El camino de San Pablo. Vía Pauli

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El camino de Pablo, camino de la Iglesia
Celebración del “Vía Pauli” para concluir el año paulino
Notas prácticas
1.- La Celebración está estructurada en dos partes, una centrada en la lectura de la Palabra con silencios
y alguna antífona; y otra más participativa y espontánea haciendo el eco, concluyendo con la oración final
y el Himno al amor. Si la primera parte parece larga se pueden acortar los textos de la Palabra, pero se
deben mantener los cinco pasos o etapas que dan sentido a toda la celebración.
2.- Los cantos de inicio y final están son conocidos por todos. Los que acompañan a las lecturas son
orientativos y alguno de ellos puede no ser conocido. En ese caso se puede sustituir por otro canto que
venga bien al sentido de la Palabra. He intentado buscar textos “cantables” de Pablo, ya que hay varios…
3.- Para dar más participación y variedad a la celebración, se deben distribuir los lectores de las
introducciones y de los textos de la Palabra.
4.- Al final de la celebración se puede entregar de regalo a los participantes la pequeña antología “El
evangelio de Pablo”.
Introducción (Este texto se puede leer al comienzo de la celebración, para motivarla)
Al terminar el año dedicado a San Pablo nos disponemos como comunidad a dar gracias a
Dios por la Palabra que Dios ha dirigido a la Iglesia a través de él a lo largo de los siglos. Pablo
ha sido testigo de la Palabra y misionero de la Palabra. Abierto al Espíritu y obrero de la
comunión eclesial, cariñoso como una madre o un padre, y firme en sus convicciones que son
la defensa del Evangelio y la libertad del cristiano. En esta oración con la que clausuramos el
año paulino hacemos una selección de cinco temas biográficos y a la vez espirituales de la
persona de Pablo, que son a la vez los temas cruciales de nuestras propias vidas. Vamos a
vivir una celebración que nos habla de Pablo y a la vez de nosotros, de nuestro camino
personal, el camino de la Iglesia, el camino marianista en ella.
La estructura de la celebración es la siguiente: Comenzaremos con una canción a Cristo,
tomada de una de sus cartas, y luego iremos presentando cada una de las cinco “estaciones” o
etapas de su vida, en las que se escuchará un texto bíblico tomado de Lucas en Hechos o de
las cartas del mismo Pablo. Un breve momento de silencio y una breve antífona, a veces
tomada del mismo Pablo, cerrará cada etapa. Tras el recorrido del camino, se abrirá un tiempo
más tranquilo en clima de oración compartida para hacer el eco, en forma de reflexión, acción
de gracias o petición. Concluirá la celebración con la Oración final que haremos juntos y el
Himno al amor, tomado de la primera carta a los corintios.
Canto de entrada: “Acuérdate de Jesucristo” (2 Tim 2,8-13) L.Deiss
1ª estación: La llamada
Introducción:
Pablo escuchó la llamada de Dios desde pequeño, como creyente judío; como le sucedió a
María, a Jesús, a los apóstoles. Así vivió él su fe en el pueblo de Israel y se comprometió como
un hombre profundamente religioso. El nacimiento de la Iglesia, el llamado “Camino”, lo vivió en
conciencia como una herejía, algo contra lo cual luchar y así se convirtió en un anticristiano.
Pero el mismo Señor lo llamó y le transformó cuando iba a Damasco. En esta etapa primera de
Pablo oramos nuestra propia llamada: no solo los comienzos de nuestra vocación, sino también
la voz que seguimos escuchando en el hoy de nuestra vida.
La Palabra (Hech 9,1-20)
“En aquellos días, Saulo seguía echando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor.
Fue a ver al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, autorizándolo a
traerse presos a Jerusalén a todos los que seguían el nuevo camino, hombres y mujeres. En el
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viaje, cerca ya de Damasco, de repente, una luz celeste lo envolvió con su resplandor. Cayó a
tierra y oyó una voz que le decía: - «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» Preguntó él: «¿Quién eres, Señor?» Respondió la voz: - «Soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate, entra
en la ciudad, y allí te dirán lo que tienes que hacer.» Sus compañeros de viaje se quedaron
mudos de estupor, porque oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo y,
aunque tenía los ojos abiertos, no veía. Lo llevaron de la mano hasta Damasco. Allí estuvo tres
días ciego, sin comer ni beber. Había en Damasco un discípulo, que se llamaba Ananías. El
Señor lo llamó en una visión: - «Ananías.» Respondió él: - «Aquí estoy, Señor.» El Señor le
dijo: - «Ve a la calle Mayor, a casa de judas, y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Está orando,
y ha visto a un cierto Ananías que entra y le impone las manos para que recobre la vista.»
