PRINCIPIO ETIMOLÓGICO DE ÉTICA Y MORAL "No es lo moral o lo ético, lo que puede hacer feliz a la persona, sino su actitud moral y ética frente al mundo". 4. MARCO TEÓRICO 4.1. FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA: ÉTICA Y MORAL INTRODUCCIÓN Comúnmente se confunden o se manejan estos términos como si fueran sinónimos, sin hacer mayor distinción. Por tanto, en un primer momento, se debe buscar la manera de adentrarnos en su contenido, desde un principio etimológico, para lograr una discusión más profunda que lleve a clarificar lo que se debe entender y, las relaciones que se pueden presentar entre la Moral y la Ética. Se debe tener en cuenta, ante todo, las culturas, lo que se denomina hoy como «los contextos», pues de lo contrario sería difícil entender el significado que cada palabra encierra. Con lo anterior se quiere decir que éstas crean realidad, salen de la realidad, de la cultura donde se encuentran, pues es gracias a la gente y a los hechos que suceden y a su significado para las personas que las palabras adquieren un sentido propio; por ello, no es conveniente extraerlas de su contexto y tomarlas como un lenguaje general que significa y vale lo mismo para todas las personas y culturas. Esto ha sido un error, pues ha llevado a la pérdida del significado que las palabras encierran. De este modo las palabras han perdido su esencia y, rápidamente, pasan a significar otras cosas, algo que se puede acercar a lo que era su significado inicial, pero que realmente no lo es. Se debe evitar, entonces, descontextualizarlas, pues ellas son muy importantes y su significado también. La presente investigación desea hacer claridad en este sentido. • APROXIMACIÓN A LOS CONTEXTOS Los contextos que rodean a la ética y a la moral son las culturas helenística y romana. Además, no se debe olvidar, que la cultura Semita juega un papel importante dentro del ambiente occidental Católico, en el que se mueve la cultura que habitamos; por tal razón, dentro de la opción cristiana se tiene que abordar muy de cerca el momento histórico del cristianismo y, mejor aún, de Cristo; esto dará muchos elementos en el momento de hacer una propuesta para la cultura presente. • La cultura helenística Basa su vida en la reflexión; se puede decir que allí la persona es lo que tiene «del cuello para arriba», lo demás no importa, por tanto, lo que sirve son las ideas, las reflexiones que se llevan a cabo. Es más, estas reflexiones sólo las puede realizar una persona libre, esto quiere decir, que un esclavo no las lleva a cabo. Esta cultura se preocupa por hacer notar la diferencia entre los que piensan y los que no lo pueden hacer. La 1 persona solo será ética y feliz, si sabe. De lo contrario será infeliz, ignorante y esclava. Cabe destacar que aquí prima más el individuo, pero aquel que es capaz de pensar y es libre, por ello, el individualismo es muy marcado. Claro que finalmente este individualismo llevará un beneficio social, o mejor de clase, pues cuando se acepta que existen personas libres y personas no libres, se está pensando en que el individuo es, dentro de una determinada sociedad o grupo social. • La cultura romana Es más práctica, se dedica a pensar ya no los principios, ni las ideas, sino la cotidianidad. A organizar la sociedad, las cosas de la vida diaria, formulan leyes que organizan lo que cada una de las personas debe realizar para que la sociedad salga adelante. Siguiendo con la metáfora, los romanos conciben la persona «del cuello para abajo». Aquí el acento se coloca sobre la vida en comunidad, pues ya no es el individuo quien señala el modo de comportamiento, sino la sociedad. Es el ritmo de la misma el que marca el modo de actuar de la persona que vive en ella. • La cultura semita En la que vivió Cristo, es una sociedad donde ni la reflexión, ni lo cotidiano priman, sino que se destaca, por encima de ésto, la persona, y la persona con un alto influjo de su corazón, de su humanidad. Es decir, nada puede superar a la persona, ni las ideas, ni las leyes, ni las normas. Sólo de este modo se entiende el mensaje de Jesús, por esto Cristo no viene a cambiar ninguna ley, ni a violar ningún derecho ciudadano, lo que trata de dejar como mensaje es que la persona es, lo que ama. En varias oportunidades las acciones de Cristo dejan ver con claridad lo que se está afirmando, por ejemplo, el diálogo con la prostituta (Mt. 26, 6); la curación de los leprosos (Mt. 8, 1 ss); cuando acoge a Zaqueo (Lc. 19, 1 ss). La pregunta que puede surgir es: ¿Entonces, qué pasó con esta esencia de la cultura