LA CONSERVACION DEL PATRIMONIO CULTURAL EN MÉXICO: SITUACIÓN Y RETOS LA EXPERIENCIA DEL INAH (SEGUNDA PARTE) CULTURA Y PATRIMONIO CULTURAL 1 Cuando se habla de Patrimonio Cultural en nuestro país, se debe entender como el riquísimo acervo que hemos heredado los mexicanos de hoy, el cual es producto del devenir histórico de los pueblos que, en distintas épocas y de manera sucesiva se han asentado y desarrollado en nuestro territorio. Sin embargo, muchos habitantes de este país que actualmente se identifica y se distingue a nivel mundial con una sola palabra, México, no ha logrado comprender a ciencia cierta, la complejidad que representa el carácter pluricultural, multiétnico y plurilingüe de la gran nación mexicana. Para comprender dicha complejidad, es necesario que nos quede claro desde el punto de vista teórico-metodológico de la antropología, el concepto de cultura, concepto que como otros, no ha escapado de ciertos manejos teóricos y prácticos que, histórica y científicamente se ha demostrado su ineficacia para comprender cabalmente el fenómeno cultural. Decía que nos debe quedar claro lo que es el concepto de cultura para comprender la complejidad de la diversidad cultural que caracteriza a México hoy en día, porque es muy diferente entender la cultura como el cúmulo de conocimientos, habilidades y conductas que posee un individuo, derivándose de ésta concepción los incorrectos términos de “culto” e “inculto”, a entender la cultura como el conjunto de formas fenoménicas singulares que presenta un grupo social, pueblo o nación en un tiempo y espacio determinado, formas y rasgos singulares, tanto materiales como espirituales, que se estructuran y definen frente a los problemas propios de su existencia y desarrollo. En ese sentido, esta concepción dialéctica de la cultura tiene como premisa fundamental, que no existen en nuestro país y en el mundo, culturas mejores que otras, sino lo que existe son culturas diferentes. Esta premisa fundamental de la concepción dialéctica de la cultura, rompe tajantemente con aquellas concepciones que justificaron y justifican la dominación, la explotación y la intolerancia entre los pueblos y los individuos, así como todo lo que se deriva de ello. El Patrimonio Cultural de un grupo social, pueblo o nación puede ser tangible o intangible, material o espiritual, por ejemplo, un pescador fabrica una red, construye una casa de vara, lodo y palma, se transporta en una embarcación de madera o fibra de vidrio, consume pescado, coco y pan de plátano, usa sombrero de palma o cachucha beisbolera y su pasatiempo favorito es jugar dominó o baraja con sus amigos en el portal de su casa. Además de eso, el pescador habla rápido, se come las eses y cada 10 segundos 2 dice una mala palabra, es católico pero nunca va a misa, le gusta bailar cumbia o tambora y por lo general es irreverente a los amigos difuntos. Podríamos decir que esos son algunos rasgos culturales de un pescador de la costa del pacífico, ya sea de Sinaloa o de Nayarit, por otra parte tenemos un campesino ejidatario poseedor de 10 hectáreas de tierra de riego, quien vive en una casa de abobe o tabique rojo con techos de teja, se transporta a caballo, consume nopales, carne de cerdo y charanda, usa sobrero de soyate, es católico y asiste puntualmente a misa 2 o 3 veces por semana, es un ferviente creyente de los tesoros escondidos y los difuntos aparecidos y añoran la época del tata Lazaro Cárdenas, en este caso nos estamos refiriendo a un campesino del estado de Michoacán. Tomando en cuenta estas dos descripciones, nos preguntamos ¿ Cual cultura es mejor, la del pescador o la del campesino?, seguramente no tenemos base para decir que una es mejor que otra, pero si tenemos muchos argumentos para afirmar que son diferentes, empezando porque su entorno natural que poseen es distinto, con ello se comprueba que no existen pueblos incultos o sin cultura, todo grupo social, pueblo o nación posee, produce y reproduce cultura, por lo tanto, no existen pueblos sin historia, todos han construído su propia historia. La historia, como ustedes saben, es el resultado del quehacer de un pueblo que se enfrenta en el tiempo a los mas diversos retos para su existencia, permanencia y reproducción. Esa historia genera una cultura o diversas culturas en un tiempo y espacio determinado, esa historia y esa cultura genera una identidad, algo que nos une, que nos cohesiona, que nos diferencia y nos distingue de los otros, la identidad cultural es la maestra de lo propio y de lo ajeno, por eso siempre se ha dicho que un grupo social, pueblo o nación que conserva, proteje, defiende y fortalece su identidad cultural, es un pueblo que conoce su historia, que está consciente de su presente y que tiene todo el poder de pensar, reflexionar y soñar su futuro. Los teóricos de la historia se han visto en la necesidad de diferenciar