Algunas consideraciones sobre el uso de alfalfa para pastoreo directo por Luis Peluffo, corrección y aportes de Ing.Agr(MSc) Jorgelina Ferrero, María Teresa Sur S.R.L.2002-08-08 Esta leguminosa, de uso habitual en nuestras pasturas tiene una corona muy cerca del suelo donde están ubicadas las yemas que dan origen a los tallos. Cada uno de estos tallos tiene un ápice de crecimiento apical (en la punta), esto hace que cada uno se elongue generando nuevos fitómeros1 en su parte superior. Este hábito de crecimiento hace que la calidad forrajera sea máxima en el estrato superior y vaya disminuyendo hacia la base, donde se ubican las partes más “viejas” de la planta. Ello puede observarse claramente en la Fig. 1. Figura 1. Distribución de la biomasa de hojas y tallos en estratos de 10 cm (a) y valor nutritivo de la planta de alfalfa ofrecida (b) (extraído de Comeron, E y Bruno, O , INTA Rafaela 1996). 1 Fitómero: unidad de crecimiento de una planta, compuesta por un entrenudo, el correspondiente nudo y la hoja que en él se inserta con su yema axilar. La alfalfa es usada en todo el mundo para corte con destino a heno, silaje o consumo fresco, siendo Argentina el único país donde se la usa extensivamente para pastoreo directo. Consecuentemente, los materiales que están actualmente en el mercado y los nuevos son seleccionados bajo sistemas donde se evalúa su aptitud (medida en términos de producción y calidad) al ser sometidos a corte. En nuestro país, las evaluaciones de variedades de alfalfa que hace el INTA también se hacen por producción de materia seca (o materia seca digestible) entre cortes, respetándose los descansos adecuados para potenciar su producción. Estos resultados son totalmente valederos para esta forma de uso, pero la dinámica de una pastura sometida a pastoreo es muy diferente (el animal no cosecha en forma “homogénea” como una máquina sino que selecciona lo que consume, el efecto del pisoteo y las deyecciones afectan el crecimiento en diferente sentido, etc.) , y estos aspectos deben tenerse en cuenta cuando se analizan los resultados. La alfalfa requiere, dependiendo de la época del año, entre 30-45 días de descanso entre pastoreos para manifestar su máxima producción de MS. Este estado se alcanza al inicio de la floración ó cuando los rebrotes basales tienen una altura aproximada de 5 cm. Cuando el productor trata de lograr buenos resultados en pastoreo directo se encuentra ante los siguientes problemas: a) En la eficiencia de cosecha: si se pretende lograr el máximo potencial de producción con descansos adecuados, se presenta a los 30-35 días de rebrote con una situación como la representada en la Fig. 1, es decir, con un volumen de unos 2.700 kg MS/ha, con una proporción de tallo y hoja similar, pero con distribución muy distinta entre estratos. Este manejo, que es el usual para la producción de heno, produce un forraje de buena calidad “promedio”, de suma utilidad para la suplementación, ya sea dado como tal o triturado y mezclado en una RTM (ración totalmente mezclada). Pero, en un forraje que presenta el sistema de crecimiento antes descripto, no debe extrañar a quienes son observadores del comportamiento animal que sea prácticamente imposible lograr una buena eficiencia de cosecha “a diente” sin perjudicar en forma importante la producción individual. Esto se debe a que, como se puede observar en la Fig. 1, la biomasa de los 20 cm inferiores de la planta está compuesta por un 87 % de tallo y solo 13 % de hoja. El Ing.Zaniboni nos dice que la experiencia de muchos años en las Unidades de Producción de Carne con pasturas base alfalfa de INTA G. Villegas demuestra que difícilmente se puedan lograr eficiencias de cosecha superiores al 60% sin perjudicar en forma importante el engorde diario. Si por otra parte, como medida para contrarrestar este efecto, se pastorea la alfalfa con descansos cortos, cuando tiene baja altura y alta proporción de hojas con respecto a tallo (control de empaste mediante), es posible cosechar material de alta calidad y lograr una alta eficiencia de cosecha, pero el cultivo tendrá baja producción anual de materia seca por no haberle permitido manifestar su momento de más alto ritmo de crecimiento. Este manejo además resulta a largo plazo en una menor longevidad del alfalfar. Esto es lo habitual en muchos tambos CREA de la Zona Oeste.b) En el manejo de la calidad: la alfalfa, cuando alcanza altas tasas de crecimiento, porque se presentan las condiciones de temperatura y humedad adecuadas, tiene también un muy rápido cambio en calidad (por cada día luego de principios de floración la PB baja 0,26 %, la FDN aumenta 0,40 %, lo que hace que su valor relativo como alimento baje en 4 %/día); lograr acertar con el momento de mayor cantidad de forraje sin perder una buena calidad, es