MAYORES Y VALORES MEDIOAMBIENTALES Manuela Caballero Guisado Correos electrónicos:

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Título: MAYORES Y VALORES MEDIOAMBIENTALES
Autora: Manuela Caballero Guisado
Correos electrónicos:
 manuelacaballero@unex.es
 manuelacaballeroguisado@gmail.com
Abstract
Los mayores que han vivido en épocas de escasez durante su infancia y
adolescencia suelen mantener, en épocas de opulencia, los hábitos de ahorro y
consumo aprendidos; es más, algunas de esas prácticas se reproducen en hijos y
nietos, pero entonces en relación no tanto con situaciones de necesidad, como
vinculadas a valores proambientales. En parte la explicación de ese
comportamiento puede darse a través de las tesis de los valores postmaterialistas
desarrollada por Ronald Inglehart según la cual en las sociedades desarrolladas se
produce un cambio cultural que implica el paso desde valores materialistas
asociados a la defensa de la seguridad económica y personal, hacia valores
postmaterialistas, entre los que predominan los valores de emancipación y
autoexpresivos. El presente trabajo trata de conocer si efectivamente se mantienen
valores materialistas en sociedades postmateralistas o si por el contrario se
modifican esas prácticas y valores. También se quiere comprobar en qué medida
afecta este cambio cultural a los temas ambientales y cómo se traduce en
las relaciones intergeneracionales entre abuelos, padres y nietos. Esto es, si se
reproducen sin más de una generación a otra o si por el contrario las nuevas
generaciones incorporan nuevos elementos a la relación medioambiente-sociedad
Palabras
claves:
mayores, nietos
valores
postmaterialistas,
generación,
medioambiente,
1.- HIPÓTESIS
La hipótesis de nuestro trabajo es la siguiente: los hábitos y prácticas
aprendidas por los mayores durante la infancia y la adolescencia en épocas de
escasez se siguen manteniendo en la vejez a pesar de vivir en épocas de opulencia
Esta hipótesis nos lleva a plantearnos la siguiente pregunta de investigación:
¿Se siguen manteniendo en épocas de opulencia los hábitos, actitudes
y prácticas de ahorro aprendidas durante la infancia y la juventud en
épocas de escasez?
Esta pregunta vamos a tratar de responderla tomando como objeto empírico a
un conjunto de mayores de zonas rurales y urbanas de Extremadura. De ahí que
debamos partir de la caracterización de los mayores extremeños; en segundo lugar
analizaremos el el diferencial de bienestar económico entre su infancia y
adolescencia y la época actual; en tercer lugar intentamos comprobar si sus
valores han ido cambiando a medida que mejoraba su situación económica; en
cuarto lugar veremos si sus prácticas ambientales actuales son acordes con los
valores postmaterialistas, y finalmente analizaremos la incidencia que como
variable tiene la condición de rural/urbano en el proceso.
2.- MARCO TEÓRICO
La hipótesis central de la teoría de Inglehart, formulada en The silent
revolution (1977), es muy simple: los sistemas de valores en las sociedades
occidentales
habrían cambiado, en el marco de sociedades crecientemente
opulentas, desde los valores (materialistas) que buscan la seguridad económica y
personal hacia valores (postmaterialistas) que priorizan la calidad de vida.
Según el autor, los cambios en los sistemas de valores podrían visualizarse
sobre dos ejes: el primero de los ejes vendría definido por un continuum en uno de
cuyos polos se encuentran los valores materialistas (propios de sociedades de
escasez donde la supervivencia y la seguridad económica y personal son
prioritarias), y en el polo opuesto los valores post-materialistas (propios de
2
sociedades desarrolladas y opulentas, donde los valores de emancipación y autoexpresivos son mayoritarios). Mientras que el otro eje estaría definido por el
continuum desde los valores tradicionales hasta los valores secular-racionales.
Según el modelo teórico de Inglehart, los valores secular-racionales y los postmaterialistas son más frecuentes en las sociedades más desarrolladas y entre las
clases sociales mejor posicionadas.
2.1.- Teoría del cambio intergeneracional de valores
Esta teoría, desarrollada en (Inglehart 1977,1990,1998), incluye dos
hipótesis: la hipótesis de la escasez y la hipótesis de la socialización.
