Fiesta de la Transfiguración del Señor Este es mi hijo amado (Mc 9,2-10) ANTÍFONA DE ENTRADA (Cf Mt 17,5) En una nube luminosa se apareció el Espíritu Santoy se oyó la voz del Padre que decía: Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo. ORACIÓN COLECTA Oh Dios, que en la gloriosa Transfiguración de tu Unigénito confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de los profetas, y prefiguraste maravillosamente nuestra perfecta adopción como hijos tuyos, concédenos, te rogamos, que, escuchando siempre la palabra de tu Hijo, el Predilecto, seamos un día coherederos de su gloria. PRIMERA LECTURA (Dn 7,9-10.13-14) Su vestido era blanco como nieve Lectura de la Profecía de Daniel Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin. SALMO RESPONSORIAL (96, 1-2. 5-6.9) R/. El Señor reina, altísimo sobre toda la tierra. El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono. R/. Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra; los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria. R/. Porque tú eres, Señor, altísimo sobre toda la tierra, encumbrado sobre todos los dioses. R/. SEGUNDA LECTURA (Pe 1, 16-19) Esta voz del cielo la oímos nosotros Lectura de la segunda carta del apóstol san Pedro. Queridos hermanos: Cuando os dimos a conocer el poder y la última venida de nuestro Señor Jesucristo, no nos fundábamos en fábulas fantásticas, sino que habíamos sido testigos oculares de su grandeza. Él recibió de Dios Padre honra y gloria, cuando la Sublime Gloria le trajo aquella voz: «Éste es mi Hijo amado, mi predilecto.» Esta voz, traída del cielo, la oímos nosotros, estando con él en la montaña sagrada. Esto nos confirma la palabra de los profetas, y hacéis muy bien en prestarle atención, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día, y el lucero nazca en vuestros corazones. ACLAMACIÓN AL EVANGELIO (Mt 17,5c) R/. Aleluya, aleluya Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo. R/. Aleluya, aleluya EVANGELIO (Mc 9,2-10) Este es mi Hijo amado Lectura del Santo Evangelio según San Marcos En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, ¡que bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. » Estaban asustados, y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: «Éste es mi Hijo amado; escuchadlo.» De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.» Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos». ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS Santifica, Señor, nuestras ofrendas por la gloriosa Transfiguración de tu Unigénito y, con los resplandores de su luz, límpianos de las manchas de nuestros pecados. PREFACIO El misterio de la Transfiguración En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque Cristo, nuestro Señor, manifestó su gloria a unos testigos predilectos, y les dio a conocer en su cuerpo, en todo semejante al nuestro, el resplandor de la divinidad. De esta forma, ante la proximidad de la pasión, fortaleció la fe de los apóstoles, para que sobrellevasen el escándalo de la cruz, y alentó la esperanza de la Iglesia, al revelar en sí mismo la claridad que brillará un día en todo el cuerpo que le reconoce como cabeza suya. Por eso ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y los santos diciendo: Santo, Santo, Santo… ANTÍFONA DE COMUNIÓN (1 Jn 3,2) Cuando e manifieste, Cristo seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es. ORACIÓN DESPUÉS DE COMUNIÓN Los celestes alimentos que hemos recibido, Señor, nos transformen en imagen de tu Hijo, cuya gloria nos ha manifestado en el misterio de la Transfiguración. Lectio La Transfiguración del Señor es un hecho histórico que los discípulos solo pudieron entender mas tarde cuando ellos mismos se llenaron de la luz del Espíritu Santo. Hay que tener la luz del Espíritu para entender las cosas del Espíritu. En esta fiesta, la Iglesia medita sobre la Transfiguración de Jesús delante de tres de sus discípulos, que con él subieron a la montaña. Lo descubriremos cuándo profundicemos, confrontemos e interioricemos en el Evangelio de: Marcos, Mateo y Lucas. Contexto En (Mc 9, 2-10). El grupo de Jesús vive dos experiencias contrapuestas: