MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS: EVALUACIÓN... AUTORA: Paz Olaciregui Rodríguez Doctoranda. Facultad de Derecho- Universidad de Zaragoza

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TÍTULO: MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS: EVALUACIÓN DE LAS
POLÍTICAS EN MATERIA DE PREVENCIÓN CONTRA LA VIOLENCIA DE
GÉNERO EN EL MUNICIPIO DE ZARAGOZA
AUTORA: Paz Olaciregui Rodríguez
Doctoranda. Facultad de Derecho- Universidad de Zaragoza
mpazor@unizar.es / mpolaciregui@hotmail.com
Tel: 670803558
RESUMEN: Como parte de la lucha de las administraciones públicas y la sociedad civil
contra la violencia de género, se desarrollan una serie de políticas, planes y programas
de intervención que ponen el foco en la prevención de esta lacra. En este trabajo nos
centraremos en la ciudad de Zaragoza. Tomando como referencia el modelo CIPP de
Stufflebeam abordamos una evaluación de las políticas en materia de prevención de la
violencia de género en el municipio de Zaragoza. ¿Quién(es) y cómo diseña(n) los
programas de prevención? ¿Cómo se están implementando en la ciudad? ¿Cuáles son
los resultados obtenidos hasta el momento? Son algunos de los interrogantes.
PALABRAS CLAVES: Violencia de género, política, prevención, Zaragoza,
feminicidio
XII Congreso Español de Sociología
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Introducción
La violencia contra las mujeres es una lacra mundial instaurada en nuestra sociedad
(ONU Mujeres, 2014). Se trata de un asunto trágico y extremadamente complejo que se
manifiesta en distintas dimensiones. La más visible e irremediable es la que termina con
la muerte de la víctima. Estos asesinatos no son una nueva forma de violencia
relacionada con el género, sino, la manifestación extrema de todas las formas existentes
de violencia contra las mujeres (Manjoo, 2012).
Desde que se formaliza el recuento, según el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e
Igualdad casi 800 mujeres han sido asesinadas en España por sus parejas o ex parejas y
más de 600.000 mujeres padecen la violencia cada año, aunque menos de la cuarta parte
se decidan a contarlo.
A pesar de que el reconocimiento de los crímenes y la violencia machista contra las
mujeres, ya es de por sí positivo (ha permitido desarrollar nuevas fórmulas jurídicas,
sociales y tecnológicas para dotar a las víctimas de mayores derechos) los incesantes
casos de violencia de género manifiestan que el camino recorrido hasta ahora no es lo
suficientemente efectivo como para disminuir el número de víctimas, por lo que surge la
urgencia de identificar nuevas aproximaciones, propuestas alternativas e incidir con
mayor compromiso en el campo de la prevención.
A pesar de que no siempre se lleva a cabo de la manera más eficaz, existe consenso en
considerar la prevención como una herramienta imprescindible. Promover la igualdad
de género desde etapas tempranas en la educación, hacer hincapié en el
empoderamiento de las mujeres, procurar o favorecer su autonomía económica y su
seguridad, aumentar la participación de las ellas y su poder de decisión tanto en el hogar
y las relaciones personales, como en la vida pública y la política, son solo algunas de las
vías para evitar la violencia contra las mujeres.
Estas tareas pueden ser llevadas a cabo por el Estado a través de las diferentes
Administraciones Públicas que lo conforman y por la propia sociedad civil, mediante
Leyes, políticas y Programas más o menos consolidados.
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Dada la relevancia del asunto consideramos esencial conocer el estado de la cuestión en
materia de prevención de la violencia contra las mujeres en la ciudad de Zaragoza.
El objetivo general de este trabajo es elaborar una propuesta de evaluación, que
siguiendo el modelo CIPP de Stufflebeam, pueda arrojar luz sobre cómo se están
llevando a cabo las políticas de prevención de la violencia de género en la ciudad de
Zaragoza.
Los objetivos específicos están vinculados con cada una de las dimensiones que el
modelo CIPP pretende evaluar: contexto, entrada, proceso y producto. Podrían
resumirse del siguiente modo:
1.
Conocer y definir las características del contexto (situación socioeconómica,
población objetivo, opinión pública,) en el que el Plan fue gestado, así como las
características del mismo.
2.
Analizar la relación entre necesidades/objetivos planteados y el diseño y
recursos empleados y detectar posibles fallos en el diseño
3.
Analizar cómo se ha llevado a cabo la implantación del Programa
4.
Valorar los resultados obtenidos hasta ahora con la aplicación de las estrategias
de prevención, así como el impacto y mérito del Programa.
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Metodología
En el presente trabajo se han desarrollado mayoritariamente técnicas cualitativas,
aunque sin perder de vista los datos y estadísticas recopilados y actualizados por los
diferentes organismos estatales, autonómicos y locales.
A través de los datos ofrecidos por el Instituto Aragonés de la Mujer, se puede
dimensionar el fenómeno de la violencia contra las mujeres; conocer número de
denuncias, asesinatos, medidas llevadas a cabo, y ciertas características de las víctimas
y los maltratadores.
Para la recolección y producción de esta información utilizamos las dos técnicas
conversacionales que consideramos más pertinentes según el tipo de estudio y nuestros
objetivos: entrevista y grupo de discusión.
Se han llevado a cabo 10 entrevistas semi estructuradas con los responsables de los
colectivos o entidades que actualmente son parte activa en materia de Prevención de
violencia de género.
