UNIVERSIDADE FEDERAL DE SERGIPE

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NUEVAS TERRITORIALIDADES: EL PROCESO DE CREACIÓN DE
LA FLORESTA NACIONAL DEL IBURA EN SERGIPE, NORESTE DEL
BRASIL
Jorgenaldo Calazans dos Santos1
RESUMEN
El presente artículo bajo el título: “Nuevas territorialidades: el proceso de creación de la
Floresta Nacional del Ibura en Sergipe, Noreste del Brasil”, tiene por objetivo comprender las
nuevas configuraciones territoriales ocurridas en el espacio geográfico motivo de la creación
de la Floresta Nacional del Ibura. Como aporte metodológico se realizó un levantamiento
bibliográfico y documental, se delimitaron los conceptos y analizaron los aspectos
relacionados a la gestión ambiental. De esta manera, con base en datos preliminares de los
estudios pudimos constatar que la creación de las nuevas unidades de conservación
contribuyó íntimamente en el surgimiento de las nuevas territorialidades teniendo en vista a
las comunidades que poseían un relacionamiento más íntimo con estos espacios.
PALAVRAS-CLAVE: Floresta Nacional del Ibura – FLONA; territorio; territorialidad,
dinámica ambiental y sustentabilidad.
INTRODUCCIÓN
El proceso de creación de las Unidades de Conservación al obedecer las diversas
estrategias y relaciones socio-ambientales reflejan categóricamente una nueva dinámica del
espacio geográfico y exige estudios sobre los indicadores de cambios y perspectivas para sus
nuevas configuraciones. El despertar del tercer milenio acentuó la discusión en torno de la
apropiación de la naturaleza, tal hecho impuso la necesidad de ser repensadas alternativas
capaces de re-direccionar tanto los reflejos nefastos de la intensa apropiación de los recursos
naturales como de las mas variadas configuraciones del territorio.
Esta discusión, ciertamente, implica la necesidad de repensarse las relaciones
espacio-poder, una vez que esas transformaciones en curso ocurren de forma rápida, intensa e
inestable. Tal hecho implica en un agotamiento del patrón de acumulación y de las relaciones
de poder basadas en la producción en larga escala, en ámbito planetario, teniendo como
consecuencia la centralización del poder.
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Mestrando, Universidade Federal de Sergipe, NPGEO/UFS, e-mail: jorgenaldoc@hotmail.com
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Los paradigmas del desarrollo contemporáneo apuntan para una perspectiva de
sustentabilidad lo que significa una relación de simbiosis entre ser humano y la naturaleza, lo
que se traduce también, en una perspectiva administrativa de largo plazo de los recursos
naturales y de la infraestructura, del patrimonio histórico-cultural, de los aspectos de la
preservación y de consideración de las características de los pueblos y de las comunidades
tradicionales.
Y es en ese sentido que la sustentabilidad pasa a ser primordial en la
formalización en el mundo contemporáneo de interés colectivo por la preservación de áreas
naturales, como es el caso de las Unidades de Conservación. Tales Unidades son instituidas
por el poder público con efectiva participación de empresas privadas y tiene como principal
objetivo atenuar los efectos de la destrucción de los ecosistemas, pudiendo ser: reservas
biológicas, parques, florestas y estaciones ecológicas.
GLOBALIZACIÓN, DESARROLLO E IMPLICACIONES AMBIENTALES
El
binomio
hombre-naturaleza
es
cada
vez
más
recurrente
en
la
contemporaneidad. Ciertamente, a cada momento, facetas diferenciadas y cada vez más
complejas reflejan en la dinámica del espacio geográfico y exigen estudios sobre los
indicadores de cambios y perspectivas para sus nuevas configuraciones territoriales. El siglo
XXI ha sido pródigo en ese aspecto y, al mismo tiempo se torna visible la intensidad de
apropiación de la naturaleza y de la intensificación de las diferencias y contrastes sociales, se
torna también impactante la necesidad de repensar alternativas delante de los reflejos
negativos de la intensa apropiación de los recursos naturales, bien como, las diversas
relaciones entre modernización del proceso productivo y las formas de manifestaciones
culturales y el modo de vida tradicional.
