CONTRIBUCIONES A LA REFLEXIVIDAD BOURDIANA DESDE LOS TRABAJOS DE LOÏC WACQUANT DE LA MARGINALIDAD AVANZADA Y EL ESTIGMA TERRITORIAL. Miguel Alhambra Delgado. Investigador FPU. Universidad Complutense Madrid. Abstract: La cuestión que quisiera plantear se encuentra relacionada con una ampliación de la reflexividad sociológica, en el sentido de Pierre Bourdieu, esto es, aquel trabajo sociológico que propicia una mayor objetivación del sujeto objetivante. De este modo, se subrayarán las condiciones sociales de posibilidad que lo producen como tal y lo conforman dentro del espacio social (entendido este sujeto objetivante en tanto "institución" o campo social, más que como sujeto individual, sociólogo o antropólogo). Desde mi punto de vista, se puede obtener una adquisición progresiva hacia mayores cuotas de reflexividad apoyándose en los análisis de Loïc Wacquant dedicados a la marginalidad urbana, en dos sentidos. En primer lugar, desde el momento que sus trabajos posibilitan la reflexión sobre lo que se encuentra constituido como "evidente" (prenociones o presupuestos) en aquellas posiciones sociales que poseen la función – el privilegio y la posibilidad- de objetivar el mundo social. Precisamente esta reflexión sobre las prenociones del sujeto objetivante tiende a producirse gracias al "contraste" que desvela el análisis sistemático de las posiciones del espacio social más subalternas y distantes a la suya. Y en segundo lugar, se fomenta la reflexividad ya que mediante el análisis de las clases sociales más bajas –y castigadas- se llegan a vislumbrar "límites", o cuanto menos, obstáculos "objetivos" importantes para la investigación social, sobre todo, la centrada en los contextos sociales de profunda marginalidad y subordinación. El punto de partida de la argumentación será la presentación del desarrollo que hace Wacquant del concepto goffmaniano de estigma. Posteriormente, se analizara el debate sobre las aproximaciones miserabilistas y/o populistas en el estudio de las clases bajas; debate que sustentaron Passeron y Grignon a mediados de los noventa, tanto para observar la pertinencia de la oposición en sí misma, como para incrustar el análisis de Wacquant de la marginalidad urbana dentro de este debate cuando sea pertinente. Palabras claves: Reflexividad, espacio social, estigma territorial, procesos de politización, Pierre Bourdieu, Loïc Wacquant. 1 1. Introducción A mi juicio, la producción sociológica de Loïc Wacquant sobre las clases sociales más bajas permite una ampliación de la reflexividad sociológica, en el sentido bourdiano, esto es, hacia una mayor objetivación del sujeto objetivante, subrayando las condiciones de posibilidad de lo producen y conforman dentro del espacio social (entendido en tanto institución o campo social, más que como sujeto individual, sociólogo o antropólogo). Bourdieu entiende la reflexividad sociológica como una herramienta colectiva más al servicio de los científicos sociales con el objetivo conseguir un refinamiento mayor y, de forma progresiva, una objetivación más adecuada del mundo social (a pesar de que ésta siempre es provisional y aproximativa). Este ejercicio reflexivo pretende vislumbrar el punto de vista del sujeto cognoscente al mismo tiempo que los puntos de vistas de los "sujetos-objetos" estudiados. Para Bourdieu la reflexividad vendría a ser una sociología de la propia sociología, de la propia producción sociológica y de la posición social privilegiada que tiene por función (y que posibilita) la objetivación del mundo social (Bourdieu, 1999b y 2003: 149-164). Se podría afirmar que Bourdieu es uno de los sociólogos más preocupados y obsesionado en pensar el mundo social sin ser pensado por el mundo que intenta comprender y explicar, es decir, el teórico francés desarrolla un trabajo permanente de vigilancia epistemológica para analizar y dar cuenta de las diferentes estructuraciones o formas de clasificación, categorizaciones sociales simbólicas – que son productos de una estructuración social concreta- las cuales organizan y son fuentes de diferentes significaciones y sentidos sociales. Como vemos, la reflexividad es un elemento singular de conjunto conceptual desarrollado por Bourdieu, es un concepto trabajado a lo largo de su extensa obra y se puede rastrear ya desde sus