Organizados por la dignidad Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, el trabajo aparece como una actividad despreciable relacionada directamente con la esclavitud. Hoy como ayer el “hombre libre” esta salvaguardado de cualquier actividad que requiera del desgaste físico y mental, este “hombre libre” no es más que el haragán, el parásito patrón, el burgués capitalista, ese personaje siniestro que desde tiempos remotos se sirvió de la mayoría de la población, de sus fuerzas y esperanzas, de su ignorancia y humildad para vivir en el lujo y el ocio, así como una garrapata se alimenta de un animal, ellos se alimentan de nuestro esfuerzo. En la actualidad el trabajador asalariado y dentro de esta sociedad de consumo ha visto cambiar su vida material, en muchos casos se tiene acceso a créditos, préstamos monetarios e hipotecarios y se cuenta con la posibilidad de acceder en la escala jerárquica de una empresa, significando esto una mayor renta para el bolsillo del asalariado, esto es, más capacidad de consumo, de compra. Y la máquina vuelve a rodar; el rico se hace más rico ya que sus productos llegan cada vez a mas personas y sus préstamos cobran más y más intereses y el trabajador se acerca más y más a su hermano el esclavo, dependiendo ya no de un dueño sino de cientos de chupa sangres ávidos de endeudamiento masivo. Pero el trabajador durante la historia misma del hombre también estuvo organizado y consciente que el patrón y los usureros de turno eran solamente enemigos a erradicar, y hoy tampoco son pocos los que ven el trabajo asalariado como una aceptación pagada de la esclavitud; en ellos radica la responsabilidad de crear nuevas formas de resistencia contra el avance del capitalismo, ya que el patrón no se haya solo, el esta organizado junto con banqueros y políticos, tiene al estado, al gobierno de turno sea cual sea su color político, siendo un enemigo grande que cuando quiere mata. En esta pelea desigual están sumergidos los trabajadores y trabajadoras del mundo, pelea desigual porque nuestra arma mas poderosa y definitiva esta inerte, ella es la organización de los trabajadores por los trabajadores mismos, sin lideres ni vanguardias, autónoma y solidaria. Solo nos hace falta salir a la calle y darnos cuenta que la ciudad que habitamos está construida y se mueve y crece solo por nuestro esfuerzo mental y físico, porque sin nosotros no existe progreso alguno, y sin nosotros el burgués, el vil capitalista solo es un vago con sueños de ser dios. La creación de redes de organizaciones de base es decir, de grupos compuestos por asalariados/as, amas de casa, estudiantes, artesanos, feriantes y desocupados es una tarea ardua y que lleva tiempo, por eso hay que apoyar y sumarse a las existentes, luchar contra la ignorancia y la resignación, creer en nuestra capacidad de autonomía y libertad así como creemos en nuestras manos laboriosas y creadoras.