semita en el cristianismo posterior? Se puede decir que muchos conceptos van perdiendo su significado tanto por el paso del tiempo como por los cambios culturales que se van sucediendo, y a los cuales se encuentran sometidos. • SIGNIFICADO ETIMOLÓGICO ¿Qué importancia puede tener en nuestra investigación profundizar en el principio etimológico de ética y moral, si muchas veces consideramos muertas las raíces de una palabra; más en este caso que se trata del griego y del latín? Pues bien, la etimología nos devuelve la fuerza elemental, gastada por el largo uso, de las palabras originarias, a las que es menester regresar para recuperar su sentido auténtico, la arkhé −el principio−. Por lo tanto, la etimología nos ofrece la autenticidad de la palabra originaria y parte de su realidad, de lo que ha sido y de lo que puede ser para nosotros hoy; y, nos devuelve las palabras a su plenitud original, y patentiza, en el canto rodado, gastado, de hoy, la figura aristada, enérgica, expresiva que poseyó. Para una investigación etimológica sobre la ética, disponemos de dos vías de acceso a su origen: la griega y la latina. Teniendo en cuenta que el romano tenía una posición más volitiva, en contraste con la teorética o intelectualista de los griegos, es decir, al romano le importa la ética y no la lógica, la firmeza y la capacidad de triunfo más que la sabiduría, sino es que se identifica sabiduría con firmeza y capacidad de triunfo, ahondaremos así, desde estas dos vías de acceso en la construcción etimológica de los dos vocablos. • ETIMOLOGÍA DEL VOCABLO ÉTICA Existe lo que Aranguren llama el principio etimológico de la Ética o Moral. Ese principio o fundamento está vinculado a la etimología del ethos griego y del mos latino Estudiaremos primero la etimología griega y luego la latina. Desde el griego, la palabra castellana ética, procede del vocablo ððððð (êthos) que posee dos sentidos fundamentales. Según el primero y más antiguo, significaba «residencia», «morada», «lugar donde se habita». Se usaba, sobre todo en poesía, con referencia a los animales, más específicamente al lugar donde se 2 crían y encuentran a los de sus pastos y guaridas. Después, se aplicó a los pueblos y a los hombres en el sentido de su país. Heidegger define la ética como: el pensar que afirma la morada del hombre en el ser, la verdad del ser como elemento originario del hombre, acorde con la concepción anterior, y que se verá prestigiada; pues ya no es lugar exterior sino, interior: El êthos es el suelo firme, el fundamento de la praxis, la raíz de la que brotan todos los actos humanos () Zenón, el estoico sostuvo, que el êthos es la fuente de la vida, de la que manan los actos singulares. Sin embargo, es la acepción más usual del vocablo êthos la que, según toda la tradición filosófica a partir de Aristóteles, atañe directamente a la ética. Según ella, significa modo de ser o carácter. Zubirí, acogiéndose a esta grafía del término ético como carácter o modo de ser la define así: el vocablo êthos tiene un sentido infinitamente más amplio que el que damos hoy a la palabra ética. Lo ético comprende, ante todo, las disposiciones del hombre en la vida, su carácter, sus costumbres y, naturalmente, también lo moral. En realidad se podría traducir por modo o forma de vida en el sentido hondo de la palabra, a diferencia de la simple manera. Así, la ética (vista desde el carácter o modo de ser de la persona) resulta estar cimentada sobre la estructura misma de la persona, y esa estructura de la persona significa su propia habitación, su morada. En este punto resulta muy fácil ver la coincidencia que hay entre la definición nominal que acabamos de expresar y la definición real de la ética que dice: es el hombre construyéndose sobre sí mismo, la persona humana haciéndose su personalidad sobre la base de su ser personal. Este êthos, adquiere importancia relevante en el sentido que es «modo de ser» o «forma de vida» que se va adquiriendo, apropiando e incorporando a lo largo de la existencia. La etimología, nos dirá cómo adquieren las personas ese modo de ser: êthos (carácter), deriva de éthos (costumbre), lo cual quiere decir que el carácter se logra mediante el hábito, que el êthos no es, como el páthos, dado por naturaleza, sino adquirido por hábito (virtud o vicio). El êthos se adquiere mediante hábito, pero a su vez los hábitos nacen por repetición de actos iguales. Más aún, los hábitos constituyen el principio intrínseco de los actos. Parece haber pues, un círculo êthos−hábitos−actos. Êthos, sería el principio de los actos, y