XI CONGRESO ESPAÑOL DE SOCIOLOGÍA

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XI CONGRESO ESPAÑOL DE SOCIOLOGÍA
“CRISIS Y CAMBIO: PROPUESTAS DESDE LA SOCIOLOGÍA”
Universidad Complutense de Madrid, 10 al 12 de julio de 2013
NUEVAS METODOLOGÍAS EN LOS PROCESOS DE PLANIFICACIÓN DEL
TERRITORIO: APLICACIÓN AL CASO ANDALUZ. (PLANPAIS).
Adolfo J. Torres Rodríguez. Departamento Sociología. Universidad de Granada.
atorresr@ugr.es
Alberto Matarán Ruíz. Dpto. Urbanística y Ordenación del Territorio. Universidad
de Granada. mataran@ugr.es
Juan Fco. Bejarano Bella. Departamento Sociología. Universidad de Sevilla
jbejarano@us.es
Carmen Sanz López. Departamento Sociología. Universidad de Granada.
csanzl@ugr.es
Palabras Clave:
Análisis integrado del paisaje, Vega de Granada, Sostenibilidad territorial, Andalucía.
Resumen
La extraordinaria dinámica de cambio en los usos del suelo que ha tenido lugar en
Andalucía en las últimas décadas ha generado una gran degradación paisajística, la falta
de aproximaciones metodológicas para integrar las cuestiones paisajísticas en la
planificación ha incidido negativamente en este proceso. Sin embargo, la aprobación
entre otros documentos del Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía (POTA)
mediante el Decreto 206/2006, de 28 de noviembre de 2006 y del Convenio Europeo del
Paisaje (CEP), elaborado en el seno del Consejo de Europa, aprobado en Florencia en el
año 2000 que entró en vigor el 1 de Marzo de 2004 aunque en España entra en vigor el
1 de Marzo de 2008, (BOE núm. 31 de 5 de febrero de 2008), indican que nos
encontramos ante un punto de inflexión en el que el paisaje podría jugar un papel
fundamental para la sostenibilidad en Andalucía.
En este contexto, PLANPAIS (proyecto de excelencia de la Junta de Andalucía, P09RNM5398) se plantea una metodología basada en dos modelos complementarios. El
primero de ellos es el Modelo de Análisis Identitario del Paisaje, desarrollado a partir
del marco teórico que aporta la arqueología del paisaje, la ecología del paisaje, la
multifuncionalidad, el análisis coevolutivo y la evaluación de los cambios en los usos
del suelo a través de la descripción de los principales conflictos paisajísticos que se han
generado. El segundo componente está constituido por un Modelo de Elaboración de
Propuestas de Planificación, basado en la metodología del análisis identitario y en la
revisión de los procesos de planificación aplicados hasta ahora en Andalucía. El modelo
ha de permitir plantear criterios y proponer respuestas novedosas a los principales
procesos de alteración territorial: la expansión urbana, la transformación de las
agriculturas y la construcción de infraestructuras.
Esta metodología será desarrollada mediante su experimentación en cinco laboratorios
territoriales representativos de las cinco tipologías paisajísticas existentes en Andalucía.
En este caso, nos ocupamos de La Vega de Granada. Presentamos la metodología
seguida (cualitativa), los principales resultados obtenidos hasta la fecha (miradas de La
Vega, análisis de los procesos de transformación e identificación de sus etapas), y se
formulan metodologías participativas para iniciar procesos de re-territorialización.
Por último, se apuntan unas notas para el debate y la discusión sobre el paisaje desde la
perspectiva de la Sociología.
1. Hacia un modelo de sostenibilidad territorial basado en el paisaje.
Al igual que en otras zonas dinámicas y altamente antropizadas de nuestro planeta
(Observatorio de la Sostenibilidad de España, 2006) (European Environment Agency,
2006) (United Nations Environmental Program, 2005), en los últimos 50 años se han
producido en Andalucía grandes transformaciones territoriales y paisajísticas vinculadas
a tasas de cambio en los usos del suelo desconocidas hasta la fecha como son, por
ejemplo, los incrementos de más del 200% de las superficies edificadas, de las
infraestructuras y del regadío. La mayoría de estas transformaciones ha seguido los
mitos homologantes de la globalización económica (Magnaghi, 2005 y 2007)
(Fernández Durán, 2006), siendo orientadas a la inserción de las zonas dinámicas de
Andalucía (Requejo Liberal, 2001 y 2006) en el espacio de los flujos del mercado
mundial (Castells, 2005).
En este contexto, el territorio andaluz se presenta cada vez más como una mezcla de
plataformas transnacionales, nacionales, interregionales y regionales que se sitúan sobre
el paisaje reduciéndolo a mero soporte físico; se trata de espacios productivos
orientados a los mercados globales (industrial, turístico, agrícola) de corredores y nodos
infraestructurales, de instalaciones logísticas y comerciales, y sobre todo, de ciudades
que están perdiendo su papel tradicional y que se están convirtiendo en sistemas
conmutadores entre los flujos globales (Choay, 2008). Esta reconversión espacial
implica un grave riesgo de obnubilar la identidad del lugar, transformando los paisajes
andaluces en meros cruces de funciones y flujos del mercado global. De hecho, el
tamaño y la intensidad de los cambios acontecidos y su extraordinaria difusión en el
conjunto del territorio andaluz han supuesto la aparición de graves procesos de
degradación ambiental y sobre todo paisajística. Los principales procesos espaciales que
han determinado los cambios territoriales y paisajísticos señalados se pueden sintetizar
en tres grandes grupos: transformación de los espacios agrarios, expansión urbana y
construcción de infraestructuras.
a) La transformación de los espacios agrarios.
El principal cambio territorial y paisajístico ha sido debido a las transformaciones
agrarias, que pueden resumirse en los dos grandes procesos que ha sufrido la agricultura
en el siglo XX:
- La intensificación de los cultivos que incluye entre otras cuestiones la mecanización,
el uso de fitofármacos y la adopción generalizada del regadío, ha supuesto la búsqueda
de la máxima eficiencia productiva generando también todo tipo de efectos sobre el
paisaje, ya sea por la transformación de los espacios agrarios tradicionales o por la
roturación de espacios que anteriormente se habían considerado como no aptos para la
agricultura.