Ananías contestó: - «Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho
a tus santos en Jerusalén. Además, trae autorización de los sumos sacerdotes para llevarse
presos a todos los que invocan tu nombre.» El Señor le dijo: - «Anda, ve; que ese hombre es
un instrumento elegido por mí para dar a conocer mi nombre a pueblos y reyes, y a los
israelitas. Yo le enseñaré lo que tiene que sufrir por mi nombre.» Salió Ananías, entró en la
casa, le impuso las manos y dijo: - «Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció
cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y te llenes de Espíritu
Santo.» Inmediatamente se le cayeron de los ojos una especie de escamas, y recobró la vista.
Se levantó, y lo bautizaron. Comió, y le volvieron las fuerzas. Se quedó unos días con los
discípulos de Damasco, y luego se puso a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús es
el Hijo de Dios”.
Silencio (breve momento para interiorizar la Palabra escuchada)
Antífona: “Yo quiero ser, Señor amado, como el vaso en manos del alfarero; toma mi vida,
hazla de nuevo, yo quiero ser un vaso nuevo”
2ª estación: El concilio de Jerusalén (El Espíritu abre la Iglesia a todos)
Introducción
Ya convertido Pablo a la fe cristiana, uno de los momentos cruciales no solo para él sino
también para toda la Iglesia naciente fue el llamado Concilio de Jerusalén, donde el “Camino”
cristiano dejó de ser una secta judía y comenzó una expansión libre y abierta a todas las
culturas y pueblos. Esta libertad y apertura estaba promovida por el mismo Espíritu Santo, que
abre y nadie puede cerrar. El Espíritu que enciende el fuego que nadie puede apagar. El
Espíritu que sopla y que todos pueden sentir como impulso de amor y de misión.
La Palabra (Hech 15,22-31)
“En aquellos días, los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron elegir algunos
de ellos y mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas Barsabá y a Silas,
miembros eminentes entre los hermanos, y les entregaron esta carta: «Los apóstoles y los
presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia convertidos del
paganismo. Nos hemos enterado de que algunos de aquí, sin encargo nuestro, os han
alarmado e inquietado con sus palabras. Hemos decidido, por unanimidad, elegir algunos y
enviároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, que han dedicado su vida a la causa de
nuestro Señor Jesucristo. En vista de esto, mandamos a Silas y a Judas, que os referirán de
palabra lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas
que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de
animales estrangulados y de la fornicación. Haréis bien en apartaros de todo esto. Salud.» Los
despidieron, y ellos bajaron a Antioquía, donde reunieron a la Iglesia y entregaron la carta. Al
leer aquellas palabras alentadoras, se alegraron mucho”.
Silencio
Antífona: “Tu Espíritu clama en nosotros: ¡Abba, Padre!” (Rom 8,15)
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3ª estación: La misión es anunciar el Evangelio
Introducción
Pablo primero recibió y asimiló el Evangelio.Tras el encuentro con Cristo en el camino de
Damasco y su bautismo, vivió un largo proceso de interiorización y asimilación de la Buena
Noticia. Su fe no se quedó en la cabeza sino que pasó a toda la persona. La fe del corazón,
decía él. Y así el Evangelio se hizo vida en Pablo. Y defendió el Evangelio de Jesús como una
Buena Noticia de libertad y de amor. Con el Evangelio quiso llevar por todas partes la Gracia
que Dios reveló en Cristo y comunicó por el Espíritu. Esa sigue siendo la única riqueza y la
misión primordial de la Iglesia.
La Palabra
“No me avergüenzo de anunciar el Evangelio, que es fuerza de Dios para la salvación de todo
el que cree: del judío primeramente y también del griego. Porque en Él se revela la fuerza
salvadora de Dios mediante una fe en continuo crecimiento. Así lo dice la Escritura: “El justo
vivirá por la fe” (Rom 1,16-17)
“No me envió Cristo a bautizar sino a predicar el Evangelio. Y no con palabras sabias, para no
desvirtuar la cruz de Cristo. Pues la predicación de la cruz es una locura para los que se
pierden; mas para los que se salvan –para nosotros- es fuerza de Dios. (….) Como el mundo
mediante su propia sabiduría no conoció a Dios en su divina sabiduría, quiso Dios salvar a los
creyentes mediante la locura de la predicación. Así, mientras los judíos piden signos y los
griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los
judíos, locura para los gentiles; mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo,
fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Porque la locura divina es más sabia que los hombres y la
debilidad divina, más fuerte que los hombres” (1Cor 1,17-25)
Silencio
Antífona: “Palabra que fue luz” (Taulé)
4ª estación: Fundar, guiar, hacer crecer comunidades
Introducción
Gracias a Pablo y a Lucas en Hechos, conocemos la aventura de la fundación, desarrollo, crisis
y gozos de las primeras comunidades cristianas del siglo I. Es un tesoro documental y espiritual
que ambos nos han dejado y que nos ayuda mucho para nuestra tarea de hacer comunidad.
