Etimología de Ética y Moral

Anuncio
PRINCIPIO ETIMOLÓGICO DE
ÉTICA Y MORAL
"No es lo moral o lo ético,
lo que puede hacer feliz a la persona,
sino su actitud moral y ética
frente al mundo".
4. MARCO TEÓRICO
4.1. FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA: ÉTICA Y MORAL
INTRODUCCIÓN
Comúnmente se confunden o se manejan estos términos como si fueran sinónimos, sin hacer mayor
distinción. Por tanto, en un primer momento, se debe buscar la manera de adentrarnos en su contenido, desde
un principio etimológico, para lograr una discusión más profunda que lleve a clarificar lo que se debe entender
y, las relaciones que se pueden presentar entre la Moral y la Ética.
Se debe tener en cuenta, ante todo, las culturas, lo que se denomina hoy como «los contextos», pues de lo
contrario sería difícil entender el significado que cada palabra encierra. Con lo anterior se quiere decir que
éstas crean realidad, salen de la realidad, de la cultura donde se encuentran, pues es gracias a la gente y a los
hechos que suceden y a su significado para las personas que las palabras adquieren un sentido propio; por ello,
no es conveniente extraerlas de su contexto y tomarlas como un lenguaje general que significa y vale lo
mismo para todas las personas y culturas. Esto ha sido un error, pues ha llevado a la pérdida del significado
que las palabras encierran.
De este modo las palabras han perdido su esencia y, rápidamente, pasan a significar otras cosas, algo que se
puede acercar a lo que era su significado inicial, pero que realmente no lo es. Se debe evitar, entonces,
descontextualizarlas, pues ellas son muy importantes y su significado también. La presente investigación
desea hacer claridad en este sentido.
• APROXIMACIÓN A LOS CONTEXTOS
Los contextos que rodean a la ética y a la moral son las culturas helenística y romana. Además, no se debe
olvidar, que la cultura Semita juega un papel importante dentro del ambiente occidental Católico, en el que se
mueve la cultura que habitamos; por tal razón, dentro de la opción cristiana se tiene que abordar muy de cerca
el momento histórico del cristianismo y, mejor aún, de Cristo; esto dará muchos elementos en el momento de
hacer una propuesta para la cultura presente.
• La cultura helenística
Basa su vida en la reflexión; se puede decir que allí la persona es lo que tiene «del cuello para arriba», lo
demás no importa, por tanto, lo que sirve son las ideas, las reflexiones que se llevan a cabo. Es más, estas
reflexiones sólo las puede realizar una persona libre, esto quiere decir, que un esclavo no las lleva a cabo. Esta
cultura se preocupa por hacer notar la diferencia entre los que piensan y los que no lo pueden hacer. La
1
persona solo será ética y feliz, si sabe. De lo contrario será infeliz, ignorante y esclava. Cabe destacar que aquí
prima más el individuo, pero aquel que es capaz de pensar y es libre, por ello, el individualismo es muy
marcado. Claro que finalmente este individualismo llevará un beneficio social, o mejor de clase, pues cuando
se acepta que existen personas libres y personas no libres, se está pensando en que el individuo es, dentro de
una determinada sociedad o grupo social.
• La cultura romana
Es más práctica, se dedica a pensar ya no los principios, ni las ideas, sino la cotidianidad. A organizar la
sociedad, las cosas de la vida diaria, formulan leyes que organizan lo que cada una de las personas debe
realizar para que la sociedad salga adelante. Siguiendo con la metáfora, los romanos conciben la persona «del
cuello para abajo». Aquí el acento se coloca sobre la vida en comunidad, pues ya no es el individuo quien
señala el modo de comportamiento, sino la sociedad. Es el ritmo de la misma el que marca el modo de actuar
de la persona que vive en ella.
• La cultura semita
En la que vivió Cristo, es una sociedad donde ni la reflexión, ni lo cotidiano priman, sino que se destaca, por
encima de ésto, la persona, y la persona con un alto influjo de su corazón, de su humanidad. Es decir, nada
puede superar a la persona, ni las ideas, ni las leyes, ni las normas. Sólo de este modo se entiende el mensaje
de Jesús, por esto Cristo no viene a cambiar ninguna ley, ni a violar ningún derecho ciudadano, lo que trata de
dejar como mensaje es que la persona es, lo que ama. En varias oportunidades las acciones de Cristo dejan ver
con claridad lo que se está afirmando, por ejemplo, el diálogo con la prostituta (Mt. 26, 6); la curación de los
leprosos (Mt. 8, 1 ss); cuando acoge a Zaqueo (Lc. 19, 1 ss). La pregunta que puede surgir es: ¿Entonces, qué
pasó con esta esencia de la cultura semita en el cristianismo posterior?