- El abandono de los sistemas tradicionales menos productivos y más lejanos a las zonas
dinámicas. Lejos de suponer una vuelta a los paisajes que se transformaron en el
momento histórico en el que fueron ocupados, supone una degradación, generando
numerosos problemas como la erosión y el despoblamiento ligados a la destrucción de
un paisaje construido durante miles de años.
Las políticas y los procesos de planificación ligados a las agriculturas han fomentado
ampliamente estas dos transformaciones. Cabe destacar aquí el abandono de grandes
superficies cultivadas siguiendo los planteamientos de la Política Agraria Común, a la
par que tanto dicha política europea como los planes hidrológicos (nacional, del
Guadalquivir, de la cuenca mediterránea andaluza) y los planes de regadío (Plan
Nacional de Regadíos, Plan de Modernización de la Agricultura Andaluza), fomentaban
la intensificación de las agriculturas. Sin embargo, mientras el abandono de las
agriculturas menos rentables parece imparable (al menos por ahora), el crecimiento de
los cultivos intensivos (tras un periodo de gran expansión en las últimas décadas del
siglo pasado) se ha ralentizado en los primeros años del siglo XXI, sobre todo debido a
factores como las sucesivas crisis de precios de los productos agrarios, el
establecimiento de límites para nuevos regadíos (Directiva Marco de Aguas) y a una
percepción cada vez más clara de los límites ambientales.
b) La expansión urbana.
Desde un punto de vista cualitativo el proceso de transformación territorial más
importante ha sido el crecimiento urbano, en particular, la expansión de la urbanización
contemporánea posturbana, generalmente de baja densidad (Aguilera, 2008). Este
modelo urbanístico (Choay, 2008), se caracteriza por una serie de elementos que
producen graves efectos sobre el ambiente y el paisaje, y que se pueden sintetizar en:
- Periferias urbanas sin un límite claro, caracterizadas por la disolución de la idea de
espacio público, de proximidad y de convivencia.
- Urbanizaciones y tipologías edificatorias descontextualizadas de los caracteres
identitarios del lugar a partir de un proceso de estandarización.
- Naves e instalaciones industriales y comerciales caracterizadas también por la
ausencia de calidad arquitectónica y urbanística, generando en muchos casos congestión
infraestructural y altos niveles de degradación ambiental.
La planificación urbana es sin duda la más conocida como responsable de este modelo
urbanístico. En Andalucía la planificación subregional y la planificación sectorial, en
particular en lo que respecta a las infraestructuras viarias, han actuado de catalizador
necesario para la difusión en el territorio de estructuras urbanas de baja densidad
basadas en el uso intensivo del automóvil (Susino Arbucias, Casado Díaz, y Feria
Toribio, 2007). Se ha de señalar que a partir del año 2008 se ha producido una
importante ralentización de la urbanización debido principalmente a la crisis económica
y a los límites impuestos por los nuevos documentos de planificación territorial que ya
comienzan a ser sensibles a los impactos ambientales y paisajísticos del modelo de
crecimiento urbano. Destaca, para el caso andaluz, el Plan de Ordenación del Territorio
de Andalucía –POTA- (noviembre de 2006).
c) La construcción de infraestructuras.
De forma paralela a la expansión urbana y de las transformaciones agrarias, se ha
producido en Andalucía en las dos últimas décadas un extraordinario crecimiento en la
construcción de todo tipo de infraestructuras. La mayoría de los proyectos realizados
han sido de iniciativa pública, destacando las infraestructuras de transporte y las
vinculadas al agua, que además han sido las que mayores transformaciones territoriales
y paisajísticas han generado. Sin embargo, no se puede olvidar la importancia creciente
de las infraestructuras de iniciativa privada, sobre todo las de carácter energético y, en
menor medida, comercial (Vahí Serrano y Feria Toribio 2007).
Desde el punto de vista de la planificación, la construcción de infraestructuras planteada
(Ley de Gestión Integrada de la Calidad Ambiental de 2007; Ley Andaluza de
Carreteras de 2001; Plan de Infraestructuras para la Sostenibilidad del Transporte en
Andalucía-PISTA 2007-2012 y el Plan Andaluz de Sostenibilidad EnergéticaPASENER 2007-2013) responde al déficit infraestructural de Andalucía con respecto a
otras regiones españolas y europeas donde los proyectos en marcha hacen pensar en un
mantenimiento del proceso de crecimiento, acaso ralentizados por la crisis económica,
el incremento del déficit público y la mayor conciencia de los impactos ambientales y
paisajísticos que producen.
Después del largo periodo de crecimiento de los tres grupos de procesos espaciales
tratados nos encontramos hoy en un punto de inflexión que puede definir un escenario
diferente al que se podría prever hace sólo unas décadas. La crisis económica junto a la
incertidumbre territorial de esos procesos y la toma de conciencia de las
administraciones y de la sociedad sobre las problemáticas generadas con el modelo de
crecimiento seguido constituye una ocasión ideal para la generación de un nuevo
modelo analítico y propositivo de planificación, que fije como meta la sostenibilidad
territorial (Riechmann, 2006), donde el paisaje será considerado como uno de los
elementos centrales. En este sentido, y de manera específica referido al paisaje, dos
acontecimientos avalan este planteamiento.
El principal será la entrada en vigor en España del Convenio Europeo del Paisaje (CEP)
el 1 de Marzo de 2008 (BOE núm. 31 de 5 de febrero de 2008). Elaborado en el seno
del Consejo de Europa, fue aprobado en Florencia en el año 2000 y entró en vigor el 1
de Marzo de 2004 (cuatro años antes de la ratificación española en marzo de 2008). Los
países firmantes asumen, entre otros, el compromiso de “integrar el paisaje en las
políticas de ordenación territorial y urbanística, y en cualesquiera otras políticas que
puedan tener un impacto directo o indirecto sobre el paisaje” (Artículo 5 d. y 6 e.). Por
lo tanto, es evidente que tanto a nivel europeo como a nivel estatal la cuestión
paisajística está tomando en este preciso momento un cariz fundamental, sobre todo
para la planificación pero también para el conjunto de políticas públicas (Venegas
Moreno y Zoido Naranjo, 2002) (Magnaghi, 2007).
