TEMA IV : EL ROMANCERO VIEJO, LAS “COPLAS A LA MUERTE DE SU PADRE” Y “LA CELESTINA”. 1.El Romancero Viejo Se denomina “Romancero Viejo” al conjunto de romances que se cantaban a finales de la Edad Media. Algunos se han conservado escritos a partir del siglo XV, y, sobre todo, en el XVI, junto a otros muchos poemas, en los “cancioneros” manuscritos o impresos, bien en colecciones formadas solo por romances denominadas “romanceros”; bien en pliegos sueltos (cuadernillos de cuatro hojas que se vendían a bajo precio). El Romancero Viejo tiene una doble condición: es un género de origen oral y popular a finales del Medievo, pero está sometido también a las determinaciones de los textos escritos, pues fue recopilado para ser leído por un público aburguesado e incluso cortesano ya en los albores del Renacimiento, época en la que se produce una revalorización culta de lo popular. Esta revalorización se prolongará durante los siglos XVI y XVII y permitirá que los poetas más eminentes de estos siglos (Cervantes, Lope de Vega, Góngora, Quevedo…) continúen cultivando el romance. El corpus de romances escrito por los poetas cultos constituye el llamado Romancero Nuevo. -Origen de los romances: el origen de los romances a finales de la Edad Media parece situarse en la descomposición de los grandes poemas épicos. Al fragmentarse definitivamente los largos versos de los cantares de gesta, los hemistiquios iniciales habrían dado lugar a los versos impares sin rima de los romances, mientras que los pares asonantados conservarían la rima. La 2. tendencia creciente de los cantares de gesta a los versos de 16 sílabas justificaría la forma octosilábica de los romances. En las almenas de Toro, allí estaba una doncella, vestida de paños negros, reluciente como estrella (…) En las almenas de Toro, allí estaba una doncella, vestida de paños negros, reluciente como estrella (…) El origen de los romances como fragmentación de los cantares de gesta explicaría también la abundancia de temas épicos en el Romancero Viejo. Sin embargo, hay quien piensa que el romance nació como un género originalmente independiente de los cantares de gesta. Así se comprendería la existencia abundante de temas líricos y novelescos. En todo caso, el romance puede ser definido como un género épico-lírico. -Características estructurales y formales: los rasgos formales y estructurales del romance vienen muy condicionados por el modo de transmisión oral y por ese origen que lo emparenta a la vez con la canción popular y con las gestas épicas. Los romances permiten y favorecen su transmisión activa y creadora de los textos, lo nuevas versiones. Esta recreación constante de través de su difusión oral hace que un mismo tener numerosas y muy diversas variantes. recreación, la que da lugar a los romances a romance pueda Los recursos formales más comunes de los romances son las repeticiones, las enumeraciones, las antítesis, la alternancia de los 3. tiempos verbales, el uso de fórmulas y epítetos épicos, el lenguaje arcaizante, las llamadas al oyente, la presencia de diálogos, la sencillez sintáctica, la ausencia de símiles o metáforas complejas. Esta sencillez no quiere decir que no haya una expresión elaborada. El poder expresivo y dramático de los romances se consigue mediante la concentración, la concisión, la sugerencia emocional. De ahí, el fragmentarismo de los romances: en muchos de ellos la acción se inicia y/o termina abruptamente; son característicos los comienzos in media res y los finales truncados. -El sentido de los romances. Visión del mundo: la oralidad condiciona no solo las peculiaridades y estructurales de los textos, sino su propia visión del mundo. Esa capacidad adaptativa al mundo es característica del romance desde sus orígenes. Otros rasgos fundamentales del Romancero Viejo son: el narrador objetivo e impersonal, la falta de didactismo y referencias religiosas, la abundancia de preguntas y respuestas de intenso dramatismo en los diálogos; los frecuentes finales trágicos, el recurso esencial del diálogo. Temáticamente, suelen clasificarse los romances viejos en: -Romances épico-castellanos: el rey don Rodrigo, Bernardo del Carpio, Fernán González, los infantes de Lara, el Cid… -Romances fronterizos y moriscos: desarrollan escaramuzas guerreras entre moros y cristianos en las tierras de frontera o bien cantan la caballerosidad y refinamiento de los moros. -Romances de tema épico francés: Carlomagno, Roldán, la batalla de Roncesvalles… -Romances novelescos y líricos: temas bíblicos, mitológicos, de historia clásica o puramente inventados. 