LOS RETOS METODOLÓGICOS EN LAS INTERVENCIONES DE REGENERACIÓN Y RENOVACIÓN URBANAS FERNANDO GONZÁLEZ MIGUEL1 Resumen: Con una población urbana de más del 50%, la ciudad se constituye como el campo de batalla de los retos de la sociedad del siglo XXI. Esta urbanización acarrea una serie de problemas, pero también convierte a la ciudad en posible solución, puesto que las medidas que allí se adopten tendrán impacto sobre una gran proporción de la población, dada su densidad. Es necesario, por tanto, concebir nuevas vías de desarrollo, apostando por la ciudad consolidada, y acudiendo a herramientas como la regeneración y renovación urbana. Estas actuaciones no están exentas de problemas y dilemas a los que hacer frente. En este texto, a partir de la experiencia de actuación dentro del Plan de Rehabilitación, Regeneración y Renovación Urbana de Calatayud, aborda una investigación sobre los principales retos a los que se enfrenta el proyectista encargado de intervenir en la ciudad consolidada. A través de la propia participación en el proyecto, entrevistas con otros componentes del equipo y las aportaciones realizadas por el resto de agentes implicados en estos procesos se han planteado las cuestiones más delicadas en el proceso proyectual de una intervención de este tipo. Se ha concluido que, como principales cuestiones, el proyectista ha de enfrentarse a la selección y gestión de una metodología cada vez más multidisciplinar y holística, a determinar la finalidad de la intervención y los problemas de “re-habitación”, así como a las posibles afecciones a la identidad colectiva construida en torno a los elementos simbólicos del paisaje urbano. Términos clave: regeneración urbana, casco histórico, Calatayud, urbanismo, identidad Introducción La intrínseca relación existente en España2 entre el comportamiento económico y la actividad urbanística se ha manifestado claramente en los últimos años, tanto en la época expansiva (1996 – 2006) como durante el periodo recesivo y de estancamiento sufrido en los años posteriores. La dinámica de crecimiento y actividad urbanística sobre las ciudades acompañó a esa economía creciente buscando una expansión a costa de la generación de nuevos suelos que incorporar a la delimitación urbana y la 1 Fernando González Miguel, ingeniero industrial. E-mail: f.gonzalez@coiiar.org Aunque esta profunda interrelación entre economía y expansionismo urbano no es una exclusiva nacional y responde más a las dinámicas del sistema económico global, en España es especialmente crítico por la composición de la estructura económica y empresarial. 2 1 generación del planeamiento correspondiente. Así, la actividad de los técnicos se centró, esencialmente, en planeamiento de desarrollo del suelo urbanizable o de suelo urbano no consolidado. Tras ese periodo, los cambios en esas lógicas expansionistas urbanas, influidas por intereses de rendimiento económico, han dado lugar, por un lado, a una fuerte crisis en el sector, pero por otro, a un replanteamiento de los objetos del trabajo de los urbanistas. Las miradas del urbanismo se han dirigido ahora hacia la ciudad consolidada. Tanto los diversos niveles de la administración como el colectivo de técnicos, guiados por una mezcla de arrepentimiento y necesidad de búsqueda de mercado, han comenzado a replantearse la forma de “hacer ciudad”, los objetivos a perseguir así como las dinámicas a plantear. Se da la situación de que el concepto de “sostenibilidad”, a todos los niveles, ambiental, económico y social, ha alcanzado dentro de la sociedad actual un nivel de “meta-valor”, según la terminología de Maslow. Por lo tanto, parece lógico que las propuestas surgidas actualmente tengan integrado dicho principio. Si bien es cierto que se ha vivido una época que podría incluso denominarse de burbuja (Agustín y Derqui, 2014, pág. 56) respecto a la “venta” del concepto de sostenibilidad, generándose una loca carrera por la pureza del concepto, la adopción por parte de la sociedad general de este nuevo meta-valor ha facilitado la vuelta de las miradas en el mundo del urbanismo hacia otras formas de intervención en la ciudad más alineadas con el momento y la situación. Por ello se ha creado un caldo de cultivo propicio para la recuperación del valor de la ciudad consolidada (compacta, compleja y heterogénea) frente al expansionismo y la zonificación, y la intervención en ésta a través de mecanismos de regeneración y renovación urbana, asociados a acciones de rehabilitación de la edificación y el espacio público. Tanto la actividad legislativa como la iniciativa pública y privada se han alineado favoreciendo el trabajo en esta