62/87, que lógicamente también interviene cuando se trate de delitos de calumnias o injurias habiéndose empleado para la comisión de esas figuras delictivas cualquier medio grabado que, naturalmente, sea susceptible de publicidad o de radiodifusión sonora, vídeos o - 27 14 DE FEBRERO DE 1994 televisión, etcétera, y en ese caso concreto el delito de calumnia o de injuria, que tiene una caracterización privada, como ustedes saben, en el derecho positivo español, se convierte en un delito semipúblico que provoca inmediatamente la intervención del Ministerio Fiscal, igual que si se tratara, por ejemplo, de un desacato. Y también interviene el Ministerio Fiscal preceptivamente en la garantía jurisdiccional contencioso-administrativa cuando son los poderes públicos los que provocan esa injerencia en los derechos del menor. En este marco se dicta, como ya anticipé, la Instrucción 2 de 1993 por parte de la Fiscalía General del Estado. En esa Instrucción nos hemos quedado prácticamente a mitad de camino, quizá porque éramos conscientes de que teníamos que ver primero cuál iba a ser la eficacia de lo que constituía una novedad para el Ministerio Fiscal, no una novedad general, porque el Ministerio Fiscal siempre tuvo tradicionalmente la misión constitucional de la defensa de menores o incapacitados y en vía civil venía actuando regularmente desde hace más de un siglo, sino la novedad de la intervención del Ministerio Fiscal en el marco de la Ley 1/82, a la que me estoy refiriendo. Después de un año de vigencia de esta instrucción 2/93, el Fiscal General del Estado es consciente -y lo anuncio en esta Cámara- de que hay que avanzar mucho más en las recomendaciones e instrucciones que se dan a los fiscales, en esa instrucción que ha tenido ya efectos benévolos y eficaces en la protección de los menores. En esa instrucción, lo único que se preveía, prácticamente, era la intervención del Ministerio Fiscal en aquellos supuestos en que el representante legal de un menor, a falta del menor en el cual no concurran circunstancias de madurez o la capacidad prevista en la legislación civil, debe dar el consentimiento por escrito, como ustedes saben -por ejemplo, para poder ser objeto de una emisión televisiva-, lo cual se comunica al Ministerio Fiscal y, en el plazo de ocho días, puede oponerse el Ministerio, en cuyo caso el juez resolverá. Soy consciente de que es necesario ser un poco más beligerante. Es decir, una vez que hemos obtenido una resolución judicial que ha sido confirmada de una forma brillante y técnicamente impecable por la Audiencia Provincial de Madrid, y una vez que tenemos también el amparo de esta Cámara -cuya preocupación, Iógicamente, es un incentivo para el Fiscal General del Estado y para el Ministerio Fiscal- vamos a proceder inmediatamente a una ampliación de los supuestos de intervención del Fiscal General del Estado en la protección de la juventud y de la infancia. Lo hemos hecho ya en la práctica, es decir, en la'práctica hemos ido mucho más allá de lo que esa instrucción obligaba a los componentes del Ministerio Fiscal. Así, lógicamente, hemos iniciado una serie de diligencias informativas en la Fiscalía de Madrid que se han traducido en acciones penales por calumnias e injurias, e incluso el acto del Juzgado número 28 de Madrid, de 19 de octubre, se produce precisamente a instancias del Ministerio Fiscal. El Ministerio Fiscal está, pues, legitimado para iniciar el procedimiento civil correspondiente en defensa del COMISIONES.-NÚM. 62 derecho al honor cuando la injerencia en el honor o en la intimidad de un menor no sea un hecho delictivo sino un hecho que tiene que dilucidarse en vía civil. Por tanto, en esa nueva instrucción vamos a ir hacia una mayor beligerancia en el Ministerio Fiscal, de tal suerte que se tome la iniciativa ejerciendo las acciones civiles pertinentes, por la vía de la ley 62/78, lógicamente en el marco de la Ley Orgánica 1/82, tomando la iniciativa el Ministerio Fiscal en ese tipo de supuestos, cosa que no suele ser normal porque la calumnia y la injuria han sido siempre perseguidas a instancia de parte y no de oficio, pero en este caso concreto,, como quiera que las calumnias e injurias susceptibles de ser tipificadas como tales en el Código Penal lo son por un medio de reproducción y difusión como es la televisión, en esa instrucción se contendrá esa obligación que ya está ejerciendo en la práctica el Ministerio Fiscal, Creo, por tanto, que el marco legal, como ya anticipé, es suficiente. Hacía falta tomar conciencia de la situación; creo que así lo ha hecho el Ministerio Fiscal. Hemos empezado una experiencia positiva y estamos no a medio camino, sino iniciando el camino de lo que puede ser una actuación en este sentido absolutamente prioritaria. Probablemente, en esa instrucción, que hay que perfeccionar y hay que completar, se va a crear en cada una de las Fiscalías una obligación específica para los fiscales de menores, que ya vienen actuando en el marco del Derecho Civil, es decir, en el marco de la tutela, en el marco del abandono de los menores que se encuentran en situación de incumplimiento por parte de sus padres de la guardia y custodia. En este marco de la incapacidad vamos a priorizar esas obligaciones del Fiscal de Menores en lo relativo al ejercicio de acciones penales o civiles que tiendan a defender el derecho al honor, a la intimidad y a la imagen, fundamentalmente el derecho a la protección de la infancia y de la juventud. No sé si he completado el esquema que quería hacerles, pero me parece más interesante contestar a las preguntas que se me hagan, que probablemente entren en supuestos mucho más concretos, y será mucho más interesante desarrollarlos. Es evidente que el Ministerio Fiscal, a partir de la instrucción 2/93, ha tomado conciencia de un problema que hoy empieza a preocupar de forma prioritaria a la sociedad y al Parlamento y que nos lleva a luchar denodadamente contra esas intromisiones ilegítimas en los derechos de la infancia y de la juventud. Esa trasposición de la Directiva comunitaria, que ya está como proyecto de ley debatiéndose en el Parlamento, puede completar, sin duda alguna, ese marco jurídico al que he hecho referencia, puede perfeccionarlo y puede, sin duda alguna, contemplar toda esa casuística que es necesario agotar, desde el punto de vista legislativo, para una efectiva protección. Creo, sinceramente, que la jurisprudencia del Tribunal Constitucional en esta materia, es decir, en esta ponderación de intereses que hay que hacer entre el derecho a la libertad de expresión y a recibir y dar una información veraz, que contempla el artículo 20, y el círculo de dere- 28 14 DE FEBRERO DE 1994 chos del artículo 18 de la Constitución, es una jurisprudencia que en modo alguno representa un obstáculo, como podría suponerse para que ese marco jurídico positivo se aplique con eficacia. Hay algunas lecturas de esa jurisprudencia que podrían suponer un obstáculo para la aplicación eficaz de ese marco jurídico positivo, pero yo creo que ya el Tribunal Constitucional, en una jurisprudencia realmente prolija sobre la materia, ha dado algunas pautas que-nos permiten no ya considerarlas como obstáculos, sino incluso como medidas que coadyuvan a esa protección eficaz. La jurisprudencia del Tribunal Constitucional en ese conflicto que puede existir entre derechos fundamentales, por un lado -las libertades contempladas en el artículo 20- y, por otro, los derechos del artículo 18 de la Constitución, ha establecido que en cada caso hay que hacer una ponderación de los intereses en juego; yo diría una casuística ponderación de los intereses en juego. Y hay que recurrir, naturalmente, al principio de proporcionalidad; sólo cuando la afectada por la presunta intromisión ilegítima sea una personalidad pública, y sólo cuando realmente aquello de lo que se informa o se opina tenga un interés público, es cuando podemos asistir a limitaciones de esa intimidad o de esa imagen, y no en todo caso, porque, naturalmente, es muy difícil aplicar una doctrina general y hay que ir a cada caso concreto para llegar a una conclusión a tenor de la doctrina del Tribunal Conktitucional en esta materia. N o creo que el día que se tengan que revisar las resoluciones judiciales que actualmente se han dictado y las medidas cautelares que se han llevado a cabo -que me parecen absolutamente fundamentales- esa jurisprudencia del Tribunal Constitucional afecte a estas resoluciones que, como digo, están perfectamente previstas por la Constitución y por estas dos leyes, la Ley Orgánica 1/82 y por la Ley 62/78, pues en ambas se permiten estas medidas cautelares sin ningún tipo de limitaciones, cuando se den los supuestos para la aplicación de las mismas. Bien es verdad que el desuso en la adopción de estas medidas cautelares ha provocado cierta inquietud en los ámbitos profesionales del derecho a la información, inquietud que yo creo que no tiene mucho fundamento porque la infancia y la juventud gozan de una protección reforzada y en la práctica seria muy difícil proteger a la infancia y a la juventud si no se adoptan, desde que se inicia el proceso, esas medidas cautelares. La legislación internacional, concretamente el Tribunal Europeo, basándose en el artículo 10 del Convenio, viene estableciendo que estas restricciones deben hacerse de forma restringida, es decir, no establecer nunca estas restricciones en la fase previa a la publicación, o antes de la publicación; normalmente hay que esperar a la publicación para ver si realmente se ha producido esa injerencia. Pero eso es una doctrina general que cede en la práctica cuando inicialmente, de una forma inequívoca, el juez, o el Ministerio Fiscal previa denuncia del mismo, aprecie una injerencia en los derechos fundamentales que constituyan delito o, simplemente. una intromisión ilegítima que ha de dilucidarse por la vía civil. Si no se adoptara esa medida cautelar del secuestro de la publicación o de COMISIONES.-NÚM. 62 la prohibición de la difusión, prácticamente la intromisión ilegítima se consumaría; de nada vale que luego, en la sentencia definitiva, se restableciese el derecho, porque el daño, lo que hemos llamado el «periculuni in moran, sería irreparable. Por tanto, las medidas cautelares son, en mi opinión, absolutamente imprescindibles, y desde el punto de vista del Ministerio Fiscal se va a recomendar a los fiscales en esa ampliación de la Instrucción 2/93 que soliciten las mismas a la autoridad judicial, tanto en el procedimiento civil como en el procedimiento penal. No se me ocurre otra forma de abogar por la defensa de los derechos fundamentales del niño, que el marco jurídico internacional tiene muy claros y en nuestro Derecho positivo se recoge su protección de una forma abolutamente inequívoca. Como decía algún autor americano, hoy se es demasiado propenso a la vulgaridad en la televisión, y si bien es verdad, como decía Oscar Wilde, que ninguna vulgaridad es un crimen, a veces hay vulgaridades que son auténticos crímenes desde el punto de vista del Código Penal. Muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias al señor Fiscal General por la información que nos ha dado y también por la sinceridad al reconocer alguna falta de beligerancia o, incluso, una cierta insuficiencia que es el punto de partida para subsanarlas. Procedemos a la intervención de los portavoces, y si le parece bien al señor Fiscal General puede contestar globalmente a todas. ¿Por el Grupo Parlamentario Mixto? (Pausa.) ¿Por el Grupo Parlamentario de Senadores Nacionalistas Vascos? (Pausa.) Por el Grupo Parlamentario de Coalición Canaria del Senado, tiene la palabra el Senador Gaiindo. El señor GALINDO SANTANA: Con la venia de la señora Presidenta. Creo que la responsabilidad que hemos tenido que asumir en esta Comisión, como es dilucidar o ser capaces de encontrar instrumentos que, de alguna forma, dignifiquen y respeten, fundamentalmente respeten, los derechos de los jóvenes y, principalmente, de los niños, es muy compleja. Yo asumo una expresión, que calificaría como profundamente acertada, del portavoz en esta Comisión del Grupo Parlamentario Socialista cuando hablaba de que lo importante en las comparecencias que se produzcan en esta Comisión es oír a la parte y no entrar en debate, porque, entre otras cosas, se puede suscitar la carga de subjetividad propia de cada una de las personas que comparezca y puedan ser proclives a intentar, como decimos en nuestra tierra, tirar la brasa para su sardina. Pero en esta ocasión está el Fiscal General del Estado, cuya Única obligación y preocupación, evidentemente, es la defensa de los intereses públicos de este país. Por tanto, entrando en esa materia, en nombre de Coalición Canaria quiero agradecer sinceramente al Fiscal - 29 14 DE FEBRERO DE 1994 General del Estado su presencia en esta Comisión, que para nosotros ha sido muy importante -aunque probablemente mis palabras puedan estar dotadas de una carga de subjetividad con respecto al Fiscal General del Estado por la conexión por el paisanaje, o por lo que se quieraporque, entre otras cosas, en su exposición ha puesto de manifiesto no sólo el sentido de su responsabilidad, de su coherencia y de su preocupación con respecto a la juventud y a la infancia, sino que además ha sido profundamente honesto en cuanto al planteamiento de que la Justicia no es todo lo eficaz que debiera ser ante los múltiples programas y difusiones que se ven con respecto a la juventud. Con esto quiero decir que la amplia, grandilocuente, eficaz y coherente exposición que nos ha hecho el Fiscal General del Estado demuestra no sólo su preocupación, su esfuerzo y su trabajo, sino que a la vez -y esto es una opinión de los integrantes de Coalición Canariahoy ha demostrado que esas críticas, yo diría que muchas veces exacerbadas, que se han referido a nuestro Fiscal General del Estado no tienen consistencia, no tienen coherencia y que, evidentemente, tenemos un Fiscal General preocupado por todos los problemas de este país, por todos los problemas de esta sociedad y, fundamentalmente, por los problemas que hoy nos atañen, como son los de la juventud. No obstante, y respetando la filosofía del portavoz del Grupo Parlamentario Socialista, que yo comparto, quisiera hacerle una pregunta que va orientada a algo que usted ha apuntado: los secuestros, que no he entendido bien si fueron secuestros a programas o secuestros a publicaciones, que me imagino que con buen criterio, y con mucha mayor razón, el Gobierno en este caso ha frenado y no ha hecho públicos. De toda su intervención ha sido lo que me ha preocupado, porque si ello ha sido así podría entenderse que en estos secuestros de programaciones o publicaciones -que el Gobierno, en este caso las instituciones estatales, entendían que, de una u otra manera, podían herir o perjudicar a losjóvenes- no se respeta el derecho a la libertad de información, a la libertad de expresión. Muchas gracias, señora Presidenta. Muchas gracias, señor Fiscal General del Estado. La señora PRESIDENTA: Gracias, Senador Galindo. Por el Grupo Parlamentario Catalán en el Senado de Convergencia i Unió, tiene la palabra el Senador Codina. El señor CODINA 1 CASTILLO: Gracias, señora Presidenta. Gracias también, señor Fiscal General del Estado. En realidad, su exposición está bastante en la línea de las realizadas esta mañana, tanto por parte de la Ministra como por parte del Presidente del Consejo General de la Abogacía. Ha habido un reconocimiento en lo que se ha hecho hasta ahora de que el ordenamientojurídico actual que posee el Estado español debería haber sido suficiente para proteger los derechos de la infancia y los derechos del menor en general, pero, en cambio, ha habido una no utilización de estos derechos por parte de quienes debe- COMISIONES.