Se puede decir que muchos conceptos van perdiendo su significado tanto por el paso del tiempo como por los
cambios culturales que se van sucediendo, y a los cuales se encuentran sometidos.
• SIGNIFICADO ETIMOLÓGICO
¿Qué importancia puede tener en nuestra investigación profundizar en el principio etimológico de ética y
moral, si muchas veces consideramos muertas las raíces de una palabra; más en este caso que se trata del
griego y del latín? Pues bien, la etimología nos devuelve la fuerza elemental, gastada por el largo uso, de las
palabras originarias, a las que es menester regresar para recuperar su sentido auténtico, la arkhé −el
principio−. Por lo tanto, la etimología nos ofrece la autenticidad de la palabra originaria y parte de su realidad,
de lo que ha sido y de lo que puede ser para nosotros hoy; y, nos devuelve las palabras a su plenitud original,
y patentiza, en el canto rodado, gastado, de hoy, la figura aristada, enérgica, expresiva que poseyó.
Para una investigación etimológica sobre la ética, disponemos de dos vías de acceso a su origen: la griega y la
latina. Teniendo en cuenta que el romano tenía una posición más volitiva, en contraste con la teorética o
intelectualista de los griegos, es decir, al romano le importa la ética y no la lógica, la firmeza y la capacidad de
triunfo más que la sabiduría, sino es que se identifica sabiduría con firmeza y capacidad de triunfo,
ahondaremos así, desde estas dos vías de acceso en la construcción etimológica de los dos vocablos.
• ETIMOLOGÍA DEL VOCABLO ÉTICA
Existe lo que Aranguren llama el principio etimológico de la Ética o Moral. Ese principio o fundamento está
vinculado a la etimología del ethos griego y del mos latino Estudiaremos primero la etimología griega y luego
la latina. Desde el griego, la palabra castellana ética, procede del vocablo ððððð (êthos) que posee dos
sentidos fundamentales. Según el primero y más antiguo, significaba «residencia», «morada», «lugar donde se
habita». Se usaba, sobre todo en poesía, con referencia a los animales, más específicamente al lugar donde se
2
crían y encuentran a los de sus pastos y guaridas. Después, se aplicó a los pueblos y a los hombres en el
sentido de su país. Heidegger define la ética como: el pensar que afirma la morada del hombre en el ser, la
verdad del ser como elemento originario del hombre, acorde con la concepción anterior, y que se verá
prestigiada; pues ya no es lugar exterior sino, interior: El êthos es el suelo firme, el fundamento de la praxis, la
raíz de la que brotan todos los actos humanos () Zenón, el estoico sostuvo, que el êthos es la fuente de la vida,
de la que manan los actos singulares.
Sin embargo, es la acepción más usual del vocablo êthos la que, según toda la tradición filosófica a partir de
Aristóteles, atañe directamente a la ética. Según ella, significa modo de ser o carácter. Zubirí, acogiéndose a
esta grafía del término ético como carácter o modo de ser la define así: el vocablo êthos tiene un sentido
infinitamente más amplio que el que damos hoy a la palabra ética. Lo ético comprende, ante todo, las
disposiciones del hombre en la vida, su carácter, sus costumbres y, naturalmente, también lo moral. En
realidad se podría traducir por modo o forma de vida en el sentido hondo de la palabra, a diferencia de la
simple manera.
Así, la ética (vista desde el carácter o modo de ser de la persona) resulta estar cimentada sobre la estructura
misma de la persona, y esa estructura de la persona significa su propia habitación, su morada.
En este punto resulta muy fácil ver la coincidencia que hay entre la definición nominal que acabamos de
expresar y la definición real de la ética que dice: es el hombre construyéndose sobre sí mismo, la persona
humana haciéndose su personalidad sobre la base de su ser personal.
Este êthos, adquiere importancia relevante en el sentido que es «modo de ser» o «forma de vida» que se va
adquiriendo, apropiando e incorporando a lo largo de la existencia. La etimología, nos dirá cómo adquieren
las personas ese modo de ser: êthos (carácter), deriva de éthos (costumbre), lo cual quiere decir que el carácter
se logra mediante el hábito, que el êthos no es, como el páthos, dado por naturaleza, sino adquirido por hábito
(virtud o vicio). El êthos se adquiere mediante hábito, pero a su vez los hábitos nacen por repetición de actos
iguales. Más aún, los hábitos constituyen el principio intrínseco de los actos. Parece haber pues, un círculo
êthos−hábitos−actos. Êthos, sería el principio de los actos, y también resultado de los mismos, son dos
variantes del vocablo êthos. Êthos es carácter, acuñado, impreso en el alma por hábito. Pero de otra parte, el
êthos es también, a través del hábito, fuente de los actos. Esta tensión, sin contradicción entre el êthos como
carácter y el êthos como fuente definiría el ámbito conceptual de la idea central de la ética. Los tres conceptos
éticos fundamentales son el de êthos, el de éthos o héxis y el de energeia (energía, fuente pegé) Pero es de
êthos, de donde deriva el nombre mismo de ética.