El segundo acontecimiento ha sido la aprobación del Plan de Ordenación del Territorio
de Andalucía (en adelante POTA) mediante el Decreto 206/2006, de 28 de noviembre
de 2006. La política territorial andaluza que se sustancia en el POTA asume la
centralidad de las cuestiones ambientales dentro de las cuales se consideran también las
paisajísticas. Estos argumentos se explicitan claramente en los dos primeros principios
de los cuatro en los que se basa el marco conceptual del POTA: “La diversidad natural y
cultural de Andalucía” y “El uso más sostenible de los recursos”. La importancia de la
cuestión paisajística y la idoneidad del momento para abordarla son corroboradas por la
propia administración regional, que acaba de comenzar el proceso para elaborar la
Estrategia Andaluza del Paisaje. Otras referencias para Andalucía donde el paisaje está
cada vez más presente de una u otra forma son: PISTA, PASENER, Plan de
Modernización de la Agricultura Andaluza, Plan de Medio Ambiente de Andalucía
2004-2010, Plan Hidrológico del Guadalquivir, Plan Hidrológico de la Cuenca
Mediterránea Andaluza, Plan andaluz de acción por el clima 2007-2012, Plan de
Desarrollo Rural para Andalucía 2007-2013.
De acuerdo con lo apuntado, parecerá lógico que la Estrategia Andaluza del Paisaje
deba basarse en el conocimiento que actualmente existe de los paisajes andaluces
(Zoido Naranjo, 2008) y, según describe literalmente el POTA, “en la formulación de
criterios y medidas que, en relación con el paisaje, deberán adoptar los planes,
programas e intervenciones con incidencia territorial”. La novedad de esta cuestión se
enfrenta a una grave carencia de métodos y propuestas para aplicarla, sobre todo si se
tiene en cuenta que el paisaje ha sido considerado hasta ahora como algo secundario en
la planificación. En este sentido, el proyecto de investigación PlanPais trata de aportar
conocimiento, experiencias comparadas y, en definitiva, una metodología para abordar
con éxito esta innovación fundamental que consiste básicamente en integrar el paisaje
en todos los momentos del proceso de planificación.
2. Integración del paisaje en los procesos de planificación: aplicación al caso
andaluz.
PLANPAIS es la denominación del proyecto de excelencia de la Junta de Andalucía,
P09-RNM5398. El proyecto aborda con rigurosidad las cuestiones paisajísticas y de la
planificación, lo que implica necesariamente un carácter multidisciplinar y transversal.
Se articula en base a dos ejes fundamentales: una propuesta investigadora transversal
junto al diseño de un equipo investigador multidisciplinar para desarrollarla. En este
sentido, como primer eje, el carácter transversal de la propuesta investigadora se basa,
de un lado, en la diversidad de temáticas y áreas de conocimiento implicadas, de otro,
en las sinergias que derivan de las mismas en un contexto metodológico basado en la
cooperación y la integración multidisciplinar. El segundo eje responde al diseño de un
equipo de trabajo multidisciplinar, capaz de acometer con éxito la diversidad de fases
metodológicas necesarias para llevar a cabo la investigación propuesta. El equipo de
investigación está compuesto por personas provenientes de las áreas de: Urbanismo y
Ordenación del Territorio, Botánica, Bellas Artes, Historia, Economía Aplicada,
Tecnologías del Medio Ambiente, Sociología, Arquitectura, Geografía y Ciencias
Ambientales.
Tal y como afirma el POTA, los paisajes andaluces, producidos a lo largo de la historia
por la “gente viva” que los han habitado y que los habitan actualmente, constituyen el
principal yacimiento patrimonial (ambiental, territorial, urbano y sociocultural) para
promover un futuro socioeconómico sostenible en Andalucía. No estamos hablando del
paisaje como la visión de un lugar bello sino como la autorepresentación identitaria de
una región. Según esta concepción, el paisaje es el puente entre conservación e
innovación, constituyendo el principal yacimiento identitario del territorio.
Desde PlanPaís entendemos que el futuro sostenible de Andalucía no reside en una
exasperada aceleración de los intercambios, ni en una estandarización de los productos,
ni en un incremento de la movilidad de los bienes y las personas en el mercado mundial.
El porvenir debe estar en la capacidad de innovar, de producir e intercambiar bienes que
sólo en este lugar del mundo pueden desarrollarse en cuanto expresión cultural de la
identidad de este territorio (Hildenbrand, 1993) (Magnaghi, 2005) (Pinto Correia y Vos,
2002) (Markhzoumi y Pungetti, 1999). De acuerdo con las tendencias señaladas
anteriormente, el paisaje se apunta como un elemento constitutivo de la representación
espacial de este valor único que en ningún caso podrá ser deslocalizado y que es, por
tanto, un referente para hacer frente a las enormes incertidumbres que implica la
situación actual de insostenibilidad del proceso de globalización de los mercados.
La meta de PlanPais es la de generar una propuesta metodológica innovadora para la
integración del paisaje en los procesos de planificación siguiendo los planteamientos del
CEP. Se plantean dos objetivos: el primero, generar un nuevo modelo de análisis del
paisaje orientado a la planificación mediante la consideración de los elementos y
procesos identitarios de los paisajes andaluces; el segundo, desarrollar un nuevo modelo
para la elaboración de propuestas de planificación con respecto al paisaje en Andalucía.
Las aproximaciones metodológicas que se consideran en el modelo de análisis
identitario del paisaje se tratan brevemente a continuación.
a) Los paisajes culturales como yacimiento patrimonial: las aportaciones de la
arqueología del paisaje.