-NÚM. 62 ríamos hacerlo, que en Última instancia somos los propios ciudadanos. Aparte de este reconocimiento, ha habido otro, que creo que ha sido valiente por su parte, al decir que ha habido una falta de beligerancia por parte del propio Ministerio, y seguramente ha sido así. Se nos ha comentado que ha habido dos o tres acciones del propio Ministerio Fiscal que han conseguido que algunos de los programas televisivos no se realizaran. Con todo, insisto, ha reconocido que ha faltado, quizá, más beligerancia para poder atajar con una mayor contundencia alguno de estos programas televisivos y algunas de las publicaciones, tal como el Fiscal hacía referencia. Yo me preguntaba esta mañana -y aprovecho su presencia hoy aquí para preguntárselo a usted a ver si me lo puede contestar- por qué cree que hemos utilizado poco los ciudadanos en general el camino del Ministerio Fiscal para recurrir a denuncias que puedieran haber evitado, a instancias del juez, que se emitieran algunos de los programas que en estos momentos, aún hoy, se están emitiendo. He dicho que sería breve en mi exposición y simplemente quisiera conocer a través de esta pregunta el posicionamiento del Ministerio Fiscal, a la vez que agradecer, como decía en un principio, su intervención. Pienso que su aportación en su recorrido, literal casi, de todo lo que es la materia jurídica que regula las cuestiones relacionadas con el mundo del menor ha sido muy interesante, y para el conjunto de esta Comisión su aportación de esta tarde puede ser definitiva para que en su momento podamos llegar a conclusiones que nos den una perspectiva que va desde la de una Ministra, por ejemplo, hasta la de filósofos del derecho, y que en su conjunto nos pueda marcar un dibujo y una aspiración de lo que debe ser en el futuro la televisión en nuestro país. ' Muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, Senador Codina. Por el Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra la Senadora Agüero. La señora AGÜERO RUANO: Muchas gracias, señora Presidenta. Ante todo, quiero manifestar mi agradecimiento en nombre de mi Grupo por la presencia del Fiscal General del Estado en esta Comisión. Como sabe usted, señor Fiscal, el motivo por el cual el Senado acordó la constitución de esta Comisión Especial, a propuesta del Grupo Parlamentario Popular y consensuada por todos los Grupos políticos, ha sido el contenido de algunos programas de televisión, tanto en las cadenas públicas como en las privadas, como los pertenecientes al género de los «reality shows», los denominados «telebasura», o aquellos otros en los que se presenta un ejercicio constante de la violencia, o se utiliza la imagen de la mujer o de menores en contra de sus propios derechos, o se realizan incursiones en la intimidad de las personas sin las debidas salvaguardias, que constituyen - 3014 DE FEBRERO DE 1994 en el momento actual motivos de preocupación y debate. Señor Fiscal, si usted me lo permite, voy a leer -supongo que usted se lo sabe, pero siempre es bueno recordarlo- el artículo 124 de la. Constitución española: «El Ministerio Fiscal, sin perjuicio de las funciones encomendadas a otros Órganos, tiene por misión promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado por la ley, de oficio o a petición de los interesados, así como velar por la independencia de los Tribunales y procurar ante éstos la satisfacción del interés social.» Le hago hincapié en que tiene la misión de promover la acción de la justicia en defensa de los derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado por la ley, porque -como ya he dicho esta mañana en las comparecencias anteriores- hay cincuenta horas semanales, según las últimas estadísticas, en la que posiblemente se están violando los derechos fundamentales, como es el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen, así como otros comprendidos en nuestra constitución, en el Capítulo Segundo, Sección 1." de íos derechos fundamentales y de las libertades públicas. Para esa defensa del interés de los ciudadanos, tanto en el Congreso de los Diputados en el mes de diciembre, como en el Senado en el mes de noviembre, se instaba al Gobierno a que, con objeto de garantizar la protección de la juventud y de la infancia frente a la proliferación de películas y series con alto contenido de violencia y xenofobia y cualquier otro planteamiento que atente contra la dignidad de las personas en la programación de las televisiones públicas y privadas proponga los cambios legislativos y adopte las medidas necesarias con la finalidad de establecer: Primero, la no emisión por las televisiones públicas y privadas en horarios anteriores a las 22 horas de cualquier película o serie que, tras ser obligatoriamente calificada, resulte no recomendada para menos de 18 años o calificada con X. Segundo, la obligatoriedad de avisar para qué franja de edad está indicada cada emisión cuando se programa antes de las 22 horas. Y, tercero, igualmente deberán evitar en la expresada franja horaria la publicidad que pueda afectar a este nivel de espectadores en la hora habitual de esa audiencia, incluso la relativa a la propia programación de las características y condiciones ya anunciadas, aunque su proyección esté prevista para después de las 22 horas. Con este motivo yo le quiero preguntar: Señor Fiscal, cuando el legislativo aprueba una determinada moción o proposición de ley o una ley misma y es vulnerada insistentemente por una persona o por unos colectivos, ¿el Poder Judicial no debería actuar de oficio? O cuando se vulneran principios de derechos fundamentales recogidos en la Contitución española, ¿el Ministerio Fiscal no debería actuar de oficio y no a instancia de parte? Creo recordar que las dos resoluciones que usted ha comentado han sido a instancia de parte. Esta mañana en las comparecencias hemos comentado el famoso caso de los niños de Liverpool o el caso ocurrido en Granada hace un par de meses de un guerrero COMISIONES.-NÚM. 62 Ninja que después de ver unos programas televisivos decidió hacer exactamente igual. Ante eso, ¿no cree usted que los responsables de las cadenas televisivas deberían tomar consciencia de que están jugando con un arma peligrosísima? ¿No le parece que ha llegado el momento de que sea posible exigir a los programadores responsabilidades sociales, puesto que los que tienen la capacidad de decidir sobre los contenidos de televisión han de tener la responsabilidad de lo que emiten? Señor Fiscal, ¿qué elemento normativo echa de menos en nuestro ordenamiento jurídico para evitar las actuaciones de los actuales contenidos perniciosos de la televisión? Somos legisladores, aunque esta Comisión no puede legislar porque es especial e informativa, necesitamos conocer las carencias que, a su juicio, existen para poder actuar en consecuencia desde el Parlamento. Me gustaría saber qué elemento regulador echa en falta porque, aunque usted ha dicho que hay un marco suficiente entre las normas comunitarias y el marco legislativo nacional, esta Comisión se ha tenido que constituir para estudiar los contenidos televisivos y su injerencia en la intimidad, en la imagen y en el honor de las personas, o ha tenido que esperar a la sentencia de la Audiencia Nacional de Madrid -como usted ha dicho- para que el Ministerio Fiscal se haya dado cuenta de este problema. Le insisto porque usted ha dicho que, aunque el Ministerio Fiscal ya está actuando, hay que avanzar más. Por último, ¿qué opina sobre los juicios paralelos, los que se ven en televisión y los que se ven en los juzgados competentes? Muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Gracias, Senadora Agüero. El Senador Ardaiz tiene la palabra por el Grupo Parlamentario Socialista. El señor ARDAIZ EGÜÉS: Gracias, señora Presidenta. Además de sumarme a la bienvenida expresada y al agradecimiento por la exposición del señor Fiscal General del Estado que han hecho los que me han precedido en el uso de la palabra, quería añadir que me congratulo, en nombre de mi Grupo Parlamentario, de que el Ministerio Fiscal, siguiendo una tradición larga de asumir la defensa de la posición jurídica más débil en el ámbito de la protección de los menores, en el ámbito de la tutela, etcétera, va a intentar que esa misma tradición se siga impulsando, incluso en dosis superiores, en procedimientos civiles y penales y dando prioridad a algunas de las acciones. No obstante, y o quería hacer una pregunta muy concreta. El hecho de que se haya constituido esta Comisión obedece, fundamentalmente, a que, por unanimidad de los grupos parlamentarios de esta Cámara, se haya visto la necesidad de analizar y modificar algunas cuestiones en materia de contenidos televisivos. Sin embargo, hay cuestiones que ya se podrían hacer, aparte de las que usted nos ha citado. Si hemos visto esa - 31 14 DE FEBRERO DE 1994 necesidad es una de las señales de que se estaban produciendo algunas intromisiones a través de la televisión en la intimidad o en el derecho al honor o de la propia imagen de los menores. Pues bien, esa Ley -la tan citada Ley 1/ 1982- señala que una persona con capacidad jurídica puede consentir la invasión de su intimidad, que en el caso de que sea un menor debe consentirlo por escrito la persona que lo represente y que, además, debe dar parte al Ministerio Fiscal. Mi pregunta sería: Suponiendo que ha habido muchos casos de invasión -por eso estamos aquí- de la intimidad de los menores, ¿tiene noticia de cuántas veces se ha producido ese pase de consentimiento escrito al Ministerio Fiscal y cuántas veces, además, el Ministerio Fiscal se ha opuesto en los ocho días siguientes que preceptúa la Ley para que resolviera el juez? Muchas gracias, señora Presidenta. La señora PRESIDENTA: Gracias, Senador Ardaiz. El señor Fiscal General tiene la palabra. El señor FISCAL GENERAL DEL ESTADO (Hernández Gutiérrez): Muchas gracias. Se han planteado cuestiones interesantísimas y yo, desde luego, me ofrezco a esta Presidencia para venir con más frecuencia al Parlamento porque, probablemente, muchas de las dudas sobre el funcionamientoy actuación del Ministerio Fiscal se podrían despejar y ningún marco mejor que el de esta Cámara. Y o quisiera que esta Comisión fuese consciente de un problema que afecta a la práctica judicial española desde la Constitución de 1978. Los jueces y el Ministerio Fiscal han sido enormemente reticentes a dictar resoluciones o a iniciar acciones penales o civiles que pudieran, de alguna forma, rozar el ejercicio a la libertad de expresión contenido en el articulo 20 de la Constitución, que se ha revelado desde los albores de la Constitución como un derecho preponderante -naturalmente hay que tener en cuenta las circunstancias históricas en las que se inicia esta etapa constitucional en España- y entonces asistimos a un escrupuloso respeto a la libertad de expresión. Probablemente hemos colocado el artículo 20 de la Constitución en el frontispicio o en el primer lugar de protección de los derechos fundamentales que la misma Constitución protege. Hemos llegado a una situación en la que, a veces, el derecho fundamental a la libertad de expresión se ha convertido en el ttius utendi fruendi et abutendi» del Derecho Romano, exageradamente en algunos casos, y hay un cierto temor -no solo del Fiscal General del Estado, sino en la carrera fiscal y en la autoridad judicial- y un exquisito cuidado de no vulnerar ese derecho fundamental, como no podría ser de otra forma. Y se ha tardado algún tiempo, por imperativos de la realidad, en asumir la responsabilidad y la decisión de tener que hacer valer también, puesto que especialmente lo recoge el artículo 20 de la Constitución, que existen ciertas limitaciones a ese derecho, fundamentalmente cuando se trata del derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen 62 COMISIONES.-NÚM. y cuando se trata de proteger a la juventud y a la infancia. Ha tenido que ser la realidad social la que demandase esa protección para que los jueces y el Ministerio Fiscal hicieran frente a esa responsabilidad, ponderando los intereses en juego con arreglo a la jurisprudencia. Naturalmente que lo de ttius utendi fruendi» es una exageración pero, en cierta medida, el derecho a la libertad de expresión, en la conciencia profesional de los jueces y fiscales era y es de tal magnitud, hay una idolatría a la libertad de expresión -por cierto beneficiosa y, además, yo diría que encomiable- que cualquier actuación que los restringiese era sometida, naturalmente, a un rigor a veces quizá excesivo, como se ha demostrado en la práctica. Por tanto, esta situación hay que tenerla en cuenta. Y o no me quiero tirar flores, porque sería lo último que haría aquí en el Parlamento pero, realmente, la Fiscalía del Estado da un paso de gigante cuando, de repente, detectando esa realidad -yo digo que la Fiscalía es una especie de sismógrafo que detecta las preocupaciones sociales- da la Instrucción 2, de 1993, en la que, por primera vez, recuerda a los fiscales el cumplimiento de sus funciones en el marco de la Ley 1/82. Hasta entonces, el Ministerio Fiscal ya singularmente se venía preocupando, por imperativo de su Estatuto, de la protección de la infancia y de los minusválidos en el marco del Derecho Civil, pero en este marco especial todavía no había empezado a cumplir su misión constitucional. Hacía falta un impulso; hacía falta -y hace falta- la demanda de esa realidad social para empezar a ponderar los intereses en juego cuando existe conflicto de derechos fundamentales, y ahora a los fiscales y a los jueces nos hace falta precisamente la preocupación específica, que ha llegado también a estas Cámaras, y que sera el punto de partida para iniciar una nueva etapa de protección más eficaz a la infancia y a la juventud. Es decir, hacía falta crear el clima social, el clima parlamentario y el clima judicial adecuado para incentivar la actuación del Fiscal y para que los jueces actuasen con mucha más eficacia. ¿Por qué? Porque el Ministerio Fiscal desde la transición viene realizando acciones penales, yo diría que infructuosamente, aunque nunca el ejercicio de una acción penal es infructuoso y aunque no se traduzca en resoluciones firmes de los jueces y tribunales. Hemos realizado, repito, acciones en materia de apología del terrorismo en las que hemos tenido muy poco éxito, porque la jurisprudencia en esta materia, como ustedes saben, no sólo la del Tribunal Constitucional sino la del Tribunal Europeo, es una jurisprudencia enormemente garantista de la libertad de expresión -y me parece muy qien-. Ahí está la famosa sentencia del caso ttCastell» que, en cierta medida, obliga al Ministerio Fiscal a depurar «quintaesenciadamenten cualquier acción penal dirigida a la apología del terrorismo; es decir, todo delito que de una forma u otra conlleve para su comisión la expresión escrita o hablada es un delito que exige un rigor importante y, a veces, lógicamente ese rigor es tan exigente que se traduce en una cierta pasividad porque no teníamos el clima adecuado. Por eso yo creo que esta Comisión es muy 32 - COMISIONES.-NÚM. 62 14 DE FEBRERO DE 1994 importante, porque empieza a crearse el eco social y parlamentario necesario para que en los ambientes judiciales empiece a propiciarse ese tipo de actuaciones. Voy a decirlo con claridad: existía un cierto temor por parte del Ministerio Fiscal y de los jueces de ser beligerantes en este tema, por si acaso se nos pudiera acusar de atentar contra ese sacrosanto derecho que, a lo mejor, dicho por mí de esta forma campechana parece que yo no lo estimo y lo estimo muchísimo. Lo estimo como el derecho más importante, aunque en derechos fundamentales es m u y difícil establecer prioridades pero, evidentemente, ha sido el derecho que ha gozado de una mayor preponderancia en el marco judicial, en el marco parlamentario y en el marco de la sociedad. Pues bien, y o creo que estamos llegando a un punto en el que ya se está tomando conciencia de que hay que hacer esa ponderación y que en esa proporcionalidad que se establezca habrá que decir en algunas ocasiones que, efectivamente, se ha producido intromisión ilegítima en la intimidad, en la imagen y en lo que se refiere a la protección de la infancia y de la juventud. Esa es la explicación -y contesto a mi ilustre paisano también de forma subjetiva, porque nos conocemos hace muchísimos años y sentimos los dos un profundo respeto y amistad el u n o por el otro-, y eso es lo que nos ha llevado a no solicitar o a acordar un secuestro de una publicación o una prohibición de la difusión o proyección de un programa televisivo, porque en la «communis opinio», en el alma democrática española, el secuestro recordaba a ciertas prácticas del régimen anterior y había ciertos reparos por parte de la autoridad judicial y del Ministerio Fiscal para solicitar el secuestro de una publicación; realmente se necesitaba cierta osadía. La verdad es que se ha producido y, afortunadamente, ha sido porque la realidad social lo demandaba; además, esa misma realidad social ha ratificado esa medida como absolutamente necesaria. quizá porque hasta ahora no se habían dado las condiciones objetivas necesarias para que esa actuación judicial se produjese a instancia del Ministerio Fiscal. Sin embargo, quedaba claro -la Constitución ya lo había dicho- que sólo se podría acordar el secuestro de publicaciones, grabaciones u otros. medios de información en virtud de resolución judicial. Por tanto, cuando la resolución judicial se produzca en el marco de los requisitos que deben concurrir en las medidas cautelares que el juez adopte, a tenor de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y de la jurisprudencia del Tribunal de Derechos Humanos -y aquí han concurrido esos requisitos de forma inequívoca-, el tema n o ofrece ningún problema, porque también la Ley de Protección de Derechos Fundamentales, al igual que el día en el que se desarrolle el amparo en sede jurisdiccional -artículo 53.2 de la Constitución-, establece de forma absolutamente inequívoca que en el caso de garantía jurisdiccional penal es posible que los jueces acuerden, según los casos. el secuestro de la publicación o la prohibición de difundir o proyectar el medio a travks del cual se comete la actuación delictiva. Igual medida cautelar establece la Ley Orgánica 1/82, que hace referencia a las medidas que hagan cesar inmediatamente la intromisión ilegítima en el derecho a la intimidad de los menores. Por tanto, lo que hicimos con la Instrucción 2 de 1993 fue, en cierta medida, anticiparnos a lo que era ya una necesidad apremiante. Fuimos pioneros, aunque era nuestra obligación; no voy yo aquí ahora a jactarme ante la Cámara de que he cumplido con mi obligación, había que hacerlo y por eso fuimos un poco tímidos en la instrucción del Fiscal General del Estado. Fuimos un poco tímidos porque éramos conscientes de la dificultad que había en la aplicación práctica, y éramos conscientes de la jurisprudencia que se ha hecho de la libertad de expresión y sobre su conflicto con el derecho a la intimidad, a la propia imagen y al honor. Ahora se ha resuelto en sede jurisprudencia menor; esperamos lógicamente que la propia jurisprudencia del Tribunal Constitucional, del Tribunal Supremo y del Tribunal de Derechos Humanos vaya por este camino, por lo menos para que los que