En conclusión, el término êthos, fue utilizado en el mundo helénico con notable carga expresiva. Si se escribía
con la letra griega eta, (, ), y (e) larga (ðððððð y con espíritu circunflejo, significa dos cosas: residencia,
morada, lugar donde se habita; es el sentido más antiguo del vocablo, pero también significa carácter o modo
de ser habitual de la persona, que es al que se refiere directamente a Ética.
Ahora, éthos escrito con épsilon (, ) y (e) breve (ðððððð) y espíritu agudo, significa costumbre y hábito;
sentido muy generalizado también para los griegos. El término más utilizado terminó siendo la acepción de
êthos como carácter del individuo o modo de ser. Es en este sentido, en el que Aristóteles toma lo ético, y que
a lo largo de la historia de la ética se entrelaza más con su significado general de hábito o costumbre: para
Aristóteles el término ética, es un adjetivo (éthikós). Lo que hoy llamamos ética, en sustantivo, pertenecía en
el mismo autor a los prolegómenos de la Politiká, como parte dedicada al estudio de los principios de la
praxis. Pero sus discípulos y luego Epicuro hablan ya de una Ethiká o ciencia de lo que es costumbre (éthos).
Como se puede apreciar aquí, el êthos es una cuestión interna de la persona: su carácter o modo de ser,
construido pero también dado por la naturaleza en su sentido originario. El origen de la ética, es, en este
concepto, una cuestión griega, donde la costumbre hace parte de la conciencia de la persona; es la costumbre
interna reflexionada desde la razón, no tanto desde el acto y que se acerca más al término carácter.
3
En latín no hay una palabra para traducir êthos y otra para traducir éthos sino que ambas se expresan con la
misma: mos. Es así como las dos grafías (carácter y costumbre) se tradujeron como mos−moris (costumbre) o
mores (costumbres, en plural) en el sentido de reglas adquiridas por hábito. De esta manera, originalmente
êthos y mos, carácter y costumbre, hacen hincapié en un modo de conducta que no responde a una disposición
natural, sino que es adquirido o conquistado por hábito. Y justamente esa no naturalidad del modo de ser del
hombre es lo que, en la antigüedad, le da su dimensión moral.
Dependiendo de su procedencia griega con êthos, tenemos el término ética; o latina con moralis, neologismo
que Cicerón (106−43 a J.C) crea para traducir el adjetivo griego èthiká; cuando en su libro De Fato (sobre el
fatalismo), escribió que era conveniente enriquecer la lengua latina llamando Moral a la parte de la filosofía
que estudia las costumbres. De la raíz mos o mores, en el sentido de costumbre o costumbres, se derivó el
neologismo moralis. La historia de la palabra moralis es muy concreta y precisa. Podemos asistir a su
nacimiento y precisar la fecha de su aparición: Cicerón es el encargado de darle origen al término moral.
Como se sabe, entre las obras de Cicerón De fato ocupa el lugar postrero, viniendo a ser el complemento de
sus otros escritos. En esta obra se aborda el grave problema del destino, que, al destruir la libertad, venía a
abrir una brecha en las costumbres. Cicerón, se lanza a defender los derechos de la libertad. Pero al intentar
hacer una filosofía de las costumbres (mores) se da cuenta de que le falta la palabra adecuada. Cicerón
establece, pues, el neologismo moralis a base del binomio: Mos (costumbre) es igual a ethos, luego moralis es
igual a èthiká. El neologismo pasó a la literatura filosófica de Roma (Quintiliano, Séneca...) Y más tarde de
moralis surgió en el latín posclásico la palabra moralitas (moralidad). Es una concepción romana, donde las
costumbres eran vistas desde el comportamiento externo, de ahí, que la moral sea un tratado sobre las
costumbres, sobre las formas de comportarse las personas; el hombre romano, en la mejor hora de su historia,
se distinguió por su firme carácter moral. Y en la lengua ha quedado constancia de ello. Asistimos, al
surgimiento de la palabra moral.
• ETIMOLOGÍA DEL VOCABLO MORAL
Es Cicerón quien transforma el adjetivo (éthikós) en moralis (de la raíz mos o mores, que significa así mismo
costumbre −término que prevaleció por ser el más usado−). Con la Filosofía Escolástica recobra su
sustantividad como morale o indistintamente Ethica. En las lenguas modernas los nombres de Moral y Ética,
en su uso filosófico, referirán generalmente lo que es investigación sobre usos y costumbres.