Pablo fue un evangelizador en clave de edificación, de comunión eclesial. Sabemos que no fue
fácil ese servicio que prestó, pero nos dejó una guía para saber amar, celebrar, compartir, y
actuar en medio de la sociedad como cristianos.
La Palabra (1Cor 3,1-17)
“Queridos corintios, no me fue posible entonces trataros como a personas animadas por el
Espíritu: tuve que hacerlo como a personas inmaduras, como a cristianos en estado infantil. Os
alimenté con leche y no con alimentos fuertes, que no podíais asimilar entonces, y tampoco
podéis ahora, porque seguís siendo inmaduros. Pues mientras haya entre vosotros envidias y
rivalidades ¿no es prueba de inmadurez y de que no habéis superado el nivel puramente
humano?. Efectivamente, cuando uno dice: “Yo soy de Pablo”. Y otro dice: “Yo soy de Apolo”,
¿no estáis demostrando que pensáis todavía de manera inmadura?(…) Yo planté, Apolo regó,
pero fue Dios quien hizo crecer. (….) Nosotros somos colaboradores de Dios, vosotros sois el
campo que Dios cultiva, la casa que Dios edifica. Yo, respondiendo al don que Dios me ha
concedido, he puesto los cimientos como buen arquitecto; otro es el que levanta el edificio.(…)
Desde luego que el único cimiento válido es Jesucristo. (…) ¿Ignoráis acaso que sois templo
de Dios y morada del Espíritu Santo?”
Silencio
Antífona: “Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre” (Deiss) Ef 4,4-6
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5ª estación: Ser testigo de Jesucristo hasta el final
Introducción
Lucas quiso presentarnos en Hechos el final de la vida de Pablo en paralelo con la de Jesús:
sufriendo una pasión con rechazo, juicios y detención final hacia el martirio. Ese paralelo que
subraya su condición de seguidor de Jesús se refleja en las mismas cartas de Pablo. Pero en
ellas encontramos no tanto la descripción externa de su vida cristiana, sino la vivencia profunda
de su identificación con Jesús, su amor a Cristo hasta el final. Sus expresiones de fe, tan
fuertes y hondas, fruto de una experiencia larga y costosa, siguen siendo para nosotros motivo
de oración y de evaluación de nuestro propio testimonio. Pablo nos sigue ayudando a seguir a
Jesús hasta el final.
La Palabra (Flp 3,8-14)
“Lo que era para mí una ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo. Más aún,
juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por
quién perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo, y ser hallado en Él, no
con la justicia mía, la que viene de la Ley, sino la que viene por la fe en Cristo, la justicia que
viene de Dios, apoyada en la fe, y conocerle a Él, el poder de su resurrección y la comunión en
sus padecimientos, hecho semejante a Él en la muerte, tratando de llegar a la resurrección de
entre los muertos. No que lo tenga ya conseguido o que sea ya perfecto, sino que continuo mi
carrera para alcanzarlo, de la misma manera que Cristo Jesús me alcanzó a mí. Yo hermanos,
no creo haberlo ya conseguido. Pero hago una cosa: olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo
que está por delante, corriendo hacia la meta, al premio a que Dios me llama desde lo alto en
Cristo Jesús”.
Silencio
Antífona: ¿Quién nos separará del amor de Dios? (Rom 8,35)
Tiempo de compartir (reflexión, petición…):
Tras las estaciones del “Vía Pauli”, se abre ahora un rato de oración en común, cuya duración
variará a discreción del que dirige la celebración y según el número de participantes en ella.
Cada cual puede elegir una o dos etapas y desde ellas hacer una breve oración
Oración final (recitada por todos)
Podemos utilizar cualquiera de los Himnos de Pablo que solemos rezar en Vísperas. Es la
mejor oración en común que podemos hacer en sintonía con Pablo y aquellas primeras
comunidades, ya que ellos mismos oraron con estos himnos. Hoy sentimos la comunión de
oración con la Iglesia de todos los tiempos.
Canto final: “Si me falta el amor” (F. Palazón) (1 Cor 13,1-13)
Al final de la celebración se puede entregar a cada uno “El evangelio de Pablo”, como motivo
de oración.
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