XI Congreso de Sociología. Madrid. 10-13 de Julio de 2013

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XI Congreso de Sociología. Madrid. 10-13 de Julio de 2013
Grupo 18: Sociología de la Cultura y de las Artes
FUNDAMENTO CULTURAL DE LA TAUROMAQUIA.
UN ANÁLISIS SOCIOLÓGICO
Emilia Riesco Vázquez
Universidad de Salamanca. Facultad de Ciencias Sociales.
Departamento de Sociología y Comunicación.
Avenida Tomás y Valiente s/n. Campus Unamuno. CP: 37007. Salamanca.
Teléfono: 923294400; extensión: 3206
Correo electrónico: riesco@usal.es
Resumen:
En esta comunicación se realiza un análisis de la tauromaquia desde la perspectiva
sociológica. Se argumenta que la sociología de la tauromaquia no debe reducirse a ser
considerada sólo como una sociología del ocio o del espectáculo, sino
que debe
considerarse como una sociología de la cultura y del ámbito social de la producción
ganadera, ya que sin toro bravo no existiría la tauromaquia. El toro bravo es el principio
de la misma y la bravura es el producto cultural de una sociedad como se analiza en
este texto.
Palabras claves: cultura, tauromaquia, valores, bravura, toreo.
1
El 29 de julio de 2011 el Consejo de Ministros aprobó el Real Decreto 1151/2011 que
ratifica el paso de los toros del Ministerio del Interior al Ministerio de Cultura. El
Gobierno, en este decreto se reconoce expresamente “la tauromaquia como una
disciplina artística y un producto cultural”. Este reconocimiento es un hito muy
importante en la historia del toreo y ha puesto de actualidad la necesidad de abrir
debates académicos acerca de esta declaración.
¿La tauromaquia, desde el punto de vista de la sociología, es realmente un producto
cultural? ¿Superará con éxito el análisis sociológico esta disciplina? Estas son algunas
de las preguntas a las que se trata de dar respuesta en esta ponencia.
Son muchos los intelectuales y artistas de distintas disciplinas que, a lo largo de los
años, se han referido a la tauromaquia exaltando sus valores artísticos y culturales. En
esta introducción, a modo de ejemplo, me referiré solo a algunos de ellos para dejar
constancia de su pensamiento sobre la Fiesta.
Federico García Lorca, pocos meses antes de morir en 1936, en una entrevista en el
diario el Sol dejo estas manifestaciones sobre la fiesta de los toros:
El toreo es probablemente la riqueza poética y vital mayor de España, increíblemente
desaprovechada por los escritores y artistas, debido principalmente a una falsa educación
pedagógica que nos han dado y que hemos sido los hombres de mi generación los primeros en
rechazar. Creo que los toros es la fiesta más culta que hay en el mundo.
El poeta granadino era un gran aficionado y defendió siempre la tauromaquia de los
ataques de los que la calificaban de inculta y bárbara. A los anales de la poesía ha
pasado su Llanto por Sánchez Mejías cuando a este lo mató el toro ‘Granadino’ en
Manzanares el 11 de agosto de 1934.
El Profesor Tierno Galván, en un singular ensayo sobre los toros escrito en 1951,
titulado: Los toros acontecimiento nacional sostiene que los toros expresan los estados
de conciencia más profundos del español en cuanto sujeto y objeto de un ámbito
cultural propio. Asimismo, el profesor manifiesta que “Si alguna vez los toros
desparecen, en los Pirineos, umbral de la Península, habría que poner un letrero que
dijere: Aquí yace Tauridia” y en esa misma obra sostiene: "Los toros son el
acontecimiento que más ha educado social, e incluso políticamente, al pueblo español".