La palabra moral, tiene que ver con las costumbres, pues eso precisamente es lo que significa la voz latina
mores; y también con las órdenes, pues la mayoría de los preceptos morales suenan así: «Cómo debes hacer
tal cosa», o «ni se te ocurra hacer tal otra». Moral, es así el conjunto de comportamientos y normas que tú, y
yo y algunos de quienes nos rodean solemos aceptar como válidos. También tenemos que para los antiguos
romanos la invocación a las costumbres heredadas de los antepasados poseían más fuerza constrictiva que el
recurso a la lex (ley). De ahí que se pueda entender la máxima latina de: dura lex sed lex (dura es la ley pero
es la ley), y solamente es válida si su cumplimiento genera un cambio de costumbres.
Se trata de un actuar conforme a las buenas costumbres (mores), que no permiten las arbitrariedades; todas las
instituciones romanas actuaban de acuerdo a éstos preceptos: Familia, ejército y estado se mantuvieron en pie
durante siglos gracias al código normativo de los mores. La educación, dice Catón el Viejo, ha de encargarse
de perpetuarlos para conservar en todos los órdenes del Imperio el sentido del deber y de la disciplina.
Mos, latino, en un sentido general significa, manera de comportarse física o moralmente, no por
determinación legal, sino en virtud de una especie de hábito. De todos modos es muy difícil precisar su
etimología, ya que, prescindiendo del moeurs francés, vive semánticamente aislado, lo que nos impide
estudiarlo a la luz de la filología comparada indo−europea. Todo lo contrario a lo que ocurre con su paralelo
griego Êthos, que tiene una gran parentela lingüística en casi todas las lenguas indo−europeas, gracias a lo
cual podemos profundizar en su significación primitiva. La palabra éthos parece estar vinculada también a la
raíz (st) tan frecuente en las lenguas europeas y que significa estabilidad, costumbre (éthos con épsilon), y
4
más modernamente −acción propia de uno mismo−, modo de ser (êthos con eta). Esta diferenciación
etimológica griega no aparece en el Mos latino.
Constituido su origen etimológico veamos cuál es su significado como sustantivos y como adjetivos:
empleados como sustantivos −la ética y la moral− denotan un específico saber (o, mejor, un conjunto
interdisciplinar de saberes) que versan sobre lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, son siempre prácticos;
empleados como adjetivos −lo ético y lo moral− expresan una calidad o dimensión de la realidad cuando ésta
se refiere a la responsabilidad de las personas, y la llamamos directamente moral.
El término moral se utiliza hoy en día de diversas maneras, según los contextos de que se trate. Esta
multiplicidad de usos da lugar a muchos mal entendidos. Para empezar, tengamos en cuenta que la palabra
moral se utiliza unas veces como sustantivo y otras como adjetivo, y que ambos usos encierran, a su vez,
distintas significaciones según los contextos.
Como sustantivo (la moral, con minúscula y artículo determinado), se usa para referirse a un conjunto de
principios, preceptos, mandatos, prohibiciones, permisos, patrones de conductas, valores e ideales de vida
buena que en su conjunto conforman un sistema más o menos coherente, propio de un colectivo humano
concreto en una determinada época histórica. En este uso del término, la moral es un sistema de contenidos
que refleja una determinada forma de vida.
También como sustantivo, puede ser usado para hacer referencia al código de conducta personal de alguien.
Hablamos entonces, del código moral que guía los actos de una persona concreta a lo largo de su vida; se trata
de un conjunto de convicciones y pautas de conducta que suelen conformar un sistema más o menos coherente
y sirve de base para los juicios morales que cada cual hace sobre los demás y sobre sí mismo. Esos juicios
cuando se emiten en condiciones óptimas de suficiente información, serenidad, libertad son llamados a veces
juicios ponderados.
A menudo se usa también el término Moral como sustantivo, pero con mayúscula, para referirse a una ciencia
que trata del bien en general y, de las acciones humanas en orden a su bondad o malicia.
Existe un uso muy hispánico de la palabra moral como sustantivo que es realmente importante para
comprender la vida moral: nos referimos a expresiones como: tener la moral muy alta, estar alto de moral, y
otras semejantes. Aquí la moral es sinónimo de buena disposición de ánimo, tener fuerzas, coraje o arrestos
suficientes para hacer frente a los retos que nos plantea la vida. Desde esta perspectiva, la moral no es solo
«un saber», ni «un deber» sino sobre todo «una actitud y un carácter», una disposición de la persona entera
que abarca lo cognitivo y lo emotivo, las creencias y los sentimientos, la razón y la pasión, en definitiva una
disposición de ánimo (individual o comunitaria) que surge del carácter que se haya forjado previamente.