estamos poniendo toda nuestra buena voluntad nos sintamos respaldados. Esa es la razón fundamental por la cual hasta ahora no ha habido iniciativas del Ministerio Fiscal. A mí me anima esta comparecencia a que, en esa instrucción que hay que complementar y perfeccionar, precisamente el Fiscal General del Estado encomiende a los fiscales que lleven la iniciativa y 90 esperen a que lo denuncie la persona perjudicada. Bien es verdad, que esto en la práctica -contesto a la representante del Partido Popular- tiene algunas dificultades porque el Ministerio Fiscal no tiene conocimiento de los programas televisivos que se van a proyectar. Quizá haya que cubrir esa laguna legal de modo que se comuniquen previamente al Ministerio Fiscal los programas televisivos. Eso siempre tiene sus dificultades jurídicas. Por ejemplo, en la Ley que se acaba de aprobar definitivamente sobre blanqueo de capitales, se insiste en la obligación -es un símil y no tiene nada que ver una cosa con la otra- de comunicar al Ministerio Fiscal cualquier conducta o programa que se vaya a proyectar previamente. Quizá podría ser saludable, no lo sé; o bien pudiera establecerse que la Administración de oficio lo haga voluntariamente al Ministerio Fiscal. Obviamente lo hace el perjudicado porque es el que conoce el contenido del programa que se va a proyectar y, por tanto, el Ministerio Fiscal luego lo que hace es cumplir su misión en ese específico procedimiento. En el caso del auto de 19 de octubre, dictado por el Juzgado número 28 de Madrid, naturalmente fue a instancias de la parte perjudicada como se inició el procedimiento civil correspondiente -también está legitimado el Ministerio Fiscal para iniciar la acción civil, en ese caso concreto, en el marco de la Ley 62/1978, de garantía jurisdiccional civil- pero obviamente ahí sí fue el Ministerio Fiscal el que solicitó el secuestro que luego fue decretado por el juez y confirmado posteriormente por la Audiencia Provincial de Madrid, en auto de l de febrero pasado. Desde luego, yo, si no me cae una avalancha porque aprovecho esta ocasión para atentar contra la libertad de expresión porque siempre se me acusa, probablemente .O - 33 14 DE FEBRERO DE 1994 con razón, por exceso y no por defecto, desde luego por mí no va a quedar; lo voy a escribir; los fiscales van a ser beligerantes en el ejercicio de las acciones penales y civiles en defensa de la infancia y de la juventud, y lo voy a poner así en la instrucción. Y , además, voy a exigir que los fiscales especiales específicamente ejerciten estas acciones. Espero que el Parlamento salga en mi ayuda cuando digan: ya está este señor intentando ensombrecer esa libertad de expresión duramente conseguida. Pero, desde luego, animado por esta comparecencia voy a hacerlo, no voy a dudarlo ni un minuto. Hasta ahora tenía cierto reparo, pero ya no lo voy a tener y espero que esta Cámara me apoye. Ha existido esa falta de beligerancia, de la que hablaba el portavoz de Convergencia i Unió, por estas circunstancias que he mencionado. Y es verdad que toda esa cultura jurídica de la sociedad española ha hecho que se recurra poco al Ministerio Fiscal, que haya una especie de desconfianza en lo que el Ministerio Fiscal vaya a hacer. En este marco es natural que el propio Ministerio Fiscal -reitero- haya tenido una cierta desconfianza en el ejercicio de su misión constitucional, porque el fiscal siempre vela porque su acción penal correspondiente se traduzca en una acogida por parte de la autoridad judicial y, lógicamente, no le gusta mucho ser rechazado por la misma. Y aquí, como digo, nos hemos movido en una materia enormemente complicada y compleja. Probablemente las cosas han tenido que ser así para que ahora sean como son y de aquí en adelante me imagino que será otra la actitud. De la misma forma que propiciamos esta instrucción, evidentemente la realidad está ya demandando -y esa pequeña jurisprudencia y el apoyo que la misma ha tenido así lo manifiestan- una actuación mucho más beligerante por parte del Ministerio Fiscal. La portavoz del Grupo Popular me ha preguntado por algo por lo que yo tengo una especial preocupación, los llamados juicios paralelos. Cualquiera se atreve a hablar públicamente de restringir el secreto del sumario. La andanada que nos cae a los que tenemos la osadía de hablar de que el sumario es secreto se pueden ustedes imaginar cuál es. Pues bien, también el Fiscal General del Estado ha tenido una específica preocupación por recordar a los fiscales que deben velar por el secreto del sumario para evitar los juicios paralelos que hoy campan por sus respetos en la sociedad española, porque una de las crisis más importantes que vive el proceso penal es, precisamente, la vulneración de la presunción de inocencia a través de los juicios paralelos, o a través de las acciones penales infundadas. Ya ha recordado el Tribunal Constitucional que la presunción de inocencia no solamente existe una vez que se ha iniciado el procedimiento, sino incluso antes de iniciarse, no admitiendo acciones penales carentes de fundamento y que propician ciertos juicios paralelos. Se ha dictado también una instrucción, la 3/93, en la cual el Fiscal General del Estado recomienda específicamente a los fiscales velar por el secreto del sumario. Ha recordado a los fiscales -hay que recordarlo siempreque el Tribunal Constitucional, en su sentencia 13 de 1985, establece que una cosa es revelar el secreto del COMISIONES.-NÚM. 62 sumario cuando se ha tenido conocimiento de los hechos del sumario antes o al margen del mismo, en cuyo caso no cabe ninguna restricción al artículo 20 de dar y recibir información, y otra muy distinta cuando la fuente única de conocimiento de los hechos sea el sumario, en cuyo caso, por supuesto, hay una revelación de secretos. Nuestra vieja Ley de Enjuiciamiento Criminal, monumento liberal a la libertad de expresión y a los derechos fundamentales, dice en su artículo 301 -siempre de forma clara, porque el léxico y la gramática de la Ley de Enjuiciamiento Criminal es también otro monumento al idioma castellano- que el sumario es secreto hasta la apertura del juicio oral y que luego podrá ser declarado secreto para las partes perdonadas. Yo creo que hoy el secreto del sumario campa por sus respetos. Hoy, cuando se levanta el secreto del sumario que ha sido previamente declarado para las partes personadas, es como si se hubiera levantado la veda y empiezan a circular las fotocopias del sumario por toda España, por todas las revistas y periódicos. Y, desde luego, no será porque el Fiscal General del Estado no recomiende e instruya a los fiscales de que deben velar por el secreto del sumario, pero en la práctica reconozco mi absoluto fracaso porque las diligencias por revelación de secretos en España son contadas con los dedos de la mano. ¿Qué es lo que pasa? Pues que de todo lo que se llama Administración de Justicia, de los 1.200 fiscales, 3.000 y pico jueces, más secretarios y personal auxiliar, el único responsable político es el Fiscal General del Estado. Que conste que yo tampoco abogo por la responsabilidad política de los jueces en España, soy contrario a ella, o sea, que no lo digo irónicamente. El Fiscal General del Estado es el referente político y es al que hay que exigir las responsabilidades. A mí me encanta que me las exija el Parlamento más que otras instancias de las que no me fío mucho, pero del Parlamento totalmente. Lo que quiero significar en este momento es que y o he hecho lo que he podido para evitar los juicios paralelos, pero he fracasado y naturalmente tengo esa responsabilidad. No creo que haya que modificar ninguna legislación al respecto. Nuestra Ley de Enjuiciamiento Criminal es clara y diáfana, pero aquí estamos otra vez con el famoso problema que mencioné al principio. Cualquier medida que adopte un juez de instrucción, de oficio o a instancia del fiscal, para preservar el secreto del sumario se ve con cierto recelo, y no digamos por los medios de comunicación. Son medidas que luego no resultan eficaces porque, como digo, tenemos ese temor a rozar directa o indirectamente la libertad de expresión del artículo 20 de la Constitución. Lo cierto es que ahí están los juicios paralelos. Todos los días estamos viendo cómo a instancias extrajudiciales se inician procedimientos paralelos, se condena y hasta se ejecuta la sentencia, sin que sea posible una sentencia firme por parte de los tribunales. Es decir, la presunción de inocencia en este país sufre una crisis extraordinaria porque en nuestra cultura jurídica no se ha asumido que únicamente se puede establecer la culpabilidad en el juicio oral, en la fase de plenario y no en el período de - 3414 DE FEBRERO DE 1994 instrucción. Quizá cuando se reforme el procedimiento abreviado y puedan garantizarse mejor los derechos fundamentales en la fase de instrucción acabaremos con este problema. Yo lo he expuesto aquí de la única forma que sé, porque es u n problema que me preocupa muchísimo y me alegra que también sea una preocupación de los miembros de esta Comisión. Respecto a la pregunta que me ha hecho el portavoz del Grupo Socialista, efectivamente sólo en el caso al que me he referido de la resolución del juzgado de primera instancia número 28 de Madrid se ha planteado el problema del consentimiento por escrito. Aquí también nos tropezamos con la dificultad que tiene el Ministerio Fiscal para conocer aquellos hechos en los cuales está implicado un menor que, según las leyes civiles, carezca de madurez para prestar su consentimiento y tenga que hacerlo el representante legal. Además, éste normalmente no cumple con la obligación de comunicarlo al Ministerio Fiscal. Esto no se ha articulado en la práctica, por lo que el Ministerio Fiscal la desconoce y la realidad social transcurre al margen de él. Habría que arbitrar algún procedimiento para que los representantes legales conozcan la obligación que tienen de comunicar al Ministerio Fiscal estos consentimientos por escrito. Muchas veces el consentimiento ni siquiera se da por escrito por parte del representante legal, en cuyo caso también tendría que intervenir el Ministerio Fiscal. ¿Qué ocurre? Que la articulación práctica de los principios de la Ley 1/1982 tiene muchas deficiencias que es necesario colmar en esa instrucción. Hemos preferido optar por un cierto rodaje de la Instrucción 2/1993 para saber en cierta medida cuál es la respuesta que ha tenido en la práctica, cuál es la eficacia que ha logrado, cuáles son los problemas que se plantean con el paso del tiempo y ahora, con afán totalizador, recoger todos los supuestos prácticos e n esa instrucción e intentar corregirlos. Muchísimas gracias. La señora PRESIDENTA: Gracias, señor Fiscal. Creo que nos va a ayudar mucho ese alegato en contra de una mala interpretación de la libertad de expresión, que es uno de los puntos fundamentales que nos tenemos que plantear en esta Comisión, es decir, situar la libertad de expresión en sus justos términos. Comparto totalmente sus palabras, no sólo como Presidenta de la Comisión, sino también en nombre propio. Pasamos a u n segundo turno. Los Senadores portavoces y no portavoces que quieran intervenir pueden pedir la palabra. Tiene la palabra el Senador Galindo Santana. El señor GALINDO SANTANA: Gracias, señora Presidenta. Sólo quiero decir que la explicación del Fiscal General del Estado -coino ya había dicho al principio- ha sido consecuente. coherente y sintoniza profundamente con el sentimiento y los deseos de esta Comisión. En consecuencia, no deseo hacer otras preguntas. ' Muchas gracias, señora Presidenta. COMISIONES.-NÚM. 62 La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Parlamentario de Convergencia i Unió, tiene la palabra el Senador Codina. El señor CODINA 1 CASTILLO: Muchas gracias, señora Presidenta. Voy a intervenir muy brevemente, en primer lugar, para decir al Fiscal General del Estado que me ha gustado mucho la rotundidad con la que se ha manifestado respecto de los juicios paralelos. Este es un tema que ha salido esta mañana en las dos comparecencias anteriores. La rotundidad de la opinión del Fiscal General me parece que es positiva y aclara mucho las cosas. Con respecto a la instrucción que va a formular a los fiscales para que tengan una mayor beligerancia en cuidar de que los programas televisivos estén en la línea en la que deben, me parece bien y, de alguna manera, puede garantizar que esta preocupación de la Comisión esté encomendada al Ministerio Fiscal, que es lo que, por lo menos parte de esta Comisión, venía demandando. Sin embargo, no es que esté preocupado, pero sí me permitiré decir al Fiscal General del Estado que tendríamos que tener un poco más de cuidado con respecto a la propuesta que, aunque no se ha hecho de una manera formal, ha planeado en cuanto a si los contenidos televisivos deberían ser conocidos con anterioridad por parte del Ministerio Fiscal como una fórmula de garantía para luego no caer en los errores en los que se ha caído hasta ahora. Deberíamos ir con mucho cuidado, no fuéramos a caer en una especie de censura que todos hemos criticado con anterioridad. Quizá sí fuera bueno que aquellos programas que se van repitiendo semana tras semana y que ya denotan su estilo, en caso de duda y si estuvieran filmados con anterioridad, se pudieran ver antes de su emisión en casos extremos, pero sin caer en la tentación de que el Ministerio Fiscal pida a las televisiones conocer de forma previa su programación. Estoy seguro de que no es eso lo que usted ha querido decir, pero como es lo que yo he entendido, he preferido que no quedara sombra de duda. Gracias. La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra la señora -. j Agüero. La señora AGÜERO RUANO: Gracias, señora Presidenta. Tengo que decir dos cosas al Fiscal General del Estado. Comparto lo que acaba de decir el portavoz de Convergencia i Unió. Creo que todos hemos entendido lo que en realidad quería decir el Fiscal General, pero quizá el hecho de supervisar un programa antes de su emisión podría parecer una censura previa. Creo que ya está perfectamente aclarado. Sencillamente quería agradecer al Fiscal General su franqueza .y el que haya reconocido sus fallos -cosa que no es habitual- en el tema de los juicios paralelos. También quiero agradecer la claridad meridiana con la 35 14 DE FEBRERO DE 1994 que ha expuesto en esta Comisión la falta de ese impulso que luego le había dado la realidad social. Nada más y muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra el Senador Arévalo. El señor ARÉVALO SANTIAGO: Muchas gracias, señora Presidenta. En primer lugar, quiero decir que me parece muy bien que el Fiscal General del Estado anuncie la insistencia y la iniciativa fiscal, no sólo la actuación fiscal como consecuencia de, sino la iniciativa fiscal en muchos de los asuntos que se pueden plantear con motivo de la vulneración, primero de la presunción de inocencia, después de la vulneración de la libertad de expresión y, por último, de la vulneración del derecho a la intimidad y a la dignidad. Por tanto, que la iniciativa sea del Ministerio Fiscal me parece correctísimo, y no sólo en la acción penal, sino también -como ha dicho- en la acción civil, que, muchas veces, resulta más eficaz, incluso, que la primera. Me parece muy bien que el Fiscal General del Estado no haya anunciado hoy esa disposición. Quisiera también unirme a lo que ha dicho el Senador Codina. La comunicación previa de programas no sé si tiene encaje legal. Los programas de las televisiones se anuncian todos los días en los medios de comunicación, pero no sabemos más. Y conste que me parece muy acertada la iniciativa que en su día tuvieron el Fiscal y el Juez de suspender un programa de televisión. Me parece bien, porque era de justicia que aquello se suspendiera; después se ha demostrado que su emisión hubiera sido altamente inoportuna y vulneradora de derechos. Por tanto, es bueno que se evite caer en estos defectos. Lo que no parece que pueda tener encaje -al menos en este momento- es la comunicación previa. Y no es que lo esté confundiendo con ninguna censura previa. Evidentemente, la censura no entra para nada en el debate. La censura aquí no existe, por tanto, partiendo de ahí, entiendo por dónde va lo otro. Por último, señor Fiscal General, quisiera conocer su opinión sobre los juicios publicados, es decir, la posibilidad de emitir por televisión el juicio oral. No me refiero al tratamiento de los juicios paralelos o al tratamiento informativo y resumido de un juicio oral cualquiera, sino a la retransmisión por televisión de un juicio oral. Muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Gracias, Senador Arévalo. ¿Algún otro Senador o Senadora quiere hacer uso de la palabra? (Pausa.) Tiene la palabra el Senador Ardaiz Egüés. El señor ARDAIZ EGÜÉS: Gracias, señora Presidenta. Quiero agradecer las explicaciones del señor Fiscal General del Estado y poner encima de la mesa la reflexión que, en principio, ha dejado muy cerrada, en cuanto a que no se necesitaba más legislación, lo que en principio podríamos compartir. Pero también ha quedado bastan- COMISIONES.