TEMA MÉDICO N° 66 PROGRAMAS DE PREVENCIÓN CAPÍTULO SEGUNDO “La Obra Social de YPF promueve el acercamiento sistemático a la prevención, tendiente a mejorar la salud desde el individuo, haciendo conocer a la población beneficiaria las posibles acciones tendientes a anticiparse a las manifestaciones de ciertas enfermedades o su detección precoz”. El presente es continuidad de una serie de comunicados con la información de los cuidados preventivos, que nuestros beneficiarios deberán tener en cuenta para prevenir y poder detectar precozmente las enfermedades descriptas en cada uno de ellos. IDENTIFICACIÓN DE LOS FACTORES DE RIESGO CARDIOVASCULAR Y PREVENCIÓN PRIMARIA DE LAS ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES TABAQUISMO Por lo general se asocia al cigarrillo con las enfermedades respiratorias. Esto es real, tanto el cáncer de pulmón como las enfermedades crónicas pulmonares están íntimamente relacionadas con el cigarrillo. Estas patologías causan numerosas discapacidades y muertes. Sin embargo, el cigarrillo es también una de las mayores causas de enfermedades cardiovasculares. En la Argentina casi la mitad de las muertes son atribuibles a enfermedades cardiovasculares y 100.000 argentinos mueren anualmente por esta causa. El cigarrillo y la circulación coronaria: Las sustancias que componen un cigarrillo provocan muchas alteraciones en las arterias del corazón (coronarias) y las de todo el organismo. Sus efectos se manifiestan en forma aguda y crónica. En primer lugar el cigarrillo comienza dañando la alfombra que recubre las arterias (endotelio), como primer paso para el desarrollo de la aterosclerosis. También la nicotina aumenta en forma temporaria la frecuencia cardíaca y la presión arterial y genera una mayor necesidad de oxígeno por parte del músculo cardíaco ya que tiene que trabajar en forma más forzada. Por otra parte, el monóxido de carbono se une a la hemoglobina de la sangre desplazando al oxígeno y formando carboxihemoglobina. De esta manera no puede satisfacer esa mayor necesidad de oxígeno del corazón. Como el oxígeno es el "alimento" del músculo cardíaco, si no se recibe en la medida adecuada se pueden desencadenar accidentes que podrían ser graves (tal como un ataque cardíaco o una arritmia fatal o no). La nicotina también actúa sobre elementos de la sangre llamados plaquetas que tienen una función importante en la coagulación. Provoca un aglutinamiento de las plaquetas con aumento de la formación de coágulos, que hacen que la sangre esté más "espesa". En personas con algún grado de obstrucción de las arterias coronarias este efecto puede provocar el cierre de la arteria y generar un infarto. Una observación bastante frecuente, es la de aquellos individuos que van a realizar algún deporte y fuman antes de comenzar. Este hecho genera un incremento sustancial en el riesgo de muerte súbita durante el deporte, ya que a la mayor demanda de oxígeno por el corazón (producto del esfuerzo que se está realizando) se suma la disminución del aporte de tal elemento por los mecanismos citados previamente. Cigarrillo y presión arterial elevada: En aquellas personas que sufren de hipertensión arterial, el cigarrillo aumenta el riesgo de padecer una hipertensión grave y también favorece la aparición de accidentes cerebrovasculares, con las nefastas consecuencias para la vida de las personas (muerte, parálisis, alteraciones en las funciones mentales y en la palabra, imposibilidad de valerse por sus propios medios). A estos peligros agudos hay que sumar el desarrollo de la enfermedad crónica de las arterias. Las modificaciones que provoca el cigarrillo en la pared de las arterias, favorecen los depósitos de grasas y la ruptura de esas placas que llevan al sangrado y taponamiento de la arteria. El colesterol elevado es uno de los factores de riesgo principales para estas obstrucciones crónicas de las arterias. El cigarrillo incrementa ese riesgo de manera considerable. Por otra parte, disminuye la proporción del HDL y aumenta el LDL. Cigarrillo y enfermedad de las arterias: La obstrucción de las arterias de las piernas, provoca falta de llegada de sangre a los músculos y el resultado puede desencadenar desde dolores que impiden la marcha hasta la amputación de los miembros. El cigarrillo es el principal factor de riesgo para el desarrollo de estas enfermedades. La mayoría de las personas que las padecen son fumadoras. La Diabetes es también un factor de riesgo mayor para el taponamiento de estas arterias y los diabéticos que fuman incrementan ese riesgo en forma muy importante. Para rescatar algo bueno en todo esto hay que pensar, que la gente que deja de fumar a menudo reduce la severidad de la enfermedad y es probable que los síntomas vayan disminuyendo. Aún en los casos en que deba realizarse una cirugía para tratar esta enfermedad, aquellas personas que dejaron