Dos libros sobre los Estados Unidos* JAVIER TUSELL ** E ** Barcelona, 1945. Catedrático de Historia Contemporánea. Director de Cuenta y Razón. * • Paul KENNEDY, The ñse andfall ofthe great powers: economic change and military con/lia from 1500 to 2000. Unwin Hyman, 1988. • Alian BLOOM, L'Amedesarmée. Essai sur le declin de la culture genérale, Preface de Saúl Bellow, París, Julliard, 1987. N España, en Europa y en los Estados Unidos, las listas de los libros más vendidos de lo que habitualmente se denomina como «no ficción» distan de estar nutridas de títulos verdaderamente interesantes. Lo habitual es encontrar allí biografías de personajes célebres o escritos de varia utilidad para la vida cotidiana, pero no grandes ensayos acerca de la realidad contemporánea en sus aspectos políticos, sociales y culturales. Sin embargo, en ocasiones se produce la excepción y un título verdaderamente valioso alcanza los honores de la gran difusión pública. Este ha sido el caso de dos libros que, el año pasado y el presente, han conseguido un éxito grande de público cuando, por los nombres y la significación de sus autores así como por su contenido, se podría dudar en principio que ese hubiera sido su destino. Se trata de dos libros que en cierta manera dan un diagnóstico sobre la sociedad norteamericana actual o que, por lo menos, son muy expresivos de las preocupaciones existentes en los medios intelectuales de aquel país. En un número de «Cuenta y Razón» como el presente es lógico e incluso obligado hacer referencia a estos dos títulos. En principio nada podía hacer pensar en que un libro como el de Bloom estuviera destinado a tener una gran difusión. Bloom es un académico dedicado, además, a un aspecto de las ciencias humanas tan poco en boga como son las Lenguas Clásicas. Su libro es una mezcla, a veces un tanto abigarrada, de referencias al estado presente de nuestra cultura, a los problemas de la Universidad y a la falta de conciencia que tiene el mundo occidental acerca de cuáles son sus principios y su forma de organización social. A cuestiones como éstas Bloom les da un tratamiento ciertamente iconoclasta. Como dice en el prólogo Saúl Bellow, el autor de este libro es todo lo contrario a un conformista. Pero entiéndase que no se trata de ese inconformismo que con el transcurso del tiempo se ha convertido en una versión nueva del conformismo. En un país y en una civilización contemporánea en que la rebelión con- tra lo establecido se ha convertido en algo habitual y dispone, en su beneficio, incluso de un juicio necesariamente positivo con sólo enunciarse como tal, el verdadero inconformismo es, en realidad, la no admisión de la iconoclastia que ya se ha convertido en algo habitual. Las referencias de Bloom empiezan y acaban en la Universidad norteamericana pero constituyen un verdadero diagnóstico de la sociedad de este país. Nuestro autor no duda en afirmar que los estudiantes son poco menos que salvajes a la llegada a la Universidad y ésta no les proporciona grandes procedimientos ni incentivos para superar este estado. Los profesores tienden a adaptarse a los alumnos y los programas son demasiado especializados o en exceso apegados a intereses sectoriales o necesidades pragmáticas como para motivar un cambio en ese punto de partida. En el mundo académico y universitario se ha producido un declinar radical de la «cultura general», aquella que proporciona los elementos básicos para llegar a construirse una concepción del mundo y de la vida; de ahí la decadencia de las humanidades y de la filosofía. Pero no sólo sucede esto. Además, en el mundo norteamericano se aprecia una constante tendencia al desenraizamiento de la propia tradición cultural; en otro tiempo ésta nacía en el hogar o en la pequeña comunidad pero ha desaparecido en el momento presente. La Universidad no proporciona los intrumen-tos para construirla; tan sólo da incoherencia e incapacidad para ver los problemas y consiguientemente para solucionarlos. Otras tendencias del mundo contemporáneo, como la pérdida del gusto por la lectura, el relativismo radical de