LECTURAS PARA LA MISA DE LA DEFENSA DE LA VIDA Ex 32,1-10 Cuando el pueblo vio que Moisés tardaba en bajar del monte, se reunió el pueblo en torno a Aarón y le dijeron: «Anda, haznos un dios que vaya delante de nosotros, ya que no sabemos qué ha sido de Moisés, el hombre que nos sacó de la tierra de Egipto.» Aarón les respondió: «Quítense los pendientes de oro de las orejas de sus mujeres, de sus hijos y sus hijas, y tráiganmelos.» Y todo el pueblo se quitó los pendientes de oro que llevaba en las orejas, y los entregó a Aarón. Los tomó él de sus manos, hizo un molde y fundió un becerro. Entonces ellos exclamaron: «Este es tu Dios, Israel, el que te ha sacado de la tierra de Egipto.» Viendo esto Aarón, erigió un altar ante el becerro y anunció: «Mañana habrá fiesta en honor de Yahveh.» Al día siguiente se levantaron de madrugada y ofrecieron holocaustos y presentaron sacrificios de comunión. Luego se sentó el pueblo a comer y beber, y después se levantaron para solazarse. Entonces habló Yahveh a Moisés, y dijo: «¡Anda, baja! Porque tu pueblo, el que sacaste de la tierra de Egipto, ha pecado. Bien pronto se han apartado el camino que yo les había prescrito. Se han hecho un becerro fundido y se han postrado ante él; le han ofrecido sacrificios y han dicho: "Este es tu Dios, Israel, el que te ha sacado de la tierra de Egipto."» Y dijo Yahveh a Moisés: «Ya veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Déjame ahora que se encienda mi ira contra ellos y los devore; de ti, en cambio, haré un gran pueblo.» PALABRA DE DIOS. Sal 72,1-8 Antífona: Dios hará justicia a los humildes. Oh Dios, da al rey tu juicio, al hijo de rey tu justicia:que con justicia gobierne a tu pueblo, con equidad a tus humildes. Traigan los montes paz al pueblo, y justicia los collados. El hará justicia a los humildes del pueblo, salvará a los hijos de los pobres, y aplastará al opresor. Durará tanto como el sol, como la luna de edad en edad; caerá como la lluvia en el retoño, como el rocío que humedece la tierra. En sus días florecerá la justicia, y dilatada paz hasta que no haya luna; dominará de mar a mar, desde el Río hasta los confines de la tierra. LECTURA DEL EVANGELIO SEGÚN SAN LC 12, 13-21 Uno de la gente le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo.» El le respondió: «¡Hombre! ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre ustedes?» Y les dijo: «Miren y guárdense de toda codicia, porque, aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes.» Jesús les dijo una parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: "¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?" Y dijo: "Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea." Pero Dios le dijo: "¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?" Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios.» PALABRA DE DIOS HOMILIA EN LA MISA DE DEFENSA DE LA VIDA Cerro Quilish, 28 de Agosto del 2001-08-23 P. Marco Arana Zegarra Queridos Hermanas y Hermanas: Nos hemos reunido para dar gracias al Dios de Jesucristo que es creador de toda vida. Para dar gracias por el agua, el aire y la tierra, y por todos los que en ella habitan sin vivir en enemistad con los demás seres creados. Nos hemos reunido para dar gracias a Dios por habernos regalado este día en el que los hombres y mujeres del campo y de la ciudad nos abrazamos en torno a la defensa de la vida amenazada por la voracidad y la avaricia de quienes los cerros, el agua y el aire sólo tienen un valor comercial y no el valor de procurar la sostenibilidad de la vida. Como nos ha referido la primera lectura: los hombres y mujeres siempre estamos amenazados de idolatrar el oro, la riqueza y el poder. Nos fabricamos dioses con las manos, colocamos el oro por encima del valor de la vida misma. En ese contexto, el Quilish es sólo unas toneladas de oro no importa si es el cerro en el que los campesinos han depositado desde siempre la protección de sus chacras, de la cantidad y limpieza de sus aguas, o la administración de la justicia misma. El Quilish, para los campesinos de aquí todavía es el APU, el cerro protector de toda vida terrestre y celeste. Paganismo panteísta, podrían decir los que no entienden que la relación con la naturaleza es para los campesinos el delicado hilo sobre el que se sostiene toda la vida y que piensan que el agua la fabrica las embotelladoras San Luis, San Carlos o Socosani y no que nos lo prodiga la madre naturaleza en quien Dios puso todo lo necesario para que los hombres y mujeres vivamos dignamente, pero no vorazmente. El Quilish está a punto de sernos arrebatado, el destino que los mineros quieren dar al Quilish es el de convertirlo en unos millones de dólares que les llenarán los bolsillos sin importar a cuántos el Quilish sirva como fuente de agua y por tanto como fuente de vida. Hoy estamos para decirnos a nosotros mismos que en presencia de Dios queremos renunciar a la avaricia del oro; y que no vamos a permitir que otros conviertan a nuestra