Según la primera, la hipótesis de la escasez, “las prioridades de un individuo
reflejan el entorno socioecómico: damos mayor valor subjetivo a las cosas de las
que existe una oferta relativamente escasa” (Inglehart,1998:42). Esta hipótesis
funciona de manera similar al principio de utilidad marginal decreciente utilizado
en la teoría económica para explicar el comportamiento del consumidor. A
medida que un individuo consume unidades adicionales de un bien, la satisfacción
o utilidad total que obtiene aumentará, pero en una proporción cada vez menor,
hasta llegar un momento en que consumir más unidades de dicho bien no le
ocasionará ninguna satisfacción e incluso le generará desutilidad. A partir de un
determinado momento, cuanto mayor es el consumo que hacemos de un bien,
menor es la satisfacción que nos genera una unidad extra de consumo de dicho
bien. En suma: valoramos más aquello que no poseemos, o de lo que en menor
cantidad o calidad poseemos.
Esta actitud intrínsecamente humana, la podemos complementar con las
teorías
elaboradas por el psicólogo social Abraham Harold Maslow (1908-
1970), en su famoso artículo "Theory of Human Motivation" (1943). El autor
define una jerarquía de necesidades humanas a modo de pirámide, dividida en
cinco niveles, en cuya base y primeros peldaños se sitúan las necesidades más
básicas (la fisiológicas y de seguridad) y a medida que se asciende aparecen otras
necesidades como la filiación y el reconocimiento, para llegar al vértice en el que
encontraríamos las necesidades de autorrealización. La idea básica de esta
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jerarquía es sencilla: sólo una vez satisfechas las necesidades situadas en los
primeros escalones (necesidades materiales de sustento y seguridad) podremos
satisfacer las que aparecen en el vértice de la pirámide (necesidades basadas en la
estima, autoexpresión, satisfacción estética, etc.).
En cuanto a la teoría clásica de la socialización, considera la socialización
como un proceso que va de lo social a lo individual moldeando la subjetividad,
preferencias, valores e intereses de los individuos. Esa interiorización de lo
exterior se lleva a cabo a lo largo de toda la vida pero es especialmente
significativa durante la infancia, periodo en que los aprendizajes y experiencias
vividas formarán parte de la estructura de la personalidad del individuo,
cristalizando con tal fuerza, que resistirán, en general, toda intención de cambio.
De producirse, estos cambios supondrían alteraciones profundas en la
organización cognitiva del adulto. En otras palabras, “El aprendizaje temprano
condiciona el aprendizaje posterior haciendo que el primero sea más difícil de
olvidar” (Inglehart, 1998:23), por lo que cualquier intento de abandono de los
aprendizajes y valores inoculados por el proceso de socialización durante la niñez
son rechazados y vividos con incertidumbre y ansiedad.
Si unimos ambas hipótesis (escasez y socialización) para explicar las
diferencias generacionales podríamos concluir que en las generaciones
socializadas en economías de escasez predominan valores asociados a los
primeros escalones de la pirámide (materialistas, en búsqueda de la seguridad
económica y personal); mientras que las generaciones socializadas en contextos
de alto desarrollo económico los valores predominantes serán los que aparecen en
los últimos escalones de la pirámide (postmaterialistas o autoexpresivos). De
ambas hipótesis se generan varias predicciones interesantes para nuestro estudio.
Así, la hipótesis de la escasez implica que en sociedades desarrolladas y por
tanto con las necesidades materiales (económicas y de seguridad) satisfechas sería
más probable que aparezcan otro tipo de necesidades más auto-expresivas, del
mismo modo que dentro de una misma sociedad el desarrollo de los valores autoexpresivos
es mayor en los grupos y estratos sociales con mayor seguridad
económica y personal. De forma que a corto plazo la prosperidad habrá de
4
priorizar los valores del bienestar; mientras que la recesión económica o el
desorden civil priorizará los valores de la supervivencia.
En cuanto a la hipótesis de la socialización, implica que los cambios en los
sistemas de valores no se producen a corto plazo, sino que son cambios graduales,
y por lo general ocurren cuando una generación joven (socializada en un contexto
socioeconómico de alto nivel de desarrollo) sustituye a una generación vieja
(socializada en contextos de escasez y privación) y se convierte en la población
adulta de una sociedad. Por tanto y en consecuencia sería previsible encontrar en
las sociedades desarrolladas grandes diferencias intergeneracionales entre los
valores de jóvenes y viejos, que vendrían explicados por sus diferentes
experiencias de socialización y de resistencia al cambio. Sociedades en las que
también serán altos los niveles de valores expresivos
2.2.- Teoría de la modernización
La tesis central de esta teoría propone que la industrialización implica
profundos cambios económicos, sociales y políticos en las sociedades en las que
se produce, y que esos cambios son predecibles a grandes rasgos en forma de
tendencias. “Aunque las sociedades preindustriales varíen enormemente, tiene
sentido hablar de un modelo de sociedad moderna o industrial hacia el que todas
las sociedades tienden a dirigirse si se implican en la industrialización”
(Inglehart 1998:9).