dos tipos de historia: la historia como acontecimiento, como suceso real, como hecho histórico y, la historia como conocimiento, lo que todos podemos saber, escribir y decir sobre un hecho histórico determinado, por eso no hay que confundir estas dos acepciones de la historia, como acontecimiento y como conocimiento, de ahí, de esta diferenciación salió la famosa frase de que la historia la escriben los vencedores. ¿Cuánta historia que hoy la damos por verdadera mañana se demostrará que era falsa? Lo que si es cierto es, que la historia como conocimiento ha servido para despertar o para dormir consciencias, para 3 construir identidades o para demolerlas, o en el mejor de los casos para liberarlas. EL MODO DE VIDA COMO CULTURA La aportación mas grande del materialismo histórico y dialéctico fue, sin duda, su concepción teórico-metodológica para comprender la situación económica, política y social de los pueblos y, por ende, su historia y su cultura. Hoy en día, desafortunadamente, existe en muchos centros de estudio y universidades un prejuicio o temor académico de enseñar a las nuevas generaciones de estudiantes de las ciencias sociales y políticas, la concepción universal del materialismo histórico y dialéctico, sabemos muy bien el porqué de este prejuicio o temor académico, sabemos y estamos conscientes que la asociación original entre dicha concepción y los movimientos revolucionarios del siglo XX no dejaron un buen recuerdo en la mayoría de los casos, sin embargo, estoy convencido que su utilidad para conocer la realidad que viven los pueblos y su transformación sigue vigente, la discusión sobre este tema, quedará pendiente para una mejor ocasión, por ahora abordaré tan solo algunos elementos que considero fundamentales para comprender el tema de esta ponencia. Toda sociedad, pueblo o grupo social tiene un modo de vida, pero para llegar a conocer este modo de vida es necesario imaginarnos que dicha sociedad es como una naranja, la cual la partimos en dos partes, la parte inferior representa la base económico-productiva de la sociedad, la parte superior representa las formas de pensar, las ideologías, el conocimiento, las creencias, la religión, en si, la conciencia de la sociedad. En la base o estructura económica encontramos la tecnología que posee la sociedad para producir y/o transformar su entorno en que está inmersa, tambien encontramos la fuerza humana o de trabajo que usa y manipula dicha tecnología, además encontramos los tipos de las relaciones sociales que establecen los seres humanos para producir las obras, productos o mercancías necesarias para su subsistencia y reproducción. En este caso, nos podemos referir tanto a una comunidad nómada de cazadores-recolectores del preclásico mesoamericano como a una comunidad obrera industrial del Japón actual. La relación indisoluble que existe entre la base o estructura económica de un sistema social y la superestructura ideológica, es decir, y las 4 formas de pensar de la misma, es una incuestionable relación dialéctica de carácter permanente que vive cualquier grupo social, pueblo o nación en un tiempo y espacio determinado, pero ¿Que debemos entender por relación dialéctica ? lo vamos explicar de la siguiente manera: un campesino que produce 500 kilogramos de maíz en una hectárea es producto de una forma de pensar o del conocimiento que posee el campesino, donde interviene, necesariamente, las condiciones de la tierra, la tecnología usada, la semilla, los abonos y las condiciones climatológicas., sin embargo, para que exista un cambio en la productividad de esa misma hectárea se requiere revolucionar el conocimiento y, por ende una forma de pensar, premisa fundamental para que se genere la transformación de la tecnología, el mejoramiento de la tierra y el uso adecuado de los insumos, por lo tanto, ese cambio del modo de producir genera, sin duda, un nuevo modo de pensar. Si estamos convencidos que la relación entre los modos de producir y las formas de pensar constituye una relación dialéctica, se deduce que ambas esferas no son totalmente autónomas sino que están permanentemente incidiendo una sobre la otra. En un grupo social, pueblo o nación esta relación dialéctica entre la estructura económica y la superestructura ideológica da como resultado un modo de vida específico, para que ese modo de vida lo podamos traducir como un conjunto de rasgos culturales es necesario conocer y explicar su singularidad. EL PATRIMONIO CULTURAL El patrimonio cultural en México se ordena y se diferencia conforme el marco jurídico vigente, marco jurídico que surge a partir del proceso de conocimiento que hemos alcanzado de dicho patrimonio. En la actualidad no dudamos en diferenciar un bien cultural arqueológico de un bien cultural histórico, sabemos muy bien que un bien cultural arqueológico es todo testimonio material creado y/o producido