DE-SOCIAL: UN FANZINE DE DIVULGACIÓN SOCIOLÓGICA Luis Navarro Ardoy (Universidad Pablo de Olavide; lnavard@upo.es) Resumen El objetivo de la comunicación es presentar una iniciativa en el ámbito de las ciencias sociales y en la que se combinan elementos de sociología visual y sociología pública. Se trata de la puesta en marcha del fanzine divulgativo “De-Social” con la finalidad de mostrar una sociología para todo tipo de públicos y audiencias. La sociología, como otras ciencias sociales, se enfrenta al desafío de no quedarse por detrás de su objeto de estudio: la SOCIEDAD. El trasfondo de la iniciativa que presentaremos es que las investigaciones sociológicas no queden limitadas a reducidos círculos académicos, sino que trasciendan a la sociedad y lleguen a públicos heterogéneos. En la actualidad, existe una mayor demanda social de conocimiento y divulgación científica por parte de ciudadanos cada vez más informados y con apetito de conocimiento. El prototipo del científico aislado en su despacho es totalmente obsoleto, dando paso a nuevas actitudes más comprometidas con el público general. La sociología, aunque forma parte del debate cotidiano, para el público general el discurso sociológico puede ser percibido como demasiado denso, enclaustrado en los límites de la disciplina. El pensamiento sociológico tiene más que en ninguna otra ciencia social una implicación social: genera conocimiento y conciencia a las personas sobre los problemas sociales que les rodean. Burawoy, el impulsor de la sociología pública a principios del siglo XXI, apuntaba que el público no representa solo el objeto de estudio del sociólogo, sino que ha de formar parte del debate. Palabras clave: divulgación sociológica, sociología pública, cualidades del sociólogo, implicación social, fanzine. 1. Introducción Implicarnos como científicos movilizadores de la sociedad civil (como reformadores a través de nuestras investigaciones) es algo que le asignaron a los orígenes de la sociología “los padres fundadores”. Comte, Marx construían su sociología con una mano y luchaban por un mundo mejor con la otra. Más aún: creían que confeccionando buen material sociológico contribuían a la reforma social. Identificar sociología con reforma social seguramente resultará indiferente a muchos (sobre todo académicos) que prefieren una postura menos comprometida y menos desinteresada. Sin negar ni por un momento los excelentes trabajos académicos que publican nuestros colegas, proponemos una idea de la sociología más “pública” en el sentido de una mayor implicación social y en el sentido, también, de exponer nuestros resultados de investigación de una forma que sea legible por todo tipo de audiencias. La sociología puede perfectamente conseguir una mirada más abierta a la ciudadanía para generar conocimiento sobre los problemas sociales que nos rodean. Quizá, de esta forma, también podríamos cambiar la idea que tienen muchas gentes de la sociología como un conjunto de informes y técnicas de sondeo para predecir intenciones de voto y compra (González-Anleo, 2000: 9). Los datos indican que nuestra inquietud tiene fundamento. Tanto los resultados educativos como las vocaciones profesionales reflejan que buena parte de la ciudadanía europea sigue viendo las disciplinas científicas con recelo. El 57% de los europeos cree que los científicos deben esforzarse más por divulgar su trabajo (datos del último Special Eurobarometer, June 2010). Ante la evidente desconexión entre la sociología y el consumidor final, hay quien obvia este tema porque simplemente no le interese. Para los otros, aquí proponemos una serie de reflexiones que pueden ayudarnos a hacer una sociología (también) más accesible para mejorar nuestra comunicación con la sociedad. Porque entendemos que la sociología tiene que abrirse más a la sociedad y superar su enclaustramiento en círculos profesionales cerrados. La sociología tiene que explicar mejor y más clara y convincentemente el ser y el por qué es importante contar con la visión del sociólogo. Una sociología que, siguiendo a Burawoy, reclama la implicación del sociólogo como intelectual público, una orientación del trabajador sociológico que se preocupa por ampliar las fronteras de la disciplina a todo tipo de audiencias y captar así la atención de colectivos más amplios (Burawoy, 2005). Esta sociología que entendemos “socialmente útil” es una producción que tiende hacia la crítica social, generando conocimientos que proporcionan una toma de conciencia sobre determinados problemas sociales. Es decir, cuestiona de forma sutil o evidente el orden establecido y nos acerca a una desvalorización e implica una valoración. Por su parte, la sociología “científicamente útil”, fruto de las instancias presuntamente más autónomas y con carácter científico, se dirigiría hacía una crítica sociológica que se abstiene de valorar lo que relativiza. Como sugiere Claude Grignon (2001), la crítica sociológica se contentaría con poner de manifiesto o desvelar los mecanismos sociales ocultos, cuyo producto son las valorizaciones (normas, creencias), conquistando una posición semejante a la de árbitro. Para pasar de la crítica social a la crítica sociológica es preciso que la división de los papeles y del trabajo sea escrupulosamente respetada, que el o la erudito se abstenga de juzgar y decidir1. Nuestro trabajo sociológico no consiste en tomar decisiones (nadie nos ha votado), ni tampoco en promover determinados valores morales. Pero sí nos corresponde analizar científicamente qué consecuencias tienen las diferentes actuaciones posibles y cuáles son los caminos abiertos para que las sociedades acerquen las realidades