Y la banda siguió tocando… Psicología Social desde un modelo no hegemónico Por Hugo Basile – hugobasile@gmail.com Recuerdo una escena de una vieja película sobre el hundimiento del Titanic en la que la orquesta del barco, en medio del caos que implicaba el hundimiento, seguía tocando sus tristes melodías frente a su cierto destino. De las múltiples lecturas que se pueden hacer de esta escena, elijo dos: 1. Podemos ver a los abnegados músicos aceptar con dignidad la cercanía de su propia muerte 2. Un grupo de hombres que paralizados por el pánico se refugian en su música sin hacer nada por ellos ni por otros. Tomo estas imágenes como una metáfora de las ciencias humanísticas frente al mundo actual. Ladrones del tiempo Alfredo Moffatt suele hacer uso de una frase sobre el tiempo al que nombra como “ese ladrón que fabrica fantasmas” Hago un replanteo de esta frase y digo que ya no es el tiempo el que nos roba sino que “nos han robado el tiempo” y no nos dimos cuenta. El mundo actual se caracteriza, entre otras cosas, por una aceleración de la vida cotidiana que se ve generada por una serie de desafortunados eventos que tienen su efecto sobre aspectos psicosociales del ser humano. En el orden social: la ideología neoliberal centrada en el hiperconsumo y la hiperacumulación de capital, favorecida por un alto desarrollo científico y tecnológico, se transforma en el motor fundamental de la aceleración de la vida cotidiana. La base sobre la que se monta este modelo surge del también hiperracionalismo característico de estos tiempos. En lo subjetivo: Este modelo de aceleración a favor del consumo y del capital genera un efecto singular en la subjetividad de las personas: LA CONTRACCIÓN DE LA CONCIENCIA. Si tomamos en cuenta que la subjetividad o el psiquismo se da en el tiempo –interactuando con el espacio pero en el tiempo al finy tomamos en cuenta que en este tiempo (historia personal) la capacidad perceptual del hombre se remite al exacto presente, podemos determinar que la historia subjetiva del hombre va a depender de su capacidad de desplazarse hacia el pasado (recuerdo) o hacia el futuro (proyecto). Como sostiene Moffatt, la continuidad de esa historia es registrada por el organizador de la conciencia, que es el Yo, que hilvana y da sentido a esa historia. Ese registro tiene una unidad mínima, que es el segundo, a la que yo llamo Unidad Yoica Autoconciente. Por debajo del segundo, ya no hay registro perceptual conciente, por lo que entraríamos en el campo de lo inconciente. Cuando el hombre puede elaborar sin presiones –individuales y sociales- su pasado (memoria), o avisorar el futuro en forma racional (pensar) o irracional (percepción) podemos decir que relativamente dispone de su historia y puede decidir, corregir, resignificar, relacionar. Pero cuando las presiones del entorno – individuales y sociales- lo obligan, para su propia supervivencia y por la velocidad de los acontecimientos, a acortar la profundidad en la memoria o a la incertidumbre en cuanto al proyecto, se logra una simple y llana contracción de la conciencia. Cuando la velocidad del acontecer social, genera un efecto centrífugo, expulsando al individuo hacia la marginalidad, se logra que este ingrese en ese lugar al que Moffatt denomina “tiempo detenido” en el que la continuidad yoica pierde coherencia, por pérdida de identidad, ya que la realidad del individuo no tiene relación con lo imaginado en el pasado y no hay un futuro visible. Esto lo coloca frente a un alto monto de angustia ya que presiente el vacío existencial, salvando a veces este obstáculo utilizando el delirio como recurso. Las presiones a las que nos somete el sistema desde hace décadas, han logrado precisamente esta contracción de la conciencia que, en la práctica y como sociedad, nos dificulta hacer uso de la memoria colectiva, y también el visualizar un proyecto como sociedad por estar inmersos en la supervivencia diaria. Si ampliamos el contexto podremos ver que una gran parte de las sociedades padecen los mismos efectos provocando en lo cotidiano real, y favorecido por los medios de comunicación, la imposibilidad de poder observar las causas que generan muchos de los males que hoy sufrimos. Tomemos un ejemplo actual Pensar la inseguridad como si fuera “La máquina del tiempo” de H.G.Wells, en la que los Morlocks salen de las entrañas de la tierra a devorarse a los rubios Eloi, implica el no poder reconocer los múltiples factores del pasado que lo produjeron. Hemos sufrido terrorismo de estado y una guerra (simbólicamente un filicidio), hemos apoyado y sostenido 10 años de neoliberalismo menemista con todos los mecanismos de exclusión social instalados y activados, y, finalmente, a pesar de la experiencia y al menos en Capital Federal, se vuelve a elegir un modelo de exclusión. La exclusión, como sociedad, es la creación sombra colectiva, y pensar que esto no va a incidir sobre lo cotidiano, es casi una locura, sin embargo no admitimos que estamos viviendo las consecuencias de las condiciones sociales que nosotros mismos hemos generado como sociedad, y que estamos pagando el precio de nuestras elecciones. No hay capacidad colectiva para poder relacionar nuestro presente con nuestro pasado, y mucho menos prever