antes del establecimiento de la cultura hispánica, por ello, es común escuchar que una pieza arqueológica también es una pieza prehispánica o precolombina. De acuerdo a la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas arqueológicos, históricos y Artísticos de mayo de 1972, todos los vestigios producidos a partir del establecimiento de la cultura hispánica o traídos por los españoles, son monumentos históricos, los cuales pueden ser bienes muebles o inmuebles, es decir, los monumentos históricos 5 muebles e inmuebles son producto, en su generalidad, del siglo XVI al XIX, Según esta misma Ley Federal tipifica como monumentos artísticos todos aquellos bienes muebles e inmuebles producidos en el sigloXX. Por otra parte, tambien tenemos el patrimonio paleontológico, vestigios de animales cuyo origen se remonta a millones de años hasta su desaparición hace 7,500 años aproximadamente, como es el caso del mastodonte, mamut, gliptodonte, megaterio, etc. Además del patrimonio arqueológico, histórico y paleontológico, tenemos el patrimonio cultural de los pueblos indios que existen actualmente, podríamos llamarlo patrimonio etnológico y etnográfico, sabemos muy bien que en México existen 56 grupos étnicos distribuídos en todo el territorio nacional, estos pueblos indios hablan 62 idiomas reconocidos por el estado mexicano, en ese sentido, tenemos una gran riqueza linguística, de ahí que la nación mexicana es una nación pluriétnica y multilingüe. Sin embargo, cuando hablamos de patrimonio etnológico no solo nos referimos exclusivamente a los pueblos indios, sino tambien éste incluye la gran cantidad de culturas y tradiciones populares provenientes de la población mestiza, mestizaje diverso que se derivó del encuentro entre españoles, indios, negros, asiáticos y europeos de distintas naciones. Dentro del patrimonio arqueológico podemos encontrar bienes muebles de concha, hueso, piedra, barro, papel, fibras naturales, madera, vidrio volcánico y metal. Tambien tenemos arquitectura, escultura, pintura mural, petrograbados, tepalcateras y formaciones naturales diversas. En el caso del patrimonio histórico lo que mas abunda es la arquitectura religiosa, civil, militar e hidráulica, tambien sobresale la pintura mural y de caballete, la escultura, herramientas, maquinaria, numismática, artes populares diversas, armas, vestuario, muebles, documentos y fotografías. El patrimonio cultural de los pueblos es tan diverso como compleja es la organización económica, política y social, que en un momento determinado logran alcanzar los mismos. El patrimonio cultural de un grupo social, pueblo o nación puede ser tangible o intangible, es decir, material o espiritual. Sin embargo, lo mas común y accesible es el patrimonio histórico-arquitectónico, arqueológico y las manifestaciones artísticas y artesanales, como es el caso de la música, la danza, las artes plásticas, las artes escénicas, la literatura y un sin número de artes populares como la alfarería, la cestería, la herrería, la talabartería, el tejido, el bordado, la pirotecnia, el tallado 6 en madera, el grabado, la lapidaria, la gastronomía, la cerería y todas las tradiciones y costumbres que fortalecen y reproducen la convivencia como grupo o comunidad.. LINEAS DE ACCION PARA LA CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL. A partir de las dos grandes revoluciones que transformaron el mundo contemporáneo, la revolución industrial en Inglaterra en el siglo XVII y la revolución francesa en el siglo XVIII, se crearon las condiciones necesarias para el nacimiento de las naciones, el movimiento de la ilustración y la ideología liberal inauguraron una nueva forma de concebir el desarrollo y la cultura de los pueblos, el nuevo estado buscó como un punto de apoyo para su legitimación la integración nacional. Sin embargo, para lograr ese proceso de integración fue necesario la imposición paulatina de nuevo sistema económico, político y social, inspirado en los principios de libertad, independencia, propiedad privada, separación estado-iglesia, soberanía, justicia, etc., La integración nacional como un objetivo central del nuevo estado, le dió una connotación diferente a los conceptos de territorio, idioma, cultura, educación, desarrollo y progreso, por lo tanto, aparece con una fuerza especial el concepto de identidad nacional. ¿Cual sería la materia prima de la identidad nacional en ese momento? La respuesta es sencilla, la materia prima fundamental de la identidad nacional es el patrimonio cultural, es decir, el legado histórico que el nuevo bloque en el poder consideró conveniente para legitimar su ascenso y consolidación. Si el objetivo era la integración nacional y la destrucción de los feudos, el fortalecimiento de una identidad cultural dominante era imprescindible para el nuevo estado liberal republicano, por lo tanto, nacen las primeras estrategias para la conservación del patrimonio cultural, rescatando, protegiendo y dando a conocer todos aquellos valores que serían piezas clave para estructurar y dar forma a una nueva identidad. No es gratuito que inmediatamente después de la revolución francesa, el nuevo estado tomó la decisión de crear el Museo de la República en el palacio de Louvre con las colecciones nacionalizadas de los reyes de Francia en 1793. Sin embargo, el principal agente de cambio y formador de la nueva consciencia nacional fue y seguirá siendo, la educación, a través de la escuela pública, invención del estado nacional y republicano. 