Y de los aficionados dijo:
"(...) el espectador de los toros se está continuamente ejercitando en la apreciación de lo bueno y
de lo malo, de lo justo y de lo injusto, de lo bello y de lo feo. El que va a los toros es
2
exactamente lo contrario de aquel aficionado a los espectáculos, de quien dice Platón que no
tolera que le hablen de la belleza en sí, de la justicia en sí y de otras cosas semejantes. El
espectador de los toros no es un mero, un simple aficionado a lo espectacular, ni tampoco
exclusivamente un entusiasta de la exaltación embriagadora, es, mejor que todo esto un amante
del conjunto del cual, en cuanto acontecimiento, es parte necesaria" (Tierno Galván, [1951]
1988:73)
Rafael Alberti, torero por un día1, en su obra figuran numerosas poesías taurinas, tuvo
una gran amistad con Luis Miguel Dominguín para el que diseñó el último traje de luces
que vistió el torero madrileño e incluso pintó el cartel de una corrida que toreó en
Belgrado.
Podríamos citar una larga retahíla de los considerados imprescindibles: Góngora,
Quevedo, Fernández de Moratín, los mencionados Lorca y Alberti, Vicente Aleixandre,
Miguel Hernández, Antonio y Manuel Machado, Gerardo Diego, Ortega y Gasset,
Ramón Pérez de Ayala, Salvador de Madariaga, Américo Castro, José Bergamín y
tantos otros. El propio José Ortega y Gasset aseguraba que había que "asomarse a las
plazas de toros para comprender la historia de España", y al igual que el académico
José María de Cossío, realizaba un paralelismo entre las corridas de toros y la historia
de España.
Para finalizar este breve repaso de algunos de los escritores e intelectuales más clásicos,
citaré a Camilo José Cela, nuestro último premio Nobel de Literatura, quien dijo cuando
La Coruña recuperó recientemente su plaza de toros, que por fin la ciudad se
incorporaba de nuevo a la verdadera cultura y de quien en la nota de Quién es quién en
las letras españolas se dice: "Periodista, poeta, torero, pintor...".
Como ya he expresado anteriormente, en esta ponencia me centraré en realizar un
análisis de la tauromaquia2 desde la perspectiva sociológica, aunque la sociología
española, a diferencia de la antropología, ha mantenido un claro desinterés por la
misma.
La sociología, según Anthony Giddens “es el estudio de la vida social humana, de los
grupos y sociedades” (1989: 41), tiene como objeto de estudio nuestro propio
comportamiento como seres humanos y por ello, “el ámbito de la sociología es
extremadamente amplio” (ibídem) ya que
se ocupa de los fenómenos colectivos
1
El 14 de julio de 1927 hizo el paseíllo en la plaza de Pontevedra en la cuadrilla de Sánchez Mejías.
2
Según la RAE: 1- “Arte de lidiar toros” y 2-“Obra o libro que trata de este arte”
3
producidos por la actividad social de los seres humanos dentro del contexto históricocultural en el que se encuentran inmersos. Como tal se ocupa de lo que es compartido
por la sociedad; tanto de lo convergente como de lo divergente. Aplicar la perspectiva
sociológica se trata de llevar a cabo lo que Wright Mills en su famosa frase denominó la
“imaginación sociológica” (Mills, 1974), es decir poder “pensar tomando distancia”
frente a las rutinas de la vida cotidiana para poder verlas como si se tratara de algo
nuevo y diferente. Desarrollar la imaginación sociológica supone utilizar materiales de
la antropología y de la historia (Giddens, 1989). La dimensión antropológica nos
permite conocer las diferentes formas de la vida social humana y comprender “lo
distintivo de nuestras pautas específicas de conducta” (ibídem). La dimensión histórica
también es fundamental, ya que sólo comparando con lo ocurrido en el pasado podemos
“captar la naturaleza distintiva de nuestro mundo actual” (ibídem) y a través de este
ejercicio podremos llegar a otro aspecto, muy relevante para Mills, las posibilidades
para el futuro. Así, la perspectiva sociológica no sólo nos permite ver que es lo que
ocurre en el presente, sino que puede permitirnos conocer que podría ocurrir en futuro
en el caso de producirse algún efecto. Pues bien, esto es lo que pretendemos llevar a
cabo con la Fiesta de los toros.
La obra de Pierre Bourdieu, La distinción: criterio y bases sociales del gusto es un
modelo excelente para llevar a cabo una sociología taurina. Establece la correlación
entre el gusto y el estrato social (Bourdieu es considerado un sociólogo de la cultura).