Las entrevistas permitieron indagar en la labor que lleva adelante, el Estado (Instituto,
Observatorio, fuerzas y cuerpos de seguridad) y la sociedad civil (organizada y no
organizada)
El grupo de discusión tuvo lugar con miembros de algunas de las asociaciones u
organizaciones de mujeres activas en la ciudad de Zaragoza. Se llevó a cabo un
encuentro, mediado por la propia autora del proyecto de investigación, con ocho
personas a quienes se contactó a través de la Casa de la Mujer1.
La composición de la muestra dentro de esta investigación es fruto de la aplicación del
método de muestreo no probabilístico (asumiendo que se trata de un procedimiento de
selección informal y un tanto arbitrario) a través del muestreo por conveniencia
intencional y premeditada.
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Entidad municipal que desde hace más de 30 años trabaja para las mujeres mediante acciones de promoción, atención y formación
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Hemos escogido las unidades a entrevistar siguiendo nuestros criterios de conveniencia,
que resumimos en: riqueza de información en el caso, posición que ocupa en relación a
la cuestión de género, veracidad de la información e implicación, contactar con
aquellas personas interesadas en la temática que nos ocupa, será la vía para la obtención
de una buena cantidad y calidad de la información.
Se estableció un primer contacto con los responsables del Programa de Prevención de la
violencia de género de la Casa de la Mujer en la ciudad de Zaragoza.
Posteriormente se contactó con los demás organismos vinculados a la cuestión de
género; entre ellos, el Instituto Aragonés de la mujer (IAM), la Unidad contra la
violencia sobre la mujer de la Subdelegación del Gobierno en Zaragoza, la Unidad de la
Familia y Mujer de la Policía Nacional, Cruz Roja, Coordinadora de organizaciones
feministas, Comisión de la Mujer de la Federación de barrios, Asociaciones de Mujeres,
Universidad de Zaragoza, partidos políticos.
En la siguiente fase de investigación se aplicó el modelo CIPP de evaluación mediante
el cual se perfilan las necesidades de información para poder evaluar el programa y
contribuir en la toma de decisiones.
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Conceptos, teorías y prácticas
Violencia de género y prevención: dos conceptos unidos
Los conceptos violencia de género, violencia contra las mujeres o violencia machista
hoy por hoy no resultan nuevos. Se ha ahondado mucho en el tema, desde la academia,
desde el Estado y desde la política, pero este esfuerzo de producción teórica y práctica
ha ido acompañado por un número incesante de nuevos casos de violencia y en
ocasiones nuevos asesinatos, por lo que la cuestión que abordamos aquí, no solo no ha
perdido presencia, sino que, se presenta como un reto global, urgente e imprescindible
de ser abordado.
A pesar de la dificultad que suscita conceptualizar algunos fenómenos sociales
tomaremos la definición de Mullender para comenzar a hablar de violencia de género,
aunque solo abordaremos en este trabajo una mínima parte de lo que este hecho
implica.
“Utilizar contra la mujer violencia física, violencia psicológica, aterrorizarla, abusar
sexualmente de ella de todas las formas posibles incluyendo la violación y tenerla
virtual o realmente prisionera. El dominio económico y el abuso de los privilegios
masculinos también tienen mucho que ver con el tema, al igual que predisponer a los
hijos contra su madre, abusar de ellos o maltratar a los animales domésticos para
amedrentar o amenazar a la mujer” (Mullender, 2000: 27).
Según UNwomen, las causas de la violencia contra las mujeres, se encuentran en la
discriminación de género, las normas sociales y los estereotipos de género que la
perpetúan y la forma más común de violencia experimentada por mujeres a nivel
mundial, es la violencia física infringida por una pareja íntima.
Uno de los estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2013), determinó
que el porcentaje de mujeres que han sido sujetas a violencia sexual por una pareja
íntima varía del 6% en Japón hasta el 59% en Etiopía y no son pocas las encuestas
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mundiales que manifiestan que la mitad de todas las mujeres que mueren de homicidio
son asesinadas por su esposo/ pareja actual o anterior.
Según este estudio de la OMS el 35% de las mujeres de todo el mundo han sido
víctimas de violencia física y/o sexual por parte de sus parejas.
En España, los datos indican que su prevalencia puede alcanzar el 10%. En el VII
Informe Anual del Observatorio Estatal de Violencia sobre la Mujer (2015) se recoge
que durante el año 2013 el número de víctimas mortales fue de 54 y el total de víctimas
mortales desde 2003 a 2013 se sitúa en 712. El 56,2% de las mujeres asesinadas en
España en este periodo lo son a manos de su pareja o expareja.
Siguen resultando un enigma los motivos por los que un porcentaje tan bajo de los casos
se había producido denuncia previa, por qué algunas mujeres retiraron la denuncia, y
por qué en algunos casos no existió continuidad en el proceso o bien por qué habiendo
denunciado y habiendo solicitado medidas de protección, éstas no se encontraban en
vigor en el momento del suceso ; igualmente, es necesario saber cómo se podrían haber
evitado los asesinatos en los casos en las que las víctimas contaban con medidas de
protección.
En esta labor de conocer motivos, conocer hechos y pensar respuestas es que la
prevención, tanto de la violencia en su etapa inicial como la prevención del homicidio
tiene especial relevancia.
Dados los efectos devastadores que la violencia tiene en las mujeres, las estrategias se
han diseñado y desarrollado principalmente en forma de respuestas y servicios para las
sobrevivientes.
