t005-c42

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PONENCIA ECONCUENTRO DOCENTES CATÓLICOS
ÁREA TEMÁTICA: 4. LA COMUNICACIÓN HUMANA Y LA DOCENCIA.
Comisión: La comunicación y su relación con otros fenómenos psicológicos. Los medios
audiovisuales en la construcción de la subjetividad. Su importancia en el ámbito de la cultura.
TÍTULO: DEL ZOON PLITIKÓN A LA RES- PÚBLICA
AUTORAS: Lic. María Cecilia Acosta acosta.cecilia@live.com.ar – Lic. Martha Córdoba
martcordoba@yahoo.com.ar– Departamento Académico de Humanidades - Universidad Nacional de
La Rioja.
RESUMEN
Aristóteles define al hombre en tanto zoon ploitikón, (hombre social). Por lo tanto, el hombre
(ciudadano) alcanza el bien último en el ámbito de la vida social. En Ética A Nicómaco, la vida en
sociedad forma parte de la ética, es decir, que el ejercicio de la vida pública tiene una
correspondencia con el ejercicio de la privada, porque ambos conducen a la felicidad. También la
poiesis griega, prima sobre la praxis, sobre el respeto a la libertad humana encaminada a la propia
perfección como persona. De este modo, por la primacía de la poiesis, las decisiones del gobierno,
de una familia, la opción vocacional o la determinación sobre la vida de una persona dependen no
tanto de ella misma, sino de la utilidad real y subjetiva que un acto proporcione. Con el paso del
tiempo, esta concepción social o política cambia, con Maquiavelo y posteriormente sistematizada
por Hobbes: se origina la escisión entre el ejercicio de la ética y el ejercicio de la vida pública. La
ética y la autorrealización del hombre en la Edad Moderna pasa fundamentalmente por un esfuerzo
personal y privado. Actualmente, la presencia de una mentalidad tecnologizada, que es una forma
mentis de nuestras culturas, parece tener alcance universal. Sostenemos que actualmente,
nuevamente se está produciendo una correspondencia entre el ejercicio de la vida privada y la
pública, con de los medios masivos de comunicación y las TICs. Dichos medios son cuasi
determinantes para la exposición de la vida privada, pero no ya con un fin ético, sino como
cosificación y enajenación del hombre, pasando a ser una res pública, es decir, una cosa pública.
Esto responde a la pérdida de fundamento y a un nihilismo cada vez más extendido, una de cuyas
manifestaciones es el trágico agnosticismo funcional que parece inundarlo todo. Una de las salidas
estará entonces, en vivir una auténtica praxis cristiana que nos permita ser plenamente humanos.
INTRODUCCIÓN
El problema que abordamos en la presente ponencia se refiere a la enajenación del hombre
contemporáneo hacia sí mismo, promovido por los medios masivos de comunicación y el uso
indiscriminado de Internet. Para ello trabajamos la noción ética y política de Aristóteles. En segundo
lugar tratamos la escisión que se produce en el proceso de subjetivación en la Edad Moderna, como
condición para que el hombre se conciba a sí mismo de manera dual. En tercer lugar trabajamos
autores contemporáneos que trabajan el problema de la sociedad del s. XX y finalmente sostenemos
como posibilidad de superación de la enajenación humana, el encuentro del hombre consigo mismo
desde la filosofía cristiana.
DESARROLLO
Aristóteles: el hombre ético en unidad socio política
Aristóteles concibe su filosofía política como parte de su ética, ya que este filósofo no puede pensar
al hombre fuera del ámbito de la polis, es por ello que concebir al hombre en tanto zoon ploitikón,
aparece como una concepción bastante lógica porque aún no existía el corte entre el ámbito de lo
público y privado. Por lo ante dicho, es que está ampliamente aceptado que la traducción del término
zoon politikón más correcta, no es hombre político, sino hombre social. Pero también Aristóteles
concibe al hombre como animal con logos, es decir, racional; y esto es lo propiamente humano en
cuanto sólo los hombres poseen la noción de lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto y sobre estos
pilares básico se asienta la construcción teórica de la visión ético política de Aristóteles: el hombre
social, pero no de cualquier manera, es de manera racional.