Los paisajes culturales (Pinto Correia y Vos, 2002) como yacimiento patrimonial son el
resultado de la acumulación de los restos de los diversos paisajes históricos que se han
ido sucediendo a lo largo del tiempo (Orejas Saco del Valle, 1998) (Tello, 1999). Son
por tanto paisajes socialmente producidos. Esto quiere decir que esos paisajes pueden
ser conocidos y comprendidos a lo largo de los diversos períodos por los que han
pasado y que de ellos además se puede extraer información acerca de las distintas
formaciones sociales que fueron dejando su huella (Criado Boado, 1997).
La aplicación de la arqueología del paisaje en este proyecto está orientada a una
posterior definición de criterios para la conservación, recualificación y valorización de
los elementos de la estructura patrimonial en lo que respecta a la planificación de los
paisajes culturales (Pinto Correia y Vos, 2002).
b) El paisaje como tejido vivo: las aportaciones de la ecología del paisaje.
La conectividad es uno de los conceptos fundamentales en la aplicación de la ecología
del paisaje a la planificación (Antrop, 2001), ya que indica en cierta medida las
relaciones entre la estructura y la función (Forman, 1995), y más concretamente,
determina cómo responden los flujos ecológicos necesarios para el correcto
funcionamiento del paisaje a los aspectos físicos y estructurales del propio paisaje
(Turner, 1998) (Castro Nogueira, et al, 2002) (Baudry, 2002). La conectividad
dependerá de la tipología de los flujos y de la ecoestructura, entendida ésta como
estructura espacial del paisaje que favorece la permeabilidad de los distintos
componentes que lo forman. Este proyecto pretende la descripción de los elementos
zonales, lineales y puntuales que constituyen la ecoestructura. A partir del conocimiento
de estos elementos se van a generar una serie de criterios de planificación que permitan
su conservación, recualificación y valorización.
c) El valor territorial de los paisajes: las aportaciones de la multifuncionalidad
Cobra especial interés la posibilidad de abordar los elementos del paisaje que aportan
valor territorial a través de la multifuncionalidad (Matarán Ruiz y Valenzuela Montes,
2006). En este proyecto se considera el concepto de multifuncionalidad extrapolando al
conjunto de paisajes culturales la definición que los economistas Atance, Bardají, y Tió,
(2001) realizan para los paisajes agrarios: “recoge la incorporación a la función
tradicional de producción de materias primas y alimentos la consideración de todas
aquellas funciones realizadas por la agricultura que van más allá de ésta y por las cuales
el agricultor no obtiene un bien intercambiable en los mercados”. De este modo, en el
concepto de multifuncionalidad se pretenden integrar los diferentes elementos que
afectan a la eficiencia de los paisajes, sean o no considerados en los intercambios
económicos.
d) De la conservación a la valorización: las aportaciones del análisis coevolutivo
Nuestro territorio está constituido por neo-ecosistemas que se han construido a través de
largos procesos de coevolución entre los sistemas antrópicos y los sistemas naturales
(Tello, 1999). Nuestro paisaje es un sistema vivo transformado constantemente (Folch,
2003) atendiendo a las grandes incertidumbres existentes tanto desde el punto de vista
socioeconómico como desde la perspectiva ambiental y de los cambios globales.
Describir las reglas de transformación que han facilitado la pervivencia permitirá a su
vez la definición de criterios útiles para la conservación, recualificación y valorización
de estas reglas que han guiado la construcción histórica de los paisajes andaluces
favoreciendo procesos similares (Tello, 1999) (Matarán Ruiz, 2005).
e) La visión integradora del paisaje: el análisis de los conflictos a través de las
transformaciones paisajísticas.
Según el art. 2 del CEP “el presente Convenio se aplicará a todo el territorio de las
Partes y abarcará las áreas naturales, rurales, urbanas y periurbanas… se refiere tanto a
los paisajes que pueden considerarse como excepcionales como a los paisajes cotidianos
y degradados”. No se puede seguir cayendo en el error de proteger unos espacios de
gran valor mientras el resto de lugares se encuentran a merced de las necesidades
productivas, quedando el paisaje en un papel excesivamente secundario. Mediante el
conocimiento de los conflictos existentes a través de las secuencias de ocupación que
han dado lugar a las transformaciones paisajísticas más importantes se puede plantear la
consideración no sólo de la conservación de los paisajes bellos, sino sobre todo, la
consideración de una propuesta metodológica y de contenidos para que la planificación
favorezca el incremento de la calidad paisajística en el conjunto del territorio –andaluz-.
El primer paso para facilitar el desarrollo metodológico y para adecuar el estudio a la
diversidad paisajística de Andalucía ha sido la consideración, como espacios de
referencia, de cada una de las cinco grandes tipologías paisajísticas descritas en el Mapa
de Paisajes de Andalucía: las campiñas, el litoral, los altiplanos y subdesiertos
esteparios, los valles y vegas, y las serranías. Las interpretaciones genéricas para cada
una de estas tipologías se aplican a cinco ámbitos subregionales a modo de laboratorios
territoriales representativos. Los ámbitos que se han seleccionado son:
- Campiñas cordobesas y sevillanas entre los cauces de los ríos Genil y Guadalquivir.
- Comarca litoral granadina.
- Altiplanos y subdesiertos esteparios del corredor Guadix-Baza.
- La Vega de Granada.
- Sierra Nevada.
La metodología propuesta comienza con la identificación de los elementos y procesos
identitarios en cada uno de los laboratorios territoriales indicados siguiendo el modelo
de análisis identitario del paisaje definido (aproximaciones metodológicas). Se trata de
seleccionar los elementos y procesos que de forma genérica constituyen la identidad de
los paisajes andaluces considerados para cada uno de los tres factores principales de
transformación territorial descritos para Andalucía (agrícola, urbanización e
infraestructuras). Todo ello porque el objetivo es que el nuevo modelo de análisis
identitario del paisaje esté claramente orientado a la planificación.
3. Elementos identitarios a considerar para una mejor comprensión de la Vega de
Granada.
