Repartido numero 2 La pregunta por el Ser…o más bien por la Nada En el repartido anterior se abordo el objeto de la metafísica como ontología, la imposibilidad de definir el Ser, y cómo es posible plantear el problema ontológico reformulando la pregunta “¿Qué es el ser?” por “¿Quién es el ser"(1). Lo cual equivale decir ¿Qué es lo que realmente existe?, a lo cual encontraremos múltiples respuestas. Para los filósofos materialistas como Demócrito, lo único auténticamente real es la materia, aquello que existe lo hace por estar compuesto por átomos, así, la esencia del ser es el átomo. En cambio para filósofos idealistas como Berkeley, la materia no existe, por lo que la realidad está compuesta por ideas y por mentes que contienen esas ideas. Así un árbol no sería una conglomeración de átomos que existen en un espacio fuera de mi, sino una idea representada por mi mente; las cosas no están en el mundo sino el mundo está en mi mente. También hay filósofos como Descartes que plantean que la única realidad de la cual no puedo dudar es de la existencia de mi propio ser de ahí su frase célebre “Pienso luego existo”. Pero tanto Descartes como Berkeley deberán apelar a la existencia de un ser superior para escapar del solipsismo (2). En este sentido terminan afirmando que lo único que realmente existe es Dios, (no un Dios religioso), sino un Dios filosófico al cual acuden como garantía de verdad y objetividad. Pero hay otras formas de superar el problema que conlleva el intentar definir el Ser, y esta es apelando al No Ser, en el caso del filósofo alemán Martin Heidegger su estrategia es recurrir a la Nada. A continuación les dejo un fragmento de su obra “¿Qué es la Metafísica?” de dicho filosofo. Lectura 1: Planteo de la pregunta La metafísica tradicionalmente ha sostenido que lo que hay que indagar es tan sólo el ente y, por lo demásnada; el ente sólo y- nada más; únicamente el ente, y fuera de él- nada. Per…¿Qué pasa con esta nada? ¿Es un azar que hablemos tan espontáneamente de este modo? ¿Será una manera de hablar, y nada más? ¿Qué pasa con esta nada? Pero ¿a qué preocuparnos de esta nada? La nada es lo que la ciencia rechaza y abandona por ser nadería. Sin embargo, al abandonar así la nada ¿no la admitimos ya? Pero ¿podemos hablar de admisión si no admitimos nada? ¿No caemos con todo esto en una vana disputa de palabras? ¿No es ahora, precisamente, cuando la ciencia debiera poner en juego de nuevo su seriedad y sobriedad, puesto que lo único que le preocupa es el ente? ¿Qué puede ser la nada para la ciencia sino abominación y fantasmagoría? (1)Morente, Garcia. “Estudios preliminares de Filosofia” (2)Solipsismo: es la creencia metafísica de que lo único de lo que podemos estar seguros es de la existencia de nuestra propia mente, y la realidad que aparentemente nos rodea es incognoscible y puede no ser más que parte de los estados mentales del propio yo. Si la ciencia tiene razón, una cosa hay, entonces, de cierta: la ciencia no quiere saber nada de la nada. Y ésta es, en último término, la concepción rigurosamente científica de la nada. Sabemos de ella en la medida precisa en que de la nada queremos saber. 1 Material introductorio a la problemática metafísica. La ciencia nada quiere saber de la nada. Pero no es menos cierto también que, justamente, cuando intenta expresar su propia esencia recurre a la nada. (…)La ciencia admite la nada, es decir, la abandona con indiferencia desde su altura como aquello que no hay. Sin embargo, intentemos preguntar por la nada: ¿Qué es la nada? Ya la primera acometida nos muestra algo insólito. De antemano, suponemos en este interrogante a la nada como algo que “es” de éste u otro modo, es decir, como un ente. Pero, precisamente, si de algo se distingue es de todo ente. El preguntar por la nada- qué y cómo sea la nada- transforma lo preguntado en su contrario. La pregunta se despoja a sí misma de su propio objeto. Por lo cual, toda respuesta a esta pregunta resulta, desde un principio lógico, imposible. Porque la respuesta se desenvolverá necesariamente en esta forma: la nada “es” esto o lo otro. Tanto la pregunta como la respuesta respecto a la nada son, pues, igualmente, un contrasentido. No es, pues, menester la previa repulsa de la ciencia. La norma fundamental que suele adscribir comúnmente al pensamiento, el principio de que hay que evitar la contradicción, la lógica general, echa por tierra la pregunta formulada. El pensamiento en efecto- que siempre es, por esencia, pensamiento de algo-, para pensar la nada tendría que actuar contra su propia esencia.