I Domingo de Adviento Se acerca vuestra liberación (Lc 21,2528.34-36) ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 24,1–4) A ti, Señor, levanto mi alma: Dios mío, en ti confío; no quede yo defraudado; que no triunfen de mi mis enemigos, pues los que esperan en ti no quedan defraudados. No se dice «Gloria» ORACIÓN COLECTA Dios todopoderoso, aviva en tus fieles, el comenzar el Adviento, el deseo de salir al encuentro de Cristo, acompañados por las buenas obras, para que, colocados un día a tu derecha, merezcan poseer el reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo. PRIMERA LECTURA (Jer 33,14–16) Suscitaré a David un vástago legítimo Lectura del Libro de Jeremías «Mirad que llegan días –oráculo del Señor– en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquella hora suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra. En aquellos días se salvará Judá y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: Señor–nuestra- justicia.» SALMO RESPONSORIAL R/. A ti, Señor, levanto mi alma Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas, haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/. El Señor es bueno y recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. R/. Las sendas del Señor son misericordia y lealtad, para los que guardan su alianza y sus mandatos. El Señor se confía de sus fieles y les da a conocer su alianza R/. SEGUNDA LECTURA Que el Señor os fortalezca interiormente, para cuando Jesús vuelva Lectura de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses Hermanos: Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos. Y que así os fortalezca internamente para que, cuando nuestro Jesús nuestro Señor vuelva a acompañado de todos sus santos, os presentéis santos e irreprensibles ante Dios nuestro Padre. Para terminar, hermanos, por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos : Habéis aprendido de nosotros cómo proceder para gradar a Dios: pues proceded así y seguís adelante. Ya conocéis las instrucciones que os dimos en nombre del Señor Jesús. ACLAMACIÓN AL EVANGELIO ( Sal 3,12–4,2) R/. Aleluya, aleluya Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación. R/. Aleluya, aleluya EVANGELIO (Lc 21, 25–28.34-36) Se acerca vuestra liberación Lectura del Santo Evangelio según San Lucas En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y del oleaje. Los hombres quedarán si aliento por el miedo y la ansiedad, ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros temblarán. Entonces verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzadla cabeza; se acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y seos eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerzas para escapar de todo lo que está por venir, y manteneos en pie ante e Hijo del Hombre. Se dice «Credo» ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS Acepta, Señor, este pan y este vino, escogidos de entre los bienes que hemos recibido de ti, y concédenos que esta eucaristía, que nos permites celebrar ahora en nuestra vida mortal, sea para nosotros prenda de salvación eterna. PREFACIO I DE ADVIENTO Las dos venidas de Cristo En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios poderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. Quien al venir por vez primera en la humildad de nuestra carne, realizó el plan de redención trazado desde antiguo y nos abrió el camino de la salvación; para que cuando venga de nuevo en la majestad de su gloria, revelando así la plenitud de su obra. Podamos recibir los bienes prometidos que ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar. Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo. Lectio Las oraciones y lecturas de este domingo insisten casi exclusivamente en el tema de la «parusía» o segunda venida de Señor. Las ideas pues que dominaron la conclusión del año litúrgico anterior, se prolongan en el inicio del siguiente. La primera lectura anuncia también la primera venida del Mesías: «Suscitaré a David un vástago legítimo». La lectura de San Pablo aborda el tema del amor y la santidad, con las que hemos de aguardar la venida del Señor, virtudes que son también consecuencia practica del evangelio de este domingo primero del año litúrgico. 