El papel actual de las asociaciones en la articulación de la voluntad pública: el caso de la Comunidad Valenciana. Francisco José Francés García (IUDESP- Universidad de Alicante) José Tomás García García (IUDESP- Universidad de Alicante) Óscar A. Santacreu Fernández (IUDESP- Universidad de Alicante) 1. Introducción y planteamiento investigador. La acción pública en relación con la participación ciudadana se ha convertido en uno de los principales retos del quehacer institucional, por cuanto en la cultura de la gestión pública se asienta progresivamente la idea de gobernanza como una estrategia idónea a través de la cual ciudadanía e instituciones ajustan intereses comunes y afrontan los nuevos retos de una sociedad caracterizada cada vez más por la incertidumbre. La realidad participativa de la ciudadanía aparece, por los datos y estudios recientemente realizados en esta materia, como un campo en creciente proceso de transformación. La ciudadanía se muestra cada vez más exigente en la demanda de nuevos espacios, vías o instrumentos de concertación con las instituciones, a través de los cuales sea posible generar nuevos vehículos comunicativos entre sociedad civil y representantes públicos. Estos espacios de diálogo proponen medidas que hagan efectiva la participación más allá de los niveles tradicionales de información, otorgando un carácter bidireccional a los procesos participativos, que cristalizan en múltiples formas, pero todas ellas con el denominador común presente de la reorientación del hecho participativo hacia cuestiones concretas de la acción pública. A esta escena, propia como ya hemos comentado de estrategias modernas de gobernanza, están convocados una enorme multiplicidad de actores sociales, tanto colectivos como individuales, que responden a la llamada institucional de concertación. En este entramado de vías a explorar desde el diseño institucional, la dimensión territorial de la acción pública cobra especial relevancia, ya que el nivel en el que confluyen los actores sociales determina en gran medida la capacidad de vertebración entre Administración y sociedad civil en la configuración del espacio público. Dentro de este contexto, un ámbito de actuación como el autonómico propone un espacio de interacción idóneo, desde el momento en que permite la compatibilización de la intervención activa de los diferentes sectores de la ciudadanía en relación a un nivel institucional con una potencialidad apreciable de intervención práctica. Alrededor de estos temas, la opinión mayoritaria de la ciudadanía (que para el caso que nos ocupa en este texto arranca de las respuestas de la población valenciana en varios estudios del CIS sobre participación y calidad de la democracia), reconoce como rasgos definitorios del concepto de gobernanza varias cuestiones relevantes. En primer lugar el amplio apoyo a la idea de que la disposición de nuevos instrumentos de participación permitiría a la ciudadanía un mayor control de los asuntos públicos (un 23% de los encuestados creen que este sería el principal efecto frente al 17,8% para el conjunto de España), lo cual genera un espacio de coincidencia de la población con la creciente inquietud por parte de las instituciones en la búsqueda por mejorar la capacidad de los gobiernos para rendir cuenta de sus acciones (accountability). Como segundo rasgo definitorio hallamos que los ciudadanos valencianos encuestados conceden gran importancia a otro elemento distintivo de la noción de gobernanza: la generación por parte del gobierno de respuestas adecuadas desde la esfera pública a partir del circuito de la participación (responsiveness). En relación a ellos, un 21% de los encuestados (19,7% para España) afirman que el principal efecto consecuente de la implantación de nuevos cauces de participación sería que se recogerían mejor las opiniones de los ciudadanos. Y en tercer lugar como marco de la idea de gobernanza, la opinión de la población parece consolidar lo que debería ser un tercer principio de la praxis comunitaria, concretado en la necesaria articulación de intereses que debe existir entre la sociedad civil y las instituciones. De ello se deriva que un 19% de los valencianos encuestados afirme que el principal efecto que se produciría lo constituiría el mayor consenso en torno a las decisiones políticas (idéntico porcentaje que la media nacional). Pero en este punto de partida también hay amplios segmentos de población que se muestra escéptica en relación al impacto real de este tipo de mecanismos y los supuestos beneficios que la ciudadanía obtendría. Ello vendría a responder a las tesis que manejan un escenario participativo caracterizado por el alejamiento del ciudadano, no ya tanto de las cuestiones públicas en general como de los agentes sociopolíticos tradicionales de representación social y política en particular. La capacidad vinculante que tienen los instrumentos de participación ciudadana a la hora de desarrollar efectivamente en el nivel institucional los acuerdos ciudadanos alcanzados a través de estos nuevos mecanismos es muy limitada. Si la acción ciudadana no tiene efectos prácticos, si no resulta vinculante en términos efectivos, los ciudadanos difícilmente se van a definir como copartícipes de la acción pública, aumentando la probabilidad de frustración, desmotivación, desmovilización y desafección. El sector asociativo, como actor articulador de la voluntad pública definido como tal en la mayor parte de la reglamentación participativa en España, también tiene mucho que decir al respecto. La configuración institucional del hecho participativo emerge en muchos diagnósticos como un espacio altamente regulado administrativamente, que en la práctica prima la intervención de colectivos con elevados grados de organización y capacidad para mantener una relación burocrática posibilitando así su vinculación con la Administración. De ahí la centralidad del sector asociativo en los análisis participativos. Y dentro del sector asociativo, la consideración de las asociaciones de carácter autonómico, en su condición de entidades “paraguas”, es fundamental en el análisis de la planificación participativa autonómica. Entendemos como asociaciones paraguas aquellos colectivos y entidades que desarrollan, al margen de la actividad que les da razón de ser, una labor de coordinación de colectivos de