a sus propias opciones. De este modo, el pasaje de la crítica social a la crítica sociológica confiere a la sociología la posibilidad de poner de manifiesto los mecanismos sociales ocultos que están en el origen de toda producción simbólica, implícitamente postulando que las creencias políticas estéticas o morales son ilusiones. De esta forma se debería poder acudir al análisis weberiano de la legitimidad; preguntarse “por qué y en qué condiciones” los dominados/as se someten a la autoridad reivindicativa por las y los dominadores (Weber, 1963:10), sin que suponga una cuestión propiamente anarquista. Así, considerando que la sociología estudia por qué ocurren determinadas tendencias (fenómenos) sociales, las teorías sociológicas actuales nos proponen no limitarnos a describir esos hechos, y nos proporcionan elementos para analizar qué acciones los promueven y cuáles los evitan. Nuestra disciplina cumple su tarea específica: facilitar a personas y grupos una comprensión científica tanto de sus sociedades como de las actuaciones que se emprenden para reproducirlas o transformarlas. Ya en 1972 Stanislav Andreski escribió un breve ensayo que conoció un éxito inmediato: Las ciencias sociales como forma de brujería. En su trabajo, intentaba responder a esta cuestión que también nosotros planteamos. ¿Por qué si la finalidad de las ciencias sociales es dar luz a las personas sobre sus problemas, tantos “sabihondos” consagrados a esas ciencias se complacen en escribir en una prosa ininteligible y en cultivar la oscuridad? (Andreski, 1972). En lugar de hacer más claro el mundo que nos rodea, las pseudoexplicaciones sociológicas de la realidad social nos han alejado demasiado de nuestro objeto principal de estudio que es la sociedad. El saber “Tomar una posición política práctica es una cosa, analizar científicamente estructuras políticas y doctrinas de partido es otra (…). El establecimiento de los hechos, la determinación de las realidades matemáticas y lógicas y, por otra parte, la respuesta de los interrogantes que conciernen al valor de la cultura (…) o incluso aquellos referentes a la manera en que habría que actuar en la ciudad, constituyen dos tipos de problemas completamente heterogéneos” (Weber, 1963: 81-82). 1 sociológico tiene mucho que decir y aportar al interés común, que es el de vivir en una sociedad lo más justa y decente posible (Giner, 1993). No creemos que este toque de trompeta vaya a desmoronar las murallas de ciertos sectores a menudo opacos a las propuestas más innovadoras. Aspiramos a que, como mínimo, ciertas partituras de lo que aquí se expone resuenen en algún espacio en el ámbito de la investigación sociológica y que den lugar a comentarios y críticas constructivas, mientras recordamos la unidad entre ciencia y arte y las importantes sinergias que nuestras disciplinas tienen que aprovechar en los trabajos que desarrollemos. Nuestra intención es darle continuidad al documento en sucesivas reuniones o trabajos en las que se procurará concretar las propuestas en aras de avanzar en el desarrollo del debate que ahora iniciamos. El debate está abierto. Con estas ideas en mente, el texto que presentamos a continuación se ha estructurado en dos partes interrelacionadas. La primera, centrada en una serie de cualidades o “gafas sociológicas” que siempre deberíamos ejercitar quien aspira a ser un sociólogo abierto más a todo tipo de públicos. Es decir, quien esté preocupado por mejorar nuestra comunicación con la sociedad. La segunda, y después de digerir bien ese mejunje de cualidades, proponemos la idea de un fanzine sociológico que podría implementar ese tipo de sociología que pueda ser digerida por todo tipo de audiencias. 2. Excusas para no actuar. Cualidades del sociólogo La mirada del sociólogo tiene que incorporar unas “gafas sociológicas” que le permitan otear desde una óptica diferente y le sirvan, al mismo tiempo, para mejorar nuestra comunicación con la sociedad. Nada mejor en esos casos que potenciar socioimaginación, un concepto que nosotros definimos como innovar, imaginar e impresionar con nuestro quehacer sociológico para captar la atención de todo tipo de audiencias más allá de los circuitos académicos. La sociología tiene que superar el fetichismo metodológico y obsesión por los temas más superficiales que anunciaba Berger. El saber sociológico tiene que formar parte del debate cotidiano de actualidad en temas como los problemas medioambientales, nuevas tecnologías y modernización, democracia, Estado Autonómico y, por supuesto, del debate sobre la crisis actual. Y familiarizar todo ello con términos como redes sociales, Facebook, Twitter, foros, blogs, bloggers, on-line, software libre, mixtura, integración, cooperación e incluso Wiki y sus múltiples derivaciones como Wikipedia, Wikispaces y Wikisaber. La sociología está en marcha porque nuestra disciplina contribuye a la comprensión de nuestro mundo, definiendo nuevos objetos de investigación, creando nuevos métodos y revalorizando su rica herencia. Tenemos que estarlo porque el mundo, las sociedades, los actores colectivos e individuales lo están. Esto implica una nueva apertura hacia otras disciplinas y dar la bienvenida a instituciones que sean capaces de establecer adecuados cauces de colaboración mediante las que reflexionar e investigar la realidad social. Todo ello contribuye a la vitalidad de nuestra disciplina y a dotarnos de los instrumentos y las condiciones necesarias que nos permitan seguir cumpliendo del mejor modo posible nuestra tarea, que no es otra que la de seguir mirando, pensando, analizando, valorando, estudiando e investigando la sociedad. Para ese grupo de