Por último, cabe la posibilidad de que utilicemos el término moral como sustantivo en género neutro: lo
moral. De este modo nos estaremos refiriendo a una dimensión de la vida humana: la dimensión moral, es
decir, esa faceta compartida por todos que consiste en la necesidad inevitable de toma de decisiones y llevar a
cabo acciones de las que tenemos que responder ante nosotros mismos y ante los demás, necesidad que nos
impulsa a buscar orientaciones en los valores, principios y preceptos que constituyen la moral en el sentido
que hemos expuesto anteriormente.
La moral como adjetivo, puede tener sentidos distintos. Moral como opuesto a inmoral, en donde es usado
como término valorativo, porque significa que una determinada conducta es aprobada o reprobada; aquí se
está utilizando moral e inmoral como sinónimo de moralmente correcto e incorrecto. Este uso presupone la
existencia de algún código moral que sirve de referencia para emitir el correspondiente juicio moral.
Moral como opuesto a amoral donde los términos no evalúan sino que describen una situación: expresan que
una conducta es, o no es, susceptible de calificación moral porque reúne, o no reúne los requisitos
5
indispensables para ser puesta en relación con las orientaciones morales (normas, valores, consejos). Aquí se
dice que los actos de los animales son amorales por carecer de un criterio de responsabilidad mientras que los
actos humanos sí pueden llegar a ser morales.
• RELACIÓN ENTRE ÉTICA Y MORAL
Se puede decir que Ética y Moral, no están relacionadas por su contenido conceptual a un nivel intelectual,
sino, en plano popular donde las dos bien pueden ser lo mismo. Hoy, las dos mantienen sus propios campos
del saber desde el cual cada una es estudiada, así, por ejemplo, la moral es vista más desde la Psicología y la
ética más desde la Filosofía e incluso desde la política. Por lo tanto, se habla del desarrollo pre−moral del
niño, y de la ética de nuestros dirigentes políticos; o más preciso aún: la moral se refiere, con cierta vaguedad,
al tipo de conducta reglada por costumbres o por normas internas al sujeto. La ética es, en sentido académico,
la filosofía moral o disciplina filosófica que estudia las reglas morales y su fundamentación.
En general, Ética y Moral confluyen etimológicamente en un significado casi idéntico: todo aquello que se
refiere al modo de ser o carácter adquirido como resultado de poner en práctica unas costumbres o hábitos
considerados buenos. Bastaría con hacer una opción en el manejo de los términos para evitar confusiones,
como por ejemplo las diferencias del párrafo inmediatamente anterior. Las expresiones Ética y Moral
significan lo mismo tanto desde el punto de vista etimológico como en el uso que de ellas hacen las gentes en
la vida cotidiana. Las dos se refieren al modo de ser y carácter que las personas van forjándose a lo largo de su
vida.
Hecha esta reflexión y ubicación, debemos volver a las dos palabras que orientan el discurso. ¿Qué es moral y
qué es ética? Lo primero que tenemos que hacer es ubicarlas dentro del contexto en el cual nacen para lograr
llegar a su verdadero significado, pues si las pensamos desde nuestro contexto occidental, no podremos
entenderlas debidamente, o como en la mayoría de los casos, pensaremos que todo es lo mismo y de esta
forma evadimos el problema que se nos pueda presentar. O como ya lo hemos dicho podemos dejar las
palabras vacías de significado. Para que esto no suceda, hagamos un esfuerzo por puntualizar algunos
elementos que nos ayudarán a tener una idea más clara sobre cada una de ellas en su respectivo contexto.
Retomemos el significado de ética. Para los griegos el ser ético es algo natural a la persona, en su pensamiento
no existe la dualidad y, este mismo pensamiento viene de su relación con la naturaleza, pues la persona se
relaciona con ella como si ésta fuera su madre, por tanto, la cuida, la protege, se hace uno con ella. Las
acciones de las personas son realizadas porque son de suyo y no porque sean impuestas y obligatorias. Si se
plantea que la persona es una, íntegra, sin divisiones, toda ella es ética.
De esta manera el modo de comportamiento, la costumbre, aquello que se actúa frente a una situación es
siempre lo mismo, no se hace unas veces una cosa y otras otra. Esto quiere decir que la persona es ética, desde
dentro de sí misma le es dado ese modo de comportarse y de actuar. No se trata de actuar por una norma
social o porque los que están fuera de mí, dígase de una ley o una norma, me lo impongan, es que la persona
está tan convencida de su actuar que ni siquiera se atreve a preguntarse si existe otra posibilidad de realizar la
acción. Si queremos, ésta actúa de una manera o de otra porque lo que hace emana de su propia intimidad.