ámbito. Aún así, es cierto que existen barreras para el desarrollo de estas actividades, siendo el principal de ellos la falta de financiación o, al menos, de una capacidad de visualización de las estrategias oportunas para poder ejecutarse a través de mecanismos de colaboración entre el sector privado y el público. No es objeto de este trabajo el analizar el alcance de estas iniciativas o el éxito de las medidas adoptadas por la administración sino el análisis de la epistemología seguida en los proyectos de rehabilitación, regeneración y renovación urbana, así como los 2 conflictos a los que se enfrenta el proyectista, basándonos para ello en un caso real. Se ha partido de la experiencia en la redacción del “Programa para la rehabilitación urbana de Calatayud. Documento de análisis, estrategias y actuaciones”, elaborado por THEMOLINO PROYECTOS3 para el Ayuntamiento de Calatayud. Además de la hermenéutica del propio texto, se ha realizado una entrevista estructurada al redactor del mismo, Sergi París, con el objeto de entender las lógicas y valores propios que está reflejando de una manera implícita en el plan. Con todo ello se pretende aflorar las ideologías, definidas como estructuras de valores o mecanismos de razonamiento inherentes a los proyectistas, que se transmiten en la forma de entender e intervenir sobre la ciudad más allá de lo explícitamente plasmado en los documentos. Breve descripción del caso ejemplo El caso tomado como ejemplo toma forma de plan estratégico para la mejora del casco histórico de Calatayud a través de intervenciones de regeneración, renovación y rehabilitación urbana, centrándose en dos elementos físicos fundamentales: el espacio público y el parque edificado. Es un documento estratégico, por lo que no presenta carácter normativo, sólo indicativo. Recoge los objetivos y criterios a seguir en las diversas intervenciones futuras, así como una delimitación y propuestas de acción en determinadas zonas de especial interés o urgencia. El encargo del trabajo se realiza por parte del Ayuntamiento a partir de las inquietudes que manifiestan tanto los agentes políticos, más encaminadas a aspiraciones generales de recuperación de la vida socio-económica del casco histórico, como los técnicos municipales, que habían desarrollado ideas de intervención puntuales para zonas problemáticas. Por lo tanto faltaba una visión de conjunto así como un convencimiento de la idoneidad de este tipo de trabajos, de corte estratégico, y de su capacidad para definir unas directrices que permitan comenzar a andar. El casco histórico de Calatayud está declarado Conjunto Histórico Artístico desde 1967, pero a pesar de diversas experiencias para la conservación y preservación (Programa urgente de protección de 1973, PERI vigente, ARICH 2007-2012), presenta un estado de avanzado deterioro, con innumerables solares vacíos, edificios en ruina 3 El autor del presente documento es integrante del equipo de THEMOLINO PROYECTOS, si bien es cierto que los redactores principales han sido Sergi París y Gabriel Lassa. Por lo tanto el autor ha podido tomar cierta perspectiva para la investigación aquí recogida. 3 inminente y con una despoblación y falta de actividad preocupantes. Se ha producido una considerable degradación del espacio público, con el principal problema del aparcamiento de vehículos privados en las calles y plazas. La población ha ido abandonando esta zona a favor de los barrios de ensanche, buscando unas condiciones más favorables tanto en el espacio público, como en la tipología edificatoria, condiciones de habitabilidad, acceso a equipamientos públicos, etc. Estos han sido los principales problemas a abordar por el estudio realizado. Objetivos, ejes principales y acciones transversales planteadas Los objetivos planteados en el documento se alinean con los recogidos en el Texto Refundido de la Ley del Suelo y Rehabilitación Urbana (en adelante TRLSRU), que incorpora los conceptos expuestos en la Ley 8/2013, de 26 de junio, de rehabilitación, regeneración y renovación urbana (en adelante L3R). Por un lado se propone mejorar la calidad del espacio público, generando un auténtico espacio de convivencia y de actividad socio-económica, lo que pasa fundamentalmente por una revisión del modelo de movilidad adoptado. Por otro lado, está la intervención en el parque edificado, con criterios de mejora de la habitabilidad, de las condiciones ambientales (soleamiento, ventilación, vistas) y del comportamiento energético, encaminada a una recuperación de población y actividad asociada de esta zona. Estos objetivos son los intrínsecos a cualquier intervención de rehabilitación