1. INVOCA • Antes de iniciar este tiempo de oración, nos disponemos con nuestra actitud interior para escuchar la Palabra de Dios. Nuestro Padre nos va a decir su mensaje. Hacemos el silencio exterior (evitar ruidos...) y el silencio interior (evitar distracciones y preocupaciones y mantenernos en paz con nosotros mismos). • Orar es: vivir de la fe, desde la animación de la esperanza del encuentro con el Padre en el Hijo y en el Espíritu. • Orar es: tener la conciencia despierta y esplendorosa de la más viva necesidad de Dios. • Orar es: estar seguro de que el Amor me abrirá las puertas de la admiración y fascinación de mi Dios, en el fondo de la oscuridad de mi conciencia. • Orar es: estar seguro que, por la confianza, el Señor me baña con toda la belleza, verdad y ternura que alimentan todo el universo y todos los humanos. • Invoquemos al Espíritu, el Artífice del encuentro con Jesús y con el Padre: Veni, Sancte Spiritus. Ven, Espíritu Santo, te abro la puerta, entra en la celda pequeña de mi propio corazón, llena de luz y de fuego mis entrañas, como un rayo láser opérame de cataratas, quema la escoria de mis ojos que no me deja ver tu luz. Ven. Jesús prometió que no nos dejaría huérfanos. No me dejes solo en esta aventura, por este sendero. Quiero que tú seas mi guía y mi aliento, mi fuego y mi viento, mi fuerza y mi luz. Te necesito en mi noche como una gran tea luminosa y ardiente que me ayude a escudriñar las Escrituras. Tú que eres viento, sopla el rescoldo y enciende el fuego. Que arda la lumbre sin llamas ni calor. Tengo la vida acostumbrada y aburrida. Tengo las respuestas rutinarias, mecánicas, aprendidas. Tú que eres viento, enciende la llama que engendra la luz. Tú que eres viento, empuja mi barquilla en esta aventura apasionante de leer tu Palabra, de encontrar a Dios en la Palabra, de encontrarme a mí mismo en la lectura. Oxigena mi sangre al ritmo de la Palabra para que no me muera de aburrimiento. Sopla fuerte, limpia el polvo, llévate lejos todas las hojas secas y todas las flores marchitas de mi propio corazón. Ven, Espíritu Santo, acompáñame en esta aventura y que se renueve la cara de mi vida ante el espejo de tu Palabra. Agua, fuego, viento, luz.Ven, Espíritu Santo. Amén. (A. Somoza) • Recitamos: Salmo a la escucha, • Venimos a ti, Señor, para escuchar tu Palabra, que nos redime y libera y nos hace fuertes en el combate. En medio del fuego del mundo queremos escuchar a tu Hijo amado para ser verdaderos discípulos. Sin tu Palabra no hay alegría posible, sin estar a tu escucha, no existe el gozo de seguirte. Haznos, Señor, creer verdaderamente en tu amor para caminar en fidelidad y ser testigos en el mundo. A veces, Señor, cuando llega la prueba, sólo necesitamos salida en ti, para seguir hacia delante, fiándonos de tus planes de amor. Queremos escucharte siempre poniendo esperanzas en nuestros corazones desgarrados y llenando de tu ternura nuestro planeta. Amén. (F. Cerro) 2. LEE LA PALABRA DE DIOS Lc 21, 25-28 y 34-36 (Qué dice la Palabra de Dios) Contexto litúrgico • Con este primer domingo de Adviento, que hoy celebramos, comienza el nuevo año litúrgico de las celebraciones de la Iglesia. En este tiempo, la liturgia nos anima y nos ayuda a prepararnos debidamente a la celebración de la Navidad, el misterio de la presencia humanizada de Dios entre nosotros. • Iniciamos también, en este ciclo litúrgico C, la lectura del Evangelio según san Lucas. Hemos de ir descubriendo, en cada domingo, las características de este Evangelio. • La Palabra de Dios, sobre todo el Evangelio, nos ayudan a ello. Seamos fieles a la lectura y oración con la Palabra de Dios de cada domingo. Contexto bíblico • El texto de hoy está ubicado en un contexto, narrado por Lucas 21, 5-36, donde el evangelista nos expone la enseñanza de Jesús sobre los últimos días de la historia de la humanidad. También se le llama el discurso escatológico porque nos habla de los últimos tiempos (esjatón significa último, definitivo). También se le llama a este texto el discurso sobre la parusía (parusía significa presencia), y se refiere a la venida •gloriosa y definitiva de Jesucristo. • 1 Texto. Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas (v. 25) No hay que entender este texto en un sentido literal. Es un lenguaje, llamado apocalíptico (Apocalipsis significa revelación o manifestación). No se trata de señales visibles en los astros del cielo, por las que podamos deducir cuándo es el final de los tiempos. Pues son fenómenos atmosféricos que se dan en cualquier tiempo. Tales palabras quieren decir, sobre todo, que, al final de la historia, todo se irá transformando, sobre todo, las personas. • Lucas también narra de forma parecida cuando muere Jesús en la cruz (Lc 23, 44-45). “Nos quiere decir que la señal de la cruz, no tanto los astros del cielo, ilumina toda la historia humana. Éste es el camino que tendrá como final la manifestación plena de la misericordia de Dios que viene a nuestro encuentro. Es muy importante saber cuál es el fin de la historia humana. El hombre, en definitiva, será, no lo que es ahora, sino lo que llegará a ser. Porque camina hacia la plena manifestación del Amor de Dios. Al final será lo que espera, porque espera lo que ama” (Silvano Fausti). •Las señales de los astros pueden también significar el miedo de algunos que descuidaron la espera del día definitivo. Es la condición de quien no conoce la paternidad y el amor de Dios y ha pasado su vida ignorando la venida permanente y La definitiva de Dios. • Seis señales que nos ayudan a discernir los acontecimientos de la vida • Después de una breve introducción (Lc 21,5) comienza el discurso propiamente dicho. En estilo apocalíptico, Jesús enumera los sucesos que sirven de señales. Bueno será recordar que Jesús vivía y hablaba en el año 33, pero que los lectores de Lucas vivieron y escucharon las palabras de Jesús alrededor del año 85. Entre el año 33 y el 85 sucedieron muchas cosas de todos conocidas, por ejemplo: la destrucción de Jerusalén (año 70), las persecuciones, guerras por doquier, desastres naturales. El discurso de Jesús anuncia los acontecimientos como algo que deberá suceder en el futuro. Pero las comunidades los consideran algo ya pasados, ya sucedidos: • Primera señal: los falsos Mesías que dirán: “¡Soy yo! ¡El tiempo está cerca!”(Lc 21,8); • • • • • Segunda señal: guerras y rumores de guerra (Lc 21,9); Tercera señal: una nación se alzará contra otra (Lc 21,10); Cuarta señal: hambre, peste y terremotos por todas partes (Lc 21,11); Quinta señal: persecuciones contra aquéllos que anuncian la palabra de Dios (Lc 21,12-19); Sexta señal: asedio y destrucción de Jerusalén (Lc 21,20-24). 2. Se acerca su liberación (v. 28) • Las catástrofes cósmicas son señales de que, al final, caerán todos los poderes injustos, opresores de la dignidad de las personas. Y comenzará un mundo nuevo, por el triunfo y la venida del Mesías y del Reino de Dios para siempre. • Para el cristiano, guiado por la fe, a través de las calamidades personales y sociales, llegará la liberación total. Día a día, la actuación silenciosa, pero profunda, de los corazones sinceros, va engendrando unos cielos nuevos y una nueva tierra donde brille la justicia (2 Pe 3, 13). • Sabemos que la creación entera está gimiendo con dolores de parto hasta el presente. Pero no sólo ella; también nosotros, los que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior suspirando para que Dios nos haga sus hijos y libere nuestro cuerpo. Porque ya estamos salvados, aunque sólo en esperanza (Rom 8, 22-24). En esperanza vamos gestando nuestro propio alumbramiento a una nueva y gozosa vida. • Es la historia de cada cristiano y de cada persona de buena voluntad, escrita día tras día anónimamente, que no aparece en las noticias televisivas, sino con actos de amor y de servicio y de entrañas de misericordia. Para entender la historia hay que saber leer los signos de los tiempos desde la luz del plan de Dios. • Para nosotros, hombres del siglo XXI, el lenguaje apocalíptico es extraño, difícil y confuso. Pero para la gente de aquel tiempo era el modo de hablar que entendían. Expresaba la certeza testaruda de la fe de los niños. A pesar de todo y contra todas las apariencias, ellos continuaban creyendo que Dios es el Señor de la Historia. El objetivo principal del lenguaje apocalíptico es animar la fe y la esperanza de los pobres. En tiempos de Lucas, mucha gente de las comunidades pensaban que el fin del mundo estaba cerca y que Jesús habría vuelto. Pero estos individuos eran personas que nunca trabajaban: “¿Para qué trabajar si Jesús volverá?” (cf Ts 3,11). Otros permanecían mirando al cielo, aguardando la vuelta de Jesús sobre las nubes (cf Hech 1,11). El discurso de Jesús indica que ninguno sabe la hora de la última venida. ¡Hoy sucede la misma cosa! Algunos esperan tanto la venida de Jesús, que no perciben su presencia en medio de nosotros, en las