Domingo XXVI del Tiempo Ordinario

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Domingo XXVI del Tiempo Ordinario
El que no está contra vosotros, está a vuestro favor. Si tu mano te hace caer, córtatela
(Mc 9,38-43.45.47-48)
ANTÍFONA DE ENTRADA (Dn 3,31.29.3043.42)
Lo que has hecho con nosotros, Señor, es un castigo merecido, porque hemos pecado contra ti y no
pusimos por obra lo que nos habías mandado; pero da gloria a tu nombre y trátanos según tu
abundante misericordia.
ORACIÓN COLECTA
Oh Dios, que manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la misericordia; derrama
incesantemente sobre nosotros tu gracia, para que, deseando lo que nos prometes, consigamos los
bienes del cielo.
PRIMERA LECTURA (Nm 11,25-29)
¿Estás celoso de mi? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta
Lectura del libro de los Números
En aquellos días el Señor bajó en la Nube, y habló con Moisés y, apartando algo del
espíritu que poseía se lo pasó a los sesenta ancianos; al posarse sobre ellos el espíritu se
pusieron a profetizar. Habían quedado en el campamento dos del grupo, llamados Eldad y
Medad. Aunque estaban en la lista no habían acudido a la tienda, pero el espíritu se posó
sobre ellos se pusieron a profetizar en el campamento.
Un muchacho corrió a contárselo a Moisés: «Eldad y Medad están profetizando en el
campamento.»
Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino: « Moisés, señor mio,
prohíbeselo.»
Moisés le respondió: «¿Es que estás tú celoso por mí? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor
profetizara y recibiera el espíritu del Señor!»
SALMO RESPONSORIAL (Sal 18, 8. 10. 12-13. 14)
R/ Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R/
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y eternamente justos. R/
Aunque tu siervo vigila para guardarlos con cuidado,
quién conoce sus faltas?
Absuélveme de lo que se me oculta. R/
Preserva a tu siervo de la arrogancia,
para que no me domine:
así quedaré libre e inocente
del gran pecado. R/
SEGUNDA LECTURA (Stgo 5,1-6)
Vuestra riqueza está corrompida
Lectura de la carta del Apóstol Santiago
¡Ahora, vosotros, ricos! llorad y lamentaos por las desgracias que os han tocado. Vuestras riquezas
se han podrido y vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestra riqueza está corrompida y
vuestros vestidos están apolillados. Vuestro oro y vuestra plata derrumbados, y esa herrumbre será
un testimonio contra vosotros y devorará vuestra carne como el fuego. ¡Habéis amontonado riqueza,
precisamente ahora, en el tiempo final! El jornal defraudado a los obreros que han cosechado
vuestros campos está clamando contra vosotros; y los gritos de los segadores han llegado hasta el
oído del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en este mundo con lujo y entregados al placer. Os
habéis cebado para el día de la matanza. Condenasteis y matasteis dado muerte al justo; él no os
hace resistencia.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO (Jn 17,17b-a)
R/. Aleluya, aleluya
Tu Palabra, Señor, es la Verdad; conságranos en la verdad.
R/. Aleluya, aleluya
EVANGELIO (Mc 9,38-43.45.47-48)
El que no está contra vosotros, está a vuestro favor. Si tu mano te hace caer, córtatela
Lectura del santo Evangelio según san Marcos
En aquel tiempo, Juan le dijo a Jesús: “Hemos visto a uno que expulsaba a los demonios en tu
nombre, y como no es de los nuestros, se lo prohibimos”. Pero Jesús les respondió: “No se lo
prohíban, porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar
mal de mí. Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor. Todo aquel que les dé a
beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin
recompensa. Al que sea ocasión de pecado para esta gente sencilla que cree en mí, más le valdría
que le pusieran al cuello una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar. Si tu mano te
es ocasión de pecado, córtatela; pues más te vale entrar manco en la vida entera, que ir con tus dos
manos al lugar de castigo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo;
pues más te vale entrar cojo en la vida eterna, que con tus dos pies ser arrojado al lugar de castigo.
Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo; pues más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que
ser arrojado con tus dos ojos al lugar de castigo, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga”.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Dios de misericordia, que nuestra oblación te sea grata y abra para nosotros la fuente de toda
bendición.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN (Sal 118,49-50)
Recuerda la palabra que diste a tu siervo, Señor, de la que hiciste mi esperanza. Este es mi consuelo
en la aflicción.
O bien (1 Jn 3,16)
En esto hemos conocido el amor de Dios: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros
debemos dar nuestra vida por los hermanos.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que esta eucaristía, Señor, renueve nuestro cuerpo y nuestro espíritu, para que participemos de la
herencia gloriosa de tu Hijo, cuya muerte hemos anunciado y compartido.
Lectio
En la perícopa del texto del evangelio que nos presenta la Liturgia del XXVI domingo del
Tiempo Ordinario, encontramos a Jesús en diálogo con Juan, uno de sus Apóstoles. El
domingo anterior, lo veíamos ejerciendo con ellos la pedagogía del amor. Comprendiendo
sus actitudes, pues, Él les hablaba acerca de su pasión, mientras ellos discutían sobre quién
ocuparía el primer puesto.
Hoy, San Marcos, nos ofrece una vez más un episodio en el que el personaje que inicia la
acción es precisamente Juan, hermano de Santiago, a quienes se les denominó Boanerges,
es decir, hijos del trueno. (Mc 3, 17).
Teniendo en cuenta la elección y el mandato del Maestro para con sus Doce, ellos eran
conscientes que habían recibido el poder para echar fuera a los demonios por la relación
íntima y especial con Jesús. Por tanto, humanamente hablando, era normal en ellos esa
‘escena de celos’. Juan tiene exactamente la reacción de Josué que encontramos en la
primera lectura, la de excluir a otros que no están dentro del grupo. Josué estaba al servicio
de Moisés desde su infancia; y cuando Moisés escogió al grupo de los setenta ancianos, dos
de ellos, Eldad y Medad, que aunque estaban en la lista, no estaban presentes en la tienda
cuando Moisés les pasaba su espíritu (Núm. 11, 27-29). Moisés, ante esta actitud,
manifiesta su acuerdo y hace caer en la cuenta a Josué que está celoso de él (Núm. 11, 29).
38-39 De la misma manera, Jesús se dirige a Juan cuando le dice: “Maestro, hemos visto a
uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los
nuestros”. Inmediatamente Jesús le responde: “No se lo impidáis y le da la explicación del
porqué no: “uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí”. Jesús
les ayuda a comprender a sus Doce, que lo importante es que está echando demonios y lo
hace en su nombre. Por lo tanto, el grupo tiene que abrir la puerta para que otros se unan a
su causa; quizá este texto se complementa bien el dicho de Jesús: “Por sus frutos los
conoceréis” (Mt 7, 20). También “Suponed un árbol bueno, y su fruto será bueno; suponed
un árbol malo, y su fruto será malo; porque por el fruto se conoce el árbol” (Mt 12, 33). Y
expresa las consecuencias así: “Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al
fuego” (Mt 7, 19).
41 Curiosamente, esta comparación no se encuentra en el evangelio de Marcos, pero es
fácil comprender el Maestro da esta enseñanza explícita, que los buenos frutos se dan en la
comunidad: “Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de
Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa”.
42 Señala los frutos malos dentro de la comunidad: “Y al que escandalice a uno de estos
pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que
mueven los asnos y que le echen al mar”.
A manera de conclusión Jesús expone la solución: Y si tu mano te es ocasión de pecado,
córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al
fuego que no se apaga.
45. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que,
con los dos pies, ser arrojado a la gehenna.
47. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el
Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna,
48. donde su gusano no muere y el fuego no se apaga;
La Gehenna recuerda el valle que rodea que rodea a Jerusalén en el sur y oeste; lugar donde
se quemaba la basura y también el lugar donde se sacrificaba a los niños (en la época de los
reyes Acaz y Manasés); esta práctica era totalmente desaprobado por los profetas, de modo
que se convirtió en un símbolo de la Gehenna lo cual producía un horror absoluto. Hace
pensar en el juicio final de Dios.
Es obvio que Jesús no aconseja a nadie a que se mutile pero si son frases fuertes con las
cuales Él nos quiere ayudar a descubrir la gravedad de lo que está en juego, es decir, la
unidad de la comunidad. El evangelista Juan, expresa ese deseo profundo de Jesús: “Para
que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en
nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado y que los has amado a ellos como
me has amado a mí” (Jn 17, 21).
Solemos ser muy egoístas a solas y muchas veces, de manera más notoria, cuando
formamos parte de un grupo. Este egoísmo nos hace pensar que quien piensa distinto de mí
o pertenece a otra comunidad o es de otra ideología, etc., no tiene nada valioso. Esto se ve
muchas veces en los partidos políticos. Algunas veces todo lo que hace o dice el adversario
parece mal. Pero algo tendrán de bueno. El caso es que se critica y se lleva la contraria,
aunque no estemos del todo convencidos. Esto pasa en política, pero pasa también puede
pasarnos en los mismos ámbitos de la Iglesia. El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice:
“Todo lo bueno y verdadero de las diversas religiones lo aprecia la Iglesia como un don de
aquel que ilumina a todos los hombres, para que al fin tengan vida” (nº 843).
Muchas veces el pertenecer a un determinado grupo nos hace ciegos para poder ver la
verdad y el bien que hay en el otro. Sobre todo, si unos se creen que son los “buenos”, se
creen también que tienen toda la verdad. Lo peor no está sólo en el mal que nos hacemos a
nosotros por el pecado. Lo peor es si con nuestro pecado inducimos a otros, que quizá son
más débiles en la fe, a cometer el mismo error o pecado. Esto es lo que se llama escándalo.
Jesús dice palabras terribles contra los que dan escándalo a otros. Pueden ser ricos, que son
al mismo tiempo personas con responsabilidad social, pero que no cumplen con la justicia y
se aprovechan de los pobres en cuanto a salarios y en cuanto a trabajos excesivos. Pueden
ser padres que no dan buen ejemplo a sus hijos. El Catecismo de la Iglesia Católica se fija
en la maldad de los que deben hacer leyes y las hacen induciendo al mal. Eso es escándalo.
Que nuestros pensamientos, sentimientos y acciones tiendan siempre a mantenernos unidos
como miembros del Cuerpo Místico y recordar siempre que “ningún sacrificio es grande
para hacer realidad el anhelo de Jesús: «Padre, que todos sean uno». Que todos deseemos
ser «un solo corazón y una sola alma, un solo espíritu, una sola voz» un pequeño pero vivo
testimonio de unidad de la Iglesia Una, humilde pero viva epifanía del Señor” Madre María
Oliva Bonaldo, fundadora del Instituto de las Religiosas Hijas de la Iglesia.
APÉNDICE
Oración de Papa Francisco por la unidad de los cristianos y los mártires de hoy.
Te adoramos Dios omnipotente, Hijo y Espíritu Santo
Padre, envíanos el Espíritu Santo que Jesús nos ha prometido
Él nos guiará hacía la unidad,
Él es el que nos da el carisma, que hace las diferencias en la Iglesia,
y también Él nos da la unidad.
Envíanos el Espíritu Santo.
Que nos enseñe todo lo que Jesús nos ha enseñado,
Que nos de la memoria de todo lo que Jesús ha dicho.
Jesús, Señor, tú has pedido para todos nosotros la gracia de la unidad.
Señor, esta Iglesia que es tuya, no es nuestra,
La historia nos ha dividido.
Jesús ayúdanos a ir por el camino de la unidad o por el camino de esta unidad reconciliada.
Señor, Tú siempre has hecho todo lo que has prometido, danos la unidad de todos los
cristianos,
Amén.
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