4. 2. Las “Coplas a la muerte de su padre” Las “Coplas a la muerte de su padre” hacen de Jorge Manrique uno de los más estimados escritores de la literatura castellana. Son una elegía en la que la experiencia religiosa dolorosa de la desaparición de Rodrigo Manrique conduce al poeta a una meditación en torno a la vida y a la muerte, tras la que propone a su padre como modelo de caballero cristiano. De las 40 estrofas de que consta el poema, las dieciséis últimas presentan el enaltecimiento del padre, al tiempo que expresan la esperanza de la recompensa de una vida eterna, la de la contemplación divina, sobre todo, pero también, aunque no eterna, la de la fama. Las veinticuatro primeras estrofas ofrecen una reflexión que condensa la tradición medieval ante una serie de temas: el contraste entre la fugacidad de las cosas terrenales y la eternidad de los valores espirituales, el menosprecio del mundo, el paso del tiempo, la muerte inapelable que iguala a todos los hombres, la inconstante fortuna. Las “Coplas” se sitúan dentro de una extensa corriente literaria que se ocupa del tema de la muerte, desde el “planto” por Trotaconventos en el “Libro de Buen Amor” hasta las “defunciones” de Gómez Manrique, que sirvieron de referencia cercana a su sobrino, pasando por la “Defunción de don Enrique de Villena”, del Marqués de Santillana. Sin embargo, las “Coplas” se alejan de la frialdad cultista y de la recargada erudición que pesaba en este tipo de poemas, y se llenan de una emoción y de un sentimiento que acercan sus versos a la sensibilidad de cualquier época. Esta literatura no hacía sino reflejar la permanente preocupación por la muerte, y más 5. aún, en la Baja Edad Media, cuando el hombre convive de cerca con el hecho de la muerte debido a las epidemias, las guerras y las crisis sociales. Se extiende entonces una visión macabra y truculenta de la muerte, de la que se separan las Coplas, que provoca pavor, corrompe la belleza y destruye las glorias que se levantaron en vida. De este modo, se expresa en las Danzas de la muerte, donde el melodrama y la espectacularidad impedían cualquier reflexión profunda que fuera más allá de la consideración del poder igualitario de la muerte, cuya danza arrastra a todas las personas, sea cual sea su edad y condición. Frente a esta representación atemorizadora de la muerte, Manrique la restituye dentro del pensamiento cristiano y desecha la visión siniestra ofrecida por las Danzas, pero va a recoger una serie de ideas que no son sino lugares comunes en su momento: -La consideración del mundo como vanidad de vanidades, idea que arranca del Eclesiastés. -El menosprecio de la vida terrena, que solo tiene valor porque procura la vida eterna en el cielo. Es una idea característica del ascetismo cristiano desde siempre. -La convención, o tópico literario de origen bíblico, del “ubi sunt”, interrogación retórica en la que se pregunta dónde han ido a parar aquellos ilustres personajes famosos por sus glorias. -La inestabilidad de la Fortuna. De ella ya se hablaba en la Biblia, pero adquiere gran difusión con las convulsiones socio-políticas de los siglos XIV y XV (Laberinto de Fortuna, de Juan de Mena o Bías contra Fortuna del marqués de Santillana). Esta idea enlazaba con la literatura sobre las caídas (casos) de hombres poderosos. -La presencia igualadora de la muerte, un tópico ya expresado por autores como Boecio y muy extendido en la Edad Media. 