1 Alimentación, edad y salud Gestación PROFA. DRA. ROSA M. ORTEGA. Departamento de Nutrición. Facultad de Farmacia. Universidad Complutense. Madrid. El embarazo es una situación delicada desde el punto de vista de la alimentación, ya que las necesidades de energía aumentan relativamente poco (un 10% aproximadamente en la segunda mitad de la gestación) mientras que los aportes recomendados de vitaminas y minerales incrementan en mucha mayor proporción (hasta un 50% en relación con el ácido fólico, o la vitamina B6). Por tanto no basta comer algo más, sino que es necesario modificar los hábitos de alimentación, lo que resulta bastante difícil. Por otra parte, la situación nutricional de la mujeres al comenzar el embarazo, no suele ser óptima, pues en la edad fértil la preocupación por el peso tiene más protagonismo que la búsqueda de una dieta sana y al comenzar la gestación, el aumento de las necesidades hace que los problemas nutricionales se mantengan o empeoren. Por otra parte, son muy pocas las mujeres jóvenes que toman los 400 mcg/día de ácido fólico (a partir de suplementos / alimentos fortificados) que se aconsejan para prevenir malformaciones congénitas en los posibles descendientes. Otro problema que se suma, para hacer más complicado el conseguir una buena situación nutricional, en gestación, es que la mayor parte de las embarazadas recibe como mensaje prioritario el limitar el aumento de peso, en otros casos es la propia mujer la que tiene esta prioridad. Sin embargo, el desconocimiento existente sobre características de una alimentación correcta y los errores sobre pautas convenientes en el control de peso hacen que muchas gestantes hagan ayunos o dietas desequilibradas, que pueden poner en peligro su situación nutricional y salud. Es cierto que la mujer cuando queda embaraza procura mejorar su alimentación y suele incrementar el consumo de lácteos y frutas, pero la dieta no llega a ser la óptima y no existe un buen control de cuales son los alimentos y bebidas que la madre consume cada día, ni se hace de manera rutinaria una valoración sanguínea de situación nutricional. Este control nutricional debe mejorar en el futuro porque los desequilibrios nutricionales, aunque sean ligeros, pueden tener un impacto importante en la salud y bienestar de la madre y del niño y ser el origen de problemas graves y en ocasiones irreparables, en etapas posteriores de sus vidas. Es bastante conocido que las deficiencias de vitaminas y minerales de la madre, en la etapa periconcepcional, se asocian con mayor riesgo de tener descendientes con malformaciones congénitas, pero también incrementa en estos casos el padecimiento de nauseas, vómitos, hipertensión gestacional, abortos espontáneos.... y otros problemas sanitarios que son mucho menos frecuentes en embarazadas con alimentación más correcta. Recientemente se ha prestado atención al aporte de ácidos grasos poliinsaturados, especialmente docosahexaenoico (DHA) y eicosapentaenoico (EPA), que intervienen en la construcción de estructuras del sistema nervioso y la retina del descendiente. Sin embargo, el consumo de estos ácidos grasos es con frecuencia inferior al aconsejado, en toda la población en general y en las embarazadas en concreto. El aporte adecuado de 2 estos ácidos grasos puede condicionar aspectos intelectuales y afectivos del descendiente, por lo que su aporte deberá ser vigilado con mayor cuidado en el futuro. También se ha comprobado que la alimentación del niño en la etapa gestacional condiciona una programación en el funcionamiento de su organismo para facilitar su adaptación al tipo de dieta materna (que es la que probablemente tendrá que asumir). Si el organismo en formación se adapta a una situación de carencia puede quedar preparado para enfrentarse con un aporte limitado de alimentos en su vida posterior. En estos casos el niño puede tener dificultad para adaptarse a un consumo abundante de alimentos después del nacimiento. Estos datos permiten comprender la razón por la cual los descendientes de madres que sufren restricciones severas en el consumo de alimentos, durante los dos primeros trimestres del embarazo, tienen mayor riesgo de sufrir obesidad al llegar a la etapa adulta. También en niños de pequeño tamaño en el momento del nacimiento suele ser más frecuente el padecimiento de obesidad, diabetes, enfermedad coronaria, accidentes cerebrovasculares y otras patologías... en etapas posteriores de su vida. Teniendo en cuenta que estas enfermedades degenerativas son las principales causas de muerte en las sociedades desarrolladas es necesario destacar la trascendencia sanitaria que puede tener la mejora nutricional de la madre durante el embarazo. Es importante el control de peso, pero las deficiencias deben ser evitadas y la búsqueda de una situación nutricional óptima, en gestación, se convierte en objetivo prioritario, para alcanzar en los próximos años. Referencias bibliográficas -Martínez RM, López-Sobaler AM, Ortega RM (2006). Alimentación durante el embarazo y lactancia. En: Alimentación y Nutrición. Módulo 1. Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos. Acción Médica ed. Madrid. pp. 143-68. -Navia B. 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