primeros libros, a modo de movimiento de vigilancia epistemológica, uno de los ejes de El Oficio del Sociólogo (Bourdieu et al., 1976), la cual se concibe desde Bachelard ("no hay más ciencia que la de lo oculto") y Durkheim, como una sociología que marque una ruptura y tome distancias respecto a las prenociones y al sentido común (no solo el sentido común ordinario sino también académico), precisamente por los errores que introduce y porque debe ser "lo explicado" dentro del análisis del mundo social. La reflexividad bourdiana se puede considerar como una "sociología del error", de los errores producidos y constituidos socialmente. Fuentes de error para una 2 sociología crítica pero que en sí no son los productos simbólicos generados por las dinámicas del mundo social. Este ejercicio de vigilancia que busca una construcción controlada de los conceptos que utilizada como herramientas analíticas tiene la virtud, entre otras, de hacer visible la posición del sujeto objetivante, en tanto que posición social o región del espacio social específica, en su variabilidad múltiple pero finita de prácticas y en sus significaciones o clasificaciones simbólicas. Desde mi punto de vista, una adquisición progresiva hacia mayores cuotas de reflexividad –y por tanto una aproximación objetiva mayor a la realidad- es favorecida gracias a los análisis de Wacquant sobre la marginalidad urbana, y más en concreto, gracias a su conceptualización de la estigmatización territorial, en la medida que posibilita una tematización de la distancia social entre las dos posiciones del espacio social, la estudiada y la del estudiador, en dos sentidos. En primer lugar, una vez que hace posible una reflexión sobre lo que se encuentra constituido como "evidente", las prenociones o presupuestos, en aquellas posiciones sociales que tienen la función (y el privilegio) de objetivar el mundo social. Precisamente esta focalización sobre las prenociones del sujeto objetivante se produce gracias al "contraste" que desvela el estudio de las posiciones del espacio social más distantes. En segundo lugar y simultáneamente, mediante el análisis de Wacquant de las clases sociales más bajas y castigadas se pueden vislumbrar "límites", o cuanto menos, obstáculos "objetivos" importantes para la investigación social en los contextos de profunda marginalidad y subordinación. 2. Estigmatización territorial desde la perspectiva de Wacquant Gran parte del trabajo de Loïc Wacquant se centra en el análisis de las capas más desfavorecidas y subordinadas de la estructura social, o bien dentro del marco del sistema penal (analizando el rol preeminente que éste ha adquirido en los últimos años como instrumento de gestión de la pobreza con el auge de políticas neoliberales), o bien mediante el análisis comparativo y socio-histórico de las trayectorias de barrios “degradados” en EEUU y Francia (los guetos y las banlieues). Es precisamente en esta 3 segunda dimensión de su trabajo donde nos concentraremos, una vez que ella nos permite ampliar las aportaciones a la reflexividad bourdiana, mediante lo que Wacquant ha definido como la estigmatización territorial. Y es que una de las características principales de las nuevas formas de marginalidad es su concentración en el espacio físico, dentro de un universo social donde las expectativas sociales fluctúan entre el desempleo (que en muchos casos alcanza a la mitad de la población activa) y la precariedad laboral (consecuencia en parte de la deslocalización del antiguo entramado fabril). Dicha deslocalización y empeoramiento de las condiciones materiales de subsistencia fomenta la estigmatización territorial por la elevada concentración física que acarrea. Para Wacquant esta estigmatización se une a las formas de estigma teorizadas por Goffman (1970), a saber: a) "malformaciones físicas", b) "fallas en el carácter" y c) "indicios de raza, nación o religión". Si bien el estigma territorial se parece mucho más al último pues "puede transmitirse por medio del linaje y contamina por igual a todos los miembros de la familia" (Wacquant, 2007: 275), es más eludible –en teoría- e incluso modificable por medio de la movilidad geográfica. Todos estos atributos funcionan a modo de signos, aunque más que de honor en nuestro caso serían de deshonor, que