El Método Etnográfico de Investigación (2da Parte) Metodología Etnográfica *El Objeto de Estudio Etnográfico ¿Cuál sería, entonces, la unidad de análisis, es decir, el objeto específico de estudio de una investigación etnográfica? Sería la nueva realidad que emerge de la interacción de las partes constituyentes, sería la búsqueda de esa estructura con su función y significado. Esta realidad –como ya señalamos– no está en los elementos, sino que aparece por las relaciones que se dan entre los elementos, así como surgen las propiedades del agua que no se dan ni en el oxígeno ni en el hidrógeno por separado, o las propiedades del significado al relacionar varias palabras en una estructura lingüística, o la vida por la interacción de varias entidades físico -químicas, o la tercera dimensión en la visión binocular, etcétera. Lo esencial de una estructura o sistema, así entendidos, es que pueden crecer, diferenciarse de manera progresiva, autorregularse y reproducirse, y que conservan su red de relaciones aun cuando se alteren, se sustituyan e, incluso, en algunos casos, se eliminen partes; es decir, que manifiestan prop iedades similares a las de los seres vivos. No sería, por consiguiente, nada lógico estudiar las variables aisladamente, definiéndolas primero y tratando, luego, de encontrarlas. Es necesario comprender primero o, al menos, al mismo tiempo, el sistema de relaciones en el cual las variables o propiedades se encuentran insertadas, enclavadas o encajadas y del cual reciben su propio sentido. También se consideraría improcedente definir las variables operacionalmente, ya que los actos de las personas, en sí, descontextualizados, no tendrían significado alguno o podrían tener muchos significados. El significado preciso lo tienen las “acciones humanas”, las cuales requieren, para su interpretación, ir más allá de los actos físicos, ubicándolas en sus contextos específicos. El acto en sí no es algo humano; l o que 1o hace humano es la intención que lo anima, el significado que tiene para el actor, el propósito que alberga, la meta que persigue; en una palabra, la función que desempeña en la estructura de su personalidad y en el grupo humano en que vive. Por eso escribió Hegel, al principio de su Fenomenología del Espíritu (1966), que “1o verdadero es el todo”, ya que cada entidad es un subsistema del todo. Hoy, más que nunca, se busca el significado de las acciones o de los eventos atendiendo al amplio contexto de la sociedad y a los conceptos de ethos (costumbres) y sistema ideológico. El operacionalismo, como dogma metodológico, nunca tuvo mucho sentido en las ciencias humanas y hoy es cuestionado desde muchos puntos de vista, incluso el mismo concepto de “definición” operacional (ver Martínez, M., La Nueva Ciencia , 1999b, cap. 9). ¿Planteamiento de un Problema? Un investigador etnográfico experto se sentiría incómodo, y hasta ofendido, si le fijaran el problema específico que debe investigar, así como si le señalaran las técnicas que debe utilizar en el estudio. Ambas cosas, en una investigación etnográfica auténtica, deben emerger de la dinámica exploratoria que va realizando el investigador. Impuestas desde afuera y a priori pudieran, incluso, no tener sentido. Toda investigación está buscando algo desconocido, y –como dice San Juan de la Cruz– “no se puede señalar un camino seguro y cierto para ir hacia un lugar que todavía se desconoce”. Esta situación es análoga a la que vive el médico: el paciente le manifiesta el malestar que siente, algunos síntomas y su deseo de curar (objetivo por lograr), pero es el médico quien debe descubrir la enfermedad (dónde está el problema) y, sobre todo, qué medicamentos prescribir y cómo superarla (solución del problema) . Los etnógrafos, como los antropólogos, se sienten altamente estimulados cuando se comprometen en un nuevo estudio de campo guiados únicamente por una “idea general” de las áreas problemáticas que se presentan como interesantes. Uno de los aspectos más satisfactorios del enfoque etnográfico es precisamente el sentirse libre para poder descubrir un problema retador, antes que sentirse obligado a investigar un problema predeterminado que pudiera existir, de hecho, sólo en la mente del investigador . Los problemas más intrigantes para los etnógrafos son precisamente los que ellos mismos identifican. Pero esto exige ciertas condiciones: el descubrimiento de un problema importante puede requerir cierto tiempo y que se haya acumulado bastante información; que se adopten nuevas perspectivas o se cambie de enfoque; que se varíen las hipótesis interpretativas de lo que se va encontrando y no percibir la “justificación” de la investigación como el único fin de un científico; por todo ello, hay que reconocer que la investigación etnográfica implica cierto riesgo, y que, sobre todo, más que dirigida hacia la verificación de hipótesis o intuiciones, está orientada hacia el descubrimiento de nuevas hipótesis y teorías. El enfoque etnográfico está muy bien respaldado epistemológica y metodológicamente por las ideas expuestas; pero todo ello tiene implicaciones que deben ser aclaradas para obtener buenos resultados con él. En cuanto al descubrimiento de problemas importantes, cuyo estudio y clarificación contribuya al mejoramiento y progreso del área estudiada, conviene señalar que siempre hay más fenómenos significativos e interesantes para estudiar que los que pueden atenderse con el tiempo y los recursos de que dispone n los investigadores. Por ello, no hay razón alguna para incomodarse con un tema desagradable. Por el contrario, conviene ser prácticos escogiendo aquel que parezca razonable por su tamaño y complejidad, de modo que sea realizable dentro del tiempo y con los recursos disponibles. Debido precisamente a que el tiempo, los fondos y el personal son limitados, muchos investigadores tienen que tomar decisiones difíciles en cuanto al área en que deben concentrar sus recursos. La decisión estratégica de focalizar un aspecto o una situación particular, frecuentemente implica la desatención, necesaria, de otras áreas importantes. Asimismo, el estrechar el foco de un problema para lograr mayor profundidad de análisis (fenómeno natural en el proceso de identificación del problema por estudiar), siempre llevará consigo el sacrificio de aspectos colaterales que pudieran ser también de gran interés. Por otra parte, siempre será muy tentador para un verdadero investigador, y más para un equipo de investigadores, el tratar de observarlo todo. En la investigación educacional, por ejemplo, una vez introducidos en ella, siempre aparecen cosas nuevas que desafían nuestra atención e interés: fenómenos fascinantes e insospechados que afectan el comportamiento de los estudiantes, factores ocultos que inciden en el rendimiento, actitudes de los docentes que inhiben el desarrollo normal del juicio crítico y de la creatividad de los alumnos, desinterés de los padres que explica lo que de otra forma es inexplicable, etcétera. La ventaja que tiene la investigación etnográfica es la flexibilidad y apertura que le otorga su orientación naturalista y fenomenológica. Por ello, su estudio de campo se caracteriza por sus descubrimientos fortuitos, ante los cuales se usa la famosa técnica del antiguo cuento persa de Los tres príncipes de Serendip , que, en síntesis, aplica el sabio postulado metodológico: “si estás buscando una cosa y encuentras otra mejor, deja la primera y sigue la segunda”. Pero es muy difícil encontrar cosas nuevas, aunque a veces estén a la vista, cuando todas nuestras facultades mentales están absorbidas y guiadas en su actividad por una hipótesis o problema preconcebidos. “El mundo –de acuerdo con Sherlock Holmes– está lleno de cosas obvias que nadie nunca verá.” En conclusión, aun cuando partamos de un problema y acariciemos una hipótesis, en la verdadera investigación etnográfica éstos deben quedar relegados a un segundo lugar para dejar que la realidad que investigamos nos hable más por sí misma y no la distorsionemos con nuestras ideas, juicios, hipótesis y teorías previas. La actitud básica del etnógrafo es de tipo exploratorio. Podemos decir que el explorador no busca nada en concreto, pero lo busca todo. Es posible que le interese algo en particular, pero está abierto a todo lo insospechado e inimaginable; más bien, está siempre esperando y deseando la posible aparición de algo no común, extraordinario y tal vez desconcertante. Este enfoque es en esencia holista y molar, es decir, amplio, vasto, que permite ver, describir y comprender las realidades como formas “totales” estructuradas y complejas, como fenómenos interconectados que se integran y adquieren sentido por sus relaciones e influencia recíproca. En esta orientación metodológica, no hay un diseño acabado, dado con anterioridad. Un diseño totalmente detallado y prefabricado constriñe las posibilidades y la riqueza del área en estudio. El diseño emerge en el transcurso de la investigación; es más, nunca finalizará, sino que estará en constante flujo a medida que la nueva información se acumula y avanza la comprensión de la realidad estudiada. Se considera que la realidad no es estática, única e invariable. Al contrario, hay un concepto de la realidad como algo múltiple, variable y en continuo cambio en cuanto a personas, episodios, situaciones, tiempo y circunstancias; de aquí que toda investigación estará muy ligada a una realidad concreta, y sus resultados no serán fácilmente considerados válidos en otra, si no se constata su similitud estructural. Finalmente, la comprensión del contexto tiene un papel importante en esta orientación. En la investigación convencional se trata de aislar el objeto de estudio de la influencia de su contexto. En el enfoque etnográfico y naturalista, en cambio, se considera que el contexto es parte de la situación real natural: “yo soy yo y mis circunstancias”, solía decir Ortega y Gasset. Por otro lado, el estudio se orienta hacia la comprensión de la estructura global circundante que dará sentido a cada una de las partes que la integran. La Alternativa Metodológica La ciencia tradicional adoptó un enfoque cuya lógica subyacente se centra en el método empírico experimental y cuyo tipo ideal es el experimento, con énfasis en la aleatoriedad, aislamiento de variables y comparación entre grupos o eventos. El enfoque alterno es la investigación estructural o sistémica , cuyo diseño trata de descubrir las estructuras o sistemas dinámicos que dan razón de los eventos observados. Que las realidades humanas constituyen un “mundo especial” es una conclusión a la que ha llegado también la psicología soviética. Vigotsky y sus seguidores, por ejemplo, han señalado con frecuencia la “especificidad de los fenómenos humanos”. Ahora bien, según Husserl (1962), las formas de ser, que tienen especialmente sus modos de darse, tienen también “sus modos en cuanto al método de conocerlas”, ya que los rasgos universales y los detalles particulares de un fenómeno no pueden menos que ponernos en las manos también normas metodológicas más ricas, a las que deberán ajustarse todos los métodos especiales. Un método no es, en efecto –dice Husserl– nada que se traiga ni pueda traerse de fuera a un dominio. La lógica formal o la noética no dan métodos, sino que exponen la forma de un posible método (...); un método determinado (...) es una norma que brota de la fundamental forma regional del dominio y de las estructuras universales de ésta; es decir, se depende esencialmente del conocimiento de estas estructuras para aprehenderlo epistemológicamente (pp. 171, 172, 186). Heisenberg señaló que “el método ya no puede separarse de su objeto”. Que el problema del método está enteramente determinado por su objeto de estudio es un postulado aristotélico general y fundamental (Gadamer, 1984, p. 385 ). De hecho, las realidades físicas, químicas, biológicas, psicológicas y sociales se presentan con diferentes formas y generan una infinita gama de problemas al interrelacionarse en múltiples contex tos. Así, es natural que las técnicas y los procedimientos metodológicos, para enfrentarlas en forma eficaz y exitosa, respeten y se adapten a su peculiar naturaleza y forma de ser . Por todo ello, los métodos adecuados para comprender un sistema o estructura dinámica deben ser tales que permitan captar su naturaleza peculiar, lo cual significa algo así como ver el bosque y los árboles al mismo tiempo, es decir, la totalidad y las partes que la forman en su dinámica propia. Las experiencias con taquistosc opio (Kubie, 1980) muestran que podemos registrar impresiones visuales, auditivas y sinestésicas de manera casi simultánea y sin la participación de los procesos conscientes, –según Hainer, a una velocidad de uno a diez millones de bits por segundo (Ralph, 1976)–, que podemos clasificarlas directamente hacia respuestas autónomas y que pueden resurgir más tarde en ciertos comportamientos. La posibilidad de esta evidencia es avalada hoy día por los estudios de la neurociencia (Martínez, M., 1987), los cuales han hecho ver que disponemos de todo un hemisferio cerebral (el derecho) para las comprensiones estructurales, sincréticas, configuracionales y gestálticas, y que su forma de proceder es precisamente holista, compleja, no lineal, tácita, simultánea y acaus al. Si nos adentramos más en el fenómeno “partes-todo”, diremos que hay dos modos de aprehensión intelectual de un elemento que forma parte de una totalidad. Michael Polanyi (1966) lo expresa de la siguiente manera: -no podemos comprender el todo sin ver sus partes, pero podemos ver las partes sin comprender el todo (...). Cuando comprendemos como parte de un todo a una determinada serie de elementos, el foco de nuestra atención pasa de los detalles hasta ahora no comprendidos a la comprensión de su significado conjunto. Este pasaje de la atención no nos hace perder de vista los detalles, puesto que sólo se puede ver un todo viendo sus partes, pero cambia por completo la manera como aprehendemos lo s detalles. Ahora los aprehendemos en función del todo en que hemos fijado nuestra atención. Llamaré a esto aprehensión subsidiaria de los detalles, por oposición a la aprehensión focal que emplearíamos para atender a los detalles en sí, no como partes del todo (pp. 22-23). En este campo, Polanyi sigue de cerca las ideas de Merleau-Ponty sobre el concepto de estructura. En efecto, Merleau-Ponty (1976) afirma que las estructuras no pueden ser definidas en términos de realidad exterior, sino en términos de conocimiento, ya que son objetos de la percepción y no realidades físicas; por esto, las estructuras no pueden ser definidas como cosas del mundo físico, sino como conjuntos percibidos y, esencialmente, consisten en una red de relaciones percibidas, que, más que conocida, es vivida (pp. 204, 243). Esta clase de realidades es la que debemos captar y registrar en el desarrollo de toda investigación etnográfica. Por ello, el proceso de análisis sería insuficiente, ya que la división y separación mental de las partes o elementos frecuentemente nos lleva a perder la red de relaciones que constituyen la estructura dinámica, la estructura significante. El proceso de análisis debe ser complementado continua y sistemáticamente con el proceso de síntesis e interpretación, aplicando la técnica del círculo hermenéutico de que nos habla Dilthey (ver El Método Hermenéutico-Dialéctico, en Martínez M., 1996c) . El Proceso de Investigación El principio subyacente que guía este tipo de investigaciones es la idea de que los individuos están formados por ciertas estructuras de significado que determinan y explican su conducta. La investigación trata de descubrir en qué consisten estas estructuras, cómo se desarrollan y cómo influyen en la conducta; y, al mismo tiempo, intenta hacerlo en la forma más comprensiva y “objetiva”. En el examen del proceso de la investigación etnográfica, de acuerdo con Wilson (1977), podríamos distinguir las etapas que aparecen a continuación. a) Determinación del nivel de participación. La etnografía parte del siguiente supuesto: lo que la gente dice y hace está moldeado consciente o inconscientemente por la situación social. El etnógrafo es, por consiguiente, muy sensible al modo como se introduce en un ambiente, y establece con cuidado el rol que le pueda facilitar la recolección de la información. Ya que el nivel de participación y compromiso que el etnógrafo acepte influirá el concepto de la gente hacia él, sigue con atención las reacciones ante su entrada oficial o no oficial en el seno de la comunidad o grupo a estudiar. Esto es válido tanto si la comunidad es una tribu primitiva como si se trata de un aula escolar. En cualquier caso, nunca se identificará con una parte o grupo de ese ambiente, sino tratará de percibir cómo es visto por los miembros del grupo: lo que dicen cuando están a solas con él, lo que dicen a otros ante él y lo que dicen a sus espaldas. Esto le ayudará a buscar su rol. Es muy probable que los miembros del grupo o comunidad lleguen a confiar y valorar al investigador, a compartir con él pensamientos íntimos y a responder sus muchas preguntas. Todo esto es algo imposible para el investigador que tiene un contacto esporádico con la gente, que sólo aplica un cuestionario o hace una entrevista ocasional y trata la información con métodos cuantitativos. b) Recolección de la información. En la investigación etnográfica, la información que se busca es aquella que más relación tenga y ayude a descubrir mejor las estructuras significativas que dan razón de la conducta de los sujetos en estudio. Por esto, pueden ser muy relevantes los siguientes tipos de información: a) El contenido y la forma de la interacción verbal entre los sujetos. b) El contenido y la forma de la interacción verbal con el investigador en diferentes situaciones y en diferentes tiempos. c) La conducta no verbal: gestos, posturas, mímica, etcétera. d) Los patrones de acción y no acción: su comportamiento o pasividad. e) Los registros de archivos, documentos, artefactos y todo tipo de rastros y huellas. El etnógrafo utiliza, como técnica primaria para recoger la información, las anotaciones de campo tomadas in situ o, después del evento observado, tan pronto como le sea lógica y éticamente posible. Sin embargo, usa un amplio conjunto de técnicas para complementar y corroborar sus notas de campo: grabaciones de audio y de vídeo, fotografías, diapositivas, entrevistas estructuradas o no estructuradas, pruebas proyectivas, etc., todo de acuerdo con las sugerencias de cada circunstancia. En esta línea de trabajo, es fácil comprender que el etnógrafo a menudo tiene que tomar decisiones en cuanto a dónde ir, qué datos recoger, con quién hablar, etc. Al contrario de lo que ocurre en las investigaciones con diseños estructurados, aquí la información que se acumula y las teorías emergentes se usan para reorientar la recolección de nueva información; es decir, que se vive un pr oceso dialéctico. Esto no anula la sistematicidad de la investigación; al revés, exige un orden sistemático altamente fiel a la realidad que emerge del proceso de investigación. c) Nivel de objetividad. La investigación etnográfica alcanza un gran nivel de “objetividad”. Esto se debe a su enfoque fenomenológico, a su cuidadosa selección de las muestras que estudia, a la empatía que logra con los sujetos, a su buen nivel de confiabilidad y a su notable validez. El enfoque fenomenológico posee una refinada técnica que disciplina con rigor la subjetividad. Este enfoque considera las acciones humanas como algo más que simples hechos concretos que responden a las preguntas de quién, qué, dónde y cuándo algo fue hecho. Lo importante es el significado de la acción para su autor y la importancia que ésta tiene en su personalidad. La muestra de sujetos que se estudian más a fondo, se selecciona cuidadosamente. Éstos deben ser representativos, miembros clave y privilegiados en cuanto a su capacidad informativa. P or otro lado, esta información es interpretada después en el marco de la situación que la generó; y, para comprender esos significados ocultos o no expresados, el investigador debe lograr un buen nivel de