En este trabajo presentamos un avance de los resultados obtenidos para el caso del
laboratorio territorial de los valles y vegas: la Vega de Granada. Una descripción breve
de este “laboratorio” indica que la Vega de Granada está constituida por las agriculturas
regadas que forman un corredor vinculado al río Génil y sus distintos afluentes. La
localización de la Aglomeración Urbana de Granada en este territorio implica la
existencia de procesos de expansión urbana y construcción de infraestructuras propios
del modelo metropolitano contemporáneo. La existencia de cuatro embalses cercanos
(Canales, Quéntar, Cubillas y Bermejales), la construcción de la segunda circunvalación
de la capital, la llegada del AVE a Granada, y la construcción de áreas logísticas
constituyen grandes hitos representativos de la dinámica infraestructural de los valles y
las vegas de Andalucía. Por último, el mantenimiento del carácter agrario de una parte
importante de la Vega de Granada incrementa la relevancia y la representatividad de los
paisajes agrarios existentes en este espacio.
Una vez elegido el territorio en cuestión, la tarea ahora será la de definir quiénes
constituyen lo que se ha denominado como ciudadanía activa, pues serán éstas personas
(individualmente o agrupadas) las que permitan un punto de partida para describir con
éxito los conflictos. Para este proceso, se ha optado por aplicar criterios de muestreo
cualitativo que sirviéndose de la propia experiencia de quienes constituyen el equipo de
investigación de Planpais, de la técnica de muestreo conocida como “bola de nieve” en
la que las personas entrevistadas actúan a su vez de informantes de otras experiencias
que consideran parte de la ciudadanía activa y, por último, de los principales criterios de
muestreo cualitativo como los de heterogeneidad, accesibilidad y representación
estratégica (Valles, 2002) nos han permitido diseñar un casillero tipológico que contiene
el universo potencial de contextos y casos a considerar.
Se plantea una primera fase basada en la observación participante. Para comenzar es
necesario tener un primer contacto que permita conocer cuáles son las opiniones y los
saberes de las personas que mantienen vivo el territorio, y que permita al mismo tiempo
dar a conocer la existencia del equipo de investigación e iniciar una relación basada en
la confianza mutua. Concretamente, como forma de dar este primer paso, se están
acompañando actividades de las diferentes asociaciones o colectivos de la Vega
considerados y también se están manteniendo entrevistas semiestructuradas a sujetos
concretos. La segunda devolución está constituida por un informe en el que se pretende
describir los discursos que se han detectado en las entrevistas. El análisis de las mismas
se ha estructurado en base a tres categorías centrales: el espacio, los actores y los
procesos de cambio (transformaciones). De esta forma se concretan los contenidos de
los discursos sobre la Vega de Granada, se trata del conjunto de relaciones simbólicas y
materiales que definen estructuras y se pueden identificar en términos espaciotemporales.
a) Miradas de la Vega de Granada.
Un primer aspecto a tener en cuenta será la construcción de la “Vega de Granada” en el
imaginario colectivo. En este sentido, lo más destacable será comprobar que la Vega no
existe como unidad en dicho imaginario, todo lo contrario, existen diferentes
significados de la misma. Esta constatación habrá de permitirnos determinar las
estrategias y acciones para identificar lo compartido y visualizar lo colectivo de la Vega
de Granada como son las acequias, los ríos, los acuíferos, en suma, el agua, que se
manifiesta como el elemento vertebrador e identificativo de la misma. El elemento
“agua” aparece en los discursos con una fuerza identificativa mucho mayor que el
elemento con el que hasta ahora, como a priori, identificábamos a la Vega, que no es
otro que el elemento “tierra” y, por supuesto, la agricultura como paisaje, forma de
producción y estilo de vida inherente a la misma.
El descubrimiento anterior nos permite tratar la Vega como una realidad plural cuya
esencia dependerá de la experiencia vivida que cada sujeto tiene. En este sentido, el dato
“el problema es que la gente ignora lo que ve” contenido en la cita 19:37 unido a lo
anterior, ha orientado la indagación del análisis de discurso y nos ha permitido
distinguir cuatro “miradas” de la Vega de Granada a las que hemos denominado y
descrito brevemente como:
•
Moderna: mirada urbanita que ve ciudad, suelo, no-tierra y agua para consumo
humano y urbano.
•
Tradicional: mirada superficial que ve tierra, suelo, agricultura, ecosistema,
biodiversidad.
•
Posmoderna: mirada subterránea que ve al agua como recurso económico,
ecológico, humano, social y cultural.
•
Sostenible: se trata de una mirada integrada que incluye los elementos de las tres
miradas anteriores e incorpora el microclima (atmósfera, aire) y los valores
sociales asociados al paisaje.
La Vega de Granada se nos muestra en el discurso de los entrevistados como una
realidad, no sólo plural sino sobre todo compleja, que se desenvuelve en la dicotomía
clásica de la modernidad rural/urbano, en la que la Vega representa la comunidad y las
relaciones cooperativas frente a la Ciudad Moderna como forma de destrucción de la
comunidad y degradación del paisaje, un conflicto en suma que parafraseando a Castells
(2005), supone una lucha de poder entre lo local y los ciudadanos con lo global y los
mercados.
b) Principales factores de transformación territorial.
Se identifica la existencia de diferentes agriculturas y agricultores, cada uno con su
problemática, obstáculos y expectativas que hacen frente “como pueden” a las diversas
transformaciones que están teniendo lugar en la Vega y les sitúan ante el dilema
extremo de permanecer o desaparecer. La concentración metropolitana, que se expresa
en el discurso de los entrevistados como “hoy todos los pueblos son ciudad”, supone un
proceso que se manifiesta en cuatro fases que podemos denominar de: ocupación,
invasión, eliminación (legal y/o ilegal), y desaparición de la vega. Todas ellas están
ocurriendo hoy en la Vega de Granada. Concretar su localización, los sujetos a los que
afecta de manera más directa y sus posibles consecuencias, así como consensuar
acciones que permitan hacerles frente ocupa nuestra labor analítica y nuestro trabajo con
la ciudadanía, valorando posibilidades para el diseño de espacios de encuentro y
deliberación que intente resolver, además, el problema de la desunión existente, y que
se refleja de manera significativa en la cita, “el conocimiento no se suele compartir”.