profesionales implicados y preocupados por lo que pasa en la sociedad. Para los interesados en una apertura de la sociología más allá de los círculos académicos. Para ellos, exponemos una serie de cualidades que, creemos, pueden ser de utilidad para trabajar por una sociología más pública. Cada una de estas cualidades, enumeradas sin orden de importancia, merece una reflexión más profunda. Es un primer paso que ahora damos y que esperamos consolidar. De arriesgados a sociólogos callejeros 1. Arriesgados. En el repaso de mi vida de estudiante y profesional que suelo realizar a través de mi blog (http://sociodato.bitacoras.com), me doy cuenta que la palabra que más repito es riesgo. Reviso estas notas y de todos los valores que he mantenido, me quedo con esta capacidad de arriesgarme como principal valor, como elemento esencial para poder innovar. La innovación es cambio. Admitir y propiciar el cambio frente a los factores de resistencia que son la inercia, la inflexibilidad, el miedo o la ignorancia. En momentos como el que vivimos, los cambios no son sólo inevitables, sino que se producen cada vez con más rapidez. El vértigo es una sensación lógica en unos tiempos en que cualquier idea o artefacto puede ser vanguardista hoy y caduco mañana (Ibarra, 2009). 2. Innovadores. Arriesgarse va muy unido a la innovación. No es que cada estudio sea una innovación, pero sí apostar por ella cuando las posibilidades lo permitan. Estamos inmersos en continuos cambios asociados a los avances en tecnologías de la información y la comunicación de los que a menudo hablaremos en este documento. Tenemos herramientas muy novedosas que podemos aprovechar pero todavía existen reticencias a la hora de utilizarlas en investigación social. Desde diferentes sectores se hace un esfuerzo colosal para seguir manteniendo la gama de innovación, están saliendo cosas, pero el mercado y determinados jefes y jefas de trabajo son conservadores al respecto. El reto que tenemos es mostrar la utilidad a ese grupo de personas que a menudo ponen barreras difícilmente superables. 3. Un poco menos abstractos. Proponemos una reflexión que tienda puentes a una manera menos abstracta y, por lo tanto, más entendible de lo que transmitimos y más accesible a todo tipo de audiencias. Seamos conscientes que al escribir con palabros de difícil comprensión dejamos de lado a un potencial público que quizá le puedan interesar nuestras reflexiones. Yo, personalmente, intento escribir sin dejar atrás a mis padres, porque ellos también deben tener la oportunidad de leer y ampliar sus conocimientos. Dejemos espacios para comunicar mensajes de manera clara, sin cortapisas y sin las habituales ambigüedades conceptuales que a menudo suelen caracterizarnos. Esta cualidad sería una estrategia que a buen seguro ampliaría nuestros estudios a un público mucho más ampliado, sea más o menos especialista en el tema. Quizá, cuando comunicamos, deberíamos pensar en un zumo que suele sentar bien a todas las personas en lugar de tequila que sólo algunos estómagos pueden soportar. Es necesaria licuar la información sociológica hasta hacerla tragable para todas o el mayor número de personas. 4. Con la voluntad de crear sinergias. El trabajo en grupo, la cooperación y el intercambio de ideas entre profesionales de perfiles profesionales variados suelen rentabilidad las iniciativas empresariales. Las ciencias sociales trabajan no sobre realidades ideales, sino sobre problemas reales, y estos exigen siempre la colaboración de numerosas perspectivas (Lamo de Espinosa, 2009: 479). Por ello, hay que estar en franco diálogo con el saber de otras ciencias, acostumbrarse a trabajar en equipo, a compartir experiencias, a colaborar en proyectos de investigación multidisciplinares, a recibir cursos de formación de diseño gráfico y de fotografía si nuestro interés es lo visual, a superar, en definitiva, ese principium individuations que parece haber reinado hasta ahora en nuestras disciplinas (Bericat, 2009: 13). Hay quien afirma incluso que sin multidisciplinariedad no hay innovación (Punset, 2008: 8). Prevalecen las zonas híbridas, donde se produce una intersección e integración entre disciplinas. Muchas de las aportaciones teóricas y empíricas procedentes de otras tradiciones (incluso de obras no científicas) pueden tener, sin duda, una interpretación o un uso científicamente aceptable y sugerir buenas ideas a la investigación social (Aguiar, De Francisco y Noguera, 2009: 443). 5. Diversos. La diversidad (que proviene del latín diversitas, “variedad”) es una de las principales banderas de nuestros actuales tiempos porque lo diverso incorpora la condición, cualidad y posibilidad de lo diferente, del otro. En lo que nos han enseñado o en lo que tenemos que enseñar no es lícito prescindir de lo diverso; gran parte de los errores en que declina el proceder humano provienen del afán de homogeneizar. La diversidad, que también comparte su raíz con la palabra “diversión” (diversus), nos da la oportunidad de entender que la diversión es un componente fundamental de la vida y, por ende, del proceso de enseñanza y aprendizaje. La sociología puede enseñarse y practicarse de una manera divertida (Lahire, 2006: 145). Rescatemos el sentido lúdico y mágico de la investigación como parte indispensable de nuestra profesión así como del proceso de enseñanza y del proceso de aprendizaje. El que escribe satisface su labor de sociólogo día tras día con la misma concentración que ponía en los juegos cuando era un niño, la pasión del primer beso adolescente, la magia del asombro, la emoción que despierta la belleza. 