implantación territorial más reducida. En muchos casos actúan como entidades que federan o confederan distintas asociaciones de un mismo sector de actividad. Dicha labor permite la consolidación de redes asociativas que permiten la mejora de los cauces de comunicación entre las distintas entidades que la componen, el mejor aprovechamiento de recursos, y el planteamiento de proyectos basados en necesidades comunes. En otros casos, las asociaciones de carácter autonómico configuran un proyecto asociativo individual, donde no aglutinan colectivos con objetivos afines, sino que es directamente la entidad la que asume una acción y una proyección social con implantación en todo el territorio autonómico. Sea una u otra la configuración que adoptan este tipo de entidades, lo cierto es que en el ámbito de la planificación participativa desarrollan un papel fundamental por varias razones. En primer lugar porque en términos cuantitativos este perfil de colectivos está asumiendo un peso específico muy apreciable en el espacio participativo. En el caso de la Comunidad Valenciana el número de asociaciones de implantación autonómica se encuentra ya por encima de seis mil, con un ritmo reciente de crecimiento sostenido. Evolución temporal de las asociaciones autonómicas 7000 6000 5000 4000 Ritmo de crecimiento 3000 Asociaciones registradas 2000 1000 0 1965- 1971- 1976- 1981- 1986- 1991- 1996- 20011970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005 Fuente: Registro de asociaciones de la Generalitat Valenciana (año 2007) En segundo lugar, y ya ligado al campo de estudio en el que se adentra este texto, por el hecho de que, al tratarse de colectivos que despliegan su actividad a lo largo de todo el territorio autonómico, poseen con frecuencia un conocimiento de la realidad social que permite trazar un mapa de necesidades y demandas, que lejos de trazarse con carácter particular (ya sea en el territorio o en el colectivo), adquiere una dimensión holística del área de actuación sobre la que opera cada asociación. Dicha visión de la realidad social supone una fuente de información muy valiosa para las distintas instituciones, permitiendo así la definición de un diagnóstico del contexto social que articula o triangula la visión y experiencia profesional con la evaluación que estas entidades realizan a partir de sus propias prácticas. En tercer lugar, las entidades paraguas permiten la acción coordinada de la Administración, ofreciendo un canal de comunicación e intermediación entre las instituciones autonómicas y los distintos colectivos ciudadanos que operan a un nivel territorial inferior al autonómico. Este papel de intermediación adquiere una función clave emergente, por cuanto el espacio participativo de carácter asociativo se haya cada vez más fragmentado, es cada vez más heterogéneo, y opera en torno a una multitud de contextos sociales distintos, lo que provoca con frecuencia dificultades o limitaciones en la comunicación entre instituciones y colectivos. Y por último en cuarto lugar, las asociaciones paraguas poseen un potencial especialmente relevante en la puesta en marcha de nuevas dinámicas participativas. Dado que normalmente este tipo de colectivos posee una experiencia amplia de comunicación con la Administración, y tienen una presencia habitual en los espacios participativos de interlocución entre las instituciones autonómicas y la ciudadanía, pueden constituir un primer nivel en el que desarrollar efectivamente mecanismos y experiencias de participación. Este tipo de entidades aportan el espacio necesario para instituir un primer nivel de inclusividad en la planificación participativa autonómica. Conforman, al menos en teoría, un conjunto de representaciones de las necesidades y preferencias ciudadanas coordinadas a un nivel óptimo para la interacción con instituciones de carácter autonómico, por lo que son susceptibles de implicarse en lo que podríamos denominar un “laboratorio de la participación”, un espacio orgánico en el que instituciones y entidades pueden desplegar procesos incipientes de mecanismos participativos. Constituyen un marco idóneo para el diálogo y la definición de prioridades, así como para la concreción de formas consensuadas a través de las cuales atender a dichas prioridades, alejándose de dinámicas sectorializadas o discrecionales, que con frecuencia han derivado en inercias de solapamiento y competencia dentro del modelo participativo predominante en España. Aportan, en definitiva, un espacio de primera mano para plantear las distintas posibilidades de planificación en materia de política participativa. A partir del contexto de partida justificado en esta introducción, el objetivo fundamental planteado en este texto queda planteado y está presidido por el análisis del papel real que desempeña el sector asociativo autonómico (valenciano en el presente caso) en la conformación del espacio participativo. Ello irremediablemente nos debe llevar a hablar por un lado del juego relacional que se establece entre los actores sociales implicados en el ámbito de la participación ciudadana, y por otro de las condiciones efectivas en las que las asociaciones autonómicas despliegan su actividad. Para desarrollar el planteamiento investigador propuesto, la información contenida en las siguientes páginas utiliza básicamente los datos extraídos de la investigación “Necesidades y percepciones del sector asociativo valenciano en relación a la acción pública: Análisis de la planificación participativa autonómica”, investigación realizada en el año 2007 y 2008 desde el Instituto de Desarrollo Social y Paz de la Universidad de Alicante, en colaboración y con la financiación de la Conselleria de Cooperación y Participación de la Generalitat Valenciana. Dicha investigación planteó una encuesta aplicada a 274 colectivos con implantación autonómica en la Comunidad Valenciana. Además de esta encuesta, la labor investigadora se ha nutrido también de la investigación realizada por el mismo grupo investigador en el ejercicio 2006 (“Límites y desafíos de la participación ciudadana en la Comunidad Valenciana: modelos participativos y experiencias de innovación democrática local en los municipios valencianos”) dado que la presente investigación continúa la línea investigadora emprendida gracias a la financiación y a la convocatoria de ayudas a la investigación para las universidades de la Comunidad Valenciana de la Dirección General de Participación de la Generalitat Valenciana. 