distinguen a los colectivos o grupos de individuos. Aunque, a diferencia del modelo goffmaniano que carecía de una perspectiva estructural del mundo social en su conjunto1, el modelo bourdiano del espacio social sobre el que se apoya Wacquant le permite conceptualizar este proceso a modo de estructura estructurante, incluyendo las diversas trayectorias socio-históricas colectivas. Dos son las consecuencias primordiales de este proceso de denigración y estigmatización de las clases más bajas. En primer lugar, esta estigmatización territorial y social funciona a modo de "auténtica frontera" inter-clasista que arruina, o al menos dificulta mucho cualquier posibilidad de unión y movilización colectiva entre la clase obrera y el subproletariado, por más que a menudo muchos procesos sociales afecten a ambas regiones del espacio social (como la deslocalización industrial, la disminución del Estado del Bienestar y la precarización laboral, por citar algunos), aunque de forma 1 Es decir, una perspectiva que tenga en cuenta y asuma como relevantes las relaciones más estructurales y/o a primera vista “ausentes” en cualquier encuentro situacional, aunque no por ello inexistentes y mucho menos inoperantes. Para una aproximación al concepto de interacción social en Goffman el lector puede dirigirse al artículo “La interacción social en Goffman” (Caballero, 1998). 4 desigual. Y es que si bien, la clase obrera tiende a definirse en oposición a la burguesía, en cuanto a gustos, percepciones y valoraciones, no es menos cierto que la denigración de las capas bajas por parte de las clases proletarias funciona a modo de estrategia de diferenciación y clasificación que los agentes utilizan para evitar el demérito social. En segundo lugar y más importante para lo que nos interesa aquí, Wacquant señala que se produce una erosión de las solidaridades y/o los sentidos compartidos, factibles y favorecedores de cualquier movilización o constitución grupal y colectiva. Así Wacquant observa que, en el contexto estadounidense, los lazos culturales y significados que antaño compartían los habitantes del gueto de Chicago, en cuanto a reivindicación de "lo negro" (black power), están siendo sustituidos por un distanciamiento mutuo y un rechazo lateral entre los mismos residentes (similar fenómeno, aunque en menor dimensión, se observa en Europa, aquí es la heterogeneidad etnorracial la que tiende a funcionar como barrera cultural). Incluso nos muestra el autor que existe un debilitamiento de las asociaciones comunitarias de carácter religioso, asociaciones mediatizadas –ayer y hoy- a través de las significaciones religiosas, principal eje sobre el que se vertebra la idea y el sentimiento de comunidad entre estos sujetos específicos. Por consiguiente, ahora desde una dimensión intra-clase, este proceso de estigmatización social contribuye a la desposesión económica y cultural, en la medida en que merma, erosiona o evapora las posibilidades de la movilización grupal y la politización2, constituyendo así una verdadera desposesión simbólica. Para describir esta situación Wacquant hace uso del concepto de “clase objeto” desarrollado por Bourdieu para representar la situación tradicional del campesinado, un concepto que corresponde principalmente a la desposesión simbólica y política en sentido amplio, en la medida que las condiciones sociales generan y fomentan cierta incapacidad para “mutar” en agentes colectivos activos, productores de representaciones compartidas que defiendan sus propios intereses en la "arena" política3. En efecto, la inmensa mayoría de 2 De ahí la fascinación de Pierre Bourdieu por el movimiento de parados que puede apreciarse en Contrafuegos I (Bourdieu, 1999c: 129-133), donde llega a calificarlo de un movimiento social "milagroso". 