Esta primera fase que está en proceso de cierre, constituye el punto de partida para una
nueva apertura que consiste en generar un diseño participativo de una segunda fase (en
la que ya se está trabajando) que deberá ser compartido no sólo por el equipo de
investigación sino también por las personas del territorio con las que se trabaja. Se
plantea en este caso la generación de espacios de encuentro con la ciudadanía que
permitan acordar los trabajos futuros de manera colectiva.
La Vega de Granada designa un espacio vertebrado por el río Genil que supera el
entorno periurbano de la ciudad de Granada y su área metropolitana. Se correspondería
con terrenos encharcables en superficie y por el acuífero (hasta el estrechamiento de
Lachar) en el subsuelo. Desde un punto de vista idealista se la identifica con un vergel
por su capacidad productiva y valor agrario. La estructura agrícola es mayoritariamente
minifundista lo que viene a caracterizar las relaciones sociales por servilismos
establecidos en torno al agua y la agricultura. Otros atributos de la Vega de Granada
mencionados por los entrevistados son: es vida, salud, pulmón y biodiversidad, parque,
paisaje, reducto agrícola, patrimonio granadino, riqueza, una comarca. El análisis de
cada uno de ellos y de su conjunto nos permite encontrar un nexo común que subyace
en todos ellos, el agua. La Vega es todo lo que tiene riego, el río Genil, el acuífero, las
acequias, etc. En suma, el sistema hidráulico –de riego-. La Vega, por tanto, en el
discurso mayoritario se configura como tierra y agua o lo que es lo mismo, minifundio y
acequias.
Otro aspecto clave para comprender La Vega de Granada será que no aparece en los
discursos ningún elemento identitario específico de la Vega compartido por todos. Este
hecho nos lleva a plantear que la Vega no es considerada una unidad sino todo lo
contrario, una realidad diversa, plural y heterogénea a pesar de que se la quiera
considerar homogénea y se busque su concepción unitaria utilizando para ello la noción
de comarca desde lo urbano. Si se profundiza en este hecho comprobamos que frente a
la diversidad agrícola y heterogeneidad de comunidades locales si intenta primar e
imponer la homogeneidad urbana de la mancomunidad y la globalidad del mercado.
La cuestión anterior es trascendental, pone de manifiesto lo erróneo de la concepción
mayoritariamente extendida y el desconocimiento existente sobre la Vega de Granada.
Este hecho nos lleva a afirmar que la Vega es observada pero no vivida por la mayoría.
Se desconoce su contenido (desde Lorca hasta las acequias -sistema hidráulico- pasando
por los productos propios, ej. tomates “huevos de toro”) y su riqueza (pasada, presente y
potencialidades de futuro). Encontramos en los discursos referencias constantes a la
riqueza agrícola de la Vega en el pasado que ha ido cediendo paso a la especulación
urbanística y la pérdida de prestigio de la agricultura en el presente, sin duda, lo más
significativo lo encontramos en la afirmación de las potencialidades de futuro, la
existencia de recursos que exigen de imaginación, creatividad e innovación para ser
puestos en valor. Aquí se señalan como los más evidentes: el turismo rural, la
biodiversidad, la educación ambiental, la salud, la agricultura ecológica en sus diversas
manifestaciones y el patrimonio cultural.
Otro fenómeno característico será la existencia simbólica de “el muro” que toma forma
en la autovía de circunvalación y se refiere a la lejanía entre los agricultores
(concepción tradicional de la Vega) y los urbanitas (tanto de la ciudad de Granada como
del resto de municipios del área metropolitana). Esta distancia permite plantear que la
Vega supone un reducto, en primer lugar, agrícola y forestal y, en segundo lugar, social
por las relaciones comunitarias de cooperación y apoyo (familia, amigos) derivadas de
la estructura de propiedad minifundista y los servilismos (cooperación, trueque de
productos y trabajo) que establece las pautas de las relaciones sociales y una estructura
social más homogénea entre iguales al no existir grandes terratenientes. Sin duda, el
carácter de “reducto valioso” será el argumento que justifique la necesidad de su
conservación y por tanto la demanda de su protección utilizando las diversas figuras
existentes para ello desde distintos ámbitos (cultural, agrícola, ecológico, etc.). Otra
alternativa que se formula para que la Vega “reducto agrícola y social” pueda sobrevivir
distinta al enfoque anterior de la protección conservacionista viene a plantear la
necesidad de conseguir “ser aprovechables” para los urbanitas superando la mera
especulación urbanística que convierte la tierra en suelo. Sin duda, aquí es donde
mayores dosis de imaginación y creatividad se requieren para convertir las
potencialidades que se mencionaban antes en realidades. Identificar y crear en los
urbanitas necesidades que la Vega pueda satisfacer sin que para ello se requiera de
grandes transformaciones que exijan costes ecológicos, económicos, personales y
sociales inasumibles por insostenibles.
En este contexto, la preeminencia agraria imprime carácter ligada a la tradicional
autonomía del agricultor y la identidad local que trasciende a los municipios y se
reafirma a nivel político administrativo en los ayuntamientos con una planificación
localista sin una visión integrada y global de la Vega al no existir ésta como unidad ni
en el imaginario colectivo ni en las estructuras político administrativas. De nuevo
emerge el agua y el sistema hidráulico como sistema unitario de La Vega de Granada
que supera los localismos tanto municipales como individuales de los agricultores. El
sistema de acequias supone una red supramunicipal y supraindividual, se trataría de un
sistema de estratificación de base hidráulica donde cada acequia tiene su pauta, sus
normas y su órgano rector, la Comunidad de Regantes. En este sentido, conocer el
universo general de este sistema y el particular de cada acequia-comunidad de regantes
nos ayudaría a la mejor comprensión de La Vega de Granada y sus conflictos actuales y
futuros. Son previsibles “guerras por el agua”, de hecho, ya aparecen en los discursos
referencias concretas a Cetursa y la estación de esquí de Sierra Nevada y su lucha por el
agua. También, aunque de manera velada, a la Agencia Andaluza del Agua y los
intentos de modernización de los sistemas del regadío con el fin de una mayor eficiencia
del uso del agua para incremento de la producción agrícola sin tener en cuenta los
efectos que sobre el acuífero pueden tener sistemas como el riego por goteo frente al
tradicional riego a manta. En síntesis, entendemos que una de las cuestiones clave será
conocer el “universo hídrico” en la Vega de Granada.