valores y el nihilismo, contribuyen de forma importante al resultado final. Este no es otro que la ausencia de criterio, ese declinar de la cultura general y esa tendencia a considerar que la educación del estudiante tiene como objeto fundamental hacerle «abierto», mucho más que cultivado. Como se apreciará, el diagnóstico de Bloom es ciertamente escalofriante y está apoyado no sólo en un conocimiento directo y pragmático de lo que son los estudiantes universitarios en su país como en esa «cultura general» que nota a faltar en ellos. Desde luego, cualquier conocedor del estudiante norteamericano coincidirá en que los juicios de Bloom contienen una buena dosis de veracidad. Normalmente un profesor europeo se encuentra con una falta de ese poso cultural en los estudiantes norteamericanos que, en cambio, se presupone en los europeos. Pero siendo esto cierto, uno se pregunta hasta qué punto Bloom, al denunciar lo que sucede en su país, no está demostrando la existencia de un problema de carácter mucho más general y por lo tanto presente en todo tipo de latitudes. Ese nihilismo, el desprecio por la lectura, el relativismo de los valores o la carencia de la concepción de la vida son fenómenos que se dan exactamente en todos los países europeos y también en España, aunque quizá de una forma menos acentuada. Cabe preguntarse hasta qué punto, por otro lado, es un fenómeno tan general lo que denuncia Bloom porque si esa caracterización general del estudiante norteamericano puede ser admitida las excepciones son numerosísimas y muchas veces en eviden- DIAGNOSTICO DE LA SOCIEDAD AMERICANA FALTA DE POSO CULTURAL te ventaja con respecto a los estudiantes europeos. Incluso podría añadirse algo más: esa «cultura general» que Bloom señala como el ideal, en realidad en la Universidad del mundo occidental ya no constituye el eje de la formación sino más bien una excepción. Sólo en universidades como Oxford esa formación crea un poso capaz de luego verterse en dedicaciones profesionales plurales. Pero uno se pregunta hasta qué punto esa tendencia no resulta ya superada por la evolución de los tiempos. Precisamente lo habitual en el momento presente es requerir de la Universidad una formación mucho más profesional, pragmática y volcada al mercado del trabajo. EL PAPEL DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Cabe preguntarse hasta qué punto Bloom, al hacer un diagnóstico de la Universidad, no está señalando uno de los males de nuestro tiempo y culpando excesiva y exclusivamente a ésta de lo que es un fenómeno de carácter más general. El relativismo de los valores, la ausencia de una concepción del mundo y de la vida o el nihilismo son fenómenos de carácter general y la Universidad tan sólo no puede hacerlos desaparecer ni eliminarlos. Por el contrario, parece más bien que esta es una responsabilidad colectiva en la que el papel más importante le corresponde a los medios de comunicación. Incluso no se puede decir que un fenómeno como éste sea exclusivo de nuestro tiempo sino que se ha producido en otras épocas, en otros momentos y en otras latitudes. Hasta cierto punto, cualquier fenómeno de socialización de cultura o de la educación necesariamente debía tener como consecuencia algo como lo que se ha producido en el mundo occidental y especialmente en el norteamericano durante las últimas décadas. EL LIBRO DE KENNEDY Si la preocupación en la que se centra el libro de Bloom es una preocupación esencialmente cultural, en cambio el libro de Kennedy se centra en las relaciones internacionales, en la política y en la economía. Si Bloom es un especialista en Lenguas Clásicas, Kennedy lo es en la Historia europea y a partir de ella construye toda una interpretación de lo que ha sido en el pasado la emergencia y la caída de los grandes imperios. Como buen conocedor de la Historia europea Kennedy ejemplifica fundamentalmente a partir de los casos de España y Gran Bretaña. En esencia, su interpretación consiste en decir que hay un determinado momento en la vida de cualquier imperio en que el deseo de intervenir o el militarismo acaban por poner