6. Polivalentes. Para ser algo más polivalentes es útil tomar prestado herramientas de otras disciplinas, lo que evidentemente implica dedicar esfuerzos para aprender y adaptarse continuamente a funciones nuevas. En la amplía viña que cultiva el sociólogo de todo hay. Hay sociólogos del más variado plumaje (Giner y Moreno, 1989). Podríamos asemejarnos a los “pos-it”, aquí y allí, en este o en otro lugar, porque a priori tenemos capacidad para el desempeño de tareas en diferentes puestos de trabajo. Basta aproximarse a los estudios de inserción laboral de los sociólogos (casi inexistentes, dicho sea de paso) para verificar la diversidad profesional del sociólogo: técnicos de empleo, gestores de ONGs, gabinetes políticos, técnicos de desarrollo local, marketing, programas sociales, y despachos particulares en mil formas y maneras2. 7. Críticos. Necesitamos compartir nuestros trabajos y escuchar la opinión de otras personas sobre nuestros trabajos. Siempre que se realicen de forma constructiva y sin mala intención, deben ser bienvenidas. De todo se aprende, especialmente de los errores. No olvidemos que todavía nos queda mucho por aprender. 8. Anticipadores. La investigación social es análisis de la realidad social al servicio de quienes puedan tomar medidas para estos cambios. Los sociólogos, por tanto, deben anticiparse a quienes toman decisiones, llámense personalidades del ámbito político. 2 Libro Blanco del título de grado de ciencias políticas y de la administración, sociología y gestión y administración pública: http://www.aneca.es/media/150260/libroblanco_politicas_def.pdf (consulado, 1902-2010). Debemos prever el transcurso de los procesos sociales, de fenómenos sociales en germen. No debemos ir a la zaga de los mismos (Pérez Yruela, 2009: 488). 9. Muy pegados a la Web pero alejados de la dispersión. Necesariamente, hoy en día, tenemos que estar pegados a las nuevas tecnologías. Nadie pondrá en duda las formidables transformaciones tecnológicas de los últimos decenios, que lo han condicionado todo. Faerman nos dice que no hay que luchar contra esta moda de colaboración y conexión constante, que hay que admitir que somos animales sociales y que, nos guste o no, esta es una nueva forma de relacionarnos. Por eso recomienda perderle miedo (para los que aún no la usan) y aprender a usarla (para los iniciados o adictos) (Faerman, 2009). Las nuevas tecnologías son, precisamente, de la información y de la comunicación y ello comporta, como mínimo, algunos efectos a menudo pasados por alto por su aparente obviedad. Nos referimos a la relevancia y a la cantidad del trabajo en red, a la cooperación, pero al mismo tiempo exige mayor capacidad de coordinación y organización del trabajo. El reto importante que tenemos no es la información, sino la gestión de esa información. Por ejemplo, un mismo documento puede compartirse en tiempo real entre el grupo de investigadores, pero serán necesarias unas reglas claras de corrección y/o modificación del texto a no ser que el resultado final sea un mosaico de anotaciones dispares y de difícil comprensión. Una red de profesionales que trabaja online en la producción de un texto exige altas dosis de coordinación y organización del trabajo. Alejados de la dispersión porque Internet es una herramienta que facilita a muchas personas a dispersarse. Ahora la información es muy fácil de conseguir. Haces una pregunta en Google y recibes no una sino millones de respuestas. Puede que el exceso de información sea un problema incluso peor que la escasez. El problema es cómo conseguir llegar a la información relevante, cómo distingues la basura de lo relevante (Bauman, 2012). Por ello, debemos contar con buenas estrategias de búsqueda, saber seleccionar bien los buscadores de información y mantenerse rígido en la búsqueda es muy importante si no queremos perdernos en la red. Lo que significa una buena herramienta en costos de tiempo y en mejora en las fuentes para nuestra investigación, puede llegar a convertirse en una pérdida de tiempo y en un acopio de material en muchos casos inservibles para nuestros fines (Andreu, 2003). La excesiva abundancia de información puede provocar fenómenos de distracción del tema principal de la investigación que conducen a que sea la información encontrada la que guía la investigación y no el propio investigador o investigadora. 10. Concisos. Hay que ser concisos. Decir las cosas entre dos anuncios o en 600 palabras. Se trata de algo muy importante, puesto que la belleza de la concisión consiste en no permitir nada más que la repetición de ideas convencionales (Baillargeon, 2007: 280). 11. Creativos. En cierta medida, también el sociólogo es artista, porque puede rehacer el mundo, redibujar el mundo, pintar el mundo, decorar el mundo. Aunque no se puede enseñar a alguien a ser creativo, una buena cualidad es tener predisposición. La creatividad, por ejemplo, se puede potenciar a través de lecturas pero aquí recomendamos de manera especial tratar a menudo con profesionales de bellas artes o disciplinas afines. La creatividad significa también no tener miedo. El científico Príncipe de Asturias Pedro Miguel Echenique señalaba que ser creativo no es sólo ser inteligente. Implica una voluntad de hierro, pasión, acción y emoción, enumera mientras recuerda una cita de Ramón y Cajal: “toda gran obra, tanto en arte como en ciencia, es el resultado de una gran pasión puesta al servicio de una idea”. Las iniciativas empresariales deben contar con grandes dosis de creatividad. La capacidad para aventurarse en lo desconocido, la insistencia en la interrogación sin fronteras, la espontaneidad, la invención, la reflexión, el debate y el pensamiento crítico son elementos que a buen seguro