Evolución histórica de la civilización hebrea

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NACIEMIENTO DE LA CIVILIZACIÓN HEBREA
Los primeros datos que tenemos de los hebreos son hacia el 2000 a.C. en la antigua Mesopotamia. Estaban
divididos en doce tribus y unidos por su religión. Muchas de las lenguas, y también de los sistemas legales
que conocemos, tienen su origen en esta región.
Abraham es considerado como el primero de los Patriarcas, migró, junto con su familia, hacia Canaán que se
extiende entre Mesopotamia y Egipto. Aquí tomaron las costumbres sedentarias y agrícolas.
Se cree que fue durante el mandato de Rámses II que los hebreos se convirtieron el esclavos. Moisés fue quien
guió al pueblo a su éxodo y vagó durante 40 años por el desierto. El éxodo es uno de los episodios más
importantes para los judíos.
Bajo el liderazgo de Josué (1250 a.C.) volvió hacia Canaán para conquistarla. El imperio egipcio, el hitita y el
sumerio ya no tenían el poder de antaño, y el asirio, eventual gran competidor, no contaba aún con fuerzas
suficientemente organizadas. A pesar de que por número no superaban a la población autóctona de Canaán,
las tribus estaban unidas por un pacto religioso.
LA FUNDACIÓN DE LA NACIÓN DE ISRAEL
Fue tras la ocupación cuando se formó el pueblo de Israel, uniéndose las doce tribus para constituirlo. El
primer rey fue Saúl, 1020 a.C., y sucesor fue su hijo David donde el reino de Israel tuvo su mayor esplendor.
Una de sus más importantes conquistas fue Jerusalén que su hijo Salomón constituyo como centro
construyendo en el un gran templo. El estilo de vida del rey se alejaba de la austeridad divulgada por algunos
israelitas y tras su muerte el reino se dividió.
Foto 1: El reino de Israel. El reino de Israel alcanzó su máximo poder y tuvo su mayor expansión bajo el
reinado del rey David (1000−961 a.C.). Sus límites llegaban mucho más lejos de las actuales fronteras
israelíes e incluían parte de lo que hoy es Líbano, Siria, Jordania y Egipto.
DIVISIÓN DEL REINO
La muerte de Salomón desencadeno una rivalidad entre las doce tribus que termino en la división del reino en
dos estados diferentes. En la parte norte diez tribus formaron el Reino de Israel, más vasto y fuerte, con su
capital en Samaria y, las dos tribus restantes al sur formaron el Reino de Juda, con la capital en Jerusalén.
Los asirios conquistaron Israel, sobre el 720 a.C., y sus habitantes fueron exiliados. De aquí en adelante
quedará la leyenda de las diez tribus perdidas.
Nabucodonosor, rey de los babilonios, en el 586 a.C. tras un siglo de dominio, arraso Jerusalén y hizo presos a
los hebreos más importantes para llevarlos a Babilonia. Algunos como el profeta Jeremías consiguieron
escapar. Aquí terminó la independencia política del antiguo Israel.
Foto 2: Reinos de Judá e Israel. A pesar de su deseo de unificar y mejorar el vasto imperio de su padre, el
rey David, Salomón, con su reinado opresivo, provocó muchas disensiones entre los israelitas y provocó la
división del reino después de su muerte. La parte norte se convirtió en el reino de Israel, mientras que el sur se
convirtió en el reino de Judá.
BABILONIA Y EL REGRESO A JERUSALÉN
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Los exiliados formaron allí una floreciente, la comunidad babilónica pudo mantener su identidad personal,
sustituyendo la patria política por otra espiritual. Los escribas comenzaron a fijar por escrito las tradiciones
del pueblo, y esos escritos se convertirían en los libros de la Biblia.
El fundador del Imperio persa, Ciro II el Grande, conquistó Babilonia. Al año siguiente, publicó un edicto en
el que otorgaba la libertad a los judíos. Aproximadamente 42.000 miembros de la comunidad babilónica
prepararon su regreso a Palestina, llevándose consigo todos sus bienes, además de las donaciones de los que
se quedaron en Babilonia y, tal como dice la tradición, con regalos del propio emperador. Liderados por un
príncipe de la casa de David llamado Zorobabel, la expedición se dirigió a Jerusalén. Los judíos se
concentraron en la reconstrucción del Templo, hecho que consumaron en el año 516 a.C. Para la tradición
judía, el año en que finalizó la construcción de este segundo Templo se considera como la fecha del verdadero
fin del exilio babilónico, cuya duración fue, pues, de setenta años (586−516 a.C.). Se reconstruyo Jerusalén.
