BURÓS DE INFORMACIÓN CREDITICIA Dr. Guido Franco Cordero Opinión legal con relación al fenómeno del acopio de información de los prestatarios y deudores del sistema financiero y su uso por entidades financieras y no financieras, a fin de obtener el registro y comportamiento financiero de dichas personas para tomar decisiones comerciales de contratación. I. Introducción. A manera de introducción efectuaré una breve reseña histórica del tipo de entidades que hoy nos ocupa. En este sentido cabe señalar que las empresas de información crediticia tienen su origen a finales del siglo XIX como fruto de la revolución industrial y el desarrollo del comercio organizado. Hasta ese momento, los comerciantes conocían en persona a la gran mayoría de sus clientes. Este conocimiento personal les permitía saber a quién le podían otorgar crédito y a quién no. La creación de grandes centros urbanos hizo que los establecimientos comerciales aumentaran de tamaño, y que creciera la población atendida por cada uno, y en esa medida, hacía cada vez más difícil el conocimiento personal de todos los clientes. No obstante, la necesidad de otorgar crédito como herramienta comercial era tan sentida como siempre. Para resolver ese problema, los comerciantes decidieron compartir con sus competidores su información más preciada: su lista de clientes. Así todos los miembros de una asociación aceptaban entregar información sobre sus relaciones con sus clientes, para acceder a la del conjunto de asociados. Se creó así una comunidad de intercambio de información para beneficio de todos. Quien no aportaba información no podía consultar. Ese principio fundamental con ligeras variaciones sigue vigente hoy. En paralelo con esta evolución, se daba la consolidación del sistema bancario moderno, y en particular el desarrollo del crédito a los consumidores. Si los comerciantes tenían problemas para conocer a sus clientes, con mayor razón la tenían los bancos, que no tenían con ellos ninguna relación comercial y querían buscar con quién establecer relaciones financieras. Ello llevó a que los bancos se convirtieran en los principales usuarios de los registros de crédito que originalmente habían creado los comerciantes para su propio uso. Con el advenimiento de los computadores en la segunda mitad del Siglo XX, llegó la posibilidad de automatizar estos registros y de obtener de ellos respuestas instantáneas, dando así origen a las Empresas de Información Crediticia, o "Burós de Información Crediticia", como se les llama en otras latitudes y la consecuente contradicción y controversia con los llamados 1 derechos a la intimidad o derechos a la información propia, lo que generó modificaciones de corte constitucional en una gran cantidad de países en el mundo instaurando el ya bastante conocido “Habeas Data”. I.1 Finalidad de los BICs Los BIC registran la forma como las personas y las empresas han pagado a las entidades el dinero que le han prestado y como a efectuado otros pagos como teléfonos celulares, televisión por cable o servicios públicos, tanto los pagos oportunos como los retardos, son el espejo de su comportamiento crediticio. El propósito de los BICs es permitir que los otorgantes de crédito extiendan créditos a personas que no conocen. Ello se logra porque el examen de la historia de crédito de una persona es un ejercicio objetivo, que mide de igual manera a todos los deudores potenciales sin tener en cuenta otros factores subjetivos. Contrario a la creencia generalizada los reportes de los BICs no son listas negras, ya que las mismas sólo contienen información sobre moras o ejecuciones, no buscan sancionar a los que se encuentran en ellas ya que solo sirven para declinar el otorgamiento de créditos y no para tomar una decisión objetiva sobre su otorgamiento. Solamente la combinación de la información positiva y negativa sobre un período razonable de tiempo hacia atrás, permitirá evaluar de manera certera el comportamiento general de una persona frente a sus obligaciones durante ese período de tiempo, y aún más importante, observar si su comportamiento de pagos es estable, se está deteriorando, o está mejorando. Es precisamente la posibilidad de proyectar hacia el futuro esas tendencias la que constituye una herramienta insustituible para el otorgamiento masivo de crédito. II. Resumen