cosas, en los hechos de cada día 3. MEDITA (Qué me/nos dice la Palabra de Dios) • Jesús es el sembrador incansable de esperanza, de ánimo, de optimismo. El cristiano es el hombre del presente porque ve con claridad el futuro glorioso de la historia de la humanidad. No hay lugar a la desesperación. Ni hay lugar para el pesimismo de aquellos que dicen: cualquier tiempo pasado fue mejor, hoy todo va de mal en peor. • No nos quedemos instalados en nuestro conformismo, pereza, apatía. Sacudamos nuestro sueño, porque la liberación se está realizando en cada uno de nosotros. • Miramos el futuro, no con un gesto de evasión a lo presente. Sino, para dinamizar con todo interés la actualidad, el tiempo presente. ¡Estamos construyendo el Plan de Dios! 4. ORA (Qué le respondo al Señor) • Descúbrenos, Señor, tus caminos (Salmo responsorial de hoy). • Padre, que sepa caminar por los senderos que Tú me indicas con la enseñanza y testimonio de vida de tu Hijo Jesucristo. Que viva con ilusión y esperanza cada día de mi vida terrena. 5. CONTEMPLA • A Jesús, que nos abre y nos encamina hacia la vida total con Él. • A mí mismo, que, con frecuencia, me encierro en mi egoísmo y no me abro al mensaje. liberador de Jesús, mi Salvador. 6. ACTUA • Repetiré, lleno de esperanza: Que el Señor nos haga rebosar de amor... hasta el día en que venga nuestro Señor Jesús (1 Tes 3, 12-13). • Recitamos: Lámpara es tu Palabra, Señor: Lámpara es tu Palabra, Señor, lámpara para mis pies desnudos, para mis ojos cansados, para mi corazón sediento. Lámpara es tu Palabra, en la cual creo, pues tú, Señor, nos pones en camino hacia la verdadera vida. Lámpara es tu Palabra cuando voy entre los hombres, cuando no puedo más, cuando desfallezco. Lámpara eres tú como Palabra de vida, capaz de enternecer el corazón y ayudarnos en el camino. Lámpara es tu Palabra, Señor, tú vienes y te acercas a mí de puntillas, y me susurras al oído palabras de vida y amor. Lámpara es tu Palabra, luz en mi sendero, alegría en el camino. Amén. (F. Cerro) Apéndice DEL CATECISMO DE LA IGLESIA «¡Estad en vela, vigilantes!» 2612: NEn Jesús «el Reino de Dios está próximo», llama a la conversión y a la fe pero también a la vigilancia. En la oración, el discípulo espera atento a Aquel que «es y que viene», en el recuerdo de su primera venida en la humildad de la carne, y en la esperanza de su segundo advenimiento en la gloria. En comunión con su Maestro, la oración de los discípulos es un combate, y velando en la oración es como no se cae en la tentación. 2730: Mirado positivamente, el combate contra el yo posesivo y dominador consiste en la vigilancia. Cuando Jesús insiste en la vigilancia, es siempre en relación a Él, a su Venida, al último día y al «hoy». El esposo viene en mitad de la noche; la luz que no debe apagarse es la de la fe: «Dice de ti mi corazón: busca su rostro» (Sal 27, 8). 2733: Otra tentación a la que abre la puerta la presunción es la acedía. Los Padres espirituales entienden por ella una forma de aspereza o de desabrimiento debidos a la pereza, al relajamiento de la ascesis, al descuido de la vigilancia, a la negligencia del corazón. «El espíritu está pronto pero la carne es débil» (Mt 26, 41). El desaliento, doloroso, es el reverso de la presunción. Quien es humilde no se extraña de su miseria; ésta le lleva a una mayor confianza, a mantenerse firme en la constancia. 2849: Pues bien, este combate [contra la tentación] y esta victoria sólo son posibles con la oración. Por medio de su oración, Jesús es vencedor del Tentador, desde el principio y en el último combate de su agonía. En esta petición a nuestro Padre, Cristo nos une a su combate y a su agonía. La vigilancia del corazón es recordada con insistencia en comunión con la suya. La vigilancia es «guarda del corazón», y Jesús pide al Padre que «nos guarde en su Nombre» (Jn 17, 11). El Espíritu Santo trata de despertarnos continuamente a esta vigilancia. Esta petición adquiere todo su sentido dramático referida a la tentación final de nuestro combate en la tierra; pide la perseverancia final. «Mira que vengo como ladrón. Dichoso el que esté en vela» (Ap 16, 15). 2863:Al decir: «No nos dejes caer en la tentación», pedimos a Dios que no nos permita tomar el camino que conduce al pecado. Esta petición implora el Espíritu de discernimiento y de fuerza; solicita la gracia de la vigilancia y la perseverancia final.