4. La Vega de Granada como paisaje.
Entendemos que el análisis del paisaje de la Vega de Granada puede responder a tres
interpretaciones. En primer lugar, siguiendo el criterio histórico podemos diferenciar
tres tipos básicos de paisaje: el agrícola, el industrial y el urbano. Desde la perspectiva
patrimonial se analizan los bienes materiales e inmateriales asociados a los tres tipos
anteriores y los procesos de transformación a que se han visto sometidos o lo están
siendo en la actualidad. Por último, el paradigma de la sostenibilidad (análisis integrado
del paisaje) nos permite una interpretación holística que viene a integrar en el paisaje los
elementos ecológico y social más allá del paisaje cultural delimitado por los usos
productivos y sus bienes materiales e inmateriales asociados.
El primero de los tipos señalados será el “Paisaje Agrícola”, cuyo carácter premoderno
se manifiesta en el trazado secular de su parcelación minifundista y en la red de
acequias para la distribución del agua de riego. La agricultura y la posesión de la tierra
determinan el lugar y prestigio social. Como dato curioso se apunta que “el marjal”
como unidad de medida de superficie más utilizada en la Vega proviene de esta época.
“Se llama marjal porque el Patio de los Leones mide 528 metros cuadrados y los
árabes llamaban a este patio El Marjal” (17:30).
El “Paisaje Industrial”, propio de finales del siglo XIX y principios del XX supone
como requisitos la utilización de mucha agua y grandes extensiones de tierra para el
cultivo así como necesidades de suelo para la ubicación de sus instalaciones fabriles. Su
carácter moderno va ligado a los usos agroindustriales sobre todo de producción de
azúcar a partir del cultivo de remolacha, también harineras, cementera y aserraderos de
madera. De esa época quedan algunos pocos elementos inmuebles que han sido
transformados cuando no destruidos y que requerirían de protección de carácter
patrimonial.
En la actualidad podemos hablar de “Paisaje Urbano” para referirnos a la expansión
urbana de los distintos municipios de la Vega. Este tipo exige de grandes cantidades de
agua y mucho suelo de tal forma que la mayor transformación supone convertir
(especular) la tierra agrícola en suelo urbanizable. A pesar de ello, persiste por el
momento la preeminencia de lo agrícola a pesar de las amenazas a las que ha de hacer
frente, como el entubamiento de las acequias y la mencionada recalificación del suelo.
En cuanto a los bienes materiales e inmateriales asociados a cada uno de los tipos
señalados los entrevistados mencionan secaderos, cortijos, albercas, molinos,
instalaciones industriales, azucareras, que están destruyéndose o desapareciendo. Otros
bienes son los “lugares lorquianos”, determinadas manifestaciones populares de signo
religioso o de ocio como baños, pesca de cangrejos en los ríos, etc. Respecto a éstos,
encontramos en los discursos un interés por parte de los entrevistados que se manifiesta
en la demanda de protección sobre los mismos como forma de puesta en valor
utilizando las diversas figuras existentes para este fin (lugar de interés agrario, zona
patrimonial, bien de interés cultural, etc.) superando la fórmula recogida en el actual
POTAUG que sólo contempla la protección de los elementos arquitectónicos.
El recorrido analítico seguido nos muestra la primacía de lo agrícola en el paisaje de la
Vega, si bien hoy día la actividad agrícola adolece de un desprestigio social que
requiere de impulsos para una mayor valoración social. El proceso de abandono de la
agricultura por su pérdida de rentabilidad va acompañado de la pérdida de saberes y
prácticas que le son propias y que van a tener sus efectos sobre la Vega. A lo largo del
tiempo la agricultura ha cambiado, tanto en los diversos tipos de cultivos como en los
tipos de agricultores, se puede hablar de las moreras del tiempo de los árabes o más
recientes como el cultivo del chopo y del tabaco. Estas transformaciones de la
agricultura provocan pérdidas de conocimientos técnicos tradicionales asociados a ella
como todo lo relativo al mantenimiento de las acequias, ej. la figura del “acequiero”, y
supone también la desaparición de redes e instituciones sociales fundamentados en la
solidaridad como son el trueque de productos y mano de obra o los modelos de
consumo local estacional de carácter autosuficiente, todo ello frente al proceso
capitalista de mercantilización de la agricultura industrial orientada a la producción
especializada de monocultivo. Este proceso afectaría también al funcionamiento de las
Comunidades de Regantes y a la propia existencia de Hermandades de Labradores (ya
desaparecidas). Por último y no menos importante, supone también un cambio en el
papel que la mujer ha venido desempeñando en la agricultura, indagar sobre este asunto
es algo que se apunta en el discurso de los entrevistados. Algunas de las cuestiones a las
que habrá que responder son: ¿Cuál ha venido siendo su papel tradicional y qué nuevos
roles están adoptando? ¿Cuáles son sus principales obstáculos y necesidades? ¿Cuál es
su grado de visibilidad en los mercados y en las organizaciones y redes formales e
informales existentes?
Todo lo anterior nos conduce a considerar los elementos inmanentes de la Vega de
Granada que, como venimos señalando, hacen referencia al agua, incluso en relación
con la agricultura a pesar de que en primer lugar se atiende a los cultivos por encima del
riego. Este hecho explicaría que las pocas actividades formativas y/o divulgativas que se
organizan versen sobre agricultura (cultivos, técnicas, etc.) y poco o nada sobre gestión
del agua (conocimientos y saberes, sistemas de organización, dulas, pagos secos,
comunidades de regantes, etc.) más allá de la “modernización del regadío” con sistemas
de uso eficiente del agua que busca un incremento de la producción agrícola.