-NÚM. 62 te claro que quizá sea necesario hacer alguna modificación legislativa en cuanto a la posibilidad de que el Fiscal intervenga cuando no se comunica por escrito el consentimiento del representante legal. Muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Gracias, Senador Ardaiz. Tiene la palabra el Fiscal General del Estado. El señor FISCAL GENERAL DEL ESTADO (Hernández Gutiérrez): Agradezco profundamente al representante del Grupo Parlamentario de Convergencia i Unió y al señor Arévalo que hayan hecho una interpretación auténtica de mi expresión, ya que podría resultar equívoca. Así han evitado que la primera página de los periódicos diga mañana que el Fiscal General del Estado exige que se le comuniquen previamente los programas de televisión. Lo agradezco profundamente; me han quitado un peso enorme de la conciencia. Naturalmente, nada más lejos de mi intención. Quizá, como canario, n o tenga un lenguaje Suficientemente depurado. Lo que he querido decir es que habria que articular alguna medida, por supuesto lejos de cualquier tipo de censura, para que el Fiscal tuviera conocimiento de los programas televisivos. Pero yo no quisiera ni por un momento salirme de la órbita que nos ha ocupado esta tarde aquí. Me refiero a la protección de la infancia. He hablado siempre pensando en el menor, en la protección de la infancia, que es, según dice el párrafo 4 del artículo 20, lo que especialmente puede limitar los derechos fundamentales a la libertad de expresión y a recibir la debida información. Por tanto, yo me muevo en el marco de protección a la infancia, que es algo muy delicado y a lo que todos somos sensibles. Es lo único que motivaría una limitación en los programas televisivos; lo Único, no otros derechos fundamentales, no los que pueden suponer una intromisión ilegítima en general al honor, a la propia imagen o a la intimidad familiar y personal; me refiero sólo a los que atañen a la infancia, que tienen que tener por parte de todos nosotros, de la sociedad y del Fiscal General del Estado, una protección especialísima, una especial sensibilidad y un especial rigor. Se decía que es bueno que el Fiscal inicie -y naturalmente estoy de acuerdo- la vía civil, porque la calumnia y la injuria, que son los delitos que podrían dar lugar a la vía penal, hoy son delitos difíciles de centrar jurisprudencialmente, porque lo del «animus iniurandiw -como todos sabemos- cede a múltiples ánimos como puede ser el «iocandi» «retroquendi» «narrandi», etcétera, por lo que prosperan muy pocas acciones penales a iniciativa particular, respecto de esos delitos. Y o creo que la vía normal debe ser la prevista como garantía jurisdiccional civil por la Ley 62/78 y por la Ley 1/1982. El Ministerio Fiscal no puede conocer todos los programas televisivos; los conoce el perjudicado porque le ha llamado algún conocido y es él quien denuncia que se va a producir dicha emisión. No me estoy refiriendo a ningún tipo de censuras. No seré yo quien proponga la más mínima restricción a la libertad de expresión o a dar y 36 COMISIONES.-NÚM. 62 . recibir iriformación; todo lo contrario, yo seré, hablando sin apasionamiento -cosa que para mí es difícil- quien la proteja. Pero sí quería indicar la posibilidad de que estos hechos se pongan en conocimiento del Ministerio Fiscal, bien por los particulares o bien de alguna otra forma que en ningún caso implique censura previa, para que el Ministerio Fiscal pueda ejercitar con eficacia estas acciones. Por ahí va el espíritu y la letra de la Ley Orgánica 1/1982. El artículo 9 dice que la tutela judicial comprenderá la adopción de todas las medidas -insisto, de todas las medidas- necesarias para poner fin a la intromisión ilegítima de que se trata y restablecer al perjudicado en el pleno disfrute de sus derechos, así como para prevenir o impedir intromisiones ulteriores. Fíjense en el alcance que esto tiene. Cuando se trata del derecho a la intimidad o a la propia imagen de las personas adultas demasiado lejos puede ser excesivo, e, incluso, puede ser tan preocupante como lo otro. Pero cuando se trata de un niño, y puesto que el Ministerio Fiscal tiene la misión constitucional específica e histórica de proteger a la infancia y a los desvalidos, habría que arbitrar algún sistema que no supusiera una censura; además en este caso la censura sería de la autoridad judicial, nunca la que se establecía antes por la Administración, que, afortunadamente, en nuestro sistema actual es inimaginable. Creo que todo lo que sea garantizar la eficacia de la actuación del Ministerio Fiscal en defensa de los menores es bueno. Por supuesto que todo esto hay que hacerlo con el más escrupuloso respeto a la libertad de expresión. Pero después de hacer esa ponderación de intereses de cara a la jurisprudencia, después de introducir el principio de proporcionalidad, no creo que el derecho a la libertad de expresión resulte mermado si priorizamos la proteccion de la infancia. Y no hace falta teorizar aquí sobre ese bien jurídico porque sería ofender o poner en entredicho a la Cámara, que tiene las ideas perfectamente claras al respecto. El juicio oral en la televisión. La Constitución establece de forma absolutamente clara que el principio de publicidad ha de regir el juicio oral, y ahí no hay ningún tipo de restricciones. Por tanto, todo lo que sea dar publicidad al juicio oral creo que es bueno. El plenario, desde nuestra legislación liberal sobre el proceso penal, siempre ha gozado de entera publicidad, que solamente puede ser restringida en el caso de que el Presidente de la Sala lo considere oportuno, incluso en los casos -y no voy a poner el ejemplo de la alteración del orden .público- en los que se trata de la infancia. Eso con carácter general. N o obstante, cuando se refiere a la justicia del menor, la Ley prevé la restricción de la publicidad y la toma de imágenes del menor. Por tanto, principio de publicidad con carácter general para juicio oral, y cuando se trata de enjuiciamiento de menores, nuestro Derecho positivo tiene una restricción importantísima. Así, la Ley de Enjuiciamiento Criminal, de junio de 1992, y la instrucción que específicamente ha dictado la Fiscalía General del Estado para este supuesto, recuerda a los fiscales la obligación de preservar -y la propia Ley lo establece- la intimidad del menor que es objeto de un procedimiento judicial. En este caso concreto está perfectamente justificada la restricción del principio de publicidad. Así, se establece que el Juez de menores competente puede tomar la determinación de que las vistas no sean públicas y, por supuesto, la prohibición de tomar imágenes del menor mientras es objeto de un juicio. En este caso concreto, las reglas de Beiging son muy claras y, desde luego, la Ley de Procedimiento especial para el enjuiciamiento de menores, que ya fue objeto de la instrucción 111993 por parte de la Fiscalía General del Estado, establece perfectamente esa restricción al principio de publicidad. Pero, con carácter general, la publicidad para el plenario está perfectamente garantizada, aunque también existe una especificidad: esa publicidad, que no sufre restricciones en ningún caso, salvo las que el Presidente pueda establecer en un momento determinado, con respecto a los menores está perfectamente restringida por la reciente Ley de Enjuiciamiento de menores. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor Fiscal General, por su exposición y sus opiniones. Se suspende la sesión hasta las dieciocho horas. (Pausa.) S e reanuda la sesión. - COMPARECENCIA DEL SEÑOR VOCAL DEL CONSEJO GENERAL DEL PODEK JUDICIAL. (7 13/000089.) La señora PRESIDENTA: Se reanuda la sesión. Doy la bienvenida, en nombre de todos los miembros de la Comisión y en el mío propio, a don Juan Antonio Xiol Ríos, Vocal del Consejo General del Poder Judicial, que va a completarnos el asunto que estamos tratando hoy con sus puntos de vista. Tiene la palabra el señor Xiol. El señor VOCAL DEL CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL (Xiol Ríos): Gracias. Desde fechas recientes proliferan programas televisivos que están realizados preferentemente en directo y que tienen como característica común presentar algún ingrediente sensacionalista. El interés del espectador es atraído primero y mantenido después, durante los frecuentes cortes publicitarios, mediante el despliegue de recursos llamativos o escandalosos. En estos programas se advierte inmediatamente la presencia de u11 móvil comercial exacerbado, que indudablemente repercute en una menor objetividad y profesionalidad y en una baja de la calidad periodística del producto. Tales programas especulan, en gran medida, con la vida íntima de las personas, porque se basan en publicar cuestiones escabrosas respecto a detalles, circunstancias personales que afectan al honor y a la intimidad. Constituye un motivo de preocupación adicional que en algunas ocasiones se utilice la imagen y la intimidad de menores de edad, ya - 37 14 DE FEBRERO DE 1994 que a veces existe la sospecha de que detrás de esta presencia existe una operación de carácter mercantil. Otro fenómeno que confluye con este tipo de contenidos televisivos es que el atractivo por el sexo y la violencia, con el contenido sensacionalista que se busca, coincide en ocasiones con la atención específica respecto de procesos judiciales. Recientemente, en los Estados Unidos han existido varios procesos que simultáneamente han ocupado un nivel de atención absolutamente desacostumbrado en la televisión: juicio de Lorena Bobbit y el de la secta de los davidianos. Otro fenómeno relacionado con estos programas y preocupante desde el punto de vista de la justicia es que producen el efecto de lo que se llama un juicio paralelo. Eso ocurre cuando en estos programas se efectúan valoraciones críticas acerca de la regularidad ética de la conducta de una persona que va a ser sometida a enjuiciamiento por parte de los tribunales. En ocasiones, este juicio paralelo confluye en transformar en espectáculo público un determinado proceso; en otras, se observa que producen un efecto, sin duda, indeseable de publicidad para el delincuente; en otras, por el contrario, adoptan un punto de vista de venganza social o particular y permiten suponer que se especula con un sentimiento de doble condena respecto del sometido a enjuiciamiento. Además, estos juicios paralelos suponen en muchas ocasiones una amenaza para la imparcialidad del juzgador, para el derecho al juicio justo, especialmente en aquellos casos en los que el jurado está llamado a intervenir. Estos fenómenos televisivos recuerdan la reacción totalmente contrapuesta que suele producirse frente al ejercicio de la libertad de expresión y a los abusos de la misma. Por una parte, una posición que insiste en el carácter central, inamovible que la libertad de expresión tiene como núcleo imbatible en toda sociedad democrática para garantizar el pluralismo ideológico y el mantenimiento de la estructura misma de esta sociedad. Pero, por otra parte, en una especie de ley del péndulo, cuando se registran abusos de esta naturaleza, también existe una tendencia, que en ocasiones se exagera, a condenar los abusos de este ejercicio de la libertad de expresión en nombre del respeto a la verdad o de la imposibilidad de especular con la falta de cultura de algunos ciudadanos, o con los sentimientos bajos por parte de éstos. Desde el primer punto de vista, se afirma que el precio de la libertad es tolerar cierto grado de irresponsabilidad, como hizo Kenneth Morgan, Presidente del Consejo de Prensa Británico en el año 1989. Desde el segundo de los puntos de vista, Lucas Powe, en un libro que escribió en 1987, dijo que el libelo se había convertido en un entretenimiento nacional. Pero lo cierto es que existe una preocupación por parte de los poderes públicos, totalmente legítima y justificada, para corregir esos abusos de la libertad de expresión, en la medida en que pueden afectar seriamente a derechos fundamentales, a la protección de la juventud y de la infancia. Pero en otro lado está esa visión de la libertad de expresión que también es posible que sea contemplada con exageraciones en su defensa. Es frecuente que los periodistas sostengan una perspec- COMISIONES.-NÚM. 62 tiva unilateral de defensa a ultranza del derecho a la información; que cuando se produce una condena por parte de un tribunal, vean un atentado a la libertad de expresión; que cuando se adopta una medida cautelar para proteger un derecho fundamental, hablen de censura previa, a pesar de que esta medida pueda haber sido adoptada por el juez con arreglo a la ley. En todo caso, sí es necesario afirmar que cualquier reflexión que se haga sobre esta materia debe partir de la base del papel central, de la posición preferente que a la libertad de expresión se atribuye en toda sociedad democrática. Es ésta una tradición común en la civilización occidental, que está recogida plenamente en la jurisprudencia de los distintos países, en los tratados internacionales, y que en nuestro Derecho ha sido perfectamente asumida, a partir de la Constitución, por el Tribunal Constitucional y por el Tribunal Supremo. El Tribunal Constitucional, en efecto, ha partido de la base de que la posición de la libertad de expresión no solamente puede explicarse como limitada por los derechos fundamentales, sino que ocupa una posición claramente preferente y que ésta la lleva a prevalecer, por ejemplo, sobre el derecho fundamental al honor o a la intimidad cuando cumple determinados requisitos: el de la veracidad, el del interés público y social de la información y el de la moderación de las expresiones, porque, como gráficamente dice el Tribunal Constitucional, la Constitución no consagra el derecho al insulto. Pero aquí nos importan las limitaciones a la libertad de expresión, la primera de las cuales, a mi juicio, al menos desde el punto de vista de las manifestaciones de los medios de comunicación que aquí especialmente nos interesan, es la protección de los menores, la protección de la juventud y de la infancia. Esta necesidad, propia de las sociedades democráticas, es admitida como legitimadora de una restricción de la libertad de expresión en la jurisprudencia de prácticamente todos los países; por ejemplo, en Estados Unidos es uno de los pocos motivos que pueden justificar la legitimidad de una interdicción previa a la publicación de una determinada noticia o información. Y en las normas deontológicas que en muy distintos lugares y países se elaboran sobre la profesión periodística siempre sc hace una referencia a la protección de la infancia y de la juventud; por ejemplo, en el Código de Programas de la Comisión Independiente de la Televisión, en Gran Bretaña, o en el Código Deontológico de la Profesión Periodística, en Cataluña, que se aprobó en el año 1992, o en el más reciente e interesante Convenio sobre Principios de Autorregulación para las Cadenas de Televisión que se firmó en el año 1993 por el Ministerio de Educación con las consejerías de las Comunidades Autónomas y con determinadas cadenas televisivas. Los llamados ya «principios de Madrid», que fueron aprobados en un seminario celebrado en enero de este año sobre la relación entre los medios de comunicación y la independencia judicial, consideran también en lugar preferente como causa de restricción de la libertad de expresión que - 38 14 DE FEBRERO DE 1994 puede establecer la ley de protección de menores o de grupos necesitados de protección. Pero en cuanto reflexionamos sobre este criterio restrictivo, observamos que, al menos en nuestro derecho, en la proclamación a nivel internacional, a nivel jurisprudencia] y también a nivel constitucional, es quizá superior al desarrollo legislativo que luego merece. En la Constitución, en efecto, la protección de la juventud y de la infancia está expresamente prevista en el párrafo 4 del artículo 20 como una de las limitaciones a la libertad de expresión, y luego hay muchos otros preceptos constitucionales que pueden relacionarse con este principio: el de la dignidad de la persona y libre desarrollo de la personalidad, el derecho a la educación, la protección integral de los hijos, la protección de los niños conforme a los instrumentos internacionales, la promoción de la juventud. El Tribunal Constitucional acepta plenamente en sus sentencias, recogiendo también en este punto la orientación ya marcada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que la protección de la juventud y de la infancia es un criterio restrictivo de la libertad de expresión. Así ocurre también en instrumentos internacionales que son perfectamente conocidos: la Declaración Universal de Derechos Humanos, los pactos de derechos, la Declaración de Derechos del Niño, las normas e instrumentos y reglas mínimas internacionales acerca de la justicia j uven i 1. Pero, insisto, cuando descendemos al desarrollo legal de estos principios tan ricamente reconocidos a nivel constitucional e internacional, observamos que quizá el desarrollo es mucho más fragmentario, mucho más indirecto. Observamos en nuestro ordenamiento jurídico desarrollos o, por así llamarles, más bien referencias puramente genéricas y en ocasiones realizadas de una manera indirecta; por ejemplo, en el Estatuto de Radiotelevisión se alude, ciertamente entre los principios, al respeto a la protección de la juventud y de la infancia, pero realmente no se va más allá. Esta misma referencia la encontramos en la Ley del Tercer Canal de Televisión de 1983 y también en las normas de las distintas Comunidades Autónomas que regulan los entes públicos de gestión de las televisiones y de los medios de comunicación autonómicos, aunque sean de titularidad estatal o autonómica y, en cambio, en la Ley de Televisión Privada ni siquiera encontramos esta referencia. En la Ley de Televisión Privada, al hablar de las sanciones, se hace una referencia exclusivamente a la violación declarada en resolución firme de la normativa vigente sobre el derecho al honor, a la intimidad personal y a la propia imagen, entre otras normativas, sin ni siquiera hacer una referencia específica a la protección de la juventud y de la infancia. En la Ley de Publicidad de 1988, en la cual cabría, en principio, encontrar una referencia, como es habitual en los códigos deontológicos, a la protección de la juventud y de la infancia, observamos que se hace más hincapié en los contenidos externos de la publicidad, en la protección de la salud y del patrimonio. derechos de los consumidores y defensa de la competencia. que sobre los contenidos de la publicidad. N o se hace referencia a las limitaciones COMISIONES.