La increíble y secreta vida de las ratas El puesto de las ratas jóvenes es la vanguardia ya que a ellas les corresponde enfrentar los peligros que se presenten; las ratas adultas viven en la retaguardia y las ratas viejas son las que prueban los alimentos. No lo hacen por su propia voluntad sino empujadas a la brava por sus compañeros, quienes deben tener la certeza de que aquello que van a comer no está contaminado. Las ratas cuentan con una memoria genética muy especifica, y logran una relación tan clara causa-efecto, que un veneno que una vez ha matado a los ancianos del clan, será recordado siempre por su olor y de ahí en adelante no lo volverán a probar en toda su vida ni tampoco lo harán sus descendientes. Tan fuertes son las ratas, que luego de resistir a todo tipo de sustancias químicas, se convierten ellas mismas en seres venenosos. Un zoólogo madrileño cuenta cómo "capturamos una partida de ratas para alimentar dos boas constrictor. Al día siguiente las boas amanecieron muertas, envenenadas por las ratas. Perdimos a dos hermosos ejemplares, cuidados por más de cuatro años". Ratas ´gomelas': Hasta hace algunos años los venenos que daban alguna garantía eran los anovulatorios -que inhiben el sistema reproductivo de las ratas-, pero estos dejaron de ser eficaces debido a la misma memoria genética de los bichos. En Nueva York, donde existen millones de ratas, se logró reducir en 90 por ciento el número de ratas, con un veneno llamado Neurón. Curiosamente, este veneno no obedece a la tradición química con que se ha querido exterminar a estos roedores. Se trata de un compuesto de avena recubierto con una película de plástico con un fuerte aroma a chocolate, vainilla, cereza y otros aromas. Esto porque las ratas ya no comen queso, ni panela, casi ni cereales. Prefieren los plásticos, las fibras duras, el concreto, la madera, algo que sirve para frenar el desmesurado crecimiento de sus dientes, que se produce a un ritmo de quince centímetros por año. Además, la dureza de su dentadura es de 5.1 en la escala de Mohs. La dureza del acero es de 4. Una rata que detenga su actividad roedora, se arriesga a que su dentadura se le curve y se le incruste en el paladar. Las ratas comen el 20% de su peso. Defecan unas doce veces diarias, dejando en su excremento y orina el germen de diversas enfermedades, entre ellas la rabia, la peste bubónica y la lectospirosis. Las ratas son anfibias: Una rata es capaz de nadar más de un kilómetro sin detenerse. Puede correr hasta 200 metros y saltar metro y medio sin impulso. Todas estas virtudes podrían ser objeto de alabanzas, si no se tratara de seres tan abominables, que cada día compiten más y más con los humanos, en la lucha por el alimento. Una sola pareja de ratas produce hasta 1.800 crías al año; tiene en cada camada de 10 a 12 hijos. La rata, una vez pare entra de nuevo en celo para aparearse con el primer macho que pueda. Alcanza su madurez sexual a los 65 días, y por culpa de su promiscuidad vive a todo momento en estado gestante. Una pareja de ratones produce entre 1.400 y 1.500 crías al año conforme a su ciclo reproductivo que es de cada 21 días, de allí que el dicho de "se reproducen como conejos", debería ser cambiado por "se reproducen como ratas". Debido a que casi no ve, sus otros sentidos cuentan con una agudeza de las más conspicuas del reino animal. Son tan catadoras que muy fácilmente se les puede comparar con un gourmet de cinco estrellas. Se presume que no hay bodega ni supermercado cuyos alimentos no hayan sido mancillados por los dientes o las excretas de las ratas. Las ratas viven en los basureros, en las alcantarillas, en los supermercados y un numero importante vive en las bodegas de alimentos como la Central de Abastos. Albert Einstein decía que si las ratas pesaran aunque fuera 20 Kgms, no sería el hombre el rey de la creación sino las ratas. Debido a su voracidad, que las mantiene en todo momento en actividad. En muchos países las ratas son las responsables de daños en la economía equivalentes al 3% del Producto Interno Bruto. Las ratas tienen varias formas de oler. Estudios con ratas ofrecen claves intrigantes sobre las diversas formas en que el sentido del olfato está ligado al cerebro. Hay receptores de olor localizados en una membrana del tejido de la nariz y el epitelio olfatorio transmite señales al bulbo olfatorio en el cerebro. Las células comunican un reporte del receptor a una célula nerviosa específica en el bulbo olfatorio. Otra estructura, el órgano vomeronasal detecta ferormonas (substancias parecidas a las hormonas) ligadas al comportamiento sexual. Por el momento, los científicos que estudian las ratas han descubierto un segundo sistema de detección dentro de este órgano. Se desarrolla de un modo distinto en ratas hembra y macho, sugiriendo su relación con la reproducción.