Contemporáneamente, se puede afirmar que inúmeros son los elementos que
interfieren en el proceso de caracterización de las transformaciones socio-territoriales que
reflejan en la reproducción del espacio geográfico y en las recalificaciones territoriales. Es un
hecho que la Globalización promueve serios embates en cuanto a la definición de su
influencia en la determinación de nuevas estrategias de reproducción del capital.
Según entiende Giddens (2000), ella no pasó de una simple colocación y no
provocó transformaciones impactantes a lo largo de su existencia, aun porque las relaciones
económicas ocurren en su mayor parte dentro de las regiones. Pero, otros teóricos alertan para
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los efectos y las consecuencias de la globalización en varias partes del planeta bien como en
diversos sectores sociales y de la economía de mercado.
Es sabido también que, la globalización y el proceso de modernización favorecen
el surgimiento de crisis. De allí que para Vieira (2002), la crisis ambiental está enlazada a lo
que se considerada como la crisis de la idea de desarrollo, que pasa por la crisis mas general
de la sociedad capitalista contemporánea. Así, para Vieira (2002, p. 8) “... las crisis del
capitalismo no tienen el poder de provocar avalos apenas en su estructura económica. Ellas
provocan, también, verdaderos terremotos en la estructura de las ideas que lo comandan”.
Ciertamente, la diversidad en la globalización tiende a ser un reflejo y
condicionante de la dinámica de la sociedad así como global, una vez que surgen nuevas
condiciones de reproducción material y espiritual, recreando y multiplicando articulaciones y
tensiones. Pues, la rigidez del fordismo promovió crisis en el mantenimiento del sistema, en el
cual pasó a imperar la flexibilidad del proceso productivo y del mundo del trabajo.
Para Haesbaert (2004), el mundo vive uno de sus períodos más paradoxales y
complejos, en que se mezclan los más diversos niveles de (des)territorialización, pudiendo
estar lado a lado con la globalización económica y sus redes tecnológicas, los movimientos
(neo)territorialistas de (re)enraizamiento y la exclusión socioeconómica y cultural más
violenta. Pues, las naciones pierden poder económico, identidades y culturas locales resurgen
al mismo tiempo en que otras son destruidas, nacionalismos brotan como respuesta a la
tendencia globalizante y la creciente desigualdad promueve el alejamiento de los países ricos
en relación a los pobres. Así, la globalización es considerada como un conjunto complejo de
procesos.
En ese sentido, Milton Santos (2002), evidencia que para entenderse el proceso
que condujo a la globalización actual, se hace necesario comprender sus elementos
fundamentales, cualquiera que estos sean: en el estado de las técnicas y de la política. Si por
un lado la globalización fabulosa y perversa tiende a la unificación y homogeneización de las
cosas a través de sus estrategias hegemónicas, por otro lado crece cada vez más las
necesidades y condiciones de fragmentación y fortalecimiento de las particularidades locales,
en busca de otra globalización.
Con eso, Santos (2002, p. 147) afirma que “otra globalización supone un cambio
radical de las condiciones actuales, de modo que la centralidad de todas las acciones sea
localizada en el hombre”, teniendo como punto de partida el encuentro de alternativas donde
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sean consideradas la práctica de la vida y la existencia de todos, suplantando la actual
precedencia del interés económico.
En ese sentido, para Hesbaert (1999, p. 23) para entenderse “la producción de la
diversidad territorial en el mundo contemporáneo es necesario pensar, antes de todo, en los
binomios desigualdad - diferencia y globalización - fragmentación a través de las relaciones
global-local”. Por lo tanto, los fundamentos de la diversidad territorial que aseguran la
regionalización, se manifiestan de dos formas: la primera se basa en la producción de
particularidades que vinculan los espacios en escalas distintas, y la segunda en la producción
de singularidades no exclusivamente de base local y si correlación obligatoria con otras
realidades geográficas.
Las diversas tentativas de regionalizar el desarrollo trajeron consigo cambios
estructurales en los padrones de relación entre los que planean los que ejecutan y los que son
blancos de las acciones.
Pues, para Silveira (2002), la cuestión del desarrollo local tiene su nacimiento
relacionado a un contexto de globalización, reestructuración productiva y crisis del patrón de
desarrollo, suponiéndose que las dinámicas generadoras de desigualdades y exclusión no
pueden ser deshechas por lo alto, o simplemente reemplazadas por otros sistemas de flujos
apartados de los lugares.