del problema. Es particularmente importante estimular el desarrollo de las BICs en nuestro país, ya que las deficiencias del ordenamiento legal en actual vigencia y las marcadas carencias institucionales han causado que prolifere la cultura del no pago. Estas carencias han contribuido tanto al subdesarrollo del sistema financiero como a limitar la capacidad del gobierno para cobrar impuestos. El incumplimiento de las obligaciones crediticias ha tenido graves repercusiones sobre nuestro país. La carencia de información actualizada, veraz y completa de los deudores de la banca ha sido un factor que ha incrementado la vulnerabilidad del sistema financiero y ha contribuido a la generación de crisis bancarias recurrentes. Es importante recordar que los intermediarios financieros tienen la gran responsabilidad de evaluar cuidadosamente los riesgos que incurren al conceder créditos, ya que están disponiendo de los recursos de terceros, los depositantes. 2 Para poder efectuar una evaluación diligente requieren contar con información sobre los adeudos de quienes les solicitan créditos y sobre la forma como estas personas las han pagado en el pasado. En la práctica, para poder cumplir con la responsabilidad de otorgar crédito sólo a los sujetos confiables, necesitan información adicional a la que poseen. Así, para obtener acceso a ella deben estar dispuestos a compartir la información crediticia en su poder con las BICs. El sano desarrollo del mercado de los BICs precisa de un marco regulatorio que establezca con claridad los principios que norman la protección de los datos personales. Dichos principios inciden sobre todos los agentes que participan en el mercado. Además, en la medida en que este marco regulatorio tenga una aplicación general para los distintos sectores de la economía, se facilita la conformación de bases de datos que incorporen información de diversas fuentes, propiciando que las bases de datos sean más completas y que las BICs presten una mayor variedad de servicios. Adicionalmente, un marco regulatorio general reduce la incertidumbre jurídica y los riesgos que enfrentan las partes. Estas condiciones propician mayores inversiones para la prestación de servicios de información. II.1 Derechos de los consumidores respecto a su información personal. Si bien existe consenso internacional sobre el derecho que debe tener el individuo para conocer y rectificar la información que de él tengan los BICs, en nuestro país no se aprecia un adecuado nivel de desarrollo y de cobertura de estos derechos. Hablando específicamente de los BICs la doctrina jurídica sobre el tema, casi de manera uniforme, establece que el individuo debería tener el derecho a conocer su información en poder de cualquier controlador de datos, ya sea público o privado. Generalmente, de manera casi exclusiva, se facilita al individuo ejercer sus derechos de rectificación, actualización y, cuando corresponda, supresión de los datos a través del ejercicio del Recurso Constitucional del Habeas Data previsto en la actual Constitución Política del Estado. De igual manera existen otros derechos que no se encuentran siquiera reseñados en nuestro medio, como el de conocer quien ha recibido un reporte sobre su persona. Dicho aspecto ya frecuente en legislaciones como la estadounidense, argentina o chilena dan al individuo la posibilidad de revisar quién ha obtenido reportes de los BICs acerca de su persona. Cabe destacar que el derecho del individuo a revisar quién o quiénes han obtenido reportes de su persona es uno de los mecanismos más efectivos de garantizar que se salvaguarden las disposiciones de confidencialidad de la ley. III. Relevancia del Habeas Data con relación al Problema. 