urbana, y que se recogen en el TRLSRU, tal y como comenta Julio Tejedor (2013) al hablar de objetivos de la rehabilitación y la L3R. De hecho, (p.43) el autor enlaza con uno de los puntos que también se han tratado en el proyecto y que están presentes en la L3R, como es el de “favorecer y fomentar la dinamización económica y social, favorecer la localización de actividades económicas generadoras de empleo estable o valorar la perspectiva turística”. Estos objetivos son más específicos y han de adaptarse al localismo de la intervención. En este caso, se ha trabajado el carácter turístico que tiene el conjunto histórico artístico del casco de Calatayud. Por lo tanto, se ha prestado especial atención a la puesta en valor de este patrimonio edificado. Los ejes o líneas de acción planteadas al respecto son cinco: vivienda, espacio público, movilidad, turismo y economía. Cada uno de ellos contiene objetivos específicos y definiciones de alcance propios. 4 Por último, son dos las acciones o herramientas, de carácter transversal, que se han planteado para la intervención y que van encaminadas a alcanzar los objetivos de cada una de las cinco líneas anteriormente citadas. La primera de estas acciones es el esponjamiento de las manzanas existentes, orientado a mejorar las condiciones del parque edificado, en cuanto a sus condiciones ambientales de habitabilidad (soleamiento, ventilación, vistas), lo cual repercute en una mejora para los residentes actuales y genera un atractivo para recuperar la población perdida en favor de los barrios de ensanche. Por otro lado, el esponjamiento permite una mayor dotación de espacio público y generar interconexiones que cierren recorridos o amplíen las zonas estanciales. La otra herramienta que se ha considerado es la mejora de la movilidad. Por un lado se pretende modificar el carácter del espacio público para que el peatón pueda recuperar su cualidad de ciudadano, de habitante del espacio común, y generar así unas condiciones de convivencia y socialización. Esta línea se basará en la eliminación de aparcamiento en viario público para los no residentes, eliminando el tráfico de paso, así como la reestructuración del espacio público en plataforma única (eliminación de la diferenciación entre calzada y acera en doble nivel), lo que facilita la apropiación de la calle por parte de la persona respecto al vehículo.4 Conflictos planteados En este apartado se recogen una serie de reflexiones sobre las intencionalidades últimas de los proyectistas a través de los planteamientos que, de manera más o menos consciente, se reflejan en los objetivos y propuestas para la intervención en la ciudad consolidada. Se exponen de una serie de conflictos que surgen en este proceso de análisis y planificación. Se trata por tanto de un ejercicio autorreflexivo sobre la forma de mirar el fenómeno urbano e intervenir en él, así como intentar dilucidar los mecanismos que los guían. 4 Estas herramientas se basan en los conceptos defendidos en el modelo propuesto por Salvador Rueda (Rueda, 2010) y la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona, y denominado “Urbanismo Ecológico”. Este ha desarrollado una serie de criterios de diseño y evaluación de las intervenciones urbanísticas basados en una aproximación teórica al fenómeno urbano a través de la Ecología Urbana, como herencia de los postulados de la Escuela de Chicago y de los ecólogos españoles de mediados del siglo XX, como es el caso de Margalef del que Rueda es discípulo. 5 1.1 El problema epistemológico Uno de los problemas principales al enfrentarse a la tarea del diseño de una planificación estratégica es la metodología para realizar el análisis y formular objetivos y acciones. Teóricamente existe una necesidad de partir de un análisis de la realidad física y socio-económica del entorno, pero no en todos los casos se profundiza sobre el por qué de dicha necesidad, la naturaleza del análisis o del conocimiento demandado. Más allá de esto, una vez hecha esa concesión a la duda, se plantea el problema metodológico. Y si bien es cierto que herramientas existen, coinciden dos hechos fundamentales en este punto que ponen en jaque la cuestión. Por un lado la falta de costumbre y cierta animadversión hacia la planificación estratégica en la administración (e incluso en la población) española provoca una infradotación tanto económica como temporal en dichos procesos. Este hecho, junto con la tradición de los técnicos urbanistas de atribuirse capacidades de extrapolación desde el caso general a las circunstancias específicas de todo entorno urbano, provocan que dicho análisis termine sustituyéndose por