Aristóteles en la Política trabaja bajo el paraguas de la noción de polis, que es una comunidad por
naturaleza; en términos contemporáneos, diríamos que para nuestro pensador el paraguas desde
donde le es posible pensar al hombre es dentro de la Nación - Estado. Por otro lado, no es posible
vivir fuera de la sociedad ya que el hombre se concreta en tanto hombre, dentro y con ella, porque
no sólo esa estructura social le sirve al hombre para alcanzar la felicidad, sino que también debe
contribuir a construirla y sostenerla con el ejercicio de la vida ciudadana. Desde la perspectiva
política que estamos trabajando, la justicia es una virtud social vectorial dentro de la polis como
posibilitadora de una vida feliz y es justamente tarea del ciudadano, en ejercicio de la política
(legislador), quien debe apuntar sus actividades al logro de ella. La sociabilidad humana se realiza
completamente dentro del campo de lo político, en el que se despliegan las virtudes fundamentales:
la justicia, la prudencia intelectual (phrónesis) y la amistad (philia), las cuales son garantías de la
cohesión social y facilitadoras de la felicidad.
El hombre (ciudadano) alcanza el bien último en el ámbito de la vida social, en términos aristotélicos:
“El telos de la polis es el eu zen, la vida bella y feliz”, es decir, una vida en la que es posible el
ejercicio pleno de la areté, cuya caracterización la encontramos en la Ética a Nicómaco como
término medio entre dos extremos y tiende al centro. En la misma obra, Aristóteles sostiene que la
vida en sociedad forma parte de la ética, lo que significa sostener que el ejercicio de la vida pública
tiene una correspondencia con el ejercicio de la privada, porque ambos conducen a la felicidad.
También la poiesis griega, prima sobre la praxis, sobre el respeto a la libertad humana encaminada a
la propia perfección como persona. De este modo, por la primacía de la poiesis, las decisiones del
gobierno, de una familia, la opción vocacional o la determinación sobre la vida de una persona
dependen no tanto de ella misma, sino de la utilidad real y subjetiva que un acto proporcione.
La Modernidad: Aparece la dualidad entre lo privado y lo público
Tomamos a Maquiavelo que si bien es un pensador que cronológicamente lo deberíamos ubicar a
fines de la Edad Media, sienta las bases del pensamiento político de la modernidad y constituye un
corte transversal no sólo como mero teorizador de la ciencia política, sino también representa un
corte antropológico, esto es, el hombre tiene la posibilidad de ejercer dos vidas: una política y otra
privada. La primer vida sin responsabilidad ética alguna y la segunda con una responsabilidad
personal y privada. Se origina la escisión entre el ejercicio de la ética y el ejercicio de la vida pública.
La ética y la autorrealización del hombre en la Edad Moderna pasa fundamentalmente por un
esfuerzo personal y privado.
La primera consideración consiste en la separación bien conocida que realiza entre ética y política,
que escrito de este modo no difiere de lo dicho en los manuales de uso escolar. Esta separación es
más importante de lo que aparenta ser, desde nuestra perspectiva aparece una nueva antropología
signada por la aparición de un hombre dual: un hombre público y un hombre privado.
La concepción política de Maquiavelo está atada a las circunstancias para adaptarse, modificarlas o
adelantarse a ellas, teniendo presente el ejercicio del poder. La organización social es una
construcción humana, artificial que se denomina Estado; la política se aleja de la ética y se
constituye en objeto de conocimiento, es decir, como ciencia separada.
El ejercicio de la vida pública ya no estará orientado a la virtudes, que hemos mencionado más
arriba, sino que un acto será realizado o no según el fin que se persiga, es decir, si conviene o no y
no posee ningún valor moral: toda la actividad pública está sellada por la utilidad.