facilitan la creatividad. La vista se va hacia aquello que es diferente y llamativo, con lo que es importante desarrollar estrategias que capte la atención de un número mayor de ojos. El mundo actual y el futuro exigen cada vez más dosis de creatividad así como disponibilidad para captar las situaciones nuevas e inesperadas. Por tanto, creatividad, apertura de ojos y orejas, análisis sobre el terreno, manejo no sacrosanto de la teoría sociológica, y rigor en la aplicación de las técnicas (De Miguel, 2003), son las claves para que un trabajo pueda contar con el marchamo “socioimaginación”: innovar, imaginar e impresionar. El método científico, por sí solo, no da lugar a un gran investigador, de la misma manera que un gran cocinero necesita algo más que una buena receta. Detrás de una buena investigación suele haber intuición e imaginación, algo que ningún libro de metodología (o de recetas) puede reemplazar. Después de todo, la comprensión de algo no nos viene de la ciencia en sí, sino de la inquietud y curiosidad del ser humano. El genio de la física Albert Einstein, el economista Adam Smith, el astrónomo Arturo Duperier o el sociólogo Max Weber, no se convirtieron en grandes científicos por un uso meticuloso del método, sino por su curiosidad y su capacidad de imaginar soluciones o respuestas que hasta ese momento a nadie se le había ocurrido (Macionis y Plummer, 2007). 12. Mucho cuanti y poco cuali. Es labor de la comunidad de sociólogos mostrar que no sólo nos dedicamos a la producción de datos sociales. Quizá esa percepción sea consecuencia de su incorporación al lenguaje cotidiano de los medios de comunicación que todo lo acaban trivializando (Yruela, opus. cit.). Es interesante, por ejemplo, reflexionar sobre por qué en el ámbito de las Administraciones Públicas lo que no “es cuantificable” suele carecer de sentido y de carácter científico. De hecho, es posible afirmar que la investigación cualitativa se encuentra en una situación minoritaria y casi marginada respecto a la práctica de toda investigación cuantitativa y uso de sus resultados. Debido a que los métodos de investigación cualitativos constituyen un paradigma de investigación diferente y menos difundidos, su incorporación a los procedimientos habituales de estudio que realizan las Administraciones Públicas se encuentra aún muy poco valorado. Son situaciones que podrían extrapolarse a otras empresas e instituciones poco habituadas a tratar con estudios de carácter cualitativo. Estamos inmersos en una sociedad en la que parece que lo que vale es lo que puede cuantificarse, lo legítimo es sólo aquello que puede cuantificarse. Debemos considerar la posible distancia entre las intenciones de los “productores” y los usos reales de los “consumidores” (comunidades eruditas, medios, partidos o sindicatos, Estado, cuerpos profesionales implicados en las investigaciones, o simples “particulares”), ya que en ocasiones este tipo de producto cuantificado se presta fácilmente a una legitimación interesada. 13. Sociología en marcha. Los sociólogos y las sociólogas tenemos que estar en marcha. Tenemos que estarlo porque el mundo, las sociedades, los actores colectivos e individuales lo están. Nuestra disciplina contribuye a la comprensión de nuestro mundo, definiendo nuevos objetos de investigación, creando nuevos métodos y revalorizando su rica herencia. Esto implica una nueva apertura hacia otras disciplinas y dar la bienvenida a instituciones que sean capaces de establecer adecuados cauces de colaboración mediante las que reflexionar e investigar la realidad social. Todo ello contribuye a la vitalidad de nuestra disciplina y a dotarnos de los instrumentos y las condiciones necesarias que nos permitan seguir cumpliendo del mejor modo posible nuestra tarea, que no es otra que la de seguir mirando, pensando, analizando, valorando, estudiando e investigando la sociedad. 14. Estar al día. Leer y acudir diariamente a la prensa, a los medios alternativos y a los medios especializados. Los suplementos de los fines de semana incluidos los de color salmón contienen interesantes artículos de opinión y reflexiones que ayudan el despertar de la intuición, imaginación, creatividad y originalidad. 15. Estar en la calle. Hay que ser un streetsociologist (sociólogo callejero) porque el mundo se explora al pasear en sus calles y un sociólogo no debe perder la oportunidad de conectar su saber sociológico con lo que ocurre en las calles. Ser un sociólogo callejero es estar por todas partes y en las calles, y hablar con la gente. Hay todo un mundo ahí fuera para aquellos sociólogos con alma de connoisseur, espíritu viajero y sed de sabiduría. En muchas ocasiones nos sentimos como exploradores, descubridores de mundos, la mayoría de ellos en la calle y en contacto con sus habitantes. Como cocineros de restaurante, no porque sepamos cocinar muchas cosas y bien, sino porque seríamos ese clásico cocinero que va al mercado a elegir los ingredientes para un plato. Esos pequeños detalles añaden un elemento que, por nimio que parezca, pueden marcar la diferencia. También viajando nos hacemos sociólogos de calle. Independientemente de cómo se viaje, de los atajos que se tomen, del cumplimiento o no de las expectativas, uno siempre acaba aprendiendo algo. Y ese algo, aprendido mientras uno no para de moverse, aunque sea sin un destino definido, transmite mucho de positivo para el profesional de la sociología. Un viejo proverbio sanghay afirma que “la persona que no ha viajado nunca puede ser sabia”. Una persona viajada tiene más posibilidades de encontrar nuevas ideas para emprender. Incluso cuando se viaja se progresa críticamente. El hecho