también resultado de los mismos, son dos variantes del vocablo êthos. Êthos es carácter, acuñado, impreso en el alma por hábito. Pero de otra parte, el êthos es también, a través del hábito, fuente de los actos. Esta tensión, sin contradicción entre el êthos como carácter y el êthos como fuente definiría el ámbito conceptual de la idea central de la ética. Los tres conceptos éticos fundamentales son el de êthos, el de éthos o héxis y el de energeia (energía, fuente pegé) Pero es de êthos, de donde deriva el nombre mismo de ética. En conclusión, el término êthos, fue utilizado en el mundo helénico con notable carga expresiva. Si se escribía con la letra griega eta, (, ), y (e) larga (ðððððð y con espíritu circunflejo, significa dos cosas: residencia, morada, lugar donde se habita; es el sentido más antiguo del vocablo, pero también significa carácter o modo de ser habitual de la persona, que es al que se refiere directamente a Ética. Ahora, éthos escrito con épsilon (, ) y (e) breve (ðððððð) y espíritu agudo, significa costumbre y hábito; sentido muy generalizado también para los griegos. El término más utilizado terminó siendo la acepción de êthos como carácter del individuo o modo de ser. Es en este sentido, en el que Aristóteles toma lo ético, y que a lo largo de la historia de la ética se entrelaza más con su significado general de hábito o costumbre: para Aristóteles el término ética, es un adjetivo (éthikós). Lo que hoy llamamos ética, en sustantivo, pertenecía en el mismo autor a los prolegómenos de la Politiká, como parte dedicada al estudio de los principios de la praxis. Pero sus discípulos y luego Epicuro hablan ya de una Ethiká o ciencia de lo que es costumbre (éthos). Como se puede apreciar aquí, el êthos es una cuestión interna de la persona: su carácter o modo de ser, construido pero también dado por la naturaleza en su sentido originario. El origen de la ética, es, en este concepto, una cuestión griega, donde la costumbre hace parte de la conciencia de la persona; es la costumbre interna reflexionada desde la razón, no tanto desde el acto y que se acerca más al término carácter. 3 En latín no hay una palabra para traducir êthos y otra para traducir éthos sino que ambas se expresan con la misma: mos. Es así como las dos grafías (carácter y costumbre) se tradujeron como mos−moris (costumbre) o mores (costumbres, en plural) en el sentido de reglas adquiridas por hábito. De esta manera, originalmente êthos y mos, carácter y costumbre, hacen hincapié en un modo de conducta que no responde a una disposición natural, sino que es adquirido o conquistado por hábito. Y justamente esa no naturalidad del modo de ser del hombre es lo que, en la antigüedad, le da su dimensión moral. Dependiendo de su procedencia griega con êthos, tenemos el término ética; o latina con moralis, neologismo que Cicerón (106−43 a J.C) crea para traducir el adjetivo griego èthiká; cuando en su libro De Fato (sobre el fatalismo), escribió que era conveniente enriquecer la lengua latina llamando Moral a la parte de la filosofía que estudia las costumbres. De la raíz mos o mores, en el sentido de costumbre o costumbres, se derivó el neologismo moralis. La historia de la palabra moralis es muy concreta y precisa. Podemos asistir a su nacimiento y precisar la fecha de su aparición: Cicerón es el encargado de darle origen al término moral. Como se sabe, entre las obras de Cicerón De fato ocupa el lugar postrero, viniendo a ser el complemento de sus otros escritos. En esta obra se aborda el grave problema del destino, que, al destruir la libertad, venía a abrir una brecha en las costumbres. Cicerón, se lanza a defender los derechos de la libertad. Pero al intentar hacer una filosofía de las costumbres (mores) se da cuenta de que le falta la palabra adecuada. Cicerón establece, pues, el neologismo moralis a base del binomio: Mos (costumbre) es igual a ethos, luego moralis es igual a èthiká. El neologismo pasó a la literatura filosófica de Roma (Quintiliano, Séneca...) Y más tarde de moralis surgió en el latín posclásico la palabra moralitas (moralidad). Es una concepción romana, donde las costumbres eran vistas desde el comportamiento externo, de ahí, que la moral sea un tratado sobre las costumbres, sobre las formas de comportarse las personas; el hombre romano, en la mejor hora de su historia, se distinguió por su firme carácter moral. Y en la lengua ha quedado constancia de ello. Asistimos, al surgimiento de la palabra moral. • ETIMOLOGÍA DEL VOCABLO MORAL Es Cicerón quien transforma el adjetivo (éthikós) en