Sin embargo, la mejor manera (aunque el esfuerzo deba ser mayor y los resultados se
reflejen a largo plazo) de contrarrestar la violencia de género es prevenirla, atendiendo a
sus orígenes, sus causas estructurales e involucrando al conjunto de la sociedad.
Es consensuada la idea de que la prevención debe comenzar en las primeras etapas de la
vida, mediante la educación de los niños y niñas en igualdad, promoviendo las
relaciones de respeto, sanas y equitativas y lidiando con los mitos aprendidos y los
tópicos arraigados.
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Pero hablar de prevención no es una tarea sencilla. El concepto no es sencillo. Se puede
pensar en prevenir desde muchas ópticas, en diferentes etapas y con diferentes
objetivos.
Para la Real Academia Española prevenir significa “Prever, ver, conocer de antemano o
con anticipación un daño o perjuicio”.
Para UNwomen, la prevención implica respaldar la implementación de las conclusiones
convenidas en el 57º periodo de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y
Social de la Mujer, que entienden la prevención como la promoción de la igualdad de
género, el empoderamiento de las mujeres y su disfrute de los derechos humanos.
Prevenir significa conseguir que el hogar y los espacios públicos sean más seguros para
las mujeres y niñas, fomentar la autonomía económica y la seguridad de las mujeres, y
promover su participación y su poder de decisión tanto en la vida privada como en la
pública.
Presente en todos los títulos de Planes y programas sociales en materia de género, tanto
la prevención como la sensibilización ilustran los objetivos.
Pero la prevención va más allá de la sensibilización en los objetivos que persigue. Actúa
sobre las causas y no sólo sobre los efectos. Prevenir significa evitar que ocurra. En el
proceso para conseguir el cambio necesario a través de la prevención, la información y
la sensibilización son pasos imprescindibles, pero también insuficientes. Si asumimos
que la violencia de género es una cuestión histórica y estructural, producto de la
condición de desigualdad de la mujer respecto del hombre, visibilizar el fenómeno no
basta para combatirlo.
Aunque, las líneas que separan un tipo de prevención de otro no son estáticas,
definitivas ni excluyentes, en el Plan Nacional de Sensibilización y Prevención de la
Violencia de Género se distinguen tres niveles:
Se entiende como prevención primaria a las estrategias que se diseñan e implementan
cuando el conflicto no ha surgido aún, intervenciones dirigidas a evitar que se produzca
la violencia. Se trata del enfoque más estratégico para eliminar la violencia contra las
mujeres y niñas.
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Fundamentalmente hablamos de educación. Dirigida, en general a grupos y colectivos
(con especial incidencia en los niños y jóvenes) no se trata de una actuación individual.
Esta educación en igualdad fomenta pautas de comportamiento, creencias y actitudes
positivas imprescindibles en las relaciones entre hombres y mujeres y contribuye en el
proceso de empoderamiento e independencia personal de ellas.
Este tipo de prevención supone trabajar en los diferentes niveles de la sociedad para
lograr cambios en las instituciones y la sociedad e implementar con relativo éxito
intervenciones dirigidas a grupos específicos, y enfoques más generalizados para la
población a gran escala. Desde cada uno de los sectores; educación, salud, justicia,
mercado, medios de comunicación; puede incidirse de forma más o menos directa sobre
los otros y sobre el conjunto.
La prevención secundaria aparece con la presencia de conflicto y refiere a todas
aquellas medidas centradas en las primeras respuestas una vez se ha producido la
violencia, como por ejemplo, atención integral a la víctima (puede darse en atención
primaria o en urgencias) con el objetivo de disminuir su impacto sobre la salud, medidas
de protección y seguimiento, acogida en centros especializados. Estas actuaciones
podrán variar en función de si se presenta o no denuncia, si la victima convive o no con
el agresor, si la pareja tiene hijos o no.
Hablamos de otro tipo de intervención, que se lleva adelante con el objetivo concreto de
salvaguardar la integridad de un ser humano (o más en caso de tener hijos). Se trata de
prevenir que los malos tratos continúen y que en ningún caso tenga lugar el peor
desenlace, la muerte.
En este momento entran en juego agentes sociales muy concretos, policía, sistema de
justicia, servicios sociales, ONGs, actores, que cada vez más, siguen protocolos
establecidos (en los que se tienen en cuenta factores de riesgo y factores de protección 2)
y que varían según los países, comunidades o entidades locales.
Según Heise (1998) en este tipo de prevención se vuelven imprescindible que las
estrategias y programas se diseñen e implementen según el modelo ecológico. Esto
2
FR: Una variedad de factores a nivel individual, de relaciones, de comunidad y de la sociedad (incluyendo los niveles
institucionales/estatales) se intersecan para aumentar el riesgo de que mujeres y niñas sufran violencia.
FP: que pueden reducir el riesgo de que mujeres y niñas sufran violencia y que van desde
autonomía económica de las mujeres y acceso a entrenamiento de sus capacidades, crédito y empleo hasta disponibilidad de
espacios seguros o refugios y acceso a grupos de ayuda. (ONU Mujeres, 2013)
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quiere decir, mostrar factores de riesgo a nivel individual en combinación con factores
de riesgo existentes al interior de las relaciones o de la familia, la comunidad y a un
nivel social/institucional más extenso, con el fin de para evaluar la probabilidad que las
mujeres experimenten violencia en una situación particular.
El enfoque ecológico pretende asegurar que las intervenciones tengan en cuenta y traten
las condiciones existentes a lo largo de todos los diferentes niveles (por ejemplo,
individual, familiar, comunitario y de la sociedad), y que afectan los riesgos de las
mujeres y niñas de experimentar violencia.