7 La experiencia de México se nutrió de las ideas revolucionarias de Europa y Estados Unidos, entendiendo perfectamente la lección una vez que logró la independencia de la corona española. Desde el cura Hidalgo y los insurgentes hasta los “científicos” del Gral. Porfirio Díaz, sin olvidar la obra jurídico-constitucional de Juárez y el radicalismo liberal, lucharon todos por construir la nación mexicana, promoviendo una identidad cultural que tuvo la necesidad de voltear hacia el pasado, hacia el glorioso México prehispánico y los mejores momentos del pueblo mestizo en su proceso de liberación, Con ello se lograría el sueño de la integración nacional, creando y promoviendo una identidad cultural que hoy en día sigue en tela de juicio, mejor dicho, ahora mas que nunca se encuentra duramente cuestionada por la propia diversidad de nuestras culturas. México en su afán de crear sus nuevos valores, creó tempranamente en 1825, el primer Museo Nacional Mexicano, por decreto del Gral. Guadalupe Victoria, primer presidente de la república. Para ello se utilizaron las colecciones de antigüedades que le fueron decomisadas a Lorenzo Boturini, un viajero que había sido contratado por la corona española para adquirir todo tipo de piezas arqueológicas, artísticas, códices, lienzos y rarezas extraordinarias. Además al nuevo museo fueron a parar los tesoros encontrados en la Isla de Sacrificios en el litoral veracruzano y la legendaria piedra del sol o calendario Azteca. Ahí se inició la noble tarea de conservar, investigar, restaurar y difundir el patrimonio cultural de la nación, objetivos que durante más de 60 años ha venido desarrollando el Instituto Nacional de Antropología e Historia, heredero e impulsor de 175 años de trabajo museológico en nuestro país. Durante todo el siglo XIX, la investigación, conservación y difusión del patrimonio cultural de la nación, se inscribió en el quehacer educativo del gobierno de la república, hasta la fecha las principales instituciones dedicadas a estas tareas pertenecen al sector que encabeza la Secretaria de Educación Pública, aunque formalmente se haya creado a fines de la década de los 80’s el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. A continuación quiero comentarles mi experiencia y algunas reflexiones sobre la conservación del patrimonio cultural de la nación, tarea que tiene encomendada el CONACULTA a través de los Institutos Nacionales de Antropología e Historia y de Bellas Artes y Literatura, principalmente, aunque también existen otras dependencias como la Dirección General de 8 Culturas Populares, el Instituto Nacional Indigenista, el Archivo General de la Nación, la UNAM, los gobiernos de los estados, los gobiernos municipales, asociaciones y fundaciones de la iniciativa privada, Juntas Vecinales, Uniones de Campesinos y Patronatos de la sociedad civil. Según la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Históricos y Artísticos, establece que en materia de investigación, conservación y restauración en zonas y monumentos arqueológicos e históricos, el Instituto Nacional de Antropología e Historia es la única dependencia federal facultada para otorgar los permisos correspondientes, así como asesorar a las dependencias de los tres niveles de gobierno, a la iniciativa privada y a los organismos de la sociedad civil para que lleven a cabo dentro de la normatividad vigente , dichas acciones. En materia de zonas y monumentos artísticos le corresponde al Instituto Nacional de Bellas Artes. Actualmente el INAH realiza un conjunto de acciones dirigidas a investigar, conservar y restaurar zonas y monumentos arqueológicos en todo el país, interviniendo con proyectos de rescate y salvamento en la construcción de carreteras y autopistas, presas, desarrollos turísticos, fraccionamientos, líneas de transmisión y subestaciones de la CFE, gasoductos, líneas del Sistema Colectivo Metro, etc. También se integró en el Programa de Certificación y Derechos Agrarios (PROCEDE). Por otra parte, con los gobiernos de los estados ha desarrollado proyectos de investigación que culminan con la apertura al público de zonas arqueológicas. Otra labor importante del Instituto es el registro y catalogación de colecciones arqueológicas