más o menos factible de obtener en sistemas por corte y conservación, pero es mucho más difícil de lograr en pastoreo. Se suma a ello que la alfalfa en ese momento “ideal” para utilizar tiene una morfología y composición muy distinta en las distintas épocas del año. El Ing.C.Zaniboni expresó que en apariencia se comportan como dos especies distintas, en primaveraverano tiene el aspecto de la Fig. 1; en cambio en otoño-invierno los rebrotes basales a 5 cm. aparecen con 25-35 cm. de altura, con mejor relación hoja/tallo, así como un menor % FDN, alto nivel de NNP (N no proteico) y bajo % azúcares solubles. c) En el ajuste de la carga animal: cuando se analiza el sistema de producción como un todo, se entiende claramente porque, en los países donde se produce en forma pastoril, no se utiliza la alfalfa como forrajera. La alfalfa tiene, según vayamos subiendo hacia el norte del país, crecimientos desde 0 a 15 kg MS/día en invierno, que pueden alcanzar los 130-150 kg MS/día en primavera-verano; es decir, permite sostener cargas en pastoreo de ninguna a casi 1 VO/ha en invierno y requiere 7 a 9 VO/ha en una buena primaveraverano. Con estos extremos de variación es mucho más difícil manejar la carga (aunque se hagan esfuerzos por adecuar la estacionalidad de parición, los requerimientos de la hacienda, la suplementación, etc) que utilizando gramíneas mesotérmicas en mezcla con trébol blanco, donde los crecimientos van de 10-25 kg MS/ha/día en invierno hasta 60-80 kg MS/ha/día en primavera. Esta gran diferencia de producción en las distintas épocas del año obliga a implementar en el alfalfar un manejo de alta conservación de forraje que encarece el sistema. d) En la consociación: otro problema típico (para quienes hemos trabajado 20 años con la clásica pastura “base alfalfa”, sembrada con cebadilla, festuca o pasto ovillo), es que nos encontramos con una pastura implantada habitualmente en otoño algo tardío (Abril) que se comporta de la siguiente forma: durante el primer invierno ningún componente de la mezcla produce cantidades significativas de forraje, salvo que como en gran parte del país se la acompañe con avena u otro cereal de invierno, sembrado hilera por medio con la alfalfa que va sola (primer castigo a la gramínea). En la primera primavera la alfalfa empieza a crecer activamente, se la suele esperar a que llegue a desarrollarse bien, un poco por cuidarla y otro por empaste, entre tanto, las gramíneas se “pasaron”, es decir, encañaron y suelen ser desmalezadas luego del primer pastoreo de la alfalfa, que rebrota activamente en su mejor momento del año y tapa rápidamente a las gramíneas, que además han quedado con muy pocos ápices vegetativos. Este comportamiento continúa durante todo el verano hasta que en otoño, al presentarse las condiciones favorables para un nuevo ciclo de las gramíneas, logran recuperarse para producir algo de MS en invierno. Esto sigue así por dos o tres años hasta que declina el alfalfar y en mi experiencia, quedan festucales de muy alta producción (medidos durante 10 años (1975-1985) evaluando raciones mes a mes en más de 25 potreros y 3000 has de superficie ganadera). En ese momento en que se podría valorar la buena producción de la gramínea, el potrero “entra en rotación” y pasa a agricultura, con lo cual se pierde la posibilidad de esta experiencia. Cuando se siembra la gramínea sola con trébol blanco, “descubrimos” que las festucas o los pasto ovillo bien manejados, controlando temprano el encañado, producen buen pasto todo el verano, aún en veranos de Trenque Lauquen relativamente secos. e) Requerimientos de suelos y fertilidad: otro gran problema que presenta la alfalfa, es que necesita altos niveles de Fósforo (P) (20-25 ppm) y pH (> 6.5) para vegetar bien, y actualmente los suelos de nuestro país, esquilmados por décadas de no reponer nutrientes, tienen bajo P y también el pH ha descendido, lo que lleva a que cada vez los alfalfares produzcan menos y se pierdan en condiciones en las que todavía prosperan bien las gramíneas mesotérmicas (P: 5-7 ppm), los cultivos como la soja, el girasol (P:10), el maíz (P: 15 ppm) y el trigo (P: 20 ppm) . Con los costos actuales del fertilizante fosforado, no es extraño que al productor le cueste pensar en aumentar el nivel de P de su suelo. El otro factor importante es que la actual tendencia hacia la agricultura permanente en los buenos suelos hacen que se pretenda sembrar alfalfa en suelos W con problemas de napa cercana, anegamientos temporarios, etc, cuyo pronóstico no es difícil de imaginar por productores y/o colegas profesionales, pero que sigue ocurriendo todavía con demasiada frecuencia. No podemos menos, por otra parte, que destacar la gran capacidad de resistencia a sequías que, una vez ya implantada, le confiere su sistema radical.