apriorismos o, en el mejor de los casos, por pulsaciones del ambiente y el sentir general a través de ciertos interlocutores locales. Sin entrar en los problemas con la planificación estratégica, ese comportamiento del urbanista podría confundirse con cierta arrogancia imperialista, pero hay que tener en cuenta que el Movimiento Moderno sigue siendo el referente estético y conceptual que impera en las escuelas de arquitectura actuales. Esa visión del “hombre-tipo idéntico en todas latitudes” (González Ordovás, 2000, pág. 112) provoca ese convencimiento de una innecesaridad de toma de contacto con la realidad local. En el caso de estudio se planteó dicho análisis a través de dos líneas fundamentales: por un lado los técnicos municipales e interlocutores políticos, y por otro la experiencia de uno de los redactores, natural del municipio y conocedor de las circunstancias locales que ha permitido introducir al equipo en los usos y costumbres. 1.2 La “re-habitación” Otro de los dilemas principales en las estrategias de revitalización de los cascos urbanos es la “repoblación” de dicho espacio. No es un factor que se suela dejar al azar o que ocurra sin una premeditación. Todo proceso de intervención en la ciudad consolidada tiene un “público objetivo”, tanto en cuanto se diseña para unas necesidades concretas, y esas necesidades van a estar en función del los futuros 6 habitantes de dicho espacio. Al respecto siempre existirá, como decía Ibáñez (1989), un requerimiento explicito pero también una demanda implícita. La intención definitiva del que realiza el encargo no siempre es directa y deberá escudriñarse, sin caer tampoco en la suposición de la existencia de una reflexión profunda de fondo o unos intereses oscuros y ocultos. Por lo general, los agentes en este tipo de decisiones tenderán a comportarse según su propia naturaleza, al más puro estilo de las teorizaciones de la Elección Pública (González y Quesada, 1988, pág. 341). La “re-colonización” del casco histórico podrá efectuarse con población procedente de diversos orígenes. Es habitual y tentador el diseñar la intervención para acoger al habitante de paso, al turista, como pueden ser las intervenciones en las grandes capitales (Barcelona, Madrid, Bilbao, Valencia, Sevilla y Zaragoza), como analiza Navarro (Navarro, Merinero, y Díaz, 2013), o como podrían ser actuaciones en ciudades puramente turísticas (Córdoba, Toledo, Segovia, etc.). A este tema se volverá más adelante. Pero hay muchos procesos en los que se pretende un “proceso de desplazamiento” o una “acumulación de desposesión”, según es la forma de referirse de Harvey a los procesos de gentrificación (Harvey, 2008, pág. 34). Ese proceso de gentrificación es definido por Leal (2002, pág. 68) como “la concentración de efectivos de la clases media y alta en áreas que estaban previamente ocupadas por la clase trabajadora o por clases populares”. Sin entrar profundamente en los orígenes y motivaciones de estos procesos, hay que destacar que es uno de los retos a los que se enfrenta el proyectista a la hora de diseñar la intervención, traicionado en muchas ocasiones por su propio subconsciente y la falta de capacidad para abstraerse y objetivar la finalidad de su trabajo. Vuelve a aparecer aquí la lacra, en muchos casos, de esa visión del hombre-tipo. Y es que al intentar poner en valor las condiciones de habitabilidad de un centro urbano, con mejoras en la calidad del espacio público, la movilidad y la habitabilidad general, a través de las inversiones públicas, se produce una revalorización, incluso parcialmente más subjetiva que objetiva para ciertos sectores de la sociedad, convirtiéndose a la larga en herramienta de desplazamiento de los habitantes iniciales, más allá de la categorización por clases sociales. Pero el riesgo estará siempre presente, desde el momento en el que se interviene para la mejora del espacio, se produce un proceso de revalorización de los activos allí presentes ya no sólo por la modificación de las condiciones del entorno, sino por la 7 generación de una nueva demanda sobre unos bienes finitos y limitados. Es más, ante una capacidad de inversión pública acotada por la coyuntura o por consideraciones ideológicas lícitas de economía política, se plantea la necesidad de recurrir a instrumentos habituales de mercado para poder llevar a cabo las intervenciones. Por ejemplo, estos procesos pueden desarrollarse mediante mecanismos de financiación en los que se incluya el aumento de edificabilidad para la obtención de unos ingresos que permitan compensar los gastos de rehabilitación. Ello conlleva un fomento del incremento del valor de los