-NÚM. 62 de los contenidos publicitarios por razón de la protección' de la juventud y de la infancia. La Ley Orgánica de Protección del Honor y la Intimidad, Ley Orgánica 1/1982, tampoco la proyección de lo que podríamos llamar la intimidad del menor merece un desarrollo específico, sino que simplemente se hace una referencia en un importante precepto, el artículo 3, a la necesidad de que el consentimiento del menor para que un acto de intromisión en la intimidad pierda su carácter ilegítimo deberá ser comunicado al Ministerio Fiscal y, si éste se opone, deberá quedar la resolución en manos del juez. Se trata del consentimiento prestado, lógicamente, por los representantes legales del menor. Esto explica, por tanto, que con un panorama legislativo ciertamente tan escueto, los esfuerzos que desde los ámbitos jurídicos se hacen para hacer valer este principio constitucional e internacional, exigencia de una sociedad democrática, la protección de la juventud y de la infancia de la libertad de expresión, especialmente en el medio televisivo, en el que son especialmente graves las agresiones que pueden realizarse respecto de los menores, tanto en cuanto a su intimidad como en cuanto a su necesidad de protección, hayan tropezado en muchas ocasiones con obstáculos de falta de regulación legal. Por ejemplo, la circular del Ministerio Fiscal del 15 de marzo de 1992 hace un esfuerzo importante por tratar de hacer efectiva esta protección, pero solamente puede articularse jurídicamente en torno a este, que por eso he llamado importante, artículo 3 de la Ley Orgánica 1/1982, y prácticamente se limita a decir que el Ministerio Fiscal, cuando tenga conocimiento o suponga que en algún medio televisivo o similar se vaya a producir una entrevista respecto de un menor o se vayan a publicar datos relativos a la intimidad de un menor, comprobará si efectivamente se ha producido su intervención y, por tanto, la decisión del juez en el caso de que el Ministerio Fiscal se haya opuesto, y en otro caso advertirá a los representantes legales del menor de la posible no validez del negocio jurídico, vía ciertamente indirecta para una restricción a la libertad de expresión que la Constitución directamente concibe como tal. Tenemos también otro ejemplo de un auto de un Juzgado de Primera Instancia dictado en el Último trimestre de 1993, que se decidió por adoptar una medida cautelar, que es probablemente una decisión con pocos. por no decir ningún precedente; una medida cautelar a instancia del Ministerio Fiscal por la que se prohibió la emisión de una entrevista con los familiares de un menor por la implicación de este último como perjudicado en un hecho que afectaba a su integridad física. La decisión judicial se apoyó nuevamente en este artículo 3 de la ley Orgánica 1/1982 y también en el artículo 158 del Código Civil, precepto que sólo puede ser invocado para estos fines de una manera indirecta, puesto que en el marco de las relaciones paterno-filiales atribuye al juez la facultad de adoptar medidas a instancia, entre otros, del Ministerio Fiscal a fin de evitar perjuicios o apartar al menor de un peligro. Otro principio muy importante, desde la profesión que 39 - COMISIONES.-NÚM. 62 yo ejerzo, como restricción de la libertad de expresión -y del cual suele hablarse en nuestro país, quizá, menos de lo que sería deseable- es el relacionado con la imparcialidad del juzgador. En nuestro Derecho, y esto también constituye un principio común a todas las sociedades democráticas, el proceso es público y esto supone ya desde la Revolución Francesa una garantía de la imparcialidad del juzgador, pues facilita la crítica pública de las decisiones judiciales. Sin embargo, la publicidad del proceso puede estar sometida a restricciones importantes, algunas de ellas, como dice el artículo 10 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, restricciones que tienen como finalidad el garantizar la imparcialidad del juzgador. Es en el Derecho anglosajón donde encontramos una manifestación más clara de esta limitación en la institución del desacato a la Corte, desacato al tribunal o «contempt of Court». La «contempt of Court» incluye la desobediencia a las órdenes del tribunal, las presiones sobre testigos y las presiones sobre el tribunal o jurado. Sin embargo, en los países anglosajones se admite que pueda incluirse dentro de este que podemos llamar desacato las discusiones o comentarios durante el desarrollo del proceso o previos al mismo susceptibles de suponer una presión sobre el tribunal que amenace a su imparcialidad. En el Reino Unido y en los Estados Unidos ha corrido distinta suerte esta institución. En el Reino Unido, donde tenia una gran extensión, donde prácticamente no podía publicarse antes de la sentencia más que escuetamente los datos acerca del proceso, la sentencia dictada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el caso «Sunday Times» obligó a reconsiderar la posición. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos dijo que cuando el tribunal inglés había ordenado la no publícación de determinadas informaciones en relación con el proceso de la talidomida, aunque había aplicado esta institución del desacato al tribunal, en este caso por presión sobre una de las partes, sin embargo no había actuado con suficiente justificación para ello dada la trascendencia pública del asunto, dado el carácter socialmente catastrófico -dice el Tribunal Europeo de Derechos Humanos- que el asunto revestía. Ello obligó a que se dictara en el Reino Unido una ley o acta sobre el desacato al tribunal, «Contempt of Court Act» de 1981, en la cual trata de inclinarse algo la balanza en favor de la libertad de expresión, pero se sigue incurriendo en desacato en caso de publicaciones que hagan comentarios previamente a la sentencia sobre el carácter del acusado, que revelen sus antecedentes penales, que manifiesten que ha confesado la realización del delito o cuando se lleve a cabo un juicio paralelo, se publican entrevistas con los testigos, o incluso la mera publicación de la fotografía del acusado si hay problemas de identificación, también los meros comentarios sobre los testimonios, bien para infravalorarlos, bien para supravalorarlos. Por el contrario, en los Estados Unidos ha sido la propia jurisprudencia de la Corte Suprema la que ha restringido el alcance de esta institución. Existe en primer tér- mino, en la primera fase, una importante sentencia &hepard versus Macwell», en la cual la Corte Suprema de los Estados Unidos anuló el proceso por entender que el tribunal debía haber prohibido determinadas intervenciones de los testigos y de los abogados ante los medios de comunicación, ante la prensa, pues con ello no había evitado el que se crease una atmósfera carnavalesca en torno al juicio. Sin embargo, en 1976, en el caso «Nebraska Press Association versus Stuartn se afirmó que las restricciones previas a la publicación de informaciones serían la más intolerable violación de la Primera Enmienda de la Constitución, que proclama la libertad de expresión; con ello se produjo un apartamiento de los mecanismos británicos. En esta sentencia la Corte Suprema indicaba para garantizar la imparcialidad del tribunal medidas indirectas: el cambio del tribunal, traslado a otro lugar del juicio, aplazamiento del juicio hasta que minorase la situación de candencia en los medios de comunicación, examen previo del jurado, aislamiento del jurado, instrucciones, etcétera. En otros países europeos en algunas ocasiones se ha intentado trasladar algunos aspectos de esta institución, aunque nunca lo ha sido con el alcance que tiene en el Reino Unido y en los Estados Unidos. En Francia, por ejemplo, el Código Penal de 1958 previó precjsamente como delito la existencia, antes de la decisión definitiva, de comentarios tendentes a ejercer presiones sobre las declaraciones de los testigos o sobre las decisiones dictadas, tanto en fase de instrucción como en fase de juicio oral. Otra institución que, desde el punto de vista judicial, tiene una estrecha relación con la libertad de expresión es el secreto del sumario, vieja institución regulada en la Ley de Enjuiciamiento Criminal del siglo pasado y que ciertamente no ha sido adaptada a las exigencias ni del funcionamiento moderno de los tribunales ni de la libertad de expresión. El secreto sumarial, según la sentencia del Tribunal Constitucional 13/1985, afecta exclusivamente a las actuaciones procesales. En consecuencia, no legitima al juez -según interpreta esta sentencia del Tribunal Constitucional- para prohibir que se publiquen noticias, informaciones que puedan afectar al éxito de la investigación que, en definitiva, según dice la Exposición de Motivos de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y admite esta sentencia, es el fin del secreto del sumario. Sin embargo, en la actualidad tanto en la doctrina como en la jurisprudencia tiende a observarse en los distintos países una evolución de este principio acerca del secreto de las investigaciones, que en nuestro Derecho se integran dentro de la fase sumarial. Efectivamente, se observa que no es tanto el éxito de la investigación penal lo que trata de asegurarse, sino la adecuada ponderación de los derechos en juego, y concretamente el derecho a la tutela judicial, especialmente en este caso por parte de las víctimas del delito. Por otra parte, se observa también que el principio acerca de que el sumario es secreto no puede excluir el hecho de que cuando esté seriamente amenazada la imparcialidad por parte del juzgador éste - 40 14 DE ’ FEBRERO DE 1994 pueda prohibir la publicación de determinadas informaciones que afecten al proceso en su conjunto, o incluso que afecten a derechos fundamentales, especialmente el derecho a la intimidad, de los implicados en él. En nuestro sistema se ha empezado a percibir también esta necesidad y tenemos también algún caso de resolución judicial en donde ha intentado hacerse algo así. Me estoy refiriendo concretamente a una resolución que dictó el juez del Partido de Olot prohibiendo la intervención de u n testigo que había tomado parte en el sumario en relación con el secuestro de una farmacéutica en un conocido proceso; esta intervención estaba llamada a ser prestada precisamente en un programa de televisión que entra plenamente dentro de las características a que me he referido en el comienzo de esta intervención. En aquella ocasión el juez justificó esta decisión en la advertencia al interesado de que podría ordenar su ingreso en prisión por un presunto delito de obstrucción a la investigación judicial. El secreto del sumario exige también el compaginarlo con la libertad de expresión, en el sentido de que en las sociedades democráticas se advierte que el contenido propio del proceso debe ser objeto de información al público, y aplicando rigurosamente las reglas sobre el secreto del sumario esto sería absolutamente imposible. Sin embargo, se observa cómo de vez en cuando en los distintos países se producen disposiciones tendentes a interpretar que los jueces, los miembros del Ministerio Fiscal y los miembros de la Policía Judicial están autorizados para facilitar ciertas informaciones a la prensa que en principio estarían comprendidas en el secreto del sumario. Estoy refiriéndome, por ejemplo, a una famosa circular dictada en Bélgica por el Ministerio de Justicia en el año 1953, que fue el resultado del trabajo de una Comisión en la cual se decía precisamente que los magistrados. fiscales y jefes de policía con consentimiento de aqudlos podían confirmar los hechos que son objeto de un proceso con exclusión de toda apreciación personal. También existe en España una Orden Ministerial del año 1928 que regulaba precisamente el servicio de guardia en Barcelona y donde se hacía también unabreferencia a la posibilidad por parte del juez de dar la información que considerasc necesaria a los medios de comunicación. Sin embargo. la cosa no ha pasado realmente en el nivel formal dc estc grado; sí, en cambio, como se ha sentido siemprc esta necesidad por parte de los medios judiciaIcs. lo cierto es que la regla de no facilitar información a los medios dc comunicación ha sido interpretada ciertamente con una enorme laxitud. con una enorme flexibilidad. a veces claramente excesiva. En el año 1986. el Consejo General del Poder Judicial adoptó un acuerdo manifestando su preocupación por las declaraciones que los jueces efectuaban a los medios de comunicación sobre asuntos de su competencia; fue la llamada. naturalmente desde ambientes informativos. ((ley del silencio». Otro aspecto también importante, desde el punto de vista judicial, es el de la publicidad de las sentencias. Las sentencias. ciertamente son públicas. es más, los tratados COMISIONES-NÚM. 62 - internacionales, la Constitución, las leyes procesales ordenan expresamente su publicación. En el año 1989 el Consejo General del Poder Judicial entendió que este principio de publicidad de las sentencias no tiene límites y que, por tanto, cualquier persona puede tener acceso a los libros de sentencias que se coleccionan en los juzgados sin necesidad de alegar interés especifico alguno. N o obstante, en el año 1991, y esto es significativo, el Consejo General del Poder Judicial varía totalmente la doctrina anterior, y dice que la publicidad de las sentencias tiene como finalidad facilitar la crítica pública de las sentencias, pero no el atender a cualquier interés y que, por tanto, en la medida en que el interés alegado no sea efectivamente el interés informativo que está insito en la necesidad de facilitar la crítica pública para garantizar un juicio justo, el interés de aquel que pretende el conocimiento de las sentencias debe valorarse en función de otro criterio totalmente distinto: el de la ponderación del interés para el acceso a los registros judiciales. En el año 1993 se completó este principio por el Consejo General del Poder Judicial, sentando la doctrina de que el tribunal puede limitar la pub!icidad de las sentencias, sobre todo en cuanto a los medios de comunicación, para proteger precisanente e1 derecho a la intimidad de los afectados. Esta liinirsción puede consistir en suprimir los nombres o incl1:;o la comunicación de una sentencia a los medios de comunicación. Realmente, hoy por hoy existen muchas garantías para exigir responsabilidad a los jueces y magistrados, tal como se halla el estado de la cuestión, por excesos en el quebrantamiento del secreto que podemos llamar profesional. Ciertamente, existe un precepto genérico en el Código Penal sobre quebrantamiento del secreto profesional por parte de los funcionarios, pero apenas existen más referencias concretas en la Ley Orgánica del Poder Judicial al alcance de este secreto, salvo las normas procesales que regulan el secreto del sumario. Sin embargo, el Consejo General del Poder Judicial el año pasado tuvo ocasión de dictar una interesante resolución, confirmando una sanción impuesta a un magistrado, precisamente poi intromisión en la independencia de otro magistrado como consecuencia de unas declaraciones a la Prensa. Se trataba del presidente del tribunal que debía conocer, en vía de recurso, la resolución que al día siguiente iba a dictar el juez inferior en un procedimiento cautelar, y que el magistrado del Órgano superior prejuzgaba en cuanto a su contenido. El Consejo General del Poder Judicial, utilizando la técnica del (&dancing», del balanceo o de la ponderación de intereses de derechos fundamentales, y enfocando ciertamente desde este punto de vista la posible existencia de una restricción a la libertad de expresión, dijo lo siguiente: una opinión públicamente manifestada en estos términos por el presidente del tribunal de apelación ofrece un instrumento desigual de defensa a la parte a quien interesa, y un motivo de severa desconfianza a las demás partes, susceptibles ambos de poner en cuestión la apariencia de imparcialidad con que el juzgador debe proceder, presupuesto de su independencia y de quebrar la confianza en - 41 14 DE FEBRERO DE 1994 el principio de contradicción y en el sistema de recursos y hace, en definitiva, que se aprecie un plus en la restricción de la libertad de información que pudiera predicarse para otros supuestos en los que no concurrieren tales circunstancias. En consecuencia, confirmó la sanción, sería una especie de «contempt of Court» cometido por un magistrado repecto de otro. Voy a referirme ya a posibles líneas de solución en relación con alguno de los problemas que he planteado. Creo que el hacer efectivas las limitaciones a la libertad de expresión exige, en primer término, plantearse una alternativa acerca de la autorregulación o de la intervención. Y o pienso que quizá esta alternativa pueda contestarse mediante una respuesta ecléptica, la que siguen precisamente los «principios de Madrid» de este año, en el sentido de que, dada la dificultad que comporta el contrapeso, la ponderación de la libertad de expresión que ocupa, como he indicado, una posición, preferente respecto de los otros derechos, quizá lo más adecuado sea combinar todo tipo de medidas: las medidas de autorregulación, códigos deontológicos, acompañados además de Comisiones que intervienen con carácter no vinculante y medidas similares juntamente con las medidas de carácter legal. Si admitimos, por tanto, que caben medidas de control de la libertad de expresión, aparte de las que queden en el ámbito de la estricta autorregulación, habremos de plantearnos si este control ha de ser parlamentario, administrativo o judicial, es decir, a cuál de los tres Poderes ha de corresponder. Tampoco aquí puede darse una respuesta Única: el control parlamentario, al menos en nuestro Derecho, está llamado a ejercer una importante función respecto de los medios de comunicación de titularidad estatal, como establece el artículo 20 de la Constitución; por tanto, ello aconseja en este punto potenciar en todo lo posible la Comisión parlamentaria de Control de Radiotelevisión, que no solamente puede tener como finalidad garantizar el pluralismo, sino también el cumplimiento de los principios constitucionales. Por otra parte, el control por la Administración está llamado también aquí a ejercer un papel importante, sobre todo en el ámbito de la televisión privada porque en este marco como consecuencia de las particularidades que presenta esta actividad, la titularidad del servicio publico se mantiene en manos de la Administración y ésta se desempeña en régimen concesional. La concesión de unas facultades a la Administración, que están previstas en la Ley de Televisión Privada, entre otras importantes facultades sancionadoras en relación precisamente con el incumplimiento de la normativa, previa resolución firme, entre otras del derecho a la intimidad. Por otra parte, dado que normalmente estaremos aquí en presencia de restricciones de derechos fundamentales, será la actividad jurisdiccional la llamada a jugar un papel decisivo. Deberíamos recordar aquí las palabras de Tocqueville, el cual decía que la magistratura es la única aristocracia compatible con la democracia. En este sentido, el juez es el llamado a usar estas prerrogativas para COMISIONES.