3 Vemos que la “arena” política dentro del modelo del espacio social bourdiano no se concibe como algo simétrico e igualitario (presupuesto de la ilusión democraticista que no existente como tal en el mundo social real), debido a que es justamente en las condiciones de acceso mínimas requeridas donde se producen las más importantes “cribas”. Asumir esta mirada sobre lo político como una dimensión más de asimetría y de fuente de desigualdad no excluye (sino todo lo contrario, promueve) que el objetivo o desiderátum que se persigue sea una sociedad más simétrica y verdaderamente democrática 5 representaciones y discursos sobre la miseria, sobre sus contextos, explicaciones y causas, son elaborados por sujetos que proceden de otras posiciones de clase, ya sea aquellos que pretenden gobernar(los) y gestionar(los) la pobreza (y los pobres), ya sea aquellos que quieren hablar por ellos, en su nombre (militantes), o bien comprenderlos (diversos científicos sociales). Finalmente, Wacquant profundiza la concepción de Pierre Bourdieu al subrayar como el Estado posee también un rol productor y activo en las regiones del espacio social más subordinadas (tesis foucaultiana), desde el momento que ejerce un poder de nominación negativa a través de todo el sistema penal y mediante unas políticas más o menos expansivas en términos de poblaciones carcelarias, o "bajo custodia y vigilancia". 3. Hacia la tematización de la distancia social entre la posición social del sujeto objetivante y el objeto objetivado. El desarrollo del concepto goffmaniano de estigma por Wacquant le permite ampliar el proceso de estigmatización que se produce en contextos de máxima desigualdad y marginación. El elemento más relevante a tener en cuenta es que esta estigmatización tiende a ser asumida incluso por los propios agentes estigmatizados, por más que ellos no sean los principales agentes productores del proceso estigmatizador y sean los más perjudicados por ella. Es decir, la estigmatización geográfica o territorial que se observa en las más subordinadas y explotadas –sobre todo, en la situación actual del gueto estadounidense- fomenta entre los agentes que allí viven un rechazo lateral y una desconfianza mutua, la cual tiende a debilitar la constitución de vínculos culturales comunes. Un requisito necesario para pasar del agregado de personas múltiples collectio personarum plurium- al grupo social –corporatio-, mermándose de este modo las posibilidades para la acción colectiva y los procesos de politización. Ahora bien, asumiendo que su análisis del estigma territorial se encuentra circunscrito a un campo empírico, la pregunta es: ¿se podría generalizar y aplicar a modo de hipótesis la existencia de un proceso de estigmatización parecido ("desconfianza y rechazo mutuo") en todas aquellas posiciones más bajas y subordinadas del espacio social? Si la respuesta es afirmativa, como lógicamente parece 6 factible que así sea, al menos de forma provisional y con cierta cautela metodológica, nos encontrarnos ante una auténtica advertencia epistemológica (producto de las condiciones sociales desigualitarias) que el analista ha de tener en cuenta en sus estudios sobre las posiciones sociales de clase más distantes a la suya. Por lo tanto, en cuanto que mecanismo o aporte de reflexividad, vemos que este tipo de "configuraciones sociales singulares" han de resultar difíciles de percibir y de considerar, en primera instancia, por el investigador debido estrictamente a cuestiones sociales, una vez que dentro de su contexto social más "familiar" estos elementos o concreciones sociales tienden a ser inexistentes. Y es más, no solo contribuye como fuente de error o distorsión la inexistencia en el propio ámbito social de muchos aspectos de los fenómenos estudiados, sino que dentro de la región de la posición social del investigador las dinámicas o concreciones sociales tienden a ser opuestas en muchos aspectos). De ahí que se pueda sostener que ciertos fenómenos sociales no existen en el mismo grado y manera en otros contextos sociales, y sin embargo existen muchas probabilidades de que éstos se "den por hechos", sean presupuestos, se muestren como normales y hasta evidentes desde la posición social del investigador. Como mínimo, dos elementos se podrían deducir de forma lógica del trabajo de Wacquant, los cuales pueden servir al investigador, al menos, a modo de hipótesis plausibles o precauciones previas en sus investigaciones de las clases –o fracciones de clase- más subordinadas y explotadas: uno más radical, chocante al sentido común académico y quizás hasta cuestionable, mientras que otro mucho más asimilable. El más radical es que habría que considerar hipotéticamente que hasta el mismo fenómeno "bruto y simple" de la solidaridad intra e inter-grupal (junto con los consiguientes