mientras tres días de ellos en lo alto del monte contemplan al Señor Transfigurado, los demás al pie del monte luchan contra el poder de un espíritu impuro que domina a un niño y lo tiene mudo (9,14-29); ambas experiencias terminan en preguntas (9, 11-28). En lo alto del monte, Jesús, el Hijo amado, recibe el aval de Moisés (la ley) y Elías (los profetas), quien debía venir antes, que el Mesías para restaurarlo todo (Mal 3, 23-24). Jesús sin embargo, corrige esa falsa espera. Porque si Elías lo restaura todo, ¿Para qué envía Dios al Mesías?, ¿Qué sentido tendría su muerte? Elías (= Juan Bautista) ya vino a cumplir su misión de precursor del Mesías y, como no lo reconocieron, hicieron con él lo que quisieron (8,27-30). Jesús y no Elías es quien viene a dar su vida para restaurar todo. La comunidad del Mesías continúa la función de Elías cuando da testimonio de que es Jesús quien restaura todo por su obediencia y misterio pascual. Esta misión trae consigo sufrimientos y conflictos que hay que vivir teniendo siempre presente que la cruz no es el destino definitivo del discípulo, sino su transfiguración con el Señor. En (Mt 17,1-9). El pasaje de la Transfiguración, en el que Jesús aparece rodeado de conocimiento y gloria, está colocado en un lugar estratégico de la narración: después del primer anuncio de la pasión y de la instrucción de Jesús a sus discípulos acerca de la necesidad de seguirlo por el camino doloroso (16,21-28). Pedro Santiago y juan, quienes también acompañaron al Maestro en su agonía (26-37), son ahora testigos de la gloria del Mesías, plenitud de la ley y los profetas, representados por Moisés y Elías. Trasfondo bíblico es la teofanía o manifestación gloriosa de Dios en el Sinaí (Ex 24, 1-18) y la alianza pactada entre Dios y las tribus hebreas liberadas de Egipto. En el contexto del Evangelio según san Mateo, la Transfiguración pone de manifiesto que la meta final del camino mesiánico no radica en el sufrimiento y la muerte; estos representan condiciones necesarias que abren paso a la salvación y a la glorificación En Luca (9, 28-36). Sitúa la Transfiguración del Señor en el contexto inmediato de oración personal con Cristo en comunicación filial con el Padre. Ante la pregunta sobre su identidad (9,736) recibe por parte de Dios la respuesta definitiva: es elegido, a quien hay que escuchar (9,35).Todo lo del relato confirma la respuesta. Jesús se presenta con una figura resplandeciente, como los personajes celestiales (Ez 1,24-28, Dn 10,4-6), y de un modo que recuerda las manifestaciones de Dios en el monte Sinaí, cuando en lo alto de la montaña hablaba con Moisés y Elías mientras una nube los envolvía (EX 19,20, 24,15). Moisés (o la Ley) y Elías(o los profetas) que anunciaron a Jesús ahora vienen al dialogo con el señor sobre la pasión y la gloria que tendrá que cumplirse en Jerusalén. Moisés y Elías se retiran (LC9, 36), porque ha terminado el tiempo de los anuncios, y dejan paso a la voz celestial que procede de la nube y que proclama que Jesús es el Hijo de Dios, por tanto, el único al que ahora hay que escuchar. Comentario del Texto Jesús sube a un monte alto, allí se dirige para rezar, allí cambia de aspecto, Jesús aparece en la gloria delante de Pedro, Santiago y Juan. Junto a ellos aparecen también Moisés y Elías. El monte alto evoca al monte Sinaí, donde en el pasado, Dios había manifestado al pueblo su voluntad, consignando la ley a Moisés. Las vestiduras blancas de Jesús recuerdan a Moisés envuelto en la luz cuando hablaba con Dios en la montaña y recibe de Dios la Ley. Elías y Moisés las dos grandes autoridades del Antiguo testamento, hablan con Jesús. Moisés representa la Ley. Elías la profecía. Ante la Ley como los profetas, enseñaban ya que el camino de la gloria pasa por la cruz (Cf. Is 53). A Pedro le encanta lo que acontece y quiere asegurase el momento deleitable de hecho dice Maestro que bien que estamos aquí sobre la montaña y. propone construir tres tiendas, pero recordemos que Marcos dice que Pedro tenía miedo, sin saber lo que estaba diciendo, y Lucas añade que los discípulos tenían sueño (Lc 9,23). Para ellos es difícil entender la Cruz. La