2. Caracterización empírica de la realidad participativa valenciana. Para poder profundizar en el papel real que desempeñan las asociaciones autonómicas valencianas en el espacio público, quizás sería conveniente partir de una serie de consideraciones descriptivas que ayuden a perfilar el tipo de colectivos de los que estamos hablando. Se trata esencialmente de organizaciones con un tamaño medio o considerable en torno al número de socios que movilizan en su dinámica cotidiana. Para el caso valenciano, prácticamente la mitad de las asociaciones que componen la muestra poseen más de 30 miembros activos. De modo analíticamente complementario, es interesante aportar el dato de los años de antigüedad de los colectivos. En este aspecto, cabe resaltar que 79.8% de las organizaciones posee más de 10 años de experiencia asociativa. Si centramos nuestra atención en la “cualidad” de las asociaciones que han compuesto la muestra, utilizando como criterio el tipo de población destinataria de sus acciones, destaca la dedicación a la ‘comunidad en general’ de un amplio porcentaje de asociaciones paraguas. Porcentaje de asociaciones según tipo de destinatarios 3,90% 24,60% 10,90% Infancia 3,10% 3,90% Juventud Personas mayores Mujeres 7,80% Inmigrantes Sectores profesionales 7% Comunidad en general Otros 38,80% Fuente: Elaboración propia Los datos descriptivos generales no asoman pues hacia un sector asociativo de organizaciones consolidadas, con amplia experiencia de contacto institucional, y abiertas a un amplio espectro de sectores de población en su orientación activa. Podemos caracterizar en principio un abanico asociativo que presenta un sustrato a priori favorecedor para establecer dinámicas intermediadotas entre la acción institucional y las necesidades de la población. Pero lo cierto es que si nos abstraemos del paisaje inicial y profundizamos en las valoraciones que los propios protagonistas hacen del hecho participativo valenciano, comenzamos a identificar aristas que perfilan parcelas de conflicto, o cuando menos falta de armonía. Así, en las respuestas recogidas en el trabajo de campo se aprecia una general insatisfacción respecto a la participación ciudadana en el ámbito autonómico: un 61.3% de las asociaciones califican el estado de la participación ciudadana como poco o nada satisfactorio según su experiencia. Aunque en este aspecto es necesario matizar las diferencias que presentan las distintas provincias. El 83% de los castellonenses coincide en valorar la situación de la participación valenciana como “poco satisfactoria” frente a 58,1% de los alicantinos y un 52, 7% de los valencianos. Por otra parte, la valoración es peor entre las asociaciones culturales, de voluntariado social, científicas, juveniles y medioambientales. La valoración más positiva corresponde a las entidades autonómicas de cooperación internacional. Valoración de la participación ciudadana en el ámbito autonómico 3,9 6,2 32,6 Muy s atis factoria Bas tante s atis factoria Poco s atis factoria Nada s atis factoria 57,4 Fuente: Elaboración propia El cuestionario también solicitaba de las asociaciones una la valoración general de la acción institucional, en forma de evaluación de las acciones específicas planificadas implementadas desde la Generalitat Valenciana en materia de Participación Ciudadana. Esta es la expresión gráfica de la distribución de resultados. Valoración de las acciones de la Generalitat Valenciana en materia de participación ciudadana 3,9 20,2 31 Muy apropiadas Apropiadas Poco apropiadas 12,4 Nada apropiadas 32,6 No lo s é Fuente: Elaboración propia Hay que reconocer el sesgo negativo que esta valoración conjunta (45% las valoran como “poco o nada apropiadas”), unido al nada desdeñable de respuestas que manifiestan desconocimiento de estas acciones (20,2%), siempre sin obviar que un significativo 31% las califica como apropiadas y un 3,9% como muy apropiadas. También la valoración de las acciones llevadas a cabo por la Generalitat Valenciana en materia de participación ciudadana es en general más negativa en Castellón que en el resto de provincias. Al mismo tiempo, parece haber un similar grado de desconocimiento de este asunto por parte de las asociaciones de las tres provincias. Por otro lado, son las asociaciones culturales y las de cooperación internacional las que alcanzan mayores niveles de satisfacción en contraste con asociaciones de participación ciudadana, en las que los encuestados se muestran más críticos, las medioambientales o aquéllas de ciencia y desarrollo económico. Además en cuanto a la valoración de sus relaciones con la Generalitat Valencia, la utilización de interrogantes con diferencial semántico ha permitido recopilar información y posicionamientos muy interesantes. Para valorar el tipo de contacto que las asociaciones mantienen con la administración pública en los niveles local, provincial, autonómico y nacional y desde la propia visión de aquéllas, hemos introducido en el cuestionario una pregunta en la que el/ la participante debía puntuar de 1 a 5 el grado de contacto que mantiene con las instituciones en diversos aspectos, siendo 1= Máximo valor positivo (frecuente, satisfactorio, ágil, útil), y 5= Máximo valor negativo (inexistente, conflictivo, lento, inútil). % Valoración del grado de contacto de la asociación y la Administración Pública 30 25 20 15 10 5 0 26,8 20,5 15,0 Muy frecuente Bastante frecuente Normal 18,1 19,7 Escaso Inexistente Fuente: Elaboración propia Respecto a la frecuencia o inexistencia del contacto, los datos son consistentes con el enfoque investigador y con el papel mediador entre las instituciones, las asociaciones y los ciudadanos; el 26,8% de las entidades ciudadanas encuestadas tiene un contacto frecuente, a pesar de que el 19,7% no mantiene contacto alguno. Con respecto a la fluidez entre asociaciones y entidades institucionales, los resultados de la encuesta señalan que aquéllas de cooperación internacional muestran un nivel de contacto relativamente más alto que el resto, precedidas por las de asistencia social y voluntariado. Las asociaciones que trabajan en el medioambiente y la participación social, por otro lado, presentan los niveles de contacto más bajos. Esta