Como se muestra en el modelo, existen en cada nivel factores biológicos, sociales,
culturales y económicos así como normas, que pueden aumentar el riesgo que los
hombres cometan actos de violencia y el riesgo que las mujeres lo experimenten.
La prevención secundaria es un campo en el que, a pesar de los muchos esfuerzos y
avances experimentados, aún queda mucho por hacer, sobre todo en lo que a valoración
y administración del riesgo respecta.
Ligada a esta, la denominada prevención terciaria, hace referencia a intervenciones
centradas en la atención a largo plazo con posterioridad a los actos violentos, como las
casas de acogida, la atención psicosocial a mujeres afectadas o la rehabilitación de los
maltratadores, con el objetivo de prevenir las repeticiones y las secuelas.
Los agentes establecen mecanismos que arbitran procesos de protección a la víctima
declarada como tal a todos los efectos. Las características de estos mecanismos
dependerán
de la disponibilidad de recursos e instrumentos de socialización que
contribuirán a la restauración de un plan de vida de las mujeres que fueron víctima y
que gracias a estas estrategias podrían volver a recuperar su identidad como personas.
De este modo se sigue incidiendo en la prevención con el objetivo de evitar que se
reproduzcan conductas de subordinación en otras relaciones y que se transmitan estas
conductas de madres/padres a hijos/hijas.
Según el Observatorio de Salud de la Mujer, en todos los casos y de forma especial para
la Prevención Secundaria y Terciaria, destaca el Modelo Ecológico de intervención el
cual, además de ayudar a esclarecer las causas de la violencia y sus complejas
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interacciones, también pone de manifiesto que, para prevenirla, es necesario actuar en
varios niveles a la vez.
El Observatorio aporta otra clasificación de la prevención de la violencia de género, la
que se plantea en función de la población a la que se dirigen las intervenciones
Denomina intervenciones generales a aquellas estrategias dirigidas al conjunto de la
población. Intervenciones seleccionadas, las dirigidas a las mujeres por tratarse del
grupo de población que está en mayor riesgo de ser víctima de este tipo de violencia.
Intervenciones indicadas, dirigidas a personas con antecedentes de violencia.
Por tanto, hablamos de prevención de la violencia de género desde dos ópticas. Pueden
realizarse con estrategias que tienen lugar en distintos momentos de la evolución del
problema, y dirigirse a diferentes grupos de población.
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Aplicación del modelo CIPP
Evaluación de contexto
El análisis de esta dimensión pretende servir de referente a las etapas posteriores a partir
de la explicitación de las condiciones en que se desarrolla las intervenciones, así como
las actitudes y expectativas de la población respecto a la misma. Ofrece información
acerca de todo aquello que rodea las intervenciones para contribuir en la toma de
decisiones de la planificación.
El criterio de valor asociado a esta dimensión es Oportunidad, para referirnos a lo
conveniente en un contexto y a la confluencia de un espacio y un periodo temporal
apropiado para obtener un provecho o cumplir un objetivo.
En este sentido es pertinente destacar que dadas las características del fenómeno social
que estamos abordando, cualquier estrategia de intervención es oportuna, ya que
estamos hablando de una problemática arraigada en las estructuras y en las dinámicas
sociales pero no siempre a las estrategias para hacerle frente las rige el criterio de
oportunidad.
Es imprescindible atender al momento exacto en que se implementará el programa. El
tipo de prevención que se pretende llevar adelante (primaria, secundaria o terciaria) y el
contexto (casos recientes, números de casos, confluencia del programa con otras
propuestas ya implementadas) determinarán la conveniencia de sacar adelante una
estrategia.
En las estrategias de prevención no se observa, a priori, distinción entre estrategias
generales o seleccionadas. A pesar de que en su mayoría están dirigidas a mujeres,
precisamente por ser el colectivo que padece este tipo de violencia, (con excepción de
algunas puntuales) las actividades suelen involucrar, de manera más o menos directa a
mujeres y hombres.
La mayoría de las acciones de intervención activas en la ciudad de Zaragoza están
destinadas a la población joven. Es el caso del Programa de prevención en IES de la
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Casa de la Mujer, el de la Cruz Roja o los talleres de Feminismo Unizar en IES y
Universidad.
Es oportuno y conveniente iniciar la prevención de la violencia de género en las etapas
iniciales desde la educación en igualdad y las relaciones de respeto en niños/as y
adolescentes y jóvenes.
Por otra parte si estamos frente a un caso de violencia denunciado, donde se activan, por
medio de determinados agentes, los protocolos de prevención secundaria, la inmediata
aplicación es lo conveniente, y en este sentido, a pesar de la descoordinación que puede
darse entre agentes (servicios sociales y policía, por ejemplo) en casos puntuales, tanto
la aplicación como el funcionamiento resultan oportunos.
La evaluación de contexto exige juzgar si los objetivos propuestos en los diferentes
programas o estrategias de intervención en materia de prevención de la violencia de
género son suficientemente coherentes respecto a las necesidades valoradas y las
características del contexto.
Como hemos detallado, hablar de género, violencia de género o feminicidios es hablar
de un asunto global, abordado por agentes supraestatales y que, además, requiere la
coordinación y el trabajo en contextos que trasciendan lo meramente local.
