¿Mala praxis? Juan es un enfermero de 36 años de edad que en una ocasión me contó una historia muy interesante sobre un caso muy comentado en el Hospital Calderón Guardia [un gran hospital público en San José, la capital de Costa Rica] donde ya llevaba casi 6 años de trabajo continuo. De acuerdo con Juan, era muy común que cuando una enfermera visitaba a los pacientes para darles sus pastillas, inyectarlos o tomarles la presión esos pacientes decían que no porque ya la doctora lo había hecho unos minutos antes. Aparentemente había una doctora invisible que revisaba a los pacientes, firmaba registros, les daba sus medicinas, les pasaba los termómetros, los arropaba, y a quien también se le podía ver o escuchar caminando por los pasillos del hospital, principalmente durante la noche. Aunque eran muchas las personas asustadas o que comentaban esta situación, nadie tenía ninguna explicación o solución de la misma, por lo que ninguno de los empleados quería andar solo por los pasillos, y preferían andar siempre bien acompañados durante el turno nocturno. Le expliqué a Juan que durante una sesión de regresión podríamos explorar esta situación. Ya que él quería saber cómo era una sesión de éstas, le di una explicación básica y respondí todas sus preguntas. Una vez que todas sus dudas se habían disipado Juan insistió en una cita para la regresión. Tres días más tarde llegó puntual para la sesión y diez minutos después de haberla iniciado ya estaba completamente relajado y con su cerebro trabajando a 5 ciclos por segundo. Cuando le pregunté por la misteriosa doctora del hospital me dijo que ella estaba allí justo a su lado hablándole. - ¿Dónde te encuentras? - Estoy en el tercer piso del edificio viejo del hospital. Esta es la Sala de Maternidad. Aquí está la doctora. Lleva una bata muy blanca y limpia. Voy caminando al lado de ella. Se dirige al mostrador de la recepción y me muestra un grupo de expedientes de pacientes. Ella insiste en que hay demasiado que hacer para ayudar a los pacientes y que para ella sola podría no haber tiempo suficiente para hacer tanto trabajo pendiente. - ¿Pregúntale quién es ella y qué es lo que hace allí? - Ella dice que es la doctora González. Me dice que está cuidando a sus pacientes porque no ha podido hacer lo suficiente por todos ellos. - Dile que ella murió hace mucho tiempo, que este no es el lugar donde debería estar y que este es el momento para que cruce al otro lado. - Ella dice que decidió quedarse porque hay demasiado que hacer por los pacientes. - [Este tipo de conversación continuó durante algún tiempo más sin que pudiéramos progresar ya que la terca doctora González seguía repitiendo que no había hecho suficiente por sus pacientes] Juan, no estás solo en esto. Quiero que pidas ayuda y allí la vas a estar recibiendo en este mismo instante. Uno, más cerca . . . Dos, mucho más cerca, . . . Tres, aquí está. Dime lo que está ocurriendo. - Acaba de llegar una niña. Me dice que se llama Elena y que tiene cinco años de edad. Dice que ella murió en este lugar hace ocho años mientras estaba siendo tratada por la doctora González. Esta niña trataba de convencer a la doctora González diciéndole que su muerte física se había dado hacía varios años y que éste era su momento de marcharse permanentemente del hospital. La doctora insistía en que todavía tenía mucho que hacer por sus pacientes. Entonces la pequeña Elena la abrazó y le dijo lo siguiente: "Yo morí porque ya había llegado la hora de mi partida de este mundo y tenía una misión importante que cumplir en otro lugar. Yo no morí por tu negligencia”. “Hiciste lo que pudiste pero mi cuerpo no resistió el tratamiento y tú no tenías forma de saber que yo ya tenía que abandonar mi cuerpo físico, que quedaría allí como si fuera una casa abandonada que ya no podría usarse más. No fuiste culpable de eso. No puedes seguir atada a lo que hacías acá en la tierra. Quiero que te vengas conmigo. También tú tienes misiones importantes que cumplir en otros lugares. ¡Ven conmigo! ¡Vamos!”, y la abrazaba mientras las dos lloraban y reían juntas. Ahora me están diciendo adiós y se marchan. Ellas no parecen estar caminando. Es más bien como si se movieran hacia el fondo haciéndose cada vez más y más pequeñas. Ya se desvanecieron completamente. Como nota a lo anterior quiero comentarles que unos días después de realizada la sesión anteriormente relatada, me contaron unos empleados del hospital mencionado que hacía ya casi 7 años la doctora González había sido acusada de mala praxis por los padres de una niña llamada Elena, quienes eran muy influyentes y habían convencido al Colegio de Médicos y Cirujanos para que suspendieran a la doctora González de la práctica de la medicina, lo que había hecho que ella se sintiera humillada y renunciara a su trabajo en el hospital antes de que llegaran los documentos de despido. Ella había muerto casi seis meses después debido a una fuerte depresión que la había hecho aislarse de sus amigos y familiares.