tendencia se mantiene en relación a las otros aspectos por los que preguntamos, como en el nivel de satisfacción/ conflictividad, agilidad/ lentitud o utilidad/ inutilidad. Al margen de la frecuencia de contacto con el nivel institucional, se cuestionó a las asociaciones también en torno al grado de satisfacción autopercibida en estas relaciones. En esta dimensión, sin soslayar la percepción conflictiva o de disparidad de intereses y puntos de vista entre las asociaciones y la Generalitat Valenciana, la satisfacción es la tónica mayoritaria. La conflictividad representa solamente el 1,9% de las respuestas. También en el nivel “bastante conflictivo” se registra una distribución desigual de respuestas que refleja el mayor grado de insatisfacción y actitud crítica con respecto a la administración de algunos tipos de asociaciones en comparación con otros. Valoración del grado de contacto de la asociación y la Administración Pública 50 43,8 % 40 25,7 30 20 15,2 13,3 10 1,9 0 Muy satisfactorio Satisfactorio Normal Conflictivo Muy conflictivo Fuente: Elaboración propia En cuanto a la burocratización de las relaciones analizadas, aquí aparece uno de los retos clásicos de la acción pública. Sus ritmos siempre son más lentos, más procedimentalistas y están más reglamentados que aquellos que los ciudadanos y las asociaciones desearían (21,4% lento frente a 8,7% ágil, como respuestas extremas). Hay que tener en cuenta el limitado bagaje participativo de la democracia española en todos los ámbitos competenciales, pero este aspecto supone sin duda uno de los principales condicionantes en la acción colectiva concertada entre instituciones y sector asociativo. Entrando en detalles en esta dimensión, cabe señalar que las asociaciones deportivas y de cooperación valoran positivamente la agilidad de la administración autonómica, todo lo contrario al diagnóstico que hacen las asociaciones medioambientales, científicas y de voluntariado social. Valoración del grado de contacto de la asociación y la Administración Pública 27,2 30 25,2 25 21,4 17,5 % 20 15 10 8,7 5 0 Muy ágil Fuente: Elaboración propia Bastante ágil Normal Lento Muy lento El último elemento de los diferenciales semánticos aplicados es el que hace referencia a la utilidad de la colaboración mutua. En definitiva representa el ítem que otorga razón de ser a los espacios y órganos creados para la colaboración entre asociaciones e instituciones. Estos son los resultados. % Valoración del grado de contacto de la asociación y la Administración Pública 35 30 25 20 15 10 5 0 32,7 26,9 16,3 15,4 8,7 Muy útil Bastante útil Normal Bastante inútil Muy inútil Fuente: Elaboración propia Las lecturas son paralelas a las expresadas para el caso del grado de satisfacción o conflictividad. Hay una bolsa de insatisfacción expresa, siempre comparativamente menor que la de las asociaciones genéricamente satisfechas. En este caso las asociaciones de participación social y de cooperación tienen el adjetivo útil como moda, mientras que las medioambientales y científicas son las más críticas sobre la utilidad del contacto asociación-administración autonómica. En cuanto a la valoración de aspectos más genéricos o estructurales de la participación ciudadana autonómica y no exclusivamente centradas en actores institucionales públicos sino en ciudadanos, asociaciones, etc., el nivel de exigencia y mostrado generalmente en las respuestas se mantiene cuando hacemos hincapié en la percepción por parte de las asociaciones de determinadas cuestiones de la participación ciudadana en la Comunidad Valenciana, invitándoles a puntuarlas nuevamente en una escala de 0 a 10 (0= ”Nada satisfecho”, 10= ”Muy satisfecho”), basándose en su experiencia y la de su entidad. Si se pregunta en torno a la existencia de canales reales y efectivos de comunicación entre la sociedad civil y las instituciones públicas, hallamos que las respuestas se alinean en la idea de un marcado déficit de espacios de comunicación habilitados para dialogar en torno a la voluntad pública: un porcentaje cercano al 20% valora con la puntuación mínima este contacto, y un 71,5% de las asociaciones puntúan por debajo de 5 en la escala propuesta. El resultado de la insuficiencia de mecanismos y canales de comunicación se traduce, coherentemente, en una escasa valoración en torno al grado de contacto existente entre el tejido social y las iniciativas políticas públicas. Valoración de la com unicación Ins titucione s -Socie dad Civil 30 25 % 20 15 10 5 0 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 "Existen vías efectivas de comunicación recíproca entre ciudadanos y poderes públicos" "Existe contacto suficiente entre el tejido social y las iniciativas políticas públicas" Fuente: Elaboración propia Volvemos a comprobar que en todos los casos nos dirigimos a actores con una conciencia relativamente crítica con respecto a la situación del asociacionismo en la Comunidad Valenciana. Se detectan nuevamente diferencias entre las asociaciones medioambientales y el resto, reflejando las primeras mayor insatisfacción en referencia a todas las cuestiones por las que se les preguntaba, pero el común denominador que resume esta valoración es la “insuficiencia”, y por tanto, la relativa desconexión entre las iniciativas públicas y el tejido social en su conjunto. Otra cuestión interesante surge cuando se pregunta al sector asociativo en torno a su autopercepción como vehículo de implicación pública de la ciudadanía. El espectro de respuestas recogidas refleja una idea preeminente y común en el discurso asociativo, concretada en su autodefinición como elemento articulador de la voluntad pública de la población. Se asume en términos generales que los ciudadanos, si desean tomar parte en el espacio público, deben hacerlo integrándose en la oferta asociativa existente. Opciones como la implicación individual en acciones participativas o la intervención de grupos de ciudadanía no organizadas formalmente es vista desde las asociaciones autonómicas como un camino nada aconsejable. El 78,1% de las entidades se muestra partidario de lograr la implicación de la ciudadanía en la acción pública, eso sí, a través de ellas mismas, a través de las asociaciones o colectivos ciudadanos. Nuevamente se reproduce le patrón tradicional de participación convencional corporativa con atribución favorable