procesos de posible politización que ella conlleva) son elementos distribuidos por el espacio social de forma muy asimétrica en función de la región del espacio social específica. En otras palabras, habría que asumir que hasta los fenómenos más rudimentarios de solidaridad intra e inter-grupal son también efectos de la desigualdad social, esto es, son indicios relativos de las relaciones de poder y subordinación que estructuran la sociedad. Por lo que existirían mayores o menores probabilidades para que esas solidaridades lleguen a producirse, existir y mantenerse, y ello al margen de cualesquiera que sean las manifestaciones concretas que funcionen como lazos y 7 vínculos sociales, religiosos, políticos, consuetudinarios, tradicionalistas, legalistas, etc. Es decir, podría ser cuestionable la mayor o menor atribución de este factor a un ámbito concreto o región del espacio social, pero en cuanto que factor de comprensión y de explicación de ciertas realidades tendría vigencia y es probable o factible encontrarlo en otras posiciones sociales más relegadas. Por ejemplo, podemos discutir si este factor tiene un peso importante o nulo en la realidad social de los guetos y zonas marginales pero quizás nos sea útil –a modo de hipótesis- para comprender las realidades en las prisiones, internados o manicomios, donde las relaciones de poder y subordinación son aún más dramáticas. (por ejemplo es significativa en términos de gestión del vigilancia y gobierno todas las medidas de dispersión, y en concreto que la dispersión territorial haya sido una herramienta aplicada a los presos de ETA, los cuales tenían una fuerte cultura política). Por otro lado, el elemento más asimilable sería que se puede suponer que el analista social tendera a percibir y observar dentro de los contextos de pobreza y exclusión todas aquellas configuraciones sociales o fenómenos que ya conoce, los cuales le son más familiares por ser parte y tener lugar dentro de su región –o cercanasdel espacio social. Lo que tiene por consecuencia que existe el riesgo de que en la descripción de las prácticas sociales el científico realice cierto tipo de "homogeneizaciones improcedentes" o "asimilaciones ilegitimas", desde el momento que describe como parecidos y similares fenómenos que "se parecen" pero que de hecho no lo son4. Pues a pesar de que ciertos discursos o prácticas simbólicas se puedan presentar como "similares" no lo son desde el momento que están insertos en un contexto social distinto, el cual le otorga una significación social diferente, esto es, son "partes" integrantes de un "conjunto" material, simbólico y cultural muy diferente al contexto donde se encuentra inscrito el científico social, desde el momento que existe una probabilidad diferente de que se produzca, exista y mantenga el discurso o práctica que se presenta como parecida o similar. Un ejemplo no ayudará a verlo más claro. Así nos podemos encontrar que se confunda la significación social de algunas prácticas procedentes de ámbitos de pobreza con la significación social que tienen ciertas prácticas dentro del contexto familiar del investigador, por ejemplo que se interprete las movilizaciones sociales como movilizaciones ciudadanistas o concienciadas, 4 Nótese que para el lector potencial de las producciones sociológicas, relativamente cercano a la posición social del investigador, existen igualmente muchas probabilidades de que estas asimilaciones ilegitimas se le presenten como correctas, pertinentes, adecuadas y aproblématicas. 8 políticamente hablando, algo que es poco probable en los contextos de exclusión social (véase: guetos, instituciones totales, etc.), como ha sucedido con algunas movilizaciones piqueteras en Argentina o algunos movimientos indigenistas en Bolivia (Poupeau, 2013: 59-63). O bien, algo que suele pasar más desapercibido, por más que el fenómeno político sea similar, se han de tener en cuenta e incluir en la descripción y análisis las probabilidades diferenciales para que se produzca (la cuales hacen referencia a condiciones estructurales y estructurantes) mucho más improbables que los contextos de pobreza y exclusión (Gutiérrez, 2007: 36-40). Vemos que la reflexión sobre la relación sujeto-objeto de investigación y la distancia social entre ambas posiciones sociales nos conduce