LA DIÁSPORA
A finales del siglo IV a.C., siendo emperador Alejandro Magno, Macedonia se transformó en la fuerza
dominante del mundo antiguo. Después de que los macedonios dominaran a los persas en el 331 a.C., Judea
pasó a ser una provincia más del imperio alejandrino. Alejandro se mostró muy benevolente con los judíos y
muchos de ellos gracias a este apoyo migraron a diversas colonias del mundo conocido. Esta migración fue de
tales proporciones que comenzó a hablarse de ella calificándola de diáspora (del griego, `dispersión').
Tras la muerte del emperador Grecia se dividió y en Judea empezó una campaña de Helenización que llego a
su punto culminante con la ilegalización del judaísmo y sustituyendo el altar de Yahvé (nombre judío de Dios)
por uno de Zeus. La rebelión no tardó mucho y tras una dura lucha se derroto a los sirios. Esta será una época
de conflictos internos, tanto a nivel religioso como político. Salen nuevas ramas del judaísmo (saduceos,
fariseos, esenios) y las guerras civiles se suceden. En el 47 a.C. los romanos tuvieron el control absoluto de
Juda y le dieron el poder a Antrípatro.
LA APARICIÓN DEL CRISTIANISMO
La población judía llegaba a los ocho millones de habitantes, repartidos, además de Judea, entre Alejandría,
Cirenaica (norte de África), Babilonia, Antioquia, Éfeso y Roma. Esta dispersión, sumada a la influencia de la
cultura helenística, provocó en algunas ocasiones actitudes antijudaicas debidas a la competencia comercial,
las diferencias religiosas y las actitudes políticas de muchos de los judíos que llegaron a ocupar altos cargos
públicos. Desde dentro del judaísmo surgió un segundo movimiento, el cristianismo. El número de judíos
griegos que llegaron a creer en Jesús (en hebreo Yeshua o Josué) como el Mesías prometido, superaba
bastante al número de habitantes de Judea que lo aceptaban. En un principio, el cristianismo fue considerado
como una secta judía, pero, a medida que crecía el número de los paganos que se convertían a la nueva
religión.
EL DOMINIO ROMANO
En el año 66, a.C., estalló la gran revuelta contra los romanos y la guarnición de Jerusalén fue destruida y
derrotada por fuerzas enviadas desde Siria. Se estableció un gobierno provisional que reunió bajo su autoridad
a toda la población judía, pero un gran ejército a órdenes de Vespasiano fue enviado para acabar con la
rebelión que terminó destruyendo el templo y arrasando Jerusalén. El centro de las actividades religiosas fue
transferido de Jerusalén a Iavne y se introdujeron ajustes en la práctica religiosa, adaptándola a la inexistencia
del Templo. Por aquel entonces, el emperador romano Adriano mandó reconstruir Jerusalén como una ciudad
pagana, y ordenó que se llamara Aelia Capitolina, en honor a Júpiter. También mandó publicar un decreto en
el que se prohibía la circuncisión. Esta doble afrenta causó gran consternación, tanto entre los judíos de la
diáspora como entre los de Judea.
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Bajo la dirección de Barcokebas, estalló una violenta revolución en Judea. Desde el 132 hasta el 135, los
judíos hicieron un esfuerzo desesperado por defenderse de las legiones romanas; en un principio su oposición
fue efectiva, pero cuando finalmente Roma decidió acabar con la revuelta Judea estaba devastada. Por orden
del emperador, fue eliminado el antiguo nombre de la provincia, reemplazándolo por Siria Palestina. Jerusalén
fue convertida en una ciudad pagana y cualquier judío que entrara en ella era inmediatamente condenado a
muerte. La persecución de judíos se transformó en algo habitual dentro del Imperio.
Por otra parte, la caída de Judea ayudó a incrementar aún más la brecha entre judíos y cristianos. Los judíos
consideraban su derrota como una calamidad. Los cristianos, por su parte, lo veían como una clara
manifestación de que Dios había abandonado a los judíos, considerándose como los verdaderos portadores de
la gracia divina. Durante los tres primeros siglos de la era cristiana, el cristianismo aumentó mucho su
influencia. Después del año 313, en que el emperador romano Constantino I el Grande aceptó la nueva
religión, tanto para él como para el Imperio, se generalizó la expansión cristiana y la consecuente persecución
de los judíos.