(…) Sin embargo, ¿es tan cierto lo que ahí damos por supuesto? ¿Hay nada solamente porque hay no, esto es, porque hay negación? ¿O no ocurre, acaso, lo contrario, que hay no y negación porque hay nada? (…) Si vamos a interrogar, como sea, a la nada, es preciso que, previamente, la nada se nos dé. Es menester que podamos encontrarla. (…) ¿Hay en la existencia del hombre un temple de ánimo tal que le coloque inmediatamente ante la nada misma?. Se trata de un acontecimiento posible y, si bien raramente, real, por algunos momentos, en ese temple de ánimo radical que es la angustia. Angustia es radicalmente algo distinto de miedo. Tenemos miedo siempre de tal o cual ente determinado que nos amenaza en un determinado respecto. El miedo de algo es siempre miedo a algo determinado. Solemos decir que en la angustia “uno está desazonado”. (…) No podemos decir de qué le viene a uno esta desazón. Nos encontramos así, y nada más. Todas las cosas como nosotros mismos se sumergen en una indiferenciación. Pero no como si fuera un mero desaparecer, sino como un alejarse que es un volverse hacia nosotros. Este alejarse del ente en total, que nos acosa en la angustia, nos oprime. No queda pretexto ninguno. Lo único que queda y nos sobrecoge al escapársenos el ente es este “ninguno”. La angustia hace patente la nada. Respuesta a la pregunta La nada se descubre en la angustia- pero no como ente. Tampoco, está dada como objeto. La angustia no es una aprehensión de la nada. Sin embargo, la nada se nos hace patente en ella y a través de ella, aunque, una vez más, no como si estuviese separada y “al lado” del ente en total que se presenta en la desazón de la angustia, sino que lo sustenta(…) Porque la angustia no aniquila el ente para dejarnos como residuo la nada. Antes bien, la nada se manifiesta con y en el ente en tanto que éste nos escapa en total. (…)Solamente a base de la originaria patencia de la nada puede la existencia del hombre llegar al ente y entrar en él.(…). Existir (ex-sistir) significa: estar sosteniéndose dentro de la nada.(…) Si la existencia no fuese, en la última raíz de su esencia, un trascender; es decir, si, de antemano, no estuviera sostenida dentro de la nada, jamás podría entrar en relación con el ente ni, por tanto, consigo misma. Sin la originaria patencia de la nada no hay mismidad ni hay libertad. Con esto hemos obtenido ya la respuesta a la pregunta acerca de la nada. La nada no es objeto ni ente alguno. La nada no se presenta por sí sola, ni junto con el ente, al cual, por así decirlo, adheriría. 2 Material introductorio a la problemática metafísica. La nada es la posibilitación de la patencia del ente, como tal ente, para la existencia humana. La nada no nos proporciona el contra concepto del ente, sino que pertenece originariamente a la esencia del ser mismo. En el ser del ente acontece el anonadar de la nada.(…) El que esta actitud anonadante atraviese de punta a punta la existencia, testimonia la perenne y ensombrecida patencia de la nada, que sólo la angustia nos descubre originariamente. Así se explica que esa angustia radical esté casi siempre reprimida en la existencia. La angustia está ahí: dormita. Su hálito palpita sin cesar a través de la existencia.(…) Este estar sosteniéndose la existencia en la nada, apoyada en la recóndita angustia, es un sobrepasar el ente en total: es la trascendencia. La existencia humana no puede habérselas con el ente si no es sosteniéndose dentro de la nada. El ir más allá del ente es algo que acaece en la esencia misma de la existencia. Este trascender es, precisamente, la metafísica; lo que hace que la metafísica pertenezca a la “naturaleza del hombre”.