empatía con los sujetos participantes en el estudio, algo muy diferente de las observaciones estandarizadas. Este esfuerzo mental por descubrir las acciones desde las diversas perspectivas que tienen los diferentes sujetos involucrados en el hecho, libra al investigador de caer en una subjetividad exagerada. Wilson, un etnógrafo educacional, ilustra lo anterior con un ejemplo extraído del ambiente escolar (1977, p. 259). En ese ambiente ocurren situaciones de agresión y, para estudiarlas, es fácil que se utilice, entre otras cosas, el hecho de que un alumno “golpee” a otro. El observador participante podrá comprender el mismo acto desde las diferentes perspectivas de todos los involucrados en él: Maestro: El observador puede comprender plenamente el fastidio del maestro contra estos estudiantes, su miedo de perder el control de la clase y su determinación de corregir esa conducta futura. Estudiantes involucrados: El observador puede comprender que ellos, quizá, perciben el hecho de golpear como un juego, que no desean interrumpir la clase, y su confusión ante la reacción del maestro. Otros estudiantes: El observador puede conocer qué estudiantes ven el golpear como un juego, quiénes lo ven como un desafío al maestro y quiénes lo ven de otra manera, como, por ejemplo, un acto específico de agresión. Es razonable esperar que todo científico que aplique este método disciplinado de investigación llegue a reunir la misma información y a concluir con los mismos resultados. Confiabilidad y Validez Confiabilidad Una investigación con buena confiabilidad es aquella que es estable, segura, congruente, igual a sí misma en diferentes tiempos y previsible para el futuro. La confiabilidad tiene dos caras, una externa y otra interna: hay confiabilidad externa cuando investigadores independientes, al estudiar una realidad en tiempos o situaciones diferentes, llegan a los mismos resultados; hay confiabilidad interna cuando varios observadores, al estudiar la misma realidad, concuerdan en sus conclusiones. Dada la naturaleza particular de la investigación etnográfica y la complejidad de las realidades que estudia, no es posible repetir o replicar un estudio en sentido estricto, como se puede hacer en muchas investigaciones experimentales. Debido a ello, la confiabilidad de estos estudios se logra usando otros procedimientos rigurosos y sistemáticos. Para alcanzar un buen nivel de confiabilidad externa, se aconseja (LeCompte y Goetz, 1982) recurrir, entre otras, a las siguientes estrategias : a) Precisar el nivel de participación y la posición asumida por el investigador en el grupo estudiado; cierta información puede ser diferente de acuerdo con el sexo de quien la dé (las mujeres pueden ocultar ciertos datos íntimos si el investigador, por ejemplo, es de sexo masculino); igual sucede si el investigador ha hecho amigos dentro del grupo; éstos le darán informaciones que no les dan otros. b) Identificar claramente a los informantes . Éstos pueden representar grupos definidos y dar información parcial o prejuiciada. Los miembros que simpatizan y colaboran más con los investigadores pueden ser, por esto mismo, miembros atípicos. Esta situación se puede advertir al hacer una buena descripción del tipo de personas que han servido como informantes. c) Un tercer elemento que puede influir en los datos etnográficos es el contexto en que se recogen. Debido a ello, conviene especificar el contexto físico, social e interpersonal de que se derivan. Esto aumentará la replicabilidad de los estudios etnográficos. d) Para que sea posible una cierta réplica es imprescindible la identificación de los supuestos y metateorías que subyacen en la elección de la terminología y los métodos de análisis. Los conceptos de “cultura”, “ciencia”, “método”, “análisis”, “dato”, “codificación” y muchos otros pueden diferir sustancialmente entre diferentes investigadores. e) Precisar los métodos de recolección de la información y de su análisis, de tal manera que otros investigadores puedan servirse del reporte original como un manual de operación para repetir el estudio. La replicabilidad se vuelve imposible sin una precisa identificación y cuidadosa descripción de las estrategias de procedimiento. La confiabilidad interna es también muy importante. En efecto, el nivel de consenso entre diferentes observadores de la misma realidad eleva la credibilidad que merecen las estructuras significativas descubiertas en un determinado ambiente, así como la seguridad de que el nivel de congruencia de los fenómenos en estudio es fuerte y sólido. Los etnógrafos suelen utilizar varias estrategias (LeCompte-Goetz, 1982) para reducir las amenazas que se le presentan a la confiabilidad interna: a) Usar categorías descriptivas de bajo nivel de inferencia , es decir, lo más concretas y precisas posible. Los datos son algo ya interpretado (Hanson, 1977); por esto, es conveniente que estén cercanos a la realidad observada: quién hizo qué cosa y en qué circunstancias. Los comentarios interpretativos pueden aña dirse, eliminarse o modificarse más tarde. Además, la mayoría de los autores coinciden en señalar que las etnografías ricas en datos primarios y frescos, que ofrecen al lector múltiples ejemplos extraídos de las notas de campo, son generalmente consideradas como más creíbles. b) El mejor aval para la confiabilidad interna de un estudio etnográfico es la presencia de varios investigadores . El trabajo en equipo, aunque es más difícil y costoso, garantiza un mejor equilibrio de las observaciones, los análisis y la interpretación. c) Pedir la colaboración de los sujetos informantes para confirmar la “objetividad” de las notas o apuntes de campo. Asegurarse de que lo visto o registrado por el investigador coincide o es consistente con lo que ven o dicen los sujetos del grupo estudiado. d) Utilizar todos los medios técnicos disponibles en la actualidad para conservar en vivo la realidad presenciada: grabaciones de audio y de vídeo, fotografías, diapositivas, etc. Este material permitirá repetir las observaciones de realidades que son, de por sí, irrepetibles, y que las puedan “presenciar” otros observadores ausentes en el momento en que sucedieron los hechos. Su aporte más valioso radica en que nos permiten volver a los “datos brutos” y poder categorizarlos y conceptualizarlos de nuevo. Validez. Una investigación tiene un alto nivel de validez si al observar, medir o apreciar una realidad, se observa, mide o aprecia esa realidad y no otra cosa. Este hecho constituye la validez interna. Hay también otro criterio de validez, la validez externa, que consiste en averiguar hasta qué punto las conclusiones de un estudio son aplicables a grupos similares. Si la confiabilidad ha representado siempre un requisito difícil para las investigacio nes etnográficas, debido a la naturaleza peculiar de éstas, no ha ocurrido lo mismo en relación con la validez. Al contrario, la validez es la fuerza mayor de estas investigaciones . En efecto, la aseveración de los etnógrafos de que sus estudios poseen un alto nivel de validez deriva de su modo de recoger la información y de las técnicas de análisis que usan. Esos procedimientos los inducen a vivir entre los sujetos participantes en el estudio, a recoger los datos durante largos períodos, revisarlos, compararlos y analizarlos de manera continua, a adecuar las entrevistas a las categorías empíricas de los participantes y no a conceptos abstractos o extraños traídos de otro medio, a utilizar la observación participativa en los medios y contextos reales donde se dan los hechos y, finalmente, a incorporar en el proceso de análisis una continua actividad de realimentación y reevaluación. Todo esto garantiza un nivel de validez que pocas metodologías pueden ofrecer. Sin embargo, también la validez es perfectible, y será tanto mayor en la medida en que se tengan en cuenta algunos problemas y dificultades que se pueden presentar en la investigación etnográfica. Entre otros, habrá que prestar especial atención a los siguientes: a) Puede haber un cambio notable en el ambiente estudiado entre el principio y el fin de la investigación. En este caso, habrá que recoger y cotejar la información en diferentes momentos del proceso. b) Es necesario calibrar bien hasta qué punto la realidad observada es una función de la posición, el estatus y el rol que el investigador ha asumido dentro del grupo. Las situaciones interactivas siempre crean nuevas realidades o modifican las existentes. c) La credibilidad de la información puede variar mucho: los informantes pueden mentir, omitir datos relevantes o tener una visión distorsionada de las cosas. Será necesario contrastarla con la de otros, recogerla en tiempos diferentes, etc.; conviene, asimismo, que la muestra de informantes represente en la mejor forma posible los grupos, orientaciones o posiciones de la población estudiada, como estrategia para corregir distorsiones perceptivas y prejuicios, aunque siempre seguirá siendo cierto que la verdad no es producid a por el ejercicio democrático en la recolección de la información general, sino por la información de las personas más capacitadas y fidedignas. d) En cuanto a la validez externa, es necesario recordar que a menudo las estructuras de significado descubie rtas en un grupo no son comparables con las de otro, porque son específicas y propias de ese grupo, en esa situación y en esas circunstancias, o porque el segundo grupo ha sido mal escogido y no le son aplicables las conclusiones obtenidas en el primero. Análisis de los “datos” El análisis de los datos y el desarrollo de una teoría cónsona y coherente con ellos, son parte esencial de toda investigación etnográfica. El etnógrafo no se precipita en aplicar teorías externas en la interpretación de sus datos; más que otros investigadores, se encuentra preparado para aceptar la posible unicidad del ambiente, grupo u organización estudiada. Sin embargo, conoce los resultados de investigaciones y teorías paralelas que le pudieran ayudar en la interpretación y comprensión de la suya; por eso, compara sus hallazgos con los de otros investigadores para corroborarlos o contrastarlos con los mismos. El desarrollo de una teoría basada con firmeza en los datos, y que emerja de ellos, no es fruto del azar; se logra mediante una descripción sistemática de las características que tienen las variables de los fenómenos en juego, de la codificación y formación de categorías conceptuales, del descubrimiento y validación de asociaciones entre los fenómenos, de la comparación de construcciones lógicas y postulados que emergen de los fenómenos de un ambiente con otros de ambientes o situaciones similares. Así, las proposiciones e hipótesis que dan fe de los datos y que los explican de manera adecuada, se van desarrollando y confirmando. Si en la investigación experimental se buscan unos datos para confirmar una teoría, aquí se busca una teoría que explique los datos encontrados; en efecto, la experimentación es una verificación de hipótesis, mientras que la etnografía trata de generar hipótesis o teorías. Los etnógrafos utilizan una gran variedad de estrategias para el análisis y la generación de teorías: depende de la naturaleza, el tipo y las variables que entran en juego en cada investigación. Entre las técnicas más comunes, LeCompte y Goetz (1982) enumeran los procesos inductivos y deductivos, los esfuerzos sistemáticos para generar modelos de procesos, los exámenes comparativos de inducción analítica, las técnicas de comparación constante, los análisis tipológicos, los sistemas enumerativos y los protocolos estandarizados. Generalización de los resultados La investigación etnográfica es en esencia una investigación idiográfica : trata de comprender la complejidad estructural de un entidad concreta, de una situación específica, de un grupo o ambiente particular. Por supuesto, en la medida en que estén bien identificados y descritos los métodos de investigación, las categorías de análisis y las características de los fenómenos y de los grupos, serán más confiables las comparaciones y las transferencias a otras situaciones y grupos. En cada estudio, una buena etnografía describe las estructuras o patrones “generales”, es decir, las regularidades dentro del sistema individual o social estudiado. Estas estructuras de funcionamiento, extraídas o formadas con el testimonio de informantes representativos del grupo, pueden “generalizarse”, por medio de una lógica inductiva, a todos aquellos miembros de la misma cultura que participan en la misma c lase de actividades. En último análisis, se podría decir que los trabajos etnográficos contribuyen en la búsqueda de más amplias regularidades de la conducta humana, en diferentes culturas o grupos ambientales, a medida que sus conclusiones se comparan y contrastan entre sí y con otros estudios. Como conclusión, se podría decir que la investigación etnográfica no constituye una nueva moda ni, mucho menos, una panacea; más bien, es parte de una tradición respetable de investigación que, por diferentes razones históricas, ha quedado durante algún tiempo fuera del enfoque clásico de investigar en varios campos de las ciencias humanas, a los cuales ahora se está llevando con plena justicia, con adecuado nivel de rigor y sistematicidad y con grandes promesas para el futuro de esas ciencias. Referencias Bibliográficas Atkinson, P. y Hammersley, M. (1994), Ethnography and participant observation. En Denzin, N. y Lincoln, Y. (eds), Handbook of qualitative research , cap. 15. Thousands Oaks, CA: Sage. Atkinson, P. y otros (2001). Handbook of ethnography. Thousands Oaks, CA: Sage. Barker, R. G. (1968). Ecological psychology. California: Stanford University Press. Bertalanffy, L. von (1981). 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De cara al futuro 7. Patrimonio Cultural Situación Actual En la ultima década ha habido un avance significativo en el tema del patrimonio cultural. Con la promulgación de la Constitución Política de 1991 y de la Ley General de Cultura, el Estado generó un nuevo marco general de actuación, al reconocer el carácter multiétnico y pluricultural de la Nación. Esta valoración hizo que el texto constitucional fuera explícito en la mención del patrimonio como un bien constitutivo de la identidad nacional, y de lo cultural como factor determinante “para la construcción de un país”, sin violencia ni discriminación, integrado y tolerante. La Ley General de Cultura obliga al Estado a la protección, conservación, rehabilitación y divulgación del patrimonio cultural, coordinando labores que habían desempeñado independientemente distintas instituciones públicas y privadas. La novedad está en el nuevo marco institucional constituido por el Ministerio de Cultura y en la obligatoriedad de incorporarse el tema al Plan Nacional de Desarrollo y a los planes de desarrollo departamentales y municipales. A su vez, mediante la Ley 388 de 1997 -o Ley de Planificación Urbana- se adoptan los planes de ordenamiento territorial, que buscan articular, por primera vez, la conservación del patrimonio y el desarrollo de las ciudades, así como contextualizar el patrimonio inmueble dentro de la totalidad del patrimonio cultural y fortalecer sus vínculos con los modos de vida de las comunidades. Entre los avances conceptuales que se pueden verificar a través de la legislación vigente, sin duda debemos nominar la introducción del término “bien de interés cultural” en reemplazo de monumento nacional, de manera que los valores que hoy soportan el reconocimiento del patrimonio cultural no tienen solamente una connotación ligada a lo grandioso y monumental, sino que decididamente se enfocan a su comprensión como producto de una dinámica social. Hoy en día existe una mayor conciencia en funcionarios y ciudadanos, la cual se manifiesta en los numerosos eventos, solicitudes, normativas, programas regionales y locales, así como en el incremento sostenido del tema al interior del gobierno, desde finales de la década de los ochentas, que se refleja en una mayor presencia institucional y en el incremento de recursos para acciones en el tema del patrimonio, tanto tangible como intangible. Actualmente, el país está viviendo una de sus peores crisis y, evidentemente, esta situación no genera un escenario fácil de actuación. Sin embargo, aunque la coyuntura actual podría calificarse como negativa, se ha perfilado un nuevo marco institucional y legal, que evidencia el desarrollo de la gestión del patrimonio cultural y sus potencialidades. Subir Instituciones Dirección de Patrimonio. Ministerio de Cultura La responsabilidad que el Estado tiene con relación al manejo del patrimonio cultural colombiano recae en el Ministerio de Cultura, y en particular en la Dirección de Patrimonio, que durante los últimos cinco años -a partir de la creación del Ministerio-, se ha empeñado en poner en marcha un proceso de revisión y evaluación de las políticas que han dirigido las acciones del Gobierno Nacional hasta el momento, con el fin de innovarlas, para que, con base en la experiencia resultado de un trabajo persistente de la administración pública -sobre todo en los últimos treinta años-, realmente puedan ser la carta de navegación que oriente las actuaciones que caractericen los inicios de este nuevo milenio. Sede Dirección Nacional de Patrimonio. Ministerio de Cultura. Foto Juan Pablo Miranda La Dirección de Patrimonio cuenta para el cumplimiento de sus funciones con cinco grupos, que realizan, entre otras, las siguientes actividades y programas: Grupo de Investigación Propone y desarrolla proyectos tendientes a la ampliación del conocimiento del patrimonio cultural del país. Sus principales acciones están enmarcadas en el campo de la valoración e inventario de los bienes de interés cultural, con el propósito de estructurar las bases documentales e históricas para su posterior protección, intervención y divulgación. El grupo se estructura en tres áreas principales, a saber: investigación, documentación e información. Sus líneas de investigación se constituyen a través de cinco áreas principales: urbana, arquitectónica, histórica, estética y técnica, dentro de las cuales se articulan los programas y proyectos coordinados por el grupo: Programa de Valoración e Inventario del Patrimonio Mueble e Inmueble Programa de Estudio y Propuesta de Declaratorias de Bienes de Interés Cultural Programa de Investigación Patrimonial Dirigida a la Inscripción de Sitios en la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco Programa de Servicio, Información y Difusión del Sistema de Información Patrimonial Programa de Investigación sobre el Patrimonio Inmaterial -con el apoyo de la Dirección de Etnocultura y Fomento Regional En la actualidad, el interés de la investigación patrimonial se centra en el estudio de nuevos sitios y bienes de interés cultural, tales como: obras de ingeniería, arquitectura moderna, arquitectura de pequeña escala y arquitectura vernácula, de los cuales existen pocos ejemplos en la Lista de Monumentos Nacionales. Como parte de su labor, este grupo ha puesto en marcha el Sistema de Información de Patrimonio, SIP, el Sistema Nacional de Planotecas de Arquitectura, el Sistema Nacional contra el Tráfico Ilícito de Bienes Culturales y un Banco de Imágenes con más de 50.000 unidades de información gráfica sobre el patrimonio cultural colombiano. Grupo de Intervención Asesora en la formulación, coordinación y ejecución de las políticas y los planes generales, en materia de intervención en los monumentos nacionales o bienes de interés cultural de carácter nacional. Cuenta con un equipo especializado en el área de la restauración y conservación, que realiza las funciones de supervisión ejecutiva de contratos de obras e interventorías, y presta la asesoría técnica a proyectos de tipo institucional y privado. Incentiva el interés de los entes territoriales, los institucionales y las comunidades locales para lograr su participación en los procesos de intervención de los bienes de interés cultural inmueble, e identifica las necesidades, prioridades y situaciones de emergencia de los bienes inmuebles declarados Monumento Nacional, con el