Foto 3: Relieve del arco de Tito. Durante el siglo I d.C., los judíos zelotes instigaron una rebelión en
Jerusalén contra los gobernadores romanos de Judea. La revuelta duró desde el año 66 hasta el 73, cuando las
legiones romanas tomaron Masada, fortaleza que se había erigido en último baluarte de la resistencia de los
zelotes. Este relieve del arco de Tito, que se encuentra en el Foro romano, representa a soldados de Roma
llevándose los tesoros del segundo Templo, que fue arrasado, al igual que el resto de Jerusalén, tras finalizar
la revuelta.
LA RELIGIÓN EN EL EXILIO
Los judíos reaccionaron ante la fragmentación de los comienzos de la era cristiana desarrollando una religión
propia en el exilio: el judaísmo. La continuidad de la unión de los judíos se basó en una lengua común,
herencia literaria que todos los judíos estaban obligados a conocer y a estudiar, en una vida comunitaria con
una sólida organización y en el impulso que significaba su esperanza mesiánica. Durante los primeros seis
siglos de exilio, los maestros y los rabinos establecieron en la Mishná y la Guemará, ambas integrantes del
Talmud, las bases de la ley oral y de la interpretación religiosa. Los principales centros de enseñanza judía se
transformaron en academias; surgieron en Palestina (especialmente en Galilea) y en Babilonia.
TOLERANCIA ISLAMICA
Existen leyendas según las cuales la fecha de la llegada de los primeros judíos a Arabia se remonta a la época
de Moisés; otras refieren que 80.000 sacerdotes llegaron allí después de la destrucción del Primer Templo de
Jerusalén. Lo cierto es que la comunidad judía de Arabia, incluida la del Yemen, existió desde la antigüedad
remota. En el siglo 6 a.C., los judíos de Yemen desoyeron el llamado de Ezra a retornar a Eretz Israel. Sólo en
1949−50 la comunidad yemenita emigró al Estado de Israel.
Muchas de las tribus paganas que habitaban la zona se convirtieron al judaísmo. Las esperanzas de Mahoma
de convertirlos al Islam no se cumplieron y esto provocó el rápido deterioro de su relación con ellos.
El Islam no provocó grandes cambios en la religión judía. Los ejércitos árabes conquistaron Mesopotamia en
el 637, y la religión islámica se transformó en religión oficial. El califa Umar I promulgó un código en el que
se decretaban una serie de restricciones nominales en contra de los judíos: les estaba prohibido desempeñar
cargos políticos y no podían tener sirvientes que fueran musulmanes; no podían portar armas, construir o
reparar sus sinagogas, rezar en voz alta, incluso estaban obligados a llevar parches amarillos en sus mangas,
como marca distintiva. A pesar de ello, permitieron que los judíos pudieran mantener una cierta autonomía.
Estos hechos tienen su importancia histórica porque los europeos las llevaron a Europa y las impusieron allí.
DIÁSPORA ESPAÑOLA Y EUROPEA
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Al tiempo que el centro babilónico declinaba, florecieron las comunidades de África del norte y España. En la
península existían colonias de judíos desde antes de la llegada de las legiones romanas. En los siglos 5 y 6 los
cristianos visigóticos de España comenzaron a perseguir a los judíos, pero bajo el dominio musulmán llegaron
a grandes cargos médicos, políticos, poetas, etc. Los estudiosos judíos contribuyeron al posterior inicio del
renacimiento en Europa, gracias a las traducciones que, junto con los musulmanes, realizaron de los clásicos
griegos, persas e hindúes. A través de ellos estas obras llegaron por primera vez al resto de Europa occidental.
Este periodo constituye realmente la edad de oro de la literatura y el pensamiento judíos.
En las primeras etapas de la reconquista cristiana, sobre el siglo XI, las posiciones judías no se vieron
degradadas. Pero poco a poco, la iglesia española intentó su conversión. Después las persecuciones en toda
Europa se generalizaron, no tanto por los dirigentes políticos, que dejaban hacer, como por el propio pueblo
exaltado por los predicadores. Durante las Cruzadas cientos de judíos fueron asesinados y en 1215 se
proclamaron unas restricciones similares a las de Umar. Tenían que usar insignias distintivas y en algunos
sitios vivían en barrios aparte, las juderías.