La sociología de la tauromaquia no debe reducirse a ser sólo una sociología del ocio o
del espectáculo, sino que debe considerarse como una sociología de la cultura y del
ámbito social de la producción ganadera (Sarasa 2007), ya que sin toro bravo no
existiría la tauromaquia. El toro bravo es el principio de la misma y la bravura es el
producto cultural de una sociedad como analizaremos a continuación.
¿Qué es cultura?
Con el término cultura nos referimos
al conjunto de valores, normas, creencias,
aptitudes, palabras y objetos materiales que prevalecen en un lugar y en un espacio
histórico determinados. Si bien, en un sentido antropológico, podemos entender el
término cultura como la totalidad de la experiencia humana acumulada y transmitida
de generación en generación, en su interior se dan múltiples modelos y diversas formas
de pensar que configuran subculturas, propias de distintos grupos humanos (García
4
Escribano y Frutos, 1999) Los valores y las normas de comportamiento varían de una
cultura a otra, y a menudo contrastan notablemente, con lo que se considera “normal”
por los integrantes de distintas subculturas. La cultura modela nuestras creencias a cerca
de lo que es importante en la vida y nuestras interpretaciones acerca del significado
dado a los hechos. La música, la pintura, la literatura o la tauromaquia son sólo una
pequeña parte de la cultura que incluye normas sobre el comportamiento adecuado,
valores, bienes materiales, lenguaje y símbolos que utilizamos de forma cotidiana. Pues
bien, la corrida de toros se presta al análisis conceptual porque afecta a los valores3,
tanto éticos como estéticos. Así, el escritor y filósofo de la generación del 27, José
Bergamín (1994: 73) afirmó:
En el toreo se afirman, físicamente, todos los valores estéticos del cuerpo humano
(figura, agilidad, destreza, gracia, etc.), y, metafísicamente, todas las cualidades que
pudiéramos llamar deportivas de la inteligencia (rápida concepción o abstracción
sensible para relacionar). Es un doble ejercicio físico y metafísico de integración
espiritual, en que se valora el significado de lo humano heroicamente o puramente: en
cuerpo y alma, aparentemente inmortal.
El filósofo catalán Víctor Gómez Pin4, define la Tauromaquia como la escuela más
sobria de vida, y como "exigencia indisociablemente ética y estética".
- Posee un lenguaje propio. Incluso el lenguaje taurino ha traspasado sus
propias fronteras e impregna todo nuestro léxico, tanto en el lenguaje cotidiano como
en el culto. El lenguaje propio afecta tanto al denominado por Bernstein (1990) código
restringido como al código elaborado. A todos alguna vez nos ha pillado el toro o
hemos cambiado de tercio incluso, con una larga cambiada, o hemos cogido el toro por
los cuernos o en peores plazas hemos toreado. El lenguaje tiene su propia estructura
interna y sus reglas. La estructura del lenguaje es fundamental en la expresión del
significado.
- Posee normas: algunas de ellas escritas, con rango de leyes o recogidas en los
diecisiete reglamentos taurinos y, otras, no menos importantes, no escritas que forman
parte de la rica tradición.
3 Valores: ideas que los individuos o grupos humanos mantienen sobre lo que es deseable, apropiado, bueno o malo.
4
Catedrático de Filosofía de la Universidad Autónoma de Barcelona, coordinador del Congreso Internacional de
Ontología patrocinado por la UNESCO, y miembro asesor de los estudios de doctorado de la Universidad de París X.
5
- Produce bienes materiales: bien para la lidia, como son los vestidos, carteles,
capotes, garrochas, plazas de toros, etc… y otros muchos objetos específicos
para las necesarias tares de campo,
previas a la lidia. Tanto los objetos
materiales como los distintos aspectos del comportamiento generan y expresan
significados culturales.
Por medio de la cultura podemos entender el mundo que nos rodea y nuestra posición en
ese mundo; eso podemos hacerlo desde distintos paradigmas: Análisis funcionalista,
Sociología del Conflicto o desde el Paradigma de la acción: El individuo y la cultura.
Desde este enfoque muchos sociólogos contemporáneos están de acuerdo en que los
seres humanos somos productores de cultura y también producto de nuestra cultura.