de fumar tienen un mejor resultado con la operación. Cigarrillos con baja nicotina y bajo alquitrán Ningún cigarrillo es seguro. No hay evidencias científicas que hayan demostrado que el consumo de estos cigarrillos no aumente el riesgo de enfermedad coronaria. Muchos fumadores que adoptaron este tipo de cigarrillo fuman más y aspiran más profundamente el humo. Por otra parte, es necesario recordar que la nicotina no es el único elemento nocivo y el aspirar más profundamente puede incrementar el riesgo a través de esas sustancias. DEJE DE FUMAR Tenga presente, que no importa cuanto se haya fumado, siempre se está tiempo para dejar. Cuanto antes tome la decisión más beneficios obtendrá. Lo importante es abandonar el hábito antes de que se declare la enfermedad. Una persona que abandona el hábito de fumar, reduce su riesgo de enfermedad cardíaca y al llegar a los tres años sin hacerlo, es posible que obtenga el mismo riesgo que el que nunca fumó. Si se padeció una enfermedad cardíaca de origen coronario, el riesgo de tener un nuevo episodio, es muy superior en las personas que continúan con el hábito de fumar. Dejar de fumar después de haber padecido un infarto, reducirá la posibilidad de un nuevo ataque. NO ESPERE A SUFRIR UN INFARTO DE MIOCARDIO. ABANDONE EL HÁBITO MIENTRAS TODAVÍA ESTA SANO DEJE DE FUMAR AHORA SEDENTARISMO LA ACTIVIDAD FÍSICA La actividad física regular es fundamental en el tratamiento del sobrepeso y brinda muchos más beneficios de los que uno se imagina: Produce cambios orgánicos y psicológicos que ayudan a controlar el peso. Se queman más calorías durante el ejercicio pero además, si este se realiza regularmente, se logra un aumento del metabolismo global que lleva finalmente a un gasto mayor. Esto es lo que permite en gran medida mantener a largo plazo el descenso de peso. Reduce notablemente las posibilidades de complicaciones serias en pacientes con factores de riesgo cardiovascular o enfermedad ya establecida. Produce efectos positivos sobre el sistema cardiopulmonar y favorece una mejor entrega, distribución y utilización del oxígeno en el cuerpo. Mejora la presión arterial. Reduce los niveles de triglicéridos y colesterol total, bajando el colesterol LDL y subiendo el HDL. Mejora la respuesta de las células a la insulina. Esto es clave en el tratamiento del paciente con resistencia a la insulina, síndrome metabólico o Diabetes. Estimula el sistema inmunológico reforzando las defensas. Previene la osteoporosis y mejora la movilidad de articulaciones. Reduce el estrés, la ansiedad, refuerza la autoestima y promueve liberación de sustancias como las endorfinas que brindan sensación de bienestar. DEBEMOS MOVERNOS MÁS Toda actividad extra es beneficiosa y cuanto más nos movamos mejor. Sin embargo, siempre hay que empezar de a poco y es importante que resulte placentero y que no se sienta fatiga desproporcionada ni malestar físico. El primer objetivo es aumentar la actividad física y para eso hay que aprovechar cualquier oportunidad: Subir o bajar escaleras y evitar ascensores o escaleras mecánicas. Sacar a pasear a su mascota. Caminar para ir de compras o al trabajo. Descender de un transporte público unas cuadras antes. Hacer más tareas en la casa. Antes de iniciar cualquier tipo de actividad física programada, se sugiere un control con un cardiólogo o deportólogo para que indique qué tipo de ejercicio es el más conveniente según el caso, la forma en que debe realizarlo y qué precauciones debe tomar: Busque alguien que lo acompañe si le cuesta hacerlo solo. Comience con caminatas de 10 minutos tres veces por semana o a diario y vaya aumentando de a 5 minutos hasta alcanzar los 30 minutos diarios o más variando la velocidad del paso. Es igualmente útil ejercitar en una sola sesión al día que fraccionar ese tiempo en varias sesiones, por ejemplo, caminar 40 minutos seguidos o hacer 20 minutos por la mañana y 20 por la tarde. Para saber si usted es lo suficientemente activo, implemente un "cuenta-pasos": 10.000 pasos diarios aportan beneficios para la salud. Una bicicleta fija o una cinta deslizable son opciones válidas. El baile es otra alternativa muy estimulante. La natación o la gimnasia en el agua son ideales para las personas con gran sobrepeso ya que en ese medio, el cuerpo es más liviano y se libera a las articulaciones de un importante estrés mecánico. Con el nivel del agua a la altura del los hombros el peso del cuerpo se reduce de manera relativa en un 75% aproximadamente. Fortalecer los músculos también es importante: mantener los músculos en forma nos brinda fuerza y seguridad para desempeñar cualquier tarea cotidiana. Por otra parte la masa muscular es la que más combustible consume, hace que el metabolismo se eleve y se quemen más calorías, lo cual contribuye, junto con un programa de alimentación adecuado, a mantener el descenso de peso logrado.