hacia las relaciones de clase desigualitarias existentes en el espacio social. Al margen de lo anterior, otro elemento de reflexividad que podríamos generar desde los trabajos de Wacquant, si se quiere más "objetivo", tiene que ver con el hecho de reflexión sobre qué constituye y qué efectos produce la nominación estatal para la investigación: ¿qué límites u obstáculos presenta para la investigación social el hecho de que un comportamiento sea categorizado por el Estado como delictivo y, por tanto, sea perseguido?, ¿existe en nuestros sujetos-objetos a estudiar una gran propensión a ser investigados, a ser "comprendidos" por el análisis, cuando tienen a la policía "tras sus pies"? En estos casos puede producirse que mucha "información relevante" tienda a concentrarse en mayor medida dentro de circuitos intra-grupales, por lo que será poco accesible al investigador, o incluso en muchas ocasiones inaccesible por cuestiones sociales (quizás estamos asumiendo aquí que gran parte de los comportamientos definidos como delictivos tienden a ser comportamientos de las clases sociales más bajas de la sociedad, asunción que no me parece muy temeraria). Como se puede apreciar, los trabajos de Wacquant sobre la marginalidad avanzada y la estigmatización territorial posibilita mayores cuotas de reflexividad sobre las condiciones sociales del sujeto objetivado pero también del sujeto objetivante. Y por último, de forma algo lateral a lo visto, sus aportaciones nos permiten salir de la imagen idealizada del "buen pobre", del "pobre honrado", imagen moralista compartida por la mayoría de los científicos sociales (comprobable con el simple hecho de analizar las temáticas y el tipo de ponencias o comunicaciones de cualquier Congreso de Antropología o Sociología sobre la Pobreza) Mostrar que el delito perseguido y 9 castigado tiende a encontrarse en las posiciones sociales más subordinadas del espacio social es también un trabajo del sociólogo que quizás por sus disposiciones y su visión moralista de la sociedad resulta difícil realizar. 4. Miserabilismo versus populismo, ¿una oposición falsa o ajustada para evaluar el trabajo de Wacquant? Dentro del estudio de las movilizaciones y formas de politización de las clases sociales más desfavorecidas y explotadas nos encontramos ante los extremos que ya plantearon Claude Grignon y Jean-Claude Passeron (1992) en su estudio sobre las aproximaciones científicas y literarias a la cultura popular, Lo culto y lo popular. Esto es, la posibilidad que tienen las descripciones de las prácticas populares de o bien girar hacia un posible miserabilismo, consecuencia de representar las prácticas políticas populares en un sentido negativo, como lo que no son –en relación a la política legitimada-, lo que ellas no tienen, sus “carencias y ausencias”. O bien caer en un populismo que tienda a engrandecer y glorificar las prácticas políticas populares en relación a las otras formas políticas. Antes de pasar a ver si es conveniente evaluar el trabajo de Wacquant mediante esta oposición es necesario tomar en consideración la oposición misma. Como señala Pablo A. Mitnik (1997) el trabajo de los teóricos franceses por útil que sea contiene una importante ambigüedad y confusión en sí mimo. Desde el momento que su caracterización del populismo parece confundir la cultura popular con una cultura “autónoma y exterior” a la estructuración simbólica general. Ella es analizada de un modo que tiende a parecerse al tipo de culturas que han sido estudiadas tradicionalmente por la antropología, donde un grado de relativismo cultural y análisis interno (Emic) es adecuado y pertinente, es más debe ser su principio metodológico. Por el contrario, el análisis de las culturas populares no se puede confundir nunca con el análisis de una cultura extranjera o ajena, por lo que esta precaución etnológica no sería tan aconsejable para el estudio de las culturas de clase baja o popular. Desde el momento que gran parte de sus características y propiedades son el resultado de su posición subordinada y relegada en la estructura de dominación. Debido a que algo que no es "visible" en primera instancia en las culturas populares, esto es, la lógica de 10 dominación (que no es otra cosa que su relación pasada y presente con las otras clases