Según afirma Bourdieu, la cultura nos modela y nosotros modelamos a nuestra cultura
(1988). La tauromaquia, analizada desde este enfoque teórico, es un producto cultural
y es productora de cultura.
1. La tauromaquia, como productora de cultura
Que la tauromaquia es productora de cultura no hay ninguna duda y son sobradas las
muestras de la aportación de la tauromaquia en la literatura, la pintura, el cine, la
fotografía, el teatro, la filosofía, la antropología, la historia, la ciencia, la economía, el
periodismo, la veterinaria, la ecología, las nuevas artes escénicas o la arquitectura.
Deteniéndonos brevemente en la música, encontramos que el mundo de los toros ha
dado lugar a una rica y variada producción musical. Es indiscutible la existencia de un
género musical ligado a lo taurino, el pasodoble, pero al margen de los pasodobles,
existen óperas como la Carmen de George Bizet y la de Barbieri titulada Pan y toros.
Joaquín Turina compuso La oración del torero y más reciente es la ópera rock Matador
de Andrew Lloyd Weber basada en la vida de Paquirri. Incluso autores de música
actual se han inspirado de una u otra forma en el universo taurino. Como ejemplo
podemos citar uno de los sonetos que dedica Joaquín Sabina al torero José Tomas:
Cosido a tu capote
José Tomas canta como Tiziano,
levita como dios, saca de quicio,
se venga del bochorno del verano,
prende un horno sin juegos de artificio.
6
Compite en quites, mece en chicuelinas,
va de paseo al coliseo de Roma,
desentumece, por manoletinas,
la rutina ferial Santa Coloma.
Republicano zar de los toreros,
el barrabás parece, cuando pasa
por tu fajín, rocín de don Quijote.
Tu pasión es cruzarte con isleros,
tu puerta la del príncipe y tu casa
mi corazón cosido a tu capote.
Recientemente (marzo de 2013) se ha celebrado en la plaza de toros de Valencia el
espectáculo
Rock & Bou que es una nueva apuesta por la cultura popular y
underground libre de prejuicios y cargada de pasiones. Los organizadores de este
imaginativo espectáculo lo definen como la unión de dos formas de entender la vida y
una actitud clara por diferenciarse y sacudir tópicos.
No podemos tampoco dejar de mencionar el impacto de la fiesta en los intelectuales
extranjeros, como ejemplo podemos citar la fascinación del espectáculo y de
determinados toreros en los viajeros románticos del XIX o más recientemente en los
norteamericanos Orson Wells, o en los premios nobel de literatura Ernest Hemingway
o Mario Vargas Llosa, en el escultor y pintor Fernando Botero; o en la actualidad sobre
los intelectuales franceses que se acercan a los toros con admiración, tolerancia y
respeto (Almenara). En ese país, una veintena de universitarios, profesores, escritores y
aficionados franceses han publicado recientemente una historia y diccionario de la
tauromaquia que quizá sea la obra taurina más importante que se ha publicado fuera de
España. Una historia crítica del arte del toreo y un diccionario sobre todos los
protagonistas de la historia y el presente del mundo taurino. Un compendio artístico
creado por intelectuales franceses que sorprenderá a los aficionados españoles.
El nobel hispanoperuano Mario Vargas Llosa manifestó en mayo de 20125, en un mano
a mano dialéctico con el también escritor Fernando Sánchez Dragó que "los toros son
5
En un momento de su intervención en el acto de inauguración del "Espacio Arte y Cultura", en
los aledaños de Las Ventas.
7
alta pedagogía" y que "la Fiesta va a sobrevivir a éste y a otros intentos abolicionistas"
en referencia a la prohibición en Cataluña, y se mostró esperanzado al afirmar que
"Cataluña tiene vocación de modernidad, expresada en su cultura, y los toros volverán
allí".
Después de este breve recorrido compartimos y hacemos nuestra la afirmación de
Jorge Ramón Sarasa: “No creemos que sea posible crear otra especie animal que se
asemeje al toro de lidia por lo que este aporta a la cultura” (2007:10) y especialmente
en un país como el nuestro.