El contexto actual, por los incesantes casos de feminicidios, por la constante
reproducción de la desigualdad de género y por la necesidad impetuosa de dar respuesta
a esta lacra social, exige que tanto las agencias institucionales como la sociedad civil
continúen con la lucha e intensifiquen los esfuerzos en materia de prevención.
Las políticas públicas a nivel europeo en materia de género, así como las Leyes y Planes
a nivel estatal, han guiado los diseños de la mayoría de intervenciones de la ciudad de
Zaragoza. No se han encontrado agentes que desarrollen sus proyectos al margen.
Pero trabajar en global parece que en ocasiones aleja el diseño de políticas de la realidad
que se observa, es decir de las características particulares del contexto. La ciudad de
Zaragoza3 cuenta con un porcentaje de 15.38% de inmigrantes y el índice de feminidad
entre la población inmigrante es de 90.82, estos datos ponen de manifiesto que el
3
Datos de la población de Zaragoza según el padrón de 2012. Disponible en http://goo.gl/LBRLJZ
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colectivo de mujeres inmigrantes es un colectivo numeroso, que necesariamente ha de
ser tenido en cuenta a la hora de abordar las estrategias.
Entre los programas estudiados solo dos tienen actividades destinadas en exclusiva al
colectivo de mujeres inmigrantes y no se observa en los proyectos que se contemplen
las particularidades de los diversos colectivos. Las actividades están pensadas y
diseñadas sobre todo en relación a una mujer tipo que dista bastante de la realidad de la
ciudad.
En relación a la congruencia entre necesidades y objetivos, es importante mencionar el
hecho de que muchas de las estrategias de intervención son llevadas a cabo por
asociaciones de mujeres activistas, incluso de una misma generación. Esto supone que
muchos de los proyectos, a pesar de estar diseñados para jóvenes, están concebidos
desde una lógica que no es compartida.
Teorías y presupuestos que han caracterizado al movimiento feminista tradicional, los
jóvenes que asisten a los talleres de prevención, los ven como algo lejano. Por lo tanto
queda por comprobar que los objetivos que persiguen algunos agentes sociales
responden a las necesidades de los beneficiarios de los programas.
Desde la óptica institucional la situación es similar. A pesar de que los objetivos
declarados en cada política o Plan llevado adelante están cargados de buenas
intenciones, no siempre están pensados atendiendo a quienes padecen la necesidad. En
ocasiones resultan demasiado generales y abstractos por lo que la puesta en marcha se
vuelve muy dificultosa, la dependencia de fondos para cada una de las actividades
condiciona la implementación y el buen funcionamiento.
Los protocolos de actuación, muchas veces no contemplan particularidades, dificultan la
labor de los agentes que se encuentran sobre el terreno y de las mujeres implicadas,
finalmente todo esto puede hacer que la consumación de aquello objetivos iniciales no
tenga lugar.
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Evaluación de entrada
Para conocer y valorar cómo se aborda la prevención en las estrategias establecidas y
quiénes y cómo se ejecutan las estrategias de acción se lleva adelante la evaluación de
entrada atendiendo, principalmente al criterio de Pertinencia, que refiere a la medida en
que los objetivos de una intervención son congruentes con los requisitos, las
necesidades, las prioridades globales y las políticas.
Esta información que será de utilidad en aquellas decisiones estructurales de
organización pone de manifiesto uno de los puntos débiles en la lucha por prevenir la
violencia de género en la ciudad de Zaragoza.
En primer lugar hay que atender a los recursos necesarios y los recursos disponibles
para llevar adelante las propuestas.
Evidentemente las trasformaciones de las condiciones económicas y sociales a raíz de la
crisis han hecho mella. Un buen número de asociaciones, organizaciones e instituciones
que dependía de financiamiento externo, han quedado en el camino y con ellos sus
proyectos.
Propuestas que no se han materializado, otras que se han suspendido y otras que parecen
estar en pausa, a la espera del milagro. Si no se tiene los recursos suficientes las
propuestas difícilmente pueden ser algo más que campañas y concentraciones los días
señalados.
Frente a esto, algunos colectivos han desarrollado estrategias alternativas que han
aportado mayor potencialidad a los programas. El buen uso de las redes sociales por
parte de algunos agentes contribuye a que la publicidad de los proyectos, la
comunicación y hasta el debate puedan tener lugar.
En cualquier caso, en la mayoría de los proyectos (sobre todo aquellos que emergen
desde la sociedad civil) el recurso fundamental es el factor humano. La voluntad y el
voluntariado han sido las estrategias clave para que los proyectos salgan adelante.
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Se observa que tanto las estrategias como las actividades están alineadas con los
objetivos del Programa, aunque si atendemos a lo generales que pueden resultar los
objetivos de cada intervención, es difícil que eso no sucediese.
La otra línea objetivos-necesidades de los supuestos beneficiarios, es la que aparece un
tanto difusa. A pesar del consenso respecto de que la prevención debe comenzar en
edades tempranas y que los talleres en los IES han resultado una propuesta exitosa, no
hay información acerca de cuáles son las necesidades de esos jóvenes, de hecho en
ocasiones esas necesidades se van manifestando una vez que los talleres han
comenzado, lo que obliga a redefinir sobre la marcha el plan, siempre y cuando este sea
lo suficientemente flexible.
En esta línea es destacable el trabajo de Cruz Roja, que este año incorporo en sus
talleres una evaluación final.
Los usuarios volverán a serlo al siguiente año, y la cumplimentación del formulario
diseñado ofrece información acerca de las necesidades reales de esos participantes, y de
las posibilidades de mejorar los Programas para alinear necesidad-objetivos-estrategias.