Ahora bien, este modo de comportarse, de actuar, ¿de dónde le viene?, ¿cómo le es dado? La persona
necesariamente vive en medio de una sociedad, ocupa un puesto en ella, es precisamente en ese ambiente, en
medio de ese clima donde poco a poco va tomando forma su manera de comportamiento, pues crece en medio
de ese ambiente y no puede actuar de otra manera. Podemos decir que cabe la posibilidad de un actuar
diverso, esto nos viene a ratificar la particularidad y la diversidad de personas que conforman la sociedad y a
la vez afirmar la libertad que cada una tiene de construirse.
En este contexto prima el individuo, su formación, su carácter. Con esto no se quiere decir que se descuide el
valor social, por el contrario, pues al ser cada uno una persona individual ética y responsable, conformará una
6
sociedad más atenta a sus exigencias y madura frente a las diversas responsabilidades que debe tener.
Moral, nace en el contexto romano. Viene de mos−moris, que significa costumbre. Costumbre para los
romanos es todo aquello que se realiza cotidianamente, aquello que en la cultura se acostumbra a realizar, es
un modo cultural de comportarse frente a las situaciones de la vida real. Es como el actuar humano, dado por
la sociedad, para que todos actúen de la misma manera, pues de él se genera una serie de normas y de leyes
que logran ordenar el comportamiento social. De este modo la sociedad debe moverse dentro de unos
parámetros más o menos parecidos, pues todo ha sido pensado para actuar y comportarse dentro de ellos.
Podemos decir, que el comportamiento, la moral de la persona es dada por la influencia externa, por las
condiciones que la van orientando sobre cómo hacer esto o aquello. No se da como fruto de una reflexión o de
un pensamiento interno de la persona.
La cultura romana, tiene una alta influencia jurídica, por tanto, el orden y la legalidad marcan mucho el
comportamiento de la persona dentro del medio social. Los romanos en especial se interesan en ordenar la
vida cotidiana hacia una meta común, hacia la sociedad. Aquí el individuo no cuenta mucho, pues interesa
mucho más el bien común, el bien de todos.
Por ser los romanos una cultura ecléctica, y muy flexible, acogen muchas cosas y muchas creencias de los
demás, de modo tal que siempre estaban dispuestos a vincular otros dioses, otras creencias, otras conductas y
otras cosas. Esto hará que aunque tenga una alta identidad siempre deje algo qué pensar en el momento de su
actuar moral. La moral romana venía influenciada o poseía características de varias culturas, sobre todo de
aquellas a las que había conquistado y dominado en los momentos de su gran imperio. Por esto no se puede
hablar de una cultura o una moral romana única y pura, pues de todas formas por el hecho de ser un gran
imperio tiene estas falencias a la hora de relacionarse con las demás. Claro que esto puede ser una debilidad o
una fortaleza, pues el hecho de tener tanto contacto con las demás culturas representa a la vez una gran
riqueza.
• A MANERA DE CONCLUSIÓN
La moral, como la hemos entendido y como ha ido evolucionando es un comportamiento de la persona que
viene dado por una serie de influencias externas. Las podemos llamar, normas, leyes, códigos, mandamientos
y otros. La ética es un comportamiento, una forma de estar en el mundo de la persona, que viene de la
reflexión misma que cada cual logra realizar al interior de sí mismo por su capacidad racional.
La propuesta metodológica que se formula es que nos salgamos de la moral vista como una serie de normas y
códigos y, comencemos a crecer dentro de una ética que nos permita ser cada vez más autónomos y
responsables.
En otras palabras, es necesario que se abandone la moral vista como la forma de comportamiento que nos
impone una sociedad determinada. Se trata de acoger con madurez una forma ética de comportarse, no por las
consecuencias que puedan presentarse por una acción realizada, sino porque se tiene la certeza que con el
actuar correcto de cada uno de los ciudadanos se puede llegar a construir un mundo más justo y más
igualitario para todos.
La propuesta de radicar nuestro comportamiento y la realización de nuestras acciones desde la ética, es
recuperar el actuar autónomo frente a la norma, de cara a la ley. La persona, en este caso actúa porque está
convencida que es de esa manera y no de otra que debe orientar su obrar y su proyecto de vida.
La costumbre ha señalado que el comportamiento es orientado por la norma o por los códigos, pero esto sería
querer permanecer en una minoría de edad, allí donde la persona no tiene autonomía para actuar. Por tanto, se
trata de hacer una opción y tomar un camino que nos haga salir de la heteronomía, para hacernos entrar en la
autonomía propia de las personas racionales.