En 1290 el rey Eduardo I de Inglaterra redujo a la miseria y expulsó de la isla a los judíos ingleses. El rey
Carlos VI de Francia siguió su ejemplo en 1394, terminando prácticamente así con la presencia de los judíos
en Francia, hasta los tiempos modernos. Durante el periodo de expansión de la peste negra (siglo XIV), las
masacres de judíos se hicieron comunes por toda Europa, culpándoles de ser los causantes de la plaga por
haber envenenado los pozos de agua de los cristianos. En España, como en los países anteriormente citados,
los judíos sufrieron persecuciones periódicas, que en ocasiones dieron lugar a conversiones masivas. En
muchos casos estas conversiones simplemente eran una apariencia externa; surgió una clase de conversos
llamados marranos, que si bien profesaban la religión cristiana, seguían fieles al judaísmo en secreto. La
Inquisición, creada en 1478, persiguió a los conversos, y en 1492 todos los judíos que no aceptaron el
bautismo fueron expulsados. También fueron expulsados de Portugal en 1497. Durante mucho tiempo el
judaísmo no tuvo una vida libre en España, hasta 1967 fue inaugurada una sinagoga, que obtuvo el
reconocimiento oficial.
La mayoría de los judíos, a quienes se los denominaran sefardíes, salieron de España y se dirigieron a Europa
occidental y a Turquía. Los expulsados de Francia, Inglaterra, Alemania y Suiza se establecieron en Polonia y
Rusia. En 1648 la comunidad polaca contaba con más de 500.000 judíos. Los judíos polacos llegaron a tener
una organización autónoma dentro del reino polaco pero entre 1648 y 1658 llegaron de nuevo las
persecuciones y fueron degradados a trabajos de menor importancia.
JUDAÍSMO EN EL MUNDO MODERNO
En Europa sólo quedaban pequeños restos de lo que fueron las comunidades judías y con la reforma
protestante llegaron las libertades para los judíos. Primero Inglaterra que recibió una población judía y a los
que se les alentaba a instalarse en las colonias. Luego Francia con la Revolución Francesa instauró el derecho
de voto para la comunidad hebrea y con Napoleón se fue instaurando las libertades a medida que conquistaba
Europa. Entre 1815 y 1860 tras la derrota del imperialismo se recortaron nuevamente pero esto no duro
mucho.
Hacia el Oriente Rusia institucionalizó las persecuciones, tolerando incluso los pogromos, periódicos ataques
que se llevaban acabo, a fin de distraer a la población de los problemas del estado. Se quería recortar la
influencia de los judíos a los rusos, por que traían ideas revolucionarias de Europa Occidental. Esto duró hasta
1917 final del régimen Zarista. Como resultado de los pogromos, unos 2 millones de judíos emigraron desde
las zonas bajo dominio ruso a Estados Unidos entre 1890 y finales de la I Guerra Mundial. Otros grupos de
judíos emigraron desde la Europa oriental y se establecieron en Canadá, Sudamérica (especialmente en
Argentina), Sudáfrica y Palestina.
Una vez adquiridas las nuevas libertades empezó un movimiento reformista del judaísmo. Moses
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Mendelssohn ejerció una fuerte influencia gracias a sus esfuerzos por adecuar el judaísmo al mundo moderno,
tanto en el ámbito religioso como en el modo de vida. Tradujo el Torá al alemán y dio importancia a
establecer relaciones con la población no judía. Muchas familias abandonaron el judaísmo para convertirse al
cristianismos y aumentar sus posibilidades. Esto último un siglo antes hubiera causada una gran conmoción.
