CAPITULO 5 ORIGEN DE LOS INCAS “Es curioso que la tradición oral diga que el nombre del último Inca fue Viracocha: sin duda un nombre importante en el panteón de divinidades andinas... nada menos que la del dios creador. Pero ese Viracocha fue un personaje que languideció derrocado, sin poder, sin mayor motivación que no fuera la de ser llamado Inca, dentro de un protocolo de que sólo observaban sus allegados, pocos y aislados. Luego de ser derrocado, el Inca se había retirado a las alturas de Chincheros, un territorio que los Incas dominaban por alianzas (y quizás por algún lazo especial de Viracocha con alguno de sus caciques... ¿Sería su esposa principal oriunda de alguna de estas aldeas?). Sin embargo, aun allí Viracocha no estaría apartado de las intrigas políticas del Cuzco, pues estos ayllus se demostraron reticentes en participar en la campaña; sobre ellos caería todo el peso de los castigos de Pachacuti, es decir expulsión de esas tierras y quién sabe terminarían trabajando como yanaconas. Y claro Viracocha tuvo que buscar otro refugio para su retiro; decidirá alejarse aun más del Cuzco, bajando la meseta hacia los ricos valles del Urubamba, a su vez territorio de otros ayllus en los que halló refugio, pero en condiciones más modestas y precarias. “La región de Chicheros habría de tener una altísima importancia desde los primeros meses del gobierno de Pachacuti, siendo además el paso obligado hacia las ricas y fértiles planicies de Urubamba. Además, a pocas semanas de empezar su reinado, Chincheros se convertiría en la región de interés prioritario dentro del patrimonio de Pachacuti; habiéndola obtenido como botín para su reinado, sería administrada por su panaca, a quien derivaría el usufructo de sus riquezas, no sin dejar de contribuir a la nueva administración del estado que el mismo Pachacuti organizaría. Y más allá de Chincheros estaba el rico valle de Urubamba, una región que hoy tiene la más densa concentración de estancias patrimoniales de los altos dignatarios incas y sus panacas que se han mantenido en la colonia: las grandes obras agrícolas de los incas dominan aún las escarpadas laderas del valle, para demostración perenne de que en este valle se producían los productos más finos del imperio, en especial sus choclos; esos productos siguen deleitando hoy a los castellanos, y a ellos se añaden ciertamente las especies que han traído desde México y Europa. Ciertamente los valles de Chincheros y Urubamba eran paso obligado para llegar a las notorias selvas de Vilcabamba, donde aún hoy los habitan poblaciones incas, aunque hoy ya Borrador - El Mundo de Poma - Higueras - Capítulo 5 65 sin sus jefes, muchos de ellos muertos en los sucesivos enfrentamientos del siglo pasado, otros acomodados en las castas nobles del nuevo reino. “No creo que el verdadero nombre del Inca depuesto haya sido Viracocha. Es muy posible, creo, que todos los Incas en el poder antes de Pachacuti fueron designados como Viracocha, y así llamados por que eran sacerdotes del culto a tal divinidad y su encarnación en la tierra de los hombres. Pero al morir, sus mallquis y sus huacas se referían con su nombre original, aquel que tenían antes de ser llamados Viracocha; el nuevo Inca unía a su título tal nombre. Sin embargo, este nuevo Inca había adoptado el nombre de Pachacuti. El culto a Viracocha ya no sería dominante en el curacazgo pues esa tradición de perdió a lo largo de la sucesión de Incas que siguieron a Pachacuti por eso es posible que el nombre del último Inca de la época del culto de Viracocha sea recordado con ese nombre. Si bien el Inca permaneció como el principal devoto y patrono del culto de Inti, en ninguna instancia llevó su nombre. “Pachacuti elevó el culto a Inti a nivel de culto universal, en cierto modo más natural pues se manifestaba de manera más visible. Con la ayuda de sus allegados hizo que este culto asumiera caracteres más andinos, al hacer realidad sus ansias de expansión territorial e imponer sistemas rígidos de administración Inca; de esta manera, el culto de Inti no era ya una obligación impuesta a los pueblos dominados, tal como lo era la nueva administración. Así, el culto de Viracocha se restringió a los sacerdotes y a la elite inca en los templos más importantes de la ciudad de Cuzco. Pero lo de Inti nunca fue pensado como un culto que se impusiera a los ayllus ni que remplazara los cultos locales. Construirían un templo a Inti en el mismo recinto de huacas para los cultos locales, algunos de esos templos más grandes que otros dependiendo de la importancia del oráculo local. En caso encontraran alguna huaca en desuso en alguna región que luego fuera a ser importante en la administración, y cuyo culto era de antepasados muy lejanos de los lugareños, construían el templo sobre esa huaca. Borrador - El Mundo de Poma - Higueras - Capítulo 5 66