6. Y se pueden añadir otras tradicionales ideas habituales en el siglo XV, como el recuerdo de la felicidad pasada como un sufrimiento, la consideración de que el tiempo pretérito fue mejor que el presente y de que el futuro hay que darlo por pasado; la existencia de tres vidas: la terrena, la de la fama y la eterna; etc. Son múltiples los conceptos y valores antiguos integrados en la ideología caballeresca y cristiana dominante en la Edad Media que son formulados por Jorge Manrique. Y en este sentido, las Coplas han de relacionarse con los sermones, el didactismo del sentido cristiano de la vida, la explicación mediante ejemplos, etc. Entender las “Coplas” exige conocer el momento histórico en que nacen, tanto en la perspectiva social como en la individual del autor. El cuerpo doctrinal que sentenciosamente se expone, la mirada melancólica a través del recuerdo, la idealización ejemplarizante de Rodrigo Manrique, que, de noble intrigante que fue, es convertido en modelo de caballero cristiano en su vida y su muerte, se han de considerar en relación con la turbulenta crisis social y política del siglo XV y con la crisis familiar de los Manrique. La quiebra de la sociedad feudal provoca en la época una fuerte crisis espiritual y de valores que conlleva una pérdida del sentido tradicional cristiano de la muerte, que pasa a ser concebida, más que como una puerta abierta hacia la vida eterna, como una fuerza siniestra que arrebata y aniquila al hombre. Jorge Manrique intenta volver a integrar el hecho de la muerte en la visión aristocrática del mundo, idealiza la figura paterna, reinterpreta al individuo y lo presenta como perfecto modelo de caballero cristiano, sereno y conforme con la muerte. 7. Atendiendo al contenido, de modo muy general, se dividen las “Coplas” en tres partes: -La primera ocupa las primeras catorce estrofas y en ella el poeta reflexiona sobre la fugacidad de las cosas terrenales y expone la visión cristiana de la vida, atenta siempre a la eternidad. -La segunda, en diez coplas, ejemplifica el carácter transitorio de lo mundano. Se trata del tópico del UBI SUNT, característico de la literatura funeral, pero con la originalidad de que se mencionan solo ilustres personajes de la historia castellana reciente. -La tercera parte la constituye la glorificación de Rodrigo Manrique, ejemplo de nobles cristiano. Esta última parte viene a modificar la visión aniquiladora de la muerte expuesta en las primeras veinticuatro estrofas. Rodrigo Manrique llega a triunfar con su fama sobre la muerte. Así, la amargura deja paso a un cierto sentimiento de gozo por la vida y de optimismo que consuela al hombre de su destino mortal. Métricamente, el poema está escrito en coplas de pie quebrado; estrofas formadas por dos sextillas con rima independiente; en cada una de las sextillas se suceden dos versos octosílabos y un tetrasílabo (o pentasílabo, a veces), que forma el pie quebrado. Este tipo de estrofa recibe también el nombre de manriqueña. Finalmente, hay que subrayar la sencillez de estilo. Lejos de la grandilocuencia y la afectación de la poesía del momento, las “Coplas” destacan por la naturalidad estilística y el lenguaje llano, lo que Pedro Salinas llamaba “la humildad en la dicción”. Predominan antítesis, juegos conceptuales, el recurso a la propia experiencia en la expresión poética, alejándose de este modo de la abstracción y, sobre todo, el uso original de las imágenes, que, 8. aunque tomadas de la tradición, sirven para poetizar unas reflexiones sobre la vida y la muerte bastantes extendidas en las predicaciones y en la literatura didáctica. Las “Coplas” de Jorge Manrique permiten vislumbrar la renovación poética del Renacimiento. 3. “La Celestina”, de Fernando de Rojas a)Texto y autor: En 1499 se publica anónima la Comedia de Calisto y Melibea. Constaba de 16 actos. Se reedita en 1500, acompañada de unos preliminares en los que aparece el nombre del autor, Fernando de Rojas,, que dice haberse encontrado el acto I ya escrito por un desconocido y haber continuado la obra. En 1502 se imprime con nuevo título, Tragicomedia de Calisto y Melibea, y con importantes novedades: cinco nuevos actos, diversas interpolaciones, modificaciones y supresiones, y un prólogo en el que Rojas justifica lo cambios. Este es el texto definitivo que ha pasado a la historia con el título de La Celestina, nombre del personaje protagonista de la obra. El éxito de la obra será inmenso y se sucederán las ediciones. Fernando de Rojas nació en La Puebla de Montalbán (Toledo) hacia 1475, en el seno de una familia de judíos conversos, en la que su mismo padre fue condenado por la Inquisición por judaizar. Estudio leyes en Salamanca y en esa época debió de componer La Celestina. Llegó a ser alcalde de Talavera de la Reina y se casó con una mujer conversa. Durante toda su vida vivió el ambiente hostil a esta minoría. Murió en 1541. 