Otra consecuencia del pensamiento maquiavélico, es la noción de el político y el ciudadano, es
decir, ya no es el ciudadano que dentro de su ejercicio ético que practica la vida política, sino que se
produce una ruptura a dos figuras sociales, con sus roles claramente identificados y definidos.
Todo el andamiaje del pensamiento de Maquiavelo pone de relieve valores que distan de la areté
griega, la nueva virtu pasa por el éxito, la eficacia, la previsión, la flexibilidad, el saber aprovechar las
ocasiones, el arte de la guerra, la utilidad, la adquisición, ejercicio y conservación del poder y la
planificación.
El problema del hombre contemporáneo: la enajenación
El estudio de la complejidad del hombre del sigo XX ha sido un tema filosófico recurrente de la
filosofía del siglo anterior. En el entrecruzamiento de los conflictos antropológicos aparece la
enajenación como tema a reflexionar. En este sentido, el cuerpo de la obra de Erich Fromm queda
vertebrado desde el problema de la enajenación humana, cosa que él mismo afirma en escritos de
sus últimos años.
En Miedo a la Libertad, realiza una distinción respecto del Yo: es posible que exista una construcción
del Yo de una manera genuina, es decir con una relación equilibrada con el mundo exterior y una
construcción del Yo enajenada que se encuentra marcada por el desequilibrio en su relación consigo
mismo y también con el medio. Así el hombre queda subsumido a distintos mecanismos de evasión
por los cuales no asume su libertad.
Afirma que el hombre moderno cree que sus acciones están motivadas por el interés personal, pero
que en realidad no son sus intereses, ya que dichos intereses se centran en la noción del yo social
que está constituido por el papel que se espera deberá desempeñar el individuo, entonces los
supuestos intereses personales, no son más que el disfraz del mandato social internalizado como
propio. Como parte de la sociedad se siente aislado e insignificante, tales sentimientos se ven
acrecentados por las relaciones sociales, ya que la relación concreta de un individuo con otro ha
perdido su carácter directo y humano, asumiendo un espíritu de instrumentalidad y de manipulación.
En todas las relaciones sociales y personales la norma está dada por las leyes de mercado. El
carácter de extrañamiento se da no sólo en las relaciones económicas sino también en las
personales, éstas toman el aspecto de relaciones entre cosas, en lugar de relaciones entre
personas. Este fenómeno de extrañamiento e instrumentalidad alcanza al hombre en su relación
consigo mismo. El valor más importante dentro de la sociedad es el éxito, es decir, que la
construcción del Yo pasa por el éxito y para ser exitoso, hay que utilizar las estrategias del mercado
para nosotros mismos, es decir, que no sólo tendemos a tener una relación enajenada con los
demás, sino que también la tenemos con nosotros mismos ya que debemos ser consumidos como
un objeto más. Tal como ocurre con todas las mercancías, al mercado es al que le corresponde fijar
el valor de las cualidades humanas, entonces el éxito de una persona depende que sus cualidades
tengan valor de mercado, por lo tanto, cada uno cree que su propio valer se determina según la
popularidad y el valor de mercado que obtenga; la propia confianza depende del éxito de la propia
personalidad.
La concreción del hombre como res pública
Actualmente, la presencia de una mentalidad tecnologizada, que es una forma mentis de nuestras
culturas, parece tener alcance universal. Sostenemos que nuevamente se está produciendo una
correspondencia entre el ejercicio de la vida privada y la pública, a través de los medios masivos de
comunicación y las TICs. Dichos medios son cuasi determinantes para la exposición de la vida
privada, pero no ya con un fin ético, sino como cosificación y enajenación del hombre, pasando a ser
una res pública, es decir, una cosa pública. Esto responde a la pérdida de fundamento y a un
nihilismo cada vez más extendido, una de cuyas manifestaciones es el trágico agnosticismo
funcional que parece inundarlo todo.