al modelo asociativo por encima de la participación individual y no corporativa. No causa sorpresa por lo tanto que este alineamiento sea consecuente con el apoyo mayoritario a la tesis de que fortalecer el tejido asociativo valenciano es fundamental para aumentar la participación individual y colectiva. Valoración del pape l de las asociacione s com o ve hículo de im plicación pública 25 20 15 10 5 0 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 "Los ciudadanos deben implicarse en la acción pública a través de las asociaciones o colectivos ciudadanos, no individualmente" "Fortalecer tejido asociativo valenciano es fundamental para aumentar participación individual y colectiva" Fuente: Elaboración propia Pero más allá de un discurso participacionista centrado en el valor y la capacidad representativa del sector asociativo, cabe preguntarse si las asociaciones valencianas poseen efectivamente una capacidad estratégica y real para incidir de manera pragmática en el espacio orgánico de la participación ciudadana dispuesto por el nivel institucional. Pues bien, lo que los resultados indican se traduce en un serio cuestionamiento en torno a la realidad de los órganos autonómicos de participación. V aloración de la capacidad de actuación las as ociacione s 30 25 20 15 10 5 0 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 "Las asociaciones conocen las acciones de la Generalitat y cauces para aportar" "Las asociaciones participan en planificación de la acción pública de la Generalitat a través de los organismos existentes" Aunque se explicita en el discurso asociativo la conveniencia de articular la participación ciudadana a través de los colectivos asociativos, se reconoce que las entidades tienen un escaso conocimiento de los cauces reales a través de los cuales puede articular los intereses y preferencias ciudadanas. Un 74.5% de las entidades consultadas puntúan por debajo de 5 la escala en las que se les solicita un posicionamiento ante el item “las asociaciones conocen las acciones de la Generalitat Valenciana y los cauces para aportar iniciativas”. La lectura indica una desconexión generalizada entre el espectro asociativo y los entes planificadores en materia de participación ciudadana, lo que sin duda supone un reto de primera magnitud en la conformación de nuevas dinámicas participativas a nivel autonómico. Pero a la vez pone, cuando menos en duda, gran parte de las potencialidades descritas en la introducción para este tipo de entidades. Y como cabe de esperar, la consecuencia práctica de este vacío relacional se traduce en una escasa participación de las asociaciones en la planificación pública a través de los órganos existentes (un 65.7 % de las entidades se ubican por debajo del valor 5 en la escala que indaga por esta cuestión. Como podemos apreciar, existen factores limitantes de considerable envergadura en el establecimiento del juego participativo, donde las relaciones entre los actores implicados no caben ser definidas en un nivel de excelencia. Pero el mayor o menor protagonismo del sector asociativo en el espacio público no depende únicamente de sus posiciones relacionales. Las capacidades expresadas están directamente vinculadas también a la solvencia con que se desarrolla el proyecto asociativo, es decir, al grado de eficacia con que las asociaciones llevan a cabo su labor. Por ello otro de los objetivos de la investigación realizada centraba su atención en las necesidades percibidas por las asociaciones en su dinámica cotidiana. Difícilmente se pueden asumir roles relevantes si existen déficits de funcionamiento, o de organización, o de coordinación interna dentro del sector asociativo. El análisis de necesidades de las entidades valencianas se dividió en tres esferas básicas de la vida de las asociaciones, que definen en gran medida el estado del proyecto asociativo y su pervivencia como actor social en el entorno en que inserta su actividad. Estas tres esferas quedaron etiquetadas como necesidades de formación, necesidades de gestión y organización, y necesidades de coordinación. El ámbito de las necesidades de formación hace referencia a los distintos elementos que, dentro de un proyecto asociativo, deben estar presentes con el fin de que los miembros de la asociación posean la capacitación necesaria para desarrollar satisfactoriamente las actividades propias del colectivo. El ámbito de las necesidades de gestión y organización hace referencia primordialmente a aquellas cuestiones que permiten el desarrollo de tres elementos fundamentales en las asociaciones: aspectos relativos a la base social y a la proyección social de la organización, valoración que los colectivos realizan sobre los aspectos tecno-administrativos de la vida asociativa, que a la postre generan los activos necesarios para desarrollar las actividades, y finalmente, valoración de las necesidades de recursos materiales y humanos para la actividad de la entidad. El tercer ámbito trabajado en la investigación es el de las necesidades de coordinación. En este caso se da cuenta de las valoraciones que las entidades realizan acerca de aspectos relacionados con los nexos organizativos tanto internos como externos, concretados en canales de comunicación interna (entre los miembros), externa (con las instituciones y con la población), e interasociativa (con otras organizaciones). Para todas estas necesidades en el cuestionario que protagonizó el trabajo de campo de la investigación solicitó de las asociaciones que valoraran el grado de apoyo (mucho, bastante, poco o nada) que necesitaría su asociación por parte de la Administración Autonómica para cada una de las cuestiones. Como se podrá apreciar, la tónica dominante de los resultados establece un alto grado de necesidad de apoyo en todas las necesidades, pero podemos cualificar la información. En este aspecto muestra conveniente atender a aquellos criterios que segmentan el espectro asociativo y así observar si las necesidades son comunes y compartidas o, por el contrario, cabe resaltar diferencias internas que serían necesarias tener en cuenta para establecer lecturas de la realidad asociativa. Aunque la investigación extendía el dimensionamiento de necesidades asociativas a múltiples aspectos vinculados a la vida asociativa (número de socios, antigüedad de las asociaciones, provincia de