Hubieron grandes nombres: Karl Marx inició el socialismo científico y los movimientos comunistas. En
Francia, Henri Bergson, y en Alemania, Hermann Cohen y Martin Buber, influyeron notablemente en la
filosofía moderna. Sigmund Freud creó el psicoanálisis. El alemán Albert Einstein revolucionó toda la física y
las matemáticas con su teoría de la relatividad. La comunidad judía experimentó un renacimiento cultural
durante el siglo XIX conocido como Haskalá (Ilustración). Comenzó en Europa oriental, y una vez más los
judíos empezaron a escribir en hebreo, a estudiar la nueva ciencia de Darwin y de Thomas Huxley, e incluso a
estudiar la Biblia, para poder dar una interpretación científica a la Sagrada Escritura. Fue muy importante para
el resurgimiento de la esperanza en un retorno a lo que consideraban su propia tierra, Palestina, guiándose por
lo que indicaban sus estudios de la herencia judía
AMÉRICA
La migración de los judíos a América se realizó casi simultáneamente con la aparición de los primero Estados
Libres. La primera comunidad de judíos en Norteamérica se estableció en 1654. En el periodo de la lucha por
la independencia de Estados Unidos, hacía 1780, llegaba a 2.000 el número de judíos que vivían en las
colonias. Durante gran parte del siglo XIX, la mayoría de los inmigrantes judíos que llegaron a Estados
Unidos después de 1815 provenían de Alemania, producto del sentimiento antijudío que surgió después de la
caída de Napoleón, y tras la fallida revolución de 1848. Hacia 1880, el número de judíos que vivían en
Estados Unidos ascendía a 250.000. Durante los siguientes 40 años, casi tres millones más de judíos
inmigraron a los Estados Unidos desde el este de Europa, llegando incluso poblaciones de comunidades
enteras e incluso de provincias. Las migraciones a gran escala cesaron en 1924, cuando entraron en vigor las
restricciones impuestas por un sistema de cuotas de entrada. Con la desintegración del Imperio Otomano,
sobre 1912, y la persecución llegó una nueva oleada a Méjico y Argentina. En 1941 llegaban a América
eludiendo los acosos nazis.
ANTISEMITISMO
En Alemania y en Francia, especialmente, surgieron movimientos de oposición a los judíos que se nombró
antisemitismo, porque sus seguidores no basaban su oposición en la religión judía, sino en lo que ellos
consideraban la raza judía: los semitas. En Alemania, Francia, Austria y Hungría se reformaron los partidos
políticos para evitar que los judíos ocuparan cargos de importancia. En Francia, el antisemitismo se
transformó en un asunto de gran trascendencia política a raíz del llamado caso Dreyfus, que comenzó con el
juicio, basado en pruebas falsas, de un oficial del Ejército, el judío Alfred Dreyfus. Uno de los asistentes al
juicio de Dreyfus, el escritor austriaco Theodor Herzl, llegó a la convicción de que la única solución al
problema del antisemitismo estaba en la creación de un Estado nacional judío. En 1896, Herzl se convirtió en
el fundador del sionismo político. Durante los siguientes 50 años, la organización sionista planificó un
programa de acción, y luchó para lograr sus objetivos, lo que finalmente se tradujo en la creación del Estado
de Israel.
Durante la primera mitad del siglo XX, en especial en el periodo entre las dos guerras mundiales, el
antisemitismo se convirtió en una fuerza importante en la política europea, especialmente en Alemania. En la
década de 1930, el desarrollo del nacionalsocialismo, que incorporaba doctrinas antisemíticas, amenazó a
todos aquellos con orígenes judíos, muchos de los cuales ni siquiera se consideraban como tales, pues se
habían asimilado perfectamente a los distintos grupos nacionales. Se volvió a instaurar un nuevo modelo de la
ley de Umar, haciéndolos llevar un signo distintivo y prohibiéndoles según que trabajos. La parte más dura
llegó poco antes de la guerra y durante ella, millares de judíos fueron trasladado a campos de concentración,
en primer lugar, donde se les obligaba a trabajos forzados y, finalmente, a campos de exterminio.
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Durante el gobierno de los nacionalsocialistas en Europa occidental, se estima que murieron 6 millones de
judíos europeos, tanto en Alemania como en los países bajo su hegemonía. En la Segunda Guerra mundial los
judíos lucharon en todos los ejércitos aliados; 40.000 judíos sirvieron en las filas del ejército británico. Este
periodo de persecuciones y exterminio de judíos europeos recibe el nombre de Holocausto. Alemania cayó
derrotada en 1945 y, exceptuando a la Unión Soviética, las juderías de Europa Central y Occidental quedaron
virtualmente aniquiladas. Los grandes centros de la vida y la cultura judías, como Polonia, Alemania,
Lituania, Hungría y Rumania dejaron de existir.
Los refugiados que lograron sobrevivir al holocausto fueron reunidos en Campos de Personas Desplazadas
establecidos en los países de Europa ocupados por los Aliados. En esos Campos, el remanente de los judíos de
Europa comenzó a planear y a organizarse para "ascender" a su propia patria, Israel, con la ayuda de emisarios
enviados desde ella. El gobierno británico, que aún ejercía el Mandato sobre Eretz Israel (movimiento para
crear el nuevo estado de Israel), restringió severamente la inmigración, principalmente bajo la presión de los
estados árabes. Sin embargo, se organizó una red de inmigración clandestina y millares de judíos abandonaron
las costas de Europa para dirigirse a la Tierra de Israel.