activos para obtener el rédito suficiente que equilibre la operación. En estos casos, para evitar una especulación que genere desplazamiento, el control por parte de la administración ha de ser constante, ya sea desarrollando el proceso completo o delegando en entidades urbanísticas colaboradoras. En cualquier caso, este tipo de planes deberían incorporar estudios concretos sobre los perfiles socioeconómicos de los residentes y asegurar que las vías de financiación de las intervenciones en sus viviendas les asegure su derecho de habitación. En muchos casos será necesaria la financiación pública para dar viabilidad a las intervenciones, por lo que la planificación debería plantear visiones completas de la ciudad y a un medio-largo plazo. Pero aquí se presenta otro de los grandes problemas, tanto por la coyuntura económica actual como por la diversidad de niveles de administración potenciales oferentes de ayudas, lo que impide trazar una previsión certera sobre los fondos públicos disponibles durante todo el proceso. Hay casos, como el utilizado de ejemplo en este texto, en el que lo que se pretende es un “retorno” de la población perdida, es decir, una repoblación por parte de aquellos vecinos desplazados hacia las zonas de ensanche en busca de mejores condiciones de habitabilidad. En este caso, la disponibilidad de solares e inmuebles en ruina vacantes5 es tal que se permite ese retorno sin que necesariamente se deban producir desplazamientos de población residente. Es más, el fin último del plan es “repoblar” esas vacantes y poder revitalizar el centro urbano, por lo que el resto de acciones o líneas no dejan de ser mecanismo o medios para conseguirlo. 5 Estamos hablando de que entorno a un 20% del suelo del casco histórico son solares y edificaciones en ruina, como dato de referencia. 8 1.3 La pérdida de identidad El último conflictos habituales en el diseño de planes de intervención en la ciudad consolidada de los aquí recogidos es la posible modificación o alteración de la identidad social urbana, tal y como lo aborda Valera al asegurar que “la identidad social también puede derivarse del sentimiento de pertenencia o afiliación a un entorno concreto significativo, resultando entonces una categoría social más ” (Valera, 1994, pág. 7). Y continúa el autor exponiendo que “desde la perspectiva del interaccionismo simbólico, todos los objetos -y en el sentido que da Blumer (1969) al término "objeto" pueden incluirse tanto los espacios como también las categorías sociales- adquieren su naturaleza ontológica a partir de los significados conferidos por individuos y grupos o, en terminología de Berger y Luckman (1966), pueden ser considerados construcciones sociales”. Lo que viene a afirmar el autor es que “los escenarios físicos en los que el individuo desarrolla su vida cotidiana juegan un importante papel en la configuración de su identidad del self a través de la estructura de place-identity” (pág. 6) y que “determinadas áreas geográficas determinan la identidad urbana (urban identity) de sus habitantes” (pág. 7). Por lo tanto al intervenir en un entorno urbano, tan cargado de simbología como puede ser un centro histórico, se está afectando la identidad social de sus habitantes. Se une además el hecho de una orientación de las intervenciones hacia la monumentalidad visitada más que vivida, el intento de convertir, en muchos casos, los centros históricos en recorridos turísticos. La ciudad se “cosifica”, se convierte en un expositor para el de fuera. Es más que convertirse en una marca, un branding o un city marketing, es un proceso que puede acabar convirtiendo el conjunto urbano del centro histórico en un objeto productivo e inerte, carente de vida. Las propias medidas planteadas en el caso ejemplo generan conflicto6. Las medidas de esponjamiento de los cascos históricos sirven, en muchas ocasiones, a la consolidación monumental, se favorece una determinada escena urbana, una generación de recorridos y perspectivas focalizadas al monumento como fin último. Se pierde la trama urbana a favor de un ensalzamiento de una figura superior como es el monumento. En cierta medida, se desnuda la ciudad compacta, se abre para que entren 6 En este caso era sencillo de mantener el equilibrio racional puesto que no había en el encargo una intención directa de convertir el conjunto histórico-artístico en un gran foco de atracción turística, sino que más bien el conseguir emplear la capacidad motora, a nivel económico, de ese turismo cultural para poder reforzar la generación de unos incentivos económicos en el centro histórico alrededor del cual pudiesen surgir iniciativas empresariales