moralis (de la raíz mos o mores, que significa así mismo costumbre −término que prevaleció por ser el más usado−). Con la Filosofía Escolástica recobra su sustantividad como morale o indistintamente Ethica. En las lenguas modernas los nombres de Moral y Ética, en su uso filosófico, referirán generalmente lo que es investigación sobre usos y costumbres. La palabra moral, tiene que ver con las costumbres, pues eso precisamente es lo que significa la voz latina mores; y también con las órdenes, pues la mayoría de los preceptos morales suenan así: «Cómo debes hacer tal cosa», o «ni se te ocurra hacer tal otra». Moral, es así el conjunto de comportamientos y normas que tú, y yo y algunos de quienes nos rodean solemos aceptar como válidos. También tenemos que para los antiguos romanos la invocación a las costumbres heredadas de los antepasados poseían más fuerza constrictiva que el recurso a la lex (ley). De ahí que se pueda entender la máxima latina de: dura lex sed lex (dura es la ley pero es la ley), y solamente es válida si su cumplimiento genera un cambio de costumbres. Se trata de un actuar conforme a las buenas costumbres (mores), que no permiten las arbitrariedades; todas las instituciones romanas actuaban de acuerdo a éstos preceptos: Familia, ejército y estado se mantuvieron en pie durante siglos gracias al código normativo de los mores. La educación, dice Catón el Viejo, ha de encargarse de perpetuarlos para conservar en todos los órdenes del Imperio el sentido del deber y de la disciplina. Mos, latino, en un sentido general significa, manera de comportarse física o moralmente, no por determinación legal, sino en virtud de una especie de hábito. De todos modos es muy difícil precisar su etimología, ya que, prescindiendo del moeurs francés, vive semánticamente aislado, lo que nos impide estudiarlo a la luz de la filología comparada indo−europea. Todo lo contrario a lo que ocurre con su paralelo griego Êthos, que tiene una gran parentela lingüística en casi todas las lenguas indo−europeas, gracias a lo cual podemos profundizar en su significación primitiva. La palabra éthos parece estar vinculada también a la raíz (st) tan frecuente en las lenguas europeas y que significa estabilidad, costumbre (éthos con épsilon), y 4 más modernamente −acción propia de uno mismo−, modo de ser (êthos con eta). Esta diferenciación etimológica griega no aparece en el Mos latino. Constituido su origen etimológico veamos cuál es su significado como sustantivos y como adjetivos: empleados como sustantivos −la ética y la moral− denotan un específico saber (o, mejor, un conjunto interdisciplinar de saberes) que versan sobre lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, son siempre prácticos; empleados como adjetivos −lo ético y lo moral− expresan una calidad o dimensión de la realidad cuando ésta se refiere a la responsabilidad de las personas, y la llamamos directamente moral. El término moral se utiliza hoy en día de diversas maneras, según los contextos de que se trate. Esta multiplicidad de usos da lugar a muchos mal entendidos. Para empezar, tengamos en cuenta que la palabra moral se utiliza unas veces como sustantivo y otras como adjetivo, y que ambos usos encierran, a su vez, distintas significaciones según los contextos. Como sustantivo (la moral, con minúscula y artículo determinado), se usa para referirse a un conjunto de principios, preceptos, mandatos, prohibiciones, permisos, patrones de conductas, valores e ideales de vida buena que en su conjunto conforman un sistema más o menos coherente, propio de un colectivo humano concreto en una determinada época histórica. En este uso del término, la moral es un sistema de contenidos que refleja una determinada forma de vida. También como sustantivo, puede ser usado para hacer referencia al código de conducta personal de alguien. Hablamos entonces, del código moral que guía los actos de una persona concreta a lo largo de su vida; se trata de un conjunto de convicciones y pautas de conducta que suelen conformar un sistema más o menos coherente y sirve de base para los juicios morales que cada cual hace sobre los demás y sobre sí mismo. Esos juicios cuando se emiten en condiciones óptimas de suficiente información, serenidad, libertad son llamados a veces juicios ponderados. A menudo se usa también el término Moral como sustantivo, pero con mayúscula, para referirse a una ciencia que trata del bien en general y, de las acciones humanas en orden a su bondad o malicia. Existe un uso muy hispánico de la palabra moral como sustantivo que