2. La tauromaquia como producto cultural
Asimismo, la tauromaquia es también un producto cultural en sí misma. La corrida de
toros engendra discursos, tiene sus teóricos, tiene autores de tauromaquia (Tauromaquia
o el arte de torear a pie y a caballo de Pepe Hillo, (1769), tiene sus historiadores, sus
críticos, sus lexicógrafos y sus antropólogos, psicólogos y filósofos, tales como
Fernando Savater, Francis Wolff o Víctor Gómez Pin).
La tauromaquia o el arte de lidiar toros, es una construcción social; es el resultado de
un proceso de interacción entre el toro bravo, cuya bravura se define culturalmente y
el torero que interpreta el concepto del arte definido para ese momento con arreglo a
los cambios experimentados en la sociedad.
A. El toro bravo
Comenzamos el análisis de ambos elementos por su génesis, por el toro bravo,
ya que en palabras Francis Wolff
“la bravura es la única justificación de la
corrida y su mayor gloria” (2007: 81). Respecto al toro de lidia podemos
plantearnos si la bravura es obra de la naturaleza o de la mano del hombre, esta
pregunta se la ha planteado el sociólogo Sarasa en la Sociología del Toro de
Lidia: Tesis Cultural de la Bravura y afirma que gana el concepto de la bravura
como creación humana. Más del El 90% de los ganaderos admite que la bravura
es cultural, ya que ha sido, o bien creada o bien mejorada, por una selección de la
que el hombre es el autor: La naturaleza no ha creado el toro bravo como hoy
existe.
8
La sociedad influye en la cría del toro porque la corrida es un reflejo de la
sociedad. Así en la selección del toro de lidia intervienen diversos factores:
1- El cambio de valores que se ha dado en la afición taurina, tanto en la ética
como en la estética
2- Las demandas del mercado, condicionadas por las preferencias de los
toreros y otras influencias externas, como los medios de comunicación que
son creadores de opinión pública.
3- La reglamentación vigente en cada época y lugar6: Las influencias
presidenciales y reglamentarias se hacen notar sobre todo en los
reconocimientos previos a la corrida, que van fijando la morfología que se
exige en las plazas.
4- Las innovaciones tecnológicas, fruto de las investigaciones desarrolladas
en la propia especie o de las transferencias de otras.
5- La pluralidad y diversidad de ocio y consumo: la oferta es mucho más
amplia y consumimos el espectáculo de otra manera.
6- Asimismo, hay que tener en cuenta los requisitos culturales del toro:
ahora se le exige un componente de nobleza, que antiguamente casi no era
necesario, ya que el toreo de hoy ha evolucionado y consiste en dirigir al
toro con los vuelos del capote y la muleta. Y por último, también hay que
considerar que el ganadero, aunque no siempre de forma consciente, les
imprime el concepto que él tiene del toreo.
Al toro de lidia de hoy se le exige: Fijeza en la embestida. Que se venga
pronto, de largo y sin movimientos mortecinos. Con un galope ágil y
veloz. Que posea movilidad, que embista con claridad y franqueza. Que
humille y se desplace entregado. Que tenga durabilidad y continuidad en la
embestida. Que acuda al caballo, empuje y repita. Cuando un toro bravo
se entrega permite el toreo bueno. Combatividad, codicia y transmisión, o
sea la cualidad que suscita las emociones del público. Que busque el
terreno de los medios para morir (Sarasa 2007).
6
. Por ejemplo en la cuestión de los indultos. La corrida es la tienta más perfecta y la lidia un
test al que sometemos el toro. El indulto no debe considerarse como un premio para la
ganadería, sino como una herramienta imprescindible para la selección y la mejora del toro de
lidia (Sarasa).
9
El toro del futuro va a evolucionar cómo evolucione el toreo, por ello es tan
importante la técnica de la selección7. “La selección hecha por el hombre es tan
fundamental que si llevásemos una ganadería brava a una isla desierta volvería
progresivamente a su estado primitivo de agresividad salvaje” (Sarasa 2007).