El IAM presenta el III Plan regional como elemento vertebrador de las medidas en
materia de prevención y erradicación de la violencia de género, pero a la hora de
materializar esos objetivos o estrategias, la línea de prevención en ocasiones se ve
relegada y el rol del Instituto deja de ser activo para convertirse en sponsor,
acompañante, editor o recopilador de informes.
La dificultad para materializar los objetivos y las estrategias diseñadas se extiende
también a la Diputación Provincial de Zaragoza. La propuesta “Ni víctimas ni
verdugos” de la DPZ nace en el año 2011 y hasta la fecha no ha concluido
“oficialmente” (la página web sigue disponible, hay un libro editado, se puede acceder a
los videos y a las guías sobre prevención para el profesorado) pero las actividades son
esporádicas o se dilatan en el tiempo (el concurso de dibujo convocado en 2013 falló el
resultado un año más tarde).
La definición de los objetivos es algo que la mayoría de los agentes activos en la
materia comparte, las estrategias, a priori, también, pero se observan diferencias a la
hora de poner en marcha lo que dice sobre el papel.
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Evaluación del proceso
Esta puesta en marcha o implementación, es lo que juzga la evaluación del proceso.
Sirve, principalmente para saber si los planes y programas funcionan, si se están
realizando según
lo previsto y para conocer en qué medida los recursos/insumos
(fondos, tiempo, etc.) se han convertido en resultados, lo que se denomina eficiencia.
Contar con políticas, planes, programas o intervenciones diseñadas y definidas para
prevenir la violencia de género es el primer paso, el siguiente, y más relevante aun, es
como esas estrategias se llevan a la práctica.
Según las observaciones se podrían distinguir tres grupos, con diferentes resultados en
la evaluación del proceso.
a)
aquellos programas que tienen estabilidad en el tiempo (sostenibles), que tienen
una estructura (sistemáticos) y menos susceptibles a los cambios políticos y económicos
se desarrollan prácticamente en su totalidad según lo previsto. La consecución de una
estrategia bien definida, flexible en función de los usuarios y reconocida hace que esos
Proyectos se presenten como punteros en la lucha por la prevención. Las fases de la
intervención, desde la difusión hasta la evaluación están presentes y son realizadas de
manera eficiente y eficaz.
b)
Entre los casos estudiados también se han observado intervenciones que se
realizan de manera esporádica, que no cuentan con una fase de divulgación que permita
a los usuarios conocerlos o participar en ellos. Se trata de agentes que mantienen una
línea de acción más o menos activa, dependiente de algún partido político, de alguna
organización o bien que se han constituido en un momento concreto con alguna
subvención, pero que actualmente no se encuentran en activo.
Los canales de comunicación con estos agentes son pocos y funcionan relativamente
mal. Las actividades, al no tener continuidad, a veces no pueden salir adelante por falta
de usuarios y parece claro que la dependencia económica condiciona el buen
funcionamiento.
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c)
Hay un tercer grupo de entidades entre los que se encuentran aquellas entidades
que se constituyen con buenas intenciones e ideas, pero que posteriormente no pasan a
la práctica. Observatorios, comisiones, institutos, que aglutinan entidades, elaboran
propuestas e informes esporádicos pero que no tienen una continuidad y no se hacen
visibles salvo en fechas u ocasiones puntuales. Una valoración similar merecen aquellos
planes o programas que para ponerse en marcha requieren principalmente de la voluntad
política.
Los resultados, e incluso el análisis de eficiencia dependen en gran medida de las
decisiones políticas que condicionan los proyectos. Las diferencias ideológicas, a pesar
de tratarse de un problema social compartido, se manifiestan en la forma de llevar a la
práctica las diferentes estrategias.
Esas mismas diferencias, que nacen en la forma de concebir la cuestión de género, la
prevención y hasta la violencia, condicionan también el funcionamiento del resto de
agentes sociales involucrados. Las redes que deberían tejerse en torno a las entidades
institucionales encargadas de abordar la materia no se tejen o no perduran en el tiempo
y la comunicación y coordinación es prácticamente nula.
Esta falta de coordinación es una de las principales fallas en lo que a política de
prevención refiere. Un buen número de actores tienen actividad en la misma línea, en
ocasiones hasta se superponen las estrategias de acción, y hasta hoy ha resultado muy
dificultosa la comunicación.
Evaluación del producto
Para conocer la medida en que se lograron o se esperan lograr los objetivos de la
intervención, es decir mara conocer su eficacia se evalúa el producto.
En esta tarea se observa, especialmente el Impacto del Programa, es decir efectos de
largo plazo positivo y negativo, primario y secundario, producidos directa o
indirectamente por una intervención.
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Al tratarse de un conjunto de intervenciones que se encuentran en este momento activo
en la ciudad de Zaragoza, la valoración de los resultados es parcial. Sumado a esto, por
la materia que nos concierne, definir como exitoso o no un conjunto de actuaciones que
no siempre tendrán resultados visibles y a corto plazo resulta un tanto arriesgado.
Debemos tener en cuenta que todas aquellas medidas encaminadas a prevenir la
violencia de género que se están dirigiendo a los jóvenes , por ejemplo, son parte de un
todo formativo, constituido por la educación en el hogar, el sistema educativo y los
medios de comunicación, entre otros. Por lo tanto disminuir el número de casos de
violencia machista o conseguir que la mujer y el hombre estén en un plano de igualdad
(laboral, social, económica, cultural), requiere (lamentablemente) algo más que una
intervención, un plan o una política pública.