7
Es muy importante que no se llegue a este momento por una moda, un capricho o un querer hacer algo
diferente, sino porque el norte nos señala y nos indica que así debemos obrar pues la sociedad en la que
vivimos y nuestra racionalidad nos valida esa forma de vida. Querer seguir amparados y protegidos por las
normas es refugiarse en algo seguro, en algo que brinde estabilidad. Por el contrario querer caminar sin
seguridades, sin bastones hace que la persona asuma con responsabilidad total el proceso de la sociedad, la
construcción de un mundo mejor, donde todos tengamos un espacio y, sobre todo, donde cada uno logre
aportar desde su individualidad.
Finalmente, se debe asumir que vivir dentro de un ambiente ético no debería admitir que las acciones se
realicen por una obligación, por un castigo, por miedo a una sanción, pues si el pensamiento último que rige a
la persona es éste, hemos vuelto a retroceder. Ni siquiera se debe pensar que se obra por un premio que se
recibirá al final de la jornada o de la vida, pues mientras sigan existiendo estos criterios como orientadores de
la vida humana, se seguirá siendo un menor de edad. Es verdad que la persona necesita estímulos,
motivaciones, que muevan su obrar, pero ellos no deben ser el fin último que la motive, pueden ser un medio,
una excusa.
Como no es un cambio inmediato, sino un proceso que tardará mucho tiempo, la invitación es para comenzar
desde esta generación, pues de lo contrario se perderá un tiempo precioso y seguiremos en la misma situación,
es decir, anclados en un actuar desde la ley y por temor a las consecuencias y no desde dentro y motivados por
la reflexión y la razón que sería lo que debiera animar nuestro proceder.
Es un camino difícil, pues cambiar el paradigma que siempre ha caracterizado la humanidad es algo que se
convierte en un obstáculo serio y difícil de manejar. Pero no por difícil podemos dejar de proponer un camino
que puede ser la respuesta a la dualidad moral que estamos viviendo en la actualidad. Se trata de una salida, de
un modo de acercarnos al problema, intentando proponer una solución. No es la única, pero sí, un
acercamiento con elementos válidos, que nos puede llevar a proponer un camino serio después de realizar un
análisis cultural del contexto.
Ahora bien, no se trata de decir que la Ética o la Moral, entendidas independientemente o identificándolas, son
las que nos pueden dar una salida al problema. Creemos ciertamente que se puede orientar la vida feliz y la
vida ética a través del cambio de actitud de cada una de las personas que conformamos esta sociedad y cada
una de las comunidades que conforman el mundo. Si cada uno no desea hacer un pequeño esfuerzo para que la
sociedad sea más justa, más equitativa, no habrá propuesta que valga. Por tanto, lo que se necesita es que cada
cual este convencido de que la sociedad puede ser mejor si cada uno cambia.
ARANGUREN, José Luis. Obras completas. Tomo 2. Ética. Madrid: Trotta, 1994. p. 171.
Ibidem. En la actualidad podemos constatar que muchas palabras sufren desviaciones en su significado por el
mal uso de las mismas; por ello resulta importante retomar su significado original.
Ética. Madrid: Biblioteca Nueva S.A., 1997. p. 21. Ética tiene un significado etimológico exclusivamente
griego; cuando nos referimos a su significado etimológico desde el latín pasamos a hablar de moral.
CAMPS, Victoria. Historia de la ética. 1. De los griegos al renacimiento. Barcelona: crítica, 1998. p..
230−231.
VIDAL, Marciano. Moral de actitudes. Tomo I. Madrid: Covarrubias, 1981. p. 19.
ARANGUREN, José Luis. Ética. p. 21−22.
HEIDEGGER, Martín. Carta sobre el humanismo. BLÁZQUES CARMONA, F. DEVESA DEL PRADO, A.
CANO GALINDO, M. En: Diccionario de términos éticos, Navarra: Verbo divino, 1999. p. 189.
8
ARANGUREN, José Luis. Ética. p. 22.
La ética, en cambio, procede de la costumbre, como lo indica el nombre que varía ligeramente del de
«costumbre». ARISTÓTELES. Ética Nicomáquea. Lib. II, 1103a, 17−20. Madrid: Gredos, 1985. Así el
término ethikós procedería de êthos «carácter», que, a su vez, Aristóteles relaciona con éthos «hábito,
costumbre». Pie de página No. 36.
ARANGUREN, José Luis. Obras completas. Tomo 2. Op. Cit. Pág. 173.
ZUBIRÍ Xavier. Naturaleza, historia, Dios. Madrid: Alianza, 1987. p. 248.