de exponerte a un crisol de cultural seguramente os cambie la forma de entender las cosas. Se puede viajar de diferentes maneras, en función del nivel económico y el interés de la persona, en tren, autobús, furgoneta, avión, en hoteles, hostales, albergues... Durante el viaje, a modo de revista de compañía, hay textos que recomendamos por su contenido creativo y posibilidades de dar fluidez a nuevas ideas y reflexiones: revista Aperture, Visual Anthropology Review, Life Classic Photographs, Vogue, Varity Fair, Esquire, Arte Fotográfico, Revista de Historia de la Fotografía Española, y World Press Photo. Llegar a un destino para aprender y conocer otras formas y conceptos de vida, otras mentalidades y costumbres, buscarlas en los barrios, en las calles, en las tabernas, en los espacios cotidianos, entre las vecindades, en las aldeas y en las grandes ciudades. Sabemos que para hablar del mundo es imprescindible estar en él (Luhmann, 1996). Tal y como señala Lozano (1987), un relato sin narrador es imposible; y un narrador humano sin experiencias personales, sin vida cotidiana, simplemente no existe (citado en Ribes, 2008: 69). La magia de la vida es el encuentro, las gentes, las cosas con las que nos cruzamos. Los encuentros y las microsituaciones nos mueven, nos posicionan, nos detonan... Si nos quedamos aquí sentamos nunca sucederá nada. Una de las ideas centrales es la del diálogo como espacio beneficioso del investigador social, como la dinámica que, guiada por la razón, permite el encuentro entre las personas y de éstas con el mundo. El diálogo es, así, expresión de la historicidad, condición para el desarrollo de una cultura humanizante y fundamento societal. No lleguemos al destino pretendiendo saber más que nadie. Disfrutemos del aprendizaje que ofrece cada personaje, aprendamos de ellos y de ellas y aprendemos sobre todo a escuchar y a interactuar con los nativos. Deambular algunos días sin rumbo sólo acompañado de la intuición sociológica es uno de los deportes sociológicos más estimulantes (De Miguel, opus. cit.: 59). En suma, dicen que no hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su momento. Puede que en la calle, en esos múltiples y pintorescos espacios, haya muchas nuevas ideas esperándonos y, ¡no lo olvidemos!, cada nueva idea es siempre el germen de nuevas ideas futuras. Seamos, entonces, sociólogos y sociólogas de calle. 3. Por una sociología para todos los públicos ¿Qué pasa con las personas no especialistas en un tema y que demandan información legible desde un punto de vista sociológico? ¿No deberíamos implementar estudios e investigaciones para todo tipo de públicos y alejados de una prosa ininteligible? Investigaciones expuestas con estas ideas beben de las magníficas aportaciones de la llamada sociología pública. En concreto, de la surgida a partir del año 2003 en los Estados Unidos en el contexto de la American Sociological Association en torno a la figura de su entonces presidente Michael Burawoy. La sociología nos cuenta cosas acerca del mundo en el que vivimos. Sin embargo, no todo el mundo está lo suficientemente preparado para comprender, por ejemplo, estadísticas por sí mismos. Por consiguiente, los relatos pueden y deberían facilitar la comprensión a sus lectores. Hay espacios para hacer una sociología más cercana y eso se consigue, también, escribiendo en un lenguaje cotidiano o, como suele decirse, al nivel de “ciencia popular”. Pongamos empeño en escribir de forma clara y sencilla, utilizando un lenguaje y un estilo que la persona no especialista también pueda comprender. Imagina que estás explicando tus resultados a un amigo o pariente que no está familiarizado con la materia. No pretendemos negar la utilidad y excelencia de artículos académicos publicados, pero sí haremos una reflexión abierta del interés de las investigaciones para todo tipo de públicos. Quizá abusamos sin percatarnos de un vocabulario academicista cuando escribimos, cargado de tecnicismos y de difícil lectura incluso cuando nuestra principal finalidad no es publicarlo en una revista científica. La ciencia social es una disciplina que debe rendir cuentas, en lenguaje ordinario, a un público muy amplio, el de todos aquellos que pueden estar interesados por e involucrados en los problemas de su sociedad en un momento determinado. El vulgum pecus como diría Robert Castel (2004: 92) también demanda unos resultados de estudios de fácil comprensión y entendimiento. No lo olvidemos: nos movemos en un mundo de audiencias heterogéneas más que de audiencias homogéneas. No sólo quienes toman decisiones políticas, sino toda clase de actores tienen necesidad de estudios sociológicos (partidos políticos, movimientos sociales, grupos de presión, ciudadanos y ciudadanas de a pie, etc.) (Boudon, 2004) y en las más variadas temáticas (educación, vivienda, medio ambiente, transporte, turismo, bienestar social, trabajo, etc.). Quizá dediquemos demasiado tiempo a temas que se pierden en la penumbra y que sólo tienen la utilidad de conseguir puntos y puntos para alcanzar la tan ansiada acreditación universitaria de calidad investigadora. ¿Somos traficantes y compradores de puntos en el macronegocio de la ciencia normalizada? ¿Eso es todo lo que podemos ofrecer y aspirar? Recordemos a los grandes fundadores de la sociología (Comte, Marx…) que construían su sociología con una mano y luchaban por un mundo mejor con la otra. Más aún: creían que confeccionando buen material sociológico contribuían a la reforma social (González-Anleo, opus. cit). De ahí nuestra insistencia de que la domesticación de la ciencia social es necesaria y rentable. Acercar el conocimiento científico a la