ubicación, etc.), dos son los aspectos que creemos relevantes para el presente texto: ámbito comunitario de actividad de la asociación, y el principal segmento de población destinataria de las actividades de los colectivos. Para el primer criterio, el que hace referencia al ámbito comunitario hacia el que enfoca la actividad la asociación, el equipo investigador reformuló la clasificación de asociaciones existente en el registro autonómico de entidades con el fin de reducir la extensión categorial que éste presenta, pero respetando en lo posible su naturaleza. Quedó de esta manera la siguiente estructura: Asociaciones recreativas y deportivas, asociaciones de asistencia social y voluntariado, asociaciones de participación social, asociaciones científicas y de desarrollo económico, asociaciones juveniles, asociaciones medioambientales, y por último asociaciones de cooperación internacional. Al someter la tipología de orientaciones de actividades de las asociaciones a la de necesidades, obtenemos un cuadro de situación en el que es posible fijar diferencias con claras implicaciones en la planificación de la participación autonómica. Así, podemos observar que para el ámbito de necesidades de formación, los tipos de asociaciones que demandan mayor apoyo institucional son las de asistencia social y voluntariado, participación social y cooperación internacional, todos ellos tipos de asociaciones que requieren de una formación específica originada por el sector concreto de actuación en cada caso, y que en muchas ocasiones solicita de los miembros una formación casi profesional. El perfil de estas asociaciones se encuentra muy ligado al funcionamiento a partir de proyectos, lo cual exige de los colectivos un elevado nivel de cualificación con el fin de diseñar documentación técnica. Además, los campos de actuación en este tipo de asociaciones se hallan en constante dinámica por las poblaciones con las que se opera, lo cual requiere un esfuerzo constante por conocer de la mejor forma posible el contexto social en el que se desarrolla la asociación. Cooperación internacional Medio-ambientales Juveniles económicoCientíficas y de desarrollo Participación social Asistencia social y voluntariado Culturales, recreativas y deportivas NECESIDADES DE FORMACIÓN Conocer el entorno, el contexto en el que trabaja la asociación Conocer las necesidades y demandas de la población con la que se trabaja Definir los objetivos, planificar y elaborar proyectos Analizar los resultados de las actividades y evaluarlas Formar a los miembros para que puedan desarrollar sus tareas en la asociación Planificar del futuro y la pervivencia de la asociación NECESIDADES DE GESTIÓN Y ORGANIZACIÓN Desarrollo y gestión de las actividades de la organización Captación e incorporar nuevos miembros a la asociación Difusión de información interna y comunicación entre los miembros de la asociación Motivación y participación de los miembros de la asociación Conocimiento de medios y recursos para el desarrollo de acciones y el mantenimiento de la asociación Gestión administrativa de la asociación Gestión económica y tributaria de la asociación Desarrollo de una imagen pública de la asociación Personal técnico y profesional trabajando al servicio de la asociación Equipamientos e instalaciones para desarrollar las actividades de la asociación NECESIDADES DE COORDINACIÓN Coordinación de las distintas tareas que se llevan a cabo en la asociación Relación con los diferentes niveles institucionales Comunicación externa y difusión de la actividad de la asociación Participación en la vida social de la comunidad en la que se inserta la asociación Coordinación y trabajo en común con otras organizaciones y asociaciones Figuran sombreado en gris aquellos casos en los que más de un 60% de las asociaciones afirman necesitar bastante o mucho apoyo. Fuente: Elaboración propia En lo referente a necesidades de gestión y organización, prácticamente todos los tipos de asociaciones manifiestan requerir un apoyo significativo en labores de desarrollo y gestión de las actividades de la asociación, los medios para ello, el desarrollo de una imagen pública, y la disponibilidad de equipamientos e instalaciones para llevar a cabo las actividades asociativas. En lo relativo a la captación de nuevos miembros, únicamente las asociaciones juveniles solicitan un elevado grado de apoyo. Para los aspectos relacionados con la gestión administrativa de la asociación, son las asociaciones culturales, recreativas y deportivas, así como las de cooperación internacional las que más apoyo solicitan. Para la gestión económica y tributaria de la asociación, las más necesitadas afirman ser las de asistencia social y voluntariado, las de participación social, las medioambientales y las de cooperación internacional. Por último en este ámbito, las necesidades de personal profesional al servicio de la asociación las encontramos en las asociaciones de asistencia social y las de participación social. En la esfera vinculada a las necesidades de coordinación hallamos un acuerdo unánime independientemente del tipo de asociación en la necesidad de mejora de la relación con los distintos niveles institucionales, en la proyección y difusión pública de la actividad asociativa, y en la coordinación interasociativa, elemento este último que define un espectro asociativo altamente sectorializado y con escasez de puentes de contacto entre los distintos ámbitos de actividad asociativa. La creación de órganos intersectoriales que generen los espacios necesarios para la comunicación entre asociaciones de distintos ámbitos supone por lo tanto una prioridad a desarrollar por parte de las instituciones autonómicas en opinión de las asociaciones. El segundo criterio diferenciador que rescatamos en este texto para el análisis diferencial de necesidades ha sido la definición del principal colectivo o segmento de población destinataria de las actividades de las asociaciones. Aunque es obvio que existen asociaciones con vocación transversal en términos de población que todas se hallan abiertas a la participación de cualquier ciudadano, parece claro en principio los colectivos definen determinados segmentos poblacionales como principales destinatarios de la actividad de la asociación. Por ello se han definido los siguientes colectivos: infancia, juventud, personas