LA TRASMISIÓN POR TV DE LOS PARTIDOS DEL SELECCIONADO

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LA TRASMISIÓN POR TV DE LOS PARTIDOS DEL SELECCIONADO
Por Germán J. Bidart Campos (Profesor Emérito de la UBA) y Andrés Gil Domínguez (Profesor de la
materia "El Derecho del Deporte", Facultad de Derecho, UBA).
El deporte en general y en particular la selección argentina que lo protagoniza implican una actividad que
reviste el carácter de un bien colectivo con los alcances establecidos en el artículo 43 de la constitución
argentina: derechos de incidencia colectiva en general. Por su historia, sus colores, su trayectoria, sus logros,
el crecimiento institucional, el sentimiento e identificación que genera, la selección argentina es de
pertenencia colectiva, por lo cual de ese bien está asegurado por la constitución a todos los habitantes. Por lo
tanto, existe una sustancial diferencia entre la televisación de un partido entre River y Boca, y la difusión
televisiva de encuentros oficiales que dispute la selección.
Un sistema de televisación codificado para los partidos que dispute la selección por las eliminatorias para el
mundial Japón-Corea 2001, viola el derecho a la información, el derecho a la no discriminación, el derecho
de los consumidores y usuarios, y por último, el derecho de incidencia colectiva en general que se adscribe a
la actividad futbolística de la selección argentina como elemento cultural integrador.
El actual sistema impide el libre acceso a la información cultural y social que se genera en cada partido de las
eliminatorias donde participa la selección. Es irrazonable que la información socio-cultural que tal fenómeno
produce se vea reducida tan sólo a un grupo de personas que cuenta con un determinado poder adquisitivo.
Los particulares -en este caso los operadores televisivos- deben respetar la pluralidad de emisiones y medios
de comunicación sin ninguna clase de discriminación.
El sistema de televisación codificado genera un quiebre del derecho a la no discriminación. Aquellas
personas que cuenten con suficientes recursos, accederán al goce y disfrute del bien colectivo, pero las
personas que no cuenten con los recursos económicos suficientes –y habida cuenta de la actual situación de
emergencia no es difícil suponer que son una gran mayoría- no podrán acceder al sistema televisado. ¿Cuál
es la diferencia?, la condición económica. ¿Cuál es la consecuencia?, el menoscabo del goce o ejercicio, en
condiciones de igualdad de oportunidades y trato de los derechos fundamentales en la esfera social y
cultural de las personas que no pueden acceder al sistema previsto por los operadores.
La afectación del derecho a la no discriminación, se potencia con la análoga afectación del derecho de los
consumidores y usuarios –consagrado en el artículo 42 de la constitución- el cual establece que las
autoridades deben garantizar "la defensa de la competencia contra toda forma de distorsión de los
mercados". El correcto funcionamiento del mercado implica que no existan abusos de posiciones dominantes
que impidan a las personas el goce y disfrute de los derechos fundamentales. Habida cuenta que los partidos
de la selección argentina configuran un elemento importante en el acervo cultural colectivo, la existencia de
un solo sistema de televisación cuyo acceso depende de las condiciones económicas de las personas, nos
coloca frente a una evidente distorsión del mercado, y consecuentemente ante la conculcación de los
derechos colectivos de usuarios y consumidores. Un sistema de cable codificado podrá ofrecer un mejor
servicio de audio, cámaras, periodistas, etc. y por este motivo cobrar un abono, pero bajo ningún punto de
vista puede usufructuar económicamente el hecho de la inmediatez temporal.
El pleno ejercicio de los derechos enunciados es posible en tanto exista una relación de inmediatez
temporaria en el goce y disfrute del bien colectivo referido a la actividad futbolística de la selección
argentina. Cuando una persona decide asistir a un espectáculo -de cualquier índole- lo hace para poder
experimentar sentimientos, emociones, placeres y disquisiciones que surgen exclusivamente de la puesta en
escena y simultáneamente con ella. De lo contrario, leer el argumento de una obra de teatro sería lo mismo
que concurrir al teatro, o bien, bastaría con escuchar mediante un disco compacto la ópera Aída en vez de
gozarla en un concierto en vivo. No disfrutan en condiciones de igualdad el bien colectivo "selección
nacional" quienes acceden con cualquier clase de atraso –por su condición económica- a la emoción propia
del partido.
La constitución como norma jurídica no es mero consejo o recomendación hacia los poderes del estado y los
particulares. La constitución es de orden público y por ende inderogable por la voluntad de los particulares.
Si un derecho nacido de un contrato vulnera el orden público constitucional, es nulo de nulidad absoluta. Por
ejemplo, si se celebra un contrato cuyo objeto es esclavizar a una persona, dicho contrato es nulo. Por ende,
el contrato entre un operador televisivo y la entidad deportiva que titulariza los derechos de transmisión no
puede implicar la privación del acceso directo a la difusión del espectáculo, cuando está de por medio un bien
jurídico colectivo, como lo es el fútbol de la "selección argentina". Para evitar esta clase de transgresión
bastaría que los operadores televisivos liberaran la onda a efectos de su posible captación por la televisión
abierta, tanto de la Ciudad de Buenos Aires como del resto del país.
El proyecto recientemente sancionado por Diputados garantiza la vigencia de los derechos fundamentales, a
la vez que, reitera lo dispuesto por el Poder Ejecutivo en el año 1994 mediante el decreto 304. Y dicha norma
nunca fue oportunamente controvertida en cuanto a su constitucionalidad por ningún particular, ni por ningún
jurista.
Manuel Dorrego dijo –al cuestionar la ley de levas- en un discurso pronunciado ante la Legislatura de Buenos
Aires en 1823, que no quería vivir en un país donde la violación de las libertades fundamentales de una
persona le fuera indiferente a los demás ciudadanos. En el año 2000 podemos decir –con la misma pasión de
Dorrego- que no queremos vivir en un país en donde el disfrute de los bienes colectivos esté vedado a
las personas de escasos recursos y reservado a la arbitraria voluntad de un selecto grupo de
particulares
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