en peligro la creación de la riqueza. A partir de este momento se produce el comienzo del declinar irreversible. Cualquier conocedor de la Historia española sabe hasta qué punto la decadencia económica en el siglo xvn estuvo acompañada por una voluntad excesiva de intervención en la política europea con una pretensión hegemónica que ni siquiera las capacidades económicas que a España le proporcionaba el Imperio ultramarino fueron suficientes para mantener indefinidamente. Lo característico del libro de Kennedy es que emplea esta interpretación para hacer un diagnóstico de la actual situación de los Estados Unidos. De hecho, Kennedy da la sensación de que está proyectando sobre los Estados Unidos actuales esa lección del pasado y que, por lo tanto, piensa que hay un exceso de compromiso o de intervencionismo en el exterior que va a tener como consecuencia la decadencia económica. De esta manera, el libro de Kennedy se convierte en un reflejo de la sensación de decadencia que los Estados Unidos experimentan, por lo menos desde la guerra del Vietnam, y que puede tener reflejos nacionalistas como los de la última presidencia pero que guarda en su interior conciencia de lo irremisible de la desaparición de las glorias pasadas. Sin embargo, este tipo de interpretación falla por su base en primer lugar por una visión cíclica de la Historia que verdaderamente resulta inadmisible. Ni se puede pretender que todos los imperios hayan pasado por esos trances que menciona Kennedy ni además ha existido entre ellos una especie de lucha de la que ha salido vencedor únicamente el más apto, ni la Historia se repite inevitablemente siguiendo las leyes a un ritmo cíclico. Todo ello tiene mucho que ver con la situación de los Estados Unidos en el momento actual. Es, en primer lugar, incierto que se haya producido en los últimos tiempos una voluntad de compromiso excesivo por parte de la política exterior norteamericana. Más bien la tendencia ha sido, tras la presidencia de Cárter, hacia el aislacionsi-mo: no se puede tomar como imperialista la intervención en Granada o la presencia de la Flota norteamericana en el Golfo Pérsico. Pero, además, tampoco se puede decir que se esté produciendo la decadencia económica y, aun en este caso, de ninguna manera la lección de la Historia es que este tipo de fenómenos son irreversibles. Incluso una de las lecciones más obvias de la Historia es que el dinamismo político puede cambiar un situación de crisis en el terreno económico. Pero me parece que el argumento fundamental en contra de la interpretación de Kennedy consiste en recordar que, desde luego, las condiciones históricas actuales tienen muy poco que ver con lo que sucedió con España en el siglo xvi. La interpretación que se suele hacer del mundo actual como producto del enfrentamiento entre dos superpotencias, los Estados Unidos y Rusia, es una interpretación superficial que es difícil pueda ser aceptada sin más. Ahora no existen dos imperios sino que existe una pluralidad de centros de decisión política independientes; además, no entran en conflicto dos naciones sino concepciones diferentes de organización de la sociedad. Lo único que abonaría la tesis de Kennedy es un fenómeno como el de un Japón cuya potencia económica es muy inferior a su capacidad militar pero de ninguna manera se puede pensar que por aumentar la segunda se producirá la decadencia de la primera. En este sentido, el libro de Kennedy viene a ser un testimonio de un estado de conciencia norteamericano pero que es dudoso que corresponda a una realidad objetiva. Si bien se mira, las dos versiones que estos dos libros —tan diferentes en su contenido— nos dan sobre la realidad norteamericana actual, tienen un dejo de pesimismo. Sin embargo, vista la realidad sin una óptica narcisista, da la sensación de que este diagnóstico no necesariamente debe ser compartido. A.fin de cuentas, una sociedad que se examina a sí misma, aunque el juicio de sus intelectuales sea incorrecto, es una sociedad sana y viva capaz de cuestionarse y de preguntarse sobre sí misma. VISION CÍCLICA DE LA HISTORIA