(3) Actividad 1: 1) ¿Por qué la pregunta por la Nada guarda para el pensamiento humano una contradicción?, ¿Cómo se solucionaría esta contradicción para Heidegger? 2) Explica con tus palabras la expresiones; “La angustia hace patente la Nada” y “La angustia está ahí: dormita. Su hálito palpita sin cesar a través de la existencia” 3) ¿Cómo se relacionan para este filosofo la Nada y el Ente? Heidegger al igual que K. Jaspers es existencialista,(4) en “los orígenes de la Filosofía” Jaspers plantea que las situaciones límites nos impulsan a filosofar, en las cuales se da la experiencia de la angustia, estas son; la muerte, el sufrimiento, las elecciones, la culpa y por ultimo en ACASO; “…estoy sometido al acaso…” ese estar sometido a lo que va a suceder y angustiarse por ello, es algo que ningún ser humano puede evitar, de ahí que sea una situación límite. Y nos impulsa a plantearnos problemas filosóficos. ¿Qué problemas se te ocurren a ti?... (3)Heidegger, M. “¿Qué es Metafisica?” Editorial Fondo de Cultura Económica, México, 1954; 2ª edición (4) Movimiento filosófico, cuyo postulado fundamental es que son los seres humanos, en forma individual, son los que crean el significado y la esencia de sus vidas. El hombre es un proyecto incompleto que se autoconstruye por medio de sus elecciones, por medio de su libertad. 3 Material introductorio a la problemática metafísica. EL TIEMPO DESDE UNA PERSPECTIVA FILOSÓFICA. Lectura 2: Francisco Titos Lomas Tanto en la vida cotidiana como en las diferentes ramas del saber, manejamos continuamente nociones temporales; antes, después, ahora, ya, simultáneamente, tarde, temprano, ayer, mañana,... El mundo se nos ofrece como una realidad que cambia incesantemente y la percepción del cambio, de la sucesión o de la duración de las cosas nos sugiere la idea del tiempo. Sabemos que ha transcurrido el tiempo lectivo, el tiempo de vacaciones o el tiempo de la juventud. Es indudable que tenemos experiencia del tiempo y hasta nos atrevemos a calcularlo mediante diversos procedimientos: el curso del sol, la sucesión de los días y las noches, el desplazamiento de las agujas del reloj. Sin embargo, qué es realmente el tiempo es una cuestión difícil y compleja, pues, como decía San Agustín, "si nadie me lo pregunta, lo sé, pero si trato de explicárselo a quien me lo pregunta, no lo sé". Ya la filosofía griega, propensa a la reflexión sobre los más variados asuntos, abordó la temática del tiempo. De todos los filósofos griegos es, sin duda, Aristóteles el que nos ha legado la doctrina más sólida sobre el tiempo. La visión aristotélica del tiempo está estrechamente vinculada al movimiento, ya que, en su opinión, el tiempo no es posible sin acontecimientos, sin seres en movimiento. De ahí que conciba el tiempo como el movimiento continuo de las cosas, susceptible de ser medido por el entendimiento. Conceptos como "antes" y "después", sin los cuales no habría ningún tiempo, se hallan incluidos en la sucesión temporal. Esta estrecha vinculación induce a Aristóteles a definir el tiempo en su Física en los siguientes términos: " la medida del movimiento respecto a lo anterior y lo posterior". Esta definición nos revela que el tiempo no es el movimiento, pero lo implica de tal suerte que si no tuviéramos conciencia del cambio, no sabríamos que el tiempo transcurre. El tiempo aristotélico es exterior al movimiento, pero supone un mundo que dura sucesivamente y esta duración sucesiva nos permite establecer relaciones de medida entre sus partes según un "antes" y un "después", Así surgirá el tiempo métrico, cuya estimación estará regulada por el movimiento de los astros, como el de rotación o el de traslación, o por el movimiento rítmico de aparatos de desarrollo preciso, como los relojes. Muy distinta es la concepción agustiniana del tiempo. El carácter intimista de su filosofía induce a San Agustín a concebir el tiempo como algo desligado del movimiento y estrechamente vinculado al alma, a la vez que manifiesta su profunda perplejidad ante el tiempo al resaltar la paradoja del presente. Si decimos de algo que es