TEMA MEDICO N° 154 PERDIDA DE LA MEMORIA La memoria es una función del cerebro que permite al organismo codificar, almacenar y recuperar la información del pasado. Surge como resultado de las conexiones sinápticas repetitivas entre las neuronas, lo que crea redes neuronales (la llamada potenciación a largo plazo). La memoria permite retener experiencias pasadas y, según el alcance temporal, se clasifica convencionalmente en: memoria a corto plazo (consecuencia de la simple excitación de la sinapsis para reforzarla o sensibilizarla transitoriamente), memoria a mediano plazo y memoria a largo plazo (consecuencia de un reforzamiento permanente de la sinapsis gracias a la activación de ciertos genes y a la síntesis de las proteínas correspondientes). El hipocampo es la parte del cerebro relacionada a la memoria y aprendizaje. Un ejemplo que sustenta lo antes mencionado es la enfermedad de Alzheimer que ataca las neuronas del hipocampo lo que causa que la persona vaya perdiendo memoria y no recuerde en muchas ocasiones ni a sus familiares. En términos prácticos, la memoria es la expresión de que ha ocurrido un aprendizaje. De ahí que los procesos de memoria y de aprendizaje sean difíciles de estudiar por separado. Se denomina memoria sensorial a la capacidad de registrar las sensaciones percibidas a través de los sentidos. Constituye la fase inicial del desarrollo del proceso de la atención. Esta memoria tiene una gran capacidad para procesar gran cantidad de información a la vez, aunque durante un tiempo muy breve. Existe una serie de almacenes de información provenientes de los distintos sentidos que prolongan la duración de la estimulación. Esto facilita, generalmente, su procesamiento en la llamada memoria operativa. Los almacenes más estudiados han sido los de los sentidos de la vista y el oído. La memoria a corto plazo es el sistema donde el individuo maneja la información a partir de la cual está interactuando con el ambiente. Aunque esta información es más duradera que la almacenada en las memorias sensoriales, está limitada a aproximadamente 7±2 elementos durante 10 segundos (span de memoria) si no se repasa. Esta limitación de capacidad se pone de manifiesto en los efectos de primicia y ultimidad. Cuando a un grupo de personas se le presenta una lista de elementos (palabras, dibujos, acciones, etc.) para que sean memorizados, al cabo de un breve lapso recuerdan con mayor facilidad aquellos ítems que se presentaron al principio (primicia) o los que se presentaron al final (recencia) de la lista, pero no los intermedios. El «efecto de primicia» disminuye al aumentar la longitud de la lista, no así el de ultimidad. La explicación que se da a estos datos es que las personas pueden repasar mentalmente los primeros elementos hasta almacenarlos en la memoria a largo plazo, y en cambio no pueden procesar los elementos intermedios. Los últimos ítems, por su parte, permanecen en la memoria operativa tras finalizar la fase de aprendizaje, por lo que estarían accesibles a la hora de recordar la lista. La Memoria a largo plazo (MLP) es un almacén al que se hace referencia cuando comúnmente hablamos de memoria en general. Es en donde se almacenan los recuerdos vividos, nuestro conocimiento acerca del mundo, imágenes, conceptos, estrategias de actuación, etc. Dispone de capacidad desconocida y contiene información de distinta naturaleza. Se considera la «base de datos» en la que se inserta la información a través de la «memoria operativa», para usarla posteriormente. Los recuerdos son imágenes del pasado que se archivan en la memoria. Nos sirven para traer al presente algo o a alguien. Se definen también como una reproducción de algo anteriormente aprendido o vivido, por lo que están vinculados directamente con la experiencia. Las conexiones neuronales de la corteza son estimuladas por la información y se fortalecen y vinculan al contexto emocional en que se formaron. Una vez codificadas reside en la región de la corteza en la que la información fue percibida y procesada. Cuando sea necesario, o suscitado por la emoción, esa memoria se activa para utilizarse como memoria de trabajo. Todas las personas se olvidan cosas. ¿Quién no ha perdido una llave u olvidado un objeto? Cuando esto ocurre, la mayoría de nosotros nos reímos o hacemos algún comentario indicando que el hecho es un signo de envejecimiento o bien, nos puede preocupar comenzar a tener mala memoria, particularmente si esto ocurre en la edad media de la vida. Muchos adultos mayores se preguntan cuánta y qué clase de pérdida de memoria forman parte del proceso normal de envejecimiento y cuánta y qué tipo de pérdida puede estar asociada con la demencia. El envejecimiento normal, puede causar algo de olvido o generar algunos problemas para aprender un nuevo material o requerir más tiempo para recordarlo, pero no conduce a la pérdida considerable de la memoria. Los cambios que ocurren en nuestro organismo con el transcurso de los años pueden afectar nuestra memoria. Aproximadamente a los 20 años