La participación debe ser, por lo tanto garantizada en el desarrollo endógeno, lo
cual debe ser marcado fuertemente por iniciativas, necesidades y recursos locales, en la
promoción de la satisfacción básica, en la tomada de conciencia, formación del sentido crítico
y en la madurez de la sensibilidad (MARTINS, 2002)
La complejidad de la cuestión ambiental en la sociedad moderna requiere nuevas
alternativas para la busca de la sustentabilidad, necesaria para atingir la calidad de vida y
garantizar la perpetuidad de especies en la Tierra. En ese contexto, el desarrollo deja de ser
sinónimo de crecimiento económico y pasa a ser considerado elemento imprescindible para la
conservación y preservación ambiental, y aun, en proceso de inclusión social y disminución
de las diferencias sociales.
De acuerdo con Rodrigues (1998), el desarrollo sustentable no impidió el
mantenimiento de las viejas prácticas capitalistas, manifestadas como otras formas de
apropiación y de exploración de la naturaleza, visando la acumulación de capital, legitimando,
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de esa forma, las acciones de los países desarrollados en los territorios de los países
subdesarrollados.
La tesis del desarrollo sustentable se proyecta a partir de las evidencias sobre los
límites socio-ambientales de los patrones actuales de producción y consumo, delante de la
crisis de modelos que, durante más de medio siglo, se presentaron como alternativa a la vía
capitalista dominante. Guimarães (1997) destaca que la crisis ambiental es al mismo tiempo
generalizada y global, implicando dimensiones políticas, económicas, institucionales, sociales
y culturales.
El desarrollo está fuertemente marcado por la introducción de nuevas tecnologías,
según los parámetros establecidos por los países que hoy direccionan el desarrollo económico,
los cuales pregonan la idea de crecimiento ilimitado, confundiendo, de esa forma, el concepto
de desarrollo con el de crecimiento económico (ROSAS, 1996).
En el medio rural la situación puede ser verificada a partir de la implantación de
grandes emprendimientos volcados para el aumento de la productividad agrícola, exploración
de los recursos naturales, y aun, la falsa idea de que el hombre mantiene relación sustentable
con los recursos naturales. Consecuentemente, se percibe en el espacio rural el aumento de las
desigualdades sociales y la (súper) exploración del medio ambiente, de forma que los recursos
sociales y naturales pasan a revelar situaciones descontextualizadas de la realidad local, el nolugar.
TERRITORIO Y CONFLICTOS: (RE) CONFIGURACIONES TERRITORIALES
Al entender de Raffestin (1993), el territorio es producto del espacio, siendo pues
resultado de una acción conducida por un sujeto en cualquier nivel. Por lo tanto, el territorio
es un espacio donde se proyectó un trabajo, sea energía e información, y que, en
consecuencia, revela relaciones de poder.
También para Souza (1995) el territorio es fundamentalmente un espacio definido
y delimitado por, y a partir de, relaciones de poder. El mismo destaca aun el carácter flexible
de lo que pueda ser el territorio, pasando por las concepciones de campo de fuerzas, lo cual
define, al mismo tiempo, un límite, una alteridad: la diferencia entre los miembros de la
colectividad y los exteriores a esa.
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Siendo así, Raffestin (1993) declara aun que cuanto a los aspectos que definen
territorialidad, la misma refleja la multi-dimensionalidad del vivido territorial por los
miembros de una colectividad en las sociedades en general, una vez que los hombres viven al
mismo tiempo el proceso y el producto territorial por medio de un sistema de relaciones
existenciales y/o productivistas. Las relaciones de poder existentes entre los agentes buscan
modificar tanto las relaciones con la naturaleza como las relaciones sociales. Por lo tanto,
territorialidad puede ser definida como “la manera por la cual las sociedades satisfacen, en un
determinado momento, para un local, una carga demográfica en un conjunto de instrumentos
también determinados, sus necesidades en energía y en información.” (ídem, p. 160).
A pesar del creciente número de acciones en defensa del medio ambiente, estudios
son necesarios para evaluar los reflejos de actividades direccionadas para la apropiación de
los recursos naturales y culturales, en la tentativa de permitir a las comunidades la
participación en la elección de los rumbos del desarrollo local, posibilitando de esa forma el
ejercicio de la ciudadanía, bien como la identificación de los elementos que promueven las
nuevas territorialidades.