Retomando los tres vectores que trabajamos en los apartados anteriores, detectamos que con el
uso que hay de los medios sociales de comunicación y las tics (por ejemplo, redes sociales) se
produce un regreso a la correspondencia entre el ejercicio de la vida pública y el de la privada, pero
ya no con una responsabilidad ética que incluye los dos aspectos del actuar propiamente humano
(social y racional), como pensaba Aristóteles. Sino que tal correspondencia de lo público y lo privado
puede ser leída desde las categorías de Maquiavelo, en tanto ha desaparecido la responsabilidad
ética, pero no circunscripto al ejercicio de la vida política, como sostenía Maquiavelo, sino a toda la
dimensión humana.
Dicha desaparición tiene como anclaje las relaciones enajenadas y el uso de las reglas de mercado
en la relación no sólo con los demás sino también con nosotros mismos, es decir, como una cosa
consumible y pública. Este nuevo encuentro de lo público a lo privado, marca un nuevo corte
antropológico, es decir que la construcción de la subjetividad (en términos de Fromm del Yo), está
signada por la noción de instrumentalidad y concretada a través de los medios masivos de
comunicación y las TICs.
Vivir cristianamente:
Una de las salidas estará entonces, en vivir una auténtica praxis cristiana que nos permita ser
plenamente humanos; ante tantos bombardeos del mundo exterior hacia la intimidad de la persona
que ha de situarse en el mundo desde su humanidad como ser cristiano surgen preguntas tales
como: ¿Cómo encontrarse consigo mismo? ¿Cómo conservar la identidad como ser individual que
vive en sociedad con otros hombres que son su prójimo? ¿Cómo encontrar, en definitiva su felicidad
en una comunión con los demás apuntando a lograr la felicidad del grupo al que pertenece, sin
traicionar los principios sobre los que se asientan sus creencias? ¿Cómo vivir cristianamente sin
caer en el riesgo de ser extraño en su propio grupo?
Podríamos tomar como punto de partida la Doctrina Social de la Iglesia Católica: ¿Qué es esto?
La Doctrina Social de la Iglesia católica es un conjunto de normas y principios referentes a la
realidad social, política y económica de la humanidad basado en el Evangelio y en el Magisterio de
la Iglesia Católica. Es un cuerpo doctrinal renovado, que se va articulando a medida que la Iglesia en
la plenitud de la Palabra revelada por Jesucristo y mediante la asistencia del Espíritu Santo, lee los
hechos según se desenvuelven en el curso de la historia
No es una propuesta técnica para solucionar los problemas prácticos, sino más bien una doctrina
moral, que surge del concepto cristiano de hombre y de su vocación al amor y a la vida eterna. Es
una categoría propia.
La Doctrina Social, además de dirigirse de forma primaria y específica a los hijos de la Iglesia, tiene
un destino universal. La luz del Evangelio, que la doctrina social refleja sobre la sociedad, ilumina a
todos los hombres: todas las conciencias e inteligencias son capaces de captar la profundidad
humana de los significados y de los valores expresados en esta doctrina, así como la carga de
humanidad y humanización de sus normas de acción.
La vida del hombre como cristiano parte de entender que está llamado a superar, de igual modo, los
dualismos, en el fondo maniqueos, y los reduccionismos, reflejo reiterado de concepciones monistas
y de absolutizaciones de lo que sólo es relativo. Excluye tanto la imposición a todos, incluso por la
coacción legal, de las normas morales de la Iglesia relativas a la vida social, como la eliminación de
cualquier intervención de la Iglesia o de los católicos, inspirada por la fe, en los diversos campos de
la vida pública.
Los dualismos entre creación-salvación, proceso histórico-consumación escatológica, dimensión
individual o social, conversión personal o cambio de estructuras, amor a Dios o amor al hombre,
acción de Dios esfuerzo transformador del hombre,..., son contrarios a una verdadera identidad
cristiana y eclesial e impiden afrontar, con verdad y con fuerza, la misión cristiana en el mundo.
Estos dualismos conducen a la privatización de la fe, a la huida del servicio al hombre y al mundo, a
la incapacidad para animar moralmente a nuestra sociedad según el designio de Dios. Y todo
reduccionismo lleva consigo el ceder a la tentación del poder y el privar al Evangelio de toda
instancia crítica que libere al hombre de sus esclavitudes.