Asumiendo esto como punto de partida, se puede decir que en líneas generales existe
una congruencia entre los objetivos y los resultados obtenidos, sobre todo en aquellos
programas implementados por los actores del grupo A (mencionado en el apartado
evaluación del proceso).
Si las estrategias se llevan adelante de una manera sistemática y sostenida en el tiempo,
los resultados resultan positivos y por ende la política se considera eficaz.
La aceptación por parte de los participantes, el aumento en el número de IES que
quieren acoger las propuestas , la participación del sector privado en esta lucha por la
prevención (ofreciendo charlas y talleres sobre igualdad a sus trabajadores), son todos
indicadores de que los resultados de los programas pueden considerarse óptimos.
El funcionamiento más o menos regular de todos los Programas emergentes desde la
sociedad civil ofrece resultados que pueden considerarse óptimos. Hay algunas de las
propuestas que en este momento son aún muy nuevas pero que se aprecien con
potencial. Nuevas herramientas, nuevas formas de comunicación, nuevas teorías o
argumentos que facilitan la comunicación intergeneracional y que permiten hablar un
idioma común a la hora de abordar la prevención.
Los resultados del Plan Aragonés, por las características del mismo requieren un
tratamiento especial, probablemente (o al menos así debería ser) ese Plan contará con
una evaluación intermedia o ex post, por lo que se podrán valorar los resultados con
mayor profundidad.
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Pero lo que sí se puede aportar con en relación a la labor que el IAM lleva a cabo desde
1993, y en función de las apreciaciones recogidas en el trabajo de campo es que a pesar
la presencia del IAM, de elaborar propuestas y aportar recursos, la imagen, entre los
agentes que hoy por hoy trabajan en la cuestión parece estar en entredicho.
El Instituto observa, analiza, elabora informes (Incluso el Observatorio para la violencia
de género se reúne con cierta frecuencia) pero no parece mantener una comunicación
estable y fructífera con los organismos y entidades que trabajan en el campo de la
violencia contra las mujeres, se le exige, desde “abajo” una labor más práctica, más
cercana, más activa.
Todo aquella información, tanto la que pueda medirse como la que no (percepción
respecto a la violencia, por ejemplo) aportará información clara sobre cómo ha
funcionado el programa, pero para ello es necesaria, la evaluación por parte de cada
agente y la puesta en común de esos resultados.
Sobre todo en problemáticas sociales que exigen intervenciones continuadas en el
tiempo la información de cómo ha funcionado cada intervención resulta de gran
utilidad, ya que orientará sobre qué se debe hacer con el programa después de su
aplicación, a lo que se denomina decisiones de reciclaje.
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Conclusiones
Una vez aplicado el modelo de evaluación hemos podido extraer las siguientes
conclusiones.
-
En la ciudad de Zaragoza
no existe una única política en prevención de
violencia de género. Por el contrario nos encontramos con numerosos agentes
sociales atomizados, actuando en ocasiones de forma individual, en otras (las
menos) de manera colectiva; organismos institucionales, como el IAM, la
Diputación provincial, la Casa de la Mujer o la Policía, diversas asociaciones de
mujeres, Fundaciones, Federación de barrios, Universidad, Cruz Roja, etc.
Dados los resultados de la implementación de estrategias parece necesario que las
entidades que trabajan a diario los temas de violencia desde la prevención hasta la
denuncia tuviesen un “paraguas” que aglutine las estrategias, contribuya en las
propuestas y conozca los resultados, favoreciendo la comunicación fluida, los puntos
de encuentro y la participación.
-
Hasta la fecha los planes regionales no han servido como vertebradores de las
estrategias de prevención y están lejos de ser los que marquen el rumbo y los
puntos de encuentro quizás porque la participación de la sociedad civil
organizada en la elaboración de esos Planes de prevención y erradicación de la
violencia ha sido simbólica.
La comunicación con los organismos oficiales (IAM, DPZ, Servicio contra la Violencia
sobre la Mujer de la Delegación del Gobierno de Aragón) es hasta ahora, esporádica.
A pesar de tratarse de actores que trabajan en el mismo ámbito la colaboración es
insuficiente.
La sociedad
civil
dirige e implementa las estrategias en un plano
diferente y desconectado del nivel más institucional y en ocasiones esa desconexión se
observa entre los protagonistas de la sociedad civil.
En esta línea, y aunque queda trabajo por hacer, es destacable la labor de la
Coordinadora Organizaciones Feministas de Zaragoza que, no solo en materia de
prevención y erradicación de la violencia, sino también en otros temas transversales
como igualdad o aborto ha “reactivado” la comunicación, el encuentro y la colaboración
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entre entidades, organizaciones, asociaciones, sindicatos y partidos que trabajan en por
y para proteger los derechos fundamentales de las mujeres.
Del mismo modo es tarea pendiente incorporar a las nuevas generaciones en las
estrategias de intervención, abrir los canales de participación política, para que las
nuevas organizaciones, asociaciones y entidades tengan lugar y se produzca el trasvase
de conocimientos, ideas y experiencias de una manera conforme.
La prevención puede llevarse adelante en diferentes etapas, con diferentes objetivos, e
incluso estar dirigida a diferente público, parece imprescindible, conocer el trabajo de
todos los agentes sociales que se encuentran activos en la prevención y erradicación de
la violencia de género, determinar campos de acción, compartir resultados y elaborar
propuestas, que permitan a cada uno tener lugar propio en una lucha compartida.