bajo custodia de los museos del INAH y, en algunos casos, bajo custodia de museos de los gobiernos de los estados, así como de las colecciones de particulares. Otra actividad sobresaliente es la restauración de piezas arqueológicas en los talleres de la Coordinación Nacional de Conservación y de algunos centros estatales del INAH. Una actividad muy loable del Instituto es la reproducción fiel de piezas arqueológicas e históricas de diversas culturas de mesoamérica, las cuales se comercializan a nivel nacional y en el extranjero. Con relación al patrimonio histórico, el INAH cuenta en cada estado con una sección de monumentos históricos que se encarga de inspeccionar y emitir las licencias de restauración, ampliación, rehabilitación o en su caso reconstrucción de dichos monumentos. Esta sección está atendida en la mayoría de los casos, por arquitectos con maestría en restauración, ya que el INAH cuenta con varias escuelas en la materia, siendo la mas importante la que 9 se encuentra en Churubusco, en el D.F. Tambien es importante mencionar que esta sección colabora activamente en los planes parciales de mejoramiento de imagen urbana de los centros históricos de las cabeceras municipales. Desde hace 20 años, el INAH ha desarrollado un programa de identificación y catalogación de Monumentos históricos, cubriendo hasta la fecha la mayoría de los estados. En el caso del patrimonio etnológico, el INAH cuenta con investigadores dedicados a estudiar la cultura de los pueblos indios, actualmente desarrolla un programa en varias regiones indígenas del país. Estoy convencido que debe realizarse una evaluación sobre estas investigaciones para medir el impacto que tienen para solucionar los problemas de marginación y pobreza en que viven dichos grupos étnicos. El INAH tiene alrededor de 700 investigadores en las siete disciplinas científicas que imparte la Escuela Nacional de Antropología e historia: Antropología Social, Antropología Física, Etnología, Etnohistoria, Historia, Arqueología y Lingüística. Es por ello que el INAH tiene una amplia producción editorial en especialidades como arqueología prehispánica, colonial y subacuática, antropología urbana, jurídica, educativa, económica, médica, campesina, obrera, del mar, política, de la mujer, etc., en lingüística, en historia económica, regional, de las mentalidades, colonial, siglo XIX, de la revolución, historia oral y microhistoria. En materia de museos, el INAH es la dependencia que detenta el mayor número de museos en México, su tipología esta dividida de la siguiente manera; nacionales, metropolitanos, regionales, locales, de sitio, comunitarios y centros culturales. En los últimos años, el INAH en coordinación con la Dirección General de Culturas Populares, lleva a cabo el Programa Nacional de Museos Comunitarios y Ecomuseos, quien representa el movimiento de la Nueva Museología Mexicana. El Museo Comunitario está concebido como la alternativa que aglutina los intereses de comunidades pequeñas en el quehacer de investigación, conservación y difusión del patrimonio cultural a nivel local, con base en un proceso de organización y autogestión comunitaria. Es importante decir, que la cultura de los pueblos constituye un patrimonio que debemos proteger, conservar, investigar y difundir, que los planes estatales de desarrollo no tienen sentido si no contemplan este 10 importante rubro, que ya es hora que los gobiernos municipales y la sociedad civil no se atengan a la federación ni a los gobiernos estatales para incidir activamente en la conservación y difusión de su patrimonio. Que la iniciativa privada colabore en esta noble labor, creando fondos especiales con los gobiernos estatales y municipales para restaurar aquellos monumentos que se encuentran abandonados a punto de perderse para siempre, así como mejorar la imagen urbana de los centros históricos de cada población, es impostergable llevar a cabo campañas de concientización y organización de la comunidad para defender el rico patrimonio que poseemos a lo largo y ancho del país. Fortalecer el marco jurídico es otra acción que debemos realizar conjuntamente con los especialistas y la cámara de diputados a nivel estatal, enfrentar las mentalidades nefastas que consideran que conservar el patrimonio histórico-cultural es obstaculizar el desarrollo, combatir la negligencia y el desinterés de los gobernantes hacia el patrimonio cultural, justificándose de que existen necesidades más prioritarias como el agua, el drenaje, la salud y la educación. Exigir que los presupuestos de la federación y de los estados contemplen el desarrollo sustentable de los pueblos, hablar de sustentabilidad es hablar del florecimiento cultural , de equilibrio ecológico, de desarrollo económico, de valorar el pasado, entender el presente y soñar el futuro de nuestros hijos y, de los hijos de nuestros hijos. 11