El dualismo opera una división dentro de la unidad indivisible de Dios y de su plan de salvación. Por
esta razón no podemos separar la vocación del hombre a la salvación de su llamada al cuidado de la
Naturaleza y al desarrollo de la historia. Cuando entra la salvación de Cristo en las realidades
temporales no entra como en realidades extrañas, aun cuando estas realidades no alcancen su
plenitud más que a través de un proceso de liberación y de renovación.
La fe cristiana lleva, además, a la afirmación del hombre y su valor absoluto y a la exaltación más
radical y plena de la dignidad inviolable de la persona humana. El reconocimiento efectivo de la
dignidad de la persona humana es subrayado en la Instrucción como el fundamento y valor supremo
de la convivencia y del ordenamiento sociales. Este es el punto de partida para la colaboración de
los cristianos con los conciudadanos que, aún no compartiendo nuestra fe en el Dios de Jesucristo,
reconocen también la persona humana como el origen y fin de la vida social. En consecuencia, los
cristianos podemos y debemos colaborar con todos los hombres "apoyados en la convicción de que,
en último término, Dios mismo, al crear al hombre con su Palabra y Sabiduría, puso en él semillas de
verdad y de bien que no dejan de fructificar gracias a la acción del Espíritu"
Si el cristiano se compromete a respetar los principios de respeto por la dignidad humana, tendencia
hacia el bien común, protección a sus semejantes, la participación social lo llevara a encontrar su
plenitud en la tarea de promover una sociedad conforme a los designios de Cristo pero que le
permita ser él mismo, encontrarse con su propia identidad y vivir con los demás condenando a toda
forma de atentado contra la vida humana: aborto-incluso en caso terapéutico-, eutanasia, genocidio,
homicidio, suicidio, etc. Y promoviendo que la persona tenga todas las condiciones necesarias para
vivir: educación, trabajo, alimentación, salud, etc.
El hombre podrá dilucidar cual es su lugar en el mundo en tanto ser activo constructor de su entorno,
tenderá a dominar el mundo entendiendo que su condición de humano le posibilita aprovechar lo que
la ciencia y la técnica el ofrece para conocer mas, reinar sobre la naturaleza desde una concepción
humanística y obrar conforme a su conciencia.
CONCLUSIÓN
El objetivo de esta ponencia no ha sido reconstruir una historia, sino observar momentos en que,
según nuestro criterio, se han producido cortes antropológicos que han desembocado en la
cosificación humana, ya no de otro que cosifica a un tercero sino de la propia cosificación y en tal
momento una nueva identificación entre lo público y lo privado, pero no ya con la intención de una
vida plena y feliz, sino desde la exposición sin mediar responsabilidad alguna. La noción de
Maquiavelo que en el ámbito de lo público no existía responsabilidad ética ha empapado el ámbito
de lo privado, quedando la responsabilidad ética limitada a manuales escolares. Queda, entonces
como obligación cristiana trabajar en pos de recuperar la naturaleza humana.
BIBLIOGRAFÍA
Acosta, María Cecilia (2004). La resemantización de los conceptos de enajenación y represión en
Erich Fromm y Herbert Marcuse. Informe final proyecto investigación. Universidad Nacional de Cuyo.
Aristóteles (1985). Gran Ética. Barcelona: Sarpe.
-------------- (1993). Política. Barcelona: Altaya.
-------------- (2006). Ética a Nicómaco. Buenos Aires: Gradifco.
Fromm, Erich (1985) El miedo a la libertad. Barcelona: Planeta-Agostini.
------------------ (1993) El amor a la vida. Barcelona: Altaya.
Maquiavelo, Nicolás (1993). El príncipe. Barcelona: Altaya.
Doctrina Social de la Iglesia Católica.
Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española: Los católicos en la vida pública.
Biblioteca Electrónica Cristiana: La ética cristiana: camino de la vida personal y social.
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