3 Aún por encima de la llegada tardía del Hábeas Data, su aplicación resulta de carácter trascendental al captar nuestra legislación los impactos y efectos que a todo nivel producen los desarrollos informáticos y las innovaciones y consecuencia de la expansión de las llamadas sociedades de la información (entre ellas las BICs como componente dinámico de las mismas), provenientes de los ficheros de la administración pública y privada, que almacenan, usan, tratan, ceden y transfieren datos personales, descargando amenazas y en ocasiones lesionando los derechos fundamentales de las personas. Al incluirse al habeas Data como una garantía constitucional, se llenó un vació normativo fundamental, toda vez que se posibilita la regulación o cuando menos el control del poder omnímodo que ejercen la administración pública y las entidades privadas en su carrera mejoramiento tecnológico y adquisición de información estratégica. Sin embargo al prever su aplicación solo para aquellos supuestos en que la persona nacional o extranjera, creyéndose indebida o ilegalmente impedida de conocer, objetar u obtener la eliminación o rectificación de los datos registrados por cualquier medio físico, electrónico, magnético, informático en archivos, contenidos en bancos de datos públicos o privados, que afecten su derecho fundamental a la libertad personal y familiar, a su imagen, honra y reputación reconocidos en la constitución; circunscribe la garantía de estos derechos específicos en términos negativos, sin definir en su caso que se entiende por “impedimento” y sin tomar en cuenta el carácter dinámico de los derechos fundamentales y la posibilidad del legislador de mostrarse abierto y sensible a la aparición de nuevas exigencias de tutela. IV. Relevancia de los derechos constitucionales y civiles (buen nombre, intimidad, honor y similares) sobre el problema. A través de la historia los sistemas jurídicos han diferido en sus presupuestos filosóficos e ideológicos que incidieron decisivamente en el catálogo de derechos fundamentales y libertades de las personas. Pero esta diferencia, al margen de la justificación de valores florecientes para su época, indiscutiblemente converge en la constante común del objetivo social, de garantizar el ejercicio de derechos en condiciones de mejores niveles de igualdad, lo que viene revelado por existencia de garantías que los protejan y órganos que los concreten; pues de nada serviría un sistema de valores, derechos y libertades, si a ellos no se integraran los mecanismos procesales que instrumenten su eficacia y la implantación de políticas innovadoras que recepten las necesidades sociales de cambios cualitativos, que al final se reflejen en la adecuación ponderada del orden jurídico del Estado de derecho. En este contexto, la Constitución de nuestro país, al reconocer que todo ser humano tiene personalidad y capacidad jurídica y goza de derechos, libertades y garantías, sin discriminación alguna, y que la dignidad, la intimidad y similares 4 son inviolables, configuran los ejes centrales de reivindicación de derechos en un escenario democrático y participativo de vigencia plena de sus instituciones. En Bolivia la formulación de los derechos fundamentales desde la perspectiva histórica, considerados como derechos inherentes a la personalidad, confluyen en la consagración de los derechos enunciados en el artículo 7 de la actual norma constitucional. Este elenco de derechos y valores no integra sin embargo, otros derechos individuales y sociales reconocidos ya en otros ámbitos, como el derecho al buen nombre, a la intimidad o privacidad, derecho al honor etc. Entre los derechos fundamentales que vienen recogidos en el artículo 7 de la Constitución, no aparece como derecho fundamental la intimidad personal y familiar de las personas, quizás porque en la década de los 60 la precariedad de los medios de comunicación de aquel entonces no permitió al legislador avizorar las amenazas del desarrollo de las llamadas sociedades de la información. Los aspectos mencionados permiten justificar que la relevancia de la protección de los datos personales y la consecuente aparición del Habeas Data, por lo menos en nuestro medio, alcance expectantes niveles de estimación y que por consiguiente el tema que nos ocupa deba ser analizado a fin de responder las cuestiones atingentes que todo jurista se plantearía. V. Doctrina y regulación de los Burós de información en Bolivia y su relación con el problema. El crédito es ante todo un acto de confianza. El banquero o el comerciante CONFÍA en que su cliente va a pagar el préstamo. El riesgo de que el cliente no pague es el riesgo crediticio que asume el prestador. En el caso de los bancos, ese riesgo lo toma el banquero a nombre de los ahorradores, pues son sus recursos los que presta. Para reducir los riesgos, los prestadores tradicionalmente le prestan a aquellos que conocen bien y; si no los conocen, a aquellos que