es realmente importante para comprender la vida moral: nos referimos a expresiones como: tener la moral muy alta, estar alto de moral, y otras semejantes. Aquí la moral es sinónimo de buena disposición de ánimo, tener fuerzas, coraje o arrestos suficientes para hacer frente a los retos que nos plantea la vida. Desde esta perspectiva, la moral no es solo «un saber», ni «un deber» sino sobre todo «una actitud y un carácter», una disposición de la persona entera que abarca lo cognitivo y lo emotivo, las creencias y los sentimientos, la razón y la pasión, en definitiva una disposición de ánimo (individual o comunitaria) que surge del carácter que se haya forjado previamente. Por último, cabe la posibilidad de que utilicemos el término moral como sustantivo en género neutro: lo moral. De este modo nos estaremos refiriendo a una dimensión de la vida humana: la dimensión moral, es decir, esa faceta compartida por todos que consiste en la necesidad inevitable de toma de decisiones y llevar a cabo acciones de las que tenemos que responder ante nosotros mismos y ante los demás, necesidad que nos impulsa a buscar orientaciones en los valores, principios y preceptos que constituyen la moral en el sentido que hemos expuesto anteriormente. La moral como adjetivo, puede tener sentidos distintos. Moral como opuesto a inmoral, en donde es usado como término valorativo, porque significa que una determinada conducta es aprobada o reprobada; aquí se está utilizando moral e inmoral como sinónimo de moralmente correcto e incorrecto. Este uso presupone la existencia de algún código moral que sirve de referencia para emitir el correspondiente juicio moral. Moral como opuesto a amoral donde los términos no evalúan sino que describen una situación: expresan que una conducta es, o no es, susceptible de calificación moral porque reúne, o no reúne los requisitos 5 indispensables para ser puesta en relación con las orientaciones morales (normas, valores, consejos). Aquí se dice que los actos de los animales son amorales por carecer de un criterio de responsabilidad mientras que los actos humanos sí pueden llegar a ser morales. • RELACIÓN ENTRE ÉTICA Y MORAL Se puede decir que Ética y Moral, no están relacionadas por su contenido conceptual a un nivel intelectual, sino, en plano popular donde las dos bien pueden ser lo mismo. Hoy, las dos mantienen sus propios campos del saber desde el cual cada una es estudiada, así, por ejemplo, la moral es vista más desde la Psicología y la ética más desde la Filosofía e incluso desde la política. Por lo tanto, se habla del desarrollo pre−moral del niño, y de la ética de nuestros dirigentes políticos; o más preciso aún: la moral se refiere, con cierta vaguedad, al tipo de conducta reglada por costumbres o por normas internas al sujeto. La ética es, en sentido académico, la filosofía moral o disciplina filosófica que estudia las reglas morales y su fundamentación. En general, Ética y Moral confluyen etimológicamente en un significado casi idéntico: todo aquello que se refiere al modo de ser o carácter adquirido como resultado de poner en práctica unas costumbres o hábitos considerados buenos. Bastaría con hacer una opción en el manejo de los términos para evitar confusiones, como por ejemplo las diferencias del párrafo inmediatamente anterior. Las expresiones Ética y Moral significan lo mismo tanto desde el punto de vista etimológico como en el uso que de ellas hacen las gentes en la vida cotidiana. Las dos se refieren al modo de ser y carácter que las personas van forjándose a lo largo de su vida. Hecha esta reflexión y ubicación, debemos volver a las dos palabras que orientan el discurso. ¿Qué es moral y qué es ética? Lo primero que tenemos que hacer es ubicarlas dentro del contexto en el cual nacen para lograr llegar a su verdadero significado, pues si las pensamos desde nuestro contexto occidental, no podremos entenderlas debidamente, o como en la mayoría de los casos, pensaremos que todo es lo mismo y de esta forma evadimos el problema que se nos pueda presentar. O como ya lo hemos dicho podemos dejar las palabras vacías de significado. Para que esto no suceda, hagamos un esfuerzo por puntualizar algunos elementos que nos ayudarán a tener una idea más clara sobre cada una de ellas en su respectivo contexto. Retomemos el significado de ética. Para los griegos el ser ético es algo natural a la persona, en su pensamiento no existe la dualidad y, este mismo pensamiento viene de su relación con la naturaleza, pues la persona se relaciona con ella como si ésta fuera su madre, por