presente, estamos afirmando que ya no será y que pasará al mundo de lo inexistente. El presente propiamente no es, sino que pasa, deja de ser, carece de dimensión y sólo lo podemos caracterizar relacionándolo con el futuro, que todavía no existe, y con el pretérito, que ya ha dejado de ser. El tiempo es un "ahora", que no es, porque el "ahora" no se puede detener, ya que si se pudiera detener no sería tiempo. No hay presente, no hay ya pasado, no hay todavía futuro. Por lo tanto, la medida del tiempo no es el movimiento, no son los seres que cambian; la verdadera medida del tiempo es el alma, el yo, el espíritu. El pasado es aquello que recordamos; el futuro, aquello que esperamos; el presente, aquello a lo que prestamos atención. Pasado, futuro y presente aparecen, pues, como memoria, espera y atención. En el " ¿Quién puede negar que las cosas pasadas no son ya? Y, sin embargo, la memoria de lo pasado permanece en nuestro espíritu. ¿ Quién puede negar que las cosas futuras no son todavía? Y, sin embargo, la espera de ellas se halla en nuestro espíritu. 4 Material introductorio a la problemática metafísica. ¿Quién puede negar que el presente no tiene extensión, por cuanto pasa en un instante? Y, sin embargo, nuestra atención permanece y por ella lo que no es todavía se apresura a llegar para desvanecerse". Estos pasajes revelan no sólo una perplejidad acerca de esa escurridiza realidad llamada tiempo, sino también, y sobre todo, la idea del tiempo como realidad vivida o, mejor dicho, vivible, como algo que se vive o se vivió o se vivirá. Es la concepción subjetiva del tiempo. La llegada de la era moderna y el espectacular desarrollo que experimenta la física en la obra de Newton nos trae un nuevo concepto del tiempo como algo absoluto, existente en sí mismo e independiente de las cosas. El tiempo, al igual que el espacio, es una realidad absoluta, infinita, uniforme, vacía de todo movimiento, en cuyo seno se desarrollan los acontecimientos y los cambios sucesivos de las cosas. Esta concepción absolutista del tiempo es expresada por Newton en Los Principios del siguiente modo: "El tiempo absoluto, verdadero y matemático, por sí mismo y por su propia naturaleza, fluye uniformemente sin relación con nada externo". Opuesta a la anterior es la teoría kantiana sobre el tiempo. Para Kant el tiempo no existe como una realidad en sí exterior a nosotros, ni como algo que tienen las cosas en movimiento, sino como una manera de percibir propia del hombre. El tiempo existe en cada uno de nosotros como una forma de ordenar nuestra experiencia interna. El tiempo no es una idea obtenida por abstracción a partir de la observación de los acontecimientos, no es un concepto empírico, sino una estructura necesaria para cualquier observación. El tiempo es la posibilidad que hay en nosotros, en cuantos observadores, de percibir los acontecimientos. Tanto el tiempo como el espacio no son más que relaciones entre las cosas en cuanto que son percibidas. Cualquier experiencia tiene como condición el tiempo, de manera que éste es la condición general de todas las experiencias, superior incluso al espacio, no siempre necesario. Nuestra experiencia externa está sometida a las coordenadas espaciotemporales, mas la interna sólo lo está a la temporal. Según Kant, no podemos saber si "fuera" las cosas se suceden, pues cuando intentamos atisbarlas ya lo hacemos desde el tiempo, que es una cualidad de la conciencia del hombre. La sensibilidad humana lleva el tiempo como una manera de ser suya. El tiempo es una forma a priori de la sensibilidad que condiciona y hace posible toda experiencia. Actividad 2: 1) ¿Cuál es el status ontológico que le atribuye cada filósofo mencionado al tiempo? 2) ¿Cuál será la visión metafísica sobre planteada por Heidegger? 3) Busca definición de estos términos y establece qué relación tienen con el problema del tiempo; determinismo; causalidad, indeterminismo, casualidad, azar, caos. 5 Material introductorio a la problemática metafísica. 6 Material introductorio a la problemática metafísica. 7 Material introductorio a la problemática metafísica.