descripción de la Transfiguración comienza con una afirmación: “seis días después”. ¿A qué se refiere estos seis días? Algunos estudiosos explican así la frase: Pedro quiere construir tres tiendas, porque era el sexto día de las fiestas de las tiendas. Era una fiesta muy popular de seis días que festejaban el don de la ley de Dios y los cuarenta años, el pueblo debía transcurrir una semana de fiesta en tiendas improvisadas. Por esto se llamaba Fiesta de las Tiendas. Si no era posible la celebración de todos los seis días, por lo menos que se hiciese en el sexto día. La afirmación “después seis días” sería una alusión a las fiestas de las tiendas. Por eso Pedro recuerda la obligación de construir tiendas. ¿Quién es Jesús? El Padre da la respuesta Jesús es el Hijo Amado: el Amor eterno del Padre solamente puede satisfacerse en el Hijo que comparte su propia Divinidad. Jesús es el Elegido, o sea, el Salvador anunciado por los profetas (Is 42,1 y Lc 3, 21). Moisés y Elías, como ya se dijo son los dos personajes más importantes de la Biblia. La nube luminosa, la luz y la ropa brillante son signos exteriores que nos indican algo del misterio de Jesús: el día que resucite de entre los muertos, todo su ser humano será renovado. Para adentrarnos en este misterio, necesitamos orar, ya sea en medios de los quehaceres de cada día, ya sea retirándonos a solas con Dios y “subiendo a la montaña”. Pero en un caso y en otro, escuchando a Jesús - que es escuchar al Padre para captar el misterio de lo indecible y después testimoniarlo a los hermanos. La Transfiguración del Señor nos impulsa en una doble dirección: mostrar su rostro y descubrirlo en los hermanos, mientras caminamos hacia la Pascua por la renovación de la alianza bautismal. Además hemos de aprender a descubrir el rostro transfigurado, aunque oculto, de Cristo en los hermanos, especialmente en los más humildes. El resplandor de la gloria de Dios en Cristo se trasvasa a nuestra condición humana, a todo hombre, y paradójicamente con preferencia a los más pobres e insignificantes, como lo aviso Jesús para el día final (Mt, 25). Magisterio El episodio de la Transfiguración marca un momento decisivo en el misterio de Jesús. Es un acontecimiento de revelación que consolida la fe en el corazón de los discípulos, les prepara al drama de la cruz y anticipa la gloria de la resurrección. Este misterio es vivido continuamente por la Iglesia, pueblo en camino hacia el encuentro escatológico con su Señor. Como los tres apóstoles, la Iglesia contempla el rostro transfigurado de Cristo, para confirmarse en la fe y no desfallecer ante su rostro desfigurado en la Cruz. En un caso y en otro, ella es Esposa anta el esposo, participe de su ministerio y envuelta por la luz. El carácter absoluto que constituye el dinamismo profundo de la vocación a la vida consagrada: ¡que hermoso es estar contigo, dedicarnos a ti, concentrar de modo exclusivo nuestra existencia en ti! En efecto, quien ha recibido la gracia de esta especial comunión de amor con Cristo, se siente como seducido por su fulgor: Él es ”el más hermoso de los hijos de Adán( Sal 45/44,3), el incomparable. (VC, Juan Pablo II, N°16) “la vida cristiana consiste en un ascenso continuo de la montaña para encontrarse con Dios con el fin de servir a nuestros hermanos, y hermanas con el mismo amor de Dios”. Meditar sobre la Transfiguración del Señor; nos ha de impulsar a centrar nuestra mirada en Jesucristo, revelador y revelación del Padre; para llenarnos de esperanza, aguardando nuestra resurrección futura, y espacios que nos permitan escuchar la voz de Dios”: (Papa Emérito Benedicto XVI en una de sus catequesis hablando de la Transfiguración). Oración Señor Dios, que en la gloriosa transfiguración de Jesucristo confirmaste los misterios de la fe con el testimonio de Moisés y de Elías, y nos hiciste entrever en la gloria de tu Hijo la grandeza de nuestra definitiva adopción filial, haz que escuchemos siempre la voz de tu Hijo amado y lleguemos hacer un día sus coherederos en la Gloria. Por Jesucristo nuestro Señor. Apéndice Del Catecismo de la Iglesia Católca 521 Todo lo que Cristo vivió hace que podamos