Así, es esperable que la industrialización de una sociedad lleve aparejada una
mayor urbanización, especialización productiva y ocupacional, educación de
masas, burocratización, etc., todo lo cual combinado dará lugar a su vez a cambios
en la esfera cultura, social y política aún más generales. Homogeneidad,
uniformidad, jerarquía, autoridad, ciencia, racionalidad instrumental y adquisitiva,
afán de logro, etc., serán sus señas de identidad
¿Pero cuáles serían los valores materialistas propios de sociedades modernas?
En general, todos aquellos que priorizan la seguridad económica y personal sobre
los demás. Dentro de ellos
encontraríamos la importancia del salario, la
preocupación por la subida de precios; la importancia del crecimiento económico,
5
la necesidad de una economía estable, el mantenimiento del orden, la lucha contra
la delincuencia o disponer de unas fuerzas armadas poderosas, etc.
2.3.- Teoría de la post-modernización
Fruto de la crítica a la modernidad y a sus efectos no deseados aparece en las
últimas décadas del pasado siglo un nuevo modelo de pensamiento que rompe con
el paradigma modernizador: el pensamiento post-moderno.
Originalmente designa a un amplio número de corrientes artísticas,
culturales, filosóficas, etc., definidas por su oposición a la modernidad. A pesar de
las evoluciones de este pensamiento y del paso del tiempo transcurrido sigue
siendo complicado definir exactamente qué es el pensamiento postmoderno. Sin
embargo, si bien es cierto que resulta difícil definir lo que es, genera muchos
menos problemas identificar los elementos que tienen en común tan diversos
enfoques y escuelas: todos coinciden en reconocer el fracaso del proceso
modernizador.
El giro postmoderno se construye, por tanto, en oposición y rechazo a la
modernidad cuestionando los pilares sobre los que se han levantado las sociedades
occidentales más avanzadas de la historia de la humanidad. Si en la modernidad
encontramos valores asociados a las necesidades materiales, en la postmodernidad
encontramos valores asociados con las necesidades más auto-expresivas:
autoestima, espontaneidad, creatividad, mayor participación en la toma de
decisiones políticas, mayor implicación de los ciudadanos con su comunidad,
mayor preocupación por el medio ambiente, mayor presencia en la defensa de las
libertades cívicas y personales y en general mayor interés por los aspectos
sociales, políticos, intelectuales y estéticos de la vida (Díez Nicolás en Inglehart
1998:X).
La traducción social de estos valores auto-expresivos se manifiesta en
sociedades más abiertas, plurales y diversas, defensoras de los oprimidos, los
marginados, los excluidos… Colectivos y grupos hasta entonces no representados
en nuestras democracias, víctimas de las ideologías, religiones y estructuras
políticas y económicas dominantes durante la modernización: mujeres, indígenas,
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refugiados políticos, inmigrantes, minorías étnicas, homosexuales, movimientos
medioambientales, etc. Son “sociedades en las que predomina la idea de que el
individuo tiene derecho a decidir sobre todo aquello que le atañe, desde el
derecho a elegir lo que consume y elegir a sus representantes, hasta el derecho a
participar en las decisiones que afectan a su trabajo, a decidir o no sobre la
continuidad de sus relaciones de pareja, a decidir sobre abortar o no, a decidir
sobre su orientación sexual, a decidir incluso sobre su sexo biológico y más
recientemente, a decidir cuándo y cómo morir”(Díez Nicolás, 2007:142).
Estos valores se desarrollan no en oposición a los valores materiales, sino
gracias precisamente a haberlos alcanzado, es decir, gracias a que la gran mayoría
de los miembros de la sociedades avanzadas tienen garantizada (objetiva pero
también subjetivamente gracias al Estado del Bienestar) su seguridad económica y
personal. La figura gráfica que con mayor ajuste representaría el cambio desde
los valores materialistas a post-materialistas, así entendido, sería una línea
continua (un continuum o sucesión de puntos) en la que sólo después de haber
alcanzado y consolidado un determinada posición podemos acceder a la siguiente.
Lo cual nos conecta nuevamente con la pirámide de necesidades de Maslow.
3.- METODOLOGÍA
La aproximación cuantitativa de este trabajo ha sido posible gracias a que el
Grupo de Investigación Análisis de la Realidad Social (ARS) de la Universidad de
Extremadura nos ha dado pleno acceso a los base de datos de su Encuesta
ARSOmnibus 2011.