-NÚM. 62 hacer efectivas las restricciones a la libertad de expresión. Pero ello plantea inmediatamente otra alternativa que deberemos resolver, la alternativa entre legislación y jurisprudencia. Para algunos debe dejarse un amplio campo a la jurisprudencia para delimitar el alcance de las restricciones a la libertad de expresión; para otros, debe buscarse un mayor desarrollo legislativo. A mi juicio, esta última posición, al menos aquí y ahora en España es la procedente. Efectivamente, a partir de la Convención Europea de Derechos Humanos el Tribunal Europeo exige que para que sean legítimas las injerencias en la libertad de expresión estén previstas en la ley, y con cierto grado -con un grado importante- de previsibilidad y de precision, y así lógicamente se desprende también de nuestra Constitución. Por tanto, aunque aparentemente tenemos una jurisprudencia muy detallada por parte del Tribunal Constitucional y del Tribunal Supremo acerca de la ponderación de este derecho, del alcance a las restricciones de la libertad de expresión, no debemos engañarnos por esta razón: toda esa jurisprudencia está siempre montada sobre la base de la existencia de una sanción previa, civil o penal, a un acto ilícito, y es sobre esta base sobre la que se da ocasión a los tribunales para pronunciarse si ese acto, efectivamente, puede sancionarse constitucionalmente o no, pero no puede pretenderse que esa ya rica jurisprudencia del Tribunal Constitucional pueda ser efectiva sin contar previamente con un adecuado desarrollo legal que establezca lo que es lícito y lo que no lo es en el ámbito del ejercicio de la libertad de expresión. En consecuencia, si admitimos que debe desarrollarse más la legislación en este punto, deberemos decidir otra alternativa: la dualidad de vías entre la vía civil y la vía penal. Se ha defendido en muchas ocasiones que la vía civil es la adecuada para resolver los problemas de protección del derecho a la intimidad; probablemente ello es bastante cierto pero no del todo, mientras que respecto del ámbito de la protección de la juventud y de la infancia posiblemente deba admitirse una mayor entrada del Derecho penal en la materia. En efecto, en el ámbito penal se echa de menos en el actual Código Penal una protección de la intimidad del menor; asimismo, se echa de menos una adecuada regulación de los delitos contra la intimidad que están simbólica y fragmentariamente representados por el delito del descubrimiento y revelación de secretos, que realmente no tiene o no cubre el alcance que la protección penal del derecho a la intimidad debe desempeñar en el Derecho moderno. Algo así es lo que se intenta regular en el anteproyecto de Código Penal del año 1992. En el ámbito civil se ha pedido ya desde la doctrina una reforma de la Ley Orgánica 1/1982. Es necesario que se incorporen las novedades jurisprudenciales sobre el ambito del derecho a la intimidad y al honor en relación con la libertad de expresión. Pero también es necesario que se dé otro enfoque al derecho a la intimidad para no relacionarlo siempre -como parece hacer esta Ley- con las ofensas o los perjuicios a la reputación. - 42 14 DE FEBRERO DE 1994 Asimismo, en el marco del desarrollo legislativo, es necesario cumplir el mandato constitucional que prevé la regulación de la cláusula de conciencia del periodista. Es, asimismo, necesario y apremiante el que exista una legislación más desarrollada sobre los contenidos publicitarios y televisivos en función de la protección de menores. Ciertamente, las perspectivas no son del todo negativas en este punto. Existe un proyecto de Ley que tiene como finalidad la trasposición de una Directiva comunitaria sobre ejercicio de actividades de radiodifusión televisiva que contiene unos preceptos directamente encaminados a limitar el contenido de la publicidad en la medida en que pueda causar daños a los menores o abusar de ellos y respecto al contenido de los programas televisivos en general en la medida en que puedan afectar al desarrollo físico o intelectual de los menores. Este proyecto de Ley, trasponiendo la Directiva, recoge unas normas muy similares a las que se contienen en aquel convenio para la autorregulación, firmado por el Ministerio de Educación y Ciencia con diversos canales de televisión y Consejerías de las Comunidades AutÓmonas. Finalmente, apuntaré algunas medidas que creo que también pueden contribuir a dar un arsenal de instrumentos jurídicos -en este caso al Poder Judicial- para hacer efectivas estas limitaciones a la libertad de expresión. Todas estas medidas se mueven en el ámbito del Derecho Procesal. En algunas ocasiones, solamente el hecho de apuntarlas, da idea de la existencia de lagunas clamorosas en el desarrollo de nuestro Ordenamiento Jurídico. Así, en primer lugar, debe regularse con mayor detalle el secuestro, es decir, la prohibición anticipada de la publicación de determinadas informaciones, tanto en e1 ámbito del Derecho Civil como en el del Derecho Penal. N o es suficiente -como hace la Ley Orgánica 1/1982- el afirmar que podrán adoptarse medidas cautelares para evitar que continúe la intromisión ilegítima. El juez necesita un mayor marco de definición, aunque sólo sea para cumplir con las exigencias de precisión de la Ley que puedan traerse a colación en esta materia. Por otra parte, también es menester que sin más tardanza se desarrolle el artículo 5 3 . 2 de la Constitución. Este artículo prevé que se establecerá un procedimiento sumario y preferente para la protección de los derechos fundamentales por parte de los jueces: prevé, por tanto, la regulación del amparo ordinario. La regulación de la Ley 62/ 1978 -anterior a la Constitución- es absolutamente insuficiente en este punto. Es necesario abordar sin tardanza esta materia. Difícilmente podemos hablar de proteger derechos fundamentales, como el derecho a la intimidad. si ni siquiera está desarrollada csta Ley y es necesario acudir más frecuente e intensamente de lo que sería de desear al amparo constit ucional. Por otra parte, también debe regularse, adaptando las exigencias de la libertad de expresión a su verdadera finalidad. el secreto del sumario. Probablemente debe estudiarse la introducción de medidas procesales que puedan permitir al juez -como antes he indicado- prohi- 62 COMISIONES.-NÚM. bir la difusión de determinadas informaciones al hilo de un proceso penal, cuando perjudiquen el fin del proceso, el derecho a la tutela o cuando atenten al derecho a la intimidad de alguna de las partes. Ciertamente se trata de algo que hay que reflexionar con mucho detenimiento y cuyo carácter, totalmente excepcional, debe admitirse y establecerse claramente en la Ley; sin embargo, es una medida -insisto- que se está considerando cada vez más en los foros internacionales, en las reuniones internacionales e, incluso, parece apuntarse -como sostiene algún autor- en la propia Jurisprudencia del Tribunal Constitucional. Por otro lado, debe permitirse al juez que limite la publicidad de los propios actos procesales para proteger el derecho a la intimidad y las exigencias de la juventud y de la infancia. Pero, probablemente, podrán introducirse otras prohibiciones ya directamente por la Ley como, por ejemplo, prohibir la identificación de los menores, de las víctimas de delitos sexuales, etcétera. Probablemente, una medida que puede contribuir a resolver los problemas respecto de la publicidad de los actos judiciales es la desjudicialización de la instrucción penal o, dicho en otros términos, la atribución de la investigación penal al Ministerio Fiscal, porque entonces el juez siempre actuará contradictoriamente, podrá incrementarse y no sufrir tantas limitaciones el principio de publicidad y, sobre todo, cuando se le pida una medida de restricción a la libertad de expresión, se sabrá quién la pide, tendrá que justificar ante el juez contradictoriamente por qué la pide y, por tanto, este tipo de medidas se adoptará con más garantías. Finalmente, como Última medida, creo que también deben preverse las restricciones -como antes he indicado-, en la línea del acuerdo del Consejo General del Poder Judicial, a la publicidad de las sentencias aprovechando, probablemente, para que la publicación de éstas se regule de una forma realista y no como ocurre ahora que está ordenado que el ponente las lea siempre en audiencia pública y, sin embargo, esta exigencia, por imperativo de la realidad fácil de comprender, no se cumple en todos los casos, ni siquiera, evidentemente, en la mayoría de ellos. Estas son las consideraciones que se me han ocurrido, en relación con ei tema para el que se me ha citado aquí, respecto a las restricciones a la libertad de expresión, con especial incidencia en la actividad de los Órganos judiciales, y respecto a algunas de las posibles soluciones que, a mi juicio, podrían aconsejarse o emprenderse para hacer efectivas estas limitaciones que tiendan a evitar los abusos en el medio televisivo de la libertad de expresión. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor Xiol, por la exposición tan bien documentada y por las propuestas de medidas que, sin duda, serán muy útiles a los trabajos de esta Comisión. Voy a dar la palabra a los portavoces de los Grupos Parlamentarios Popular y Socialista, que son los que quedan en la sala. Tiene la palabra la Senadora Agüero. - 43 14 DE FEBRERO DE 1994 . La señora AGÜERO RUANO: Gracias, señora Presidenta. Ante todo, muchas gracias al señor Xiol por la comparecencia en esta Comisión y, so6re todo, por la brillante intervención que ha tenido, coincidente, además, con algunos planteamientos que yo quería apuntarle. Como usted ha dicho hay conflictos entre derechos fundamentales la libertad de expresión e información con el derecho a la imagen, al honor y a la intimidad, pero creemos que la libertad de expresión tiene unos límites -según nuestra Constitución- y, además, ya se ha manifestado en anteriores comparecencias. Como ya sabe, esta mañana ha venido la Ministra de Asuntos Sociales, el presidente del Consejo General de la Abogacía y el Fiscal General del Estado. En cuanto a la libertad de información, tampoco vemos de qué se nos informa, sino que demuestra que las tragedias personales pueden convertirse en espectáculo. Este tipo de televisión donde todo vale con tal de conseguir audiencia y esa dificultad para reconocer los límites a la propia labor tiene que acabar provocando que sean otros quienes tengan que decir dónde tienen que parar. Primero surgieron los culebrones, luego los areality shows)) y ahora le toca el turno a la emisión de juicios en directo, como el caso de Lorena Bobbit, que usted ha comentado. Se anuncia además -como hace el marido de esta señora- antes del juicio ¿cómo engañó Lorena Bobbit al jurado? Por tanto, creo que estamos ante una casi locura colectiva y pienso como un crítico de televisión que hace poco escribió que un mundo capaz de generar un debate social de tal intensidad sobre asuntos así es un mundo podrido, y quizás habría que empezar a resaltar la palabra decadencia, aunque no es deseable por parte de nadie. Recuerdo que hace años le coftaron la oreja a un nieto del millonario Paul Getty después de raptarlo, y no vendían orejas de caramelo como han hecho con el órgano cortado del marido de esta señora.. Yo le pregunto, señor Xiol Ríos: ¿Qué le parecen a usted esos juicios sobre hechos íntimos, como pueden ser violaciones o castraciones? @e puede celebrar el juicio a puerta cerrada en lugar de celebrarse en audiencia pública con televisiones de todo el mundo para luego comerciarlo? Como siempre copiamos, sobre todo lo que viene de Norteamérica, si usted me permite, voy a hacerle un pregunta un tanto jocosa: ¿usted consideraría ético que nuestro Ministro de Justicia, al establecer el Jurado en España, vendiera al mejor postor la vista de un juicio para que se comercializara en televisión y que, además, diera unos teléfonos -como se están dando en este momento-: uno para la solución y otro para la condena? Así, aparte de enriquecerse un poco más Telefónica con 15.000 llamadas, ¿podría firmar una sentencia cualquier juez? Usted ha hablado también de los juicios paralelos. Y o quería preguntarle sobre este tema porque tuve la osadía de presenciar un programa de televisión el 30 de diciembre del pasado año en el que, efectivamente, había un juicio paralelo. Hay un procedimiento judicial que está en trámite y en el programa se manifestaba una actriz COMISIONES.-NÚM. 62 contra un actor, pero lo que se debatía era la paternidad de la niña en cuestión, y la niña, además, salió en fotografía, no en persona pero sí en fotografía, y era una niña de corta edad. Quiero preguntarle ¿cómo se puede preservar la intimidad de esas personas, y sobre todo de la menor? No voy a entrar en la discusión sobre si la actriz tenía razones suficientes para asegurar la paternidad y para decir que el actor era el padre de su hija, pero se le hicieron preguntas del calibre de si se había hecho la prueba del sida, sencillamente porque en este programa había gente que estaba a favor de la «compareciente» y otros a favor de la persona que no estaba en el programa. Los que estaban a favor de ella le acusaron a él textualmente -y perdonen que utilice esta expresión en esta Cámara- de maricón y de homosexual, y por eso la preguntaron a ella sobre la prueba del sida para que quedara en entredicho la posible paternidad del actor. Por tanto, me ha gustado bastante que usted haya dado -y ha sido la primera persona en estas comparecencias que lo ha hecho- unas posibles soluciones desde el punto de vista jurídico, porque ha entendido que hay lagunas clamorosas, y estoy utilizando sus mismas palabras. Al Fiscal General del Estado le he preguntado si en nuestro Ordenamiento jurídico faltaba algún elemento regulador para que se pudieran evitar, sin quitar ni un apéndice a la libertad de expresión, los actuales contenidos perniciosos de nuestra televisión referidos al menor, y el Fiscal me ha contestado que él entiende que en el marco legislativo nacional e internacional son suficientes todas las normas jurídicas. Hay, pues, una contradicción -no una contradicción exactamente entre usted y él- en el sentido de que él entiende que sí hay suficientes normas. Me ha parecido entender que hay lagunas en nuestro Ordenamiento jurídico, como usted ha dicho al referirse a la regulación de determinadas leyes o articulados. Por último, quiero preguntarle qué le parece que los abogados aparezcan en este tipo de programas. Esta pregunta ya se ha formulado también a los anteriores comparecientes. Nada más y muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Gracias, senadora. Por el Grupo Parlamentario Socialista tiene la palabra el senador Ardaiz. El señor ARDAIZ EGÜÉS: Gracias, señora Presidenta. Solamente quiero agradecer a don Juan Antonio Xiol Ríos su comparecencia y su valiosa aportación a los trabajos que estamos realizando en esta Comisión, fundamentalmente porque nos ha hecho una exposición de alternativas, además de alternativas descendentes; primero planteando si hace falta autorregulación o no; en el caso de que sí, si legislación o jurisprudencia, etcétera. Con los apuntos que nos ha dado hemos visto la posibilidad de rellenar algunos vacíos