y comerciales dinamizadoras de esta zona. 9 “los de fuera”, esos ciudadano ideales como pueden ser los turistas (que aportan sus recursos sin consumir servicios), dejando al desnudo el interior e intimidad de los espacios considerados como propios por los habitantes. En cierta medida se convierte a la ciudad monumental en un panóptico, tal y como propone Foucault en Surveiller et punir (1975),7 siendo el visitante el que puede observar la intimidad del residente. Dirigir el monumento a convertirse en un objeto expuesto para el otro, pudiendo modificar la trama urbana en su favor, como hemos visto, no deja de ser una victoria en el conflicto por la conquista del espacio público. Es olvidar el simbolismo que tiene para los habitantes. No sólo el monumento, el hecho edificado, sino la propia trama urbana, son objetos cuyo significado se ha construido de manera social, como se ha mencionado antes haciendo referencia al interaccionismo simbólico. En cierta manera, el convertir el conjunto monumental en mero objeto expuesto se convierte en una apropiación de la identidad social común a través de la apropiación del simbolismo construido a nivel comunitario. Considerando así que el entorno urbano trasciende a la mera idea de un escenario físico y se considera entonces un producto de la interacción simbólica entre las personas que lo comparten, la afección a éste puede modificar las estructuras de comprensión y vivencia de su propio entorno a nivel individual, basadas en esa identidad comunitaria; es una perturbación del place-identity y del urban identity. Ese mismo razonamiento lleva a plantearse cada una de las acciones posibles en una intervención en la ciudad consolidada. En ese planteamiento deberá asumirse qué nivel de sacralización puede otorgársele a la identidad social urbana y qué otros factores han de supeditarse a él, es decir, cómo evaluar el beneficio general objetivo frente a este tipo de construcciones simbólicas. De no ser así, cualquier actuación en el espacio público podría ponerse en cuestión por la modificación de la aproximación a la realidad que las personas residentes han construido en base a su relación con el medio físico urbano en el que se han desarrollado. Ese razonamiento puede llevar a una situación de inmovilismo. Un ejemplo anecdótico sobre este aspecto, y que permite introducir además una reflexión sobre las afecciones positivas o negativas que puede suponer una modificación de la movilidad de un centro urbano en esta línea de la identidad, es el caso de la peatonalización de Broadway en Nueva York. En el año 2007, Michael Bloomberg arrancó el plan llamado PlaNYC, un plan estratégico contra el cambio climático y 7 Imagen tomada del texto de Valera (1999) 10 mejora de calidad de vida de los vecinos. En el 2009, el Departamento de Transporte de la ciudad de Nueva York contrató a Gehl Architects para asesorar en las medidas a llevar a cabo, proponiendo, entre otras, la peatonalización de Broadway, un proyecto ansiado desde hacía casi un siglo. Uno de los hechos más relevantes que contaba Jeff Risom, responsable del proyecto dentro de Gehl, en el Smart City World Congress del año 2012, fue la reticencia que se encontraron al encuestar a los usuarios de Times Square sobre una ampliación del espacio destinado a peatones, incluso entre esos mismos peatones. El espacio dedicado a peatones era entorno a una quinta parte del ancho total de la plaza, mientras que el volumen de personas que se desplazaban a pie por ella era unas tres veces superior al que lo hacía en vehículos8. Aún así existían reticencias a la ampliación de la zona peatonal. Transcurrido un años tras la transformación, las encuestas a los usuarios arrojaban entorno a un 75% entre los que defendían una mejora sustancial de la calidad del espacio9. Este ejemplo muestra el delicado equilibrio al que se ha de enfrentar el diseñador de una intervención, entre el respeto a la identidad propia de la sociedad afectada materializada en el significado construido entorno al medio físico, y la necesidad de plantear alternativas ante situaciones francamente mejorables a la luz de experiencias anteriores o comparativas con otras localizaciones. Conclusiones A lo largo de este texto se han planteado una serie de retos y situaciones a las que se debe enfrentar el diseñador de planes de renovación y rehabilitación en cascos históricos, más allá de las evidentes a nivel técnico o jurídico, a través de la descripción de un caso concreto de intervención. Por un lado existe un juego entre los agentes participantes en el que cada uno tiene su rol y atiende a sus propias razones o lógicas de comportamiento, en muchos casos al más puro estilo de lo definido por la Elección Pública. A la hora de trazar los objetivos que han de regir las intervenciones, cada uno de ellos termina alineándose según sus reglas de comportamiento: los políticos guiados más por el miedo al conflicto 8 Datos recogidos del documento del Department of Transport de la ciudad de Nueva York, “World Class Street: Remaking New York City’s public realm” http://www.nyc.gov/html/dot/downloads/pdf/World_Class_Streets_Gehl_08.pdf, [Consulta: 17 de mayo de 2015]. 