fin de proponer a la Dirección de Patrimonio las políticas y proyectos de intervención. Adicionalmente, tiene la función de incentivar y asesorar en la realización de estudios de factibilidad económica para la conservación del patrimonio cultural, que lleven a la creación de empresas dedicadas al tema de la restauración y conservación. Los proyectos para la intervención de los monumentos nacionales han fomentado la creación de corporaciones y diferentes asociaciones, con el fin de contribuir a la sostenibilidad de los inmuebles, lo que repercute en el aprovechamiento de los recursos existentes. Grupo de Protección El Grupo de Protección de la Dirección de Patrimonio tiene la función de garantizar la conservación de los bienes de interés cultural muebles e inmuebles, a través del establecimiento de proyectos y acciones orientados a consolidar un manejo eficiente y sostenible, que incorpore el patrimonio cultural como factor estructurante para el país. La Ley 397 de 1997 determinó que con la declaratoria de un bien de interés cultural es necesario elaborar un plan especial de protección, que incluya la delimitación del área afectada, del área de influencia, del nivel permitido de intervención, de las condiciones de manejo y del plan de divulgación que asegure el respaldo comunitario a la preservación del patrimonio. El Grupo de Protección se encarga de promover, elaborar, y hacer el seguimiento y evaluar la aplicación de los planes especiales de protección. Los planes de ordenamiento territorial deben asumir como una de sus determinantes “las políticas, directrices y regulaciones sobre conservación, preservación y uso de las áreas e inmuebles considerados como patrimonio cultural de la Nación y de los departamentos -incluyendo el histórico, el artístico y el arquitectónico-, de conformidad con la legislación correspondiente”. Grupo de Formación Está encargado de facilitar el acceso de la población colombiana al conocimiento del patrimonio cultural, como mecanismo para valorarlo, protegerlo y difundirlo, fundamentado en los principios de descentralización, amplia cobertura y participación democrática, y orientado a crear conciencia en la comunidad, a recuperarla en otros sectores y a capacitar a los grupos dirigentes o ejecutores para su manejo. Desarrolla programas tales como Vigías del Patrimonio Cultural, que vincula a más de mil vigías y a 31 entidades de 12 departamentos del país; la Cátedra Itinerante, el Programa Pasantías Universitarias y el Premio Colombo Francés en Patrimonio -que busca cubrir los diferentes aspectos que conforman el patrimonio cultural de la Nación y construyen nuestra identidad, otorgando un reconocimiento a alguno de estos aspectos, donde participan las artes plásticas, la música, las danzas, la gastronomía y las tradiciones populares, entre otras. Bajo esta misión y teniendo en cuenta las funciones asignadas por el Ministerio de Cultura, la Constitución Política de Colombia, la Ley General de Educación (115 de 1994) y la Ley General de Cultura, el Grupo de Formación trabaja bajo dos propósitos fundamentales: la formación en favor del “patrimonio cultural” y la formación del “ciudadano”. Centro Nacional de Restauración Tiene la función de contribuir con el conocimiento, a través de la conservación, restauración e intervención sobre el patrimonio cultural mueble y su entorno, como mecanismo para valorarlo, reconocerlo, protegerlo y difundirlo a la población colombiana, dentro de los principios de descentralización, amplia cobertura y participación comunitaria, además de aportar los lineamientos metodológicos y técnicos para su conservación, mediante el desarrollo de proyectos de intervención integral. Realiza estudios diagnósticos y propuestas de intervención de los bienes muebles y trabaja en la restauración de bienes muebles declarados monumento nacional, en sus talleres de Bienes Gráficos y Documentales, de Textiles y de Pintura de Caballete. Brinda asesorías y asistencia técnica a dependencias del Ministerio de Cultura y otras entidades, como la Presidencia de la República, la Fiscalía General de la Nación, la Dian y la Fundación Humboldt, así como a diversos museos. Publica la revista “Restauración Hoy”, así como material de apoyo para la labor de otros centros y entidades que trabajan en este campo, tales como el Manual para el Cuidado de los Objetos -guía y orientación para el mantenimiento y conservación de las colecciones de bienes muebles-, la Guía Metodológica para el Inventario y Valoración de Bienes Inmuebles, y las Memorias del Seminario "Gestión y aplicación de estrategias para la conservación preventiva: hacia la formulación del Plan Nacional de Conservación Preventiva”. Instituto Colombiano de Antropología e Historia, ICANH El Instituto Colombiano de Antropología e Historia es una entidad de carácter científico y tecnológico, con autonomía administrativa, que realiza actividades de investigación en materia antropológica, arqueológica e histórica, propendiendo por el desarrollo, defensa, preservación, conservación y difusión del patrimonio cultural del país. Se ocupa no sólo de las minorías étnicas, como lo hizo durante tanto tiempo, sino que estudia fenómenos contemporáneos de trascendental importancia para comprender las dinámicas sociales del país. El estudio de los conflictos interétnicos, la violencia intrafamiliar, la colonización, los nuevos movimientos sociales, el desplazamiento forzado de poblaciones y temas similares, han convertido al ICANH en un centro de consulta y diagnóstico indispensable para el Estado colombiano, vital en el proceso de construcción de Nación. Sede Instituto Colombiano de Antropología e Historia. ICANH. Foto Juan Pablo Miranda El Instituto presta asesoría a entidades, organizaciones y al público en general, en temas relacionados con el patrimonio de la Nación. A continuación se enumeran algunos de los trámites que se realizan a través de esta dependencia, que tienen que ver con este tema: Solicitud de autorizaciones para la salida del país de réplicas de piezas arqueológicas que no constituyen parte del patrimonio cultural Solicitud de conceptos sobre proyectos e informes arqueológicos Registro sobre colecciones particulares e institucionales en la base nacional de datos Solicitud de rescates y salvamentos arqueológicos Solicitud de consultas y conceptos antropológicos Solicitud de licencias de exploración y excavación arqueológicas. Programa de Arqueología y Protección del Patrimonio Esta es una de las tres áreas del ICANH, que se encarga de organizar esfuerzos para la investigación científica, y la protección y la divulgación del patrimonio arqueológico nacional. Para ello realiza, evalúa, coordina, promueve y financia convenios interinstitucionales para llevar a cabo investigaciones arqueológicas; asesora a las autoridades locales y regionales en la labor de protección del patrimonio arqueológico, y a las autoridades ambientales en el proceso de otorgamiento de licencias ambientales para el desarrollo de obras de infraestructura; orienta a las casas de la cultura y a la Red de Museos en la conservación del material arqueológico; realiza el registro de los bienes del patrimonio arqueológico mueble e inmueble; guía al Consejo de Monumentos Nacionales y a las entidades territoriales y autoridades Indígenas sobre la declaratoria de sitios o áreas arqueológicas, y promueve la divulgación de investigaciones arqueológicas y de otros tipos de información relativas al patrimonio arqueológico. Este Programa también se ocupa de la conservación, preservación y mantenimiento de los tres parques arqueológicos responsabilidad del Instituto, dos de los cuales, San Agustín y Tierradentro, son Patrimonio de la Humanidad, y el tercero de ellos, Ciudad Perdida, ubicado en la Sierra Nevada de Santa Marta, está candidatizado como sitio sagrado por la Unesco, dadas sus características de biodiversidad y pluriculturalidad. El manejo de dichos parques se ha llevado a cabo, en buena parte, gracias a los recursos otorgados por la Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales, del Banco de la República. Los parques arqueológicos reciben un promedio de 100.000 visitantes anuales, tanto nacionales como extranjeros. El Programa de Arqueología y Protección del Patrimonio del ICANH -directamente o en colaboración con otras instituciones, con su equipo de nueve arqueólogos de planta y también con un número variable de investigadores contratistas-, formula, y realiza proyectos de investigación básica. Para fomentar y divulgar el patrimonio arqueológico, el Programa de Arqueología y Protección del Patrimonio del ICANH adelanta proyectos en los siguientes frentes: Elaboración de estudios de conservación, restauración, y mantenimiento de los vestigios arqueológicos y de los bienes en exhibición en las salas del Museo Nacional y en los parques arqueológicos de San Agustín, Tierradentro y Ciudad Perdida. Desarrollo de actividades de arqueología preventiva, en coordinación con autoridades ambientales, entidades territoriales y entidades públicas y privadas, que adelantan obras de infraestructura a nivel nacional. Difusión de la riqueza arqueológica y etnográfica a través de diferentes actividades: exposiciones permanentes y temporales, programas educativos especiales (conferencias, talleres), publicaciones y recursos audiovisuales dirigidos a público en general y especializado. Biblioteca Nacional La Biblioteca tiene como objetivos primordiales la recopilación y preservación del patrimonio bibliográfico y hemerográfico nacional, mediante la adquisición y conservación permanentes de las obras que constituyen ese patrimonio, garantizando la disponibilidad y el acceso a las generaciones presentes y futuras. Se incluyen dentro del patrimonio bibliográfico obras impresas como libros, publicaciones periódicas, material cartográfico, partituras de grabaciones sonoras, obras audiovisuales, software y bases de datos. La Biblioteca Nacional realiza tareas de identificación, localización y adquisición de obras, a través de la oficina de selección y adquisiciones, la cual desarrolla programas orientados a recuperar las obras por diferentes estrategias: compra, donación, canje, y depósito legal. Biblioteca Nacional de Colombia. Archivo Biblioteca Nacional de Colombia. Para garantizar la adquisición de este patrimonio, el Estado ha regulado el mecanismo a través de medidas legales y normativas, que dan carácter de obligatoriedad al acto de depositar los ejemplares en las cantidades, procedimientos y plazos fijados en la Ley, por parte de los editores y autores. La principal herramienta para la recuperación del patrimonio bibliográfico la constituye el Depósito Legal, por medio del cual todos los editores de obras impresas, productores colombianos de audiovisuales y fonogramas deben entregar a la Biblioteca Nacional ejemplares de obras, para su conservación y difusión. La Biblioteca Nacional de Colombia cuenta con un laboratorio de conservación, que garantiza la preservación del patrimonio bibliográfico, hemerográfico y en diferentes soportes, custodiado por la Biblioteca, mediante la aplicación de los procesos de conservación preventiva, conservación curativa, microfilmación y restauración, entre otros. Museo Nacional de Colombia En 1823, el Congreso de la República expidió la Ley de Creación del Museo de Historia Natural y Escuela de Minería, que en sus inicios contó con dos colecciones que agrupaban las más diversas piezas de zoología, mineralogía y botánica, y objetos de historia, arte y ciencia. 179 años después de creado, las colecciones del Museo Nacional ascienden a más de 20.000 piezas, símbolos de la historia y el patrimonio cultural nacionales: objetos de arqueología y de la etnografía indígena y afrocolombiana, testimonios de diferentes períodos de la historia nacional y obras artísticas que van desde la Colonia hasta el arte contemporáneo. Entre 1989 y 1990, el Museo formuló de manera sistemática, con la colaboración de expertos e historiadores, la museografía unificada en torno a un recorrido de la historia de la cultura nacional, con el objeto de recuperar el triple carácter original del Museo: ciencia, historia y arte. Hoy en día, el Museo Nacional posee tres colecciones que registran el pasado, presente y futuro del país. Museo Nacional de Colombia La Colección de Arqueología está constituida por cerca de 10.000 piezas que se empezaron a coleccionar como curiosidades en el siglo XVIII, como antigüedades en el siglo XIX y como resultado de una investigación sistemática a partir de las primeras décadas del siglo XX. Esta colección, además de ser testimonio de la conformación de las sociedades prehispánicas, es testimonio de la conformación de la antropología como disciplina en Colombia. La Colección de Historia se inició con la herencia que le legó la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada, que incluyó retratos de valor artístico y documental e instrumentos de interés científico; posteriormente, en los años de la Independencia, se sumaron trofeos de batallas, retratos de prohombres, armas, uniformes y objetos relacionados con los próceres. Esta colección se ha ido incrementando con las sucesivas donaciones y con el programa de adquisiciones que desde 1989 se orienta a completar diversos períodos carentes de testimonio dentro de la colección. Actualmente, las 35.000 piezas de incalculable valor patrimonial se clasifican dentro de las áreas de documentos históricos, elementos científicos, objetos testimoniales, numismática y la sección de historia del edificio. En 1880, entre los objetos que poseía el Museo Nacional, se registraban 77 pinturas de caballete, que incluían obras de Vásquez y Ceballos y de otros pintores de la Colonia. En 1948, las colecciones del Museo de la Escuela de Bellas Artes regresaron enriquecidas al Museo Nacional, pues las discusiones entre localistas y extranjerizantes, academicistas y modernos, indigenistas y esteticistas, habían propiciado la adquisición de obras de todas las tendencias. A partir de este año, el Museo propició la compra y donación de importantes colecciones y obras de artistas nacionales y extranjeros. Actualmente, la colección de arte asciende a más de 3.000 piezas que se encuentran clasificadas y catalogadas para efectos de investigación, dentro de las áreas de pintura de caballete, escultura, artes gráficas, artes decorativas y arquitectura. Archivo General de la Nación La Constitución Política de 1991, al consagrar el derecho a la información y el acceso a los documentos públicos, así como ciertas obligaciones del Estado, de sus funcionarios y de los ciudadanos en general -como los de enriquecer y conservar el patrimonio cultural de la Nación-, planteó nuevas exigencias a quienes producen y manejan la información de los entes públicos en el país. Es por ello que a partir de un concepto moderno del “archivo total”, los fondos del Archivo General de la Nación rescatan espacios y momentos tanto distantes como actuales de la memoria del país. El archivo cuenta con diversas secciones que recogen, entre otros documentos, originales de las constituciones colombianas, registros notariales, bulas papales, mapas de la República de Colombia elaborados por Agustín Codazzi, archivos de resguardos indígenas y archivos privados de personalidades del país. Archivo General de la Nación. Archivo Ministerio de Cultura. Recientemente algunas entidades públicas han transferido al Archivo sus documentos de carácter histórico, de tal manera que hoy se pueden ofrecer para consulta valiosos testimonios, que servirán al usuario para investigar acerca de periodos próximos de la historia, en especial los relativos a los siglos XIX y XX. Algunas de las entidades son: Academia Colombiana de Historia. Series documentales relativas a personajes nacionales como Enrique Olaya Herrera, Rafael Uribe Uribe, Francisco de Paula Santander, Simón Bolívar y Pedro Alcántara Herrán (1762 - 1960). Instituto Nacional de Vías (Invías). 33.186 planos originales de edificios nacionales (1911 - 1994). Ministerio de Defensa Nacional: hojas de vida de veteranos de la Guerra de los Mil Días (1888 - 1990). Ministerio de Minas y Energía. Licencias Mineras, aportes de minas y esmeraldas. Ministerio de Relaciones Exteriores. Correspondencia, legaciones varias, organismos internacionales, reseñas de pasaportes, Embajada de Colombia en Washington, expedientes de visas (1809 - 1965). Ministerio de Salud. Expedientes de Boticarios y teguas (1906 - 1988). Ministerio del Interior. Despacho del Ministerio, Oficina Jurídica, Asuntos Indígenas. (1949 - 1970). Museo de Desarrollo Urbano. 405 planos de Bogotá y sus diferentes barrios (1919 -1970). Presidencia de la República (Departamento Administrativo). Documentación sobre orden público y violencia en Colombia (1860 - 1930). Instituto Caro y Cuervo Desde su creación en 1942, el Instituto Caro y Cuervo viene adelantando una importante labor en la recuperación y conservación del patrimonio lingüístico del país, mediante la investigación y su difusión. El Instituto ha contribuido de manera significativa a la investigación del patrimonio lingüístico nacional. Las investigaciones editadas y publicadas por el Instituto son obras de gran importancia para la lingüística. Entre las obras de mayor proyección se encuentran: el Atlas Lingüístico y Etnográfico de Colombia, el Diccionario de Construcción y Régimen de la Lengua y la compilación de la bibliografía nacional, publicada periódicamente desde 1952 en el Anuario Bibliográfico Colombiano. Las publicaciones del Instituto pasan los 200 títulos, que abarcan especialmente los campos de la lingüística del español y de las lenguas indígenas, la filología, la bibliografía y la literatura colombiana. La Casa de Moneda Dependencia adscrita al Banco de la República, ubicada en una construcción colonial que data de 1960, alberga una importante colección integrada por monedas, medallas, billetes, títulos valores y documentos históricos significativos de la historia económica del país. La colección incluye también objetos e instrumentos que referencian los distintos avances en los procesos de amonedación, elementos que han hecho parte del proceso de elaboración de billetes como troqueles, matrices, punzones, máquinas y elementos de laboratorio. Sede Casa de la Moneda. Banco de la República Foto: Juan Pablo Miranda La Casa de la Moneda abrió sus puertas al público en el año de 1996, para exhibir de manera didáctica esta importante colección numismática, de gran valor patrimonial para el país. Centros de documentación de las artes Una visión actual del patrimonio considera que no sólo los bienes artísticos monumentales heredados del pasado -como las obras de arte escultórico y pictórico, o las grandes obras arquitectónicas- son considerados patrimonio cultural, sino que también lo constituyen las manifestaciones culturales intangibles como las tradiciones orales, la música, las representaciones escénicas, las festividades y las lenguas, así como las manifestaciones contemporáneas de la cultura, es decir, el trabajo reciente y actual de los creadores en lenguajes tradicionales -como innovadores-, o los procesos activos alrededor de formas de hacer y de conocer. El Ministerio de Cultura cuenta con tres centros de documentación artística que funcionan como unidades de la Dirección de Artes: Centro de Documentación Musical, creado en 1976, Centro de Documentación en Artes Escénicas, creado en 1996, y el Centro de Documentación en Artes Visuales, el cual inició labores en 1998. Los tres centros tienen como misión la recuperación, preservación, catalogación y difusión del patrimonio artístico colombiano en todas las formas expresivas y manifestaciones, en todo formato y soporte que registre su acontecer, como patrimonio artístico cultural y como testimonio artístico documental, en el campo de las artes. Para el cumplimiento de su misión, los centros de documentación recolectan y registran -mediante procesos biblioteconómicos-, originales, reproducciones y/o ediciones de expresiones artísticas de diversos géneros, estilos y características, en soportes de papel, audiovisuales, mecánicos, magnéticos, digitales, electrónicos