que sin esa integración no hay futuro posible. Mundo complejo Si bien vivimos en un mundo cada vez más complejo, tomo estos elementos simples de análisis para no alejarme de lo real cotidiano y entrar en lo real abstracto porque, aunque lógico, carece de sentido. En este proceso las ciencias humanísticas han jugado su rol al optar en muchos aspectos, por teorías hiperracionales como aquellas derivadas del estructuralismo. En cierto modo, el estructuralismo guarda una relación con el espíritu de la época, siendo el estructuralismo a las ciencias humanísticas lo que el neoliberalismo a la economía. Sistemas con una lógica perfecta pero carentes de sentido en lo real cotidiano. Es la banda que sigue tocando una dulce melodía frente a la catástrofe, es la racionalidad girando sobre sí misma, más exactamente “patinando” frente a un mundo y un sistema que se acercan cada vez más rápido y con más claridad a su saturación y eclosión. Serás lo que debas ser? Una conciencia acotada al pasado y al futuro inmediato, es una conciencia incapaz de transformar la realidad. Es una conciencia de supervivencia. Es una conciencia al servicio del consumo centrado en el tener y no en el ser, incapaz de autorealizarse porque, como dice Eduardo galeano “rasca, y rasca bien, pero rasca donde no pica” Nos han robado el tiempo pero todavía podemos recuperarlo si recuperamos la visión en cierto aspecto del tiempo que la máquina consumista y racionalista no ha tenido en cuenta: hemos perdido a Cronos, la historia, pero todavía y siempre Kairós, o el tiempo sagrado, está intacto. De la misma forma que por debajo de la conciencia está el inconciente, por debajo del tiempo histórico está el tiempo original, real, que trasciende todo tiempo: es el comunitas frente a la sociedad estructurada (Usandivaras) El concepto de fin de la historia se refiere a Cronos, y si se quiere, la historia del hombre individual y colectivo se montan sobre el. Sin embargo, el Kairós es el sustento de toda historia, es lo sagrado. Ambos se complementan ya que forman el conjunto y expresan a lo sagrado y a lo profano. El hombre actual viene montado sobre un viejo paradigma, distanciándose cada vez más de lo sagrado, que es la vida y la naturaleza. Es por esto que lo hiperracional se despega de lo cotidiano real y pierde el sentido. La mayor parte de los modelos psicológicos se desligan precisamente del Kairós, centrándose en la historia cronológica y abordando la parte más profunda de Cronos pero la más superficial de Kairós: lo inconciente. Sin embargo, en lo cotidiano real, siguen existiendo elementos propios de Kairós pero desvinculados de la historia, como el amor, la solidaridad, y cualquier elemento sinérgico entre los hombres y la naturaleza, la comunión y la participación a los cuáles hay que rescatar y volver a conectar. Entre la ideología mercantilista centrada en el tener, que puja por la disociación entre las personas en función del capital, y que idolatra al individualismo con una fuerza tal que arrastra o excluye, y los sectores excluidos que se han caído del tiempo, existe aún la posibilidad de tomar elementos de los nuevos paradigmas y formas emergentes. Estos elementos aplicados al campo psicosocial en forma directa podrían contribuir lentamente prometiendo a largo plazo, devolver a la subjetividad al tiempo real. Aproximarse a otras líneas de pensamiento que permitan tomar partido ante la urgencia de la situación se hace inevitable. Quizás se haga urgente formular ciertos giros en el trabajo con grupos partiendo de una base teórica ampliada que ayude a expandir la conciencia acotada, a recuperar el tiempo. Nuevas prácticas también son necesarias. Hay modelos teóricos que se validan en el hacer, ya que la realidad se construye. La realidad actual ha sido construída con luces de neón, bellas para el intelecto pero desconectadas de la esencia humana. Mal que les pese a las certidumbres de ciertos modelos, lo real es lo que se construye y lo que se experimenta. Lo que se consensúa. La otra realidad, aquella que está más allá de la comprensión del hombre, en fin, solo queda como una metafísica de lo imposible. En el campo de la Psicología Social, aquellos modelos que pueden contribuir a una forma de acción diferente, son modelos relacionados directamente a una visión más integral del hombre, que lo acercan a un modelo más humano, comprometido y orientador hacia una visión crítica de la realidad. Estos modelos, al igual que todos los demás, son mapas de aproximación a un territorio desconocido, pero direccionados a partir de conceptos diferentes, más comprometidos y modificadores de la realidad, y apuntan a la realización del sujeto en la acción. Cómo síntesis diría que se trata de “hacer” una producción para una sociedad diferente. Muchos de los modelos que propongo a continuación fueron, en algún momento, dejados de lado, yo creo, que para producir las ciencias humanísticas que hoy tenemos. Y fueron dejadas de lado precisamente porque apuntaron a lo humano real. Para entender esto, cito a una entrevista a Levy-Strauss, en la que se le pregunta sobre la visión de muchos científicos sobre ciertas facetas inhumanas del estructuralismo, y el contesta que, para analizar una gota de agua, la