vivirlo en Él y que Él lo viva en nosotros. "El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido en cierto modo con todo hombre"(GS 22, 2). Estamos llamados a no ser más que una sola cosa con Él; nos hace comulgar, en cuanto miembros de su Cuerpo, en lo que Él vivió en su carne por nosotros y como modelo nuestro: «Debemos continuar y cumplir en nosotros los estados y misterios de Jesús, y pedirle con frecuencia que los realice y lleve a plenitud en nosotros y en toda su Iglesia [...] Porque el Hijo de Dios tiene el designio de hacer participar y de extender y continuar sus misterios en nosotros y en toda su Iglesia [...] por las gracias que Él quiere comunicarnos y por los efectos que quiere obrar en nosotros gracias a estos misterios. Y por este medio quiere cumplirlos en nosotros» (San Juan Eudes, Tractatus de regno Iesu). Una visión anticipada del Reino: La Transfiguración. 554 A partir del día en que Pedro confesó que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, el Maestro "comenzó a mostrar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén, y sufrir [...] y ser condenado a muerte y resucitar al tercer día" (Mt 16, 21): Pedro rechazó este anuncio (cf. Mt 16, 22-23), los otros no lo comprendieron mejor (cf. Mt 17, 23; Lc 9, 45). En este contexto se sitúa el episodio misterioso de la Transfiguración de Jesús (cf. Mt 17, 1-8 par.; 2 P 1, 16-18), sobre una montaña, ante tres testigos elegidos por él: Pedro, Santiago y Juan. El rostro y los vestidos de Jesús se pusieron fulgurantes como la luz, Moisés y Elías aparecieron y le "hablaban de su partida, que estaba para cumplirse en Jerusalén" (Lc 9, 31). Una nube les cubrió y se oyó una voz desde el cielo que decía: "Este es mi Hijo, mi elegido; escuchadle" (Lc 9, 35). 555 Por un instante, Jesús muestra su gloria divina, confirmando así la confesión de Pedro. Muestra también que para "entrar en su gloria" (Lc 24, 26), es necesario pasar por la Cruz en Jerusalén. Moisés y Elías habían visto la gloria de Dios en la Montaña; la Ley y los profetas habían anunciado los sufrimientos del Mesías (cf. Lc 24, 27). La Pasión de Jesús es la voluntad por excelencia del Padre: el Hijo actúa como siervo de Dios (cf. Is 42, 1). La nube indica la presencia del Espíritu Santo: Tota Trinitas apparuit: Pater in voce; Filius in homine, Spiritus in nube clara ("Apareció toda la Trinidad: el Padre en la voz, el Hijo en el hombre, el Espíritu en la nube luminosa" (Santo Tomás de Aquino, S.th. 3, q. 45, a. 4, ad 2): «En el monte te transfiguraste, Cristo Dios, y tus discípulos contemplaron tu gloria, en cuanto podían comprenderla. Así, cuando te viesen crucificado, entenderían que padecías libremente, y anunciarían al mundo que tú eres en verdad el resplandor del Padre» (Liturgia bizantina, Himno Breve de la festividad de la Transfiguración del Señor) 556 En el umbral de la vida pública se sitúa el Bautismo; en el de la Pascua, la Transfiguración. Por el bautismo de Jesús "fue manifestado el misterio de la primera regeneración": nuestro Bautismo; la Transfiguración "es es sacramento de la segunda regeneración": nuestra propia resurrección (Santo Tomás de Aquino, S.Th., 3, q. 45, a. 4, ad 2). Desde ahora nosotros participamos en la Resurrección del Señor por el Espíritu Santo que actúa en los sacramentos del Cuerpo de Cristo. La Transfiguración nos concede una visión anticipada de la gloriosa venida de Cristo "el cual transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo" (Flp 3, 21). Pero ella nos recuerda también que "es necesario que pasemos por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios" (Hch 14, 22): «Pedro no había comprendido eso cuando deseaba vivir con Cristo en la montaña (cf. Lc 9, 33). Te ha reservado eso, oh Pedro, para después de la muerte. Pero ahora, él mismo dice: Desciende para penar en la tierra, para servir en la tierra, para ser despreciado y crucificado en la tierra. La Vida desciende para hacerse matar; el Pan desciende para tener hambre; el Camino desciende para fatigarse andando; la Fuente desciende para sentir la sed; y tú, ¿vas a negarte a sufrir?» (San Agustín, Sermo, 78, 6: PL 38, 492-493).