de edad, gradualmente se van perdiendo células cerebrales y sustancias químicas necesarias para los procesos de la memoria, esto se incrementa con la edad e, independientemente de la plasticidad neuronal, esa pérdida se percibe dado que esos cambios influyen sobre la manera en la que el cerebro almacena la memoria reciente. En el mismo orden, algunos problemas médicos que son tratables, pueden causar pérdida de la memoria, como por ejemplo: Consumo de bebidas alcohólicas y drogas psicoactivas. Tabaquismo. Insuficiente aporte de oxígeno al cerebro. Tumores o infecciones cerebrales. Radioterapia cerebral. Trasplante de médula ósea. Quimioterapia. Depresión. Ansiedad. Trastorno bipolar. Epilepsia. Fármacos como los barbitúricos y las benzodiacepinas. Traumatismo craneal. Enfermedad de Parkinson. Esclerosis múltiple. Déficits nutricionales. ¿Cuándo debería preocuparme ante la pérdida de la memoria? Actos como olvidar donde se deja la billetera o dejar la tarjeta de crédito en el mostrador de un negocio, se consideran olvidos. A medida que envejecemos es entonces común experimentar momentos de olvido. Sin embargo, cuando estos se hacen frecuentes, repetidos y afectan varias áreas de la vida, deben ser causa de preocupación. Son ejemplos: Repetir frases, preguntas o historias en la misma conversación. Olvidar como hacer una tarea que es rutinaria. No estar bien al tanto de lo que pasa cada día. Colocar objetos en lugares inusuales. ¿Qué hacer entonces? Presentar algunos de los síntomas expresados anteriormente puede hacerlo sentir avergonzado o ansioso y es frecuente negar lo sucedido. Deje las dudas de costado y consulte al médico. Él podrá estudiarlo evaluar sus antecedentes, salud mental, su atención, el lenguaje el pensamiento entre otros ítems. Algunas de las causas son tratables e incluso reversibles. Algunas personas tienen una condición llamada deterioro cognitivo leve de tipo amnésico y presentan más problemas de memoria que los que normalmente tienen las personas de su edad, sus síntomas no son severos y pueden desarrollar su vida normal Las señales de este tipo de deterioro incluyen el perder cosas con frecuencia, olvidar asistir a un evento, tener problemas para encontrar las palabras deseadas en un diálogo. Quien padece esta condición toma conciencia de su deterioro al igual que su entorno más cercano. Algunos investigadores han encontrado que quienes padecen este tipo de deterioro, pueden desarrollar una enfermedad de Alzheimer a través de cierto período de tiempo, que aquellas que no lo tienen. Sin embargo, no todo individuo que lo padece desarrolla esa enfermedad. Hay estudios en curso para determinar estas diferencias. Las personas que tienen problemas de mala memoria pueden usar una variedad de técnicas que pueden ayudarles a permanecer saludables y mantener sus capacidades mentales y de memoria. Tenga entonces presente lo siguiente: Si siempre hace lo mismo de la misma manera, su mente se acostumbra a una rutina y no se crean nuevas conexiones entre las células del cerebro. Por eso, es importante retarlo, sacarlo de sus esquemas y plantearle nuevas tareas. 1. Juegos para la memoria como el sudoku, el ajedrez, los anagramas, leer con velocidad, el hacer crucigramas, etc. Existen lugares en Internet en donde puede encontrar estos juegos o en revistas y en diarios. También hay juegos de mesa que involucran preguntas y respuestas que son entretenidos y son excelentes para memorizar datos. 2. Ejercicios de entrenamiento que involucren memorizar (intente recordar cualquier lista o esquema), visualizar (por ejemplo si quiere acordarse del nombre de una persona visualice cómo es, qué hace, qué ropa tenía cuando la vio, etc.), razonar (entender algo mediante asociación de ideas) y resolver problemas de lógica. 3. Salte de la comodidad y realice tareas complejas. Así estará forzando a su cerebro a prestar mucha atención y a comprender, lo cual constituye un excelente entrenamiento. 4. Lea y cuente historias: El leer exige poner toda su atención y más cuando quiere contarle la historia a otras personas. 5. Aprenda otro idioma: El hablar más de un idioma reta a su cerebro constantemente, sobre todo cuando tiene que traducir o explicar lo que significa una palabra en otro idioma. 6. Haga ejercicio regularmente. La frase “mente sana en cuerpo sano” es totalmente cierta. Lo que es bueno para su cuerpo, es bueno para su cerebro. El sedentarismo contribuye a que desarrolle condiciones como la hipertensión, la cual puede afectar la memoria. 7. Evite pasar horas frente al televisor. Mientras más tiempo gaste en actividades que no retan a su cerebro, más posibilidades tendrá de perder la memoria. Como puede ver hay muchas opciones divertidas para ejercitar su cerebro y así tener buena memoria. Si cocina, intente memorizar las recetas. Si le gustan los poemas o las historias recuérdelas. Si le gusta caminar busque senderos distintos que obliguen a su cerebro a recordar diferentes rutas. El retar a su cerebro es divertido. El perder la memoria, no lo es.