mayores, inmigrantes, sectores profesionales, y por último comunidad en general. Partiendo de esta tipología, es posible, al igual que en el anterior criterio, hallar diferencias dentro del sector asociativo en relación a las necesidades explicitadas de apoyo por parte de las instituciones. En lo referente a las necesidades de formación, es posible identificar que las mayores necesidades las encontramos en asociaciones cuya acción se dirige fundamentalmente a cuatro segmentos de población: juventud, mujeres, inmigrantes y sectores profesionales. Las necesidades de apoyo a la formación expresadas por los colectivos que atienden a estos segmentos poblacionales son amplias, cubriendo tanto aspectos vinculados al conocimiento y el diagnóstico del contexto social de la asociación, como a aspectos de capacitación de sus miembros y a elementos de planificación del futuro de la asociación. Dentro del conjunto de necesidades de gestión y organización, podemos observar que los colectivos que trabajan con mujeres continúan siendo los que más apoyo solicitan para la labor asociativa, asumiendo en este sentido la necesidad de bastante o mucho apoyo en todos los ítems propuestos. Personas mayores, sectores profesionales, inmigrantes, y aquellas asociaciones con vocación amplia de participación comunitaria son los siguientes segmentos poblacionales que expresan mayor necesidad de apoyo en estas cuestiones. Finalmente, en lo relativo a las necesidades de coordinación, de nuevo son las asociaciones que operan con mujeres las que expresan mayor necesidad de apoyo, que se hace extensivo a todos los elementos valorados en este ámbito de necesidades. generalComunidad en profesionalesSectores Inmigrantes Mujeres Personas mayores Juventud Infancia NECESIDADES DE FORMACIÓN Conocer el entorno, el contexto en el que trabaja la asociación Conocer las necesidades y demandas de la población con la que se trabaja Definir los objetivos, planificar y elaborar proyectos Analizar los resultados de las actividades y evaluarlas Formar a los miembros para que puedan desarrollar sus tareas en la asociación Planificar del futuro y la pervivencia de la asociación NECESIDADES DE GESTIÓN Y ORGANIZACIÓN Desarrollo y gestión de las actividades de la organización Captación e incorporar nuevos miembros a la asociación Difusión de información interna y comunicación entre los miembros de la asociación Motivación y participación de los miembros de la asociación Conocimiento de medios y recursos para el desarrollo de acciones y el mantenimiento de la asociación Gestión administrativa de la asociación Gestión económica y tributaria de la asociación Desarrollo de una imagen pública de la asociación Personal técnico y profesional trabajando al servicio de la asociación Equipamientos e instalaciones para desarrollar las actividades de la asociación NECESIDADES DE COORDINACIÓN Coordinación de las distintas tareas que se llevan a cabo en la asociación Relación con los diferentes niveles institucionales Comunicación externa y difusión de la actividad de la asociación Participación en la vida social de la comunidad en la que se inserta la asociación Coordinación y trabajo en común con otras organizaciones y asociaciones Figuran sombreado en gris aquellos casos en los que más de un 60% de las asociaciones afirman necesitar bastante o mucho apoyo. 3. Conclusiones. Ante un diagnóstico como el trabajado en las páginas anteriores, caben diversas reacciones desde el análisis social, y más allá desde el orden político-técnico. A través de lo visto es posible extraer una serie de factores limitantes en el establecimiento del juego participativo entre instituciones, asociaciones y ciudadanía no organizada. Quizás el más importante es el déficit de interacción entre el sistema entre gobernantes y ciudadanos, manifiestamente insuficiente, lo que establece un déficit de socialización política de los ciudadanos como individuos aislados en su papel de agentes activos dentro del espacio público participativo. Desde la perspectiva individual parecen claras las dificultades de los ciudadanos no organizados formalmente en asociaciones en torno a su limitada posibilidad de participación en los procesos de participación. Tienen derecho a ser informados (al igual que las asociaciones), pero muy pocos cauces para opinar ni intervenir públicamente. Este tipo de participación formalizada y burocratizada ni siquiera satisface por completo a las asociaciones. La persistencia de trámites burocráticos en gran medida hacen los cauces participativos sean muy limitados y, en demasiadas ocasiones, no vinculantes. Se dibuja así un escenario en que los contenidos finales de la participación suelen venir preconfigurados por el discurso y las políticas institucionales, en mayor medida que por las necesidades, demandas o deseos expresados, percibidos o sentidos por ciudadanía y asociaciones, prevaleciendo un enfoque normativo de la participación. Nos encontramos en un espacio participativo que, por su estructura y definición, privilegia la presencia de aquellas asociaciones o colectivos con capacidad organizativa suficiente como para habilitarse según las normas prescritas en los marcos normativos de la participación ciudadana. Ante esta situación, el sector asociativo no responde de manera homogénea. Es posible distinguir diversos posicionamientos, que van desde las posturas acomodaticias hasta las deslegitimadoras, pasando por un amplio arco de concepciones intermedias que configuran un cuadro de actitudes discursivas en torno a la realidad participativa. Pero la coincidencia general pasa por la necesidad de examinar los distintos mecanismos y órganos de participación existentes en la actualidad con el fin de poder comprobar su potencia en términos de inclusividad, influencia e intensidad, sin cuestionar el papel exclusivo de las asociaciones, pero sí las reglas del juego que relacionan Administración y asociaciones formales (participación corporativa) en el campo de la participación. Este discurso supone un elemento relativamente instituyente, aunque más reformista que rupturista de la dinámica participativa. Además del análisis de necesidades y percepciones que establecen las asociaciones de acuerdo a los ítems ya citados a lo largo del texto, se solicitó también a las distintas entidades entrevistadas que respondieran a la pregunta “¿Cuál cree Usted que sería la acción más urgente que debería desarrollar la Generalitat Valenciana para favorecer la participación ciudadana dentro de la Comunidad Valenciana?”