La bravura es evolutiva
También ha cambiado el concepto de bravura con el tiempo, porque la bravura
forma parte de la escala de valores de los aficionados. El toro de hace un siglo, o
siglo y medio, no se parecía al de hoy8. Actualmente, el toro es más noble y
menos fiero que en otros tiempos. Entonces lo admirable para el público era que
un toro pelease bien con el caballo. En cambio, hoy en día, para el aficionado lo
primordial del toro es la acometividad constante, así como una embestida más
rítmica y noble. El toro que permita crear el concepto actual del arte. El que
ayude al torero a hacer un espectáculo creativo y con belleza9. Por todo ello
podemos ratificar que la bravura es evolutiva.
Las pautas culturales de la selección reciben influencias sociales externas,
percibidas o no por el ganadero. La mentalidad del ganadero está sometida a
cambios.
Así, podemos afirmar que el toro bravo es un producto cultural porque se le
selecciona en orden a caracteres comportamentales que no se daban en el toro
primitivo. Bravura de ataque, no de defensa. Que se venga pronto, que galope con
ritmo, que humille o que se desplace son cualidades producto de la selección.
7
El ganadero cría toros por el método de la descendencia. La verdadera selección es la
descendencia. Para fiarse de un reproductor/a hay que esperar el resultado de varias crías. La
cría del toro no es tarea fácil. Se trata de un proceso lento y largo. La reacción del ganadero
siempre es tardía. Las reacciones del ganadero, son necesariamente retardadas porque una
toma de decisión tarda cinco años en verificarse en la plaza (Sarasa 2007).
8
En las corridas del siglo XVIII, y buena parte del siglo XIX, el toro acometía y huía. Embestía
en defensa propia. Después llegó la supremacía de la suerte de varas sin peto. La faena de
muleta quedaba reducida a una rápida preparación del toro para la muerte (Sarasa 2007)
9
Toro funcional: la fijeza que da confianza al torero; la humillación, la clase y la movilidad.
10
B. El Torero
El otro elemento de análisis de la corrida de toros se refiere al hombre, al torero;
“ser torero” es indudablemente una forma de ser, “estilizar la existencia propia”
(Michel Foucault).
La corrida de toros, desde el comienzo del siglo XX, lo que se ha podido llamar
la revolución formal de Juan Belmonte, pasó a ser una clase de arte, donde los
valores éticos van emparejados con los estéticos. De hecho, lo que es un arte, no
es la corrida, si no lo que se llama toreo. El toreo obedece a las reglas más
clásicas de las bellas artes (pintura, música, literatura) y responde a la exigencia
fundamental del arte: dar forma a una materia en bruto: la embestida del toro
“El toreo es el arte de dar forma humana –familiar- a un material en bruto… o al
menos extraño, la embestida del toro: equilibrio de las líneas y los volúmenes en
tensión opuesta, como en la obra plástica, concordancia de los acontecimientos
consonantes o disyuntos, como en la obra musical, bodas del azar y la necesidad,
como en cualquier actuación única” (Wolff, 2007: 15).
Recordemos, también, lo que Salvador de Madariaga nos dejo dicho de la corrida
de toros: Participa de casi todas las artes. Fundamentalmente es un drama: el
hombre está en constante peligro, y el toro, destinado a la muerte.
Este hecho le da una especial tensión. A este aspecto dramático se unen las demás
artes. Una corrida es una pintura de una belleza impar, en la que juegan papel
decisivo el color y la luz cambiante. A la vez, es una obra maestra del arte
escultórico y en ella son decisivos elementos del ballet, porque es una síntesis de
color y movimiento. Y no cabe imaginar corrida de toros sin música.
O la manifestación del filosofo Fernando Savater: “Si nuestro teatro tuviese el
temblor de las fiestas de toros, sería magnífico. Si hubiese sabido transportar esa
violencia estética, sería un teatro heroico como La Iliada... Una corrida de toros es
algo muy hermoso”. Albert Boadella va más lejos y considera que es el único
arte, ya que en él todo es de verdad, hasta el punto de jugar con la propia vida.
11
¿Por qué ser torero?
En los años 1950 y 1960, los expertos en sociología elemental vaticinaban que
“cuando todo el mundo pueda saciar su hambre, se acabarán los toreros y, por
tanto, las corridas de toros". Afortunadamente, vemos que esto no se ha cumplido,
y hoy sigue habiendo tantas, si no más, vocaciones de toreros, cada vez más
audaces y decididos, que llenan las múltiples escuelas taurinas que se han creado.