sociales), es uno de los principales vectores que las definen y las conforman. De lo que se deduce una erosión considerable de la oposición conceptual que pretenden confeccionar Grignon y Passeron. Así, un tipo de populismo parecido se produciría cuando se describen las prácticas sociales -aquí, los procesos de politizaciónde forma simétrica, cuando la simetría no exista en la realidad 5. Dicho de forma concisa, el miserabilismo es un riesgo que hay que evitar, pero el populismo no es un mero riesgo, sino que sería un análisis enteramente errado y distorsionado. Una vez relativizado el polo populista de la oposición, ya que es el menos consistente. Cabe afirmar que los análisis de Wacquant sí que adolecen de una escasa o débil descripción de las disposiciones, competencias, esperanzas y expectativas que un conjunto de sujetos dentro de un contexto de extrema pobreza y altos índices de delincuencia pueden llegar a poseer como formas más adaptativas y más "razonables" en relación a ese entorno social. Dos son los aspectos que pueden resultar más problemáticos6 dentro del modelo teórico de Wacquant. En primer lugar, y a pesar de analizar de forma exhaustiva la nominación negativa que sufren las capas más desfavorecidas del espacio social, se observa que su análisis se concentra sobre todo en el enfoque de las condiciones objetivas, echándose de menos un acercamiento más integrado desde una perspectiva “subjetiva”, que rescate la visión de los agentes7 en liza, en función del contexto, las significaciones o valoraciones nativas, es decir, ¿cómo se estructura el juego social en 5 En este sentido, se puede consultar el trabajo de Bourdieu, "la delegación y el fetichismo político", en Cosas dichas (1996), sobre la lógica de la representación política, y en especial aquella más específica de los grupos dominados y desposeídos de todo tipo de capital social. En la misma línea Gautier enfoca la delegación como mecanismo necesario para que las clases sociales más subordinadas puedan lograr otorgarse una "voz", "La représentation chez Bourdieu: de la délégation comme décision à la délégation comme dépossession - hypothèses de lecture" (2012). 6 Ambos aspectos intentan ser explicados por Wacquant en la introducción de Castigar a los pobres. El gobierno neoliberal de la inseguridad social (2010), una vez que nos dice que no era su objetivo una aproximación subjetivista de la pobreza, sin embargo esta nos parece imprescindible, para evitar los efectos que se derivan de su ausencia. 7 Pienso sobre todo en el libro Los condenados de la ciudad (Wacquant. 2008) dado que creo que es donde de forma más sistemática trabaja nuestro autor el concepto de marginalidad avanzada. Por el contrario, este tipo de análisis más “subjetivista” o concentrado sobre las expectativas y valoraciones de los actores sociales ha sido realizado por Wacquant sobre el ambiente pugilístico y lo que representa el boxeo en el gueto, en este sentido cabe interpretarse Entre las cuerdas: cuaderno de un aprendiz de boxeador. (Wacquant. 2004), o también “Putas, esclavos y sementales: lenguajes de explotación y ajuste entre boxeadores” (Wacquant. 2005b), así como en la minuciosa entrevista “The Zone” en Pierre Bourdieu (Coord. 1999a). Aun así nunca se llega a abordar una perspectiva global sobre los diversos puntos de vista "subjetivos" que representarían y se encontrarían en un contexto de pobreza. 11 las zonas más estigmatizadas?, ¿qué relaciones de dominación se articulan allí? Por lo que, se ven algo difuminadas las acciones y estrategias sociales de los habitantes de los guetos o las banlieues, bajo el peso de las condiciones objetivas, definidas éstas en gran medida por el estado penal-asistencial. Y segundo, cabe subrayar que con el análisis de Wacquant se tiene la impresión de que las políticas neoliberales aparecen en cierta medida "descontextualizadas", fruto de que se encuentran dibujadas por la completa ausencia de tendencias contrarias, cercanas o adyacentes. De este modo, las políticas neoliberales pueden parecer demasiado “prominentes”, al encontrar reducidos obstáculos en el camino que va desde sus proyecciones hasta sus realizaciones concretas y diferenciales en función del contexto nacional (condiciones de recepción). Su estrategia analítica y expositiva puede llegar a conformar lo que se podría denominar como un cierto funcionalismo "de lo peor", al perfilarse las tendencias políticas de modo casi inexorable y sobre todo, lo que es más grave, de forma inexpugnable; al margen eso sí, de la denuncia concienciada del investigador, como única estrategia de defensa o polo de resistencia. Vemos, finalmente, la necesidad de incorporar dentro del análisis el punto de vista de los actores, o mejor dicho, sus prácticas razonables y adaptativas con los contextos de pobreza y exclusión. 