En la Vega prima una concepción (mirada) del paisaje superficial mientras que el agua
es subterránea (río seco en superficie, acuífero lleno subterráneo). Como se ha puesto de
manifiesto el paisaje “superficial” es histórico y varía en función de los cultivos y de los
usos agrícola, ganadero, forestal e industrial. Es necesario y conveniente “pensar en
una unidad, que las nubes precipitan en Sierra Nevada, allí esta agua se almacena,
después discurre por los ríos, luego se infiltra en el acuífero cuando se riega, después
hay unas emergencias entre manantiales y canales. Si se altera todo este
funcionamiento, surge después algún tipo de problema” (19:31). Para ello “…hay que
sentarse para definir qué sistema hidráulico se quiere. No se puede pensar en entubar
toda la Vega. Sí hay que ahorrar agua pero no modernizar todo el regadío que sería
una pérdida de la historia hidráulica de la Vega de Granada… en el momento que se
pierdan los sistemas tradicionales de riego, la Vega desaparecerá como tal y con la
imagen que tenemos de ella. Por ello, no se puede aplicar una normativa comunitaria
que es restrictiva en ese aspecto obligando a modernizar y que no sólo implica un
ahorro del agua sino una canalización por completo, entubando todas las
conducciones. Esto implicaría destrozar el acuífero de la Vega, haciendo desaparecer
como consecuencia un paisaje” (14:85).
No podemos confiar el ciclo hídrico de la Vega al sistema hídrico de la agricultura, pues
algo que debemos empezar a asumir es que no existe una única agricultura sino
múltiples agriculturas y agricultores no siendo todas “sostenibles”, sea por los
contaminantes que utiliza, por el gran consumo de agua que requiere o por la estructura
de propiedad y generación de empleo como forma de cohesión social. La agricultura es
uno de los asuntos por los que los entrevistados muestran mayor interés y preocupación
(no hay que olvidar que la muestra está mayoritariamente constituida por casos que
mantienen una relación directa con la agricultura). Es también uno de los aspectos que
más realidades y posiciones discursivas presenta y constatamos que hemos de dejar de
referirnos a la agricultura en la Vega de Granada en singular y hacerlo en plural, tanto
en el pasado como en la actualidad, pues son muchas las agriculturas presentes en la
Vega. Podemos distinguir con matices las siguientes: convencional, ecológica,
producción integrada, industrial, intensiva, autoconsumo, química, tradicional,
mecanizada.
A pesar de esta realidad, sigue existiendo la creencia (no del todo cierta) que la
agricultura significa la preservación del acuífero. Se abre entonces un debate que ha de
propiciar una reflexión sobre si pueden otras actividades no agrícolas garantizarla
aunque históricamente ha sido la agricultura quien desempeñara esta función. En última
instancia, las preguntas a responder podrían formularse del siguiente modo: ¿La Vega
ha de ser agrícola?, en caso de respuesta afirmativa, ¿qué tipo de agricultura?
5. Notas desde la Sociología para la reflexión y el debate sobre el paisaje.
Llegado este punto, planteado el escenario de trabajo de Planpais y el avance de los
resultados parciales que estamos obteniendo, cabe preguntarse sobre la contribución de
la Sociología en el conocimiento del paisaje, sobre todo, teniendo en cuenta el papel
“protagonista” que éste está adquiriendo en la actualidad y la centralidad que podemos
pronosticar para el fututo más inmediato acorde a las normativas que se han
desarrollado en los últimos años.
En Sociología son pocas las referencias al paisaje como objeto de estudio propio, por
contra sí existen múltiples trabajos desde otras disciplinas. Uno de los mayores aportes
del proyecto Planpais es, sin duda, su carácter multidisciplinar e integrador.
Recientemente el trabajo de José Manuel Echavarren (2010) viene a cubrir la laguna de
la sociología en relación al paisaje. Los conceptos de lugar natural y de icono natural
que presenta junto a una redefinición de contenido sociológico del concepto de capital
natural introducen a la sociología en un campo, como el paisaje, que vuelve a poner de
manifiesto la “debilidad conceptual” que viene caracterizando a la subdisciplina de la
Sociología del Medio Ambiente, en la que podemos enmarcar, desde nuestro punto de
vista, el tratamiento del paisaje dentro de la Sociología.
En nuestro avance de resultados identificamos cuatro miradas del paisaje que
entendemos suponen una contribución teórica e instrumental para el tratamiento del
mismo aplicables a otros contextos. Se plantean nuevas dimensiones más allá de la
material, cultural y emotiva que señala Echavarren y obtenemos resultados que nos
permiten avanzar en la nueva conceptualización de capital natural “reconocido o
identificado” en base a su valoración como recurso, de forma análoga a la distinción que
en relación al cambio climático encontramos en la diferenciación de las denominaciones
de “cambio climático” y “cambio climático inducido”.
Otra cuestión hace referencia a los conflictos, su desenvolvimiento, resolución y sus
efectos sobre el paisaje. Algo que a nuestro juicio desemboca en la necesidad de
incrementar las posibilidades de la Democracia Ambiental y la participación de los
ciudadanos. Campos en los que venimos trabajando (desde la Sociología y en Planpais)
en los que se ha avanzado y en los que aún queda mucho por conocer: estrategias de
participación, mecanismos e instrumentos, estructuras institucionales, etc. etc.
En este sentido, la reflexión nos conduce a cuestionarnos precisamente el porqué de la
debilidad de la Sociología. Algunas ideas que pueden apuntarse para responder a esta
cuestión se basarían en el escaso poder de influencia de los sociólogos y la falta de
miras para “institucionalizar” instrumentos de carácter político-administrativo y planes
de acción. Así y en lo tocante al paisaje, podemos recibir lecciones de colegas
provenientes de otras disciplinas como son la Ordenación del Territorio o la Geografía.
El lema del Congreso, “Crisis y cambio: propuestas desde la Sociología”, bien puede
alentarnos en tal dirección.
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