y otros, en cualquier formato. Aportan al reconocimiento y valoración del patrimonio artístico, a través de proyectos de investigación que produzcan conocimiento y análisis para la fundamentación, apropiación y enriquecimiento del acervo documental artístico colombiano. Finalmente, también promueven la producción editorial escrita, sonora y visual y fomentan su difusión. En cuanto a los sistemas de recuperación y conservación, los centros realizan procesos de estabilización de soportes, intervención en documentos, recuperación, restauración, limpieza y encuadernación, evaluación de la afectación y control de agentes biológicos, condiciones físicoambientales, fisicomecánicas, extraordinarias, biológicas, luz y adopción de medidas de control preventivas. Unidad de Recursos Físicos e Inmuebles del Consejo Superior de la Judicatura Esta Unidad del Consejo Superior de la Judicatura tiene como función asesorar, coordinar, apoyar técnicamente y promover planes y programas para la adquisición, diseño, construcción, adecuación, conservación, remodelación y arrendamiento de inmuebles para la rama Judicial. La Unidad tiene la administración de los 180 inmuebles de la rama Judicial en el país, algunos de ellos en centros históricos y susceptibles de ser incluidos en programas de restauración. En el campo del patrimonio inmueble, la Unidad restaura locaciones de valor histórico, de acuerdo con las directrices generales del Consejo de Monumentos Nacionales, y mediante licitación pública contrata la administración y ejecución de los trabajos de restauración requeridos. Fundación Cinemateca del Caribe La Fundación Cinemateca del Caribe es una organización de la sociedad civil, con una propuesta cultural que funciona con criterio empresarial, sin ánimo de lucro, para prestar, mediante programas y proyectos que cumplen una función social, servicios orientados a la concreción de los siguientes objetivos estratégicos: Fortalecimiento de la identidad cultural del Caribe, a través del rescate, la restauración, la conservación, la circulación y la investigación sobre el patrimonio audiovisual de la región, el país y el área del Caribe. Apropiación social de la cultura audiovisual, por medio de la exhibición, las publicaciones, la realización de eventos, la creación de redes y el activismo en el sector audiovisual. Formación del recurso humano audiovisual, partiendo de alianzas y convenios con universidades y centros de investigación nacionales y extranjeros, apuntando a la creación del Centro de Capacitación Audiovisual del Caribe. Los servicios que la Cinemateca ofrece, articulados a su propuesta de desarrollo cultural, reúnen los estándares de calidad, conocimientos, experiencia y especificaciones técnicas de un público especializado, así como la valoración del significado que tiene para la historia y la vida de la región Caribe colombiana la conservación, archivo y circulación de su patrimonio audiovisual. Durante su primer período de existencia (1986 - 1990), la Fundación Cinemateca del Caribe centró sus esfuerzos en la promoción de la cultura audiovisual y se dedicó a la exhibición del mejor cine nacional y extranjero. En el período siguiente (1990 - 1998), se ocupó del rescate, la restauración y la conservación del patrimonio audiovisual de la región y el país. Finalmente, a estos propósitos se sumó el de capacitar y formar el recurso humano audiovisual en los últimos años. En el año 2000, la Cinemateca adecuó sus instalaciones y adquirió tecnología moderna, con el apoyo de Findeter y de la Gobernación del Atlántico, lo cual le facilita su inserción en el mercado audiovisual del Caribe: equipos de restauración y limpieza, copiado, filmación, edición, comunicación, sistemas y exhibición al aire libre, que le permiten ampliar sus objetivos estratégicos y realizar las actividades que le demanda su función social, en el campo de la cultura audiovisual. Subir Organismos Asesores Consejo de Monumentos Nacionales El Consejo de Monumentos Nacionales, en su calidad de órgano asesor, está encargado de orientar al Gobierno Nacional y al Ministerio de Cultura en el diseño de las políticas estatales del patrimonio cultural, con los objetivos de la protección, conservación y rehabilitación, y la divulgación de dicho patrimonio. De acuerdo a las disposiciones legales, está integrado por: El ministro de Cultura -o el funcionario que delegue-, quien lo preside El ministro de Desarrollo El ministro de Medio Ambiente El decano de la facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia El presidente de la Academia Colombiana de Historia, o su delegado El presidente de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, o su delegado El director general del Instituto Colombiano de Investigación Cultural Cuatro expertos distinguidos en el ámbito de la conservación de patrimonio cultural, designados por el ministro de Cultura El director de la Dirección de Patrimonio del Ministerio de Cultura, quien participará en las sesiones con voz, pero sin voto. El Consejo también define criterios para la declaratoria de los bienes de interés cultural; estudia y emite conceptos previos al Ministerio de Cultura, para la declaratoria y revocatoria de Monumentos Nacionales o de interés cultural del orden nacional; y define las reglas sobre composición, funciones, régimen de sesiones y competencia de los centros filiales en los departamentos y distritos. El Consejo de Monumentos Nacionales estudia y conceptúa proyectos de decretos reglamentarios y modificaciones a la legislación vigente -en el tema de patrimonio-, y asesora al Ministerio de Cultura en lo concerniente a este tema. En el ultimo año, el Consejo emitió 22 conceptos favorables para la declaratoria como Bien Público de Interés Cultural, y estudió 99 resoluciones sobre intervenciones de Monumentos Nacionales. Centros filiales del Consejo de Monumentos Nacionales Fueron creados mediante el Decreto 264 de 1963 y constituyen el instrumento por medio del cual el Consejo de Monumentos Nacionales amplía y precisa su cobertura de órgano asesor a nivel nacional. Las filiales están encargadas de asesorar a los entes territoriales en el manejo, defensa, protección y preservación de los bienes integrantes del patrimonio cultural de la Nación, que se encuentren localizados dentro de su jurisdicción. Debido a su creación en diferentes años, y atendiendo las necesidades de los diferentes departamentos, su conformación varía. Sin embargo, se tiene una conformación básica, así: El gobernador del departamento o su delegado El delegado del Consejo de Monumentos Nacionales El presidente de la Sociedad Colombiana de Arquitectos del departamento El presidente de la Academia de Historia del Departamento El delegado del sector académico (depende de las universidades existentes en el departamento) Los delegados de los diferentes sectores privados asociados al apoyo cultural (oficinas de turismo, casas de cultura, fundaciones sin ánimo de lucro, entre otras) El delegado de Planeación Departamental. Actualmente existen catorce filiales conformadas, que se hayan ubicadas en los departamentos de Antioquia, Atlántico, Bolívar, Boyacá, Caldas, Cauca, Córdoba, Huila, Magdalena, Nariño, Norte de Santander, Santander, Tolima y Valle del Cauca. Comisión de Antigüedades Náufragas La Comisión de Antigüedades Náufragas, adscrita al Ministerio de Cultura, fue creada en 1984, con el objeto de prestar asesoría al gobierno en la adecuada coordinación de estudios y preparativos tendientes a la recuperación y rescate de antigüedades náufragas. Hacen parte de ella el ministro de Cultura -o su delegado-, quien lo preside, el director del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República, el director de la Dirección General Marítima y Portuaria Dimar-, una persona designada por el Presidente de la República -escogido de ternas presentadas por las universidades del país, que cuenten con facultad de antropología o arqueología, a razón de una terna por universidad- y tres expertos designados por el Presidente. Esta comisión se ocupa, además, de conceptuar sobre el otorgamiento de permisos de exploración marítima, sobre la manera de adelantar estudios arqueológicos e históricos para efectos de rescate o recuperación de antigüedades naufragas, y sobre el uso o destinación que haya que darle a las antigüedades náufragas rescatadas. Comité Nacional de Arqueología Preventiva, Conap El Conap es un comité asesor del ICANH, de carácter científico y técnico, sin ánimo de lucro, creado mediante Resolución 0282 del 3 de abril de 1997 de Colcultura, con el propósito de fijar parámetros de implementación, ejecución y evaluación de estudios sobre impacto de obras de infraestructura al patrimonio arqueológico, para elevar y controlar la calidad científica y técnica de dichos estudios, e igualmente para preservar el patrimonio cultural de la Nación. El Instituto Colombiano de Antropología e Historia, a través de la División de Arqueología, está encargado de reglamentar, conformar y establecer el funcionamiento del Conap, según sus necesidades y obligaciones estatutarias, con la participación de los diferentes entes estatales, particulares e instituciones que se encuentren vinculadas de manera directa o indirecta en la preservación del patrimonio cultural de la Nación. El Conap está integrado por el jefe de la División de Arqueología del ICANH, un representante de las universidades públicas o privadas con departamento de antropología, un representante de los museos arqueológicos oficiales, un representante de las entidades oficiales de investigación, un representante de las entidades privadas de investigación y un representante del Ministerio del Medio Ambiente. Subir Asociaciones y Agremiaciones Existen en el país varias agrupaciones de profesionales en campos relacionados con el patrimonio, tales como antropología, restauración, arquitectura y arqueología, que aglutinan a profesionales, investigadores y académicos con el objeto de promover la consolidación del ejercicio profesional, y fomentar la investigación y la comunicación entre entidades, comunidades académicas y sectores afines. Algunas de estas asociaciones se han conformado como entidades sin ánimo de lucro y desarrollan una programación continua de actividades. Sociedad Colombiana de Arqueología Se constituye como una entidad de derecho privado sin ánimo de lucro, el día 7 de diciembre de 1997, en el marco de la celebración del VIII Congreso Nacional de Antropología en Colombia, realizado en la Universidad Nacional, en su sede central de la ciudad de Bogotá. Dicha institución se creó con el objetivo de establecer un foro para la comunicación entre los arqueólogos y antropólogos colombianos, para la divulgación de las actividades científicas relacionadas con la investigación, la docencia y la extensión de la arqueología y la historia prehispánica de esta importante región de América. La SCA promueve dichas actividades por medio de su revista Arqueología del Area Intermedia y del Boletín Virtual SCAnet. Igualmente, organizando, promoviendo y apoyando diversas actividades relacionadas con la práctica y la divulgación del quehacer arqueológico (congresos, seminarios, conferencias, talleres, simposios, charlas y exposiciones). Sus miembros trabajan en diversas organizaciones de tipo académico, gubernamental, no gubernamental y firmas privadas. La SCA representa una de las organizaciones latinoamericanas interesadas en el estudio, rescate y conservación del patrimonio arqueológico e histórico de los colombianos, con base en la implementación de metodologías modernas de investigación. Sociedad Colombiana de Antropología La Sociedad Colombiana de Antropología, constituida en 1969, es una entidad de carácter científico, cultural y profesional, con patrimonio propio y personería jurídica, que propende por el progreso de los estudios de la antropología en Colombia. Entre sus propósitos principales está incrementar la comunicación científica entre los investigadores y profesionales que trabajan en las diversas ramas de la antropología en Colombia, así como la comunicación a nivel internacional, a través de congresos, seminarios, conferencias, colaboraciones escritas y otras formas. Esta entidad también estimula la publicación y divulgación de los trabajos de investigación antropológica, colabora con los centros oficiales y particulares encargados de la docencia en el país, emite conceptos sobre asuntos de carácter antropológico a los que le sometan entidades públicas o privadas -cuando así lo resuelva la Sociedad- y propende por la defensa del ejercicio profesional de la antropología en el país. Sociedad Colombiana de Restauradores de Bienes Muebles La SCR es una corporación civil sin ánimo de lucro, fundada en 1998, que tiene por objeto agrupar a los restauradores de bienes muebles, para propiciar el estudio, fomento y difusión de la restauración, preservar la ética profesional, y orientar las relaciones con el Estado en su ámbito nacional y regional, con los restauradores de bienes muebles entre sí, y de éstos con la comunidad. La SCR tiene como propósitos liderar la vinculación del restaurador de bienes muebles al contexto político y laborar desde los distintos sectores públicos y privados comprometidos con la investigación, conservación y restauración del patrimonio cultural. Así mismo, propende por la cohesión del gremio desde los principios éticos y profesionales, para que esta comunidad ofrezca respuestas que demandan inversión social, en la salvaguarda del patrimonio cultural esencial para la sociedad colombiana. Para el logro de sus objetivos, la SCR adelanta actividades de capacitación y actualización profesional, mediante el establecimiento de contactos y relaciones con centros educativos y con instituciones responsables de la conservación del patrimonio cultural, ya sean nacionales o extranjeras; promueve la realización de eventos nacionales e internacionales en el campo de la restauración de bienes muebles; propicia la adopción de un código de ética profesional y propende por su cumplimiento entre los miembros de la sociedad; y fomenta la agrupación y asociación de restauradores de bienes muebles en todo el territorio nacional. Subir Instituciones de Conservación y Restauración Laboratorio Biblioteca Nacional de Colombia. Archivo Biblioteca Nacional de Colombia. Laboratorio de Restauración y Conservación del Archivo General de la Nación En este laboratorio se adelantan múltiples programas destinados a perpetuar en óptimas condiciones los documentos históricos, así como los que produce la administración contemporánea. Se llevan a cabo rigurosas investigaciones tendientes a definir métodos y materiales, para detectar y controlar factores de deterioro de origen: ambiental (humedad relativa, luz, temperatura, contaminantes atmosféricos), biótico (hongos, bacterias, insectos, roedores) o antropogénico (sistemas de depósito indebidos, incorrecta manipulación, carencia de medidas de limpieza, oxidación y daños mecánicos por la utilización de instrumentos o materiales no apropiados para su conservación). En el laboratorio se cuenta con instrumentos y equipos especializados para estudiar la composición estructural, los procesos de elaboración y el comportamiento físico y mecánico de los diferentes soportes. De igual manera, se trabaja en la elaboración de catálogos generales de papeles y de tratamientos particulares, según sus características; se adelanta un catálogo general de marcas de agua que permite disminuir tiempos de análisis en el laboratorio y dar soluciones de calidad a corto plazo. Entre sus funciones se encuentran las siguientes: Desarrollo y aplicación de métodos de conservación preventiva, para el mantenimiento de los fondos documentales del Archivo (diagnóstico, limpieza, almacenamiento, control de condiciones ambientales, control de plagas, atención y prevención de desastres) Desarrollo del programa de intervenciones en conservación y restauración Desarrollo del programa de intervenciones en conservación y restauración Realización de programas de asistencia técnica, asesoría y capacitación de distintos archivos del país. El Laboratorio cuenta con un equipo interdisciplinario de profesionales altamente calificados (restauradores, químicos, biólogos), así como con equipos que permiten realizar los procesos con alta tecnología. Laboratorio de Intervención de Objetos de Patrimonio Mueble del Valle del Cauca El Laboratorio de Intervención de Objetos tiene su sede en el Museo La Tertulia, en la ciudad de Cali. Fue creado con el objeto de adelantar procesos de conservación preventiva y de restauración a las obras de las colecciones que posee el Museo. Este laboratorio ofrece servicios especializados a museos y coleccionistas, pues es uno de los pocos que existe en el país. Laboratorio de Conservación de Documentos en el Centro de Investigaciones y Papel de la Universidad Industrial de Santander Este es un laboratorio que orienta su trabajo al análisis, los estudios y la realización de procesos de conservación de documentos históricos, haciendo especial énfasis en documentos del departamento de Santander. El laboratorio se encuentra inscrito dentro del Cicelpa (Centro de Investigación de la Pulpa y el Papel) de la Universidad Industrial de Santander, UIS. Subir Lugares Declarados Patrimonio Cultural de la Humanidad El Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco, reunido el 6 de Diciembre de 1995 en Berlín, tomó una decisión final con respecto a los sitios colombianos propuestos, aceptándolos dentro de la Lista de Patrimonio Mundial. Actualmente, Colombia tiene cinco sitios en la lista: Cartagena de Indias (1984), Parque Nacional de los Katíos (1994), los parques arqueológicos de San Agustín y Tierradentro, y el Centro Histórico de Santa Cruz de Mompox (1995). Este reconocimiento mundial del patrimonio del país reafirma la responsabilidad de Colombia de proteger, preservar y difundir la información sobre la riqueza natural, cultural y artística, como legado para futuras generaciones. La Lista de Patrimonio Mundial debe reflejar la diversidad humana en lo sociológico, lo estético, lo natural, lo intelectual y lo religioso. La idea es seleccionar sitios que sean representativos de la gran variedad y riqueza de nuestras culturas en los diferentes periodos históricos, incluyendo naturalmente los que todavía hoy prosperan. Parque Nacional Natural Los Katíos -Antioquia, Chocó Declaratoria: Resolución 002 del 12-03-1982 Parque Nacional los Katios Archivo. Dirección de Patrimonio. Ministerio de Cultura. La región de Urabá estuvo habitada tradicionalmente por los indígenas Cuna, quienes fueron desplazados por los Katío - Emberá o Emberá - Katío, de quienes tomó su nombre el parque. Las expediciones de los conquistadores españoles Rodrigo de Bastidas, Alonso de Ojeda y Vasco Núñez de Balboa llegaron a la zona en 1501. El parque, que está localizado en los municipios de Riosucio (Chocó) y Turbo (Antioquia), y se extiende hasta el Darién panameño, se encuentra en la zona de convergencia intertropical, donde los vientos alisios del nordeste y del suroeste condicionan las épocas de lluvias, convirtiendo al río Atrato en uno de los más caudalosos del mundo. Se distinguen tres sectores principales: uno montañoso o de colinas -conformado por las estribaciones meridionales de la Serranía del Darién-, uno de planicies y otro de terrenos pantanosos. Dentro de los sitios de interés turístico se encuentran las cascadas de Tilupo y Tendal, y los altos de Guillermina y Limón. En este lugar parece haber tenido origen un número apreciable de especies animales y vegetales, que luego se expandieron hacia las selvas húmedas de Panamá y Costa Rica. Hay una gran variedad de flora (gramolote, arracacho, chachafruto, guamos, yarumos, entre otros) y de fauna (puma, pantera, manatí, oso andino, zorro), dentro de la que se calculan unas 400 especies de aves y unas 60 de peces, algunas de éstas endémicas. En razón a su valioso ecosistema y a su singularidad, el parque fue inscrito en la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco, en 1995. Fuente: CASTILLO MUÑOZ, Pablo. El Espectador, Monumentos Nacionales, Parque Nacional Natural Los Katíos. 