9 Datos tomados de la presentación de Peterson y Tompkins (2014) 11 vecinal y pérdida de votos que por la visión estratégica de mejora; los técnicos municipales (burócratas) guiados por su intereses de permanencia y de poder imponer sus propias visiones sobre aspectos parciales, perdiendo una visión general y objetiva; los propios vecinos y ciudadanos, como convidados de piedra en este juego en unos casos, como auténticos enemigos de lo nuevo y lo diferente en otros; y los técnicos y diseñadores, en muchos casos como elementos perdidos en el tablero, intentando dar soluciones de conjunto, pero traicionados por su propio subconsciente y programación disciplinaria. Porque ese es otro de los filtros que se aplican en estos procesos, la ideología del diseñador, entendida como su conjunto de valores, juicios apriorísticos y cosmovisiones particulares, heredadas o construidas a partir de una educación determinada y de unas corrientes culturales o tendencias que determinan la forma de enfrentarse a este tipo de intervenciones, tanto a la hora de fijar los objetivos como en las definición de acciones. Este hándicap marcará la propia epistemología del proceso analítico y de creación. Otro conjunto de filtros que aparece en escena son los derivados del derecho, de las orientaciones y finalidades buscadas con la normativa aplicable. En este caso el marco normativo más significativo es el Texto Refundido de la Ley del Suelo y Rehabilitación Urbana, con una serie de objetivos claros, de corte económico, derivados de la coyuntura en la que se ha concebido, tal y como analiza en su texto Julio Tejedor (2013). En el preámbulo de la ley se recoge una declaración de intenciones que, primero, va a verse plasmada en el articulado y en los planes de financiación derivados de ella, a los cuales deberán acogerse los programa de rehabilitación como el aquí presentado, y segundo, va a definir una forma de acercarse a las intervenciones en la ciudad consolidada. Porque el derecho no sólo regula sino que es capaz de modificar la conducta y la forma de concebir nuestro entorno y nuestra relación con él. El éxito de este tipo de planificaciones depende en gran medida de la capacidad de visión estratégica que se le confiera. A día de hoy, esta visión y planificación estratégica, a largo plazo, escasea en la política. Si bien es cierto que existe demanda social de audacia, existe una acentuada visión cortoplacista por parte de los dirigentes políticos, los mayores responsables de ese supuesto carácter estratégico, y por parte de los trabajadores públicos de las administraciones locales y regionales, perdidos en las labores del día a día. Se está perdiendo una gran oportunidad de aprovechar este ciclo de recesión en la economía para realizar serios análisis y plantearse metas al medio-largo 12 plazo sobre qué modelo de ciudad se desea. Incluso las recientes Estrategias de Desarrollo Urbano Sostenible e Integrado, que han sido elaboradas en la mayoría de los municipios de más de 20.000 habitantes, no terminan de recoger un análisis y reflexión suficientemente pausado y profundo. Las urgencias sociales y las convulsiones políticas están impidiendo soluciones audaces y ambiciosas de cara a un cambio real en la forma de ver y construir la ciudad. Esa falta de visión largo-placista infravalora los trabajos de corte estratégico. En muchos casos, son los propios técnicos los que generan la demanda ante la falta de propuestas por la parte política. Pero el resultado es un recorte en el alcance de los trabajos y una infradotación, por lo que la mayoría de las veces, estos proyectos pierden buena parte de su carácter estratégico. Se pierde capacidad temporal y económica de realizar adecuados análisis, o la posibilidad de organizar procesos deliberativos y participados, abiertos a los vecinos, por lo que se vuelve a caer en errores pasados. Uno de los conflictos que también se ha abordado es el de la “re-habitación” de los cascos históricos, y de la forma de enfocar la intervención para un tipo de población u otra. Al final siempre ronda la pregunta de qué habitante se desea. El enfrentarse