Mihura, humor y miedo ante la vida TEATRO JOSÉ LUIS LANASPA S ólo hace falta repasar la cartelera teatral de esta temporada para comprobar que el teatro, esa reflexión cercana de la vida, goza de buena salud: un buen síntoma cultural en el que se mezclan viejos y nuevos autores, desde Shakespeare o Lope de Vega a Yasmina Reza, autora de ese Arte que no cesa. Y entre esos autores que afortunadamente perduran está nuestro Miguel Mihura mirando con humor la realidad española de un tiempo no lejano. Pero las historias de Mihura, asimismo, ahondan en el vivir común de cualquier criatura humana y época. Mihura se acerca a esa realidad, que le parece absurda, asombrado y con ganas de reír, pero, a veces, el miedo le apaga la sonrisa. Cuando asoma la tragedia, parece que no se atreve a mirarla, la rechaza o la atenúa: habla del caso de “la mujer asesinadita” o de aquel niño de don Rosario, el de “Tres sombreros de copa”, que “se asomó al pozo para coger una rana y el niño se cayó, hizo ‘¡pin!’, y se acabó todo”. Y la vida sigue. Y por la noche, al otro lado del balcón de un hotel, hay tres lucecitas (¿o no las hay?) que ponen muy contentos a don Rosario, el dueño, y a los huéspedes que las miran, aunque no las vean. Es la esperanza incluso por la noche. Ni siquiera en las piezas más ligeras del autor, como Las entretenidas, que ahora protagoniza Blanca Marsillach, falta ese sentimiento de melancolía cercano a la risa y al llanto. En esta obra se refleja un mundo no lejano, del que quizá todavía quedan residuos en el que, aparte de la prostitución (esa esclavitud femenina que no termina), estaban las “queridas” que subsistían con un “sueldecito” que les hacía llegar el amante, por lo general un “respetable” profesional y padre de familia. Mujeres que se dedicaban a entretener y que su único “seguro laboral” era que “don Fulano” no se cansara de ellas. En este caso, para retenerlo, Fany, la protagonista, se inventa travesuras y amores al borde fingido del suicidio, y, en un momento de soledad, se le apaga la sonrisa y llega a preguntarse: “¿y por qué no ese final?”. Pero una vez más, entre la realidad y el ideal, Mihura elige lo segundo. Incluso en Maribel y la extraña familia, la chica es una prostituta que puede salvarse, y la familia, un mundo extraño, ideal, en el que es posible dicha salvación. En el caso de Las entretenidas, dirigida con acierto por Juan Pedro de Aguilar, como bien dice él en la presentación, resulta una divertida comedia “con una historia de tolerancia y de esperanza; y todo se palpa, se siente, por eso hace reír y llorar, ser sencillos y felices, lograr un poco de cielo”. Ése es, como decíamos, Mihura en toda su obra: el deseo de una vida de bondad en la que nunca faltan inteligentes y deliciosos personajes femeninos. En este caso muy bien representados por Blanca Marsillach Ayuso. y Marisol Defensa de Sancho Panza Con motivo de una exposición en Barcelona, que merece verse y que revisa la trayectoria de Els Joglars, Albert Boadella, fundador y director de la compañía teatral, ha dicho que “el mundo del teatro está hecho por inadaptados”. Seguramente tiene razón este gran autor y actor de nuestro tiempo. Así que no es raro que ande ahora por los escenarios, representado y defendido por su escudero, uno de los más inadaptados personajes de la literatura española: Don Quijote de la Mancha. Esta obra teatral, Defensa de Sancho Panza, se debe a un singular actor, Fernando Fernán Gómez, y se trata de un monólogo, al que le pone voz Juan Manuel Cifuentes. La acción se sitúa en un Juicio en el que Sancho defiende las disparatadas andanzas y las filosóficas reflexiones de aquel caballero andante. “Sancho Panza existe — dice Fernán Gómez— para que Don Quijote hable, si no existiese este personaje las reflexiones de Don Quijote hubiesen sido puramente interiores y no estaba el género de la novela desarrollado hasta el extremo de que pudiera mantenerse la novela sobre el monólogo interior”. Ya decía Unamuno que él podía entender el Quijote mejor y de otra forma que el propio Cervantes. Es posible: a veces, los genios, como Cervantes con la pluma o Goya con el pincel, y tantos otros creadores, parecen mediums entre la realidad profunda y lo que expresan. En cualquier caso, Defensa de Sancho Panza es un acto teatral que nos lleva al espacio humano de ese hombre honrado, escudero de un caballero buscador de aventuras que por lo general le salían aviesas y torcidas. Y con los clásicos, Yasmina Reza Merecen destacarse, además, en los escenarios madrileños El Rey Lear, de Shakespeare, El Alcalde de Zalamea o El perro del hortelano, de nuestros clásicos. Y la obra ya mencionada al principio, Arte, que fue un gran éxito con Flotats y que ahora sigue en su digamos versión argentina —Art— encabezada por el conocido, sobre todo en el mundo del cine, Ricardo Darín. La autora, Yasmina Reza, demuestra con inteligencia y buen gusto la emoción y fragilidad de las relaciones humanas a partir de aparentes naderías. Por cierto, Flotats continúa con su magistral interpretación de París 1940. Tampoco se puede dejar de mencionar algunas de las obras juveniles que pasan, a veces demasiado deprisa, por las salas del llamado teatro alternativo. Para poder verlas, hay que estar atentos a la cartelera. Habrá que dedicarles oportunamente el espacio y la atención que merecen.