Realizada a una muestra estratificada y polietápica de 1.100 familias
extremeñas de los entornos rural y urbano, la denominación de encuesta ómnibus
le viene dada del hecho de que recolecta datos relacionados con diversas temáticas
relacionadas con las distintas líneas de investigación del grupo. Al incluirse entre
éstas temáticas la cuestión ambiental, y dada la estructura de la encuesta, se ha
visto la posibilidad de reciclar muchas de las variables para nuestra investigación.
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Por otra parte, dadas las características de la encuesta, de tipo censal (esto es,
se entrevista como casos individuales a todos los miembros del hogar), compleja
de diseño, realización y explotación, nos es muy útil para los objetivos de nuestra
investigación, pues nos permite distinguir tres generaciones, abuelos, progenitores
e hijos. El análisis de los datos se ha realizado a través del programa especializado
en diseño y análisis de encuestas DYANE.
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4.- MAYORES EXTREMEÑOS Y MEDIOAMBIENTE
En este apartado procederemos a la explotación de los datos de la Encuesta
ArsÓmnibus, buscando desentrañar tanto las actitudes y hábitos pro-ambientales
de los mayores, como los valores que inspiran a las generaciones de mayores
4.1.- Caracterización de los mayores de 65 años
Extremadura es una región en acelerado proceso envejecimiento. Como
podemos ver en el gráfico siguiente, según el Censo de Población y Vivienda de
2011, cuyo avance de datos acaba de ser publicado por el Instituto Nacional de
Estadística, la edad media de la población de la región está por encima de la
media de la población española, siendo la octava comunidad autónoma en ese
ranking del envejecimiento, con una edad media de 42,3 años.
Pero la situación es más grave que la que refleja el ranking, pues a ello hay
que añadir que el envejecimiento de la región es mucho más acelerado que en el
resto de las regiones. Como podemos ver en la tabla siguiente, Extremadura es la
cuarta región española en cuanto a velocidad del envejecimiento. Mientras la edad
media a nivel nacional se incrementó en 1,5 años entre el Censo de 2001 y el de
2011, en el caso de Extremadura este incremento fue de 2,3 años, cifra sólo
superada por Asturias, Galicia y Canarias.
9
Evidentemente, no se trata de que la población extremeña envejezca más
rápidamente que la de otras regiones. Lo que los datos reflejan es que no se ha
producido una suficiente renovación del stock demográfico de la región. Por un
lado la inmigración apenas ha beneficiado a Extremadura durante el ciclo
expansivo de la economía, durante el que más de cinco millones de extranjeros
han repoblado (y rejuvenecido) algunos territorios españoles; por otra parte el
repunte de la natalidad ha sido insuficiente para moderar el proceso de
envejecimiento de la población, y se ha frenado con la crisis; y finalmente en los
últimos años hemos asistido a la reaparición del fenómeno de la emigración, que
lógicamente afecta en mayor medida a los efectivos más jóvenes de la región, que
al no encontrar aquí trabajo emigran a otras regiones, y aún a otros países.
El resultado es una pirámide de población con una base cada vez más
estrecha (podemos observar cómo el leve ensanchamiento iniciado en el lustro
anterior se frena entre los menores de 5 años).
10
Esa población cada vez más envejecida tiene otra característica esencial: su
creciente feminización. A pesar de la escala, la simple observación de la forma de
la pirámide basta para darse cuenta del creciente peso de las mujeres entre los
grupos de edad más elevada. Pero el siguiente gráfico, elaborado también a partir
de los datos del Censo 2011, nos permite visualizar mejor ese proceso.
En el gráfico podemos comprobar cómo el número de hombres es mayor al
de mujeres prácticamente en todas las cohortes de edad, hasta los 60 años. A partir
de esa esta hay un breve periodo en el que hombres y mujeres se encuentran en
cifras similares, hasta los 65 años, para a partir de ahí empezar a descender la
proporción de hombres en relación al de mujeres, con lo que se produce una
tendencia clara a la feminización del envejecimiento en nuestra Comunidad
Autónoma. Tendencia que se agudiza a partir de los 70 años en adelante.
11
¿Cómo son esos mayores?. Si bien los datos desagregados del Censo de
Población tardarán bastante tiempo en estar disponibles, los de la Encuesta
Ómnibus del ARS-UEX nos permiten conocer de forma aproximada algunos
aspectos, si bien hay que tomar los datos con suma precaución, por cuanto vamos
a trabajar con sólo una submuestra que, lógicamente, multiplica el margen de
error de la encuesta1.