Entendemos por carácter (êthos) aquello que se adquiere mediante hábitos (virtudes o vicios) a lo largo de la
vida de cada hombre con el esfuerzo personal. Este carácter no es simplemente práctico, sino, que constituye
como una segunda naturaleza adquirida. Pero como los hábitos se consiguen con la repetición de los actos, se
producen las siguientes etapas para generar determinado carácter: actos, hábitos−costumbres, carácter. Este
orden corresponde a la etapa de construcción del carácter, pero una vez constituido éste, todo acto está
condicionado por el carácter adquirido y reforzado por los hábitos. Cf. CASTELLOTE CUBELLS, Salvador.
Compendio de Ética filosófica he historia de la Ética. Valencia: EDICEP. C.B., 2002. p.15−16.
HORTTA VÁZQUES Edwin J. y RODRÍGUEZ, Gallón Víctor. Ética general. Bogotá: Ecoe, 1998. p. 36.
Páthos o talante, es nuestro modo de encontrarnos bien, mal, tristes, confiados y seguros, temerosos,
desesperados, etc., en la realidad. El páthos no depende de nosotros; somos nosotros quienes nos encontramos
con él y en él. El páthos se asienta sobre una realidad más biológica; lo que biológicamente aparece como
tono vital o, si se quiere, temperamento, es, en cuanto anímicamente vivido, talante. VIDAL, Marciano. Op.
Cit. p. 24.
ARANGUREN, José Luis. Obras completas. Tomo 2. Op. Cit. p. 175.
VIDAL, Marciano. Op. Cit. p.19.
RINCÓN Orduña. R. Teología Moral. Introducción a la crítica. Bogotá: Paulinas, 1980. p. 9. Aclaramos que
en griego existen tres tipos de acentos: el agudo ( ð ), el grave ( ð), y el circunflejo ( ð). CAMACHO
BECERRA, Heriberto y otros. Manual de etimologías grecolatinas. México: LIMUSA, 1994. p. 36−37.
VIDAL, Marciano. Op. Cit. p. 19.
RINCÓN Orduña. R. Op. Cit. p. 9.
BILBENY, Norbert. Aproximación a la Ética. Barcelona: Ariel, 1992. p. 13−14.
SÁNCHEZ VÁZQUES, A. Ética. Barcelona: Grijalbo, 1978. p. 26.
HORTELANO, Antonio. Problemas actuales de moral I. Introducción a la Teología Moral. La Conciencia
Moral. Salamanca: Sígueme, 1979. p. 107.
ARANGUREN, José Luis. Obras completas Tomo 2. Op. Cit. p. 173.
BILBENY, Norbert. Op. Cit. p. 13.
A diferencia del êthos griego (ðððððð que significa carácter, mos en latín significa éthos (ðððððð ð como
costumbre. De esta manera el mos pierde el sentido de carácter íntimo para significar costumbre manifiesta.
9
En este éthos, se dan primero los hábitos y luego los actos, algo característico del ciudadano romano, a
diferencia del êthos, para quien primero son los actos y luego los hábitos. Cf. CASTELLOTE CUBELLS,
Salvador. Op. Cit. p. 16.
SAVATER, Fernando. Ética para Amador. Barcelona: Ariel, S. A., 1991. p. 59.
BILBENY, Norbert. Op. Cit. p. 14−15.
ARANGUREN, José Luis. En: Obras completas Tomo 2. Op. Cit. p. 173, aclara que tanto el pueblo romano
como la época en que éste vivió estuvieron vertidos a la filosofía práctica, a la filosofía como medio de vida;
es decir, a la ética, entendida, en éste caso, como moral.
BILBENY, Norbert. Op. Cit. p. 15.
HORTELANO, Antonio. Op. Cit. p. 106.
En Aristóteles êthos, se emplea como adjetivo: virtudes morales generales: ððððððð ððððððð, en oposición a
las virtudes intelectuales: ððððððððððð ðððððððð En principio son virtudes destinadas a la práctica, al fin que
es el Estado: justicia, amistad, valor, etc., y se originan desde el hábito. CASTELLOTE CUBELLS, Salvador.
Op. Cit. p. 15.
VIDAL, Marciano. Op. Cit. p.18−19.
Veremos el uso de la Ética y la Moral, como sustantivo y como adjetivo, según: CORTINA, Adela y
MARTÍNEZ, Emilio. Ética. Madrid: AKAL, S., A. 1998. p. 14−19.
BILBENY, Norbert. Op. Cit. p. 15.
CORTINA, Adela y MARTÍNEZ, Emilio. Op. Cit. p. 21.
CORTINA, Adela. Hasta un pueblo de demonios. Ética pública y sociedad. Madrid: TAURUS, 1998. p. 25.
46
10
Descargar