1997. Parque Arqueológico de Tierradentro -Belalcázar e Inzá, Cauca Declaratoria: Decreto 774 del 26-04-1982 Zona Arqueológica de Tierradentro. Cauca. Archivo. Dirección de Patrimonio. Ministerio de Cultura. La región arqueológica de Tierradentro recibió este nombre de los soldados españoles al mando de Sebastián de Belalcázar, quienes a principios del siglo XVI encontraron obstáculos en la penetración conquistadora, debido a la conformación montañosa y quebrada del terreno, a sus ríos profundos y caudalosos, y a la oposición de los indios Paeces. Localizada en la cordillera Central, comprende una superficie de 1.900 kilómetros cuadrados. El núcleo de los vestigios arqueológicos abarca los actuales municipios de Inzá y Belalcázar, en especial los alrededores de San Andrés de Pisimbalá, donde se encuentran las principales necrópolis, y donde se limitó el actual Parque Arqueológico, inscrito en la lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad de la Unesco, en 1995. El sacerdote español Fray Juan de Santa Gertrudis, quien visitó la región en 1756, fue el primero en escribir sobre la presencia de tumbas indígenas en la zona, en su libro Maravillas de la naturaleza. En los ritos funerarios de esta cultura se han encontrado dos fases. El entierro primario, que comprendía la construcción de una sepultura -algunas eran unos pequeños fosos cilíndricos donde apenas cabía el cuerpo flexionado, dentro de la cual se colocaban algunos objetos de su pertenencia y alimentos para el paso hacia la nueva existencia- y la segunda parte del ritual, que se cumplía cuando los huesos, ya desencarnados, eran trasladados a nuevas sepulturas de mayores dimensiones, llamados hipogeos, que servían para el entierro colectivo de un grupo humano, diferenciado socialmente. Las paredes y el techo estaban recubiertas de tierra blanca, sobre la cual se pintaban líneas paralelas, cuadrados y rombos concéntricos, en colores rojo y negro. Este tipo de decoración explica un acontecer cíclico de muerte y renovación. La línea recta predominante en el diseño de esta decoración interna es interrumpida por algunas figuras humanas de grandes proporciones, con los brazos en alto, o por círculos concéntricos como representaciones solares, medialunas y lagartijas. En algunos de estos hipogeos la decoración de negro y rojo indica los elementos de unión entre vigas y columnas, y el diseño de rombos concéntricos es igual al resultado del entretejido de fibras vegetales utilizado en las construcciones indígenas, lo que hace pensar que se trata de la representación de la vivienda que tuvieron estos habitantes de Tierradentro mientras vivieron. Fuente: CASTILLO MUÑOZ, Pablo. El Espectador, Monumentos Nacionales, Parque Arqueológico de Tierradentro. 1997. Parque Arqueológico de San Agustín -San Agustín, Huila Declaratoria: Decreto 774 del 26-04-1993 Zona Arqueológica San Agustín. Huila. Archivo. Dirección de Patrimonio. Ministerio de Cultura. El Parque Arqueológico de San Agustín, pueblo de escultores del que no se sabe con certeza sus orígenes ni sus motivos de dispersión, fue inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco, en 1995. Existen varias teorías sobre sus inicios; incluso, que fueron influencias mayas, olmecas y de Teotihuacán, que llegaron en tempranas épocas hasta el macizo colombiano. Se asevera también que fue el centro matriz desde donde se irradiaron las culturas del sur y del norte. Lo cierto es que debieron permanecer en esta zona durante varios siglos, de otra manera no se explicarían las diferentes épocas estilísticas en su obra escultórica, las cuales, según las pruebas realizadas con el Carbono 14, datan del siglo VI a.c., hasta la más reciente, del siglo XII d.c. Varios investigadores suponen que el pueblo de San Agustín, presionado por invasores belicosos, se dispersó por los ríos y caminos del oriente hacia la Amazonía y la Orinoquía. En su huida, los vestigios permanecieron ocultos en la selva de bosque tropical. El arte de San Agustín, en un proceso de 2.000 años, expresa y contiene significados y simbologías comunes a varias colectividades indígenas de América. Aunque el aspecto de mayor importancia en San Agustín es su obra escultórica, no se deben olvidar las construcciones funerarias, los montículos artificiales, y los adoratorios o tumbas en forma de dolmen. Es importante destacar los lugares de Mesita, Lavapatas, el Alto de los Idolos, el Alto de las Piedras, Quinchana y el Vegón. Fuente: CASTILLO MUÑOZ, Pablo. El Espectador, Monumentos Nacionales, Parque Arqueológico de San Agustín. 1997. Cartagena de Indias, siglos XVI, XVII, XVIII, XIX Declaratoria: Ley 163 de 1959 Vista aérea Cartagena amurallada. Archivo Dirección de Patrimonio. Ministerio de Cultura. La ciudad de Cartagena de Indias, localizada sobre la costa Caribe de Colombia, fue declarada Sitio de Patrimonio Mundial en 1984, por su legado arquitectónico, histórico y cultural. Diversas tribus indígenas antiguas estaban establecidas en el territorio que bordeaba la Bahía de Cartagena, el cual fue inicialmente explorado por Rodrigo de Bastidas en 1501 y luego conquistado por Pedro de Heredia, quien el 1 de junio de 1533 oficialmente fundó la ciudad e implantó su diseño urbano. Rápidamente se convirtió en un puerto de importancia para los comerciantes de la época, lo cual atrajo piratas y corsarios que la atacaron constantemente, afectando su desarrollo hasta principios de siglo XVII, cuando finalmente se construyeron las famosas murallas. Desde 1535 hasta 1625, varias ordenes religiosas establecieron sus instalaciones en la ciudad, construyendo iglesias y conventos. Las iglesias de Santo Domingo (1579), San Agustín (1582) y San Francisco (1590), así como las escuelas jesuitas de San Diego, Santa Clara, Santa Teresa, La Merced y Santa Cruz de la Popa, fueron decisivas en la consolidación del contexto de la ciudad. Con el paso del tiempo, estos edificios cayeron en manos del gobierno civil, convirtiéndolos en hospitales, escuelas públicas y edificios oficiales. La arquitectura doméstica, por otro lado, se ha mantenido invariable desde tiempos coloniales. Las casas de habitación tradicionales de Cartagena, de uno o varios pisos, fueron construidas alrededor de un patio central, con balcones en madera y ventanas altas, con persianas que abren hacia la calle. En casas de dos pisos en las que resaltan circulaciones privadas y torres de observación hacia el océano, los primeros pisos fueron utilizados como almacenes y depósitos, con los pisos superiores reservados para habitaciones. Santa Cruz de Mompox, Bolívar, 1537 - 1540 Declaratoria: Ley 163 de 1959 Vista aérea Centro Histórico de Mompox Archivo Dirección de Patrimonio. Ministerio de Cultura. Mompox fue fundado como villa en 1540, por Juan de Santa Cruz, Gobernador de Cartagena de Indias, de quien deriva su nombre. La ubicación estratégica, cerca a la confluencia de los ríos Magdalena y Cauca, generó su importancia comercial durante el período colonial, debido a que se convirtió en puerto temporal para las embarcaciones que viajaban desde la costa norte hacia el interior. La arquitectura residencial y religiosa se ha conservado como testimonio, gracias al interés de sus pobladores, reflejando el estilo tradicional que se dio en todos los poblados de la Nueva Granada. Las iglesias y conventos construidos por Agustinos, Dominicos, Franciscanos y Jesuitas, fueron básicos para definir la morfología actual de Mompox. El primer tercio del siglo XIX fue testigo del período de decadencia del pueblo, debido al cambio de curso del río Magdalena, que disminuyó el tráfico fluvial hacia Mompox y estimuló el nacimiento de puertos alternos. El aislamiento económico continuó durante el siglo XX, ocasionando, paradójicamente, la preservación total del patrimonio arquitectónico, hecho que lo elevó en 1995 a la categoría de Patrimonio de la Humanidad. Este galardón convirtió a Mompox en una atracción importante como centro cultural y turístico, estimulando la dinámica social y la renovación económica. Subir Conjuntos Urbanos Históricos Centro Histórico Ambalema, Tolima, siglo XVIII Declaratoria: Decreto 776 del 2-04-1980 Centro Histórico de Ambalema. Archivo Dirección de Patrimonio. Ministerio de Cultura. Según las crónicas realizadas por los españoles a su llegada al Alto Magdalena, en el siglo XVI, Ambalema se reconoció como “Pueblo de Indios”. La tribu de Ambalema, que habitaba parte de esta región, fue dada en encomienda el regidor Francisco Pardo hacia 1570. Posteriormente, fue repartida en tres encomiendas localizadas sobre la margen occidental del río Magdalena, conservando, sin embargo, la unidad del grupo social. A comienzos del siglo XVII, el visitador Lesmes Espinoza llegó a esta región de encomiendas y ordenó la fundación de un poblado donde se debería reunir a los indios de Ambalema. Así, el 15 de agosto de 1627, al parecer sin ceremonia de fundación, se eligió el sitio que ocupaba la encomienda de Tomás de Bocanegra, pues “tenía una iglesia de madera y paja, y un llano grande para poblar”, y se comenzó la construcción del nuevo poblado. Durante el siglo XVII, el núcleo urbano estaba constituido por viviendas de paja y bahareque, que se fueron construyendo lentamente, sin llegar a conformar una estructura urbana colonial importante que fuera reconocida como villa o ciudad. Ambalema se reconoce en la historia colombiana como la Ciudad del Tabaco, ya que allí se producía y procesaba dicha planta. La actividad tabacalera marcó el desarrollo de la ciudad, influyendo directamente en su proceso de consolidación urbana, ya que implicó que tanto sus habitantes como la mayoría de sus construcciones se dedicaran a esta industria. El 17 de septiembre de 1825 ocurrió un gran incendio que destruyó por completo la ciudad que ya comenzaba a crecer en el ámbito de la producción agrícola. Aunque parece ser un hecho contradictorio, dicha catástrofe favorece la primera época de bonanza económica para Ambalema, pues la población se trasladó más cerca de la factoría de tabaco, para desde allí poder “tener un mayor contacto y vigilancia de los intereses tabacaleros de la República”. La nueva población se ubicó en una zona definida al norte y sur por dos pequeñas corrientes de agua (hoy los zanjones de Los Muertos y de La Esperanza), hacia el oriente por el río Magdalena, y hacia el occidente por una pequeña elevación topográfica (hoy “El Alto”). En esta nueva zona se fueron asentando comerciantes, peones y navegantes, y la región se constituyó en un área rural de grandes haciendas para el cultivo del tabaco. Fuente: Colcultura. Ambalema, Estudio de Diagnóstico. Bogotá. Pág. 4-8. 1995 - 1997. Centro Histórico de Barichara, Santander, 1705 - 1741 Declaratoria: Decreto 1654 del 3-08-1978 Centro Histórico Barichara. Archivo Dirección de Patrimonio. Ministerio de Cultura. El origen de Barichara -o Barachala en el idioma guane (lugar bueno para el descanso)-, se debe a la supuesta aparición, en 1702, de una imagen de María Inmaculada en una piedra, que estaba en el solar de la casa del señor Pedro Salgado y junto a una pequeña fuente, cuyas aguas caían a la quebrada de Barichara. Este señor, movido por su sencilla devoción, comenzó el culto a Nuestra Madre Celestial, hasta que logró que se construyera una capilla de rejas y tapia, cubierta de teja para venerarla en ella. El hecho fundamental para la fundación de Barichara fue la compra del terreno para erigir la ciudad, que hizo don Francisco Pradilla y Ayerbe a doña María de Soto, el 20 de enero de 1741. Se inserta en una topografía muy irregular de grandes pendientes, con una trama ortogonal de manzanas cuadradas, que obedece a las ordenanzas de las Leyes de Indias, estructuradas según caminos principales, calles, plazas y solares, siendo los accidentes geográficos que la circundan limitantes para su crecimiento. Barichara posee espacios (plazas y plazuelas) que generan cambios en la continuidad de las calles, trazadas en sentido norte - sur y oriente - occidente, y conformada por volúmenes escalonados. El tipo básico de construcción en las edificaciones repetibles de Barichara se deriva del sistema constructivo del muro en tapia pisada, la estructura de cubierta en madera rolliza y la cubierta en teja de barro. Fuente: PATIÑO DE BORDA, Mariana. Monumentos Nacionales. Sector antiguo de la Ciudad. Barichara. Bogotá: Colcultura. Pág. 35. 1983. / Colcultura, Subdirección de Patrimonio. Patrimonio Urbano en Colombia. Bogotá, Pág. 113, 1997. Centro Histórico de Concepción, Antioquia, 1770 Declaratoria: Resolución 1617 del 26-09-1999 La población tuvo su origen a principios del siglo XVIII, cuando varios españoles, acompañados de negros esclavos, se establecieron en estos parajes para dedicarse a la explotación del oro. Las riquezas de sus yacimientos atrajeron nuevos habitantes y a mediados de aquel siglo tenía la categoría administrativa de Real de Minas, dependiendo de la parroquia de San Nicolás de Rionegro. La erección en parroquia parece que tuvo lugar el 6 de noviembre de 1770. Localizado en un pequeño valle aluvial y recostado a una de sus laderas, el poblado presenta un trazado irregular, que sigue las pendientes y los antiguos caminos de acceso al centro del poblado -que se considera es el parque-, uno de los lugares más altos en la población; su trazado y la conformación de la mayoría de los costados de las calles le dan un aspecto laberíntico. Sus calles estrechas a manera de callejones, el reducido acceso de vehículos y las pocas transformaciones que se han dado en la parte central, permitieron que se conservara y diera los nuevos desarrollos hacia la vía que comunica con los municipios de Alejandría y Barbosa, y hacia la ribera del río Concepción. El mantenimiento del sector central se realiza con la administración y sus pobladores, mediante campañas como la adelantada por la Alcaldía, la cual consistía en tener pintadas todas las fachadas para diciembre de 1994. Acciones como ésta ayudan a conservar el lugar. Concepción es el lugar de nacimiento de los generales de la independencia José Salvador y José María Córdova. Fuente: GUERRA, Giuliana. Inventario del patrimonio cultural urbanístico de Antioquia. Medellín: Gobernación de Antioquia, pág. 1.995. Centro Histórico de Santa Fe de Antioquia, Antioquia, siglo XVI Declaratoria: Ley 163 del 30-12-1959 Santa Fe de Antioquia fue fundada por el Mariscal Jorge Robledo, en el Valle del Ebejico, el 25 de noviembre de 1541; dicha fundación se ciñó a las pautas establecidas por las Leyes de Indias, con las adaptaciones que exigían las características del territorio. La plaza fue el elemento generador del trazado urbano, inicialmente subdividiéndose las manzanas en cuatro predios. Hacia 1650, algunos propietarios construyeron directamente sus iglesias y se efectuó entonces un crecimiento hacia los lugares donde éstas se hallaban localizadas. A lo largo del siglo XVII, época en la que se consolidó la sociedad esclavista, se construyeron en el centro de la ciudad modestas casas para albergar a los esclavos. Con el auge de la minería llegó también el de los comerciantes, los cuales lograron acumular fortunas considerables y adquirieron casas y tiendas en el marco de la plaza mayor y sus alrededores. Los mineros desarrollaron actividades agrícolas y ganaderas, y establecieron vínculos filiales con los hacendados y comerciantes, situación que llevó al surgimiento de los asentamientos de Medellín y Rionegro. La importancia económica adquirida por dichos centros, debido a su mejor localización, modificó la primacía de Antioquia (primer nombre con que se llamó la ciudad) y generó su estancamiento. Su crecimiento urbano en el siglo XIX se debe a la importancia que tuvo la ruta de comunicación con Medellín. La quiebra de la economía cacaotera marcó el comienzo de una economía local. El posterior incremento de la actividad artesanal se comienza a reflejar en el desarrollo de una arquitectura modesta. Fuente: Colcultura. Inventario urbano de Colombia. Sector histórico delimitado. Santa Fe de Antioquia. Bogotá, pág. 2, 1997. Subir Zonas Arqueológicas y Sitios de Excavación De acuerdo al estudio “Colombia Prehispánica. Regiones arqueológicas”, realizado por el ICANH en 1989, se pueden determinar once regiones, que representan una herramienta conceptual y metodológica para la exposición de los datos de una manera sistemática: La Costa Atlántica, la Montaña Santandereana, el Valle Intermedio del Río Magdalena, el Macizo Central Antioqueño, la Altiplanicie Cundiboyacense, la Cuenca Montañosa del Río Cauca, la Costa del Océano Pacífico y Vertiente Oeste de la Cordillera Occidental, el Macizo Colombiano - Alto Magdalena, el Macizo Andino del Sur, los Llanos Orientales y la Amazonía Colombiana. El estudio mencionado presenta algunas consideraciones respecto a la dificultad de intentar trazar una historia del actual territorio colombiano, desde su más remoto pasado. En primera instancia, la heterogeneidad geográfica del territorio señala una constante, dentro de la cual la adaptación del hombre produjo respuestas diferentes que incidieron en la pluralidad de los desarrollos culturales del pasado. De otra parte, es imposible asimilar zonas a territorios étnicos de la antigüedad, dada la existencia de un vector diacrónico que indica cambios en las fronteras y procesos de desaparición y reemplazo de unos grupos por otros. Por último, es notoria la existencia de zonas aún inexploradas o muy precariamente conocidas, en oposición a otras con numerosos datos y una larga tradición en investigaciones. Centros de Formación y de Investigación para la Conservación y Restauración Los procesos formativos en el campo patrimonial se encuentran en vía de reflexión, análisis y consolidación en los diferentes niveles educativos. Si bien se han dado importantes pasos para el posicionamiento de la profesión en el país, a través de programas con más de veinte años de trabajo constante y del interés de diversas facultades de arquitectura por la formación especializada en conservación y restauración del patrimonio arquitectónico, particularmente a nivel de estudios de postgrado, el reto de consolidar esta área como un campo profesional que logre incidir en las estructuras culturales, políticas y administrativas, así como en el mundo de la sociedad, aún continúa. Area de Formación de la Dirección de Patrimonio Trabaja a nivel de educación no formal, en el diseño y elaboración de un conjunto de orientaciones pedagógicas para la formulación de programas de formación en valoración del patrimonio cultural, con el propósito de ofrecer un banco de herramientas reflexivas y prácticas que brinden un soporte técnico desde la perspectiva pedagógica, a diferentes gestores y promotores de la formación cultural, tales como maestros, líderes culturales de las comunidades, comunicadores y funcionarios de entidades privadas y publicas, nacionales, regionales y locales, que tengan la responsabilidad y el interés por desarrollar proyectos, para que diferentes sectores de la población conozcan, comprendan, valoren y cuiden su patrimonio cultural. En este mismo sentido, y en coordinación con el Ministerio de Educación, implementa -en cincuenta escuelasel tema de patrimonio y cultura, así como el paquete “Material didáctico para maestros, patrimonio mundial en manos de jóvenes, conocer, atesorar y actuar”, elaborado por la Unesco. Centro de Restauración Nacional El Centro de Restauración Nacional fue el primer centro de formación en este campo en el país, y gracias a su experiencia y trayectoria ha sido posible la consolidación de ofertas profesionales en diversas áreas especializadas, a través de convenios de cooperación con centros universitarios. Las acciones que adelanta se enmarcan dentro de los proyectos estratégicos de la Dirección de Patrimonio: Centro Nacional de Restauración Archivo Oficina de Prensa. Ministerio de Cultura. Foto: Claudia Rubio. Declaratoria de los bienes de interés cultural (BIC) Diagnóstico del estado de conservación de los bienes de interés cultural Conservación preventiva de los BIC Evaluación de propuestas