sociedad es una forma más rápida y eficaz de generar, además de riqueza, una rentabilidad social muy importante. La gente de la calle quiere un tipo de investigaciones divulgativas, explicaciones entendibles a fenómenos como la globalización, las consecuencias sociales de la crisis y la actual desafección política, por citar simples ejemplos de análisis sociales. Existen fenómenos empíricos observables que necesitan ser observados y explicados de manera clara. Apliquémonos lo que exigimos en medicina: los médicos deberían escribir y comunicar lo que nos pasa de manera legible. El tipo de investigación social que defendemos es necesariamente pública, una actividad de puertas abiertas más allá del espacio académico. Apuesta por traspasar los límites disciplinares como una manera operativa de poner en valor la utilidad social. Se trata de tomar conciencia de la existencia de otros contextos de aplicación en donde, con el rigor que exige la investigación social, exista permeabilidad al campo de escuchas ciudadanas y a demandas y necesidades externas. A ello nos referimos cuando hablamos de la irrupción de la ciencia en la cultura popular. Quizá la propuesta de una emisora de radio en Internet como la del Colegio de Sociólogos de la Provincia de Buenos Aires pueda tomarse como ejemplo (www.radiofile.com.ar): “una radio habitada con ideas, un espacio generado para la difusión de temas sociales que surge de involucrarse en la problemática actual de nuestra sociedad”. Hablar de una investigación social para todos los públicos no implica adoptar una teoría o una metodología particular, ni tampoco unos valores morales o políticos específicos. Se trata, más bien, de una orientación del o la profesional social que se preocupa por ampliar las fronteras de la disciplina. Esta orientación suele implicar dos facetas. Por un lado, trabajar en problemas de investigación que sean lo suficientemente relevantes para colectivos sociales extensos. En segundo lugar, contribuir a una amplia difusión de los resultados de la investigación. De este modo, este tipo de investigaciones exigen responsabilidad en lo que se refiere al rigor y calidad de los trabajos que realizamos pero también intenta no abusar del extremado interés en “colocar” la publicación de trabajos en revistas científicas de excelencia. Como se desprende de lo anterior, es fundamental una intensa labor para difundir de forma clara los resultados de nuestros trabajos. Pensamos que un gran número de textos sociales podrían incorporar cierta vocación pedagógica y divulgativa para llegar mejor a un público diverso y variado en sus intereses y preocupaciones. De un artículo científico se pueden extraer resultados legibles para la ciudadanía. Evidentemente, el investigador tiene que mostrar interés y estar interesado en abrir más sus resultados de investigación. No olvidemos que ahora, mucho más que antes, la comunicación y transferibilidad de información se produce de manera inmediata y mucho más fácil de llegar a los medios de comunicación, con todo el potencial que desprenden. Para ello, en la redacción de un informe de resultados se podría combinar la claridad expositiva con el rigor en los argumentos presentados, de manera que pueda ser bien valorado por el especialista en los temas de estudio y bien comprendido por aquellas personas que simplemente se interesan por esos asuntos y les preocupa lo que ocurre tanto en la macro como en la micro sociedad. O incluso, a partir de un artículo científico, calibrar la posibilidad de hacer un breve resumen más orientado a todo ese amplio grupo de personas no especialitas. Una investigación social para todos los públicos no está exenta de ciertos peligros que conviene evitar. Aunque por la avidez de noticias de los medios la ciencia está más presente en la opinión pública, lo cual está bien, hay que tener cuidado con la otra cara de la moneda. Para facilitar la comprensión, se disminuye el rigor, para quedarse con lo espectacular, lo llamativo, y eso es lo que llega al ciudadano de a pié. Salvador Giner refiere a ello como la «incierta victoria», denotando con ello una popularización de la sociología que, en manos de quienes no conocen bien la materia con la que tratan, acaban vulgarizándola y ofreciendo una imagen de ella de escasa o dudosa credibilidad (Giner, 1993). Hoy día no hay crónica periodística, relato de acontecimientos incluso luctuosos, análisis de la actualidad política o debate sobre conductas desviadas o antisociales, que no se acompañe de reflexiones más o menos acertadas sobre la sociogénesis o los condicionamientos sociales de los hechos que se analizan. En este ámbito el papel del sociólogo es imprescindible. La pregunta es si existen condiciones sociales para que esto sea posible. Un tema clave de la sociología pública que debería preocuparnos a los sociólogos se refiere a nosotros mismos. Se trata de analizar hasta qué punto estamos ahora en condiciones, y si se dan las condiciones, de involucrarnos en una sociología pública o si más bien se dan las que nos mantienen atados a la sociología profesional y a sus reglas del juego para consolidar los puestos de trabajo. Quizá una opción sea la que propone Manuel Pérez Yruela, a través de la acción colectiva y corporativa se constituye una masa crítica suficiente para poner en marcha esta orientación de nuestra actividad (Pérez Yruela, 2007: 22). Ser un poco (mucho) audiovisuales Multipantalla, imágenes, vídeos, fotografías, música... son términos con los que la mayoría de la gente está cada vez más acostumbrada a tratar. Esto se traduce en que somos una sociedad cada vez más visual. En el mundo contemporáneo, las imágenes