. Dicha pregunta pretendía alcanzar un doble objetivo: analizar el grado de correspondencia entre la acción institucional prevista y las demandas reales del sector asociativo, y en segundo lugar permitir la introducción de nueva información en materia de propuestas de acción pública a partir de la respuesta abierta a esta cuestión. Los resultados de esta pregunta los situamos en las conclusiones por cuanto contribuyen a reforzar o alimentar la información ya introducida. “¿Cuál cree usted que sería la acción más urgente que debería desarrollar la Generalitat valenciana para favorecer la participación ciudadana dentro de la Comunidad valenciana? Más información, concienciación y difusión del asociacionismo Mejorar los canales de comunicación Asociaciones-Administración % 28.8 7.8 Más medios y recursos para las asociaciones 14.2 Aumentar los canales de participación 10.5 Ejecución efectiva de las propuestas y políticas Crear órganos participativos con capacidad decisoria 3.7 10.5 Realización de más investigaciones, diagnósticos y planes 3.7 Reforzar las redes y órganos asociativos 4.1 Otras 16.9 Total 100.0 Como podemos comprobar, la acción urgente más recogida es la demanda de mayor información, concienciación y difusión del asociacionismo, lo cual concuerda con las necesidades expresadas en el anterior apartado. Ésta supone la principal preocupación del sector asociativo y su satisfacción es proyectada en las instituciones autonómicas, a las que se otorga la responsabilidad y la capacidad efectiva para impulsar el sector asociativo. Apreciamos también en las propuestas de las entidades cómo la demanda de un aumento en los medios y recursos disponibles para las asociaciones continúa siendo un denominador común en el análisis que realiza el sector asociativo, al igual que la mejora de los canales de comunicación entre la Administración y las asociaciones. Pero al margen de estas demandas ya tratadas, en nuestra opinión cabe resaltar dos propuestas que inciden en una transformación cualitativa de la estructura de participación presente. Observamos cómo, entre las principales propuestas de acciones a emprender aparecen el aumento de los canales de participación y la creación de órganos participativos con capacidad decisoria. La propuesta creación de órganos participativos con carácter decisorio refresca la necesidad de vincular el hecho participativo a la toma de decisiones concretas en el espacio público con ambición participativa, para lo cual sería aconsejable establecer áreas o parcelas de contenidos dentro de los procesos participativos en los que los participantes tengan capacidad real de decisión sobre la gestión pública. Al mismo tiempo, la consideración positiva hacia el aumento de los canales de participación abre la puerta a la dimensión inclusiva del hecho participativo, reconociéndose la posibilidad de instaurar procesos aperturistas en la planificación participativa. Los datos de participación autonómica en la Comunidad Valenciana apuntan a un modelo asociativo caracterizado por organizaciones en cuyo seno un pequeño núcleo de personas asumen las responsabilidades organizativas y las labores de articulación del colectivo con el nivel institucional. Pero el impacto social, tanto interno como externo, se establece más allá de ese pequeño núcleo organizativo (que habitualmente está representado por la junta directiva), aglutinando una masa social activa con distintos grados de implicación pero que en cualquier caso ven en el colectivo un vehículo de canalización de sus preferencias y necesidades. De esa manera la figura asociativa genera una función articuladora entre la sociabilidad formal y la informal, entre los objetivos instrumentales y los objetivos expresivos de sus miembros, estableciendo fronteras entre estos espacios conceptuales que no se dirimen a través de un diseño organizativo reglamentado, sino mediante las prácticas de los miembros de las organizaciones. Pues bien, si identificamos sin matices esta potencialidad y efecto multiplicador en las asociaciones, en el caso de las entidades ciudadanas (asociaciones paraguas valencianas) esa potencialidad crece significativamente porque, diferencialmente, poseen características y rasgos que permiten trazar puentes por su capacidad de intermediación con el resto de asociaciones, con la administración pública y, progresivamente, con la ciudadanía en general. Ni la Administración Autonómica, ni las entidades ciudadanas autonómicas, ni las asociaciones en general, pueden obviar que en la ciudadanía se van asentando progresivamente una serie de conductas que cabe situarlas más allá de las figuras tradicionales de participación (que hacen referencia principalmente a la vía asociativa), y que apuntan hacia la configuración de nuevas formas de intervención de los sujetos en la esfera pública, con acciones e implicaciones novedosas, pero que son necesarias tener en consideración si pretendemos realizar un diagnóstico completo de la situación actual de la realidad participativa en la Comunidad Valenciana. En otras palabras, acciones y conductas de los ciudadanos que sin duda pertenecen al ámbito conceptual de la participación ciudadana, pero que desbordan la vía asociativa para abrazar nuevos contenidos y formas, no excluyentes de las formas tradicionales pero que soslayan las plataformas tradicionales de acción cívica. Dichas formas constituyen indicadores reveladores de nuevos espacios participativos a los que los planificadores y gestores públicos pueden ser sensibles. En este contexto no exento de dificultades ni resistencias, se ha de reconocer de modo realista que es difícil integrar las definiciones de situación de los múltiples actores involucrados, sobre todo cuando contextualizamos el caso valenciano como típico de un momento inicial del proceso de identificación y creación de nuevas alternativas participativas. Pero en cualquier caso las potencialidades y capacidades reales del sector asociativo en un ámbito territorial como el autonómico no son en absoluto desdeñables para canalizar la introducción de nuevas dinámicas participativas que contribuyan a construir la definición compartida de la voluntad pública.