Uno de los aspectos que refleja la encuesta es el impacto de los procesos
migratorios en la región: un 37,05% de 65 y más años han estado residiendo fuera
de la región, alcanzado en el caso de los hombres al 42,42 %, entre las mujeres al
32,47 %.
En cuanto al nivel de estudios completados, la siguiente tabla expresa cómo
la casi totalidad de los mayores o no tiene estudios o como máximo alcanza el
nivel de estudios primarios. Los estudios secundarios entre la población de 65 y
más años son prácticamente simbólicos, y aún se reducen más los universitarios,
alcanzando solamente el 3,90% de la submuestra. El cruce la variables con el sexo
de la población encuestada nos pone de manifiesto las mayores dificultades que en
1
Aunque la encuesta recoge otras muchas variables socioeconómicas, tanto de status,
como de otros aspectos, del conjunto familiar, aquí sólo se han manejado aquellas variables
directamente relacionadas con el objeto de la investigación, o que pueden aportar carga
explicativa.
el siglo XX tuvieron las mujeres para acceder a la educación: el porcentaje de sin
estudios o con primarios entre la población femenina es dos puntos superior al de
la población masculina. Pero destaca especialmente el reducido porcentaje de
mujeres universitarias, con una proporción de uno a tres respecto a los hombres.
Nivel de estudios completado
Total muestra
Hombre
Mujer
91,36
90,30
92,27
4,74
3,64
5,67
3,90
6,06
TOTAL
100,00
100,00
Fuente: Encuesta Ómnibus ARS-UEX y elaboración propia
2,06
100,00
Primarios o sin estudios
Secundarios
universitarios
Una variable que tiene una fuerte relación con los niveles educativos es la
que hace referencia a la práctica de la lectura, variable también recogida por la
encuesta. Atendiendo al "número de libros leídos en el último año", entendido
como un indicador de status sociocultural, vemos que
la inmensa mayoría
(65,74%) no han leído ningún libro. De aquellos que sí han leído, el 19,78% han
leído entre 1 y 3 libros y el 9,47% entre 3 y 10 libros. En el análisis por sexos
podemos observar como las mujeres leen más que los hombres; aunque el 60,31
% de las mujeres no ha leído ninguno frente al 72,12% de los hombres, en cambio
el 26,29% ha leído entre uno y tres libros frente al 12,12 % de los hombres
Nº de libros leídos
Ninguno
Entre 1 y 3
Entre 3 y 10
Entre 10 y 20
TOTAL
Total
65,74
19,78
9,47
5,01
100
Hombre
72,12
12,12
10,3
5,45
100
Mujer
60,31
26,29
8,76
4,64
100
Según su situación socioprofesional, la mayoría son jubilados y pensionistas
(61,84%) y le siguen aquellas que se dedican a las labores domésticas con un
12
20,89%. El resto de profesiones que desempeñan quienes aún no están jubilados
son agricultores (5,01%) y pequeños empresarios (3,62%), siendo simbólicos los
directivos y profesionales (0,56%) y los técnicos y cuadros medios (0,28%).
Dentro del cuadro destaca el nulo porcentaje de mujeres directivas y obreras
cualificadas y no cualificadas, el escasísimo número de mujeres agricultoras,
técnicos medios y pequeñas empresarias y el mayor porcentaje de mujeres que
se dedican a las labores domésticas.
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Situación socioprofesional
Directivos y profesionales
Total
0,56
Hombre
1,21
Mujer
0,00
Técnicos y cuadros medios
0,28
0,00
0,52
Pequeños empresarios
3,62
6,67
1,03
Agricultores
5,01
10,30
0,52
Empleados de oficina y servicios
1,39
0,61
2,06
Obreros cualificados
0,56
1,21
0,00
Obreros no cualificados
0,28
0,61
0,00
Jubilados y pensionistas
61,84
64,24
59,79
2,79
6,06
0,00
20,89
4,24
35,05
2,79
100,00
4,85
100,00
1,03
100,00
Parados
Labores domésticas
No clasificables
TOTAL
La relación de los mayores con las nuevas tecnologías es muy escasa, siendo
ésta una variable fuertemente correlacionada, lógicamente, con los bajos niveles
formativos, culturales y socioprofesionales. Así, el 94,15 % no utiliza el
ordenador, porcentaje que sin embargo en el caso de las mujeres es, aunque sólo
levemente, inferior: un 93,81 % frente a un 94,55 % en el caso de los hombres.
Pudiera parecer por tanto que las mujeres están algo más dispuestas a incorporarse
a las TIC.