tanto, la cuida, la protege, se hace uno con ella. Las acciones de las personas son realizadas porque son de suyo y no porque sean impuestas y obligatorias. Si se plantea que la persona es una, íntegra, sin divisiones, toda ella es ética. De esta manera el modo de comportamiento, la costumbre, aquello que se actúa frente a una situación es siempre lo mismo, no se hace unas veces una cosa y otras otra. Esto quiere decir que la persona es ética, desde dentro de sí misma le es dado ese modo de comportarse y de actuar. No se trata de actuar por una norma social o porque los que están fuera de mí, dígase de una ley o una norma, me lo impongan, es que la persona está tan convencida de su actuar que ni siquiera se atreve a preguntarse si existe otra posibilidad de realizar la acción. Si queremos, ésta actúa de una manera o de otra porque lo que hace emana de su propia intimidad. Ahora bien, este modo de comportarse, de actuar, ¿de dónde le viene?, ¿cómo le es dado? La persona necesariamente vive en medio de una sociedad, ocupa un puesto en ella, es precisamente en ese ambiente, en medio de ese clima donde poco a poco va tomando forma su manera de comportamiento, pues crece en medio de ese ambiente y no puede actuar de otra manera. Podemos decir que cabe la posibilidad de un actuar diverso, esto nos viene a ratificar la particularidad y la diversidad de personas que conforman la sociedad y a la vez afirmar la libertad que cada una tiene de construirse. En este contexto prima el individuo, su formación, su carácter. Con esto no se quiere decir que se descuide el valor social, por el contrario, pues al ser cada uno una persona individual ética y responsable, conformará una 6 sociedad más atenta a sus exigencias y madura frente a las diversas responsabilidades que debe tener. Moral, nace en el contexto romano. Viene de mos−moris, que significa costumbre. Costumbre para los romanos es todo aquello que se realiza cotidianamente, aquello que en la cultura se acostumbra a realizar, es un modo cultural de comportarse frente a las situaciones de la vida real. Es como el actuar humano, dado por la sociedad, para que todos actúen de la misma manera, pues de él se genera una serie de normas y de leyes que logran ordenar el comportamiento social. De este modo la sociedad debe moverse dentro de unos parámetros más o menos parecidos, pues todo ha sido pensado para actuar y comportarse dentro de ellos. Podemos decir, que el comportamiento, la moral de la persona es dada por la influencia externa, por las condiciones que la van orientando sobre cómo hacer esto o aquello. No se da como fruto de una reflexión o de un pensamiento interno de la persona. La cultura romana, tiene una alta influencia jurídica, por tanto, el orden y la legalidad marcan mucho el comportamiento de la persona dentro del medio social. Los romanos en especial se interesan en ordenar la vida cotidiana hacia una meta común, hacia la sociedad. Aquí el individuo no cuenta mucho, pues interesa mucho más el bien común, el bien de todos. Por ser los romanos una cultura ecléctica, y muy flexible, acogen muchas cosas y muchas creencias de los demás, de modo tal que siempre estaban dispuestos a vincular otros dioses, otras creencias, otras conductas y otras cosas. Esto hará que aunque tenga una alta identidad siempre deje algo qué pensar en el momento de su actuar moral. La moral romana venía influenciada o poseía características de varias culturas, sobre todo de aquellas a las que había conquistado y dominado en los momentos de su gran imperio. Por esto no se puede hablar de una cultura o una moral romana única y pura, pues de todas formas por el hecho de ser un gran imperio tiene estas falencias a la hora de relacionarse con las demás. Claro que esto puede ser una debilidad o una fortaleza, pues el hecho de tener tanto contacto con las demás culturas representa a la vez una gran riqueza. • A MANERA DE CONCLUSIÓN La moral, como la hemos entendido y como ha ido evolucionando es un comportamiento de la persona que viene dado por una serie de influencias externas. Las podemos llamar, normas, leyes, códigos, mandamientos y otros. La ética es un comportamiento, una forma de estar en el mundo de la persona, que viene de la reflexión misma que cada cual logra realizar al interior de sí mismo por su capacidad racional. La propuesta metodológica que se formula es que nos salgamos de la moral vista como una serie de normas y códigos y, comencemos a crecer dentro de una ética que nos permita ser cada vez más autónomos y responsables. En otras palabras, es