5. A modo de conclusión. En la presente ponencia se ha intentado esbozar los diferentes elementos que contribuirían a una profundización de la reflexividad bourdiana, los cuales se encuentran inscritos en las aportaciones e investigaciones de Loïc Wacquant. Para ello, la herramienta principal, a mi juicio, sería una visualización permanente y sistemática, cada vez más refinada, de la posición social del sujeto objetivante, del investigador, en relación a su objeto de estudio, lo que en sí mismo es también una tematización progresiva de la distancia social de clase que separa ambas posiciones sociales dentro del espacio social. Esta visualización del sujeto objetivante que busca las fuentes de error, distorsiones y generalizaciones abusivas no persigue la denuncia o la polémica, sino más bien el dibujar de forma más espesa y densa ambas posiciones. Aunque resulte paradójico, la reflexividad bourdiana muestra que un mejor análisis de las posiciones 12 lejanas se puede lograr precisamente mediante un análisis más sistemático de los elementos, características y configuraciones de las posiciones sociales propias, es decir, de los elementos que conforman la posición social del investigador. 6. Bibliografía. Bourdieu, P., Chamboredon, J-C., y Passeron, J-C. (1976) El oficio del sociólogo: presupuestos epistemológicos. Siglo XXI. Madrid. Bourdieu, P., (1990) “Espacio social y génesis de las ‘clase’” en Sociología y Cultura. Grijalbo. México: pp. 281-309. o (1999a) La miseria del mundo. Akal. Madrid. o (1999b) Meditaciones pascalianas. Anagrama. Barcelona. o (1999c) Contrafuegos I. Anagrama. Barcelona. o (2000) Cosas dichas. Gedisa. Barcelona. o (2002) El baile de los solteros. Anagrama. Barcelona. o (2003) El oficio del científico. Ciencia de la ciencia y reflexividad. Anagrama. Barcelona. Caballero, J. J. (1998) “La interacción social en Goffman” en REIS nº 83. Gautier, C. (2012) "La représentation chez Bourdieu: de la délégation comme décision à la délégation comme dépossession - hypothèses de lecture", en Revue Cités, nº 51. Goffman, E. (1970) Estigma. Amorrortu Editores. Madrid. Grignon, C., y Passeron, J-C. (1992) Lo culto y lo popular. Miserabilismo y populismos en sociología y en literatura. La Piqueta. Madrid. Gutiérrez, A. (2004) “La teoría de Bourdieu en la explicación y comprensión del fenómeno de la pobreza urbana”, en Pierre Bourdieu, las herramientas del sociólogo de Luis Enrique Alonso, Enrique Martín Criado y J. L. Moreno Pestaña (eds.). Editorial Fundamentos. Madrid. o (2007) Pobres, como siempre...: estrategias de reproducción social en la pobreza. Un estudio de caso. Ferreyra Editor. Córdoba (Argentina). Mitnik, P. (1997) "Relativismo y culturas populares: tres (anti)tesis epistemológicas", en Estudios sobre las Culturas Contemporáneas, Vol. III, nº. 5. 13 Poupeau, F. (2012) Les mésaventures de la critique. Raisons d'Agir. París. Wacquant, L. (2000) Las cárceles de la miseria. Manantial. Buenos Aires. o (2004) Entre las cuerdas: cuaderno de un aprendiz de boxeador. Alianza. Madrid. o (2005a) “El color de la justicia. Cuando gueto y cárcel se asemejan y se ensamblan”, en Repensar los Estados Unidos: para una sociología del hiperpoder. Loïc Wacquant (Dir.). Anthropos. Barcelona. o (2005b) “Putas, esclavos y sementales: Lenguajes de explotación y ajuste entre boxeadores”, en Potlatch, año II, nº 3. o (2007) Los condenados de la ciudad. Siglo XXI Argentina. Buenos Aires. o (2008) “On Symbolic Power and Group-Marking: Pierre Bourdieu’s Reframing of Class” Foreword to Pierre Bourdieu, Et klassespørsmål, Oslo, Forlaget Manifest. (accedido de la web el 22/02/2013: http://sociology.berkeley.edu/faculty/wacquant/). o (2010) Castigar a los pobres. El gobierno neoliberal de la inseguridad social. Gedisa. Barcelona. 14