Los mayores extremeños, según la encuesta, además de niveles de formación
bajos son en la actualidad más bien conservadores. Cuando se les pregunta por su
posición ideológica y se les hace ubicarse dentro de las categorías izquierdaderecha en una escala de 1 (extrema izquierda) á 10 (extrema derecha), tienden a
ubicarse en las posiciones centrales del continuum ideológico, aunque con ligero
sesgo hacia la derecha. La media de las posiciones de quienes se definen es de
7,07, esto es de centro-derecha.
Ubicación ideológica
Total
Hombre
1 Extrema izquierda
2
3
4
5
6
7
8
9
10 Extrema derecha
No sabe
No contesta
TOTAL
Mujer
1,12
1,21
1,04
0,84
9,22
8,38
8,1
13,13
18,44
10,06
4,19
1,96
12,29
12,29
100
1,21
15,15
10,91
7,27
10,91
19,39
13,33
5,45
3,03
4,24
7,88
100
0,52
4,15
6,22
8,81
15,03
17,62
7,25
3,11
1,04
19,17
16,06
100
El análisis por sexo ofrece diferencias importantes. En primer lugar respecto
al propio compromiso ideológico/político: las mujeres evitan en mucha mayor
medida definirse ideológicamente. Así, las respuestas de No Sabe y No Contesta
alcanzan a un 35% de las mujeres, porcentaje que más que triplica al de los
hombres, que es de un 12%. Pero también hay diferencias entre quienes se
definen: las posiciones medias en las que se ubican dentro de la escala, están
ligeramente más a la derecha que los hombres: la posición media en la escala de
las mujeres que se definen está en un 6,07 mientras que las de los hombres se
queda ligeramente más hacia el centro, en 5,87.
Presentan, por otra parte, niveles de asociacionismo muy bajos. Sea
cualesquiera el sector, en todos el nivel de participación es además muy bajo.
Como promedio, el 91,5% no participa en asociaciones, y de entre quienes están
asociados, una parte importante no son miembros activos.
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Pertenencia a asociaciones y organizaciones
Miembro
Miembro
No
activo
no activo miembro
Religiosas
21,27
13,33
65,40
Deportivas y de ocio
13,13
4,19
82,68
Artisticas, musicales y educativas
6,70
1,96
91,34
Sindicatos
0,00
1,40
98,60
Partidos
3,35
4,19
92,46
Organizaciones ecologistas
0,00
0,56
99,44
Organizaciones Profesionales
0,00
0,28
99,72
Organizaciones Humanitarias o de Caridad
8,10
5,31
86,59
Asociaciones de Consumidores
0,00
0,00
100,00
AMPAS
0,28
0,56
99,16
Promedio
5,28
3,18
91,54
Aunque en promedio los niveles de participación de hombres y mujeres son
prácticamente idénticos, encontramos diferencias muy marcadas entre el tipo de
asociaciones y organizaciones en las que se participa. Así, en el caso de las
asociaciones y organizaciones religiosas la tasa de asociación entre las mujeres
alcanza casi a la mitad, un 43,64%, mientras entre los hombres se reduce a un
24,67%. También destacan las mujeres sobre los hombres en el asociacionismo
cultural, y en el relacionado con la caridad y la solidaridad. Por el contrario, en
asociacionismo deportivo y de ocio en general, y sobre todo en la presencia en los
partidos (aun siendo en todo casi casi insignificante) dominan claramente los
hombres. Incluidas, curiosamente, las AMPAS, en las que en términos generales
están mucho más presentes las mujeres: la causa es que mientras es posible
encontrar, aunque sean muy escasos, hombres de 65 años con hijos pequeños, en
el caso de las mujeres es una situación inexistente.
Pertenecen a asociaciones y organizaciones
Hombres
Religiosas
24,67
Deportivas y de ocio
27,27
Artisticas, musicales y educativas
3,64
Sindicatos
2,42
Partidos
15,15
Organizaciones ecologistas
1,21
Organizaciones Profesionales
0,61
Organizaciones Humanitarias o de Caridad
4,84
Mujeres
43,64
8,81
12,95
0,52
1,04
0,00
0,00
20,73
15
Asociaciones de Consumidores
AMPAS
Promedio
0,00
1,84
8,17
0,00
0,00
8,77
4.2.- Las condiciones de vida de antes y las de ahora
Una vez conocido en líneas general el perfil de los mayores de 65 años en
nuestra región vamos a seguir profundizando en sus características, si bien en las
siguientes variables nos ceñiremos estrictamente a quienes tienen el rol de
abuelos.