9. b)Género y estilo de La Celestina: La Celestina es una obra dialogada de considerable extensión. Para unos, se trata de una obra de teatro, mientras que otros piensan que estamos ante una novela dialogada. Aquellos argumentan que no existe narrador alguno, pues son los personajes quienes siempre hablan directamente y sus palabras son las que crean la realidad que les rodea y ordenan el espacio y el tiempo de la acción. La obra no estaría destinada a la representación pública, sino a la lectura colectiva. Aparte de estas razones, la obra pertenecería también al género dramático en razón de los modelos literarios de los que parte: la comedia romana y la comedia humanística italiana. Sin embargo, los defensores de que la obra pertenece al género narrativo mantienen que el libre tratamiento del espacio y del tiempo, la existencia de escenas no dramáticas y el diseño de los personajes, retratados en la intimidad, con cierta evolución psicológica y marcado individualismo, serían rasgos más propios de la novela que del drama, a lo que podría sumarse lo irrepresentable del texto. c)Lenguaje y estilo de La Celestina: Coinciden en la obra la lengua culta y la erudita y la lengua popular. En general, los personajes hablan de una u otra forma con arreglo a su condición social, aunque algunos de ellos, como la viaje Celestina, pueden cambiar de registro según el interlocutor o la situación en que se encuentren. La lengua culta abunda en latinismos, frases largas, verbos al final de la oración, utilización de sentencias cultas o citas… La lengua popular es, por el contrario, viva y rápida, con numerosos refranes, frases cortas, expresiones coloquiales, chistes, insultos… 10. Ambas lenguas quedan a veces enfrentadas explícitamente cuando los criados se burlan del lenguaje retórico y vacuo de los señores. Y es que este es el mismo de los protagonistas de los libros sentimentales, pero empleado en este contexto resulta inapropiado y ridículo. Así pues, Rojas parodia el lenguaje de las narraciones sentimentales. El amor cortés de la literatura cortesana y su código lingüístico resultan inapropiados y absurdos en la vida cotidiana de una ciudad castellana de finales del XV. Ese amor literaturizado, propio de las convenciones cortesanos, esconde finalmente la pasión sexual en la que quedan igualados señores y criados. La variedad lingüística muestra, en fin, el poder de la palabra en la Tragicomedia que sirve para informar, comunicar y relacionarse con los demás, pero también para persuadir, convencer, engañar y dominar a los otros. Este extraordinario dominio del lenguaje se ha relacionado con el modo de vida de la comunidad conversa, acostumbrada a utilizar el idioma con sumo cuidado, a saber ocultar ideas y sentimientos, a dominar el arte de la persuasión y a valerse de la ambigüedad como modo de subsistencia. d)Los personajes de La Celestina: Ambos planos lingüísticos se corresponden con los dos grupos de personajes de elevada clase social y los de las clases populares. Al primero pertenecen Calisto, Melibea y los padres de esta, Pleberio y Alisa; al segundo, Celestina, los criados y Elicia y Areúsa. -Calisto es el galán. De saneada economía, ocioso, posee rentas y criados. Se comporta como un enamorado cegado por la pasión. En pos de su objetivo, la conquista de Melibea, carece de escrúpulos, utiliza todas las artimañas que le puedan conducir a 11. ese fin, habla con un lenguaje retórico. Se ha visto en él una parodia del héroe de los libros sentimentales. -Melibea: también de buena familia y conocedora de la literatura sentimental, se comporta de manera muy activa en la obra. Las interpretaciones del personaje han variado: desde quienes consideran que, como Calisto, es un ejemplo de comportamiento inadecuado, cegada por la pasión y, por tanto, personaje también paródico, hasta quienes han resaltado la pureza de sus sentimientos, su carácter rebelde y la honestidad y sinceridad de su comportamiento, que contrastaría con el de su amante. -Pleberio y Alisa: personajes de poco relieve, excepto aquél al final de la obra, se comportan como padres desconocedores de los verdaderos sentimientos de su hija y, por