están más presente que nunca en la vida de las personas y cada vez tienen más poder sobre nuestras vidas. Por eso es tan importante entender de Fotografía y de fotos (De Miguel y Ponce de León, 1998). Los elementos visuales como fotos y vídeos son útiles herramientas no sólo para la investigación sociológica. Son útiles incluso como complemento a las clases para aquellas personas que nos dedicamos a la enseñanza. En más de una ocasión invito al alumnado a llevar cámara de fotos, de vídeo o el teléfono móvil y hacer uso en clase, echar fotos, en cualquier momento y a cualquier hora. Os aseguro que la mayoría del alumnado reacciona positivamente y su actitud en la clase mejora considerablemente. Las redes de colaboración entre profesionales son especialmente importantes en este tema. Al no estar demasiados acostumbrados a tratar con programas de edición de videos es recomendable establecer contactos con profesionales de ese ámbito. En todo caso, no se desanimen si no encuentran a este tipo de profesionales, existen sencillos programas que seguramente os puedan servir. Sólo hace falta ser un tipo al que le interese inmortalizar actos cotidianos con una cámara escasa de píxeles para, acto seguido, entrar en una vorágine creativa y desesperación a través de programas tipo güindomuvimeiquer (Windows Movie Maker)3. En la actualidad, el uso de lo visual en la investigación social ha despertado un mayor interés. Se está en el alba de una nueva generación de científicos sociales interesados e interesadas seriamente en fotografía, que utilizan la fotografía para analizar la realidad social. Es interesante el dicho de Robert Capa de que “si tu fotografía no es buena es porque no te acercaste lo suficiente”. Cualquier foto -incluso las fotos «malas»- enseña sobre la realidad social. El reto fundamental es el de combinar foto y texto en la investigación social (De Miguel y Ponce de León, opus. cit.). Imágenes de todo tipo se pueden considerar como temas o recursos, porque la fotografía es la ilustración de un acontecimiento y puede ayudar, y de hecho ayuda, a esclarecer lo que está ocurriendo. Y puede utilizarse bien como producto “básico” bien como producto “complementario”. Las imágenes son recursos útiles para acercar las investigaciones sociales al público en general. La intuición como investigador nos puede distinguir del resto de personas que hacen uso de una cámara. Partimos de que la imagen como técnica de investigación social debe entenderse como una forma de interpretación del mundo social y que “lo que no sale en la foto” es de gran interés sociológico, las realidades que no son fotografiadas, y es allí donde se evidencian los ámbitos del poder, de la desviación y la norma (Echavarren, 2009: 10). De todo ello somos conscientes de lo mismo que la interpretación de la realidad social 3 Muchos de ustedes compartirán que este programa es el más infame y “patatero” editor de vídeos. se ve mediatizada por dos procesos: el de ver y el de interpretar lo visto. La cultura visual predominante en la actualidad requiere una deconstrucción activa de sus significados y consecuencias sociales. Los sociólogos y las sociólogas debemos aprender a mirar si queremos convertirnos en buenos profesionales. Los ojos son un instrumento de defensa, también de placer, pero no están adiestrados para el análisis de la realidad social (De Miguel, 2003: 49). Para ello, es una tarea perentoria acercarse al mundo de la fotografía en general y al de la sociología visual en particular. Con las imágenes captadas a través de cámaras de fotos y de vídeo podemos elaborar vídeos para presentar resultados de investigación más apropiados para todo tipo de públicos. Este tipo de vídeos facilitan el campo de escuchas de las investigaciones sociales. 4. Para no concluir Los viejos poderes viven en la fase de negación de la evidencia: se niegan a aceptar que el mundo ha cambiado, que la sociedad ha cambiado y que la sociología tiene que adaptarse a ese cambio. Una sociedad del siglo XXI exige y reclama también una forma de hacer sociología del siglo XXI. Estamos en un momento crucial. Si deseamos que nuestros sueños se hagan realidad… ¡despierta! No pienses que las cosas tienen que cambiar. O no esperes a esos cambios. Las cosas, las personas, han cambiado y también los sociólogos tenemos que amoldarnos a esos cambios. Por ejemplo, la gente está cada vez más informada de todo, de ahí que también deberíamos hacerles llegar un poco de sociología. ¡Y no sólo resultados de encuestas de intención de voto! La sociología es mucho más que datos y de estimaciones de resultados electorales. El objetivo de lo expuesto en la comunicación es mostrar el reto que tiene la sociología de no quedarse por detrás de su objeto de estudio que es la sociedad con mayúsculas. Como mínimo, debería ir de la mano y no sólo al compás de los círculos académicos; ir más allá y llegar a públicos heterogéneos dando paso a nuevas actitudes más comprometidas con el público general. La propuesta que hacemos es un fanzine de divulgación sociológica (ver Figura 1 y 2). De-Social sería una revista con artículos y reflexiones sociológicas escritas, sobre todo, en un lenguaje entendible para todo tipo de audiencias. Los elementos visuales (fotografías, ilustraciones, viñetas…) adquieren también especial relevancia y acompañarían a los textos publicados. Consideramos que son un recurso útil para explicar y acceder a la realidad social. Figura 1. Ejemplo de la portada del fanzine de divulgación sociológica De-Social Figura 2. Ejemplo de contenidos del fanzine de divulgación sociológica De-Social 5. 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