normativos. Muchas gracias. La señora PRESJDENTA: Gracias, senador Ardaiz. El señor Xiol tiene la palabra. - 44 14 DE FEBRERO DE 1994 El señor VOCAL DEL CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL (Xiol Ríos): Voy a intervenir muy brevemente para decir a la representante del Grupo Parlamentario Popular que, en principio, me parece absolutamente lógico que en esta materia se hayan producido muchas coincidencias. Creo que es una materia muy estrechamente ligada a los derechos fundamentales, y en materia de derechos fundamentales, normalmente al menos en una sociedad democrática, la coincidencia suele producirse al 100 por cien, si no al 90 por cien. Otro problema es cómo conseguir la plena efectividad de estos derechos. Éste es, efectivamente, el gran problema que tiene planteado el Estado social y democrático de Derecho, de estos derechos y también de los derechos que se llaman sociales y los derechos fundamentales de la tercera generación. Y o , como jurista, lógicamente, tiendo a considerar estos problemas desde el punto de vista jurídico y, en consecuencia, quiero creer y necesito creer, porque es mi profesión y porque además tengo fe en el Estado social y democrático de Derecho, que el Ordenamiento jurídico tiene medios suficientes para lograr que dentro de ese progreso que es algo insito, que es algo propio al Estado social, se vayan afirmando todos estos derechos y vayamos afinando y perfeccionando nuestros instrumentos de eficacia para el equilibrio del sistema jurídico. Por tanto, frente al fenómeno que pueden suponer estas nuevas manifestaciones de la televisión y en general de los medios de comunicación, esta impresión que efectivamente pueda existir de descontrol, de grave desinformación e incluso de decadencia, el jurista, en principio, poco tiene que decir. No es labor del jurista el dar una respuesta o una explicación a estos fenómenos; esto será más propio quizás del filósofo, será más propio del historiador, será más propio del político. Desde el punto de vista del jurista, éste debe ceñirse exclusivamente a tratar de afinar lo más posible los instrumentos partiendo de la base, que es casi una base dogmática, de que el Derecho es suficiente para regular la convivencia, porque si no el Derecho no existiría. En relación con las cuestiones concretas planteadas, quizá por la deformación propia de mi profesión de juez, no me gustaría enjuiciar contenidos televisivos concretos, porque los jueces tenemos la experiencia de que no hay nada n o más arriesgado sino más seguro para equivocarse que enjuiciar un caso sin conocerlo hasta el último detalle en todos sus aspectos. Cuántas veces se lee la demanda. está uno absolutamente convencido de que la cuestión jurídica debe resolverse en un determinado sentido y. posteriormente, al avanzar y leer las alegaciones del demandado se cambia totalmente de postura y entran las dudas, y a veces un cambio total de opinión. Esto es algo que nos ha pasado a todos los juristas. Por tanto, quiero decir que en las respuestas que voy a dar ahora no hay en absoluto una voluntad de enjuiciar ni de cerca ni de lejos hechos concretos. sino mas bien de ofrecer posibles soluciones para el perfeccionamiento del Ordenamiento jurídico en relación con determinadas situaciones. COMISIONES.-NÚM. 62 En relación con la publicidad de los juicios y la retransmisión directa de los juicios, aunque sería conveniente que se actualizase y se perfeccionase algo, creo que en el Ordenamiento jurídico actual este momento, aunque obligando a un cierto esfuerzo de interpretación al juez, existen claramente elementos para evitar y para proteger perfectamente el derecho a la intimidad de los interesados. El juez puede acordar motivadamente que el juicio se celebre a puerta cerrada, y aunque no lo dice expresamente la Ley, sí hemos dicho ya en el Consejo General del Poder Judicial -naturalmente,.la importancia de esta opinión no reside en que lo hayamos dicho nosotros sino en que creo que hemos interpretado bien eii este punto el Ordenamiento jurídico- que el juez tiene facultades para, en todos los ámbitos de la publicidad del proceso, introducir motivadamente limitaciones con la finalidad de proteger los derechos fundamentales. Hay un precepto de la Ley Orgánica del Poder Judicial -precepto con el que probablemente se ha adelantado a su tiempo porque es muy poco citado y, sin embargo, ofrece unas grandes posibilidades en este sentido- que dice que el juez podrá motivamente limitar la publicidad de las actuaciones judiciales, y lo dice con carácter general, para la protección de los derechos fundamentales. Hay que ser conscientes de que este precepto existe y hacer un uso mucho más intenso, mucho más rico de él. Pero, insisto, también sería bueno que las leyes procesales, ahora que estamos probablemente en puertas de una importante reforma procesal, solucionen muchos de los problemas que no son en realidad de valoración del juez, sino que son valoraciones anticipadas que puede ya realizar el legislador reduciendo el grado de incertidumbre con el que el juez se encuentra en el momento de adoptar una decisión. Los juicios paralelos, por ejemplo con llamadas telefónicas y de otras muchas formas, son efectivamente una cuestión preocupante. Soy de los que piensan que debemos importar muchos instrumentos jurídicos no de los Estados Unidos pero sí del Derecho anglosajón, y probablemente la institución del desacato al tribunal, del desacato a la Corte ofrece instrumentos adecuados para corregir este tipo de cosas. Ciertamente, con los instrumentos jurídicos que tenemos es difícil prohibir un juicio paralelo. Los jueces han sentido esta necesidad. He citado alguna resolución que intentaba evitar esto. Pero han tenido que realizar una labor creativa para interpretar el Ordenamiento jurídico, aunque todavía debemos esperar a que se pronuncien los Tribunales superiores para saber si esas resoluciones son adecuadas a la ley y a la Constitución. Eso lo dirán el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional en el ámbito de sus respectivas competencias. En este punto se ganaría mucho si introdujéramos algunas instituciones propias del «Contempt of Court». Esto se ha intentado en algunos países europeos y en varios se ha conseguido. Hay que hacerlo con una enorme prudencia y reflexionando intensamente, porque todo lo que amenaza a la libertad de expresión amenaza a la propia existencia de la sociedad democrática. Por tanto, debemos curarnos en salud, reflexionar y adoptar to- - 45 14 DE FEBRERO DE 1994 'das las precauciones necesarias, puesto que todos sabemos lo que ocurre cuando se comienzan a introducir restricciones aparentemente justificadas, pero en el fondo restricciones, a la libertad de expresión. Y a los múltiples ejemplos que nos da la Historia en este punto me remito. En otros procesos se produce un atentado a la intimidad, y en estos casos, dada la concepción que existe en este momento en la Ley Orgánica 1/1982, la solución es más difícil. En realidad, esta Ley parte de la base, que casi podría decirse que es el principio básico que inspira la regulación de este derecho en la ley, de que cada uno administra su propia intimidad. Por tanto, uno puede abrir o cerrar su ámbito de intimidad. Por otra parte, como prevé expresamente esta Ley, aunque dice que el derecho a la intimidad es irrenunciable, puede prestar su consentimiento para que un acto de intromisión no se convierta en ilegítimo. Por tanto, si se sigue con este criterio en este punto, que no parece del todo irrazonable, podrían adoptarse dos tipos de medidas. Una, sancionar según el Código Penal aquellos atentados que claramente constituyen una infracción del «minimun» ético de penetración en la intimidad ajena. Normalmente, todos los Derechos -todavía no lo hace el nuestro, aunque sí lo preveía el proyecto de 1992 que, naturalmente, ha sido retirado de las Cámaras; esperemos que vuelva en iguales o mejores condiciones en este punto- recogen, por ejemplo, como delito la obtención de secretos ajenos mediante artilugios mecánicos cuya simple utilización o colocación en la morada ajena ya es susceptible de generar un fuerte reproche social. En un mundo donde, nos guste o no, la intimidad es objeto -y debe decirse con las palabras más duras- de comercio, de compraventa, difícilmente puede adoptarse una postura a priori en este punto. Una vez sentadas las infracciones penales, que ésas sí pueden tener todas las consecuencias propias del Derecho Penal, lo que hay que hacer es realizar una regulación desde el punto de vista civil lo mas precisa, lo más adecuada posible, pero probablemente dejando siempre a los interesados la posibilidad de entablar, cuando lo consideren oportuno, demandas y peticiones de indemnización. Y , a resultas de esto, corregir las infracciones que se hayan producido. Para casos muy graves cabe establecer una medida cautelar, que es la prohibición anticipada de la publicación de un determinado contenido a petición de una parte que afecta a su intimidad. Recientemente hemos tenido un ejemplo. Sin embargo, esto es difícil en nuestro Ordenamiento. Es difícil ahora porque la Ley Orgánica 1/1982 habla de medidas cautelares en general. Pero pienso que una medida cautelar de tan enorme significación en una sociedad democrática y de tan enorme significación para la clásica libertad de prensa como la prohibición anticipada de la publicación de un contenido informativo sería conveniente que tuviera un desarrollo legislativo mucho más preciso, para que el juez pudiera confiar en unos instrumentos legislativos más sólidos y, por otra parte, no pudiera alegarse que existe una infracción de la seguridad jurídica. COMISIONES.-NÚM. 62 En cambio, hay algo con lo que creo que debemos ser inflexibles, y es la protección de la intimidad de los menores o simplemente aquellos contenidos televisivos que puedan afectar al desarrollo físico y mental del menor. Aquí creo que tenemos que reaccionar de oficio, como decimos los juristas, sin necesidad de que exista petición de parte o, dicho de otra manera, confiando en que la iniciativa en este punto la ejercite, puesto que puede hacerlo, el Ministerio Fiscal. En este punto sí es necesario que el Código Penal avance más en la tipificación de conductas delictivas y es necesario también que la protección de la intimidad del menor se configure con contenidos mucho más estrictos que la intimidad en general. La renuncia, asimismo, a la intimidad del menor también debe ser objeto de restricciones. Esto no ocurre en este momento con la Ley de 1982. ¿Son suficientes o no son suficientes los mecanismos jurídicos que existen en el momento? Naturalmente, ya he dicho que para cualquier jurista los mecanismos jurídicos siempre son suficientes, pero al mismo tiempo puede decirse que los mecanismos jurídicos para cualquier jurista también son siempre insuficientes, porque siempre son susceptibles de desarrollo, de perfeccionamiento, de evolución. El Derecho nunca presenta un estado plenamente satisfactorio ni en el momento de su creación, el momento legislativo por excelencia, ni en el momento de su aplicación, el momento jurisprudencial. No sé si en esta posible doble visión de un mismo problema puede haber contradicción o puede haber visiones complementarias del problema. Me ha preguntado también qué podía pensarse acerca de que los abogados aparezcan en este tipo de programas. Pienso que, en principio, el abogado debe estar sujeto a las reglas generales sobre libertad de expresión y también sobre respeto de los derechos a la intimidad, protección de la juventud, de la infancia, etcétera. Por tanto, a mi juicio, no parece que sea conveniente establecer reglas demasiado especiales para los abogados. Hay que tener en cuenta que el derecho de defensa del abogado no solamente se ejercita en el proceso, sino que se ejercita también, y a veces de forma muy eficaz, fuera del proceso. Por tanto, pienso que quizás esto puede ser objeto de una limitación deontológica, de una autorregulación por parte de la profesión de la abogacía. Desde el punto de vista penal, solamente cabrá sancionar algunas conductas claramente atentatorias contra la imparcialidad del juez, que signifiquen ataques, presiones sobre la otra parte y falta de lealtad a la verdad en el proceso. Estas conductas serán, probablemente, susceptibles de sanción penal. Pero creo que es muy difícil hacerlo en el ámbito de la legislación general, sin perjuicio, repito, de esta autorregulación que además los abogados pueden realizar en el ámbito corporativo. Es muy difícil. Creo que no sería admisible que pudiéramos imponer a los abogados la prohibición de comparecer en este tipo de programas si realmente creen que su comparecencia puede contribuir a proteger y a defender a su cliente. Al representante del Grupo Parlamentario Socialista quiero decirle que mi propósito ha sido el que él ha - 46 14 DE FEBRERO DE 1994 62 COMISIONES.-NÚM recogido perfectamente. Pienso, estoy convencido de zstá preservando son los derechos que están en juego en ello, que una actitud general en el marco del Derecho es. 1: procedimiento. Pero no sólo se trata de que algunos la de n o confiar en panaceas, en fórmulas cabalísticas, en datos no se mantengan en secreto, sino que lo importante fórmulas únicas que resuelvan todos los problemas. Creo 2s la utilización que, a continuación, se hace de ellos y, que se conseguirá una protección adecuada de los dere- concretamente, por lo que interesa a esta Comisión, en las televisiones. Datos de un sumario son después utilizachos -que es el tema que en este momento nos interesaque pueden resultar lesionados en este tipo de programas dos para hacer un juicio paralelo, con lo que en ese caso televisivos en el momento en que consigamos una red se está causando un mal irreparable a la sociedad y a las perfectamente equilibrada de instrumentos jurídicos en personas. Esto resulta mucho más grave todavía si el todos los terrenos: autorregulación, legislación, ejecu- sujeto pasivo es un niño. También lo es mucho más que ción, legislación civil,^ legislación penal, legislación pro- en el caso de la publicidad de las sentencias porque, auncesal, legislación administrativa, control parlamentario y que se intente proteger el derecho a la intimidad, lo cierto es que la sentencia ya se ha dictado. control administrativo. Lo que más me importa, pues, es el secreto del sumario Normalmente, los controles equilibrados, los que realmente responden a la dinámica, al sentido íntimo y pro- y, por tanto, la extracción de datos del sumario que caupio del Estado de Derecho no son este tipo de medidas sen un mal irreparable, Insisto en esta cuestión por si el taumatúrgicas, sino las medidas que se apoyan en otras y señor Xiol quiere ampliarla algo más e indicarnos cómo se puede prever y corregir, en su caso, no sólo la extracque logran con ello un conjunto equilibrado. ción de los datos sumariales, sino su utilización posterior Muchas gracias, señora Presidenta. por los medios de comunicación. Muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias. ¿Algún Senador o Senadora quiere intervenir por seLa señora PRESIDENTA: Gracias, señor Arévalo. gunda vez? (Pausa.) Tiene la palabra el Senador Román. Tiene la palabra la Senadora Agüero. La señora AGÜERO RUANO: Solamente quiero dar las gracias al señor Xiol Ríos por la magnífica explicación de todas las cuestiones que le he planteado. Muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Gracias. Tiene la palabra el Senador Arévalo. * El señor ARÉVALOSANTIAGO: Muchas gracias, señora Presidenta. Permítame que felicite al señor Xiol por su excelente exposición, muy precisa, muy técnica y creo que muy adecuada para la labor que intentamos desarrollar en esta Comisión. Sólo me voy a referir a un par de cuestiones. Los juristas sabemos que cuando se inicia un procedimiento cualquiera, civil o penal, podemos caer en la tentación de determinar quien es el que en ese momento, a nuestro juicio. tiene razón. Pero también es verdad que a lo largo del proceso los criterios se van modificando y, al final, por medio de la sentencia comprobamos quién la tenía. Actualmente, se está vulnerando constantemente el proceso ordinario. Se juzga incluso antes de que se inicie un procedimiento; no se tienen en cuenta la presunción de inocencia y el resto de los derechos de la persona y, como he dicho, se termina sentenciando sin que a lo mejor se haya iniciado el procedimiento. Tampoco se tiene en cuenta la protección a la intimidad y la de los inenores. Por tanto, estoy de acuerdo con el señor Xiol en que será necesario determinar algunos elementos legislativos precisos que en lo sucesivo nos pueden facilitar una mayor claridad para la plena efectividad de estos derechos. En cuanto al secreto del sumario. cuando no se cumple rigurosamente no se tiene en cuenta que lo que el secreto 2 El señor ROMÁN GUERRERO: Gracias, señora Presidenta. Al igual que los intervinientes anteriores, quiero agradecer la intervención del señor Xiol. Me gustaría contar con todos los datos que él tiene -no creo que con esto se desvele ningún secreto- (Risas.), ya que nos interesaría contar con las propuestas completas. Creo que tenemos que hacer una autocrítica por la ausencia de referencias a la protección de la infancia. tanto en la Ley de Publicidad, en la de Televisiones Privadas como en otras que ha citado. Por otra parte, creo que el día ha sido absolutamente fructífero; al menos, tengo que reconocer que yo lo empecé sin saber si eran precisos o no los cambios legislativos, y