necesario que se abandone la moral vista como la forma de comportamiento que nos impone una sociedad determinada. Se trata de acoger con madurez una forma ética de comportarse, no por las consecuencias que puedan presentarse por una acción realizada, sino porque se tiene la certeza que con el actuar correcto de cada uno de los ciudadanos se puede llegar a construir un mundo más justo y más igualitario para todos. La propuesta de radicar nuestro comportamiento y la realización de nuestras acciones desde la ética, es recuperar el actuar autónomo frente a la norma, de cara a la ley. La persona, en este caso actúa porque está convencida que es de esa manera y no de otra que debe orientar su obrar y su proyecto de vida. La costumbre ha señalado que el comportamiento es orientado por la norma o por los códigos, pero esto sería querer permanecer en una minoría de edad, allí donde la persona no tiene autonomía para actuar. Por tanto, se trata de hacer una opción y tomar un camino que nos haga salir de la heteronomía, para hacernos entrar en la autonomía propia de las personas racionales. 7 Es muy importante que no se llegue a este momento por una moda, un capricho o un querer hacer algo diferente, sino porque el norte nos señala y nos indica que así debemos obrar pues la sociedad en la que vivimos y nuestra racionalidad nos valida esa forma de vida. Querer seguir amparados y protegidos por las normas es refugiarse en algo seguro, en algo que brinde estabilidad. Por el contrario querer caminar sin seguridades, sin bastones hace que la persona asuma con responsabilidad total el proceso de la sociedad, la construcción de un mundo mejor, donde todos tengamos un espacio y, sobre todo, donde cada uno logre aportar desde su individualidad. Finalmente, se debe asumir que vivir dentro de un ambiente ético no debería admitir que las acciones se realicen por una obligación, por un castigo, por miedo a una sanción, pues si el pensamiento último que rige a la persona es éste, hemos vuelto a retroceder. Ni siquiera se debe pensar que se obra por un premio que se recibirá al final de la jornada o de la vida, pues mientras sigan existiendo estos criterios como orientadores de la vida humana, se seguirá siendo un menor de edad. Es verdad que la persona necesita estímulos, motivaciones, que muevan su obrar, pero ellos no deben ser el fin último que la motive, pueden ser un medio, una excusa. Como no es un cambio inmediato, sino un proceso que tardará mucho tiempo, la invitación es para comenzar desde esta generación, pues de lo contrario se perderá un tiempo precioso y seguiremos en la misma situación, es decir, anclados en un actuar desde la ley y por temor a las consecuencias y no desde dentro y motivados por la reflexión y la razón que sería lo que debiera animar nuestro proceder. Es un camino difícil, pues cambiar el paradigma que siempre ha caracterizado la humanidad es algo que se convierte en un obstáculo serio y difícil de manejar. Pero no por difícil podemos dejar de proponer un camino que puede ser la respuesta a la dualidad moral que estamos viviendo en la actualidad. Se trata de una salida, de un modo de acercarnos al problema, intentando proponer una solución. No es la única, pero sí, un acercamiento con elementos válidos, que nos puede llevar a proponer un camino serio después de realizar un análisis cultural del contexto. Ahora bien, no se trata de decir que la Ética o la Moral, entendidas independientemente o identificándolas, son las que nos pueden dar una salida al problema. Creemos ciertamente que se puede orientar la vida feliz y la vida ética a través del cambio de actitud de cada una de las personas que conformamos esta sociedad y cada una de las comunidades que conforman el mundo. Si cada uno no desea hacer un pequeño esfuerzo para que la sociedad sea más justa, más equitativa, no habrá propuesta que valga. Por tanto, lo que se necesita es que cada cual este convencido de que la sociedad puede ser mejor si cada uno cambia. ARANGUREN, José Luis. Obras completas. Tomo 2. Ética. Madrid: Trotta, 1994. p. 171. Ibidem. En la actualidad podemos constatar que muchas palabras sufren desviaciones en su significado por el mal uso de las mismas; por ello resulta importante retomar su significado original. Ética. Madrid: Biblioteca Nueva S.A., 1997. p. 21. Ética tiene un significado etimológico exclusivamente griego; cuando nos referimos a su significado etimológico desde el latín pasamos a hablar de moral. CAMPS, Victoria. Historia de la ética. 