fuente de agua en un puñado de oro para saciar su codicia; que no vamos a permitir que su idolátrica forma de vida, que todo lo sacrifica al ídolo del oro, se perpetre sin importarles cuántas vidas dependan de esta nuestra fuente de agua. ¿De qué servirá que al presente, los dueños de la mina o nuestros gobernantes quieran obtener riquezas a costa de envenenar nuestra agua, nuestros suelos o nuestro aire? ¿No tenemos temor de que de todo esto se nos pedirá cuentas?; la vida cristiana no sólo es un pensar en el disfrute al presente; creemos en un Dios que nos ha hecho para vivir con El, y por tanto nuestra vida tiene un sentido no sólo mundano sino ante todo trascendente, pero cómo podremos trascender, si lo único que nos preocupa es el atesorar al presente, sin importar si importarnos nuestra vida al futuro con Dios, y la vida a futuro de las generaciones que nos precederán. ¿Qué les diremos un día los cajamarquinos del campo y de la ciudad a nuestros hijos y nietos: “beban agua envenenada”?; ¿miren las fotos de las riquezas que aquí habían y que nosotros no supimos explotar racionalmente porque sólo queríamos beber y darnos la gran vida?. Qué necia puede ser nuestra vida: pensar que ampliando las minas, como el hacendado de la parábola que cuenta Jesucristo quería ampliar sus graneros, ¿para qué?, pensando que su vida sólo consistía en tener y tener, en atesorar y atesorar, ¿qué ocurrirá si Dios nos dice: “necios, mañana mismo reclamaré su alma”? Los mineros y los que han vendido estas tierras por un poco de dinero ¿no tendrán un día temor de encontrarse con las generaciones condenadas a morir en un mundo convertido en cloaca o basurero de la voracidad y avaricias del presente? Que por nuestra indiferencia o inacción, por nuestra falta de unidad y solidaridad no se permita una sola vez más que los mineros abusen de su poder sometiendo a los campesinos de estos lugares como lo hicieron en 1993 en que los campesinos del Quilish denunciaron: “Don José Encarnación Huaripata Castrejón y su familia así como el resto de copropietarios y poseedores no hemos podido oponer resistencia alguna en virtud del alto número de personas, pertenecientes a la Empresa Minera, las cuales han ingresado a la parcela haciendo uso de maquinaria pesada, vehículos, así como de numerosos agentes de seguridad de la misma mina quienes portaban permanentemente escopetas y diversas armas de fuego”1 “En efecto señor Fiscal Decano, el ingeniero Escalante, exigió a don Concepción Zambrano Chilón, hijo del copropietario Espíritu Zambrano Gastelomendo la venta de sus tierras a un precio de S/. 120.oo nuevos soles por hectárea, ante su negativa y debido al irrisorio 1 Fundamentos de hecho, Nro. 4. Copia de la denuncia ante el Ministerio Público, 02.12.1993. precio ofrecido, el ingeniero le respondió ‘a las buenas se paga, a las malas habrá juicio”.2 “Igualmente, José Encarnación Huaripata Castrejón, que tiene su parcela en el sector de Coremayo refiere que los representantes de la mina le han ofrecido 140 nuevos soles por hectárea ya que el precio de arancel es de sólo S/. 40.oo nuevos soles, además de que la tierra es del estado (sic.) y a las malas el Estado pagará cuando quiera y después de juicio. Eulogio Castrejón Alonso también copropietario en el sector de la Chinalinda refiere que los ingenieros representantes de la mina le han prohibido que pastee su ganado y que al oponerse ha sido amenazado por el personal de seguridad de la Empresa Minera los cuales vinieron con armas de fuego”. 3 No permitamos más abusos como los que se cometieron entonces. Que los que hoy estamos reunidos aquí ante el altar podamos hacer un compromiso con Dios y con nosotros mismos: para que el Quilish no sea sacrificado al ídolo de la avaricia y la riqueza y bien sabemos que no todo se resolverá con estar aquí porque la ambición no conoce límites. Por eso mismo, que nuestra lucha por defender la vida, nuestro derecho al presente y al futuro de vivir en un mundo sano no tenga ni precio ni fin. Que todos nos sintamos convocados, desde nuestra fe en el Dios de la Vida, a seguir luchando porque el Quilish no sea sacrificado por la voracidad de los mineros. Que hoy pueda comenzar una nueva etapa de nuestra vida cristiana, de nuestra lucha en favor de la vida que Dios ha regalado como don precioso. Que Dios nos bendiga con el agua de las entrañas de este cerro, agua que Dios mismo un día hizo brotar para darnos la vida. Amén. 2 Fundamentos de hecho, Nro. 10. Ibíd. Ibídem. La denuncia de la ostentación de armas de fuego no es exagerada, el personal de seguridad de la mina entonces eran “80 hombres preocupándose por la seguridad de la mina y la defensa contra atracos del Sendero Luminoso (sic.) todos son forasteros, todos ex-soldados de la marina. Son reclutados y entrenados por oficiales jubilados de la marina, que han fundido un cuerpo de guardia privado en Lima” (se refiere a la Cía. de Seguridad FORZA). En: el periódico Suizo Neue Züricher Zeitung, 13.11.93. 3