Dada la finalidad originaria de la encuesta sobre la que trabajamos,
disponemos de datos sobre las condiciones de vida de los abuelos obtenidos de
forma indirecta a través de sus hijos (progenitores en la encuesta, ya que se trata
de una encuesta tri-generacional). En nuestro caso reciclaremos esos datos para
contrastar ambas épocas y conocer el diferencial cualitativo entre una y otra.
condiciones durante la infancia y
adolescencia
abundancia
suficiencia
escasez
pobreza
indigencia
0.00
5.00
10.00 15.00 20.00 25.00 30.00 35.00 40.00 45.00 50.00
16
17
La comparación de ambos gráficos no deja lugar a dudas: a lo largo de los
años se ha producido un cambio económico significativo que ha permitido a los
mayores vivir en mejores condiciones que durante su infancia y juventud. Si el
46,72% de los abuelos vivió en su infancia y juventud en condiciones de escasez
ahora es sólo el 13,72% el que mantiene esa situación, por lo que podemos
afirmar que efectivamente se ha producido un cambio económico importante que
según la teoría de los valores postmaterialistas debería llevar aparejado un cambio
en el sistema de valores pasando desde los valores materiales basados en la
seguridad económica y personal, a los valores postmateriales donde predominan
los valores de emancipación y autoexpresivos.
4.3.- ¿Qué valores expresan los abuelos?
Una vez contrastada la mejora en sus condiciones de vida, vamos a tratar de
conocer si en correspondencia con todo ello sus valores actuales se ajustan a las
teorías postmaterialistas.
Para ello utilizaremos dos tipos de variables. Por un lado se pregunta,
respecto de una batería de posibles “cualidades” importantes para la educación de
los niños, cuáles serían a su juicio las más importantes. Entendemos que es una
forma de conocer las actitudes de los abuelos en relación al sistema de valores. El
nivel de ajuste de estas cualidades a los valores postmaterialistas nos permitirá
deducir si efectivamente, tras el cambio económico producido, su sistema de
valores actual se acomoda al postmaterialista.
Por otro lado vamos a medir su nivel de compromiso ambiental en relación a
tres de los mandamientos más elementales del ambientalismo: las 3R, es decir, la
reducción (medida a través del nivel de consumo de agua y electricidad), el
reciclaje (a través de la separación de residuos) y la reutilización de materiales y
objetos. No debemos olvidar que las cuestiones ambientales forman parte esencial
de ese nuevo conjunto de valores que en las sociedades desarrolladas constituyen
el sistema de valores postmaterialistas.
El gráfico nos permite explicar la presencia de valores materialistas dentro
del sistema de valores de aquellos abuelos y abuelas que siguen pensando en
educar a los niños en cualidades como el “trabajo duro” (29%), la “obediencia”
(27%), la “responsabilidad” (35%), “ahorrar dinero y cosas” (19%) o “creencias
religiosas” (18%). Sin embargo, otra cualidad materialista como es la
“determinación y perseverancia” sólo alcanza el 15%.
No obstante también podemos observar otras cualidades que podríamos
ubicar dentro del espectro postmaterialista, como la “imaginación” que obtiene la
cifra más baja de todo el sistema alcanzando un 14 %; también la “independencia”
está presente reflejando un valor bastante alto alcanzando un 22%
Esta mezcla de valores materialistas y postmaterialistas en el conjunto de
valores actuales que expresan los abuelos y abuelas, a nuestro juicio es producto
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de las distintas velocidades con que se implanta el sistema de valores
postmaterialistas al par que desaparecen los valores materialistas; procesos ambos
que cursan con lentitud, lo que explicaría la coincidencia de cualidades opuestas
y contradictorias. Con todo, están más presentes los valores materialistas; de
acuerdo con la teoría de la socialización los aprendizajes que se realizaron durante
la infancia y adolescencia condicionan los aprendizajes posteriores y en este
sentido es de esperar mayor presencia en los mayores de aquellos valores que
aprendieron en su infancia que aquellos otros aprendidos en etapas posteriores de
sus vidas
Una vez respondida la pregunta relativa al escaso cambio de valores
ocurridos conjuntamente con el cambio económico y la mejora de las condiciones
de vida de los abuelos, tenemos que contestar a nuestra pregunta de investigación:
¿mantienen los abuelos sus prácticas de ahorro a pesar de que han mejorado sus
condiciones de vida? Aunque en general “la cultura del ahorro es uno de los ejes
centrales de cultura económica del anciano” (Bódalo:2003) nos vamos a centrar
en analizar sus hábitos proambientales atendiendo a tres aspectos: la reducción, el
reciclaje y la reutilización.
