la convencion

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LA CONVENCIÓN (1792-1794)
Esta nueva etapa revolucionaria vendrá marcada por la existencia de un continuo
enfrentamiento, desde 1792 de Francia contra el resto de potencias europeas (Austria,
Prusia, Rusia, España, Portugal, Gran Bretaña...
Tras las derrotas iniciales, llegarán victorias para los ejércitos franceses, como en la
batalla de Valmy. A partir de 1793 las tropas francesas entrarán en Bélgica, España,
territorios italianos y amenazan la seguridad de Austria y Prusia.
LA PROCLAMACIÓN DE LA REPÚBLICA Y LA EJECUCIÓN DEL REY
Uno de los primeros problemas que se plantean en 1792 es que, aunque Francia sigue
siendo oficialmente una monarquía, la realidad es que carece de Rey y que, de hecho,
Francia es una República, en la cual buena parte del poder está en manos de la llamada
Comuna surgida a raíz de los incidentes del 10 de agosto. Al frente de esta Comuna se
encuentra Maximilien Robespierre, hombre fuerte de la revolución en los meses
siguientes.
La revolución había entrado en una nueva fase en la que las posturas se radicalizarían,
alcanzándose momentos muy tensos cuando las tropas de los monarcas absolutos se
encuentren a las puertas de Paris tras su victoria en la batalla de Verdun. Los rumores de
la existencia de “traidores” en el interior desató terribles matanzas de prisioneros en las
cárceles parisinas y que arreciasen las medidas anticlericales del gobierno ante la
sospecha de que los miembros de la Iglesia colaboraban con los enemigos de la
revolución.
En este contexto se producirá una victoria militar de los revolucionarios, la batalla de
Valmy, que para muchos historiadores es uno de los puntos clave de la historia: la
derrota de los ejércitos absolutistas abrirá una nueva etapa que irá consolidando las
posiciones revolucionarias. En los años siguientes, las sucesivas victorias militares de
Francia servirán para llevar las ideas revolucionarias por toda Europa occidental. El
alemán Goethe, uno de los hombres de letras más influyentes del momento, y presente
en la batalla de Valmy llegó a escribir que ese día, 20 de septiembre de 1792, y en ese
lugar, Valmy, “se inició una nueva era en la historia del mundo”.
Mientras tanto, se habían celebrado en Francia elecciones, y de ellas salió una nueva
Asamblea Constituyente que recibirá el nombre de Convención Nacional, cuya primera
tarea será la redacción de una nueva Constitución.
Una de las primeras decisiones de la Convención fue la supresión de la Monarquía,
aunque se dejó para más adelante la proclamación de la República. El carácter radical
de esta nueva fase puede observarse en el establecimiento de un nuevo calendario
republicano (se hablará de año I de la República), y se cambiará el nombre tradicional
de los meses por otros que hacen referencia a circunstancias meteorológicas o a típicas
labores agrícolas.
En la Convención convivían tres grupos de diputados más o menos definidos, a la
derecha, los llamados girondinos, revolucionarios moderados que ya habían participado
en las anteriores fases revolucionarias, a la izquierda, los más radicales jacobinos, y en
el centro un grupo de diputados (la llanura) cuyas posiciones oscilan.
Esta división política se pondrá de manifiesto cuando la Convención decida sobre la
situación del Rey. Los Girondinos consideran suficiente que se le detenga hasta el final
de la guerra, mientras que los jacobinos desean un castigo mayor. Cuando se descubran
pruebas de que Luis XVI está colaborando con los ejércitos extranjeros que luchan
contra Francia los jacobinos pedirán para él pena de muerte. La ejecución pública se
producirá en enero de 1793. Los historiadores han destacado la relativa indiferencia con
la que monárquicos y republicanos franceses recibieron la noticia, prueba indudable del
cansancio de cuatro años de hechos revolucionarios y del cambio mental de unas masas
populares que asisten a la ejecución de quien pocos años antes como Monarca Absoluto
tenía para el pueblo una consideración casi de figura religiosa.
LA CONSTITUCIÓN DEL AÑO I. "EL TERROR"
Además de en el proceso del Rey la Convención ocupó su tiempo en la redacción de la
nueva Constitución, más democrática que la anterior de 1791, pues además de incluir el
sufragio universal masculino, reconocía derechos sociales, como el derecho a la
educación y al trabajo o la protección con dinero público de los más desfavorecidos.
Esta constitución fue aprobada en el verano de 1793, aunque nunca llegó a entrar en
vigor, pues su aplicación se pospuso para cuando finalizase la guerra. A pesar de esto
muchos historiadores la consideran un texto legal de gran importancia pues añade al
concepto de democracia unas medidas de protección social que sólo en el siglo XX se
aplicarán en los países más ricos y avanzados.
Durante esta etapa de gobierno el poder quedó en manos de los jacobinos que se
apoyaban en la fuerza de los llamados sans-culottes en la calle. Los acontecimientos en
el exterior con una guerra que a pesar de algunas victorias francesas preocupa porque
con la muerte del rey son muchos los reyes europeos empeñados en terminar con la
revolución, y los acontecimientos violentos en el interior, como el asesinato de Marat,
un importante dirigente jacobino, conducirán a que la Convención otorgue poderes
especiales a los llamados “Comités”, como el Comité de Salvación Pública, dirigido por
Robespierre, que en la práctica gobernaron Francia de forma dictatorial. Con esto llega
la etapa del Terror.
Durante esta fase (el Terror) dictatorial de la República, la utilización de la violencia
política contra los considerados enemigos de la revolución fue algo constante. Los
juicios irregulares por parte de tribunales revolucionarios terminaban frecuentemente
con condenas a muerte (se habla de más de 40.000 ejecuciones en unos pocos meses).
Durante esta etapa la violencia política se convirtió en práctica política pues los comités
se mantuvieron en el poder eliminando de forma sistemática a sus rivales con la excusa
de que la revolución peligraba ante las conspiraciones de nobles y eclesiásticos
apoyados por las monarquías absolutas europeas.
Mientras tanto la guerra continúa, y a finales de 1793 se confirma que lo sucedido en
Valmy no era un espejismo: los ejércitos extranjeros son expulsados de Francia, e
incluso las tropas revolucionarias se hacen con el control de Bélgica y zonas de
Alemania.
El año 1794 verá la continuación de la política de terror institucional, justificado por el
propio Robespierre como una forma de defender la República de los enemigos de la
libertad . Robespierre conseguirá eliminar a los principales dirigentes de los sansculottes y de hecho, durante algunos meses, el gobierno de Francia se convierte en una
dictadura personal. Esta situación terminará cuando los enemigos (de todas las
tendencias políticas) de Robespierre, unidos por el miedo a ser eliminados, actúen
contra él. Maximilien Robespierre será guillotinado, y con su muerte llega el fin de la
etapa más radical de la revolución francesa.
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