Meyer-Stamer (2000) destaca que la creación de clusters representa en la
contemporaneidad una estrategia de desarrollo local y regional que incentiva al
fortalecimiento del emprendimiento y organización local, una vez que los mismos ofrecen
gran potencial para la creación de ventajas competitivas y cooperativas entre las empresas, las
cuales son llevadas a establecer relaciones confidenciales, posibilitando la tomada de
decisiones de emergencia. Sin embargo, los clusters presentan factores limitantes establecidos
por la política y sus estructuras de gobernanza en niveles locales, regionales o globales, a
ejemplo del surgimiento de dificultades en la elaboración de estrategias de dinamización de
las ventajas de clusters.
Por su vez, Quintas (2003, p. 69) concibe los problemas ambientales como
“situaciones donde haya risco y/o daño social/ambiental y no haya ningún tipo de relación por
parte de los atingidos o de otros”. Como se ve, es muy tenue, aunque bastante significativa, la
diferencia entre risco y problema ambiental. Los problemas de orden natural, sumados al de
orden humana y tecnológica, están presentes en las regiones litorales brasileñas. Se torna
importante reconocer los elementos potenciadores de esos peligros y riesgos ambientales
maximizados a través da acción antrópica.
FLONA Y SUS RELACIONES CON LAS COMUNIDADES DEL ENTORNO
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La Floresta Nacional es definida como una área con cobertura forestal de especies
predominantemente nativas y tiene como objetivo básico el uso múltiplo sustentable de los
recursos forestales y la pesquisa científica, con énfasis en métodos para exploración
sustentable de florestas nativas (Costa, 2002, p. 35).
Hoy existen setenta y tres florestas nacionales, establecidas para silvicultura, corte
selectivo sustentable, protección de bacías hidrográficas, investigación y recreación.
La
mayoría, en número (39) está localizada al Norte del país y en área (99%) está en la
Amazonia.
El Estado de Sergipe comprende una rica diversidad de ecosistemas, son ellos: la
catinga, el cerrado, la mata atlántica, las playas, los manguezales y la restinga. Sin embargo,
toda esa biodiversidad existente desde los tempos de la colonización territorial sufre, con la
pérdida de su patrimonio natural.
Es en esa vertiente que se debe contabilizar, también, la interacción de las
comunidades locales con la FLONA, característica a ser valorizada en la gestión de la unidad,
una vez que tal área posee potencial para el desarrollo local sustentable, por medio de
actividades generadoras de renta.
Segundo Lester Brown (2005), una sociedad sustentable es aquella que satisface
sus necesidades sin disminuir las perspectivas de las generaciones futuras.
Se percibe que la sustentabilidad es la “teoría”, y se consolida en una de las
alternativas prácticas, visto que las definiciones implican en la transformación de
comunidades locales en sociedades sustentables.
En ese sentido, deben ser destacados los principales interesados en la gestión de la
FLONA, en especial la comunidad del poblado Estiva, directamente ligada a la FLONA
Ibura, estando distante solamente a 2 km². Ella es el eslabón que nos une para la obtención de
una posible relación entre la comunidad, el área en estudio y el poder público municipal. La
FLONA Ibura fue, durante la década de 30, un ícono de esparcimiento, cultura y educación
para los sergipanos.
Vale resaltar que al desarrollar prácticas sustentables en la región implica en
posibilidades de establecimiento de acuerdos para la estructuración e implantación, así como
la elaboración del instrumento de gestión y planeamiento, cabria a una alianza entre el poder
público local y la iniciativa privada. En suma, es potencial la participación de las instituciones
de enseñanza, investigación y extensión.
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CONSIDERACIONES FINALES
Creemos que el debate y el esclarecimiento de esas cuestiones deben continuar,
pues no llegamos a ver otro camino plausible capaz de contribuir, eficazmente, en la
construcción de ese nuevo paradigma, en la creación de esos nuevos territorios. Afectando de
esa forma las costumbres y tradiciones de comunidades que anteriormente tenían acceso
libremente al espacio, y que, en los días actuales tal espacio fuera decretado Floresta y, por lo
tanto, objeto de una política conservacionista.
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