1. De los griegos al renacimiento. Barcelona: crítica, 1998. p.. 230−231. VIDAL, Marciano. Moral de actitudes. Tomo I. Madrid: Covarrubias, 1981. p. 19. ARANGUREN, José Luis. Ética. p. 21−22. HEIDEGGER, Martín. Carta sobre el humanismo. BLÁZQUES CARMONA, F. DEVESA DEL PRADO, A. CANO GALINDO, M. En: Diccionario de términos éticos, Navarra: Verbo divino, 1999. p. 189. 8 ARANGUREN, José Luis. Ética. p. 22. La ética, en cambio, procede de la costumbre, como lo indica el nombre que varía ligeramente del de «costumbre». ARISTÓTELES. Ética Nicomáquea. Lib. II, 1103a, 17−20. Madrid: Gredos, 1985. Así el término ethikós procedería de êthos «carácter», que, a su vez, Aristóteles relaciona con éthos «hábito, costumbre». Pie de página No. 36. ARANGUREN, José Luis. Obras completas. Tomo 2. Op. Cit. Pág. 173. ZUBIRÍ Xavier. Naturaleza, historia, Dios. Madrid: Alianza, 1987. p. 248. Entendemos por carácter (êthos) aquello que se adquiere mediante hábitos (virtudes o vicios) a lo largo de la vida de cada hombre con el esfuerzo personal. Este carácter no es simplemente práctico, sino, que constituye como una segunda naturaleza adquirida. Pero como los hábitos se consiguen con la repetición de los actos, se producen las siguientes etapas para generar determinado carácter: actos, hábitos−costumbres, carácter. Este orden corresponde a la etapa de construcción del carácter, pero una vez constituido éste, todo acto está condicionado por el carácter adquirido y reforzado por los hábitos. Cf. CASTELLOTE CUBELLS, Salvador. Compendio de Ética filosófica he historia de la Ética. Valencia: EDICEP. C.B., 2002. p.15−16. HORTTA VÁZQUES Edwin J. y RODRÍGUEZ, Gallón Víctor. Ética general. Bogotá: Ecoe, 1998. p. 36. Páthos o talante, es nuestro modo de encontrarnos bien, mal, tristes, confiados y seguros, temerosos, desesperados, etc., en la realidad. El páthos no depende de nosotros; somos nosotros quienes nos encontramos con él y en él. El páthos se asienta sobre una realidad más biológica; lo que biológicamente aparece como tono vital o, si se quiere, temperamento, es, en cuanto anímicamente vivido, talante. VIDAL, Marciano. Op. Cit. p. 24. ARANGUREN, José Luis. Obras completas. Tomo 2. Op. Cit. p. 175. VIDAL, Marciano. Op. Cit. p.19. RINCÓN Orduña. R. Teología Moral. Introducción a la crítica. Bogotá: Paulinas, 1980. p. 9. Aclaramos que en griego existen tres tipos de acentos: el agudo ( ð ), el grave ( ð), y el circunflejo ( ð). CAMACHO BECERRA, Heriberto y otros. Manual de etimologías grecolatinas. México: LIMUSA, 1994. p. 36−37. VIDAL, Marciano. Op. Cit. p. 19. RINCÓN Orduña. R. Op. Cit. p. 9. BILBENY, Norbert. Aproximación a la Ética. Barcelona: Ariel, 1992. p. 13−14. SÁNCHEZ VÁZQUES, A. Ética. Barcelona: Grijalbo, 1978. p. 26. HORTELANO, Antonio. Problemas actuales de moral I. Introducción a la Teología Moral. La Conciencia Moral. Salamanca: Sígueme, 1979. p. 107. ARANGUREN, José Luis. Obras completas Tomo 2. Op. Cit. p. 173. BILBENY, Norbert. Op. Cit. p. 13. A diferencia del êthos griego (ðððððð que significa carácter, mos en latín significa éthos (ðððððð ð como costumbre. De esta manera el mos pierde el sentido de carácter íntimo para significar costumbre manifiesta. 9 En este éthos, se dan primero los hábitos y luego los actos, algo característico del ciudadano romano, a diferencia del êthos, para quien primero son los actos y luego los hábitos. Cf. CASTELLOTE CUBELLS, Salvador. Op. Cit. p. 16. SAVATER, Fernando. Ética para Amador. Barcelona: Ariel, S. A., 1991. p. 59. BILBENY, Norbert. Op. Cit. p. 14−15. ARANGUREN, José Luis. En: Obras completas Tomo 2. Op. Cit. p. 173, aclara que tanto el pueblo romano como la época en que éste vivió estuvieron vertidos a la filosofía práctica, a la filosofía como medio de vida; es decir, a la ética, entendida, en éste caso, como moral. BILBENY, Norbert. Op. Cit. p. 15. HORTELANO, Antonio. Op. Cit. p. 106. En Aristóteles êthos, se emplea como adjetivo: virtudes morales generales: ððððððð ððððððð, en oposición a las virtudes intelectuales: ððððððððððð ðððððððð En principio son virtudes destinadas a la práctica, al fin que es el Estado: justicia, amistad, valor, etc., y se originan desde el hábito. CASTELLOTE CUBELLS, Salvador. Op. Cit. p. 15. VIDAL, Marciano. Op. Cit. p.18−19. Veremos el uso de la Ética y la Moral, como sustantivo y como adjetivo, según: CORTINA, Adela y MARTÍNEZ, Emilio. Ética. Madrid: AKAL, S., A. 1998. p. 14−19. BILBENY, Norbert. Op. Cit. p. 15. CORTINA, Adela y MARTÍNEZ, Emilio. Op. Cit. p. 21. CORTINA, Adela. Hasta un pueblo de demonios. Ética pública y sociedad. Madrid: TAURUS, 1998. p. 25. 46 10