de Intervención sobre BIC y definición de competencias Intervención de bienes muebles e inmuebles de interés cultural Fomento al registro, la conservación y restauración del patrimonio artístico nacional Fomento a la investigación del patrimonio tangible colombiano Investigación sobre agentes de deterioro en los BIC. Capacitación y actualización de funcionarios que actúan directamente sobre el patrimonio Centros de formación y de investigación para la conservación y restauración del patrimonio. Escuelas talleres de restauración escuelas talleres de restauración se iniciaron a partir de la experiencia española, que buscaba valorar el patrimonio cultural y natural como fuente de empleo y riqueza, capacitando a jóvenes en oficios de conservación y restauración. En Colombia existen tres escuelas, ubicadas en centros urbanos con una gran riqueza patrimonial. La Escuela Taller de Cartagena de Indias fue la primera en crearse en el año de 1992; posteriormente, el programa se amplió a las ciudades de Mompox y Popayán. Estas escuelas promueven la formación de jóvenes en oficios tradicionales de la construcción, mediante la ejecución de obras para la conservación y mantenimiento de espacios urbanos y medio ambiente. El programa académico ofrece formación en una de las siguientes tres áreas: albañilería, carpintería y forja, así como cursos complementarios en jardinería -dirigida a la siembra, mantenimiento y propagación de especies nativas-, historia local, técnicas de construcción, de representación, lenguaje, matemáticas y técnicas empresariales. Pregrado de Restauración de Bienes Muebles. Universidad Externado de Colombia Este programa de formación de restauradores de bienes muebles, segundo en antigüedad en América Latina, adquirió reconocimiento como carrera universitaria en 1993, después de 14 años de haberse desarrollado en Colcultura, hoy Ministerio de Cultura. Forma profesionales bajo un diseño curricular de cinco años, en el que intervienen las ciencias sociales y humanas, las ciencias naturales y los saberes propios de la restauración. Es un programa que procura fomentar la investigación, mediante la elaboración en los últimos tres semestres de trabajos que se constituyen en aportes para comprender con mayor profundidad las necesidades del patrimonio y las alternativas de solución a éstas. Estos trabajos abordan desde estudios de lo precolombino hasta el patrimonio artístico actual y han servido para investigar e intervenir colecciones a través de los procesos de formación. Desde 1996 hasta la fecha se han restaurado más de 250 bienes culturales. El total de estudiantes que han ingresado al programa desde 1994 es de 148 en seis promociones, y la presencia regional es del 15%. A partir del reconocimiento de la formación de restauradores de bienes muebles en el programa de pregrado, se han otorgado 62 títulos profesionales de Restaurador de Bienes Muebles, 50 de éstos a los restauradores formados en Colcultura, homologados a nivel universitario. Maestría en Restauración de Monumentos Arquitectónicos de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Pontificia Universidad Javeriana Este es uno de los primeros programas académicos de postgrado que se ofrecen en el país en el campo de la restauración. La Maestría en Restauración de Monumentos Arquitectónicos entiende el monumento a la luz del contexto urbano del cual hace parte y lo concibe al interior del tejido urbano en donde está inserto, lo que le proporciona su sentido. Trata así de avanzar en la búsqueda de una aproximación a los procesos culturales que están en la base de la producción de los hechos urbanos. En su desarrollo, el programa académico se propone abordar el tema de la intervención, no sólo de los monumentos sino del patrimonio construido, en un sentido genérico, y por ello trabaja esta problemática en el contexto de la ciudad y su territorio, abordando como temas de reflexión la relación edificio patrimonial ciudad y la relación edificio patrimonial - ciudad - región. El camino para indagar en las problemáticas mencionadas es la investigación, íntimamente ligada al Taller de Intervención, el cual se concibe como eje central del proyecto académico. En él se analizan las diferentes tendencias y escuelas de pensamiento en el campo de la conservación patrimonial en el mundo, se posibilita una reflexión sobre las características del patrimonio construido en el contexto cercano y las implicaciones relativas a su intervención. Subir Otros programas A nivel de estudios de postgrado, en los últimos años varios centros universitarios han creado programas de formación en el campo de la conservación y restauración del patrimonio arquitectónico, entre los que se cuentan la Maestría en Restauración de Monumentos Arquitectónicos de la Pontificia Universidad Javeriana, el Postgrado en Patología de la Construcción de la Universidad Santo Tomás, la Especialización en Conservación y Restauración del Patrimonio Arquitectónico de la Universidad La Gran Colombia, y la Especialización en Conservación y Restauración del Patrimonio de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Seccional Cartagena. Inventarios y Catálogos del Patrimonio Cultural De acuerdo con el inventario de la Dirección de Patrimonio del Ministerio de Cultura, se han declarado más de 670 bienes como monumento nacional o bien de interés cultural de carácter nacional, dentro de los cuales se encuentran 21 áreas de reserva natural, 7 zonas arqueológicas, 21 centros históricos, sectores urbanos y cientos de bienes muebles e inmuebles. La gran mayoría de estos bienes se encuentran registrados en publicaciones que el Instituto Colombiano de Cultura, Colcultura, y, posteriormente, el Ministerio de Cultura, han realizado a manera de inventario: Monumentos Nacionales de Colombia. Siglo XIX. Catálogo; Monumentos Nacionales de Colombia. Siglo XX. Catálogo; Monumentos Nacionales. Epoca Colonial. Para el manejo y sistematización de la información relativa a este tema, el Grupo de Investigación de la Dirección de Patrimonio del Ministerio de Cultura ha diseñado metodologías especializadas para la realización de inventarios, dentro del marco jurídico vigente, y presta asesoría a entidades, docentes o investigadores interesados en el conocimiento del patrimonio a través de los inventarios. De igual manera, ha puesto en marcha dos sistemas de información: Sistema de Información de Patrimonio, SIP Maneja las actividades de gestión, administración e investigación de los bienes de interés cultural, especialmente los de carácter nacional. De este sistema, en coordinación con el Sinic, se pondrá en Internet un módulo de consulta virtual del patrimonio edificado. Sistema Nacional de Planotecas de Arquitectura Agrupa la información documental del país sobre el tema. La planoteca de la Dirección de Patrimonio, con mas de 11.000 planos con su respectiva imagen y ficha descriptiva, esté disponible en Internet para consulta virtual. Este servicio se puede consultar en la página web del Ministerio, cuyo acceso de hace a través de la Dirección de Patrimonio. De igual manera, el Instituto Colombiano de Antropología e Historia, ICANH, como parte de sus labores, y basado en diagnósticos cuidadosos sobre el estado de la recopilación de la información especializada en Antropología y Arqueología, ha coordinado una red especializada que permite el intercambio de información recopilada y generada por la investigación arqueológica y antropológica. Los departamentos de Antropología de las universidades del Cauca, de Antioquia, Nacional y de Los Andes, así como Colciencias y varios centros de investigación, colaboran con el ICANH en el registro y la sistematización de información sobre el Patrimonio Arqueológico y Etnográfico. El ICANH centraliza esa información y se encarga de divulgarla a los interesados en utilizarla a través de su centro de documentación, y vía Internet, en http://sinic.mincultura.gov.co/arqueologia. El ICANH y el Ministerio de Cultura han desarrollado un Sistema Integrado de Información Arqueológica en DELPHI-SQL, que permite acceder a información sistematizada sobre varias colecciones de bienes muebles del Patrimonio Cultural que posee el ICANH. Este incluye una descripción formal de cada elemento, fotografías, localización geográfica original, asociación al contexto cultural específico de donde se obtuvo, el período determinado, así como aspectos de carácter administrativo. Aeropuerto Olaya Herrera, Medellín, Antioquia, 1957 - 1960 Carrera 65 A No. 13 - 157 Arquitectos: Apolinar Restrepo, Alfonso Vieira, Elías Zapata y Jaime Zapata Resolución: Decreto 1802 del 10-10-1995 La primera aerolínea que se formó en el mundo fue la Compañía Colombiana de Navegación Aérea, en septiembre de 1919. Un mes después se creó la KLM y dos más tarde se fundó la Scadta, antecesora de Avianca. Para ese momento -cuenta don Jorge Restrepo Uribe, ex alcalde de la ciudad de Medellín-, se había realizado en Antioquia el primer vuelo, el 26 de enero de 1913, en la finca La Pradera, propiedad de don Roberto Medina. Durante la Primera Guerra Mundial prosperó la aviación, pero sólo en la década de los años veinte se comenzó a fortalecer la aviación comercial en el mundo. El 22 de julio de 1922, narra Restrepo, el Goliat, piloteado por el aviador italiano Feruchio Guicciardi, efectuó el primer vuelo en avión de ruedas, de Cartagena a Medellín, para aterrizar en Guayabal, terreno donde luego se construiría el aeropuerto. La iniciativa de esta obra se debe fundamentalmente a la Sociedad de Mejoras Públicas de la ciudad y a sus socios: Ricardo Olano y Joaquín Jaramillo Sierra, y su ampliación y posterior desarrollo a Gonzalo Mejía. Para construir el aeropuerto se consiguieron los terrenos “en la región de Guayabal, a una distancia de siete kilómetros de la ciudad, con frente a la carretera que conduce hacia Caldas, en terreno bastante plano”. Posteriormente, don Ricardo Olano solicita al Concejo de Medellín que designe una partida de por lo menos 1.500 pesos para gastos en el proyectado campo de aviación. Poco a poco se adquirieron los terrenos y se construyó un pequeño terminal aéreo, que funcionaría hasta los cincuentas. En 1955, la administración municipal vio la necesidad de hacer un nuevo edificio y entabló negociaciones con la empresa Naco, firma subsidiaria de la KLM, experta en la construcción de esta clase de edificios, asunto que generó una serie de protestas entre los arquitectos nacionales. Se sugirió, entonces, la posibilidad de trabajar conjuntamente y el particular proyecto que se construyó, influenciado por la arquitectura brasilera de la época, estuvo a cargo de los arquitectos Apolinar Restrepo, Alfonso Vieira y Elías y Jaime Zapata. Fuente: Instituto Nacional de Vías. El Espectador. Monumentos Nacionales, Aeropuerto Olaya Herrera. 1997. Capitolio Nacional, Bogotá, 1846 - 1926 Calle 10 No. 7 - 50 Arquitectos: Tomas Reed, Pietro Cantini, Mariano Santamaría, Gastón Lelarge y Alberto Manrique Martín Declaratoria: Decreto 1584 del 11-08-1975 Capitolio. Bogotá. Archivo Dirección Patrimonio. Ministerio Cultura. En 1846, el Presidente de la República, General Tomás Cipriano de Mosquera, ordenó contratar al arquitecto danés Tomás Reed, con el fin de elaborar los planos de la casa de los altos poderes nacionales. El espíritu estilístico de la obra lo define Reed como sobrio, de severidad republicana; sobre la distribución de espacios y funciones dice: “el centro, lo más importante del edificio, corresponde al Congreso, anteponiéndole un gran atrio o recinto central que lateralmente dé entrada a los restantes departamentos. Para unir los dos cuerpos se recurrirá a una columnata densa por las siete calles de aire y de luz, de unas tres o cuatro filas de a seis columnas. Habrá un solo piso alto con dos escaleras en el costado norte, lo más próximas a la plaza cuanto sea posible y a uno y otro lado del pórtico”. Es una planta perfectamente simétrica, con patios agradablemente graduados y con perfecta correspondencia en todos sus ejes. Con respecto a la altura, la Catedral ocupa situación dominante en la plaza y absolutamente no podría ni debería el Capitolio competir con ella en elevación. En 1847 se colocó la primera piedra diagonal al templo de Santa Clara. En 1880 se compromete a terminar el edificio el Florentino Pietro Cantini, desechando el proyecto de Reed. Entre las reformas que juzgó necesario introducir al proyecto original está la escalinata central de acceso al atrio de la edificación sobre la Plaza de Bolívar. Es importante anotar que Reed fue categórico en su lineamiento: jamás proyectó cúpula para el Capitolio. A quien se le ocurrió fue al consultor señor Eugenio López, quien en 1904 presentó al gobierno su propuesta, al igual que el arquitecto Julio Corredor Latorre. Ninguno de estos proyectos se llevó a cabo. Todos los documentos sobre estas intervenciones aún existen en el Ministerio de Obras Públicas. En 1908 renunció a su puesto Cantini, y en su reemplazo fueron nombrados como arquitectos los señores Mariano Santamaría y Gastón Lelarge. En 1911 intervino también Arturo Jaramillo como director de Obras Públicas. En 1924, el arquitecto Alberto Manrique Martín termina las cubiertas, dándose por concluida la obra dos años más tarde, 80 años después de su iniciación. Actualmente hace parte de un conjunto cívico que parte del Palacio de Justicia, en el costado norte de la Plaza de Bolívar, y se prolonga hacia el sur hasta la Casa de Nariño, sede del Presidente en Colombia. Fuente: PATIÑO DE BORDA, Mariana. Monumentos Nacionales. Capitolio Nacional. Bogotá: Colcultura, pág. 46, 1983. Cementerio de San Pedro, Medellín, Antioquia, 1845 Carrera 51 No. 68 - 68 Declaratoria: Resolución 1616 del 26-11-1999 Cementerio San Pedro. Medellín. Archivo Dirección Patrimonio. Ministerio Cultura. El Cementerio de San Pedro nació por iniciativa de Pedro Uribe Restrepo, quien reunió a 50 caballeros de las familias más prestantes de la Villa de la Candelaria, entre quienes se encontraban: Rafael Echavarría, Rafael Posada, Francisco de P. Benítez y Enrique Gaviria, miembros de una lista que incluía 36 socios más, a quienes les hizo ver la incapacidad del viejo cementerio de San Lorenzo, creado en enero de 1828, único existente hasta ese momento. La concepción de este nuevo espacio estaba acorde con las tendencias del momento de ubicar el cementerio dentro de la ciudad y que éste fuera un lugar de recogimiento, en el cual se respirara mucha paz. Era muy importante, también, que el espacio cumpliera con los requisitos de salubridad para, de esta forma, evitar cualquier tipo de epidemias por la exudación de los cadáveres. A pesar de que la sociedad parecía cerrada, en el mismo momento de su conformación se invitó para que participasen en ella todas las personas que quisieran. Para poder ser parte era preciso aportar la suma de 100 pesos, que se destinaría a la compra del terreno, así como a los trabajos necesarios en el local y en la construcción de la capilla. El diseño estuvo a cargo de Pedro A. Uribe, socio de la empresa, y con un presupuesto aproximado de 5.000 pesos seguía los lineamientos generales del modelo propuesto por las cédulas reales. En reunión del 20 de julio de 1842 se terminó de dar forma al proyecto y se acordaron varios puntos, entre ellos, que el nuevo cementerio fuese dedicado y puesto bajo los auspicios del señor San Vicente de Paul, y se nombró al señor Pedro Uribe Restrepo como director, tesorero y recolector de fondos. El nuevo cementerio estaba pensado como un lugar donde el orden, la simetría y la arborización iban a ayudar a hacer de él un lugar armónico. Las áreas se delimitaron muy bien: el local para cada suscriptor ocupa en el área del circuito siete varas, con sus dimensiones retabladas, que siguen al radio solamente hasta el espacio que ocupa un féretro y su tumba. El 22 de septiembre de 1842, el gobernador de la provincia dio la autorización para el nuevo cementerio, y el 30 de septiembre del mismo año se negoció el lote con el señor José A. Muñoz. La propiedad estaba situada en el camellón que sigue para la parroquia de Hatoviejo, a mano derecha, cuyas medidas eran: 125 varas frente al camellón, 210 varas en los dos costados que miran al norte y al sur, y 125 varas en la parte posterior. El 21 de mayo de 1845 se bendice el cementerio, que fue llamado Cementerio Nuevo, de Particulares o de San Vicente de Paul, hasta que en 1871 se le cambió el nombre por el definitivo de San Pedro. Fuente: Dirección de Patrimonio, Grupo de Investigación. Carpeta Cementerio San Pedro. Bogotá. Ministerio de Cultura, pág. 7 - 8, 1998. Edificio de Ecopetrol, Bogotá, 1957 - 1958 Carrera 13 No. 36 - 24 Arquitectos: Cuéllar, Serrano, Gómez Declaratoria: Resolución 051 del 26-10-1994 Edificio Ecopetrol. Archivo Dirección Patrimonio. Ministerio Cultura. Alberto Saldarriaga La compañía constructora “Cuéllar Serrano Gómez” presentaría el primer anteproyecto en 1954; el edificio es entregado a sus propietarios a mediados de 1958, luego de un proceso de construcción de aproximadamente 22 meses, en el curso de los cuales se ejecutaron unos 12.000 m2 de área útil. En 1962, con ocasión de la primera Bienal de Arquitectura Colombiana, la entidad gremial otorgó por primera vez el Premio Nacional de Arquitectura a Ecopetrol, formalizando así lo que ya era un consenso en medios profesionales. Al decir de sus colaboradores de entonces, el edificio Lever House en Nueva York, del arquitecto Gordon Bunschaft, al servicio de la firma Skidmore, Owings y Merril, ejerció desde 1950 una especial fascinación sobre Gabriel Serrano. De ahí el uso de un acceso por los pilotes aislados en primer piso y la imbricación de elegantes prismas para destacar el bosque alto. Pero luego, Ecopetrol supera el ejemplo norteamericano en la expresividad ganada con el uso de antepechos sólidos a color, modulados por la necesaria estructura en nervaduras prefabricadas. Ecopetrol también posee una estructura en concreto brillantemente construida. Sería de inspiración corbusiana el vacío con pilotes en primer piso, así como el uso de un volumen aparte para albergar circulaciones verticales y despejar al máximo el área útil de cada piso tipo; pero el uso de un volumen saliente en el último piso (correspondiente a una cafetería), estaría vestido de un traje formal, producto de largos años de ensayo y error en el laboratorio arquitectónico de la firma. Los acentos volumétricos en Ecopetrol revelan ya un control de ellos, y marcan la pauta para la producción de Gabriel Serrano y sus colaboradores en la década siguiente y aún luego. Fuente: COLCULTURA. Catálogo Monumentos Nacionales de Colombia. Siglo XX, Edificio Ecopetrol. Bogotá, Colcultura, Pág. 100, 1995. Edificio Nacional, Barranquilla, Atlántico, 1945 Arquitecto: Leopoldo Rother Declaratoria: Decreto 1932 del 24-09-1993 Edificio Nacional de Barranquilla. rchivo Dirección Patrimonio. Ministerio Cultura. El edificio de 1945, del arquitecto alemán Leopoldo Rother, tiene una proporción esbelta, con una concepción muy adecuada para el clima tropical. La penetración de los espacios es muy pronunciada en los primeros pisos, creando una pirámide invertida debajo de la estructura rectangular de columnas, con intervalos de siete por siete metros. A su vez, el edificio tiene prolongaciones circundantes para servicios de correos y otras dependencias, cubiertas por bovedillas y dos rampas de vehículos, de subida y bajada respectivamente, cuyos extremos se hallan en dos vías opuestas alrededor del conjunto. Lamentablemente, una de estas rampas, la paralela a la carrera 45, fue demolida en 1976, al ser eliminado el uso de estacionamiento en los dos primeros pisos, y la otra fue reducida a la mitad para adecuarla al uso peatonal. El bloque principal de oficinas, el único construido del proyecto original de Rother para el centro cívico de Barranquilla, es rectangular en lo esencial, y ofrece ligeras salientes y variaciones de superficie en algunas áreas, que corresponden a las oficinas principales y a las escaleras. En la envoltura exterior se emplearon persianas de Eternit y madera, calados, rejas en concreto y en algunas áreas sombreadas, vitrinas y persianas de vidrio, diseñándose encima de la cubierta algunas edificaciones ligeras. En ambos extremos hay rejas de concreto y persianas en “S”, hacia el oriente y poniente, en la fachada del intercolunio central. Fuente: Colcultura. Catálogo Monumentos Nacionales de Colombia. Siglo XX, Edificio Nacional. Bogotá, Colcultura, Pág. 33. 