Foto 4: Mapa de los campos de concentración, Durante las décadas de 1930 y 1940, los dirigentes nazis
alemanes crearon 22 campos de concentración donde encarcelaron a judíos, gitanos, homosexuales,
comunistas, eslavos y otros grupos. El trabajo, los fusilamientos, los gases o las inyecciones letales habían
acabado con más de cuatro millones de prisioneros al final de la guerra. Este mapa muestra la ubicación de los
campos de concentración más importantes y las fronteras actuales.
LA LUCHA POR EL ESTADO
A comienzos del siglo XX no había muchos judíos en Palestina; su número en esta zona aumentó desde los
12.000, en 1845, hasta aproximadamente 85.000, en 1914. La mayoría de los habitantes de Palestina eran
árabes musulmanes y cristianos. El respaldo al movimiento sionista procedía sobre todo de los judíos de
Europa y Estados Unidos.
Durante la I Guerra Mundial (1914−1918) el movimiento sionista consiguió el respaldo de Gran Bretaña, que
buscaba el apoyo del pueblo judío en su lucha contra Alemania. El gobierno británico manifestó sus
intenciones en la Declaración Balfour el 2 de noviembre de 1917, en forma de carta del ministro de Asuntos
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Exteriores Arthur James Balfour a los dirigentes sionistas en Gran Bretaña. Según este documento, el
gobierno británico aprobaría el establecimiento en Palestina de una patria para el pueblo judío y no regatearía
esfuerzos para facilitar la consecución de este objetivo, quedando muy claro que nunca se haría nada que
perjudicara los derechos religiosos y civiles de las comunidades no judías existentes en Palestina o los
derechos y el estatus político de los judíos residentes en el extranjero.
En 1936 tras el sabotaje árabe el gobierno ingles nombró una Comisión Real para informarse sobre la
situación. La resolución fue dividir palestina en dos estados, Palestina e Israel, y la zona de Jerusalén y una
franja hasta la costa quedarían bajo dominio ingles. Los judíos aceptaron pero los árabes se negaban a dividir
su país. De 1936 a 1939 fueron asesinados 517 judíos; la mitad de ellos, entre los; meses de julio y octubre de
1938. El gobierno inglés renunció a su proposición, y en 1939 publicó un Libro Blanco restringiendo la
inmigración judía y la adquisición de tierras.
El Yishuv, pueblo judío en Israel, amplió sus instituciones representativas y democráticas tras la Guerra
Mundial. Entre estas instituciones figuraba una asamblea electiva, el Consejo Nacional, que se ocupaba de los
asuntos cotidianos de la comunidad en lo referente a educación, salud, servicios sociales, asistencia y otros
servicios. La vida religiosa judía la controlaba un Consejo de Rabinos que supervisaba y se ocupaba de
matrimonios, divorcios y otros asuntos familiares. Las instituciones del gobierno local también se
desarrollaron para administrar la vida de Tel Aviv y de otros pequeños pueblos judíos. El sistema educativo,
que cultivaba la lengua y la cultura hebreas, se expandió y se fundó la Universidad Hebrea de Jerusalén. La
Organización Sionista Mundial y la Agencia Judía para Palestina ayudaron al Yishuv, consiguiendo fondos en
el extranjero, reclutando inmigrantes judíos y buscando el apoyo político de los gobiernos occidentales.
HACIA LA INDEPENDENCIA
En 1947, Gran Bretaña, exhausta tras siete años de guerra y deseosa de renunciar a sus compromisos
coloniales en ultramar, decidió abandonar Palestina y recurrió a la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) en busca de asesoramiento. Como respuesta, la ONU convocó su primera sesión especial en 1947; el
29 de noviembre adoptó un Plan de Partición que proyectaba la división de Palestina en dos estados, uno
árabe y otro judío, con Jerusalén como zona internacional bajo la jurisdicción de la ONU; ambos tendrían una
organización económica conjunta. La resolución de la división fue aprobada en el seno de la ONU por 33
votos favorables frente a 13 en contra, y contó con el apoyo de Estados Unidos y la Unión Soviética. Los
británicos se abstuvieron.
Tras esta decisión empezaron ataques árabes contra asentamientos judíos que terminaron con la guerra. Los
ingleses no querían intervenir ya que sólo tenían en mente el desalojo de esas tierras. La reacción de los judíos
fue nombrar el Medinat Yisra'el (Estado de Israel) que estaría abierto a la inmigración de los judíos del
mundo.