ofrecen bienes de mayor valor en garantía. Para el prestador, conocer significa saber si la persona es confiable. Por lo tanto al ciudadano, le toca demostrar que en el pasado ha pagado bien. Las Centrales de Información Crediticia no aportan esa demostración de manera automática pues contienen las historias de crédito de las personas. Sin las Centrales de Información Crediticia, los ciudadanos tendrían que presentar todos los documentos que demuestren que han cumplido y cumplen actualmente sus obligaciones. La demostración teórica de este principio la estableció Joseph Stiglitz, quien obtuvo el premio Nóbel de Economía por sus trabajos sobre los 5 disfuncionamientos del mercado del crédito, debido a las asimetrías de información entre el banquero y el cliente. Stiglitz demostró que dado que el banquero no conoce toda la información sobre el cliente, tiende a prestar sólo a personas que ofrecen el menor riesgo, bien sea porque son clientes conocidos o porque su ofrece garantías colaterales (hipotecas, prendas) que respaldan el préstamo. Esto tiene dos consecuencias negativas: O bien se restringe el crédito, o bien las tasas de interés son más elevadas, ambas basadas en la necesidad de disminuir el riesgo crediticio. La principal conclusión del estudio de Stiglitz es que las Centrales de Información Crediticia son una respuesta institucional que resuelve ese problema de asimetría y permite expandir el crédito. Los análisis teóricos de Stiglitz han sido después confirmados por estudios empíricos realizados por el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. Estos estudios confirman los efectos positivos de contar con una buena base de información sobre la democratización del crédito. Los BICs en Bolivia, de conformidad con las previsiones del artículo 3 de la Ley No.1488 (Ley de Bancos), se encuentran catalogados como auxiliares del sistema financiero. El campo de aplicación de los BICs se encuentra sujeto a las previsiones establecidas por la Ley de Bancos. Las normas de creación, constitución y funcionamiento de los BICs, se encuentran sujetas a la aprobación del CONFIP. De conformidad con lo dispuesto por el artículo 58 del Decreto Supremo 26581 Corresponde a la Superintendencia de Bancos y Entidades Financieras (la Superintendencia) la concesión de la licencia de funcionamiento de estas sociedades. Los miembros del directorio, accionistas, gerentes y empleados estarán sometidos a los mismos requisitos establecidos para los Bancos. Ni la Ley de Bancos, ni la Ley 2297, ni el Decreto Supremo 26581, abordan los problemas derivados del funcionamiento de los BICs, ni sus posibles vulneraciones a los denominados derechos fundamentales. Para efectos del presente análisis se ha podido identificar la presencia de los siguientes BICs en Bolivia: INFOCRED.- Conformado por una exclusividad de accionistas que desempeñan actividades en el ámbito financiero (Bancos, FFPs, Cooperativas, Mutuales, etc.). Se podría decir que los propietarios son las entidades financieras. 6 ENSERBIC.- Dependiente del grupo empresarial vinculado a la Cámara Nacional de Comercio. Se podría señalar que los propietarios son los comerciantes. DATOS BOLIVIA.- Entidad que proporciona información crediticia, pero que sin embargo no se encuentra formalmente autorizada por la Superintendencia. Probablemente la más antigua entidad de información crediticia. BURÓ BOLIVIA.- Entidad que proporciona información crediticia, pero que sin embargo no se encuentra formalmente autorizada por la Superintendencia. VI. Consideraciones sobre el Derecho a la información y la negativa comercial a contratar. El poder de la informática ha revolucionado la vida de todos. Tiene efectos positivos en diversos órdenes de la vida, pero se transforma en un elemento peligroso desde el momento que el irresponsable manejo de información personal puede causar daños a las personas (negativa comercial a contratar). Con esto no se quiere decir que los BICs no cumplan una función necesaria, la cual es proveer de información al dador de crédito para bajar el riesgo y así facilitar que se pueda otorgar préstamos a tasas razonables. Pero en la práctica se ven situaciones de verdaderos abusos, en los cuales la parte débil es el consumidor que se ve atrapado en una maraña de normas y de diversas personas, empresas, bancos, etc. que