1996. Estación de Chiquinquirá, Chiqinquirá, Boyacá, 1926 Arquitecto: Joseph Martens Declaratoria: Decreto 3053 del 19-12-1990 Estación de ferrocarril de Chiquinquira. Archivo Dirección Patrimonio. Ministerio Cultura. El edificio fue construido en 1926 bajo diseño de Joseph Martens, dentro de la serie de estaciones significativas que se realizaron bajo la bonanza económica que produjo la indemnización por la separación de Panamá. Sus características pertenecen al período que los historiadores de la arquitectura han denominado como época republicana. Se compone de un gran cuerpo amarrado por un solo techo, único en manzarda, de connotación francesa y tres grandes puertas del mismo tamaño; su único rasgo centralizado es la marquesina de hierro que hace sobresalir la entrada principal sobre los laterales. Al igual que el resto de estaciones del país, la Estación entró en un proceso de deterioro tras la suspensión casi total del sistema ferroviario nacional. Sin embargo, en 1985, dentro de las obras ejecutadas en la ciudad de Chiquinquirá con motivo de la visita del Papa Juan Pablo II, se llevó a cabo la restauración de la Estación -según proyecto realizado por la Fundación-, y luego la renovación como centro cultural “Palacio de la Cultura Rómulo Rojo”, que hizo en el año 2000 el Ministerio de Cultura, a través del programa “La Casa Grande”, en asocio con la alcaldía municipal. Fuente: Ministerio de Cultura, Dirección de Patrimonio, Grupo de Investigación. Base de Datos, Dirección de Patrimonio. Estación de Chiquinquirá, 2000. Estadio de Béisbol 11 de Noviembre, Cartagena, Bolívar, 1947 Arquitectos: Gabriel Solano, Alvaro Ortega, Jorge Gaitán Cortés, Edgar Burbano. Ingeniero: Guillermo González Zuleta Declaratoria: Decreto 1802 del 19-10-1995 Estadio de béisbol 11 de Noviembre. Cartagena La estructura de las tribunas y su cubierta están sostenidas por una serie de pórticos parabólicos en forma de “C”; éstos, en su parte inferior, sostienen las graderías, y de modo continuo se convierten en la parte superior, en el soporte de la cubierta. En sentido transversal, surgen membranas de hormigón, ligeramente curvadas, apoyadas en los pórticos, dentro de un ritmo ágil y cadencioso. Se trata de un conjunto dinámico y plástico de gran belleza, y de hermosas perspectivas desde donde se le observe. El objetivo principal, ampliamente logrado, fue la liberación de la visual del espectador hacia el diamante, como también la asimilación imaginativa de estas nuevas estructuras. El resultado fue una propuesta de positiva vanguardia en el país, que debe ser relacionado con las estructuras del ingeniero Torroja en el Hipódromo de la Zarzuela en Madrid (1936), y que sería después retomado por Carlos Raúl Villanueva en el Estadio Olímpico de la Ciudad Universitaria de Caracas. Fuente: Colcultura. Catálogo Monumentos Nacionales de Colombia. Siglo XX, Estadio de béisbol 11 de Noviembre. Bogotá: Colcultura, pág. 45, 1995. Hospital San Vicente de Paul, Medellín, Antioquia, 1916 - 1934 Arquitecto: Auguste Gavet Declaratoria: Decreto 2010 del 5-11-1996 Es el hospital universitario más grande de Colombia, con un lote de 76.300 m2 y un área total construida de 52.636 m2. Cumple con tres objetivos básicos: asistencia, docencia e investigación. El arquitecto francés Auguste Gavet elaboró su diseño en 1913; un año después presentó el proyecto con cuatro alternativas y en 1915 envió los planos definitivos; todo esto sin haber venido nunca al país. El 4 de agosto de 1916 inició la construcción Enrique Olarte, quien al fallecer es reemplazado por Félix Mejía, quien trabajó con Agustín Goovaertz en el diseño del pabellón de maternidad. En enero de 1926 entra en servicio, aún sin terminar, el pabellón de cirugía general, concluyéndose la obra en 1934. Durante el proceso constructivo, los planos originales se modificaron debido a dificultades económicas y a las precarias condiciones técnicas de la época; sin embargo, como lo anota la arquitecta Silvia Arango, “la dignidad arquitectónica de sus edificios, los cuidadosos detalles del ladrillo y los amplios jardines hacen del hospital el mejor conjunto que dejó la arquitectura republicana y el que mejor se conserva”. Es ejemplo de la adaptación a la nueva concepción urbana, que sirvió de modelo para las construcciones del mismo género, donde se aplicó la organización por pabellones como respuesta a los avances científicos y a la ideología higienista de finales del siglo XIX. La planta general del edificio es la composición de varios núcleos arquitectónicos, en la cual existen estructuras repetitivas en medio de espacios abiertos, con pabellones que permiten el juego volumétrico y un racional aprovechamiento de las condiciones de soleamiento y ventilación. Sus instalaciones son de desarrollo horizontal, tendencia que se ratifica en la limitada fuerza vertical del cuerpo central. Se rige por un diseño único, con una mampostería en adobe, cuyas bases están elaboradas en piedra, definiéndose un diseño republicano francés. Fuente: Ministerio de Cultura, Dirección de Patrimonio, Grupo de Investigación. Base de Datos, Dirección de Patrimonio, Hospital San Vicente de Paul, pág. 113, 1995. Iglesia de La Loma, San Andrés, San Andrés, Providencia y Santa Catalina, 1896 Declaratoria: Resolución 0788 del 31-07-1998 Iglesia Bautista de la Loma. San Andrés. Archivo Dirección Patrimonio. Ministerio Cultura. En 1997, la Iglesia de La Loma, la Escuela de la Inmaculada en San Andrés y el Fuerte de La Libertad en Santa Catalina se declararon como monumento nacional, apareciendo como representantes de la arquitectura vernácula del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Las construcciones de las islas, pintadas con alegres colores, frescas y aparentemente simples, son el resultado de las múltiples influencias holandesas, españolas y africanas. En la actualidad, los componentes vernáculos continúan utilizándose en la región para los diseños contemporáneos, logrando entonces una unidad y coherencia visual que permiten, a su vez, la protección del patrimonio construido. Quien ha podido tener contacto con la arquitectura vernácula de las islas no deja de sorprenderse por la unidad visual existente en la gran variedad de soluciones espaciales y formales, logradas a partir de un solo elemento constructivo común: la madera, así como del manejo de un conjunto reducido de técnicas y formas geométricas. La Iglesia de La Loma, en madera y pintada con colores, hace parte de este conjunto singular. Durante la primera mitad del siglo XIX, Philip Beekman Livingston Jr. fundó la primera congregación bautista en la isla de San Andrés, contando con algunos nativos y esclavos recién liberados. Sus seguidores se protegían del sol bajo una rústica enramada construida por ellos mismos en el monte May. En este mismo lugar, el 28 de septiembre de 1852, se construyó un primer templo, consagrado en octubre del año siguiente. Sin embargo, con el tiempo, la modesta construcción fue insuficiente para la congregación y se encargó el templo a una compañía en Mobile, Alabama, en los Estados Unidos. La construcción, con capacidad para albergar mil personas sentadas, posee dos púlpitos y un coro en el lado norte del espacio. Desde el púlpito bajo se leen durante la ceremonia las escrituras, se hacen anuncios y los fieles no ordenados pronuncian sermones; desde el púlpito más alto los ministros presiden la misa y la altura les permite, con la vista, dominar la congregación en los pisos bajos, en los balcones de los lados y en el frente. Desde 1896, la Iglesia de La Loma ha servido a numerosas generaciones y su emplazamiento en el lugar, el punto más alto de la isla, la ha convertido en hito cultural, religioso y arquitectónico por excelencia. Fuente: MONTAÑA, Jimena. El Espectador, Monumentos Nacionales, Iglesia San Bautista de La Loma, 1997. Iglesia de Tadó, Tadó, Chocó Declaratoria: Resolución 002 del 12-03-1982 Iglesia Tadó. Chocó. Archivo Dirección Patrimonio. Ministerio Cultura. Saliendo de Quibdó, hacia el sur, por una carretera rodeada por el característico bosque tropical húmedo, se cruza el río Atrato por el puente de Yuto, y, posteriormente, el río San Juan, para llegar a la población de Tadó, municipio donde sin duda la construcción más importante es su iglesia. San Francisco de Tadó se fundó como sede para albergar colonos españoles y esclavos negros, encargados de la explotación de las minas de oro y plata de la región. Una vez asentados en ella, los españoles construyeron el templo para los oficios religiosos. Esta fue la primera edificación alrededor de la cual se erigiría la ciudad, según mandato dictado por las Leyes de Indias. La primera construcción data de 1715, según consta en las crónicas conservadas en el archivo de la iglesia; se levantó un templo en madera, aprovechando la abundancia de ésta en la región. De esta primera fundación se conserva aún el trazado y en el tesoro de la iglesia las campanas fundidas en bronce en 1743. Según los registros eclesiásticos archivados desde 1740, la parroquia pasó rápidamente de manos de los franciscanos a sacerdotes seculares y se dividió en la doctrina de los naturales de San Francisco de Tadó y parroquia de los españoles del pueblo de Tadó. En 1899, la Guerra de los Mil Días afectó duramente la región y la iglesia fue abandonada hasta 1912, cuando el cura párroco Demetrio Salazar se encargó de reconstruirla, añadiendo dos torres confeccionadas en lámina de zinc y la estructura exterior en latón. La fachada se finalizó en 1918, cuando además se pintó y decoró la cúpula por orden del párroco. El pueblo de Tadó fue víctima de varios incendios y la mayoría de las construcciones de madera fueron consumidas; el último, en 1941, arrasó gran parte del pueblo y el cura Francisco Onetti se dedicó entonces a reconstruirlo. En 1945, por esta acción, la Chocó Pacífico le donó un reloj que instaló él mismo en la torre norte. La Iglesia de Tadó es un templo en madera de tres naves, y su exterior y cubierta están enchapadas en láminas de latón, particularidad que la distingue, a la vez que lo protege de las permanentes precipitaciones. La fachada principal, con dos torres de planta cuadrada y tres cuerpos en estructura de madera, está cubierta en latón galvanizado y recortado, formando flores y figuras geométricas. En el interior, la nave central es la más amplia y la más alta de las tres, conformada por arcos rebajados de madera, pintados y decorados profusamente con flores y frutos. Se logra una adecuada ventilación cruzada a través de las ventanas que se localizan sobre los arcos que conforman la nave central, y cuenta con una linterna (pequeña torre para iluminar) construida en madera y también recubierta en zinc, que en su interior forma una cúpula decorada con figuras de ángeles. Sorprende el excelente trabajo en latón recortado, que recubre la estructura en madera, formando con el material elementos únicos como arcos, pilastras, capiteles y molduras, ricamente decorados con formas geométricas y vegetales. Fuente: MONTAÑA, Jimena. El Espectador. Monumentos Nacionales, Iglesia de Tadó,1997. Pantano de Vargas, Ruta Libertadora, Paipa, Boyacá El monumento en el Pantano de Vargas, obra del escultor Rodrigo Arenas Betancourt, es alusivo a los llaneros de la caballería, de los cuales es famosa la frase de Morillo a Fernando VII: “Deme vuestra Majestad 100.000 llaneros, y me paseo triunfante por la Europa a nombre del Rey de España”. Conmemora la ruta libertadora comandada por Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander; que tuvo por objetivo libertar la Nueva Granada y lograr así constituir La Gran Colombia. El recorrido se inició el 28 de Mayo de 1818 en Venezuela, con el paso de Mantecal a Guasdualito, contándose un ejército de 2.186 hombres. Al llegar a Arauca, ya en la actual Colombia, el mando lo asumió el General Santander, quien incorporó 2.200 nuevos soldados, ejército que se incrementaría aun más al pasar por Tame y Pore, gracias a sus voluntarios. Se establece un recorrido por detrás de la cadena montañosa de Los Andes, zona por la que el ejército español no esperaba un ataque. El primer encuentro con los realistas se produjo en Paya, venciendo al primer núcleo enemigo. Sin embargo, las fuertes ventiscas y las inclemencias del recorrido hicieron que el ascenso por el Páramo de Pisba diezmara lentamente al ejército llanero. La tropa llegó a la altiplanicie el 5 de julio de 1818, en donde fueron recibidos por los habitantes de Socha, quienes les brindaron víveres, caballos y refuerzos. Los enfrentamientos con el enemigo se presentaron con los movimientos de estrategia realizados entre los pueblos de Tasco, Gámeza, Cerinza y Bonza, encuentros que José María Barreiro -al mando del ejército realista-, y su asesor Francisco Jiménez no esperaban, menos aún venido de las barreras naturales, como consideraban a las montañas que les rodeaban. En Julio de 1819, el ejército patriota se enfrentó a los realistas en el sitio llamado Pantano de Vargas. El triunfo lo encabezó una carga de caballería al mando del general venezolano Juan José Rondón, rematándolo una carga de infantería al mando de los generales Santander y Anzoátegui. El 5 de agosto fue atacada Tunja, la ciudad más importante para el dominio español. Con esta victoria, el Libertador logró el dominio de las comunicaciones y refuerzos en armas y víveres. Barreiro tuvo como única opción, entonces, defender a Motavita del ejercito libertador. En la madrugada del 7 de agosto, Bolívar subió al Alto de San Lázaro, desde donde observó que el ejército realista tomaba la Ruta Real y no la de Samacá, que se pensaba era la que seguirían. Por ello, decidió dirigir sus tropas a Tunja, con el fin de interceptar al enemigo, para así derrotarlo. El punto de encuentro se dio en el Puente de Boyacá, lugar en donde se decidió la victoria. Luego de dos horas de constante lucha, la batalla fue ganada por el ejército libertador y, tomando prisioneros a los españoles, lograron la libertad de la Nueva Granada. El Virrey Sámano, luego de enterarse del resultado de la batalla, abandonó la ciudad de Santa Fe. El Libertador llegó a la capital, en donde tomó posesión del poder, ejerciendo las funciones de Presidente, del cual había sido investido por el Congreso de Angostura, y dejó establecido un gobierno al mando de reconocidos patriotas. Fuente: PATIÑO DE BORDA, Mariana. Monumentos Nacionales, Pantano de Vargas - Ruta Libertadora, Bogotá, Colcultura, Pág. 211 1983 / BERNAL MEDINA, Rafael. La ruta de Bolívar, 2000. Puente de Occidente, Santa Fe de Antioquia - Olaya, Antioquia, 1887 - 1895 Ingeniero: José María Villa Declaratoria: Ley 25 del 25-11-1978 El Puente de Occidente fue construido entre 1887 y 1895 por el ingeniero José María Villa, bajo el gobierno del General Marcelino Vélez. Para su construcción se conformó la Compañía del Puente de Occidente, como resultado de la aplicación e interpretación dadas a la Ley 30 de mayo de 1881, con la cual el departamento adquiriría 1.017 acciones y 696 los particulares. Su costo final sería de 171.300 pesos, o sea, el valor de 1.713 acciones a 100 pesos cada una. Con el fin de realizar la mejor planeación y luego la construcción del puente, se realizaron, por parte del ingeniero José Manuel Villa, los más estrictos estudios de la zona con sus características físicas y geológicas, años antes de suscribir el contrato que daría inicio a las obras. El Puente está constituido por cuatro torres piramidales, dos a cada lado del río Cauca, que soportan los cuatro cables, de los cuales están suspendidas las péndolas (cuatro por cada viga) que sostienen el tablero del puente. Los cables están anclados a estructuras en mampostería de ladrillo, ubicadas a cada lado del río Cauca. En el transcurso del siglo XX se han realizado desde trabajos de mantenimiento hasta reformas sustanciales. En 1940 se efectuaron las primeras obras de mantenimiento; en 1955, el ingeniero Juan de Dios Higuita le introdujo las primeras modificaciones, conservando su diseño, para permitir una mayor capacidad de carga concentrada. Posteriormente, el puente sufriría cambios importantes en su diseño original. Fuente: Conconcretos S.A. Estudios y obras de restauración Puente Colgante de Occidente “José María Villa”, Bogotá, Conconcreto S.A., pág. 4 - 5. Capilla Doctrinera, Sáchica, Boyacá, Siglo XVII Resolución 002 del 12-03-1982 Capilla Doctrinera. Boyaca. Archivo Dirección de Patrimonio. Ministerio de Cultura. Foto: Alberto Saldarriaga En 1600, don Luis Enríquez, comisionado por la Real Audiencia, visitó Sáchica y, teniendo en cuenta que la iglesia “era de bahareque y cubierta de paja”, ordenó hacer “una iglesia de la forma, suerte y manera que está hecha y acabada la de Lenguazaque”. De esta forma, fue construida en los primeros años del siglo XVII. Conserva, en general, su especialidad, tipología y elementos arquitectónicos originales. Es un templo de una sola nave, con cuatro muros en tapia pisada, recubiertos con pañete de cal y arena, amarrados a una cimentación ciclópea en piedra y algunos contrafuertes en el costado lateral izquierdo. La estructura del cielo raso es en par y nudillo con tirantes dobles perfectamente modulados, y recubrimiento en teja de barro, la cual remata exteriormente con una cornisa en diente de perro, construida en ladrillo; tiene un balcón interior que corresponde al espacio del coro, elaborado en madera, y un arco toral falso, es decir, no estructural, que consiste en un armazón de madera hueca que soporta sólo el peso de la decoración aplicada. Tiene un recubrimiento en granito en la parte inferior de los muros, colocado posteriormente, y un retablo de madera en el muro testero de la iglesia; en los muros laterales tiene retablos de diferentes imágenes, colocados posteriormente a la construcción original. La Capilla tiene dos volúmenes adosados que corresponden a la sacristía y a un posible bautisterio por el cual se accede al coro. La estructura de la cubierta es de madera y los muros son igualmente en tapia pisada con pañete de cal y arena. En su exterior, sobre el acceso principal, posee un atrio con un balcón de madera al nivel del coro, el cual tiene un óculo y una puerta que comunica con el interior. La entrada principal tiene una puerta de acceso en madera, enmarcada con una portada pañetada y unas escalinatas en piedra que permiten el acceso a la misma. La iglesia tiene unos contrafuertes en piedra en el costado lateral izquierdo y una espadaña campanario de dos cuerpos construido en adobe. El atrio y la cruz atrial llevan la fecha de 1684. Fuente: Ministerio de Cultura, Dirección de Patrimonio, Grupo de Investigación. Base de datos, Dirección de Patrimonio. Concepto Técnico Templo de Sáchica. 199. / Colcultura, Catálogo Monumentos Nacionales de Colombia, Epoca Colonial, Capilla Doctrinera Sáchica, Boyacá,. Colcultura. Pág. 83, 1997. Puente del Común, Chía, Cundinamarca, 1792 Declaratoria: Decreto 1584 del 11-08-1975 Puente del Común. Bogotá. Archivo Dirección Patrimonio. Ministerio Cultura. Este puente, construido por orden del Virrey Ezpeleta sobre el río Funza (hoy Bogotá), vinculaba a Santa Fe con Zipaquirá y fue concluido en diciembre de 1792. Con una longitud de 32 metros, grueso de las bóvedas de 6 metros y una altura de 7,50 metros, es obra del ingeniero Teniente Coronel Domingo Esquiaqui, por ser, según el virrey “el único sujeto inteligente y capaz de hacerlo según las reglas del arte”. Es una construcción de ladrillo y piedra, formada por arcos carpaneles, en cuyos extremos existen plazoletas en forma de herradura. Los estribos son fuertes y provistos de tajamares que se rematan en ornamentos esféricos de tipo herreriano. Los muros laterales están adornados con 12 pilastras de coronamiento piramidal, rematados en esferas de piedra y colocadas de tramo de los petriles. La terminación de los antepechos de las plazuelas está señalada por columnas molturadas que soportan elegantes jarrones. Fuente: PATIÑO DE BORDA, Mariana. Monumentos, Puente del Común. Bogotá, Colcultura, pág. 214. 