¿Por qué arriesgarse a poner en peligro su existencia y su tranquilidad? Por nada
tal vez. ¿Por juego, por desafío, por libertad?
Ha de haber por fuerza, todo un fundamento, inconsciente pero tenaz, de valores e
ideales. Lo mejor que puede ser un torero es simplemente serlo; eso significa que
la excelencia suprema no consiste en hacer o haber hecho algo, sino en ser
alguien.
¿Qué es ser torero?
En primer lugar, es identificarse son un traje, un porte, una prestancia, una
manera de presentarse y parecer; no solo en la plaza sino que el torero ha
aprendido a parecer torero, incluso fuera de ella. Pues ser torero es eso: mostrase
imperturbable (estoico). Mantener una actitud tanto más distante de lo que le
ocurra cuanto más cerca se esté del avance de los pitones que llegan. Eso se
resume en una palabra: “aguantar”. Aguantar, ocurra lo que ocurra, cueste lo que
cueste. Sólo se puede dominar al adversario, si previamente se tiene autodominio.
Sólo se domina el toro dominando los afectos propios.
La mayor gloria para un torero, es ser llamado ¡Torero! ¡Torero!. Así, pues,
“Torero” tiene dos sentidos:
Ser un torero: es un ofició, es el nombre común a todos los que lidian toros.
Ser torero: es un valor, es el adjetivo que califica una conducta excepcional. “No
es sólo un ejemplar de la clase, es ejemplar de la clase” (Wolff 2007: 129-130).
El torero es, en una palabra, el héroe. Encarna sus valores; su comportamiento
obedece a sus normas. El héroe en general es el hombre excepcional que afronta
la prueba o la adversidad solo, sin ayuda de los demás o antes que los demás. El
que hace lo que otros no pueden hacer y por ello suscita su asombro y su
admiración. Es también quien da prueba de virtudes como el valor, la resistencia.
12
“Valores” que subsisten, embellecidos por la travesía de las épocas y la
imaginación creadora de tres siglos del arte de la
tauromáquica.
Están a
disposición de todo el mundo y sobreviven en los sueños de algunos. Ortega y
Gasset confesaba que “hubiera cambiado mi fama por la gloria que solo es dable a
los matadores de toros” y Hemingway dijo en cierta ocasión que hubiera preferido
"cortar una oreja en Las Ventas antes que el premio nobel".
Pero el torero también es el maestro, aunque tenga 18 años, él es quien estará en
primera línea delante del toro, es él quien matará con riesgo de su vida. La
distinción no existe por adelantado, corresponde a cada cual conquistarla y ante
todo sobre sí mismo. El maestro encarna todas las virtudes, hasta lo imposible y la
paradoja, ya que ni siquiera está sometido ya a los deberes de los hombres
corrientes. Es la transposición pragmática del modelo cultural del toreo que
representa para España un patrimonio cultural de primer orden. Creo que
podemos traer aquí las palabras de D. Ramón Pérez de Ayala sobre los toros: "No.
Nunca... los toros no pueden morir. Moriría España".
Concepto del toreo
El concepto del arte del toreo también ha cambiado con el tiempo al igual y a la
par que ha cambiado el concepto de bravura. El toreo de hoy no se parece al del
siglo XIX o de comienzos del XX, porque el toreo forma parte de la escala de
valores de los aficionados. El toreo es un modelo cultural, creado socialmente y
por tanto sujeto a cambios; es el modelo de una época concreta, en el que
intervienen las aportaciones de las grandes figuras del toreo, las que crean escuela
o protagonizan la revolución del momento, pero en el que fundamentalmente
está presente el cambio experimentado en la escala de valores sociales; el
público es el que interpreta la creación del torero, juzga y sanciona, con su
aceptación o rechazo, las innovaciones o recreaciones presentadas.
A modo de conclusión: la tauromaquia o el arte de lidiar toros, es una construcción
social; es el resultado de un proceso de interacción entre el toro bravo, cuya bravura
ha sido definida culturalmente y el torero que interpreta el concepto del arte definido
para ese momento con arreglo al cambio experimentado en la escala de valores de la
sociedad.
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BIBLIOGRAFÍA
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