actúan en el sistema financiero. Lo que hay que tener claro es que el consumidor tiene derecho a que los bancos de datos reflejen exactamente la real situación, que no se brinden informes erróneos y que la información no sea mantenida indefinidamente desde que se generó o desde que se cumplió con el pago de la deuda. Los remedios judiciales por la vía del Habeas Data se observan satisfactorios y a medida que los consumidores reclamen por sus derechos, se irá decantando una jurisprudencia que proteja sus intereses y derechos y que, en la práctica, actúe como una regulación de una actividad que está acostumbrada a manejar información sensible como si fuera una mercancía cualquiear y no el destino de miles de personas. VII. Conclusiones y dictamen. Para la prestación de bienes y servicios y, en general, para la realización de transacciones económicas es de gran utilidad contar con información adecuada 7 sobre las partes involucradas. Lo anterior permite que los contratos se realicen con menores costos y riesgos. Por ello, tanto los proveedores de bienes y servicios como los consumidores obtienen beneficios al operar con mejor información. La existencia y acceso a la información de las personas es un instrumento fundamental para: (i) (ii) (iii) (iv) (v) Mejorar la toma de decisiones (políticas, sociales y de negocios); Fomentar la cultura de pago y el cumplimiento de todo tipo de obligaciones; Propiciar el desarrollo de la economía, aumentar la productividad, reducir precios y favorecer la provisión de nuevos servicios (el no conocer información relevante y verdadera de las personas, entorpece y hace más riesgosa la toma de decisiones); Reducir los costos de transacción en que incurren los agentes que requieren de este tipo de información. De no contar con dicha información, los agentes tienen que utilizar mecanismos más onerosos para obtenerla, completarla y hacerla más precisa; y Fomentar el comercio interno e internacional. Cuando se analiza el papel en la economía de los datos de las personas, es importante tener en cuenta dos intereses fundamentales: la protección a la privacidad y el libre flujo de la información. La protección de la información personal contenida en bases de datos se relaciona con el derecho individual de respeto a la vida privada. Por otra parte, el libre flujo de información está claramente relacionado con los derechos individuales de libertad de expresión y libertad de prensa. Los esfuerzos por fortalecer y preservar la privacidad del individuo pueden restringir el funcionamiento eficiente de la economía el cual requiere que fluya la información. A este respecto, la legislación y regulación de las bases de datos personales debe buscar proteger la privacidad y propiciar el flujo de información en beneficio tanto de los consumidores como de las empresas prestadoras de servicios. Pareciera que existe un conflicto permanente entre estos dos objetivos, pero no es así. Si bien el proteger la privacidad impone algunos costos reales, principalmente a las empresas, la protección de los datos personales fomenta la confianza de los consumidores y de las empresas de que la información no será utilizada injustamente. Ello facilita el desarrollo de bases de datos personales y, por ende, el flujo de información y la mejor toma de decisiones. No se debe perder de vista que consumidores y empresas incurren en costos elevados al tener que tomar decisiones sin contar con información actualizada, veraz y completa. Bibliografía y sitios web consultados 8 - Diaz-Granados Guido, Sergio: “La Importancia de los Burós de Información”. Publicación del H. Congreso de Colombia. 1998. - Borea Odria, Alberto: “Evolución de las garantías constitucionales” Grijley 2da Edición, Lima 1999. - Castiglione, Eduardo: “Habeas data: hacia una Nueva Intimidad”, Edición electrónica, 2000. - Davara Rodríguez. Miguel Ángel: “La protección de datos personales en el sector de las comunicaciones electrónicas”, facultad de Derecho de la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid, 2003. - www.derecho.utalcaxacl/revistas/3-1-97 - www.librosenred.com/habeasdatahaciaunanuevaintimidad.asp - www.abogarte.com.ar/habeasdata1.html - www.cjpe.or.pe/guía/3.pdf Guido Franco Cordero es abogado especialista en Derecho Administrativo y Derecho del Mercado de Valores 9