a procesos de gentrificación en los cascos históricos frente a la protección de las personas más vulnerables o de los actuales habitantes10. Como se ha comentado, el problema no sólo se da en casos en los que se produce desplazamiento, sino que la propia inyección de recursos en la mejora tanto del espacio público como del parque edificado, va a conllevar una revalorización de ese entorno, por lo que se debería considerar las necesidades e intereses de los actuales habitantes y blindar así sus derechos y capacidades frente a las posibles especulaciones. En esa línea, deberán valorarse las finalidades últimas de la renovación de los cascos históricos y, sobre todo, diferenciar claramente los fines de los medios. A raíz de esto, se ha comentado el peligro de introducir actividades económicas que en sí mismo se constituyan en un fin. En las ciudades españolas, ricas en patrimonio histórico y artístico, con (variable) interés potencial turístico, se puede caer en la tentación de convertir esa función en objetivo, supeditando el espacio físico y la sociedad vinculada a éste a un fin de ciudad expositiva del monumento. Se ha advertido igualmente sobre el riesgo de convertir el espacio público en mero recorrido turístico, enfocando las Se procura hablar de “habitantes” frente a “residentes” por las connotaciones que Heidegger aporta en este sentido, vinculando el “ser” al “habitar” (González Ordovás, 2000, pág. 116). 10 13 acciones de intervención a ensalzar ese carácter monumental, llegando a profanar la intimidad y hábitos de los residentes por derecho propio. Es el riesgo de desnudar la ciudad de sus habitantes para convertirla en una escena orientada al monumento en la que se produce la “cosificación” del medio físico urbano. No sólo la orientación finalista al turismo monumental es un riesgo en ese sentido, sino que las tentativas para introducir actividades económicas con el fin de la revitalización pueden perder su carácter de medio para convertirse en fines en sí mismas. Centros urbanos convertidos en centros de ocio (ciudades de costa con afluencia estacional, Salou, Lloret, Peñíscola), en centros de negocios (la City londinense o cualquier distrito financiero de las grandes ciudades), o centros comerciales (Preciados en Madrid, Friedrichstrasse en Berlín, Graben y Bognergasse en Viena). Al final se pierde el carácter humano de la ciudad y se convierte en un mero objeto físico, en una mercancía, en una “cosa”. Por último, se ha reflexionado sobre los riesgos de pérdida de identidad social, entendiendo, a la vista del interaccionismo simbólico, que los significados de los espacios públicos se han construido de manera común entre todos sus habitantes y que por lo tanto, el medio físico, incluido esos monumentos orientados y expuestos ahora hacia “el otro” se ven modificados perdiéndose ese referente en el conjunto simbólico de los habitantes. Se pierde capacidad de autoreferencia en el espacio urbano y se modifica la propia identidad construida a través de categorizaciones sociales en las que el propio espacio físico urbano se constituye como una más. Ante este reto, el proyectista ha de valorar y buscar ese equilibrio entre la destrucción de identidad y la generación de nuevas situaciones de mejora objetiva de la habitabilidad y sostenibilidad del espacio público y de la propia vida urbana. Con todo ello se considera que se han mostrado unas pinceladas autoreflexivas sobre los retos y la labor del diseñador de planes de renovación y rehabilitación urbana, con las particularidades que representan en las ciudades los cascos históricos. Es cierto que muchas peculiaridades y retos se han quedado en el tintero, debates sobre las metodologías de análisis e intervención, pero se han podido nutrir las reflexiones con la propia experiencia, referenciadas además a un caso concreto de reciente realización. 14 Bibliografía Agustín, A., y Derqui, B. (2014). ¿Qué narices es esto de la sostenibilidad? Descubriendo nuevas oportunidades de negocio en el gran consumo. Barcelona: Profit Editorial. Berger, P., y Luckmann, T. (1988). La construcción social de la realidad. Barcelona: Herder (Edición original en inglés 1966). Blumer, H. (1982). El Interaccionismo Simbólico. Perspectiva y método. Barcelona: Hora (Edición original en inglés 1969). Foucault, M. (1975). Surveiller et punir. París: Gallimar (Traducción en castellano: Vigilar y castigar. Madrid: Siglo XXI, 1988 (6ª edición)). González Ordovás, M. J. (2000). Políticas y Estrategias urbanas. Madrid: Fundamentos. González, J., y Quesada, F. (1988). Teorías de la democracia. 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