hoy nos hemos encontrado con una batería de propuestas que nos vemos abocados a estudiar. Finalmente, me gustaría hacer una reflexión. Creo que existe una cierta pasividad entre nosotros, los parlamentarios, por no haber sido más radicales en materia de protección de la infancia, y quizá usted pueda decir lo mismo del Ministerio Fiscal o de la judicatura. En el caso de que no se trate de pasividad, quizá se deba a que, al igual que en materia electrónica o audiovisual vamos muy por detrás de los acontecimientos, en esta materia también lo está el conjunto del sistema parlamentario y judicial, que tiene su origen en otra época y no ha hecho un esfuerzo por adaptarse a este avance extraordinario de la tecnología y de los medios de comunicación. Por tanto, tendría que producirse un avance importante, con todas las precauciones, para adaptarnos a los que ya existen en la tecnología actual. Es simplemente una reflexión. Muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Gracias, Senador Román. Tiene la palabra el Senador Foz del Cacho. - 47 14 DE FEBRERO DE 1994 El señor FOZ DEL CACHO: Gracias, señora Presidenta. De la documentada intervención del representante del Consejo General del Poder Judicial se deduce la preocupación que existe en estos momentos no sólo entre los ciudadanos y en esta Comisión, que se ha creado al efecto, sino entre los miembros del Consejo, que han estado tratando estos temas. Los ciudadanos asistimos con perplejidad a toda una serie de hechos que empiezan a rodear los juicios. Oímos declaraciones de jueces, cuando pensamos que muchas veces el silencio ayuda a solucionar los problemas. También hay que resaltar la actitud de ciertos abogados en algunos programas, que llevan a cabo el juicio por anticipado. Por tanto, creo que éste es el momento en el que habría que pensar en variar algunos aspectos de la legislación. Por lo que se refiere a la Comisión, me gustaría saber qué piensa de la autorregulación y de la posible existencia en España de una Comisión, en la que participaran los sectores que fuera preciso, que dictara unas normas para evitar, por ejemplo, que ciertos programas se emitieran. En otros países existe este tipo de instrumentos que, además, tienen mucha fuerza y autoridad sobre los medios de información. Quizás así podría evitarse que se cometan algunos de los abusos que estamos presenciando últimamente en España. Muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Gracias, Senador Foz del Cacho. El señor Xiol tiene la palabra. El señor VOCAL DEL CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL (Xiol Ríos): Gracias, señora Presidenta. Con respecto a la cuestión planteada por su señoría, relativa no sólo a la revelación de los datos del sumario sino a su posterior utilización, creo que, como en otras ocasiones, también en este caso podría pensarse en un conjunto de medidas. Por una parte, probablemente tendría que atribuirse al juez la facultad -naturalmente, siempre excepcional y sólo en aquellos casos en que considerara que una determinada información, perteneciera o no al sumario o estuviera relacionada con ella, perjudicara gravemente al proceso o afectara gravemente a la intimidad de los que intervienen en él- de prohibir su publicación durante un determinado tiempo. Por otro lado, creo que esta medida garantizaría la no publicación inmediata, pero no la utilización de aquellos datos que ya hubieran salido ilegítimamente del sumario y que no se previera que fueran a ser objeto de publicación. Respecto de esta Última cuestión, probablemente la solución sea Únicamente penal; veo difícil que pueda existir otra. Los tribunales anglosajones poseen una gran facultad para imponer sanciones, que no son propiamente penales sino que se mueven en el ámbito gubernativo, cosa que no responde a nuestra tradición según la cual COMISIONES.-NÚM. 62 este tipo de infracciones Únicamente puede ser castigado desde el punto de vista penal. Por tanto, creo que merecería la pena hacer un esfuerzo para que determinadas conductas especialmente graves desde este punto de ,vista, que implican graves atentados para la intimidad de quienes participan en un proceso -y que, por el hecho de hacerlo, no están obligados a revelarla «urbi et orbe»-, o que perjudican gravemente a la imparcialidad del juzgador, fueran sancionables desde el punto de vista penal. Insisto en que, si realmente quiere atajarse esta posibilidad, creo difícil que se pueda utilizar otra medida. El anteproyecto de Código Penal de 1992 apunta algo en ese sentido, pero, con la lógica prudencia que siempre debe imponerse cuando se trata de restricciones a la libertad de expresión, Únicamente toma del «Contempt of Court» el caso en el que alguna persona intenta presionar sobre los abogados, los testigos o algunas de las partes con violencia o intimidación. Probablemente esto no sea suficiente para incluir estas conductas; quizá haya que pensar en incluir algún otro supuesto típico que pueda recoger aquellos casos en los que los medios de comunicación, con notorio desprecio a los derechos fundamentales de las personas o con notorio desprecio a la autoridad del tribunal y al derecho a un proceso justo, p~ublicanestos datos movidos por intereses comerciales. Al menos a mí no se me ocurre fácilmente otra solución. Respecto de la cuestión que me ha planteado el Senador Román sobre las reformas legislativas y su necesidad o no, yo creo que es necesario plantearse cuestiones como las siguientes. Existe un mandato constitucional de desarrollar el Jurado que no ha sido todavía cumplido y que, indudablemente, tiene una gran importancia para organizar y equilibrar todos estos derechos fundamentales de los que estamos hablando aquí; por ejemplo, la imparcialidad del juzgador y la protección que se haga de la imparcialidad del juzgador en los medios de comunicación es muy distinta cuando estamos hablando de jueces profesionales, acostumbrados, aunque yo les aseguro que no del todo, a no dejarnos influir por los medios de comunicación, y el Jurado, que, por esencia, porque está compuesto por ciudadanos, está acostumbrado a dejarse influir por los medios de comunicación. Luego, evidentemente, ese mandato de desarrollo del Jurado hay que hacerlo con objeto no de buscar soluciones, evidentemente, a la justicia, sino para que esa nueva pieza nos permita saber dónde estamos ya definitivamente en el sistema procesal penal para articular equilibradamente todos estos derechos. Disponemos de leyes procesales como, por ejemplo, la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que en el núcleo, en sus principios -muchos de los cuales, evidentemente, deben mantenerse- es una ley del siglo pasado. Aunque felizmente está adecuada a la Constitución porque responde a los mismos principios en los que se inspira el proceso penal en la Constitución, sin embargo, no ha podido tener en cuenta, como es lógico, todas las matizaciones, toda la evolución y todo el proceso de creación jurisprudencial que desde el siglo pasado hasta ahora los juristas, modestamente, hemos intentado hacer con idea de per- \ - 48 14 DE FEBRERO DE 1994 feccionar el sistema. Por tanto, la idea de una reforma procesal, que tantas veces se ha invocado, me parece que adquiere rasgos de necesidad desde la perspectiva del objeto del trabajo de esta Comisión. Por otra parte, existe otro mandato constitucional, tampoco desarrollado y que curiosamente también afecta a la justicia, que es el del artículo 53.2, que toca directamente la materia relativa a los derechos fundamentales. Se trata de la materia relativa al amparo judicial. El Consejo General del Poder Judicial ha tenido hace pocos días ocasión de pronunciarse en el sentido de la necesidad del desarrollo del artículo 53.2. Y o aseguro a sus señorías que lo había hecho anteriormente en más de una ocasión, en cuatro o cinco, aprovechando diversas oportunidades. En esta ocasión se ha visto forzado a hacerlo cuando se ha producido una situación en la cual se ha puesto más de relieve la necesidad de desarrollo del amparo judicial, pero si el amparo judicial tiene como función articular la protección sumaria y preferente de los jueces respecto de los derechos fundamentales, es evidente que en tanto no se desarrolle este artículo no tendremos el esquema completo. Por otra parte, ahora se introduce un elemento que aporta, probablemente de manera muy positiva, insumos en ese proceso legislativo, que es el proceso de Unidad Europea. Casi sin comerlo ni beberlo nos hemos encontrado con la necesidad de trasponer una Directiva que tiene contenidos muy importantes desde el punto de vista del objeto del trabajo de esta Comisión en cuanto a los contenidos de la publicidad y de la programación televisiva; un proyecto de ley que traspone normas de la Directiva que hasta este momento prácticamente sólo habían circulado en códigos deontológicos y que supone un extraordinario avance desde el punto de vista de la limitación del contenido de los programas en relación con la protección de la juventud y de la infancia y que refuerza el cumplimiento de estas obligaciones mediante el ejercicio de la potestad sancionadora por parte de la Administración, tanto respecto de la televisión pública como de la privada. Preguntaba su señoría si puede hablarse de que exista miedo por parte de losjuristas a tomar estas medidas. Y o creo que los juristas estamos acostumbrados a funcionar con otros sentimientos distintos del miedo, porque la seguridad jurídica es otro de los dogmas de los cuales debemos partir. Sin embargo, como efectivamente estos instrumentos legislativos que podemos manejar han sido totalmente desbordados por estos tremendos avances tecnológicos que creo que no solamente nos han sorprendido a nosotros, sino también a otros países, probablemente en el momento de adoptar una medida de esta índole tengamos que examinar muy detenidamente no solamente la legislación y la jurisprudencia, sino también la doctrina, y luego probablemente plantearnos fuertes quebraderos de cabeza para decidir si nos inclinamos por adoptar o no una medida. Las resoluciones o autos que he podido citar de Juzgados de Primera Instancia o de Instrucción prohibiendo la publicación de contenidos televisivos en relación a procesos en curso yo estoy seguro de que han requerido un COMISIONES.-NÚM. 62 grado muy elevado de elaboración y muchísimas horas de trabajo, y probablemente dudas por parte de los jueces. Digo esto porque yo ni siquiera conozco directamente las resoluciones más que a través de la información que precisamente los medios de comunicación han dado de ellas, supongo que acogiéndose al principio de publicidad de las actuaciones judiciales. Efectivamente, creo que ha habido una cierta sorpresa, primero, en cuanto al avance de los medios tecnológicos; segundo, por esos nuevos fenómenos de areality show», de juicios paralelos, de retransmisión directa de los procesos, retransmisión organizada además de una forma muy curiosa en algunos procesos que hemos tenido ocasión de ver y que, en cierto sentido, supone una modificación de los sistemas habituales de retransmisión que en algunos países se seguían respecto de los procesos judiciales. Pero, ¿cuándo los juristas no estamos en una situación de sorpresa? Creo que la actitud normal del jurista es siempre de sorpresa ante los hechos que le plantean una cuestión nueva o un problema, a los que siempre, por definición, tiene que responder con instrumentos jundicos que están atrasados. La labor del jurista es siempre de actualización de instrumentos jurídicos que, aunque sea por unos poco3 meses, siempre están atrasados respecto del momento en que se plantea el problema. Por tanto, yo no creo que sea negativo que tengamos esta sensación de sorpresa que yo comparto. El Consejo General del Poder Judicial, efectivamente, se lleva planteando hace mucho tiempo estas cuestiones; no es una cuestión del actual mandato. El Consejo General del Poder Judicial empieza en el año 1990 su actual período de mandatos, pero ya en el período anterior tuvo una dedicación muy intensa a estas materias. En la declaración del año 1986, más o menos afortunada -no lo fue según la prensa, porque se la llamó la «ley del silencio»-, estaban presentes ya estos elementos de limitación de la libertad de expresión, deber de secreto o n o por parte del juez. En las resoludones administrativas del ano 1989 sobre publicidad de las sentencias se plantea también, con un criterio que luego se corrige, este mismo problema. Posteriormente, en el año 1991 se rectifica -con todo el proceso interno de estudio, de elaboración y de discusión que supone- el principio de publicidad de las sentencias, y recientemente, en el año 1993, se completa. Existe también una reflexión en torno a la potestad disciplinaria y a la posible cobertura que puede tener respecto del deber de secreto o de sigilo por parte del juez, y he citado una resolución del Consejo General del Poder Judicial en la que aborda disciplinariamente esta cuestión. No olvidemos que también existen colecciones de trabajos importantes con aportaciones no solamente de juristas, sino también de periodistas y de interesados en el fenómeno, que en cierto sentido han sido auspiciados, impulsados o amparados por el Consejo General del Poder Judicial, por lo menos publicados. Recuerdo, por lo menos, dos números monográficos dedicados a cuestiones que tienen muy estrecha relación con esta materia. Uno, en el que el título, a lo mejor, puede despistar acerca de su contenido, que se dedica mayoritariamente a las 49 COMISIONES.-NÚM. 62 relaciones entre la libertad de expresión y la justicia que se titula, me parece, «El Poder Judicial en relación con los demás poderes sociales», y que responde a un curso que se dio en la Universidad Menéndez Pelayo dirigido por la entonces Vocal del Consejo General del Poder Judicial, y actual Ministra de Asuntos Sociales, doña Cristina Alberdi. Y luego existe también, creo que es del año anterior, un número monográfico, con aportaciones de distintos juristas, y ahí el título sí expresa claramente su contenido, «La relación entre la Justicia y la libertad de expresión». Pienso que todo esto refleja que el Consejo General del Poder Judicial ha tenido y tiene una intensa preocupación por la materia, como no podía ser menos, puesto que todos estos temas que hemos planteado aquí están presentes, casi a diario, en la mesa del juez: qué podemos decir de la protección de la juventud y de la infancia, qué podemos decir acerca de la protección del derecho a la intimidad; el juez se está batiendo a diario con problemas como los que aquí se han planteado. Y respecto a la autorregulación, yo la veo como un mecanismo muy deseable, lo que creo es que no puede confiarse exclusivamente en ella. Pienso que la autorrea gulación es aconsejable claramente por parte de los medios de comunicación y que debe sacársele todo el partido posible. Diría, como hace la Comisión Calcultt, que, quizá, hay que dar una última oportunidad a los medios de comunicación para que se autorregulen y, en todo caso, dejar un margen razonable a la autorregulación; pero creo que caeríamos en un error si confiáramos exclusivamente en la autorregulación, porque basta que haya un cambio de equilibrio en la situación de los medios, que se produzcan circunstancias sociales distintas, para que esta autorregulación -que por su propia significación no es vinculante- claramente pueda ser objeto, sin consecuencias jurídicas apreciables, de una transgresión. En otros países el sistema de autorregulación se hace en combinación con los juristas; incluso en los Estados Unidos esas normas deontológicas se aprueban no solamente como autorrestricción por parte de los medios de comu- nicación, sino también, al propio tiempo, como indicaciones que se hacen a los tribunales. Desgraciadamente, en nuestro sistema tenemos una tradición que presenta muchos obstáculos para esta manera de proceder. Tenemos una tradición, perfectamente reflejada en la actual Ley Orgánica del Poder Judicial, con arreglo a la cual se estima que es contrario a la independencia judicial dar instrucciones sobre el modo de aplicar la ley. Por lo tanto, el Consejo General del Poder Judicial siempre que ha tratado de dar orientaciones sobre la aplicación de la ley lo ha hecho insistiendo en su carácter no vinculante y dejando muy claro que no se trata, en absoluto, de violentar el criterio del juez, pero en muchas ocasiones le ha salido mal, porque se ha interpretado mal esta intención; probablemente, esta declaración del año 1986 es un buen ejemplo. Por tanto, yo pienso que en España, a la vista de nuestra tradición jurídica y a la espera de que incorporemos en este punto también mecanismos del sistema anglosajón, que creo que perfeccionaría la resolución de este problema, debemos evitar utilizar dentrode esta autorregulación, como una pieza más, los órganos de gobierno del Poder Judicial, pero sí, en cambio, tenemos una pieza importante, que es el Ministerio Fiscal, que sí.puede dictar circulares y que pienso que sí tiene capacidad para intervenir dentro de estos procesos autorregulativos. Gracias. La señora PRESIDENTA: Estamos muy agradecidos por su comparecencia, señor Xiol, y por todo el material que nos deja, que, como ha dicho, es una buena conclusión, sin haberlo previsto, a todo lo que hemos estado debatiendo hoy aquí y que nos va a servir muy positivamente. Muchas gracias a todos. Se levanta la sesión.’ Eran las diecinueve horas y treinta y cinco minutos. 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