CIC 844

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COMMUNICATIO IN SACRIS, 1
CIC 844
Norma general (p. 1): “Los ministros católicos administran los
sacramentos lícitamente sólo a los fieles católicos, los cuales, a
su vez, sólo los reciben lícitamente de los ministros católicos,
salvo lo establecido en los p. 2, 3 y 4 de este canon, y en el
canon 861, p. 2” (c. 861, p. 2 = bautismo en caso de necesidad).
Excepción: para los sacramentos de la penitencia, Eucaristía y
Unción de los enfermos: p. 2, 3 y 4: lo que sigue.
Antes de dar normas generales, el Obispo o la Conferencia Episcopal deben consultar a las autoridades, por lo menos a la local,
de estas otras confesiones cristianas: para evitar herir la sensibilidad de alguien, por dar la impresión de un proselitismo desviado
o de que se desprecien los usos y la disciplina propios de las
Iglesias sobre los sacramentos (p. 5).
COMMUNICATIO IN SACRIS, 2
CIC 844, P. 2
Casos en que un católico recibe lícitamente esos sacramentos de
un ministro acatólico:
1. Que le sea imposible física o moralmente acudir a un ministro
católico (imposibilidad moral = grave dificultad: lejanía, peligro, ...).
2. Que le sea necesario o, al menos, verdaderamente útil para su
alma recibir el sacramento.
3. Que se evite el peligro de error o indiferentismo.
4. Que estos sacramentos “existan válidamente” en la Iglesia del
ministro de quien se reciben: no basta que sean considerados
válidos en esa Iglesia, sino que deben serlo en realidad. Sin esta
seguridad no sería lícito recibirlos.
COMMUNICATIO IN SACRIS, 3
CIC 844, P. 3 - 4
Casos en que un ministro católico administra lícitamente esos
sacramentos a cristianos no católicos: distinguir entre los cristianos orientales de los demás cristianos separados:
1. A los cristianos orientales y equiparados a ellos en materia sacramental a juicio de la Santa Sede (ej.: los viejos católicos):
a. Que los pidan espontáneamente.
b. Que estén debidamente dispuestos (fe, condiciones personales...).
2. Para los demás cristianos separados (además de las anteriores,
condiciones más severas):
a. Que se encuentren en peligro de muerte o que, a juicio del obispo
diocesano o de la Conferencia Episcopal, urja otra necesidad grave.
b. Que no puedan acudir a un ministro propio.
c. Que profesen la fe católica respecto a esos sacramentos.
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