Egipto, Transjordania (actual Jordania), Siria, Líbano e Irak se unieron a palestina para luchar en contra de la
invasión hebrea. Este conflicto es denominado como la primera Guerra Árabe−Israelí o, para los Israelitas, la
Guerra de la Independencia. La ONU intervino poniendo paz entre los países. Las fronteras se mantuvieron
hasta la Guerra de los Seis Días que los judíos invadieron territorios palestinos.
PRIMEROS AÑOS DEL ESTADO
En 1949, el Consejo Provisional del Estado de Israel convocó elecciones para elegir la primera Kneset. Chaim
Weizmann, el líder sionista más destacado del periodo anterior a la guerra, se convirtió en el primer presidente
del país. El primer jefe de gobierno fue David Ben Guirón, hizo hincapié en la seguridad nacional y la
expansión de un ejercito nacional moderno.
Hacia 1952 la población e había duplicado. La mayoría provenían de los campos de concentración Nazi y
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algunos del Oriente próximo y el norte de África. Entre décadas la población se quintuplicó y dos tercios de
este crecimiento era por la inmigración. Dado a la masiva inmigración el país se encontraba en grandes
problemas económicos. El pueblo judío de todo el mundo y EEUU proporcionó apoyo económico y mientras
que Ben Guirón negociaba las indemnizaciones por el Holocausto.
Mientras los conflictos árabe−israelíes no cesaban. Los árabes insistían en que se permitiera regresar a los
refugiados a sus hogares, que Jerusalén fuera administrada por la comunidad internacional y que Israel
realizara concesiones territoriales antes de iniciar cualquier conversación o negociación para la paz, a lo que
Israel se negaba. Egipto se negó a que Israel utilizará el canal de Suez para que sus buques navegaran y
bloqueó el paso empezando en 1956 las Segunda Guerra Árabe−Israelí. Francia y Gran Bretaña se unieron a
Israel que obtuvo una rápida victoria y la conquista de la franja de Gaza y la península de Sinai. Cuando
empezó el ataque de los europeos contra el canal de Suez fueron enviadas tropas de la ONU para parar la
guerra. Gaza fue devuelta por los Israelíes a finales de ese mismo año.
Israel continuó modernizando su ejército, sobre todo en lo aéreo. En cuanto a la inmigración que había
descendido, volvió a haber otra oleada proveniente de Marruecos. La diferencia económica entre los colonos
europeos y los de países musulmanes era muy grande.
En cuanto política era un momento de continuos cambios. En 1963 Ben Guirón dimitió y le sucedió Leví
Eshkol y su partido mando hasta 1977.
LA GUERRA DE LOS SEIS DÍAS
Tras la segunda guerra Árabe−israelí, la imagen del presidente egipcio Nasser salió fortalecida en todo el
mundo árabe, que asistió al crecimiento de un ambiente nacionalista en el que los deseos de revancha contra
Israel ocupaban un lugar muy destacado. La formación de un comando militar árabe unificado que concentró
sus tropas en torno a las fronteras, junto con el cierre de los estrechos de Tirán por parte de Egipto y la
insistencia de Nasser, en 1967, de que la UNEF abandonara la zona del canal, hicieron que Israel se adelantara
a los preparativos ofensivos árabes y atacara Egipto, Jordania y Siria, simultáneamente, el 5 de junio de ese
mismo año.
La guerra de los Seis Días finalizó con la decisiva victoria de Israel. Tras la guerra de los Seis Días, Israel
anexionó la franja de Gaza y la península del Sinaí que había conquistado a Egipto, la parte árabe del
Jerusalén oriental y Cisjordania, que ocupó a Jordania, y los altos del Golán, arrebatados a Siria. El territorio
que quedó bajo jurisdicción israelí después de la guerra de 1967 era aproximadamente cuatro veces superior al
área que se le había otorgado tras la paz de 1949. Los territorios ocupados tenían una población árabe de
aproximadamente 1,5 millones.
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Foto 5: Territorios ocupados durante la guerra de los Seis Días
Temiendo una invasión por parte de los países árabes vecinos, Israel optó por atacarlos de forma inesperado
provocando su fulminante derrota en lo que se ha conocido como la guerra de los Seis Días, que tuvo lugar en
junio de 1967. Después de la contienda, Israel retuvo bajo su control varias zonas que había conquistado.
Dentro de Israel la postura sobre los territorios ocupados eran muy diversas. Algunos pedían por la seguridad
del estado el retorno o total o parcial de los nuevos territorios, otros se oponían a devolverlos. Finalmente en
1980 se declaró que se consideraba a Jerusalén completa y unificada como capital de Israel.