En cuanto a la reducción del consumo, esto es el ahorro de recursos que
practican los abuelos, los gráficos expresan claramente esta actitud en relación al
consumo de agua y de electricidad. Tanto en un caso como en otro lo hacen
habitualmente el 67,67% y el 77,44% de los entrevistados. No parece estar igual
de claro las actitudes relacionadas con el reciclaje de productos, es decir, la
separación de los desechos domésticos. Aunque habitualmente y algunas veces lo
hacen el 58,08% de los entrevistados también es cierto que el 29,62% nunca lo
hace. Por último y en relación al reciclaje de materiales y objetos los datos
vuelven a confirmar su sentido del ahorro ya que el 76,32% de los entrevistados
confirma que lo hace habitualmente y algunas veces, frente al 16,92% que no lo
hace nunca. A nuestro juicio la interpretación que puede darse a estos datos tiene
que ver con las diferentes velocidades de sustitución de un sistema de valores y
vigencias por otro, así como por el propio proceso de socialización.
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Ya hemos comentado que el aprendizaje realizado durante la infancia y la
adolescencia tiende a permanecer constante formando parte de la estructura de la
personalidad el individuo, es por tanto más resistente a desaparecer y condiciona
el aprendizaje posterior. Así como con una socialización durante la infancia y
adolescencia basada en la escasez, los hábitos de ahorro se adquieren rápido y
cristalizan con fuerza en el comportamiento, parece lógico pensar que se
mantengan en el tiempo y resistan el empuje de otros valores. Por ejemplo, en el
gráfico anterior veíamos cómo el 29,62% de los abuelos nunca separa los residuos
domésticos a pesar de la información y de las posibilidades de realizar tal
separación mediante el uso de contenedores públicos diferenciados. Quizás sea
esa resistencia al aprendizaje de nuevos hábitos lo que explique que, de todos los
comportamientos analizados, uno de los menos significativos sea el de la
separación de residuos. Pues es una conducta nueva fruto de las políticas
medioambientales de los últimos tiempos; un aprendizaje posterior que exige una
concienciación y compromiso que no todos los abuelos están dispuestos a aceptar.
En el caso que nos ocupa, dado el peso de lo rural en la sociedad extremeña,
debemos atender a cómo el tipo de hábitat y la urbanización modelan dichas
actitudes y hábitos. Para ello distinguiremos, en función de la distribución
territorial de la muestra, en tres tipologías: rurales (menos de 5.000 habitantes),
semirurales (entre 6 y 10.000 habitantes) y urbanos (más de 10.000 habitantes).
Esta variable la podemos analizar para el conjunto de los mayores de 65 años, con
independencia de que su rol sea el de abuelos o de progenitores.
Uno de los datos que primeramente salta a la vista es cómo en las localidades
semi-rurales se observan comportamientos proambientales más habituales que en
localidades tanto más rurales, como más urbanas.
Por otro lado en la categoría de “Nunca” siempre alcanzan los porcentajes
más altos las localidades urbanas, un fenómeno que para poder explicarse necesita
exploraciones más ajustadas y otros datos que nos permitan avanzar en su
comprensión.
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5.- CONCLUSIONES
Con la prudencia que deben tomarse los resultados en una fase de la investigación
tan inicial como la que presentamos, las primeras conclusiones que obtenemos son
las siguientes:
-
La gran mayoría de los mayores extremeños han mejorado notablemente
sus condiciones de vida respecto de la situación que vivieron durante su
infancia y adolescencia.
-
Esta cambio económico no ha supuesto grandes cambios en el sistema de
valores de los mayores. En líneas generales podemos afirmar que se
produce una mixtura de valores, con mayor presencia de los valores
materialistas sobre los postmaterialistas. La explicación podemos
encontrarla en la persistencia y resistencia a desaparecer de los
aprendizajes realizados durante la infancia y la adolescencia (teoría de la
socialización).
-
Las prácticas de reducción del consumo y reutilización de productos, esto
es, el ahorro de recursos siguen siendo mayoritariamente realizadas por los
mayores
mientras que las actitudes relacionadas con el reciclaje de
productos, es decir, la separación de desechos domésticos es realizada en
menor medida.
-
La dimensión rural urbano en el comportamiento ambiental de los mayores
tiene una incidencia desigual en nuestros resultados, apareciendo los
municipios semi-rurales como los mejor posicionados en estos aspectos
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6.- REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Y WEBGRÁFICAS
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http://www.imserso.es/imserso_01/index.htm
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