ello, sorprendidos por los acontecimientos descubiertos en el desenlace del drama. -Celestina: gran personaje de la Tragicomedia. A la alcahueta se la caracteriza como maga y hechicera, con un gran conocimiento de la vida y de los entresijos del corazón humano. Es la figura central en las relaciones del resto de los personajes de la obra. No obstante su sabiduría, se muestra cegada, no por la pasión amorosa, como los amantes, sino por la ambición, lo que la conducirá también a la muerte. La alcahueta o tercera contaba con ilustres precedentes en la comedia latina y en la castellana (la Trotaconventos del Libro de buen amor) y también era un personaje conocido en la literatura medieval popular: la trotula o trot. Pero la maestría de Rojas consiste en fundir todos esos modelos y superarlos al convertir el estereotipo literario o folclórico en un personaje característico ya la de la literatura moderna, dotado de individualidad, de intimidad personal y de intensa y propia vida. 12. -El mundo de los criados y de las prostitutas: refleja esencialmente el dominio de los instintos, del interés egoísta y de la codicia. Cada uno de ellos tiene sus particularidades personales pero, en conjunto, son conscientes de su posición de clase y, salvo Tristán y Sosia, odian a sus amos. Sempronio dirá que quien a otro sirve no es libre y la inteligente Areúsa verá el conflicto social con lucidez: Nunca oyen las sirvientas su nombre propio de la boca dellas, sino puta acá, puta acullá, ¿a do vas tiñosa?, ¿qué hiciste, bellaca? (…) Por esto, madre, he querido más vivir en mi pequeña casa exenta e señora que en sus ricos palacios sojuzgada e cautiva. 3)Contenido e intención del autor: Amor, muerte, ambición, egoísmo, codicia, lucha de clases, son, como hemos visto, temas centrales de La Celestina. Amor entre los protagonistas y también en las personas de baja condición social (algo que es muy novedoso en la literatura culta); muerte de gran parte de los personajes; ambición extrema en los criados y la vieja alcahueta, pero también figuras como Pleberio, que ha dedicado a su vida a atesorar bienes; lucha de clases, en fin, desde la primera página de la obra hasta la última. Sin embargo, las interpretaciones de la intención de Rojas en su composición han sido muy diversas. Esquemáticamente, son de dos tipos: hay quienes consideran que la obra tiene un fin moral y pretende mostrar a los lectores las consecuencias de los malos comportamientos, y quienes, haciendo hincapié en el origen converso del autor, subrayan la visión pesimista que ofrece de esa realidad conflictiva, su desengaño y su honda desesperación, la concepción de la vida como guerra e, incluso, su completo nihilismo. 13. La obra refleja ejemplarmente la mentalidad de la sociedad castellana de fines del siglo XV y los valores propios del capitalismo incipiente del momento: el afán de lucro, el pragmatismo, el individualismo, el placer de la vida, etc. En contacto con esta realidad, personajes y sentimientos perecen. La mentira, la traición y el engaño parecen marcar la vida de los hombres. El dinero lo puede todo, no hay solidaridad ni amistad entre los personajes. Ni tampoco amor, que o es ciega pasión o puro interés. Esto es así, incluso para él en apariencia inocente amor del padre que se muestra patéticamente desesperado ante el suicidio de su hija. Su amor paternal aparece también cosificado por los nuevos valores burgueses. Recordemos que, para él, Melibea es ante todo la heredera perdida: ya quedas sin tu amada heredera. ¿Para quién edifiqué torres? ¿Para quién adquirí honras? ¿Para quién planté árboles? ¿Para quién fabriqué navíos…? La Celestina cerraría, pues, de modo brillante y revelador la literatura castellana medieval, mostrando abiertamente el conflicto entre los viejos y los nuevos valores. Los personajes son sistemáticamente destruidos sin lograr una auténtica comunicación humana. Amor, amistad, sinceridad, incluso los modelos literarios del pasado, todo desaparece en una sociedad competitiva y groseramente materialista. Fernando de Rojas niega los nuevos valores pero sin proponer otros. En La Celestina no parece existir el futuro. Sólo las prostitutas y criados que sobreviven a la catástrofe tienen ante sí una vida, en la que se afirman en su soledad.