En Palestina empezó un movimiento nacionalista que llevo a la formación de guerrillas de la Organización
para la Liberación de Palestina (OLP). Aunque sus ataques a merados, escuelas, estaciones de autobuses
israelíes, etc. no cesaron, consiguieron un reconocimiento internacional como representantes del pueblo
palestino.
LA GUERRA DE YOM KIPUR Y SUS REPERCUSIONES
En 1973 Egipto y Siria se unieron para recuperar las tierras perdidas. El día que atacaron fue el de Yom Kipur,
día de ayuno sagrado. El ejército israelí venció durante tres semanas pero por las bajas y el apoyo que recibían
estos dos países de la URSS. Además los países con petróleo empezaron hacer un boicot a EEUU por el apoyo
a Israel.
Israel se encontró en serias dificultades económicas y ni siquiera EEUU consiguió que salieran del problema
económico. El presidente Nixon impulso los acuerdos de paz entre los tres países en 1974.
PRIMEROS PASOS HACIA LA PAZ
El programa económico de carácter liberal del conservador Beguin no consiguió evitar el aumento de la
inflación y que continuara el deterioro de la economía, causado en gran parte por la escalada de los gastos
militares. Sin embargo, Beguin fue el primer dirigente de Israel que firmó un acuerdo de paz con un Estado
árabe. Esto fue el resultado de una iniciativa sorpresa del presidente de Egipto, Anwar al−Sadat. En 1979 se
firmo el tratado de paz.
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La anexión de los altos del Golán hizo que las relaciones exteriores de Israel se volvieran tensas con países
con los que antes habían sido amistosas. Meses más tarde Israel invadió Líbano con el objetivo de acabar con
la presencia de la OLP, que tenía allí bases desde las que realizaba numerosos ataques contra territorio israelí.
A mediados de agosto, tras una intensa contienda que tuvo lugar en Beirut y en los alrededores de la ciudad, la
OLP hubo de abandonar Líbano, a pesar de lo cual las tropas israelíes permanecieron en el sur del país y el
coste de la guerra y la ocupación posterior dejaron sentir sus efectos sobre la economía israelí, que ya estaba
atravesando momentos difíciles y problemáticos.
ALZAMIENTOS PALESTINOS
A finales de la década de los 80 aparecieron las intifadas, levantamientos de palestinos en los territorios
ocupados. La represalia del gobierno israelí fue duramente criticada por la ONU Y EEUU. En 1989 y 1990
más de 200.000 judíos procedentes de la entonces disuelta Unión Soviética se establecieron en Israel. Esta
nueva oleada migratoria alentada por el gobierno de Shamir, pero que fue mal acogida por palestinos y por
árabes residentes en Israel minó la economía nacional. Durante la guerra del Golfo Pérsico, en la que muchos
palestinos apoyaron de forma abierta a Irak, misiles Scud alcanzaron Israel en repetidas ocasiones, hiriendo a
más de 200 personas y destruyendo casi 9.000 viviendas en la zona de Tel Aviv. Israel, contrariamente a su
política habitual, no tomó represalias, en parte porque Estados Unidos estableció bases de misiles tierra−aire
Patriot para destruir los misiles iraquíes.
HACIA LA PAZ
Las primeras conversaciones de paz global entre Israel y delegaciones que representaban a los palestinos y a
los Estados árabes vecinos se iniciaron en octubre de 1991, en Madrid, en la Conferencia de Paz sobre Oriente
Próximo. Tras este acuerdo, Israel intentó diferentes tratados de paz con los países, pero por las desconfianzas
de unos u otros se terminaban incumpliendo. En julio de 1994, el primer ministro Rabin y el rey Hussein de
Jordania firmaron un tratado de paz que ponía fin a 46 años de enfrentamientos entre ambos Estados.
RETORNO DEL CONFLICTO
En 2000 Barak se reunió con Arafat en Camp David (Maryland, Estados Unidos) por mediación de Clinton,
pero la cumbre fracasó por el discutido estatuto de Jerusalén; por último, el 28 de septiembre, el líder del
Likud, Ariel Sharon, visitó uno de los lugares sagrados del islam, la Explanada de las Mezquitas (en Jerusalén
oriental), y este hecho fue el detonante para que se desencadenara uno de los periodos recientes de mayor
violencia entre palestinos e israelíes.
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