RESEÑA que acompaña al MURAL de TANIPERLA de CGT Este mural es una reproducción del que fue pintado en el mes de abril en la comunidad de Taniperla, Chiapas. Se hizo para decorar la casa municipal del Municipio autónomo y Rebelde “Ricardo Flores Magón”, que se constituía el 10 de abril como una puesta en práctica del principio de “no necesitamos permiso para ser libres”. El ejército y las fuerzas de seguridad mexicanas, atacaron el Municipio, destruyeron sus instalaciones, encarcelaron a numerosas personas y obligaron a huir a la montaña a gran parte de sus habitantes, que hoy todavía permanecen cercados y hostigados. El mural fue destruido para atacar lo que significaba y representaba. En este pueblo cegetista de Ruesta, hemos reproducido el mural para expresar nuestro apoyo a la lucha de los pueblos indígenas. Representa, idealizada, la vida de los pueblos de la cañada. Casas, comunidades de familias distribuidas entre un ecosistema de frutales, prados, sembrados, flores, jaguares, venados, caballos. Vemos correr los ríos bajo un cielo luminoso adornado con brillantes estrellas, mariposas y un sol y una luna que sonríen. Podríamos decir que se inicia con el amanecer, si miramos el mural desde la derecha o con la madre tierra, si lo miramos desde la izquierda. Ella sonríe entre la Tierra ubérrima y la luz del firmamento. Su cintura es exactamente el límite de esas dos dimensiones integradas en su cuerpo. Junto a ella se elevan dos grandes peñascos: son senos nutricios. Bajo uno de ellos un hombre cultiva la planta sagrada: el maíz. Abajo el campesino. Como símbolo de la unidad religiosa hay una casa modesta con techo de lámina: es un templo con un pebetero. No es de religión alguna y es de todos. También contemplamos la asamblea de mujeres: forman un círculo armónico y colorido. Abajo, niñas, niños y mujeres lavan y nadan en el río; gallinas que buscan su alimento; un papá y su hijo que caminan con su carga de leña; personas que conversan en el umbral del hogar. Luego está la casa del campamento civil por la paz a la que llegan los observadores nacionales e internacionales. Al otro lado del mural está el sol del amanecer que ilumina el nuevo día, la asamblea de los hombres, el juego de básquetbol, el fruto del café puesto a secar, los trabajos para introducir la electricidad, arreglar la carretera y realizar las obras públicas que el pueblo requiere. Los niños y las niñas entran a la escuela comunitaria. En la montaña se mira la antena de la radio retransmitiendo, ya que los acuerdos de San Andrés de Sacamch’en proponen “la elaboración de una ley de comunicación que permita a los pueblos indígenas adquirir, operar y administrar sus propios medios de comunicación. La puerta de la casa municipal está pintada como la entrada a la paz. Arriba hay un letrero en lengua tzeltal: SNA YU’UN ATELETIC YU’UN COMONALETIC, que significa “casa de las autoridades de las comunidades”. A cada lado de la puerta los grandes inspiradores. Flores Magón sembrando pensamientos en las cañadas; en las manos lleva las letras de la palabra libertad. Al otro lado Zapata aparece a caballo con un lema dibujado en su pañuelo rojo: “la tierra es de quien la trabaja”. En la puerta hay un conjunto de cañas que representan a Taniperla, porque ese nombre quiere decir “lugar de cañas junto al río Perla”. Caminan hacia la casa municipal un hombre leyendo papeles y una mujer. Explica un pintor tzeltal que ella “no solo lleva pojol en su morral, sino también los documentos del asunto que tratará con las autoridades”. Desde las montañas, como se canta en el himno zapatista (“ya se mira el horizonte, combatiente zapatista”), estos milicianos contemplan desde lo alto el mundo de armonía de unidad y de paz. Dedicamos esta reproducción a los observadores de derechos humanos, a los presos de la voz de Cerro Hueco y, de forma muy especial, al profesor Sergio Valdez Ruvalcaba “el Checo”, también encarcelado. Por un mundo donde quepan muchos mundos Desde Ruesta y desde CGT, toda nuestra solidaridad a movimiento zapatista internacional.