-
Respecto a los Programas en concreto. A priori parece que aquellas propuestas
de prevención que se enmarcan, diseñan o implementan dentro de un Plan más
general (en conjunto con las de erradicación de la violencia, por ejemplo) se ven
relegadas. Las estrategias “accesorias” se conciben de manera abstracta, poco
definida y con menor presupuesto, más semejantes a una declaración de
intenciones que a una política pública.
-
A pesar de las diferencias entre las respuestas ofrecidas en la cuestión, en todos
los casos aparece una idea compartida: la prevención ha de ser un asunto
presente en la educación (formal y no formal) y la socialización de los jóvenes.
-
En la práctica se observa que los programas de prevención de la violencia contra
las mujeres destinados a los Centros Educativos en ocasiones se superponen en
tiempo y conceptos, lo que puede resultar algo reiterativo para los alumnos.
Revisar y corregir esas superposiciones resulta fundamental, ya que el trabajo con
jóvenes es la mejor opción para lograr un progreso rápido y sostenido en materia
de prevención y erradicación de la violencia de género. Aunque las políticas públicas y
las intervenciones suelen pasar por alto esta etapa de la vida, se trata de una época
crucial durante la cual se configuran valores, opiniones, actitudes.
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-
De especial interés resulta el trabajo con hombres y niños. En este sentido aún
queda mucha labor por hacer en la ciudad de Zaragoza. A pesar de que las
campañas van destinadas a un público global y que los programas procurar
involucrar tanto a hombres como a mujeres, la participación de ellos sigue
siendo anecdótico, por lo que se vuelve imprescindible revisar y redefinir las
intervenciones de manera que este dato pueda revertirse.
La participación de hombres ayuda a acelerar el progreso en materia de prevención y la
erradicación de la violencia contra las mujeres y niñas.
Ellos pueden comenzar a cuestionar las desigualdades y las normas sociales
profundamente arraigadas que perpetúan el control y el poder que los hombres ejercen
sobre las mujeres y refuerzan la tolerancia hacia la violencia contra las mujeres y niñas.
Otro componente importante de una estrategia de prevención efectiva es la
concienciación y la movilización comunitaria, a través de los medios de comunicación y
los medios sociales y culturales. Por este motivo la labor que llevan adelante los agentes
de la sociedad civil, debe ser más visible, exigente y reconocido.
-
Teniendo en cuenta que los resultados de las diferentes dimensiones de la
evaluación, en general son positivas y que hay un largo camino por recorrer,
podría resultar optimo conocer el trabajo de los distintos agentes, poner en
común la labor y determinar “áreas de trabajo”, bien por zonas geográficas, bien
por áreas temáticas de conocimiento o intervención, aprovechando los puntos de
vista particulares (Policía, Sociedad civil-asociaciones, Administración pública,
asesoramiento jurídico).
Para esto resulta positivo el hecho de que numerosas entidades (públicas, ONG,
privadas en colaboración) en la ciudad de Zaragoza hayan realizado o estén realizando
Programas, actividades, talleres o campañas concretas, relacionadas con la prevención
(en todas sus formas) de la violencia contra las mujeres.
-
Se reafirma la necesidad de evaluar tanto políticas públicas y planes como
intervenciones concretas o campañas puntuales para conocer, valorar, corregir y
redefinir en caso de que fuese necesario.
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-
Se puede constatar la dependencia (política o económica) de algunos organismos
y por extensión, de algunos programas, situación acusado con la crisis y la
retirada de ayudas o subvenciones y reflejada en el hecho de que muchos
proyectos en materia de prevención se han abandonado o se han visto
modificados.
En compensación, la consolidación de Programas como los de la Casa de la Mujer, la
Policía o la Cruz Roja, que según los datos y las evaluaciones han tenido muy buenos
resultados. Se constata de esta manera que sistematizar las estrategias es básico para que
la labor y el mensaje sean más eficientes.
Hemos comprobado que hay una herramienta que marca la diferencia entre unas
intervenciones y otras, se trata de la voluntad de los implicados. Voluntad política,
voluntad de los trabajadores o colaboradores y del profesorado. Voluntad de dialogo
entre agentes implicados, entre Policía y Servicios Sociales, entre Institutos y
Universidad, entre Coordinadora e IAM. Voluntad de acción que, indudablemente, se ve
condicionada por la ideología. Las diferencias a la hora de hacer frente al problema se
manifiestan en una distancia institucional difícil de superar. Así como nos encontramos
con estrategias pensadas desde el feminismo, desde el activismo o incorporando la
perspectiva de género nos encontramos con posturas que defienden que la prevención es
tarea de los cuerpos y fuerzas de seguridad y la justicia y que “eso de las gafas moradas
es un cuento”. Se entiende la prevención desde una óptica más individual y menos
colectiva.
-
Se manifiesta necesario incidir en la formación de los agentes implicados
(formación para policías, técnicos, personal sanitario) y la de planificar con
detalle las estrategias. En esta línea remarcar la idea de que aunque las
estrategias han de tener cierta flexibilidad para adaptarse a cada caso concreto y
cada contexto, es importante que la cuestión de género, en general y la
prevención de la violencia en particular, no sea un asunto que “intentamos meter
a la fuerza” en los diferentes campos. La transversalidad ha de ser entendida
como la oportunidad de abordar un problema social desde diversos prismas pero
de una manera específica, comprometida y responsable.
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