1983. Santuario de Las Lajas, Ipiales, Nariño, 1916 - 1952 Ingeniero: Gualberto Pérez. Arquitecto Lucindo Espinosa Declaratoria: Resolución 007 del 28-12-1984 Santuario de las Lajas. Nariño. Archivo Dirección Patrimonio. Ministerio Cultura. Tras la aparición de la Virgen a finales del siglo XVIII, se pueden citar cinco épocas bien definidas por los aspectos diferenciales de cada una. La primera abarca la construcción de una choza de madera y paja, con una duración de 40 años. La segunda, la construcción de una capilla con materiales de ladrillo y cal, con terminación en cúpula. La tercera es el ensanchamiento del edificio en dirección suroccidente, con la intervención del arquitecto Mariano Aulestia, construcción que ha durado más de un siglo y que ha causado admiración por su atrevida construcción. La cuarta es el proyecto de una plazoleta, y la quinta, está relacionada con el nuevo santuario. Con planos del ingeniero ecuatoriano Gualberto Pérez, se inició en 1916 con la construcción de dos arcos de medio punto, que forman la plazuela del templo. Pérez, así mismo, presentó un proyecto de orden dórico para el nuevo santuario, que no fue aceptado por Antonio María Pueyo de Val, Obispo de Pasto. En consecuencia, en 1924, intervendría el arquitecto Lucindo Espinosa por primera vez, haciendo un proyecto de cimbra que sirvió para reconstruir uno de los arcos de la plazuela que se había destruido. En 1926, él mismo presentó el proyecto e inició la construcción de la Cripta del Sagrado Corazón de Jesús, que sirve de base al nuevo santuario, reemplazando una serie de galerías proyectadas por el ingeniero Pérez. Esta es de estilo románico, de tres naves cubiertas con bóvedas de cañón y estructura en piedra sillar. En 1936, presentó el proyecto del nuevo santuario y comenzó su construcción, dirigiéndola personalmente hasta 1943, con la constitución del segundo cuerpo de la nave central; poco tiempo después lo sorprendería la muerte. En adelante, y hasta su terminación, la construcción sería dirigida por su hijo Julián, para ser inaugurada definitivamente en 1952. Es una iglesia de estilo gótico secundario del siglo XIV, compuesta por tres naves cubiertas con bóvedas de crucería, que se eleva espectacularmente sobre el lecho de un río, rodeado de paisaje montañoso, característico de la región. Presenta tres torres que terminan en agujas decoradas con grumos y frondas, con ventanales, rosetones, arbotantes contra fuerte y pináculos que componen el conjunto exterior. La torre principal de la iglesia está localizada en la parte central, marcando la nave principal y el eje de simetría de la misma. Su atrio hace las veces de puente y ayuda a conformar el basamento, sobre el cual se levanta la iglesia propiamente dicha. Fuente: Colcultura. Catálogo Monumentos Nacionales de Colombia. Siglo XX, Santuario Nacional de Las Lajas, Bogotá, Colcultura, Pág. 69, 1995. Palacio de la Gobernación, Palacio Calibío, Medellín, Antioquia, 1928 - 1937 Arquitecto: Agustín Goovaertz Declaratoria: Resolución 002 del 12-03-1982 El Palacio de la Gobernación fue diseñado por el ingeniero arquitecto belga Agustín Goovaertz, en 1920. El proyecto inicial constaba de cinco niveles (incluidos el sótano y el altillo), dentro de los cuales se distribuían 315 oficinas para los diferentes despachos, un gran salón para la asamblea departamental, depósito, imprenta, biblioteca, museo y casa para el gobernador, además de tres unidades de escaleras con pozos opcionales para ascensores. Según los planos originales, este proyecto era una estructura de mayores dimensiones al actual, que ocuparía toda la manzana comprendida entre las calles Carabobo y Bolívar, pasaje Calibío y avenida De Greiff. En 1925 arrancó la obra con la construcción de la unidad sobre la calle Calibío y la de Bolívar, y del bloque octogonal para archivos y asamblea; esta parte se desarrolló gracias a la holgura de las finanzas públicas, respaldada por los copiosos empréstitos externos; los trabajos fueron suspendidos ante la crisis de 1929. En 1932 se reinició la construcción; durante esta etapa, a cargo principalmente del ingeniero arquitecto Jesús Mejía, antiguo asistente y pupilo de Goovaerts, se realizó la obra blanca de la parte ya edificada, se construyó el conjunto de escaleras monumentales con sus respectivos vestíbulos y balcones sobre la carrera Bolívar, en los que luego se instalaron oficinas. Es importante resaltar la hermosa decoración de interiores, especialmente los vitrales multicolores del salón de la asamblea, hechos por el arquitecto Arturo Longas. Durante el período comprendido entre 1937 y 1965, a causa del aumento de las necesidades burocráticas del ente departamental, el edificio sufrió una serie de reformas y adiciones que causaron gran deterioro a la calidad estética y ambiental del mismo; su amplitud espacial, tanto en área como en altura, produjo un lamentable proceso de tugurización, mediante el uso de improvisados cercos para cerrar amplios vestíbulos y la acomodación irracional de mezanines, que convirtieron prácticamente en diez los cinco niveles. Finalmente, se construyó la fachada norte, en cuyo diseño se retomaron algunos elementos de la decoración original, obra encargada a los arquitectos Gerardo Mejía, Gustavo Restrepo y Gustavo Aristizábal. En 1987 se trasladó la administración departamental, por lo cual el edificio se destinó a la dirección de extensión cultural, lo que determinó su restauración y el cambio de su nombre por el de Palacio de la Cultura "Rafael Uribe Uribe". Fuente: Ministerio de Cultura, Dirección de Patrimonio, Grupo de Investigación. Base de Datos, Palacio de la Gobernación, 1995. Casa De La Espriella, Cartagena, Bolívar Resolución 053 del 24-08-1990 Casa de La Espriella. Vivienda cartagenera. Archivo Dirección de Patrimonio Ministerio de Cultura Esta casa se distingue de otras construidas en el barrio Manga, por ser de dos pisos y mostrar una arquitectura estilísticamente diferente, basada en modelos caribeños de ascendencia anglosajona. La composición de la planta y de la fachada es simétrica. En los remates laterales de la fachada se destacan dos buhardillas. Fuente: Colcultura. Catálogo Monumentos Nacionales de Colombia. Siglo XX, Casa De La Espriella, Bogotá, Colcultura, pág. 39, 1995. Plaza de Bolívar, Bogotá, Colombia Declaratoria: Decreto 1802 del 19-X-1995 Alcaldía de Bogotá y Congreso. Archivo Dirección de Patrimonio. Ministerio de Cultura. La plaza que Jiménez de Quesada hizo demarcar para hacer el centro cívico y comercial de Santa Fe, y que con el tiempo se llamó Plaza Mayor, permaneció como área de pastoreo de cerdos y caballos desde la fecha de su demarcación, 1538, hasta que Fray Juan de los Barrios ocupó la sede obispal en Santa Fe. De prisa se pensó en levantar una catedral en el solar, con frente a la plaza, ocupada parcialmente por la capilla pajiza levantada allí después de fundada la ciudad; la plaza, hasta entonces prácticamente aislada, cobró súbitamente la jerarquía que se le había asignado. En 1555 se trasladó a la esquina suroccidental la Real Audiencia. Al finalizar el siglo XVI, con la circulación de monedas de plata rudimentarias labradas, metal proveniente de las minas de Mariquita, se centralizaron las actividades comerciales en la Plaza Mayor y en los comercios de su contorno. El área de esta plaza, en el curso del mandato español y aún después, fue sala para las representaciones civiles, marciales y religiosas; se adoptó como circo de toros o como centro de torneos y de exhibiciones acrobáticas. Una insignia que tuvo la plaza fue el rollo o picota, columna de madera o piedra que se hincaba en el centro de la plaza de toda nueva fundación. Representaba la autoridad del Rey delegada en sus jueces; ésta ocupó el centro de la Plaza hasta la fecha en que en su lugar se instaló la fuente pública, que existió primero como una pequeña pila, para ser cambiada en 1681 por otra de mayor perfección y ornato. Llamada en el siglo XIX Plaza de la Constitución, seguía sirviendo como recinto para el mercado público. A partir del 20 de julio de 1846, este recinto -tan estrechamente ligado a la historia política del país- lució en su centro la estatua del héroe de quien tomó, por espontánea decisión popular, su nombre actual: Plaza de Bolívar. Tiene a la vez esta obra maestra, encargada al escultor italiano Pietro Tenerani, el mérito del primer monumento público en Bogotá. En ese año se terminó el edificio que ocupó todo el frente occidental de la Plaza de Bolívar. Se levantó en relevo de las casonas coloniales seriamente deterioradas por el terremoto de 1827, y entre ésas las ocupadas por el Cabildo y sus dependencias. Tuvo como director contratista a don Juan Manuel Arrubla, ciudadano emprendedor, que unía al interés de sus negocios extraordinarias calidades cívicas. Estas le valieron para armonizar a favor de su proyecto las aspiraciones de los condueños. En 1847 se instaló nuevamente el gobierno municipal en su ubicación histórica, al extremo sur de este edificio, popularmente llamado las Galerías de Arrubla. La dignidad del escenario urbano que la estatua y el edificio de las galerías confirieron a la Plaza de Bolívar incitaron a retirar de su ámbito el mercado público. El mismo Arrubla tuvo la iniciativa de dotar a Bogotá con el primer mercado cubierto. Para tal propósito compró la parte occidental del huerto perteneciente al Convento de la Concepción. El edificio se inauguró en 1864, pero tan notable adelanto no desarraigó las rutinarias costumbres del mercado a cielo abierto. Tomó tiempo desplazar de la Plaza de Bolívar hacia las plazuelas de San Francisco y San Victorino a los más obstinados vendedores que insistían en su función de mercado. Entre las iniciativas del presidente Mosquera hay que relevar la de mayor entidad para el ambiente cívico de Bogotá, representado en la obra del Capitolio Nacional. A mediados de 1880 surgió la idea de rodear la estatua de Bolívar con un jardín de severo estilo ingles, según el querer del Ministro de Instrucción Pública, don Ricardo Becerra. La obra se inauguró el 20 de Julio de 1881, protegida por una elegante verja también importada de Europa. Actualmente, el tránsito vehicular esta restringido a las carreras 7 y 8, conformando un solo espacio el costado norte con el costado sur; la estatua de Bolívar aún permanece en el centro de la plaza, sobre una superficie enlosada en piedra. Fuente: PATIÑO DE BORDA, Mariana. Monumentos Nacionales de Colombia, Plaza de Bolívar. Bogotá, Colcultura, pág. 212, 1983. Catedral de Manizales, Manizales, Caldas, 1928 - 1939 Declaratoria: Decreto 2912 del 29-11-1984 Catedral de Manizales. Archivo Dirección Patrimonio. Ministerio La Catedral inicial data de 1860 a 1869. Los incendios que destruyeron gran parte de la zona central de Manizales, en 1925 y 1926, dieron pie a la necesidad de una catedral que fuese adecuado coronamiento al agreste lugar ocupado por la ciudad. De sí ya era extraordinaria la idea de fusionar una planta de cruz griega con un volumen goticizante, pero lo fue aun más el apelar al concreto reforzado para lograr una estructura que, aunque funcionara internamente de acuerdo con las reglas del comportamiento de un material artificial mixto (cemento y metal), permitiera también esconder su agria apariencia con un revestimiento en piedra o granito artificial, que hubiese sido de fabuloso costo. El aspecto actual de la catedral manizalita es tanto más original gracias a ese accidente histórico económico. Su desnudez e involuntario estructuralismo interior le otorgan un carácter extremadamente vigoroso y surrealista, que perdería sensiblemente si algún día llegara a tener un revestimiento. La ingeniosa estructura, en delgadas membranas que se entrecruzan para evocar las nervaduras góticas, es una de las más avanzadas y expresivas en la historia de la arquitectura del país. Fuente: PATIÑO DE BORDA, Mariana. Monumentos Nacionales de Colombia, Catedral de Manizales. Bogotá, Colcultura, pág. 126, 1983. Hacienda Cañasgordas, Cali, Valle del Cauca, 1729 Declaratoria: Decreto 191 de 1980 Hacienda azucarera. Valle del Cauca. Archivo Dirección Patrimonio. Ministerio Cultura. En términos sociales, se habla de las haciendas esclavistas o feudales, aunque con el tiempo ambos tipos confluyeron en el sistema de peonaje para la explotación agrícola, que conformaría la población campesina en Colombia hasta bien entrado el siglo XX. Muy cerca de la ciudad de Cali se conserva aún la Hacienda Cañasgordas, llamada por años La Casa Grande. Construida a mediados del siglo XIX, fue durante lago tiempo la hacienda más rica y productiva del Valle del Cauca y en la actualidad se conserva como ejemplo de esta particular arquitectura. La novela costumbrista El alférez real, del escritor Eustaquio Palacios, describe la casa de manera minuciosa: “esa casa consta de un largo cañón de dos pisos, con un edificio adicional en los dos extremos, los cuales forman en el tramo principal la figura de una Z al revés {...}La fachada principal de la casa vista al oriente tenía en aquella época un gran patio al frente, limitado por las cabañas de los esclavos, colocadas en línea como formando plaza y por un extenso y bien construido edificio, llamado el trapiche”. Al igual que muchas de las haciendas, a Cañasgordas se le hicieron multitud de adiciones y reformas, algunas de las cuales alteraron su fisonomía, como la destrucción de las cabañas de los esclavos. Articulada, con un tramo principal prolongado en sus extremos opuestos por dos alas, forma ángulos rectos divergentes. La influencia del clima marca notoriamente estas construcciones, diferenciándolas espacialmente de las de la Sabana. Mientras que en los climas fríos se buscaba que la fachada principal mirara hacia el occidente, en los climas cálidos se buscaba lo contrario y se alargaban las fachadas principales de cara al norte y sur para obtener sombra el mayor tiempo posible. Fuente: MONTAÑA, Jimena, El Espectador, Monumentos Nacionales de Colombia, Hacienda Cañasgordas, 1997. Parque Nacional Natural Amacayacú, Amazonas Declaratoria: Resolución 002 del 12-03-1982 Parque Amacayacu. Amazonas. Archivo. Dirección de Patrimonio. Ministerio de Cultura.. En el extremo sur de la Amazonía, desde el río Amazonas, por el sur, hasta el río Cotuhé en el norte, se extiende el Parque Nacional Natural de Amacayacú. Hábitat perfecto para la victoria regia, una gigantesca planta acuática de flores color rosa, y multitud de aves, entre las que se destacan las guacamayas y los pericos, y una amplia variedad de mamíferos, como venados, dantas, nutrias, pumas y ardillas. En un clima húmedo y cálido no podían faltar las serpientes y los reptiles; se encuentran con facilidad anacondas, boas y corales. También es posible ver la morrocota, la tortuga más grande del mundo; la charapa y el caimán negro, lagartos y camaleones. En los múltiples ríos y pantanos, además, la diversidad de peces es inmensa. El alto nivel de pluviosidad permite el desarrollo de árboles gigantescos como el cedro rojo y blanco, la caoba y el sangre de toro, donde viven el tití pielroja, el mico de noche y el mono barrigudo. En las márgenes de los lugares encharcados o cochas crecen árboles pequeños como las capironas y la muguba. En los microvalles, que permanecen casi todo el año empantanados, nace una palma de nombre aguaje o canangucha, utilizada para diversos fines por los habitantes de la región. Dentro del área del Parque se encuentran dos comunidades de indígenas Ticuna; la de Palmeras, sobre el río Amazonas y la de San Martín de Amacayacú. Y dentro del territorio del trapecio amazónico se han registrado tribus como los Kahuapanas, Jeberos, Boras y Huitotos, entre otras. Fuente: MONTAÑA, Jimena. El Espectador, Monumentos Nacionales, Parque Nacional Natural Amacayacú, 1997. Parque Nacional Natural Chiribiquete, Caquetá - Guaviare Declaratoria: Resolución 020 del 17-11-1992 La ecoregión de las serranías está representada -en la Amazonía colombiana-, por cuatro cordilleras que se extienden de norte a sur. Una de ellas es la Serranía de Chiribiquete - Araracuara, que incluye el Parque Nacional Natural de Chiribiquete. Se inicia en dos pequeños cerros (cerro Otare - cerro Azul), ligeramente al norte del río Tunia y se prolonga hacia el sur hasta Araracuara, sobre el río Caquetá. En septiembre de 1989, el gobierno colombiano emitió la resolución con la cual se creó el Parque Nacional Natural de Chiribiquete. Tiene una superficie de 12.800 km2 y es el de mayor extensión del país. Una de las características más notorias del Parque Chiribiquete es su gran diversidad de paisajes, con abruptos cambios de relieve, desde planicies bajas hasta elevados cerros rocosos; ríos de aguas claras azulosas y de aguas color ámbar oscuro, con cursos de curvas angulares; formaciones vegetales que van desde la selva densa -en las zonas bajas-, hasta bosques bajos, ralos y sabanas abiertas en la parte superior de los tepuyes. Esta variedad se debe al efecto de varios factores, como la evolución geológica del área, los procesos erosivos, el clima y los procesos biológicos evolutivos. La fauna de la región de Chiribiquete ha sido poco estudiada. Sin embargo, las descripciones y narraciones de algunos viajeros y misioneros del siglo pasado y del presente, reflejan la existencia de innumerables especies animales. Entre éstas: guaguas, micos y pericos, entre las mascotas de los indios guaques, habitantes del territorio, quienes acostumbran el consumo de hormigas y gusanos mojojoy, además de la perdiz, el conejo, el picudo, la pava y el mico churuco. También se advierte la existencia de dantas, venados, anacondas, pecaríes, zainos, cafuches, borugos, chigüiros, nutrias y tigres, entre una multiplicidad de especies de mamíferos, aves, reptiles, peces y anfibios. La región del parque corresponde a una parte del territorio de los indígenas carilona, hoy virtualmente extintos, además de los anteriormente anotados guaques. Hoy pueden encontrarse ocasionales comunidades de colonos que poco a poco han venido invadiendo la región. Fuente: PEÑUELA, María Cristina y VON HILDEBRAND, Patricio. Parque Nacional Natural de Chiribiquete, Bogotá, Fundación Puerto Rastrojo, pág. 38 - 66, 1999. Colección de Orfebrería del Museo del Oro del Banco de la República, Bogotá D.C. Museo del Oro. Sala Orfebrería precolombina. Archivo. Dirección de Patrimonio. Ministerio de Cultura.. Es el museo más importante en su género y uno de los más famosos a nivel mundial. Constituye el gran legado de las culturas precolombinas, conformado básicamente por piezas de orfebrería y cerámica, utilizadas en la vida cotidiana y en las rituales por los primeros pobladores de lo que hoy es Colombia. Fundado en 1939, el Museo ha ido enriqueciendo su colección con el paso del tiempo, después de haber sido creada con 335 piezas. En la actualidad cuenta con más de 33.000 objetos elaborados en oro y aleaciones, y más de 12.000 en cerámica. Durante 1.500 años, entre 500 a.c. y 1000 d.c., se extendió en el territorio colombiano una tradición metalúrgica que abarcó, entre otras, las áreas culturales denominadas en la actualidad como Calima, Tolima, Quimbaya, Nariño, Tayrona y Sinú. Los largos procesos culturales en esta región precolombina permitieron el surgimiento de completas sociedades que llegaron a dominar sofisticadas técnicas metalúrgicas. Ya fuera por el sistema de fundición llamado de la cera perdida o por cualquier otro, la técnica para la elaboración de las espectaculares piezas que se han hallado aún es digna de admiración, e incluso hoy se sigue utilizando. Ajorcas, pulseras, delicados objetos representativos, recipientes y máscaras, además de cerámicas decoradas con diseños antropomorfos se pueden admirar en este importante museo. Fuente: MONTAÑA, Jimena. El Espectador, Monumentos Nacionales, Museo del Oro, 1997. Subir Inicio PresentaciónCréditosÍndiceAdquirir el CD Principal OEI |Área de Cultura | Contactar