tomamos con nuestro dedo y esa es una realidad, pero si comenzamos a observar la misma gota gradualmente con microscopios cada vez más potentes, veremos que en esa gota hay mundos dentro de mundos hasta llegar a conocer la estructura. Lo humano, para el, es conocer esa estructura. Desde esta visión, aplicada al hombre, el hombre debe desaparecer como tal, pasar a un segundo plano para conectarnos, por ejemplo, con cadenas de significantes. Aquí es donde se pierde la humanidad. Aquí es donde, en lo cotidiano real, el hombre deja de importar, igual que con la economía neoliberal. Los modelos que propongo apuntan a un hombre presente, que se pueda escuchar y abrazar como persona y al que se pueda conocer en su simplicidad y en su conexión con su realidad. Los modelos propuestos Considero interesante pero también fundamental realizar ciertos giros en el trabajo con grupos que incluyan una formación más abarcativa, y estas son algunas de las líneas de pensamiento propuestas, que además incluyen nuevas prácticas: Hacer un abordaje del ser humano según sus ciclos vitales y retomar las concepciones de sombra colectiva e inconciente colectivo de Carl Jung También observando lo cíclico, aplicar el modelo de los cuatro cuadrantes de Ken Wilber y el modelo de equilibrio entre sociedad estructurada y comunitas de Raúl Usandivaras Un nuevo modelo de necesidades humanas y desarrollo de lo humano no centrado en lo económico como el propuesto por Elizalde –Max Neef Un enfoque de aprendizaje pedagógico con base en lo transdisciplinario como el propuesto por Edgar Morín El modelo de educación popular de Paulo Freire. Así mismo los modelos de observación de la educación popular. Apropiación para la vida cotidiana y el ejercicio profesional de la Declaración de los Derechos Humanos. No se puede trabajar sobre los mismos ni tampoco ejercer sin haberlos asimilado a la vida cotidiana. Un fuerte trabajo personal en torno a la discriminación como mecanismo de defensa que permite la exclusión del otro. El modelo de teoría Participativa de Octavio Fernández Mouján El modelo de Terapia de Crisis de Alfredo Moffatt Una concepción de cultura y de desarrollo humanizante como contraposición al modelo hegemónico de desarrollo centrado en parámetros económicos (Olmos, Santillán, Capalbo) Un modelo de desarrollo psicológico/cultural centrado en las particularidades de lo propio latinoamericano, basados en los conceptos de Rodolfo Kusch Modelos de abordaje psicosocial basados en las experiencias latinoamericanas de los Promotores en salud mental El modelo matríztico de Humberto Maturana Todos estos modelos deben ser validados en el hacer desde la dialéctica del ECRO pichoniano, tanto en la formación como en el ejercicio de la profesión. La Psicología Social, como toda ciencia humanística, no puede ya desligarse de la responsabilidad que le compete de cara a las transformaciones que la sociedad ha sufrido en las últimas décadas, ni tampoco debería “resonar” con los modelos individualistas y disociadores de la triste realidad que vivimos. Los elementos conceptuales que le son propios, más los que puedan rescatarse de otras experiencias, aunque no formen parte de las modas culturales, más la profundización de la técnica de Grupo Operativo, hasta niveles más transformadores de la subjetividad, y me refiero al símbolo vivo que no tiene traducción en el lenguaje pero si en la experiencia, son una herramienta válida para expandir la conciencia individual hacia lo social. Trabajar la subjetividad en forma complementaria con los aspectos políticos, ideológicos y educativos en forma transdisciplinaria y apuntando a su multiplicación en lo social, es lo que se presenta como desafío. Ya la producción de nuevos saberes por la producción misma se torna inútil si no viene acompañada de la formación de nuevos agentes de cambio capaces, no solamente de ser críticos de la realidad, sino decididamente transformadores, y porqué no, direccionadores de la misma. Conclusión Si observan la foto que acompaña esta nota, verán una imagen terrible y perturbadora. Algo estaba por pasar. El fotógrafo Kevin Carter tenía dos posibilidades: REGISTRAR EL MOMENTO COMO SU PROFESIÓN Y SU ROL LE INDICABAN, O HACER ALGO POR EVITAR AQUELLO QUE ESTABA POR SUCEDER. Priorizó su rol y lo terrible sucedió. La fotografía ganó muchos premios, entre ellos el Pulitzer 1994. Sin embargo, a posteriori, no pudo cargar con el peso en su conciencia por no haber actuado y terminó suicidándose poco después. Hoy más que analizar el mundo necesitamos, al mismo tiempo, hacer el intento de direccionar el cambio hacia un modelo cuyas bases y destino sean radicalmente diferentes a los que venimos resonando en este extraño siglo. Y quizás sea este el momento en el que, al igual que el fotógrafo, debamos tomar decisiones o simplemente, como los músicos de la banda, seguir tocando una melodía sin destino. Según Naciones Unidas somos la última generación capaz de revertir la situación mundial en todos los niveles. Esto no depende de futuros líderes que estén al llegar, ni de grandes ideólogos o teóricos, sino de cada uno de nosotros, ya que nosotros “Somos la gente que estábamos esperando”, y es hora de ponerse a la altura de las circunstancias.